Tía Laura 2, Un deseo cumplido

Laura accede a satifacerme.

Laura, mi tía, me enseñó muchas cosas y juntos aprendimos muchas más.

Leíamos relatos de dominación y sado, veíamos videos y absorbíamos toda la información que encontrábamos del tema.

Me gustaba probarlo todo, experimentar, y ambos disfrutábamos con ello.

Cuando llegaba a su casa me gustaba encontrarla tan solo vestida con una de mis camisas cerrada con solo tres botones, los de abajo, y unas braguitas.

De esta manera se veía preciosa, me permitía apreciar sus pechos ceñidos y muy a la vista, sus piernas casi enteras y sus nalgas a poco que se moviera.

¡Buah.! En segundos me ponía como un burro.

Aprendí a usar la fusta, el látigo no me gustó, bueno la verdad hacer daño no me entusiasmaba entonces ni lo hace ahora, pero ella parecía necesitarlo. Me gustaba dominarla ser Su Señor, tenerla a mi servicio cuando y para lo que quisiera, eso si me hacía sentir un triunfador.

Me gustaba más hacerla sufrir que pegarle. Pero luego me sentía mucho mejor consolándola.

Es difícil explicar como me sentía entonces, ha pasado tanto tiempo…

Pero bueno supongo que esperareis que os cuente algo con más sustancia…

Un día ya con unos meses de experiencia le pregunté si conocía a alguna otra mujer con sus mismos gustos.

La idea en un principio la puso furiosa, pero tras someterla a una sesión de las que le gustaban y explicarle que era mi deseo aceptó a complacerme, aunque no muy convencida,  buscaría a alguna que estuviera sin amo.

Aquel día la premie a base de bien, la complací y la cuide mime al terminar.

Semanas después, un martes, llegué a su casa y tras recibirme y ponerme el cubata, mientras me quitaba la camisa, el pantalón no podía hacerlo hasta que se lo mandara expresamente, me dijo que tenía una sorpresa mi.

La miré complaciente e interrogante.

-¿Y bien.? Pregunté ante su mutismo.

-¡Si permite Xavier.!

-¡Si si claro, adelante.! Le indiqué la habitación que ella miraba.

Su trasero se movía al ritmo de sus pasos y eso continuaba exacerbándome. Entró en la estancia y salió de ella con una correa larga en su mano de la que yo no veía el final.

Se acercó a mi y me entregó la empuñadura, tumbándose junto a mis pies en la alfombra.

Estiré poco a poco de la cinta y argollada a ella apareció una mujer con la cabeza cubierta por una máscara negra de piel y con mordaza de bola puesta.

Era más gruesa que Laura y rebosaba de carnes, fui recogiendo correa hasta tenerla junto a mi.

No era lo que yo hubiera elegido pero sabía que pronto encontraría algo de ella que me apasionara. Siempre lo consigo con todo, siempre hay algo en todas las mujeres, las cosas o sucesos que merece la pena el precio.

Sus carnes abundantes y celulíticas daban la sensación de grasientas. Estaban en constante movimiento sacudidas por temblores, seguro pendiente de lo que podía suceder. Hasta yo que me consideraba un novato podía oler miedo en ella.

-¡Xavier…?   Llamó mi atención Laura.

-Si.

-Prefiere que no sepas su identidad hasta que no te conozca.

-Bien.

-Solo ha tenido un amo y ya lleva unos años sin nadie que la oriente y la proteja. Le he hablado de ti y está dispuesta a probar.

-Bien. Mi excitación empezaba a pasarme factura y el hecho de pensar que por primera vez en mi vida iba a estar con dos mujeres a la vez me extasiaba más de lo que me hubiera gustado.

-Le gusta sobre todo ser insultada y vejada. No le importa recibir algún azote si merece castigo pero sobre todo sin sangre.

-¿Le has explicado nuestras señales de protección.?

-Si.

-¿Por qué la mordaza.?

-Ha sido idea mía. Pensé…

-¡Quitasela.!  Hablé unos minutos con ella y cuando me quedó todo claro pedí a Laura que la desnudara.

Se la veía incomoda y pensé que sería por encontrarse casi desnuda ante un desconocido.

Acaricie sus carnes y sus pechos que parecían pequeños entre tanta grasa aunque eran de tamaño mediano y un poco caídos, creí por la dejadez que sufría todo su cuerpo, pasé mis manos también suavemente por su culo y por la máscara que cubría su rostro.

Le levanté la cabeza por la barbilla y la miré a los ojos por primera vez. Madre mía eran preciosos, oscuros, muy oscuros y grandes, con una mirada entre de sumisión y expectantes, pero sobre todo aterrados.

Tras unos segundos así, se relajó y pude atisbar una sonrisa  en ellos y lascivia mucha lascivia.

Bajé mi mano a su sexo y me posesioné de él. Lo acaricié por encima del bello y le dije bajito. Si quieres volver Laura te indicará como me gusta que lo llevéis. ¡Esto parece una selva sin amo.!

Flexioné el índice y lo puse entre sus labios mayores, estaban húmedos así que continué con mis caricias. Pronto empecé a notar como se estremecía.

-No se te ocurra llegar sin que te de permiso.

Me extrañó que no supiera controlar mejor sus espasmos. Acaricié uno de sus pechos y me entretuve con el pezón, sus jadeos empezaron a ser patentes.

Tuve una sensación y la expuse de inmediato.

-Laura esta mujer no ha tenido amo. Aunque si está muy necesitada de mi contacto.

Mi tía callaba y se apartó de mis pies, lo que me confirmo mi sospecha.

-¡Laura.!

-¡Es verdad Xavier.!   Expresó con voz temblorosa temiendo mi enfado. No hay nada que odie más que las mentiras. –¡No encontré a nadie más y ella está dispuesta a probarlo.! Ahora ya gimoteaba.

La invitada empezó a temblar al ver el estado de Laura, seguro que pensaba que habría para las dos.

-Así que quieres probar.  Mi cerebro iba a cien. Estaría muy bien tener alguien a quien a enseñar, si es que aceptaba, sería seguro diferente en gustos a mi tía y que demonios tendría a dos mujeres dedicadas a mi persona. Así que decidí satisfacerla a fondo y no castigarla mucho.

Si estaba allí era por estar necesitada de placer y eso se lo podía dar con facilidad, lo otro tendría que ganármelo, pero si conseguía desfondarla pensé que haría lo que yo quisiera por tener más, a su edad y rondaría ya los cincuenta pasados no tendría muchas oportunidades. ¡Que equivocado estaba entonces, una mujer si quiere lo obtiene siempre, no quizás con quién le gustaría pero siempre.

Metí dos de mis dedos en su interior y empecé a moverlos,  a entrar y salir con ellos a la vez. Con la izquierda empecé a triturar su pezón, sin pasarme pero exprimiéndolo poco a poco con más dureza.

Enseguida se hizo evidente que no aguantaría mucho más.

-¡No se te ocurra culminar.!

Seguí trabajándola hasta que me pareció que era inminente.

Saqué los dedos.

-¡Laura traeme la fusta de paletín.!

Cuando la tuve en mis manos.

-Túmbate Laura y tú ponle tu sexo en la boca para que te lama hasta que no puedas más.

Mi tía se quejó. -¡Xavier.!  El primer golpe dio en su muslo.

-Nunca lo he hecho con una mujer.

Le di otro y uno más, subiendo en intensidad. Entonces empezó a ponerse en posición. Nuestra invitada no se atrevía a decir nada.

Cuando Laura estuvo colocada la nueva dudaba así que la animé con su primer golpe no muy duro. Enseguida se puso sobre mi tía y dejo su sexo al alcance de sus labios. Mi tía uso sus dedos para apartar el tupido bello que lo ocultaba y empezó a lamerlo, noté como se convulsionaba, seguro que de arcadas por lo que estaba haciendo. Me hizo recordar la primera vez que me enfrenté al reto, hacía un año más o menos, allá por los dieciocho y con la primera novieta seria que tuve, para mi también resultó primero sucio, después confuso y hoy en día uno de mis vicios favoritos.

Me agaché junto a ella y acaricié su pelo. –¡Laura.! Le dije con cariño. A mi me encanta el sabor. Y tu bien conoces el tuyo. Me hace muy feliz verte así y me excita como no te puedes imaginar. Tu serás la que reciba el primer fruto e esta experiencia.

Acaricié su rostro metiendo la mano entre él y la pierna de la mujer.

Ésta enseguida volvió a ponerse a tono y volvieron los espasmos a adueñarse de nuestra invitada.

-¡No se te ocurra llegar.! Y le di con la mano un palmetazo en el fofo trasero.

Y otro y otro. -¡Ni se te ocurra.!  le repetí amenazante, a la vez que continuaba con el castigo. La mujer hacía gestos con su cuerpo seguro que intentando parar el orgasmo, hasta que levantó el culazo apartando su sexo de las caricias de Laura como para impedir el colapso.

Esta vez le di la palmada con ganas.

-Está bien descansa. Tumbate junto a Laura.

Me levanté para dirigirme a la habitación de mi tía.

-No mejor. Ahora serás tu la que le lama a ella. Si piensas en el placer que ella te ha producido a ti no te será nada difícil.

Nuestra invitada parecía dudar y a la primera caricia de la fusta se puso inmediatamente en posición y dispuesta a la faena.

¡Joder su culo era enorme,! pero sin forma, caía por todos los lados, lleno de hoyitos de la celulitis que encima lo hacían más doloroso a la vista. Pensé en sus ojos y me sentí menos incomodo.

Si te quedas conmigo, vas ha hacer gimnasia por un tuvo, pensé.

Cuando volví con el maletín de consoladores, mi tía estaba gimiendo y la otra a la vez que besaba el sexo acariciaba sus tetas con ambas manos.

Entonces pensé que esa mujer ya había tenido contactos sáficos en más ocasiones.

Me quedé observándolas desde la entrada al salón y joder la escena aunque un poco obesa me resultó muy excitante. Dos mujeres, las dos mías y jugando gracias mis exigencias. Lástima que le hubiera dicho a Laura que le regalaría mi primera eyaculación. Sino ahora mismo perfora el trasero de la nueva hasta vaciarme y a su edad hasta a lo mejor era virgen todavía.

Me acerqué y las acaricié a las dos un poco. Después empecé palmada fuerte y acaricié  el lugar del golpe para calmar el escozor, así de una a otra y palmada tras palmada.

Saqué dos consoladores decentes, los puse en marcha.

-Tomad esto y ponéoslos.

Ambas se miraron extrañadas pero no hicieron comentario alguno.

-Bien, así. ¡Sin orgasmear hasta que os lo diga.!  Ahora poneros en posición y lameros una a la otra.

-No. Tu debajo esta vez. Laura encima.

Los jadeos empezaron de inmediato y yo de verlas estaba otra vez a reventar, mi papel me hacía contenerme, pero ahora entendía a mi padre cuando me contaba lo difícil y peligroso que es el oficio de mamporrero cuando te toca tratar con burros. Laura ya sabía que en esas ocasiones me era imposible aguantarme, cuando estaba a tope con algo nuevo, no podía. También ella sabía que a mi edad seguramente ni se me bajaría la erección y podría disfrutarme en pocos minutos otra vez.

Las dos estaban como yo, el juego no iba a durar mucho más  así que me puse con rapidez a actuar, retiré el consolador de mi tía, metí mis dedos en su florecilla los humedecí bien y con ellos humedecí su oscuro trasero, volví a poner el consolador en su sitio tras molestar otra vez a la invitada, me mojé el pene con saliva y lo hundí en mi tía.

La nueva ya estaba dando culadas y suplicando a Laura que no se detuviera.

-¡Ni se te ocurra sin mi permiso.!

-¡No puedo más.! Castigame, pero no puedo más.

-¡Ni…  Ya no pude terminar la frase.

-¡Así así, me corro.! Ohhh me corro. Siii siii. Uhaaaa.

Laura con mis envestidas y los gemidos de su compañera empezó a llegar también con pocos segundos de diferencia y sentí como cogía la cabeza de la otra y la apretaba contra su sexo para que volviera a lamer de nuevo. No se lo hizo pedir dos veces y esta vez escuchaba el sonido que sus labios hacían al recoger y besar los verticales de mi tía. Yo terminaba entonces de vaciarme tras un orgasmo que me dejaría indefenso, bestial, increíble, otra lo vez lo había conseguido, un orgasmo de los de palito, otro que recordar.

Ya caído sobre la espalda de Laura y aplastándolas a las dos sentí como llegaba la hermana de mama y esta vez exteriorizándolo con gemidos y súplicas como la otra, exigiendo que no se detuviera y elevando su voz a la vez que se acercaba el final.

La primera vez que la sentía explayarse tanto al gozar, quizás animada por la amiga, quizás por un orgasmo nuevo y hermoso sintiéndose besada por los labios de otra mujer.

Me dejé caer a un lado y empecé a reír. Extendí mis brazos y abrí mis piernas.

Laura zarandeó a la otra y por señas le fue indicando lo que esperaba de ellas.

Ambas empezaron a acariciarme con las uñas.

-No por ahí no te acerques, ahora tiene muchas cosquillas y se le hacen molestas. Le indicó mi tía a su amiga.

¡Joder.! Me sentía un dios, ahora tras una eyaculación de las que merecen la pena, dos mujeres besaban y acariciaban mi cuerpo.

Laura se levantó y regresó con un cigarrillo encendido que puso en mis labios. Yo no me molestaba ni en abrir los ojos, eso era el paraíso.

Nuestra invitada salió aquella tarde de casa de mi tía con tres orgasmos y el trasero bien caliente, habiéndome entregado la virginidad de su pandero entre dolorosos quejidos, mientras mi tía la sujetaba disfrutando de la escena.

Pero se comprometió  a obedecerme en todo e intentar ser una buena sumisa si la dejaba volver.

Ana se llamaba la mujer que acabaría convirtiendose en mi primera clienta.