Theobroma cacao
Alimento de dioses
Theobroma cacao
Alimento de dioses
He estado pensando especializarme en cosmetología, en Santo Domingo abundan los spas y clínicas de estética o sea que campos de trabajo no me van a faltar; en lo que el hacha va y viene, paralelo a mi trabajo formal, entré a una clínica de estética y spa para ver como era el ambiente e irme familiarizando.
Me pusieron a hacer de todo y contrario a todos los pronósticos con más o menos seis meses laborando estaba enamorada del ambiente y ya llevaba amistad con muchas de las chicas, fue una de ellas, Mirtha ( una trigueña alegre y arrebatadora) quien me propuso ser su asistente:
Porque así no iba a hacer de chicazo de mandado a everybody.
Y porque así, y como nunca se sabía, si ella faltaba yo me podía hacer cargo de sus clientas (ya sabía yo que no era por su buen corazón).
Bueno, Mirtha realizaba las depilaciones a nuestras distinguidas clientas y eso era lo que de ahora en adelante yo tenia que aprender. A la sala destinada para eso entraban mujeres de todas las clases y todas las edades, para hacerse las cejas, las axilas o el pubis y yo siempre tenia que poner cara de profesional aunque la clienta en cuestión fuera una vieja.
Una de las técnicas que Mirtha se afanó por que aprendiera más rápido es la llamada "depilación brasileña" en la cual el coño de la clienta se quedaba sin un solo pelo en su anatomía, una vez mientras ella me mostraba cuales eran los materiales necesarios tuvimos la siguiente conversación:
- ¿Te la has hecho alguna vez?- me pregunto Mirtha.
No ¿qué tiene de especial?
Bueno te deja esa área mucho mas sensible a los roces... si es que me entiendes- me dijo con una risilla picara.
No pude evitar sonrojarme y desde ese día se me quedó la inquietud de cómo seria la sensación, pero este no es el tema de este relato, después de tener varias semanas me tocó realizarla yo solita, me llegué a poner muy nerviosa por tener esos coños (algunos de ellos muy bonitos) a mi vista y porque por cualquier mal paso mío podía causarle dolor a la mujer pero todo resultó bien y fue así que cuando ya le había cogido el piso al asunto a Mirtha le dio por ausentarse alegando que tenia una fuerte gripe y por ello le resultaba imposible seguir en el puesto por la siguiente semana.
A partir de ese día toda la cartera de clientas de Mirtha pasaba a ser mía hasta que ella se presentara a trabajar y, con la experiencia y confianza que había adquirido, el trabajo se volvió algo práctico y rutinario con pocos sobresaltos.
Se acercaba la temporada de playa (la de verdad, porque con este clima siempre se puede) y estaba atosigada de trabajo, no podía seguir con dos turnos, era demasiado estrés pero la dueña me pidió que no la abandonara porque sin la ingrata de Mirtha perdería la clientela, así que me quedé.
Un sábado en la tarde me esperaba sentada en la sala una chica de algunos 14 años con la bata puesta del spa y hojeando una revista, tenia una fabulosa profusión de rizos rebeldes que le llegaban hasta la barbilla, levantó la cara al sentirse acompañada ¡que ojos! Pensé, almendrados y de un verde imposible.
La chica no era lo que se puede decir hermosa en el total sentido de la palabra pero ese rostro anguloso de intensos ojos verdes, pómulos prominentes y boca carnosa no dejaba duda de que por lo menos era interesante: no me hubiese asombrado si al retirarse el pelo de la cara hubieran aparecido dos orejitas puntiagudas como si de un gnomo se tratara.
Una de las muchachas que me ayudaba la condujo para el cubículo destinado para efectuar la depilación del sexo, parece que tenia cita, y con todos los materiales en orden y lista para empezar le pedí que se colocara en la camilla que era una de esas de ginecología donde la clienta coloca las piernas en unos arneses que están a cada lado de la camilla y permiten una mejor vista del coño, lo tenia precioso, pequeño y sonrosado como una flor y cubierto de vello púbico que enseguida desaparecería.
Cuando me coloqué entre sus piernas para comenzar con el proceso me asaltó un exquisito olor a chocolate, era un olor tan penetrante que casi lo podía degustar en mi boca, pensé que las chicas habían puesto algún aromatizante pero al inclinarme un poco más para aplicar la cera descubrí que ese olor tan especial surgía de ella; como la camilla estaba un poco inclinada hacia delante nuestros ojos tenían comunicación directa siempre y cuando yo levantara la vista: y ahí estaban esos ojos esmeralda taladrando la expresión de mi rostro con una sonrisa quieta en su boca.
Me concentré en mi trabajo y al cabo de un tiempo ya había terminado, la chica me agradeció la delicadeza, se bajó de la mesa y salió del cubículo, yo por mi parte estaba tan excitada que no podía pensar con mucha claridad y me tome unos minutos de descanso porque necesité de toda mi fuerza de voluntad para no aplastar mi boca contra ese precioso coño y descubrir así a que sabia, estaba desconcertada.
Luego de dos semanas de ausencia apareció Mirtha rozagante y hermosa, nadie sabia que había estado haciendo pero por la carita risueña que cargaba no cabía duda de que no se lo había pasado en cama ¡ no con una gripe de eso todas estábamos seguras!!! tenia planeado marcharme en cuanto pudiera pero decidí que en vista de que Mirtha volvió el trabajo no seria tan agotador y además quería ver a la linda duendecita de nuevo.
Hubieron de pasar casi dos meses para que se cumpliera mi deseo, la vi llegar un sábado por la tarde igual que la última vez y nada dio a entender en su expresión que me había reconocido, luego me enteraría de que exigió ser atendida por mi.
Como ella ya conocía el procedimiento nos saltamos los preámbulos y cuando me preparé para entrar ella ya estaba en la camilla, abierta de piernas y con su chocho a mi disposición; puse a calentar la cera cuando oí una melodiosa voz, casi tímida por el timbre preguntarme si la podía depilar en la forma tradicional.
Si claro- conteste algo intrigada- ¿tuviste alguna reacción desfavorable con la cera?
No- me dijo igual de quedo y viendo que esperaba aún alguna aclaración se apresuró a decir: quiero saber si la sensación es la misma....
Ahí mismo me invadieron recuerdos de aquella conversación con Mirtha y me pregunté qué tan sensible la había hecho a ella, me disculpé y fui a por unas navajas y una espuma de afeitar, volví y la encontré en la misma posición.
-Quiero que te quedes quietecita porque si haces cualquier movimiento brusco te puedo cortar- le dije.
Tenía las piernas muy abiertas con lo cual fue fácil ver toda su rajita y ahí estaba de nuevo ese penetrante olor a chocolate desde su vagina que seducía todos mis sentidos y me inducía a tocarla y más que eso a probarla, levanté la vista hacia sus ojos y sentí que me estaba escudriñando el rostro tal y como la última vez.
Decidí que la mejor táctica era concentrarme en lo que estaba haciendo, cuando le apliqué el gel de afeitar con manos suaves casi acariciantes ella dio un respingo y dejó escapar un leve gemido, " es normal" me dije, " es normal" me repetí.
Pero a medida que avanzaba en la depilación me fije que su vagina había adquirido una tonalidad mas fuerte que el rosado pálido de antes, cuando retiré sus labios mayores para pasar la navaja, estos junto con sus labios menores estaban inflamados y el color de su sexo rayaba en el escarlata, todo esto acompañado de ese ineludible olor a cacao: estaba excitada, estaba excitadísima y la razón de eso era yo.
Levanté la vista y ahí estaba ella con su mirada clavada en la mía, su respiración se había alterado a juzgar por la violencia con que subía y bajaba su pecho, desde allí sus ojos parecían esmeraldas liquidas, de tal forma brillaban que me sentía hipnotizada, terminé de limpiarle los restos del gel con una toalla húmeda y la miré de nuevo, un millón de dudas en mis ojos, un millón de súplicas en la de ella:
Por favor- dijo muy quedo.
Me levanté desde mi taburete y ella en cuanto pudo lo hizo de la camilla, se abalanzó sobre mi y me robó un beso, la sorpresa no me cabía en el cuerpo pero ¿quien era yo para decirle no al placer? y la bese a mi vez, ella se frotaba contra mi desesperada y yo me moría por probar su coño, así que le pedí que se acostara en la camilla de nuevo, en la misma posición y le di una toallita para que la apretara entre los dientes para evitar hacer el menor ruido posible.
Su olor era aún más penetrante si es que se podía y loca por probar su sabor le di un profundo lametón desde su ano hasta el clítoris, la oí contener un gemido de placer, me entretuve en su culo pasando la lengua por su tibia redondez y luego encaminé mi lengua hasta la entrada de su vagina y ahí la penetré lentamente con mi lengua, ella se retorcía de placer y me acariciaba el cabello.
Quería saborearla completa y le mordí los tiernos muslos sintiendo como su carne se estremecía bajo mi boca, quería darle placer porque ver aquel hermoso duende con la mirada liquida y la respiración entrecortada era ya un placer en si, abrió los ojos como platos cuando sople aliento tibio contra su clítoris y se le escapó un gemido cuando lo aprisione entre mis labios y lo chupé.
Arqueó la espalda desesperada por liberarse de ese dulce dolor que la traspasaba y la hacia resquebrajarse, movía las caderas compulsivamente contra mi boca y me enterraba la cara contra su sexo de tal manera que me dificultaba la respiración hasta que en un deje tembloroso la sentí llegar al orgasmo, tal vez el primero de su vida, susurrando cosas incomprensibles y pude beber de su adentro ese néctar tibio y salobre que a mi me pareció manantial de vida.
Cuando me incorporé para mirarla los rizos le enmarcaban el rostro y dos lágrimas reveladoras le corrían por la cara, las seguí con la mirada al perderse por su cuello hacia abajo y pensé, no sin cierta sorpresa, que esta no era la primera vez que yo la amaba y que ciertamente no seria la última.
Nota de la autora:
Para Leyla:
Por muchos encuentros más, para conocerte todos los días en una nueva aventura en esta vida y en las otras por venir.