Therese y Lucette IV Parte final
Jaques termina la lectura en donde Lucette narra como fué emputecida por el abuelo llegando a los actos mas degenerados y bizarros, zoofilia y humillación
Therese y Lucette
IV Parte Lucette
Jaques no pudo dormir esa noche, todo le daba vueltas, todos sus valores, aspiraciones y sueños se habían derrumbado de repente, ahora no solamente deseaba que regresara Therese, sino que ansiaba conocer a Lucette y poseerla.
Se levantó y tomó la carpeta de Lucette nuevamente y continuó leyendo.
“ A la siguiente semana, mi abuelo me dijo que ya tenía preparado todo para mi desfloración, yo me sentí feliz y nerviosa, por fin había llegado el día, preparamos el mismo cuento con mi madre y salimos el abuelo y yo hacia el almacén, al llegar me puso nuevamente el collar y me ordenó que quedara en pelotas, era verano, así que el calor en el sótano era insoportable, no esperamos mucho cuando se oyeron los pasos y el tocar en la puerta, Entró un individuo que parecía un fontanero u obrero, grande y rudo, con una gran barba negra y mirada viciosa, traía amarrado de una correa un perro negro y grande, me dio temor al verle.
--“ Así que esta es la putilla que le va a servir de perra a Satán, no me la imaginaba tan tierna, y tan bella, parece una niña, espero que mi perro no la destroce”—dijo al entrar, cosa que aumentó mis temores, pero mi abuelo me calmó, diciendo que no tuviera miedo, que él estaría pendiente de que no me pasara nada, el tipo amarró al perro y se empezó a desnudar, tenía un cuerpo impresionante y peludo, su verga también era de tamaño considerable, y acercándose, me dijo que me acostara , yo le obedecí no sin antes ver al abuelo para su aprobación. El tipo agarró un tarro que traía y al abrirlo salió un tufo raro, me dijo que eran secreciones de una perra en celo, que serviría para que su perro se pusiera en forma. Me untó el líquido gelatinoso en mi coño y luego me untó un poco en los labios, me dijo que al perro le excitaban las mamadas, entonces, agarró al perro y puso su hocico cerca de mi coño para que lo oliera, enseguida el can se puso nervioso y empezó a querer montarme, pero el tipo lo contuvo y me ordenó que me pusiera en cuatro patas, como perra, yo lo obedecí, ya para entonces estaba mojada de la excitación, el hombre le agarró la verga al perro que ya estaba en erección y la paso por entre sus patas sacándola abajo del culo y me dijo que me acercara, yo me imaginé lo que debía de hacer, así que, inmediatamente acerqué mi cara a la verga del animal que ya empezaba a lanzar unos chorritos de líquido como si estuviera orinando, el tipo y el abuelo estaban sudando viendo el espectáculo cuando acerque mi boca, y sacando la lengua empecé a lamer la verga del animal, al principio me supo raro, pero luego me gustó y empecé a tragar los chorros que me lanzaba a la garganta, el hombre le dijo al abuelo que ya estaba listo el perro para el apareamiento, pero que faltaba algo para que fuera más efectivo, entonces le subió la cola al animal dejando al descubierto el ojete y me ordenó que lo lamiera, así lo hice y hasta le metí la lengua todo lo que pude en el culo sucio del perro, esto excitó mucho al abuelo que se estaba masturbando frenéticamente mientras me veía, entonces me dijo el tipo, que el perro estaba listo, y lo montó en mi espalda, ya previamente le habían colocado unos calcetines en las patas para que no me lastimara, así, me tomó como una perra, el hombre guio el miembro canino hasta mi vulva, inmediatamente aquella enorme verga me penetró haciéndome mucho daño, pero me aguanté estoicamente, hasta que la introdujo por completo, al final, sentí como me entraba una bola que me dolió aún más, el hombre le dijo al abuelo que ya había metido la bola, no sabía en ese momento lo que quería decir, el perro siguió con sus movimientos de apareamiento y me empezó a gustar, es más, empecé a gozar intensamente y a tener orgasmo tras orgasmo, el perro no terminaba nunca de correrse, y en un momento pasó una pata sobre mí y quedamos culo con culo, traté de zafarme pero no podía, su verga estaba atorada y si trataba de sacarla sentía que me despedazaba, el hombre se reía y decía que iba a estar así hasta que se deshinchara su verga, estuvimos un buen rato, todo estaba en silencio y únicamente escuchaba los jadeos del perro y podía ver las gotas de sudor que resbalaban por los rostros de aquellos depravados, me sentía como una perra unida a su macho, y cuando llegó el momento, el perro se desenganchó y me salió un chorro de esperma de perro mezclada con sangre, quedé materialmente deshecha, física y moralmente, tirada en el piso, el dueño del perro se paró encima de mi rostro y empezó a mear, sentí el chorro caer en mi cara y yo instintivamente abrí la boca para captar algo del líquido dorado, entonces llamó al perro y le llevó a olfatear mi cara llena de orina, y por instinto, el perro alzó la pata y empezó a mearme la cara, yo estaba en el delirio de la lujuria y acerqué mi boca para captar todo lo que podía, me metí su verga en mi boca que seguía meando, mientras tanto, aquel hombre y mi abuelo reían y me gritaban que me tragara todo como buena perra. Al final, el hombre ató al perro y se despidió del abuelo mientras decían cosas que no escuché, pero se rieron, y al despedirse le dijo que en quince días iba a llegar con dos perros y el fotógrafo. El abuelo me cubrió cariñosamente y me preguntó si estaba lastimada, le dije que no, que me había gustado perder mi virginidad por un perro, y le pregunté si volverían, me dijo que en dos semanas cuando estuviera repuesta, iba a volver con dos perros y me sacarían fotografías que las iba a vender y sacar algo de dinero, yo estaba contenta con eso de las fotos, me daba morbo que me estuvieran fotografiando mientras me follaban los perros.
Tardé casi cuatro días en que se me quitaran las molestias del encuentro canino, y esperaba con ansia la siguiente reunión, cuando llegó el esperado día, yo estaba muy emocionada, cada vez me excitaba más la idea de ser follada por dos perros y además ser fotografiada, eso me daba mucho morbo, cuando llegamos a la bodega me desnudé como la vez anterior y me entretuve mamando la verga del abuelo mientras llegaban sus amigos, cuando entraron ya estaba esperando ansiosamente, era el hombre de la vez anterior y venía acompañado del fotógrafo, este era un hombre joven, le calculé como treinta años, era flaco con lentes y tenía una barba larga que le daban un aspecto como de intelectual, venia el perro negro y traían a otro igual de grande, era color marrón y se veía todo excitado pues ya estaba empitonado, el fotógrafo, que se llamaba Paul se quedó boquiabierto cuando me vio, me dijo que era la joven más bella que había conocido y que podría hacer mucho dinero como modelo profesional, me agradó mucho cuando se acercó a mí y me tocó el cabello para peinarlo y sacarme unas fotos, estuvo un rato tomando fotos hasta que mi abuelo dijo que era suficiente y que ya los perros estaban impacientándose, la verdad que el que estaba impacientándose era él. Paul tomó fotos cuando Jean ( El dueño de los perros) me empezó a untar con el líquido de la brama de las hembras, y me sacó varias cuando sacaba la lengua y lamia sensualmente el líquido de los labios, las primeras escenas consistieron en mamadas de mi parte a los canes, mi abuelo y Jean agarraron un perro cada uno y les sacaron la verga por detrás, y yo, hincada, pasaba mi lengua de una verga a otra o de un culo al otro, después me pusieron en cuatro patas mientras ayudaban a un perro a montarme, esta vez ya no tuve ningún dolor, ya todo fue placer, cuando me estaba apareando uno de los perros, mi abuelo llevó al otro enfrente de mí y sacando su verga por entre sus patas me hizo mamársela, esto fue muy excitante, sentirme penetrada por un perro mientras mamaba la verga del otro, Paul no dejaba de sacar fotos de todos los ángulos, esa noche me hicieron hacer de todo, no sé cuántos rollos de fotografía me sacó Paul, pero días después, me regaló unas fotos que todavía conservo y me masturbo viéndolas. Después de haber sido follada por los dos perros, tanto Jean como Paul se mearon encima de mí, para que los perros hicieran lo mismo, tragué orines de los cuatro.
A la semana siguiente, Jean convenció al abuelo de filmar una película que le dejaría mucho dinero, había conseguido que le alquilaran una finca por un fin de semana, allí habría asnos y perros, además, había conseguido dos mulatos que también intervendrían, yo me ilusioné muchísimo, seria artista de una película, le rogué al abuelo que accediera, y después de mucho rogar accedió, con la condición de que le dijeran de antemano todo lo que iban a filmar y el daría su anuencia si consideraba que no era peligroso, así, a las dos semanas partimos el abuelo y yo en un auto que había conseguido Paul, también nos acompañó Jean. Paul había conseguido una cámara enorme de cine, me dijo que se la había prestado un director de películas amigo suyo con la condición de que le diera una copia.
La finca quedaba en las afueras de Marsella, estuvimos viajando cerca de una hora por un camino de terracería hasta llegar, estaba muy emocionada, cuando llegamos nos recibieron dos mulatos muy altos, Paul nos dijo que iban a ser los mamporreros y que tendría que ser cariñosa con ellos, yo entendí a qué cosa, se refería. Ese día me lo pasé follando de principio a fin, empezando por los mulatos que me dieron los dos al mismo tiempo, uno por el culo mientras cabalgaba encima del otro, eso me causó mucho morbo, pues nunca me habían follado por mis dos agujeros al unísono, todo esto para beneplácito de Paul que tomó varias tomas. Después amarraron al burro, y yo hincada, trataba de meterme lo más que podía en mi boquita, el enorme miembro del animal, alcancé a meterme su glande completo mientras los mulatos lo sostenían para que no empujara de más, estuve mamando un rato y bebiendo los chorritos que me echaba en la boca hasta que el asno aceleró sus movimientos, y entonces recibí la mayor cantidad de esperma que jamás había experimentado, era tanta que no pude tragarme toda, pero si alcancé a tragar una buena cantidad, era mucho más densa que el esperma humano o canino, me encantó el sabor fuerte que tenía, estaba tan excitada que les grité que quería tener ese miembro en mi coño, pero mi abuelo se negó rotundamente diciendo que me podría lastimar, Paul estaba fascinado por lo que había filmado, incluso me dijo que quería una toma lamiendo el esperma que había caído en el piso del establo, y yo lo hice, me puse en cuatro y lamí los restos de la leche de burro en aquel piso lleno de meados de animal, nunca me había sentido tan sucia y gozaba con ello, terminó la filmación con un apareamiento perruno y mamando las pollas de los tres perros.
Después le dijeron a mi abuelo que podría montar un espectáculo clandestino en su bar, que ganaría mucho dinero, pues había muchos hombres que gustaban ver a jovencitas guapas haciendo guarradas, yo le dije a mi abuelo que era muy buena idea, que me entusiasmaba la idea de ser artista, incluso, que después de cada función podría subastarme, y ganaríamos mucho dinero. Esto despertó la codicia de mi abuelo, y de Jean, que le dijo que él podría alquilarle los perros.
Así fue como empezó mi etapa de artista porno y puta, mi madre no se enteró hasta después de varias semanas de mi nueva actividad, cuando sucedió que el mamporrero, que era un negro senegalés, que contrató mi abuelo al principio de mis actos clandestinos, enfermó y tuvo que encontrar quien lo sustituyera, y se le ocurrió que fuera mi madre, en realidad yo no sabía de esto hasta que salí a escena y vi a mi madre acercarse, yo tenía un antifaz puesto que previamente me había dicho el abuelo que me lo colocara para esa función, pero se cayó durante el acto descubriendo mi rostro y la pobre quedó estupefacta al ver a su hijita convertida en artista porno que gustaba follar con perros. Esa noche, al llegar a casa, estaba esperándome y me dijo que nos iríamos de la casa de mi abuelo, que era un degenerado, pero yo me negué diciéndole que lo hacía por gusto, y si quería irse que lo hiciera sola, así fue como, a partir de entonces trabajamos juntas, a mí me gustó mucho, e incluso la convencí una vez que invirtiéramos los papeles y que ella seria follada por el perro y yo la mamporrera, pero no le gustó, especialmente le daba asco mamar la verga del perro, así que ya no repetimos el intento, lo que sí, después de esto, el abuelo no solamente me subastaba a mi sola , sino que subastaba a las dos para que ambas satisficiéramos al que ganaba la subasta, siempre subíamos las dos al cuarto, aunque si era un tipo que gustaba de hacer guarradas, yo las hacía, pues mi madre no era especialmente adicta a ese tipo de perversiones, también algunos nos pedían hacer actos lésbicos que me gustaban mucho, una vez un hombre que se veía bastante vicioso, viejo y gordo, ganó la subasta y quiso que se incluyera al perro, claro, eso le costó varios francos más, pero lo hicimos, yo creía que quería que hiciera el acto del perro para él solo, pero lo que tenía en mente era otra cosa, se desnudó y se puso en cuatro patas como lo hacía yo, y le dijo a mi madre que fuera la mamporrera para él, que quería que el perro lo enculara mientras él me lamia la vagina que todavía estaba repleta de esperma canino, después me hizo lamerle el ojete que rebozaba de leche del perro e hizo que le detuvieran a este, para que él lo enculara, mi madre lo detuvo, y mientras, yo ayudé levantándole la cola al animal para que el viejo le metiera la verga más fácilmente, el espectáculo me puso muy excitada, viendo como el viejo degenerado enculaba al animal, pero eso no terminó allí, el viejo sacaba la verga del culo del perro y me hacía lamérsela hasta dejarla limpia, mi madre casi vomita al verme hacer eso, pero yo cada vez estaba más excitada, me sentía la más puta de las putas y repetí esto, hasta que el gordo eyaculó dentro del culo del animal y sacó su verga con mezcla de semen y excremento de perro que lamí hasta dejarla limpia, esa vez nos dejó una buena propina, y volvió a ganar la subasta varias veces, siempre le gustaba hacer lo mismo.
Las ganancias del abuelo aumentaron cuantiosamente, a mí me gustaba mucho lo que hacía y además me permitía darme los gustos que me apetecían, salía con el abuelo y me compraba la ropa de moda que me gustaba, en la escuela era la envidia de mis compañeras, claro que nunca les dije de donde salía el dinero para comprar esos lujos, desgraciadamente, también despertó la envidia de sus dos empleados, Leonor y Marcel, quienes se confabularon para robarle al pobre de mi abuelo, pero para su desgracia los sorprendió en el hurto y lo asesinaron clavándole un cuchillo, y eso no fue todo, pues su maldad hizo que acusaran a mi madre de haberlo hecho y tuvimos que huir esa misma noche hacia Paris, que siendo una ciudad muy grande sería difícil que nos encontrara la policía.
Un día después llegamos a la estación del tren de Paris, yo estaba triste por la muerte del abuelo, pero por otra parte me entusiasmaba la idea de vivir en Paris y soñé que podría convertirme en una gran estrella del espectáculo, pero la suerte nos jugó una mala pasada. Al llegar a la estación, estábamos prácticamente sin dinero y con un poco de ropa, además que no podíamos sacar nuestras identificaciones por temor a que la policía ya se hubiera enterado de lo que veníamos huyendo y nos detuvieran, así, lo único que teníamos era nuestra belleza, pues mi madre era una mujer guapísima y con mucho porte y yo no me quedaba atrás, estando en la estación se acercó un hombre viejo con pinta de indigente, y al vernos desorientadas se compadeció de nosotras o así lo creímos, y nos dijo que si no teníamos donde quedarnos él podía ofrecernos cobijo esa noche, mi madre casi lo abraza y le agradeció el gesto con lágrimas en los ojos, diciéndole que en cuanto pudiera le pagaría, él nos dijo que de ninguna manera, que lo hacía como un acto cristiano y que, aunque humilde, en su casa por lo menos, tendríamos un techo hasta encontrar otro lugar, nos encaminamos con el hacia un barrio cercano bastante lúgubre, nada de lo que imaginaba que era Paris, llegamos a un edificio casi en ruinas y nos dijo que vivía en el sótano, y que, aunque pobremente tendríamos una cama y sopa caliente, esa noche, después de cenar y de varias copas de vino, mi madre le contó al viejo la razón de nuestra estadía en Paris y la razón de que no contáramos con dinero ni podíamos mostrar documentación alguna, nos dijo que no nos preocupáramos, que en su casa no nos iban a encontrar, y que él nos buscaría un trabajo en el que no nos requirieran documentos, mi madre le agradeció llorando y esa noche dormimos profundamente.
Cuando despertamos creímos que era una pesadilla, ambas nos encontrábamos atadas con una correas a la cama, empezamos a gritar pero nadie nos contestaba, pasaron unas horas hasta que llegó el viejo ( que se llamaba Elías), su cara había cambiado radicalmente, le preguntamos qué había pasado y porque nos tenía atadas, nos contestó que desde ese momento, teníamos que trabajar para él sirviendo de putas, que era lo único que sabíamos hacer, y que no pensáramos que íbamos a comer y dormir de gratis, y si nos negábamos nos denunciaría, mi madre comenzó a vociferar y lo único que consiguió fue que el viejo sacara un fuete y le empezara a azotar, de esa manera estuvimos varios días, en las noches sacaba a mi madre o a mí, nos llevaba a orillas del Sena cerca de los orinales públicos en donde se reunían malvivientes y borrachos, allí nos vendía por unos francos para hacerles mamadas, siempre iba una de nosotras mientras la otra se quedaba en el sótano, así, no podíamos escapar, cada noche cuando me tocaba ir con el viejo, me vendía a diez o veinte tipos, siempre prefería entregarme a los más sucios, eso le daba mucho morbo y si no tragaba toda le lefa me azotaba y me hacía lamerla del piso encharcado de meados de los orinales públicos para beneplácito de los clientes, siempre le gustó verme haciendo porquerías y más aun sabiendo que gozaba con ellas, a la semana siguiente, ya todos los vagabundos del barrio sabían que el viejo Elías, llevaba a una preciosa jovencita o a una bella dama y podían comprar nuestros favores por unos cuantos francos.
Un día cuando me llevaba a esos lugares, me percaté que un hombre de mediana edad, pero no uno de los malvivientes que abundaban en la zona, nos estaba siguiendo, llegaba hasta la entrada de los retretes públicos que era nuestro sitio para ofrecer nuestros servicios y se retiraba inmediatamente, así lo hizo varias días, pero el viejo Elías no se dio cuenta, hasta que en una ocasión se acercó a nosotros y le preguntó qué cuanto le costaba que yo me fuera con él al hotel por una hora, Elías, receloso, se hizo el desentendido, pero él insistió y le ofreció una buena suma para entrar a un hotelucho cercano, cuando el viejo vio la cantidad, accedió y le dijo que únicamente podía estar dos horas, que podía usarme de cualquier forma, o pegarme si así lo quería, pero sin dejar marcas, entramos a un cuarto del hotel mientras Elías esperó en un bar que estaba al lado, cuando entramos me empecé a desvestir y le pregunté qué le apetecía si mi boca o mi culo, para mi sorpresa me dijo que nada, que nos había observado durante días a mí y a la otra señora guapa, yo le conté que era mi madre y que el viejo nos tenía sirviéndole como sus esclavas, valiéndose de la amenaza de denunciarnos por un crimen que no habíamos cometido, el hombre me dijo que trabajaba para una señora que tenía un club de señoritas, y que podría llevarnos a ese lugar si queríamos, le dije que cuando yo salía mi madre se quedaba encerrada , pero él me dijo que lo solucionaría, así fue como, al salir del hotel nos dirigimos al bar en donde esperaba Elías y este le invitó unas cervezas que el viejo aceptó, entonces le vació un poco de una substancia que traía en un botecillo sin que Elías se percatara, y al poco rato, estaba profundamente dormido, le saqué las llaves de su bolsillo y fuimos por mi madre, así fue como llegamos a la casa de madame Charlotte, esto fue la salvación para nosotras, pues esta casa tenía mucha reputación por tener damas jóvenes y guapas, y así, nos convertimos en las putas estrella de ese lugar, mi madre, por ser una dama elegante, bonita y de buenos modales, incluso sirvió como dama de compañía para algunos hombres importantes, a mí, cuando la Madame supo de mis cualidades, recibía mucho dinero por satisfacer a clientes difíciles de satisfacer por sus gustos especiales a los que yo no ponía reparo. Cuando llegaba algún hombre conocido por sus perversidades, era yo la que preferían, siempre me gustó que me pidieran hacer cosas asquerosas y sucias, hombres con diferentes vicios siempre me buscan, y yo nunca pongo reparos, trago con el mismo gusto el semen que los orines y lamo con mas pasión una verga sucia y un culo mierdoso que uno limpio y perfumado. “.
Hasta aquí llegaba el escrito de Lucette, Jaques entonces abrió el sobre y como suponía estaba lleno de fotografías de Lucette, las primeras eran desnudos muy artísticos, en donde apreció la belleza de la jovencita, no había un solo defecto en su cuerpo, podía decirse que era perfecto, después empezaron unas fotos bastante pornográficas pero de muy buena calidad, acercamientos de su boca llena con una verga de perro, también de los apareamientos y lo mismo de su pequeña boca, desfigurada tratando de meterse la verga enorme de un asno, ya no quiso seguir viendo más, ni tampoco pudo leer el resto de las memorias de Therese ese día. Jaques se hallaba en un estado de desconcierto, por una parte, seguía amando a Therese, pero no sabía cómo reaccionaría si la volviera a ver después de todo lo que había leído, y además, que hacer si algún día se presentara con Lucette.
Pasaron dos meses y no sabía nada del paradero de madre e hija, hasta que un día recibió una carta, venia de Algeria. Jaques abrió la carta emocionado, decía la siguiente:
“Querido Jaques, no había podido escribirte pues hemos pasado muchas penurias hasta encontrar un lugar seguro en este lugar, como te podrás imaginar la vida es dura para dos mujeres solas, quiero decirte que te estaré esperando si decides verme después de haber leído todo lo que he tenido que hacer para sobrevivir, lo único que te repito es que te amo y estoy dispuesta a estar contigo en la condición que tú me órdenes. Therese.
Mi dirección es xxxxxx Alger”
Jaques no tardó más de un mes en preparar todo y salir a encontrarse con Therese y su hija.
Fin (¿)