Tia Betty
Experiencia sexual de un adolescente, con la hermana de su mama.
TIA BETTY.
De zamorano.
No podía haber sido mejor, la ventana casi tapada por completo por un armario, tenía el espacio justo para que el cuerpo delgado de un adolescente de 14 años, pudiera esconderse y pegado al vidrio mirar hacia abajo, en dirección a la ventana del baño que la tía (hermana de su madre), usaba diariamente para el aseo personal.
Fue por accidente un día en la noche, de visita en la casa de los abuelos maternos, cuando al buscar un poncho, descubrió el escondrijo, la luz que emanaba desde el piso, lo obligo a mirar y, la figura delgada de la tía Betty desnuda de la cintura hacia arriba, se revelo ante sus ojos, el primer desnudo en vivo que experimentaba; los latidos del corazón se aceleraron, conforme fue avanzando el show, ella se recogió el pelo con una pinza y, levantando los brazos sobre la cabeza, mostró unos pequeños senos, de negros pezones, y cintura estrecha, aunque tenía ya treinta y algo de años, para el joven era la mejor modelo nudista de su vida, dio la espalda y con rapidez soltó su falda, las pantaletas no eran anda del otro mundo, tapaban casi todo, pero no tardaron en ser retiradas, con agilidad y gracia.
Se quito la pinza del pelo y dejo que le cubriera la cara y hombros, otro poco y los senos también serían ocultados de la vista morbosa del espía juvenil, el agua cubrió su cuerpo y se dio un baño que le dejo un aire radiante y fresco.
Durante meses ocupo su puesto de vigía y conoció en detalle ese cuerpo menudo de 1.50 de estatura y medidas mas bien pequeñas, pero suficientes para ser la inspiración de innumerables pajas placenteras y todas dedicadas a su sexualidad.
Un día, la encontró cubierta con una bata delgada y corta, la miro de lejos, ella sentada en un sillón, miraba el televisor, sin percatarse de la presencia del espía, el se acerco lentamente y se puso a sus espaldas, para mirarle desde arriba el escote, los pequeños pechos no prometían mucho así que desistió, camino a la cocina y ella sintió su presencia, lo invitó a sentarse junto a ella, casi no platicaban, se veían poco y el se cohibía con su presencia, después de todo era una mujer que le doblaba la edad y que era la fuente de sus eróticas fantasías.
Con recato se sentó en otro sillón, pero Betty le pidió que se sentara junto a ella, obedeció y la platica giro en torno a los programas del televisor y los partidos de fut-bol dominical, tema que el dominaba; poco a poco la charla giro a los temas del sexo en jóvenes y adultos; ¿ya besaste a tu primer chica?, se sonrojo y, no paso por alto; -no- fue su respuesta casi en susurro, mas platica de temas escolares y anécdotas de profesores conocidos.
Fue tan rápido que no tuvo tiempo de hace otra cosa, Betty se reclino en el y siguió hablando como si nada, la pinga reacciono como debe ser, se endureció y amenazó con salirse de la pijama, todo paso como en un solo movimiento, Betty movió su cabeza hacia arriba y lo atrapo en sus labios.
La sensación de tibieza, humedad y suavidad, lo arrobo, perdió el sentido del tiempo, si fue unos segundos o unos minutos, no lo sabría nunca, solo respondió metiendo su lengua en esa boca maestra.
Su mano se dirigió al seno mas cercano, casi lo cubría por completo como si fuera una copa de los brassieres que ella usa y que el tantas veces miro despojarse en el baño, acaricio el pezón que parecía un garbanzo y ella dejo caer la bata, abajo solamente estaban las bragas y un cuerpo ansioso.
La dirección e iniciativa fue de ella, se levanto mostrando en pleno su desnudes; recogió la bata se calzo las sandalias y tomándolo de la mano, lo llevo hasta la recamara, el olor a perfume de mujer lo excitó mas ya sabría lo que iba a pasar y no tenía miedo, solamente pregunto: ¿y si alguien nos ve?. Nadie se dará cuenta, no vez que tu abuelo salió y regresa hasta el sábado, la sirvienta ya no regresa hasta mañana como a las ocho.
Le saco la camisa de la pijama y le beso, el cuello, hombros, pecho y abdomen, al llegar cerca de su bajo vientre, sintió que la polución era inevitable, pero no sucedió, le desabotonó el pantalón y le bajo los calzones, todo con la misma que agilidad que usaba ella para desnudarse.
Se quito las bragas, las que se quedaron el suelo como desmadejadas y abandonadas, se costo y lo invito que se pusiera sobre ella, el conocía lo que había visto en películas y se esmero en hacerlo correctamente, le tomo el pené con una mano, comentando, "que grande es", lo puso en el lugar adecuado y aprisionándolo de las caderas, lo jalo levemente, para que entrara, el empujo levemente para no perder cada momento de sensaciones nuevas en su cuerpo, siguiendo la tibieza del sexo de su tía y mirando fijamente la reacción de ella, que con la cara enrojecida y rictus de placer, recibía dentro de sí el miembro viril del hijo de su hermana, dejando salir, desde el fondo de su vientre, un fuerte quejido de gozo cuando le entro toda la masculinidad del sobrino, estimulándole la parte mas recóndita de sus entrañas.
Llego hasta el tope y con un par de movimientos de cadera de ella, la inundación de semen, no se hizo esperar, las contracciones le avisaron que ya llegaría, y solamente lo apretó fuertemente con piernas y brazos para que no se le saliera el miembro de su vagina, con tal fuerza que el pensó que no podrían salir los espermas y se le regresarían a los tanates.
Lo empujo a un lado y él desfallecido no sabía que decir, nuevamente la iniciativa de la tía lo llevo adelante: "relájate y descansa, por que apenas es el inicio". "No (dijo el) todo inició cuando descubrí la ventana por donde te miraba bañarte".
Sonrieron, se besaron y acariciaron por un tiempo más, y se durmieron abrazados, para despertar minutos después y entregarse a una noche de pleno erotismo; que se prolongo por varios años.