The Simpson Dark Stories 14

Hace como un año que no publicaba esto. En esta primera parte, algunas familias de Springfield se reúnen para celebrar el aniversario de Ned y Edna, pero una discusión por un acto "impuro" de Jessica Lovejoy hará que compitan para ver qué familia tiene a las mejores mujeres.

THE SIMPSON DARK STORIES 14

“Un Orgasmo Dominical, Vol.1”

Domingo en la mañana.

—¡Chicos, bajen, es hora de irse! —gritó Marge desde el primer piso, mientras vestía a Maggie. Homero luchaba con todas sus fuerzas para abrocharse el cinturón nuevo —Te queda pequeño, mi amor, no sigas intentándolo.

—Gasté mucho dinero en esto, y voy a aprovecharlo... —de un brusco tirón rompió el cinturón y sus pantalones, así que tuvo que subir a buscar otros.

—Mucho dinero, ja, los encontró en el retrete de la taberna —recordó Marge, mientras le ataba el moño a su hija menor.

—¡Bart, basta! —exclamó en voz baja la inteligente rubia.

—Por favor, Lis, solo un poquitín... —le susurró él, tirando de su brazo para llevarla al desván. Se había puesto sus pantalones de vestir, camisa y corbata, pero los primeros estaban desabrochados, mostrando su dura polla, la segunda estaba mal atada, y la tercera caía por la espalda del chico.

—Bart, en serio —ella lo cortó con seriedad. Llevaba un delicado vestido rosa, uno que tenía desde hace años pero estaba bastante bien cuidado, y habría pasado como nuevo si no fuera porque la falda le quedaba cada vez más corta. Bastaba con que se inclinara unos centímetros para que se le viera todo. También tenía un gran escote, tanto que su hermano insistió que la usara de todas formas.

—Pero, Lis...

—Oye, también lo deseo, hermano. Sabes que siempre lo deseo —le dio un tierno pico en los labios—, pero si subimos, no querremos bajar, y retrasaremos a mamá y papá.

—Está bien, está bien —frustrado, Bart se metió el miembro erecto dentro de los pantalones, y volvió a arreglarse, mirándose en el espejo del pasillo—, pero no entiendo por qué tenemos que ir. Los estúpidos Flanders, los mojigatos Lovejoy, los desesperantes Van Houten, todos esos van a estar ahí, será irritante.

—Es un picnic por el día de la amistad, Bart, y además...

—Sí, lo sé. Celebrar el aniversario de Ned con la profesora Krabappel.

Bajaron, se reunieron con el resto de la familia, subieron al auto familiar, y en pocos minutos estaban en el Parque Jedebiah Springfield.

Fueron los últimos en llegar, pero eso a Homero no le impidió entrar a la mesa principal del picnic, y devorarse todos los bocadillos que sus ojos encontraron, a pesar de los reproches del Reverendo Lovejoy. Su esposa, Helen, cuchicheaba con la gorda Sarah Wiggum, y sus susurros disminuyeron su intensidad cuando Marge apareció ofreciéndoles pastel.

El Jefe Wiggum intentaba sin éxito hacer vomitar a su hijo los billetes que se había comido, y Kirk Van Houten estaba sentado solo, lejos, junto a un árbol, en la misma postura patética de siempre. Luann peinaba a su hijo Millhouse, quien se avergonzó cuando Lisa lo vio.

Todd y Rod rezaban, mientras Ned y Edna, adorables, chocaban sus copas, y reían juntos. Fue el único instante en que Homero sonrió y no fue por la comida. Luego, por supuesto, se dedicó a burlarse de él y torturarlo como siempre, aunque al bigotón no le afectaba. Maggie se puso a jugar con los octillizos de Apu, y Bart y Lisa se encontraron con las chicas.

Allison Taylor, la chica que era tan inteligente como Lisa, pero popular, llevaba su cintillo rojo de la suerte en su cabello. Usaba una minifalda púrpura, y una camiseta azul que dejaba al descubierto uno de sus hombros. Había abrazado completamente su lesbianismo, aunque le confesaba a Lisa que a veces soñaba con pollas. Su hermana mayor, Annette, la chica de los squishees que una vez tuvo un affair con Apu, y que había sido la dama de honor de Edna (y su mejor estudiante hace unos años) se miraba con frialdad y odio con Manjula. Ambas mujeres estaban con sus tenidas más sensuales.

Las gemelas se habían puesto camisetas sin tirantes, negras, que dejaban al descubierto el ombligo, y unos shorts diminutos que marcaban sus redondos traseritos. Sherri llevaba el cabello atado, y Terri suelto. Habían llegado invitadas por Edna después de ser las que mejores notas obtuvieron en su clase, superando incluso a Martin, cuando este no pudo recuperarse de su trauma en la isla (DARK STORIES 06 y 07)

Y Jessica Lovejoy, la puta que fingía ser la pureza encarnada, se había vestido con una camisa blanca y una minifalda a cuadros con vuelos, como una niña inocente de escuela católica. Se desabotonó un poco apenas vio a los hermanos, y se les acercó, con sus tetas saltando.

—Hola Bart, cariño. Y Lisa, la folla-perros —le dijo bajando la voz.

—¡Jessica! —se ruborizó la superdotada.

—¡Lisa! —gritó Bart, aunque se empalmó de inmediato. Jessica lo notó, al igual que las gemelas y Allison.

—Oye, lo que pasa en privado se queda en privado —dijo la chica del cintillo, defendiendo a los hermanos.

—A menos que lo haga en público —sonrió la puritana con malicia.

—¿Qué quieres? —preguntó Lisa, sabiendo la respuesta.

—Quiero follar. Si no follamos aquí y ahora, les contaré a todos los adultos que te cogiste a tu perro, y que no fue una posesión como dije.

—Sabrán que mentiste...

—Poca cosa. Vamos, estoy cachonda con solo verlos, los espero allí en los arbustos.

Pasaron unos minutos en que Jessica se dedicó a esperar, acariciándose sobre la faldita.

—¿Debemos hacer esto? —preguntó una voz masculina.

—Por supuesto. No se trata solo de comer y compartir, ¿No crees? —esa era de mujer.

—Aquí vienen, pensé que jamás lo harían —Jessica se abrió la camisa, y esperó. Dos sombras cayeron sobre ella, adultas, desnudándose. Y gritó.

Bart, Lisa, Allison y las gemelas habían decidido no participar del jueguito de Jessica, así que solo fueron a conversar con los adultos, pero el grito los llevó a todos a ver lo que sucedía. Se encontraron con Jessica, con los pezones erectos, estampada bajo Ned, con una polla larguísima, y Edna, agarrándosela, a la vez que se sobaba la cabeza y le pedía disculpas a la chica.

Homero fue el único que no se presentó, ya que se había dedicado a comerse lo que los demás habían dejado en los platos. No oyó la reprimenda de los Lovejoys.

—¡¿Otra vez Jessica?! —gruñó el reverendo.

—Pero...

—¿Desnudándote aquí, como una perra del infierno? ¿Qué coño te pasa? —le gritó Helen, fuera de sí.

—¡Ellos se estaban desnudando y cayeron aquí! Me rompieron la camisa...

—Puta mentirosa —pensaron los hermanos Simpson al mismo tiempo.

—¡Ned y Edna venían aquí a compartir tiempo de pareja, y tú lo arruinas con tus malditas y diabólicas costumbres! ¡¡¡Ya me tienes harto!!! —El Reverendo agarró a Jessica y la llevó al lago, con Helen detrás de ellos. La pelinegra seguía intentando excusarse.

—¡Ja! Esa chica tenía la camisa abierta y el coño húmedo antes que llegáramos Ned y yo a tener una experiencia loca de pareja —dijo Edna sin pudor. Flanders se ruborizó.

—Maestra, no debería decir esas cosas —le susurró Lisa.

—Ja —le devolvió el murmullo— no he olvidado nuestras clases particulares, Lisa (DARK STORIES 03), todas las de tu edad son putas, es así de simple.

Y en el lago...

Bart se escabulló para seguir a la familia de santos. Seguramente se vendría una discusión entre Marge y Edna sobre las prácticas sexuales en público, lo mismo entre Annette y Manjula. Las gemelas intentarían quitarle la ropa, y Allison era aburrida. Lisa lo había rechazado, le quedaba entretenerse viendo el castigo que le darían a su ex novia.

Jamás esperó ver eso.

—Papi, castígame, así, así... —suplicó Jessica.

—Ahuyentaré el demonio, hija, pronto serás pura de nuevo —el reverendo la tenía recostada sobre sus rodillas, y le daba palmadas en el delicioso trasero de la chica. No llevaba ropa interior, y sus nalgas estaban rojas.

—Eso, más, más, ¡Ouch! Quítame todos los diablitos, ¡Ah! ¡Uh!, golpea a tu hijita con tus grandes manos, ¡Ooouch!

—¿Lo sientes, hijita? ¿Sientes al demonio irse?

—Algo..., pero siento más algo duro chocando contra mi barriguita, y una humedad entre mis piernas, ¡Oh, ah, ah!

—Puta infernal.

—Sí, papi, lo soy. Debes tratarme mal para que Satán se vaya lejos, ¡Ah, sí! ¡Fuerte y duro, papi! ¡Ouch!

Helen le daba un masaje a su esposo, mirando con lujuria el castigo de su hija. De pronto, decidió que era su momento.

—Me toca, Timothy.

—¿Mami? ¿Me castigarás también? Creo que papi debe golpearme más, hay demasiados demonios en mi interior —los jugos caían sin parar de su entrepierna juvenil.

—Cállate y levántate, mocosa del infierno —ella obedeció—, ahora prepárate. Ponte de rodillas y suplica piedad.

Parece que era costumbre, ya que la niña sabía qué hacer. Puso la boca a la altura de la entrepierna de su madre, y le subió la larga falda. Debajo, con habilidad impecable, le corrió el mojado calzón, y sacó la lengua.

—Mi papi me ha castigado, y ahora tú me limpiarás de toda mancha, ¿verdad?

—Así es, cariño, te llenaré de vida, y serás purificada —Helen sonrió, se mordió el labio, sus músculos se relajaron, y, para la impresionante excitación de Bart, quien miraba detrás de un árbol, un líquido amarillo chorreó en una curva, y cayó sobre la carita hermosa de la pelinegra.

—¡¡¡Oh, mami, sí, más líquido de gloria!!! Límpiame, que no quede nada malvado en mí —su cabello quedó empapado, al igual que su camisa abierta, y lo que se veía de sus grandes pechos. Algunas gotas mancharon la faldita a vuelos, y el rostro de satisfacción de la muchacha se “purificaba” con el meado de su madre.

—¿Te gusta mi regalo, hijita? —No paraba de mear, y su rostro indicaba placer extremo.

—Sí, mami, me fascina tu pipí, limpia cada pedazo de mi alma, desvanece mis pecados, y me pone a mil, lista para procrear como Dios manda..., ¡Ay, papi! —exclamó cuando el reverendo le subió la faldita, le levantó las nalgas coloradas, y le metió la gruesa polla en las entrañas —¡Mi culo, papi!

—Sí, hija, allí yace Satanás, lo destrozaré con el poder de mi verga, ya verás como mi carne, y el agua de tu madre te dejan totalmente limpia.

—Sí, más, más, mami, méame toda, papi, cógeme fuerte, eliminen a Lucifer.

—Locos —dijo Bart, aunque no dejaba de masturbarse ante la escena. Ya había visto incesto varias veces, se cogía a Lisa a cada rato, con su madre lo había hecho también, incluso con su hermana del futuro (DARK STORIES 12 y 13), había visto a Lisa con Homero, pero nunca una cosa así, un trío padre-madre-hija con tanta jerga religiosa. Y aunque había meado sobre la carita de Maggie del Futuro, fue una cosa del momento, jamás había visto algo así.

Cuando Helen dejó de orinar, Jessica estaba totalmente empapada, olía a orines y eso parecía encantarle. La putita acercó su lengua a la entrepierna de su madre y comenzó a lamer sin vacilar los distintos jugos que salían de allí.

—Eso es, sigue lamiendo hija mía, termina de limpiar tu alma.

—Sí, mami, quiero ser buenita de nuevo... ¡Ay, ay, ay, papi, qué fuerte me estás dando por mi culito diabólico!

—Te lo mereces hija mía, y para culminar este ritual deberás recibir mi descarga angelical en tus entrañas satánicas —dijo el reverendo, sin dejar de bombear la entrada trasera de su hija.

—¿Te vas a correr, papi? ¡Qué rico!

—Es por el bien de tu alma, Jessica, no para tu placer personal —le recordó su madre.

—Sí mami, ¿pero aún así sigo lamiéndote? —preguntó la putita con una sonrisa lasciva.

—¡Te prohíbo que te alejes de mi concha! —Helen la agarró de la cabeza, cerró un poco las piernas y obligó a su hija a que no dejara de hacerle sexo oral.

En instantes, el reverendo se vino en medio de convulsiones.

—¡¡¡Ah, ahí está, toma demonio y desaparece con mi leche celestial, ah, ahhhh!!!

—Hija, recibe mis jugos santos, purifica tú alma... ¡Ahhhhhhhh! —se corrió también la madre sobre la boquita de su hijita.

—Mmm, qué deliciosos jugos —se relamió Jessica, chupándose los dedos cuando su madre separó las piernas—, y esa corrida en mi culito, de verdad me han purificado, gracias a todos los ángeles y santos.

—Me alegro que te guste... porque ahora te vamos a lamer a ti —dijo la madre, poniéndose de rodillas.

—Debo hacer algo... —murmuró Bart, alejándose corriendo de allí con la verga empinada, no iba a correrse en ese lugar, lo descubrirían, y no quería ser víctima de las miradas cómplices de los Lovejoy en las misas.

—¿A dónde vas, Bart?

—¡Ah, Millhouse!

—¿Qué te pasa? Te ves... perseguido, como si hubieras visto algo temible.

“Mi chivo espiatorio” pensó Bart.

—Allá entre los arbustos hay unos cadáveres espectaculares, no sé de qué son, deberías ir a verlos, Millhouse.

—¡Oh! Está bien, Bart, no serás el único popular esta semana, ji ji ji —y el chiquillo de lentes se fue como un idiota a los matorrales... acompañado.

-—¡Oh oh!

Luann Van Houten estaba siguiendo a su hijo, como siempre era ultra estricta, quería saber qué hacía el enano de pelo azul.

—No vayas tan rápido, Millie...

—¡Debo huir! —gritó Bart, hasta que llegó al picnic nuevamente.

Lisa, Allison y las gemelas conversaban cosas de chicas. Homero estaba roncando después de comerse todo lo que había en las mesas. El jefe Wiggum no dejaba de besarse con su esposa mientras Ralph probaba el sabor de una pistola. Los hijos de Ned, tan inmaduros, se habían ido a jugar con Maggie y los octillizos. Bart captó la vista de la sensual Annette, con su larga trenza dorada, quien lo miró coquetamente mientras bebía una gaseosa.

Marge aún discutía con Edna sobre lo que había intentado hacer con Ned.

—¡Somos esposos, es lo que hacemos!

—¡No en un sitio patrimonial!

—Señoras, por favor —trató de interrumpir Ned—, ya pasó y...

—¡Cállate, Ned! —gritaron ambas, y la profesora siguió—, se trata de disfrutar, apuesto que también lo has hecho en lugares públicos con Homero.

—¡¡¡No es lo mismo!!!

—Nada de lo que hagas ustedes importa —interrumpió Luann Van Houten, trayendo a Millhouse de la mano y a Jessica con la otra— Esto es mucho peor.

El reverendo y Helen venían detrás, con la cabeza gacha, los habían atrapado.

—¿Qué pasó, Luann? —preguntó Kirk acercándose.

—Estos dos pervertidos estaban haciéndolo con Jessica, ¡con su hija! Es así de simple, mírenla —le dio vueltas a la putita como si fuera una muñeca—, está toda meada y cubierta en jugos y semen. ¡Ella, la puritana esposa del reverendo!

—¿Alguien quiere pensar en los niños? —se burló Annette para sus adentros.

—Mmm... qué excitante —susurró Edna, aunque con el silencio que se había hecho, todos pudieron oírla.

—¡Cómo no esperar esos comentarios de unas profesoras de escuelas pública! —exclamó horrorizada Manjula, tomada de la mano de Apu.

—¿A ti quién te metió, indiecita?

—Lo que hicimos no tiene perdón, pero estábamos poseídos —se excusó Helen con pésimas habilidades para mentir.

—Posesión, ¡ja! —rió Edna— es lo mismo que se suponía tenía Lisa cuando se la estaba follando un perro.

—¡Oiga! —repuso Lisa, acercándose con las otras niñas.

—¡¡¡No te metas con mi hija, puta de...!!!

Ned casi se desmaya al oír todo eso.

—Tranquila, Marge, tu hija lo hizo, así que tu familia no es de las mejores —repuso la madre de Millhouse.

—¿Y qué vienes tú a hablar de moralidad? —Intervino Annette, quien no tenía nada que decir, solo conocía bien a Manjula y a la festejada, pero habló de todas maneras—Tú te has acostado con miles de hombres a espaldas de ese calvo patético de ahí.

—¡Ey, yo no soy tan calvo!

Y así, Annette, Manjula, Marge, Edna, Luann y Helen comenzaron a discutir de manera acalorada, pasando a insultar a los hijos, esposos, esposas, hermanos, todo. A Bart incluso lo estaba calentando extrañamente todo eso, aunque hablaran de él, pero ya llevaba mucho rato en silencio, quería intentar algo.

—¡¡¡Siiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiilencio!!! —gritó Bart, acallándolos a todos— Debe haber una forma para que todos la pasemos bien, ¿no?

—¿Qué vienes tú a hablar de calma, Bart? —indagó Jessica, cubierta en fluidos.

—Hace mucho que no decía nada... ahora pueden seguir, je je je.

—Un momento, ese chiquillo insoportable puede tener la razón —declaró Edna, ubicándose en el centro de la plaza—, contratamos con Ned para tenerlo solo para nosotros, hice todos los arreglos necesarios con el alcalde. Y viendo que el jefe de policía no piensa hacer nada...

Wiggum y Sarah ya estaban en el suelo durmiendo uno encima del otro. No había rastro de Ralpha Wiggum.

—¿Cuál es tu idea?

—Propongo un juego. No nos hagamos los tontos, todas las que estamos aquí somos unas fanáticas del sexo —Edna clavó los ojos en Lisa y sus amigas— ¡Incluso ustedes, niñas! Pero entre nosotras estamos insultando a nuestras respectivas familias, así que sería bueno saber quién es la mejor de todas.

—¿La mejor qué?

—La mejor puta, claro.

El silencio se hizo presente, se quedó con intenciones de ser eterno, ninguna iba a admitir que Edna decía la verdad, dar ese paso y tener una competencia sexual allí en el parque del fundador de Springfield era demasiado... Pero por otro lado, tenían mucho que decirse.

—Lo haré —afirmó Marge, mirando con fuego en los ojos a las demás mujeres—, o lo haremos, más bien.

—Pero Marge...

—¡Todas! Nadie habla así de mi familia, demostraré que soy la mejor, que somos los mejores, así que propón tus juegos, Edna, y ya verás...

Ninguna se opuso.

—Qué bien, qué bien, así es como yo quería disfrutar mi aniversario.

Se organizaron en grupos, ordenando los banquillos para que fueran las “zonas” de cada familia, con el centro de la plaza para las pruebas. 1 para Edna y Ned, los chiquillos fueron enviados a casa, horrorizados al escuchar la palabra “sexo”; 2 para Marge, Homero (quien ya estaba ebrio), Lisa y Bart, mientras Maggie se quedaba con los octillizos; 3 para Manjula y Apu; 4 para Kirk, Luann y Millhouse, quien estaba tan nervioso que estaba a punto de mearse; 5 para Annette, Allison y las gemelas; 6, el número malvado, para el trío Lovejoy. No pudieron despertar a los Wiggum, que si se movían, era solo para tocarse entre sí.

—Bien bien bien, ya todas aceptamos lo que somos, pero no sabemos quién es la mejor en lo que hacemos, así que propongo que la primera competencia de las seis que pensé sea para ver a la mejor dotada.

—¿Cómo es eso, Edna?

—¡Baile del caño! —Y Edna clavó uno de los palos que servirían para las mesas de picnic con ayuda de la fuerza titánica de su esposo Ned, quien seguía sumamente nervioso, pero no podía ir contra los gustos de su esposa el día del aniversario, era imposible. Repitió el trabajo cinco veces más— Bailaremos las 6 mujeres aquí, y el juez decidirá quién se llevará el primer punto.

—¿Qué juez? —preguntaron todas.

—Alguien neutral, por supuesto, la persona que me dio permiso de estar aquí.

En un parpadeo, el alcalde Quimby ya estaba sentado en medio de la plaza, con los pantalones abajo y la polla empalmada. Nadie supo de donde había salido el pervertido.

—Hola, voten por mí.

Y la competencia empezó cuando Edna encendió una radio portátil, se oyó la sexy música de Tabitha Vixx.

Marge bailaba con nervios evidentes, pero se veía tan sensual que Bart y Lisa no pudieron evitar pensar que aún así ganaría. Homero se masturbaba babeando ante su esposa, quien se quitaba el vestido verde lentamente, apoyada sobre el palo, moviendo solo sus caderas para que la ropa se deslizara a sus pies. Solo quedó con su ropa interior, su sujetador blanco hacía ver más grandes sus ya enormes pechos.

Lo primero que hizo Edna fue lamer el caño, y luego se quitó rápidamente la ropa para bailar solamente con su ropa interior, un sexy conjunto negro muy pequeño, le lanzaba miradas seductoras al alcalde y a Ned, enviando besos y sensuales lamidas de labios.

Helen no sabía qué hacer al principio, pero al ver a las demás, se decidió a danzar. Era muy cachonda también, se desabotonó la camisa y se quitó los calzones bajo la falda, mostrando a todos lo empapados que estaban. Cuando le dio una lamidita, el alcalde le aplaudió.

Annette tenía muchos conocimientos, al parecer, daba vueltas alrededor del tubo con gracia y sensualidad, al mismo tiempo que iba quitándose la camisa y repartía miradas hot a todos los hombres que había en el parque. Al sacarse los pantalones, se puso a restregar la entrepierna con el caño, al mismo tiempo que ocultaba su intimidad.

Manjula hacía gala de sus dotes de yoga, se quitó rápidamente su largo vestido y quedó solo con los calzones, fue la primera en mostrar directamente sus redondos y morenos senos, sus pezones ya estaban erectos, y el alcalde sonrió con lujuria cuando ella cruzó las piernas alrededor del palo e hizo una posición invertida muy interesante, que hizo que todos los hombres (y algunas chicas) se inclinaran hacia adelante.

Mientras que Luann era una fiera, bailaba moviendo la cabeza a todos lados. Su esposo se la cascaba frenéticamente mientras la veía, e incluso Millhouse se había metido la mano al interior del pantalón. Cuando quedó solo con su ropa interior azul, puso los pechos alrededor del tubo y bajó y subió como si le hiciera una cubana, mientras ponía sus ojos solo en el alcalde.

—Esto está genial —babeó Bart.

—¡Oye! Déjale eso solo al alcalde.

—Pero Lisa, míralas, se ven espectaculares, hasta tú deberías saberlo ¿no? —le susurró en la oreja acompañando de un suave lametón que hizo que se encendiera enseguida. Miró a las demás, y notó que Allison se acariciaba los pechos, las gemelas pasaban la mano por las piernas de la otra, Apu también se masturbaba con expresión de placer nirvanesco, e incluso Flanders se había dado vuelta en su silla para tocarse sin que lo notaran. Sin éxito, claro.

Finalmente, las seis mujeres se desprendieron de sujetadores y bragas, quedando completamente desnudas al aire libre, algunas aún se veían nerviosas, pero ya habían dejado la mayor parte del temor atrás.

Cuatro de ellas se acercaron al alcalde, bailando con sensualidad con cada paso.

—¿Le gustan mis melones, alcalde? —preguntó Marge, fuera de sí, estaba demasiado determinada a ganar—, quizás debería dejar que los tocara, o podría votar por usted por primera vez, ¿cuál opción quiere?

—Ah... no me haga elegir, señora —musitó el alcalde con la camisa desabrochada, y los ojos puestos en los pezones de Marge, justo frente a él. No dejaba de hacerse la paja.

—Se ve tan sexy así, señor Quimby, me encantaría ser una de sus... acompañantes —le susurró en la oreja Luann, lamiendo el lóbulo con su lengua, y pasando los brazos por su cuello.

—¡Creo que tengo vacantes!

—Aunque si me elige a mí, señor, podría enseñarles cosas que usted nuncas habrías sabidos ni experimentados —repuso Manjula, aún dando vueltas esótericas en el caño, mostrando su pubis depilado con cada giro mientras abría las piernas, llamando su atención.

—Oh, oh... kamasutra... —no parecía que le faltara mucho.

—¿Quiere correrse, señor alcalde? ¿Le apetecería hacerlo en mis tetas? —preguntó Annette, quien lamía sin parar el tubo— Apuesto a que lo lograría desde esa distancia, un hombre macho y robusto como usted.

—¡Claro que puedo!

—Vamos hágalo más, es lo más cercano a Dios que hay por aquí... —murmuró Helen, lamiendo la mano quieta del señor Quimby.

—¡Yo SOY Dios para ustedes!

—Señor Quimby... si me elige... haré que mi aniversario sea más recurrente, con más invitadas, y necesitaré a alguien que no tenga mucho trabajo —dijo Edna, bailando con sensualidad, moviendo el trasero de un lado para otro.

—¡¡¡Ese soy yo, alguien me conoce bien!!! Ah, ¡voten, voten, voten! —con cada grito, lanzaba un chorro de semen sobre las mujeres, que decidieron no perder una gota, tragándoselo todo, justo cuando la canción de Tabitha terminaba.

Lamentablemente, pelearon por eso también, aunque a los hombres no les importó un poco de pelea en el pasto lleno de lodo.

—¡Yo gané!

—No, ¡fui yo, malditas perras!

—Yo gané, furcia de pelo azul.

—Ok, ok, tiempo, tiempo —pidió el alcalde, ajustándose la corbata y subiéndose los pantalones—, es momento de proclamar a la primera ganadora. Y esa sería aquella que siempre vota por mí, una de mis acompa...

—¡Ejem! —tosió alguien.

—A...anteriores acompañantes, en un pasado lejano —corrigió el alcalde—, y por eso me conoce tan bien, además es sexy, muy sexy, aunque todos son increíbles.

—¡¿Quién ganó, miserable haragán?! —gritaron cinco de las mujeres.

—Exactamente —admitió Quimby, sonriente—, ¡es Edna Krabappel!

Ella celebró dándole un gran morreo a un confundido y avergonzado Ned, después de ponerse toda la ropa nuevamente. Ya había una primera ganadora, pero aún quedaban cinco competencias más. Y ya se preparaba todo para ello, los hombres de familia tendrían su momento para “compartir” con sus esposas.

En el próximo capítulo, THE SIMPSON, DARK STORIES 15, veremos cómo continúa la competencia por la mujer más puta de Springfield. ¿Quién será la ganadora final? No se lo vayan a perder, Ralph Wiggum no lo hará.

(Esta vez, seré más constante con la publicación) xD