Tia Bety

Una tía enseña a su sobrino lecciones sobre sexo. Pegging, CFNM y Femdom

William fue a pasar lo que restaba del verano con su tía Bety. Ella era una mujer muy hermosa, cabello largo y castaño, cuerpo de infarto para su edad, unas grandes tetas bien prietas y unas caderas que volvían locos a los hombres.

Además de eso, era muy guapa de cara, sumado al verla en bikini, era algo que el pobre William con 18 años recién cumplidos no podía evitar tener una dura y firme erección.

Era tal su belleza, que cuando se iba a comprar, no podía evitar ir a su cuarto, quedarse en pelotas de cintura para abajo, tumbarse y hacerse una buena paja pensando en aquellas grandes tetas. Una y otra vez agarraba firmemente su pene, pensando en meterla en sus pechos mientras ve sus labios y correrse a gusto en aquella carita.

-Ohhhhh-su pene empezó a expulsar intensos chorros de semen que cayeron sobre su pecho mientras sacaba la lengua por el placer producido.

Un par de días más fueron la gloria. Por la mañana veía a su tía meterse en la piscina con aquel bikini tan pequeño que dejaba poco a la imaginación. Al estar apartado el chalet, no había nadie y aquello era perfecto para su privacidad. Ver como el agua recorría su cuerpo, cayendo sobre sus nalgas y tetas...aquello provocaba que el corazón del joven se acelerase tanto que sentía como si se le fuera a salir. Al igual que su pene que asomaba por encima de su bañador.

Sin embargo, había algo que él desconocía, que ella se había críado con tres chicos por lo que las manchas de las sábanas delataban su crimen. Ella fingió marcharse aquella tarde, y él aprovecho como era costumbre para hacerse una buena paja. Enseguida cerró los ojos para dar rienda suelta a su imaginación.

-Oh tía...ojalá correrme en tus tetas...joder...si...te follaría como nunca te ha follado un hombre-dijo con orgullo de su masculinidad.

Entonces, una mano que no era la suya agarró su polla. Abrió los ojos mientras el corazón le dio un vuelco. Era ella, estaba allí, sujetando su pene con una sonrisa. Él quiso excusarse.

-Tía...esto, esto no es lo que parece...de verdad no...ohhhh.

-Esto dice lo contrario-sacudiendo con maestría su pene y dejando sus pechos al aire con la otra mano.

Su respiración era agitada, aquella suave mano tenía su pene entre sus dedos y sus ojos se posaban sobre esos pechos. Eran enormes desde su posición. Entonces para su sorpresa, ella quiso que se corriese.

-Venga...suelta toda tu leche-ordenó. El joven no pudo resistir ya que ella dominaba muy bien su técnica de hacer pajas. Y finalmente, explotó de placer mientras soltaba el mayor gemido de su vida hasta ese momento al correrse.

Ambos quedaron cubierto por una gran capa de semen, a su edad y con los huevos tan cargados ese día, dejó salir todo lo que pudo hasta que sus pelotas quedaron tan secas como el desierto.

Aquellos días fueron mucho mejor, él incluso se bañaba desnudo en la piscina mientras que su tía, a pesar de haber mostrado sus pechos, lo hacia con bikini. William movía su pene en círculos, mostrando su vigor y dureza. Ni siquiera el agua fría lograba encoger su pene, y Bety acercaba las nalgas de vez en cuando haciendo como que era sin querer o no lo había visto. Ella siempre salía meneando sus caderas con glamour ante la mirada de su sobrino quien sin vergüenza alguna, se la cascaba hasta acabar cubriendo el agua de la piscina.

Un buen día, Bety llamó a su sobrino a la habitación. Tenía una sorpresa reservada, iba enfundada en cuero rojo que daba una imagen de mujer sexy y poderosa. Enseguida se quitó la ropa y con su verga bien dura, se acercó hasta ella. La mujer le puso unas esposas, y luego, le hizo sentarse en el suelo antes de poner su pie en sus huevos. Pisando suavemente, pero de manera firme.

-¿Qué significa esto tía?-preguntó asustado pero más duro que nunca.

-Cambio de roles-dijo ella sonriente-hora del castigo.

-Yo...yo no quiero ser castigado-dijo sonrojado.

-Oh...si que lo deseas...o por lo menos...eso dice tu cuerpo-ambos miraron el pene, parecía a punto de reventar. La glande estaba morada.

Lo levantó y se puso detrás suya. Estaba emocionada. Él respiraba agitado, su corazón iba como loco y no comprendía el porque, pero aquello le excitaba mucho. Entonces sintió algo en su culo, algo le rozaba. Al girarse, vio a su tía Bety con un strap-on bien grande y gordo.

-Mira esta polla-la acarició mientras con la otra mano ponía vaselina-va a gustarte y mucho.

-No...por favor...eso no entrará...es demasiado grande-dijo dejando escapar una voz de niño asustado.

-Si entrará-la acercó hasta su orificio y poco a poco fue introduciéndola.

Su culo, en lugar de comprimirse para evitarlo, se abrió e incluso se relajó. Ella notando eso, le metió un par de dedos. Para su sorpresa, estaba más que lubricado y listo para recibir su pene de plástico, mucho mejor que aquel trozo de carne que colgaba de la entrepierna de su sobrino.

-Espera...espera...espe...ohhhhhhhhhhhh-gritó de placer el joven mientras entraba toda aquella polla en su ano.

Bety se divertía viendo como su polla se movía hacia arriba y hacia abajo como un muelle al igual que sus pelotas que se balanceaban de manera graciosa. William dejaba escapar gemidos, no entendía como le gustaba aquello. Siempre había sido el macho, pero ahora estaba siendo dominado.

-¿Y esto?-preguntó con un dedo en su glande que goteaba.

Él, se giró avergonzado.

-Mucha polla pero lo que realmente lo que quieres es ser empotrado-dijo aumentando el ritmo.

-¡No, eso no es verdad!-replicó molesto.

-¿Ah, no?-le agarró las pelotas y apretó provocando un grito por parte de este-si lo niegas te colgaré de aquí para golpearlas con un bate. Como si fuera una piñata.

-¡Me gusta, me gusta ser empotrado!-dijo llorando.

-Eso eso...buen chico-le agarró del pelo y lo jaló hacía atrás.

Bety se bajó el cierre de la cremallera para dejar sus duros pezones al aire y ponerlos en la espalda del chico.

-¿Notas eso?-él asintió-¿te gustaría meterla aquí?.

-Si...lo deseo-dijo jadeando y sacando su lengua.

-Quizás si te portas bien te deje-su coño empapado, mojaba su tela rojiza.

-Me voy a correr-ella esbozó una sonrisa.

-¡Hazlo!-lo levantó de las piernas y metió hasta el fondo, con dureza. Unos cuatro chorros salieron despedidos contra la pared mientras él gritaba como nunca.

El chico acabó de rodillas mientras aún salía leche de su pene. Sin duda, el mayor orgasmo de su vida fue aquel.

Aquella misma noche tras cenar, después de haberse pegado una buena ducha, la mujer salió desnuda del cuarto de baño. Le gustaba dormir así por el calor, aunque se ponía el ventilador para sentir la brisa en su vagina. Pero tuvo una sorpresa, su sobrino estaba en la cama, desnudo, a cuatro patas mientras se metía un dildo en su culo.

-Tía...necesito de nuevo ser enculado-dijo rojo, con la lengua fuera, y la baba cayendo de su boca y su polla mojaba las sábanas.

Ella esbozó una sonrisa.

-Claro, para eso estoy sobrino-dijo andando como una modelo y aumentando las ganas de ser empotrado del chico.

Fue una noche de increíble placer.

A la mañana siguiente, el joven salió desnudo a la piscina. Recordaba lo sucedido en la noche y de nuevo obtuvo una erección. Bety salió dando un bostezo y desnuda. William, al ver su vagina se corrió enseguida ya que nunca la había podido ver de esa manera.

-¿Ya?, joder...que pervertido-dijo acercándose al ver el espectáculo.

-Lo siento tía-se disculpó, aún con su picha goteando.

Ella se quedó pensativa. Luego, alargó la mano y sacudió las pocas gotas que quedaban en sus huevos.

-Ven aquí-se fue hasta la tumbona y se acomodó en ella. Se abrió de piernas y le ordenó comerle el coño.

Enseguida se puso de rodillas, lamiendo con energías. Ella gozaba mucho, era increíble que meneara así su lengua, parecía incluso un experto. Y lo hizo hasta que llegó al orgasmo.

-Como...has sido buen chico...te daré tu premio-dijo aún recuperándose.

Se puso un dildo atado a la cintura, pero sin levantarse. William se pusó encima y comenzó a cabalgar mientras su polla poco a poco se ponía erecta. Ella miraba el teléfono, mirando vídeos e ignorando a su sobrino.

-Tía...voy a correrme-advirtió.

-Ni se te ocurra o te los corto.

Él, trataba de resistir ante aquella amenaza así que bajó el ritmo pero ese placer era demasiado.

-Por favor...-rogó.

-Esta bien, adelante-contestó suspirando y algo molesta.

Dio un último empujón y su polla expulsó toda. Pero apenas cayeron unas pocas gotas por la corrida anterior. Estuvo con el dildo metido unos momentos antes de poder tener fuerzas para moverse.

-Voy al baño-dijo él, levantándose y yendo.

-Sobrino

-¿Si?.

¡PAM!, una fuerte patada en los huevos le hizo caer redondo y llorando.

-¿Por qué?-dijo entre lágrimas.

-Por eyacular tan poco.

Se fue adentro de la casa a darse una ducha mientras dejaba a su sobrino tirado en el suelo.

Esta historia tiene imágenes hentai que he modificado, si las quieres, escribe a mi correo para enviarte esta historia con un número  donde iban y pasaré dichas fotos con su orden.

UN SALUDO ;)