Tiempo después : El chico que me desvirgo.
De viaje en el caribe
Relato de Beatriz.
Estaba de vacaciones en un gran hotel, con una amiga en puerto rico, cuando me lo cruce, el primer chico con el que me había acostado, solo que ya no era ese niño de 15 años con cara tímida. Se había convertido en un morenazo con un toque golfo y un cuerpo de escándalo, nos saludamos y recordamos viejos tiempos, cuando éramos adolescentes. Esa noche vino a verme a mi dormitorio, él me hablaba y trataba de romper el hielo, pero yo tenía claro lo que quería, quería follarmelo y ya nos conocíamos porque andar con formalismos.
Mientras él charlaba me abrí el vestido, lo escogí así a propósito y el sonrió mirándome de forma lasciva. Puso sus manos en mi vientre y me acarició hasta llegar a mis tetas, me las acarició jugando con mis pezones, yo no llevaba nada bajo del vestido y automáticamente vi el bulto que se le marcaba, comencé acariciarlo, él me quito el vestido y me echo sobre la cama, bajo besando mi cuerpo y comenzó a comerme coño, su lengua se movía por toda mi raja, hundía su cabeza entre mis piernas dándome la mejor comida de coño que me habían dado nunca, no tenía nada que ver con el chico que me desvirgo, se había convertido en todo un experto en comer coños. Yo gemia sin contenerme hasta que me corrí en su boca, después de eso nos morreamos y se quitó la ropa con rapidez, menudo pollón se gastaba y además estaba goteante, se recostó sobre la cama y bajé por su cuerpo hasta quedar entre sus piernas, la agarré de la base y me la metí en la boca, comencé a mamarsela de forma seguida, él jadeaba y agarraba mi pelo mientras me miraba, estuve un rato así chupandole la polla, me agarró y se puso sobre mi.
Abrió mis piernas con las suyas y conforme sentí su polla rozarme, noté como entraba, me la metió hasta hacer tope con sus huevos, gemí llena de placer y comenzó a follarme de forma seguida, notaba como su barra de carne entraba y salía de mi coño empapado, a medida que aumentaba el ritmo, más fuerte me hacía gemir, después de un rato así me puso a 4 patas y comenzó a follarme así, mientras agarraba mis tetas por detrás. Me corrí mientras me taladraba y comenzó a destrozarme el coño, haciéndome llegar de nuevo.
Cabalgue sobre él, sintiendo ese pollón hasta el fondo, hizo que volviera a correrme, en cada postura diferente que me follaba, me masturbaba el clítoris, me hacía correrme continuamente y ya exhausta de sus pollazos y de tanta orgasmo, noté como en una de las embestidas se corría en mi interior jadeando con fuerza. Quedamos desnudos sobre la cama, relajados, abrazos, ambos nos quedamos dormidos, yo sobre aquel pecho musculoso, enorme y con su rabo aun palpitante entre mis muslos.