Tiempo presente

Una novata más a este blog. La retroalimentación siempre es bien recibida. Este texto surgió a raiz de una infidelidad (ajena).

Ella se deja caer la piel sobre la cama. A veces se la arranco a jirones.

Hoy la veo desgarrarse el rostro en súplicas de un perdón que no sé si merece.

Pero no pienso ni demasiado ni lo suficiente en ello. Soy incapaz de concentrarme. Mi mente flota sobre cuencos de ideas sin decantarse en alguno de ellos.

Cuando la voz de la habitación, entonada en el silencio, me alcanza los oídos, percibo mis ojos detenidos seriamente en el ventanal hacia la playa.

Mis puños apretados son el preámbulo al dolor verdaderamente importante.

Las huellas de sus francas lágrimas parecen escocerle las mejillas.

Miro pues, de frente a sus ojos, su alma impaciente de palabras que mi boca está negada a pronunciar.

Pero el eco de un susurro rebota en mi cabeza cual pelota de esponja lanzada una y otra vez hacia el piso, en dirección a un muro que la hace volver.

No puedo descifrar su mirada que impaciente busca mis ojos. Y ya no lo soporto.

Mis rodillas tiemblan cual si sintieran un terremoto del planeta entero; y mis hombros vibran constantes en el intento vano de contener mi llanto.

Sus brazos se apresuran a sostenerme fuertemente y detener, lo que parecía, mi inminente caída.

En brazos ajenos jamás me había imaginado y ahora son los últimos que quiero sentir alrededor de mí pero, ¡ironías del destino!, a mano, son los únicos en los que poder sujetarme y sobrevivir.

¡Que se vaya!, pide mi corazón a gritos en mi pecho pero ella no me suelta, incluso, creo, me aprieta aún más. Y yo soy incapaz de abrir mi boca para pedir su partida, pues temo convertir mi inaudible llanto en quejidos lastimeros de mi quebrado amor.

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Bastante tiempo pasa desde mi llanto y la conjunción de nuestros cuerpos en su abrazo. Creo, con temor a acertar, que dormité mientras la calidez de su torso abrigó el mío con la confianza de dos que se conocen y se han prometido no separarse jamás.

¿Qué me has hecho?, pregunto, desde mis profundidades a las suyas que, sin remdio ya, le entregaron su confianza a un cuerpo que no era el mío.

La estupidez más grande que se le puede hacer al más grande amor, contesta compungida y mirando fijamente a mis ojos para que yo constate lo verdadero de su respuesta.

Pero es que ¿acaso te has olvidado de nuestros sacrificios para conseguir poner esto por delante del "qué dirán los demás"?, conempiezo y me apresuro a terminar pues el nudo en mi garganta amenaza a formarse y volver a acaecer en lágrimas y suspiros.

No, por favor, me suplica; no comiences a llorar de nuevo que entonces yo me voy a desarmar.

Vuelvo mis ojos a nuestras enlazadas manos y veo las alianzas que simbolizan nuestro inquebrantable compromiso de amor. Me veo tentada a preguntar cualquier estupidez que cruza por mi indiscreta mente; me reprimo al darme cuenta que cada una de esas estupideces es terriblemente dolorosa e innecesaria.

¿Y ahora qué hago?, pregunto inocentemente.

Grita, revienta, atácame con reproches pero no me dejes, ni siquiera, apenas vislumbrar lo que sería mi vida sin tí, dice con aparente calma frente a la tormenta que pretende invocar.

No lo soportaría. Lo sé.

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¡Hola a todos lectores!

Mi nombre es (y en realidad soy) Mónica. Digo "soy" porque, correspondo al significado de mi nombre (<>).

¡Eh! Es por gusto, no por falta de ganas...

Espero ser constante en mis relatos; mi inspiración es traicionera y, a veces, deja de conspirar a mi favor.

Estoy abierta a sus comentarios y opiniones (por favor, sean sinceros y tengan tacto). Ojalá mi redacción sea de su agrado, no es la primera vez que invento historias pero sí la primera que los hago públicos para mucha gente.

Reciban saludos desde México.