Tía Sara

Un joven pasa una temporada en casa de sus tíos. Una temporada que jamás olvidara por varios motivos, y todo ello gracias a su querida y amada tía Sara.

Tía Sara

Era mi séptimo día en casa de mis tíos, y el cuarto que mi tío había vuelto de viaje de negocios. Las primeras noches habían transcurrido en la más absoluta de las calmas, pero desde la llegada de mi tío alrededor de la media noche comenzaba a escuchar una especie de maullidos, hasta que a la tercera noche comprendí que en lugar de maullidos aquello debían de ser gemidos, y no podían ser de otra que de mía tía Sara. A la cuarta noche mi curiosidad pudo más que mi discreción, y en silencio camuflado bajo la oscuridad de la noche salí de mi cuarto con la intención de corroborar mis sospechas. Al principio solo tenía intención de acercarme a su cuarto, pegar la oreja a la puerta y escuchar, suficiente para saber si mi tío estaba zumbándose a mi tía, algo dentro de toda la lógica. Pero cuando gire en el pasillo y una luz me deslumbro mis pies se paralizaron por un momento hasta que asimile que la puerta del cuarto de mis tíos estaba abierta, y la luz que veía procedía de su interior. Podría haberme dado la vuelta y abortar la misión, el ruido era totalmente audible e inconfundible, sin embargo mis pies reanudaron su camino hasta colocarme al lado del marco de la puerta. Allí manteniendo la respiración me agache para echar un ojo intentando satisfacer mi curiosidad, y allí asomando media cara contemple como mi tía totalmente desnuda cabalgaba como una potra desbocada sobre mi tío que la tenía bien sujeta por las  caderas tumbado sobre la cama. Mi sofoco y excitación fue tal que allí mismo me saque mi miembro totalmente erecto y comencé a hacerme una paja sin perder detalle de lo que acontecía en el dormitorio de mis tíos, y al mismo tiempo con mucho cuidado de no ser descubierto. Las orbitas de mi ojos comenzaban a salirse de su sitio al ver como mi tía subía y bajaba con una total destreza sobre el duro mango de mi tío, que quedaba totalmente visible al estar su coñito en la parte mas alta de este, para hacerlo desaparecer de inmediato al bajar sobre el y engullirlo por completo. Mi mano subía y bajaba al ritmo de las caderas de mi tía que estaba llegando al momento cúspide al igual que yo. Tal era mi desenfreno y excitación que no me di cuenta de ocultarme cuando mi tío la bajo de su miembro para ponerla a un lado de la cama mirando como vulgarmente se dice, mirando para Cuenca, y empotrarla desde atrás. Cuando me quise dar cuenta estaba contemplando a mi tía de frente, con los ojos cerrados y la boca abierta, emitiendo gemidos de placer, y contemplando  un vaivén demoledor de sus pechos, los cuales bailaban al son de las acometidas de mi tío. Aquella imagen se quedaría grabada en mis retinas por el tiempo de los tiempos, estaba seguro de ello. Mi tía gemía, mi tío la decía algo así como “disfruta perra, que hasta dentro de cinco días no la vas a volver a probar. Vamos zorrita, mueve ese culo para mi”. Y mi tía Sara movía el culo, al tiempo que su cuerpo de balanceaba de adelante a atrás. Sin darme cuenta me corrí y emití un sonido audible que me saco de mi letargo para retroceder el camino andado y ocultarme bajo las sabanas de mi cama. Unos minutos más tarde ya cuando mi corazón se relajaba y dejaba de palpitar el silencio volvió a predominar en el ambiente de la noche, y al igual que todos  el sueño nos venció hasta el amanecer.

A la mañana siguiente tras despertarme baje a la cocina en busca de mi desayuno. Mi tía de espaldas a mi fregaba los cacharros de la cena embutida en una bata azul de seda. Mis ojos se clavaron en aquel culo que se meneaba de nuevo, esta vez al compas de sus brazos al fregar platos, vasos, cucharas y tenedores. Me prepare  el desayuno mientras mi tía me miraba sonriente para darme los buenos días.

-Buenos días Jaime. Hoy has dormido un poco más que estos días anteriores.

-Buenos días tía. Si, se me han pegado un poco las sabanas. – conteste sonriendo y sin dejar de contemplarla de reojo.

-¿Has pasado buena noche, cariño?. Te veo un poco ojeroso.   - me pregunto ella  sin dejar de fregar con las manos bajo el agua del grifo.

-Me desperté un par de veces, eso es todo.

-A media noche. – me dijo sin mirarme atenta a sus quehaceres.

-¿Cómo lo sabes? – pregunte mientras daba vueltas a mi vaso de Cola Cao, nervioso y alterado por la certeza de mi tía en sus palabras.

-Y te dormiste una media hora después sino me equivoco. – me dijo girando su rostro y sonriéndome de cara. ¿Acaso sabía algo?

-¿Eres una pitonisa tía, o algo así? – conteste nuevamente intentando restar importancia al asunto.

-A las doce te despertamos, te levantaste, fuiste hasta nuestro cuarto, te asomaste sigilosamente, y te quedaste embobado viendo lo que tu tío y yo estábamos haciendo. ¿Me equivoco?

Yo trague saliva y sorbí un sorbo de mi desayuno sin atreverme siquiera a mirarla a la cara. Ella prosiguió.

-Si te preguntas porque lo sé es muy sencillo. Primero porque te vi, de frente, cuando tu tío me la estaba clavando por detrás. No todo el tiempo tuve los ojos cerrados, la verdad es que solo duele un poco al principio cuando te la ensartan por el culo, luego es disfrutar, y de vez en cuando abres los ojos. Y allí te vi, en el ángulo inferior izquierdo de la puerta mirando primero, y meneándotela después.  – yo trague saliva porque en ningún momento imagine que mi tío la estaba dando por el culo, y mucho menos aun que mi tía me estaba observando mientras se la estaban ensartando por detrás. – Y segundo porque cuando terminamos me dirigí al baño con la excusa de limpiarme un poco, ya sabía lo que había pasado, y luego salí de la habitación para prepararme un café y así limpiar con papel  higiénico la pedazo de corrida que dejaste en el umbral de nuestro cuarto. Si te llega a ver tu tío  te mata a palos, sinvergüenza. ¿Ahora dime, que opinión debo de tener de ti sobrino?

-Lo siento, ¿yo? – fue lo único que pude decir.

-Las hormonas, dejémoslo ahí, aunque tu comportamiento es el de un autentico sinvergüenza. Dime, ¿que se supone que debo yo hacer ahora contigo? – me dijo contemplando mi rostro desencajado tras ser descubierto.

-No se tía, yo…..

-Veras, te lo voy a contar muy resumidamente, y no admito replicas, quejas, ni siquiera una excusa, o comentario. En primer lugar te voy a castigar por tu comportamiento, o lo que es lo mismo, me voy a quitar una de mis zapatillas y te lo voy a estampar un montón de veces en tu lindo culito.

Mis ojos bajaron por su cuerpo recorriéndolo milimétricamente poco a poco hasta clavarse en sus pies, y allí estaban esas zapatillas de las que me hablaba. Eran azules, cerradas, con un borde de terciopelo en la parte superior un poco más oscuro. La verdad es que enseguida supe que iban a picar de lo lindo

-Y luego en segundo lugar porque reconozco que soy una zorra cachonda, que está  muy buena, a la que siempre le apetece, que arde en deseos y que desde ayer no puede dejar de pensar en ti , y en esa polla que calzas, quizás me lo monté contigo y lo que viste anoche, lo vivas hoy en primera persona.  Si, cariño, ¡Soy una puta zorra que va follarte como nunca lo han hecho! Ahora vete a tu cuarto, te cambias de ropa y vuelves aquí abajo que la zapatilla te está esperando. Y recuerda, ni una sola palabra, o se lo digo a tu tío, o lo que es peor, me busco a otro para….

Basto una sola indicación de su cabeza para que girara sobre mis tobillos y me apresurara hasta llegar a mi cuarto dirigiéndome directo hasta el cuarto de baño para mirarme en el espejo y preguntarme, ¿Qué estaba pasando? Ante mi reflejo comencé a imaginarme a mi tía, una mujer que rondaba los cuarenta y seis años, de mediana estatura, morena con pechos sugerentes, caderas anchas y un trasero provocativo y redondo, que pedía a gritos ser follada. ¿Cómo nunca antes pude no haberme fijado en semejante hembra?.  Cerré los ojos y volví a verla en mis pensamientos totalmente desnuda, primero su culo subiendo y bajando mientras engullía la polla de mi tío, luego apoyada sobre la cama mientras recibía la suyo por detrás, el vaivén de aquellas dos pedazos de tetas, grandes, manejables, y seguro que apetitosas, ¿Cuántas ganas tenía de comérmelas?. Pero para ello tenía que acceder primero a recibir mi castigo, sabía que me lo merecía, pues no estaba bien lo que había hecho, pero también sabía que me iba a doler, y mucho. ¿Merecía la pena pasar por ese trance para luego cepillármela?

No tarde mucho en tomar la decisión, y cambiándome de ropa como si tuviera prisa y fuera a salir a alguna parte, me dispuse a bajar a la planta baja, pues mis tíos vivían en un chalet, para presentarme ante mi tía y recibir de primera mano mi castigo. Vestido con una camiseta, unos pantalones cortos y mis deportivas me presente ante mi tía que estaba barriendo el salón.

-Ya estoy aquí tía, tú dirás. – la avise de mi llegada pues estaba de espaldas a mí.

Mi tía se giro y con una sonrisa medio irónica se acerco a mí para recibirme con una sonora bofetada que me dejo el carrillo bien caliente y dolorido al tiempo que me decía.

-Pero que sinvergüenza estas hecho que quieres recibir una buena tunda para poder luego pasarme por la piedra. Ahora sí que te voy a enseñar yo respeto hacia las mujeres.

Aquella frase me dejo desconcertado, ¿después de la zurra no iba a haber ñaca-ñaca?.

¿Iba a poner mi culo a su disposición para nada?. Tirándome de una oreja me llevo hasta un rincón para dejarme allí mirando a la pared, con las manos sobre la cabeza, y los pantalones cortos por los tobillos, quedando mi culo totalmente a la vista. Ya sabía que la zurra iba a ser como diría mi madre a culo descubierto.

-Quédate aquí quieto mientras termino, no quiero ni oírte respirar, de lo contrario te juro que esta noche no duermes mirando el techo.

Permanecí un buen rato en aquella posición escuchando el trastear de mi tía a mi espalda. Barriendo, pasando el plumero, de vez en cuando a través de un espejo la veía con mucho cuidado de no ser descubierto, y mi mente volaba hasta el momento de poseerla por completo. ¿Podría al final del día follarmela? Después de pasado un tiempo considerable, al menos para mi, sentí como nuevamente tiraban de mi oreja izquierda para llevarme hasta el centro del salón, donde mi tía había dispuesto una silla para sentarse. Lo hizo y se abrió la bata lo suficiente como para excitarme con tan solo verla sus muslos. Me agarro del brazo izquierdo y tirando con fuerza de mi me hizo caer sobre su regazo acoplándome a su gusto para comenzar el castigo. Así tumbado sobre ella me agarre a una pata de la silla con la mano izquierda y mientras que la derecha la apoyaba en el suelo cerca de sus piernas, hasta el punto de rozar una de sus zapatillas, lo que me hizo pensar en ellas, pues llegado ese momento sabia que las iba a probar y presentía que de lo lindo.

No hubo prolegómenos entre el momento en caí sobre su regazo y el primer azote con su mano derecha. Fue fuerte, conciso y directo. Sonó como la bofetada anteriormente recibida, y me pico de lo lindo, por lo que al quinto azote el culo ya comenzaba a escocerme de lo lindo, y sabía que aquello no iba a ser una experiencia agradable. Y asi fueron cayendo alternativamente los no menos de treinta azotes que daban comienzo a mi castigo. Cuando su mano ceso para acariciarme el trasero como si me lo estuviera consolando, no pude mas que resoplar y dejarme de morderme el labio, algo que hacia para contener los quejidos por el dolor recibido.

-Veras como la próxima vez te lo piensas antes de espiarme a mi, o a cualquier otra mujer cariño. Esto no acaba nada mas que de comenzar.

Su voz sonó dulce al mismo tiempo autoritaria, y así dío comienzo a una segunda sesión de azotes con la mano que me dejaron el culo tiritando. Si tras ellos ya tenía el culo ardiendo, no quería ni pensar en cuando recibiera las caricias de una de sus zapatillas, las cuales las tenía delante de mi como diciéndome, ahora, ahora me vas a probar chaval. Recibí otros treinta azotes y terminada la tanda me dejo que me levantara y me sobara un rato el trasero para consolarme la quemazón y el picor que sentía en mis posaderas. Mientras daba saltitos y apretaba los dientes, pude contemplar como levantaba su pierna derecha para apoyándosela sobre la izquierda, quitarse la zapatilla asiéndola con fuerza con la mano derecha para mostrándomela ante los ojos decirme.

-Regresa a mis piernas mozalbete, que esta si que te va a saber a gloria bendita. Veras como tu trasero escupe fuego cuando termine contigo.

Y así sin que nadie me obligara, me tumbe sobre su regazo apoyándome primero sobre sus piernas, para luego agarrarme nuevamente a la pata de la silla con una mano y con la otra sobre el suelo rozando la pareja de la zapatilla que iba a probar. A su lado quedaba el pie descalzo de mi tía, que a esas alturas ya me excitaba igualmente. El primer zapatillazo llego como un trueno en mitad de la tormenta, avisándome que aquello si que me iba a doler, y así lo atestiguo mi tía al sacarme el primer grito de mi garganta. Al cuarto zapatillazo mi culo era una hoguera encendida.

-Si te gusta corazón, si sé que al final esto os gusta. Te voy a dejar el culo bien, bien colorado.

Yo resoplaba, me quejaba, cambiaba el culo de posición, pero mi tía me tenía bien sujeto con su mano izquierda, dejando que la derecha subiera, bajara e impactara sobre mi desprotegido culo. Estaba dándome una muy buena azotaina, y lo peor de todo es que sabía que me la merecía, tuviera o no tuviera premio al final.

-¿Vas a volver a espiarme para verme desnuda?, ¿o para verme follar con tu tío?.

Yo respondí que no, una, dos, tres veces, la pedí perdón. Rondaba ya por la veintena de zapatillazos y aquello no parecía tener fin.

-Más te vale que así lo hagas, o vuelves a probar está de nuevo. Si estas cachondo te haces una paja sin mancharme las sabanas, porque como las manches esto es lo que te espera. Y si en ese momento no estoy ocupada vienes y me lo dices, veras como te bajo yo la inflación en un suspiro corazón.

La zapatilla iba haciendo su cometido, mi trasero ardía mas y mas cuando después de cuarenta zapatillazos este pensara que no iba a soportar mas, sin embargo me perdí en mis pensamientos intentando adivinar que habría querido decir con aquella ultima frase. ¿Cómo pensaba quitarme la inflamación?, a base de zapatilla o con una buena mamada. Y así con lagrimas en los ojos terminaron mis cincuenta zapatillazos que me dejaron el culo pelado como a los monos. Mi tía me mando levantar, frotándome el culo con unas ganas incontenibles, vi como tiraba la zapatilla al suelo para calzársela, se levanto, me volteo, me sobo el culo con delicadeza, se arreglo la bata y con voz dulce me dijo.

-Anda a tu cuarto, túmbate sobre la cama boca abajo y ahora te doy una cremita en ese culito tan respingón que tienes. Espero que esta noche te portes, y te recomiendo que te hagas una pajilla después de la cena, pero sin manchar nada, o….. Me di media vuelta y directo a mi cuarto. Quince minutos después mi tía Sara estaba junto a mi dándome una crema en el trasero que al tiempo que me aliviaba, me  pues no dejaba de ser mi tía, y esa noche iba a trajinármela.

El día se me hizo interminable, programas en la televisión, videos de you-tube, música, nada hacía que las horas no se me hicieran interminables. Veía a mi tía, haciendo cosas, viendo la tele junto a mí, vestida con ropa más sexy de lo normal, ¿o acaso era mi pensamiento sucio y lascivo el que así lo interpretaba? Cenamos más pronto de lo normal, juntos en la cocina, como cuando mi tío estaba de viaje de negocios. Una cena rápida pero al mismo tiempo reconstituyente, y sin casi terminar el postre, mi tía me dijo.

-Voy a darme una ducha fría, tengo calores internos, si quieres ven a verme en una hora mas o menos. Me voy a poner algo solo para ti que te va a poner a cien. Espero que no te corras nada mas verme.

Mi tía salió de la cocina moviendo su trasero, mirándome de reojo, guiñándome un ojo, y levantándose la bata lo justo para dejarme con la boca abierta porque despareció justo cuando su tremendo culo iba a quedar al descubierto. Tarde menos de cinco minutos en llegar a mi cuarto y metido a cal y canto en el baño hacerme una paja sin casi necesidad de pensar en otra cosa, que en la imagen de mi tía con la bata subida casi hasta el culo mostrándome sus piernas. Me duche, me acicale, y me vestí con unos jeans ajustados y una camiseta limpia tan rápido que aun tuve que esperar media hora para presentarme ante mi cita.

Con un comportamiento totalmente diferente al de la noche anterior, llame a la puerta antes de entrar, aunque esta estaba abierta y con la luz encendida. Mi tía me invito a entrar y así es como comencé a babear con la boca abierta al ver a mi tía vestida con una bata negra de seda totalmente transparente que dejaba ver su cuerpo oculto bajo un diminuto camisón de encaje del mismo color. Ella sonrío y con su dedo índice me indico que me acercara a ella. Estaba sentada en la cama con las piernas entreabiertas, dejando ver algo que yo aun no conseguía ver, y que no era otra cosa que su dulce higo.

-¡Ven aquí mocetón!. ¿A ver que escondes ahí?, porque por el tamaño de tu corrida del otro día debe de ser digna de admiración, ¿no?. – me dijo mi tía al tiempo que me desabrochaba los pantalones y liberara mi enorme polla que ya estaba con el mástil levantado.

-Uhhhh, pero que cosa mas rica guardas entre las piernas sobrino. – continuó diciéndome para acto seguido engullirla entera con su boca como si mi pene fuera diminuto y pequeño, pues note sus labio rozándome los huevos.

Mis ojos se abrieron de par en par. Mi tía saboreaba mi miembro al mismo tiempo que lo masajeaba. Había ladeado la cabeza hacia un lado dejándome ver como lo hacia, y de vez en cuando alzaba la mirada para que nuestros ojos se cruzasen. Su mirada me decía que estaba cachonda, caliente, ardía por dentro. Yo por el contrario lo único que anhelaba era clavarla mi miembro hasta lo mas profundo de su ser.

Después de habérmela chupado durante un buen rato. Después de habérmela lamido con su húmeda lengua desde el glande hasta los huevos, mi tía Sara se dejo caer sobre la cama apoyando sus pies sobre el colchón y abriéndose de piernas se levanto el camisón lo suficiente para que entendiese que era mi turno. Me puse de rodillas frente a ella e introduje mi cabeza por dentro de su camisón en busca de la fruta prohibida. Con mis manos acaricie sus muslos, subiendo por ellos en busca de sus bragas, con la intención clara de bajárselas, de quitárselas.

-No las busques sobrino, casi nunca las llevo puestas en casa.

Me pare durante unos segundos analizando aquella frase, luego simplemente saque la lengua, incline mi cuerpo hacia delante, y comencé a comerla el coño que estaba tan mojado como un grifo chorreando agua constantemente. Al momento llegaron a mis oídos los primeros gemidos de placer, y frases entrecortadas por el placer.

-¡Mueve la lengua sobrino!. ¡Mas rápido!. ¡Con suavidad!. ¡Comételo entero mi vida, que ahora te va a follar tu tía como nunca nadie lo haya hecho!.

Note la presión de sus muslos en mi cabeza, era la señal de que el orgasmo llegaba a sus sexo. Tras la presión llego la liberación de mi cabeza entre sus piernas, y al momento vi como se levantaba para tierando de mi camiseta, girarme y lanzarme sobre la cama. Mi tía Sara se quito la bata, se subío el camisón por encima de la cintura, y pudiendo contemplar sus chocho totalmente depilado vi como se ponía a horcajadas sobre mi, introduciéndose mi polla en su profunda cueva, pues entro por completo a la primera. Comenzó así a cabalgar sobre mi con su mano derecha puesto sobre mi pecho, y la cabeza echada hacia atrás. Su melena larga caía sobre su espalda, y yo moría de éxtasis al ver como mi tía disfrutaba follandome salvajemente. Al cabo de un rato nuestras miradas nuevamente se cruzaron y pude ver como sus ojos me devoraban por dentro. Se bajo el tirante derecho de su camisón y libero uno de sus pechos. Era mucho mas grande de lo que  me imaginaba, con sus aureolas sonrosadas clamando por ser devoradas. Comenzó a sobárselo al tiempo que se ponía en cuclillas sobre mi para poder facilitar así el movimiento de subida y bajada sobre mi miembro. El tirante de su pecho izquierdo cayo por inercia, debido al vaivén de sus movimientos, liberándose solo y dejándome a la vista aquellas dos maravillas. Me atreví a acariciar uno, y viendo que mi tía no me decía, ni me impedía nada, lo sobe con mi manos, ambos, a la vez. Me incline hacia arriba, ella se inclino hacia mi, dejándome que se los chupara, los lamiera, los saboreara. Mi tía llegaba al orgasmo de nuevo, lo intuía por el volumen de sus gemidos. Cayo de rodillas ante mi, apretando sus rodilla, extirandose hacia atrás, retorciéndose de placer.

Parecía que habíamos terminado, llevábamos treinta minutos exactos follando, pero yo aun no me había corrido. No la deje respirar, tome las riendas de la situación y levantándome de un salto la agarre de un brazo para llevarla justo hasta la ventana. La obligue a poner una mano sobre la pared, la levante una pierna para que su pie descansara sobre una silla, y ella simplemente acoplo su cuerpo sacando el culo hacia fuera para que me la follase a mi antojo.

-Aun no me he corrido tía, y hasta que no te comas mi leche no voy a parar. – la dije.

-¡Vamos, clávamela por el culo si es lo que quieres angelito!. ¿O debería decir demonio, porque te estas follando a tu tía sinvergüenza?. – me dijo con una medio sonrisa en sus labios

Cogí mi polla y se la introduje en el coño para follarmela a discreción. Mi pene entraba y salía a toda velocidad de su concha. Sus pechos bailaban con cada acometida, me atrevi incluso a darla dos buenos azotes que le dejaron marcados los dedos de mis manos en ambos cachetes. Ella gemía y resoplaba, jadeaba, me alentaba a que no parase, a que la diera mas fuerte. Me retaba.

-¿Eso es todo lo que tienes para tu tía, sobrino?. – me dijo

Sin pensármelo la metí el dedo índice de mi mano derecha por el culo al mismo tiempo que me la cepillaba. Ella lo movió, al sentir como mi dedo la abría por dentro. Continúe durante un buen rato follandomela tanto con mi pene, como con mi dedo. Su mirada estaba clavada en la calle, sin importarla que alguien pudiera verla. No había nadie en el jardín, pero de haberlo habido, esa persona hubiera podido ver sus tetas bailando en todas direcciones, hubiera podido ver su cara en éxtasis, una puta guarra disfrutando como una diosa del amor. El agujero de su culo se dilataba por momentos y envalentonado extraje de su coño mi pene, para clavárselo sin contemplación en su culo, un culo inmenso, un culo precioso. La cogí por las caderas con todas mis fuerzas y la hice gemir tan alto que hasta yo mismo me asuste. Ahora si que iba a saber lo que es una buena polla dentro de un culo.

-Te voy a petar el culo tía, te lo voy a dejar tan abierto que no vas a poder sentarte durante un par de días.

Mi tía giro su cabeza hacia mí, y sonriéndome al tiempo que gemía me dijo.

-Follate mi culo y córrete dentro de  el, o el que no vas a sentarte en un par de días vas a ser tu jovencito, porque te voy a pelar el culo a zapatillazos cabron.

Mi sangre hirvió, mis embestidas aumentaron, mi pene se hizo aun más grande. Mi tía dejo de gemir para comenzar a chillar. Se sujeto a la silla con su mano derecha, apoyo con mucha más fuerza la izquierda sobre la pared. Bajo la cabeza, yo la agarre uno de sus pechos con mi mano derecha para estrujárselo, la otra bien sujeta por las caderas, y así es como mi polla tras diez minutos de puro éxtasis exploto dentro de su culo.

Cuando me corrí extraje mi miembro de su sexo y retrocedí unos cuantos pasos. Mi tía se irguió bajándose el camisón y recoló sus senos dentro el subiéndose los tirantes. Se acerco a mí y me beso con pasión, su lengua jugaba con la mía. Mis manos se fueron a su culo e introduciéndose por debajo del camisón se hicieron dueñas de su tremendo pandero. Solo fueron unos minutos pero fueron los suficientes para que comprendiéramos que aquello iba a volver a pasar de nuevo y no tardando mucho.

-Puedes tocarme el culo siempre que quieras, y siempre y cuando tu tío no esté delante claro está. Ah, y que no se te olvide que soy tu tía, y si la cagas en algún momentos me volveré a quitar la zapatilla y te dejare el culo como un tomate maduro. No te equivoques sobrino.

Mi tía se giro en dirección al cuarto de baño, se desnudo por completo antes de entrar en el, y así con ese cuerpo desnudo me despidió el primer día que me cepille a mi tía. No sé porque pero mi miembro aun quería mas.