Tiempo de cambios

Una mera introducción. Presentación de los personajes y la causa que hizo dar un giro radical a la vida de Jenny.

- Hola, Carlos ¿sabes algo de Diego?

Jenny... ¡qué agradable sorpresa! ¿qué hacía aquí? ¿porqué me preguntaba por su marido?

  • Buenos días, Jenny. No, no se nada de Diego... pero pasa a mi despacho y hablamos ¿tengo alguna cita pendiente esta mañana,, Laura?

  • A las 12, el Señor Alvarez.... Y a la una y media...

  • Vale, ya me dirás, tenemos tiempo, pasa Jenny

  • ..Y ha llegado la declaración de los Señores Gámez...

  • Bueno, bueno, luego lo vemos, Laura...

Cerré tras de mí la puerta del despacho. Jenny permanecía de pie en el centro de la sala, su porte elegante siempre me ha fascinado... pero su cara hoy era todo un poema. Nunca recuerdo haberla visto tan apesadumbrada.

La hice sentarse el sofá, no quería que fuese una consulta formal, se trata de la esposa de un amigo de muchos años... y, por otra parte, me intrigaba sobremanera su preguntá

  • ¿Qué pasa con Diego? ¿Dónde está?

  • No se dónde para. No contesta al móvil, no se dónde buscarlo.

  • Joder! ¿Qué le puede haber pasado? - Jenny logró transmitirme su inquietud. Sabía que su matrimonio no era perfecto, pero... - ¿Cuando lo viste por última vez?

  • Hace cosa de un mes y medio.

Eso me descuadró... Ya no entendía nada.

  • Pero... ¿qué ha pasado? ¿qué te dijo? ¿cómo se fue? Yo  no hace tanto que lo ví y no me dijo que os hubieseis separado

  • Llegué la semana pasada de la República Dominicana y no estaba en casa.

  • ¿Falta algo? ¿Has avisado a la Policía?

  • Solo parte de su ropa, su computadora y alguna cosa... creo que me ha abandonado

Cualquiera pensaría que esta frase es el preludio del llanto... pero no  sería  propio de Jenny. Ella permanecía altiva, incluso quizás con un rictus de odio. La compasión que sentía hasta ese momento por ella fue desvaneciéndose.

  • Bueno, explicate mejor. Algo debe haber pasado entre vosotros...

  • Me fui irritada a mi pais, siempre me está reprochando. Tenía que venir conmigo, hasta había sacado billete para él... y me quedé esperándole con los dos tickets en el Terminal.

  • ¿Y que le había pasado?

  • No lo sé

  • ¿Ni siquiera le llemaste a ver si había tenido algún problema?

  • No, cuando llegó  la hora embarqué.

  • ...Pero hablasteis cuando llegaste a la República Dominicana...

  • No le llamé... él tampoco lo hizo, así que...

Orgullosa, altiva...  Jenny en toda su salsa. Comenzaba a entender la desaparición de Diego.

  • A ver, ¿me estás diciendo que desde que te fuiste no has intentado ponerte en contacto con él?

  • SI. Le llamé cuando volví, pero no me responde. Le he dejado mil mensajes y tampoco

Su expresión se iba transformando en enfado.

  • Se que me va a sorprender pero... ¿cuándo volviste?

  • Hace ya dos semanas

  • ¿Y en dos semanas ahora te pones a buscarlo? Insisto ¿porqué no has llamado a la Policía?

  • ¿Para qué? Si se ha ido, adiós... ya volverá. Ha dejado el trabajo, ha vendido sus acciones y, además el muy cerdo se ha llevado todo el dinero que había en la cuenta...

  • ¡Acabáramos! Ya empiezo a entender porqué has venido a verme.

  • Si. Tú eres nuestro abogado, supongo que podrás hacer algo.

  • A ver, Jenny, conozco a Diego desde hace mucho. En estos momentos me preocupa más como amigo que como cliente.

  • Tengo que pagar la hipoteca, las letras del coche... ¡el cabrón me ha dejado las cuentas vacías!

  • Y, según tú ¿yo que puedo hacer?

  • Poner una denuncia, reclamarle que me devuelva el dinero.

  • Cálmate, Jenny, yo no voy a poner ninguna denuncia antes de hablar con él.

  • ¡Pero si no está! ¡Y ya debemos dos meses!

  • Como mucho habrá que denunciar su desaparición, pero...

  • Se ha ido. ¡Pues que le den!... Yo lo que quiero es que me devuelva el dinero que había en la cuenta.

  • Te vas a enfadar pero... el dinero era de su trabajp

  • Pero ¡yo soy su mujer! He sacado su casa adelante mientras él se la pasaba siempre fuero

  • A ver, que teníais sirvienta...

  • ¡¡Qué he tenido que despedir porque no puedo pagarle!! di ¿¿No te digo que me ha dejado en la ruina?? ¿¿Tú de parte de quién estás??

  • Baja la voz. No la pagues conmigo. Pero te advierto que no pienso hacer nada hasta hablar con él.

  • ¡Pero yo no puedo esperar! Ya me han llamado del banco... ¡puedo perder mi casa!

  • ¿Tú casa? Es de los dos... me extraña que...

  • ¡Es mía! ¡El contrato está a mi nombre! así que si no aparece, mejor... ¡pero que me la pague!

  • ¿Alguna vez te escuchas, Jenny? ¿Sabes que estás diciendo?

  • La cuenta era de los dos. El dinero era de los dos... no tenía porqué llevarselo. Ahí es donde llegaban los recibos... ¡ya no puedo ni pagar la luz, ni el móvil! ¡Me lo han cortado hoy! Ya ni siquiera puedo llamar.

  • Pues tienes un serio problema... ¿no tienes de dónde sacar dinero?

  • Podías prestarme algo para salir del apuro hasta que vuelva Diego... o contratarme de secretaria

  • Chiquilla, no te equivoques... yo no soy una ONG y ya tengo una secretaria muy eficaz, no necesito más gastos.

  • Prestame algo, ya te lo devolverá Diego

  • No

  • Entonces, según tú ¿que hago? ¿me meto a puta?

  • Es una idea, pero

  • ¡¡¡Carlos!!!

  • No grites, haz el favor... ¿qué estudios tienes, qué sabes hacer?

  • Tengo mecanografía y podría hacer de asesora o decoradora

  • Jeje... vale...

  • ¿Te estás burlando...?

  • No, perdona... es que de administrativos están llenas las colas de paro. ¿No tenías amigas influyentes?

  • Ni siquiera puedo ir a hablar con ellas, me han quitado el pase del Club de Campo hasta que cubra las cuotas pendientes... ¡qué vergüenza! el sábado no me dejaron entrar! ¡Ni siquiera la estúpida de Isabel Reneses que iba conmigo hizo nada por defenderme!

  • Ya... la solidaridad de la jet-set. No comprendo como siendo tan estúpida no te echó una mano

  • ¡¡¡Carlos!!!

  • Basta ya, me aburres. Miraré de localizar a Diego y ya te digo algo

  • ¡¡Y mientras qué!! ¡¡que me muera de hambre!! ¡¡No tengo ni un euro!! ¡¡Vaya un amigo!!

  • Deja de gritar, déjate ya de broncas y enterate: MI AMIGO es Diego, tú no. Si te echo una mano es por respeto a él... pero si te ha enviado a la porra tampoco me motiva demasiado hacerlo.

Cambio de estrategia... Su rostro dió un giro y el enfado se transformó en un lastimero semblante

  • No puedes dejarme tirada, ¡con lo que yo te aprecio! Sabes que siempre he sido atenta contigo.

  • Si has sido una calientapollas, conmigo y con todos los que se te ponían a tiro

  • ¡¡Carlos, que soy la mujer de tu amigo!!

  • Calla ya, me tienes hasta las pelotas. ¿Ahora eres la fiel esposa?

  • ¿Tú también quieres que me quede sin nada que llevarme a la boca?

  • Si que se me ocurre que podías llevarte a la boca para callarte...

  • ¡¡¡Carlos!!!

  • ¡¡Qué no grites más o te echo a patadas!! ¿Quieres dinero? ¡Metete a puta!, con ese cuerpo no te faltarán clientes

  • ¿Quién te crees que soy? Soy una mujer decente.

  • Los cojones... mira, estoy harto y tengo que seguir trabajando... ¿quieres que te contrate? Vale, te contrato como puta... No serás la más cara que he pagado.

  • ¿No estarás hablando en serio?

  • Y tanto. Si aceptas, ponte en bolas y empieza a comerme la polla... y mientras te iré extendiendo un cheque

  • ¿¿Pero por quien me tomas??

  • Por una calientapollas que me está sacando de quicio. No me extraña que Diego se largara. Si te interesa el curro desnúdate y si no ya te puedes ir a tomar por culo.

  • ¡¡¡Eres un cabrón!!!

  • Y tu una histérica... haz el favor de largarte o te echo a patadas.

Cuando cerró con un portazo tras de sí me quedé sorprendido... ¿cómo había logrado sacarme de quicio la tía esta? ¿Cómo había soltado esa barbaridad?... la entrada de Laura me espabiló

  • ¿Pasa algo, Señor Alvarez? Oía gritos

  • No, Laura, gracias.. problemas... Vamos a ver eso que estaba pendiente. Y buscame el expediente de D. Diego Sarasate que le eche un vistazo.



  • Señor Alvarez, tiene una llamada de la señora Fernández

  • ¿Fernández? ¿Qué Fernández?

  • La señora Jennifer Fernández

Oh, dios! la histérica esa otra vez... joder, ya me había olvidado de ella... tampoco he podido localizar a Diego aún. En fín.

  • Vale, Laura, pásamela... Hola Jenny, ¡cuánto tiempo! Se me pasó llamarte. ¿Has podido solucionar algo?

  • Te llamo para decirte que estoy de acuerdo

  • ¿Perdón? ¿que estás de acuerdo en qué?

  • En lo que me dijiste. Seré tu puta.