The Simpson Dark Stories 10

Bob se escapa de prisión con su familia aprovechando una huida general de reos. Lisa, Laura y Bart tendrá que enfrentar esta difícil situación.

“La cena familiar de Bob”

En la radio de la casa se cuenta el escape de algunos reos de la Prisión Estatal de Springfield, causado por el jefe de policía quien le enseñaba a su hijo cómo abrir y cerrar una celda. Pero los niños Simpson no pudieron oírlo. Estaban muy ocupados.

-Oh, niños, ustedes son tan adorables, jaja -sonrió Laura, la niñera y vecina de los Simpson, al ver a ambos hermanos acostados en la misma cama, tocándose bajo las frazadas.

-Es bueno tenerte de niñera esta noche también, Laura -dijo Bart, sin dejar de manosear a su hermana.

-Estoy de acuerdo, fue idea de Bart el esperar a que aparecieras en cualquier momento, jiji -Lisa se metió bajo las sábanas para darle una mamada a su hermano mayor.

-Bueno, mi deber es cuidarlos, chicos. Era obvio que vendría a ver si estaban durmiendo bien, y ahora... ¡Quiero follar! -Laura se desnudó completamente, y se metió bajo las sábanas.

Homero y Marge habían salido a asesorar a Tabitha Vixx y Lurleen Lumpkin en sus canciones como sus mánagers, tal como habían acordado (DARK STORIES 08), y por eso le pidieron a Laura que los cuidara (como en DARK STORIES 04), y pasó de nuevo. Ella acostó a la menor de la familia y empezó a revolcarse con aquellos que cuidaba.

Junto a Lisa, chupaba la erguida polla de Bart, compartiéndola sin pelear, y besándose de vez en cuando para placer del muchacho.

-¡Qué buena verga tiene tu hermano Lis! No he tenido nada de acción desde hace como una semana, estoy segura que tú tienes diario... -dijo Laura mientras se ocupaba de las bolas.

-Jijiji, la verdad es que a veces más de una vez al día, por ejemplo en la hora de descanso en la escuela, o al llegar aquí subimos al desván -Lisa se dedicaba a lamer la longitud de Bart.

-¿Pero tú no eres la estudiosa? Digo, quizás vas a empezar a bajar las calificaciones con tanto sexo.

-He pensando en ello, no ha ocurrido, pero la verdad es que... -Lisa empezó a susurrarle a su niñera bajo las sábanas -no puedo evitarlo, y además él es insaciable, parece que siempre tiene ganas de hacérmelo.

-Es normal, ¿Quién no querría follarte, Lisa? -Laura besó entonces a la rubia, poniendo la polla de Bart entre medio.

-Uy... sí -babeó Bart. Lisa estaba ruborizada y reía tímidamente.

-No me digas que te siguen poniendo nerviosa los lésbicos, Lisa, jeje. Como sea, necesito pedirte algo. Ya que llevo mucho tiempo... ¿Podría ser la primera?

Lisa aceptó sin problemas. Se recostó de espalda, saliendo cubierta de sudor de bajo las sábanas mientras Laura empezaba una deliciosa comida de coño. Se puso en cuatro para que Bart le pudiera penetrar la conchita.

Sin embargo, inadvertido para ellos, un grupo de personas se colaba por la ventana que Bart había dejado abierta cuando se excitó, antes de ir a follar a Lisa a su cuarto. Eran dos hombres, ambos con el cabello peinado de forma extravagante, y una sensual mujer italiana los acompañaba. También había un pequeño con un cuchillo en la boca, dispuesto a atacar a quien se le cruzara. Subieron las escaleras en silencio, mientras otros ladrones ya entraban a otras casas. Ned Flanders inclusó le ofreció un vaso de leche y galletas a Snake.

Se percataron de que Maggie dormía plácidamente en su habitación. La siguiente era la de Lisa. El hombre con el cabello más extraño, la abrió lentamente.

-¡Ah, sí, más, más rápido, más duro Bart! -escucharon que gritaban. Luego vieron detalladamente las curvas de Laura Powells siendo follada por Bart Simpson. Lisa se agarraba las tetas y dejaba que su niñera le lamiera la entrepierna.

-Wow, esto es fantástico... necesito... Laura, por favor...

-Está bien, yo ya me corrí, te toca Lisa. ¡Bart!

-Ahí voy, tranquilas, hay Bart para las tres...

-Gracias hermanote, eso, métemela bien aden... Espera, ¿Qué dijiste? -preguntó Lisa mientras se introducía la polla de su hermano.

-¿Cómo que tres, Bart? -interrumpió Laura, pero fue silenciada rápidamente por uno de los hombres, quien la agarró del cuello y le ató las manos con una velocidad y destreza dignas de un mago o un cirquero. La sensual italiana se montó encima de la desnuda Lisa, y también le ató las manos, y la boca para que no hablara. La rubia no pudo zafarse. Mientras tanto, Bart se encontró con el del cabello extraño y su maquiavélico hijo.

-Tú, ¡Bob Terwilliger! ¡Y su hermano Cecil! ¡Y su hijo Gino! ¡Y su esposa...! Wow... -Bart no pudo continuar la frase, brevemente distraído por la imagen de la italiana de cabello negro y vestimenta sensual que estaba montada encima de su hermana.

-Hola, Bart... Ejem, ¿Cómo sonó? He perdido el toque después de tanto tiempo sin intentar asesinarte, pero espero seguir sonando intimidante -le dijo Bob en su clásica jerga elegante. Bart solo levantó una ceja.

-¿Y para qué te esfuerzas en saludar siempre igual? Te he vencido tantas veces que no importa si suenas como Barry White o como el idiota ese de la voz chillona que dice “Sííí”...

-Me halaga que me sigas recordando después de tanto, Bart, pero esta vez será diferente. Mira, vine solo a cenar, pero de pasada a vengarme. Y nadie podrá detener mi venganza, ¿capicci?... JAJAJAJAJA... Ejem, Cecil, por favor, llévate a esa jovencita al baño y enciérrala ahí para que no moleste.

-Claro, claro, tú siempre dando órdenes, ¿no?

Después de una breve discusión que incluyó una competencia de citas de libros, Cecil se llevó a Laura sin problemas al baño matrimonial.

-Qué idiota, cómo se le ocurre confundir una frase tan mágica como la de la página 26 con una tan burda como la de la 159, igual en su contexto y gramática, pero distintas en su inspiración y... número de página. En fin, ahora querida esposa, llévate por favor a Lisa, quien aunque siempre arruina mis planes también, me es levemente indiferente... la mataré después que a su hermano.

Francesca tuvo problemas para agarrar a Lisa, quien se agitaba de un lado a otra tratando de soltarse. Gino se acercó con el cuchillo, lo puso en su cuello, y solo en ese momento logró calmarla. Le puso una correa y la arrastró como a un perro. Mientras se alejaban, Bart se quedó embobado viendo las curvas de la italiana, en ese atuendo revelador de hombros, pronunciado escote y corta falda.

-Mi esposa, Bart... lo siento -Bob sonrió maliciosamente, mientras ya se oía el caos en la Avenida Siempre Viva. Sacó una espada e iba a cortarle rápidamente la cabeza a su enemigo, pero algo se lo impidió.

-¿Qué? ¿No vas a matarme?, ¿Ya gané? Pero si no he hecho nada aún...

-¿Podrías por favor cubrirte eso? Me dan ganas de cortártelo, pero el plan era el cuello. Si me salgo del plan, perderé como siempre.

Bart notó su verga aún empalmada, cubierta de los jugos de Laura y Lisa. Trató de ponerse sus pantalones, pero era difícil. Bob empezó a impacientarse, justo lo que el muchacho quería. Como no pudo ponérselos, se los arrojó a Bob maldiciendo. Éste los cortó, pero al darse cuenta, Bart ya había escapado.

Mientras tanto, Cecil ataba a Laura al lavamanos.

-No intentes resistirte ni gritar, nadie te oirá, JAJAJAJA... ¡Rayos, mi risa malvada aún es peor que la de Bob!...

-Sí, es pésima.

-Cállate... Oye, ¿Por qué no te resistes ni gritas?

-Porque te tengo en mi poder, ¿Para qué voy a hacerlo? -Laura sonría con confianza.

-Por favor, estás desnuda, atada, desnuda, a mi merced, desnuda, mataremos a los que cuidas y... desnuda...

Cecil se quedó mirando a la muchacha metiéndose un dedo en la entrepierna mojada, sacando jugos como un torrente.

-¿Te gusta lo que ves?

-Sí... no veo uno de esos desde hace mucho.

-No me imagino por qué -replicó sarcásticamente Laura, luego sacó el dedo y se lo llevó a la boca, lamiéndolo con sensualidad -¿No quieres probarlo?

-¡Claro!

-Lamentablemente es solo para mi muchacho. Y hablando de él, tengo que ayudarlo, así que, ¡Con permiso!

Con un movimiento de varias artes marciales y militares mezcladas, Laura se deshizo de las ataduras, derribó a Cecil, lo ató con las cortinas de la ducha y le pasó su dedo cubierto de jugos por su mejilla, todo en un par de segundos.

-Entrenamiento militar, cariño. Ya vuelvo, no te preocupes.

Lisa fue jalada hacia la escalera, caminó como una perra obediente, ya que era amenazada por el cuchillo de Gino. Francesca le dio unas palmadas en la cara para que se diera prisa.

—Me duele...

—¿Qué me importa? Oye... ¿Por qué estás desnuda?

—¿Es importante eso, momma? —preguntó Gino.

—Para su información, interrumpieron una fabulosa y placentera sesión de sexo con mi hermano mayor, el mejor semental de Springfield —a Lisa se le ocurrió una idea de repente.

—Eso es imposible. Mi esposo nació en esta ciudad, así que es imposible que tu hermano sea el mejor..., espera un momento, ¿Tu hermano? ¿Tienes retraso mental o algo así? —Francesca se alarmó cuando se dio cuenta del incesto, pero Lisa no le hizo caso.

—Bueno, Bart es el mejor. Tiene una polla fabulosa, una resistencia titánica, un semen delicioso, tanto que no me importa follarme a mi propio hermano. Si Bob procreó esa cosa contigo, es porque no debe ser muy bueno —Lisa indicó a Gino con el dedo. Éste se enfadó y jaló de la correa, a punto de rebanarle el cuello, pero su madre lo detuvo.

—Tranquilo, pequeñín, tu papi quiere matarla personalmente.

—Pero me insultó...

—Tal vez no sea culpa de Bob. Tal vez tú no eres tan sensual como cierta muchacha rubia —Lisa se había puesto muy nerviosa con la amenaza de Gino, pero logró contenerla y miró con malicia a madre e hijo.

—Puta de mierda —Francesca se bajó la blusa para mostrar unos senos redondos, grandes y tentadores que hicieron que hasta Lisa se mojara. Aún más— ¿Ves? Tengo mejores pechos que tú, cualquier hombre se excitaría conmigo.

—Sí, especialmente tu hijo —Lisa logró exactamente lo que deseaba. A Gino se le había empalmado al ver a su madre con los senos al aire, su hombría era bastante notoria, y Lisa iba a aprovechar eso. Alex y Jessica le habían enseñado algunas cosas, así que se metió un dedo en la entrepierna, lo restregó un poco, y lo sacó para darle unos sensuales lametones.

—¿Qué haces, puerca?

—Por Budda, qué retrasado debe ser Gino, excitándose con algo incestuoso, su propia madre, eso me pone tan cachonda... —se acercó gateando a Gino, quien aún no la soltaba —Dime, pequeñín, ¿Quieres tener sexo conmigo? ¿O con tu momma?

—Sí, por favor...

—¡Gino! —Francesca no pudo evitarlo. Lisa ya se lo estaba chupando, no era una polla muy grande, pero Lisa no era exigente. En ese momento, solo quería provocar a la italiana, que su hijo la soltara y escapar, sin embargo el plan no salió como esperaba.Primero, porque le estaba gustando. Desnuda, atada y aún caliente por no haber terminado lo que hacían con Bart y Laura la tenía en serio cachondísima; y segundo, porque Gino tiraba de la correa y le follaba la boca. Francesca no perdía detalle.

—¡Bart! ¿Dónde estás, pequeño zángano? —preguntó Bob buscando al chico ahora en la cocina. No era capaz de encontrarlo.

—Jijijiji, lista la primera parte. Ahora... —Bart, escondido detrás del refrigerador, se asomó por la ventana cuando Bob se sirigía al comedor. Allí se reunían, como varias noches antes, los miembros del Club legítimo y social de Empresarios... más conocido como la Mafia de Springfield. Bart le lanzó una piedra a la cabeza del Gordo Tony.

—¿Quién puede haberse atrevido a lanzarme este pedrusco doloroso? —se preguntó el jefe de la mafia con su voz áspera.

—No se preocupe, jefe, ya lo tenemos —Piernas comenzó a disparar a todos lados, pero eso solo atrajo la atención de los maleantes que habían escapado de la Prisión.

—¿Qué haces, idiota?

—No hay tiempo, uno de esos señores es quien me apuntó con esta piedra, atacándome por la retaguardia. Muchachos, saquen sus armas.

Francesca se había arrodillado a insultar a Lisa a la vez que admiraba la chupadita que le hacía a su hijo.

—Las americanas son unas perras. Mírate, estás arrodillada, haciéndole un fellatio a mi hijo, desnuda y con una correa atada al cuello. ¡Y sonríes!

—Este pene está muy bueno, ¿No quiere probarlo? ¡Ay! ¡Gino, no jales tan fuerte, si ya sé que estás por correrte!

—¿Es en serio?

—Sí, momma...

—¿Sabes que vinimos a cenar? Entonces haz que mi hijo se corra bien, ¿está claro, perra? Para que tenga espacio para la cena.

—¿Qué cosa?

—¿Está claro, perra? —repitió Francesca, esta vez poniendo el cuchillo en la oreja izquierda de la rubia.

—S... sí.

—No es así como responde un perro. Vamos, mueve la cola, contenta de hacer que un macho se venga en tu boca, perra usada.

Lisa se sentía muy humillada, pero le gustaba por alguna razón. Allí, abofeteada por las manos de la italiana, además de amedrentada con una daga, jalada con una cadena al cuello por Gino, sin ropa, con una polla en la boca y moviendo el trasero de un lado al otro. No debía sentirse tan bien...

La cara de Lisa quedó totalmente manchada, ella no tenía ninguna intención de beber leche de otro en ese momento. La situación había cambiado de todas maneras, ya que al correrse, el muchacho relajó los músculos. Ese instante lo aprevechó Laura, quien acababa de llegar, para cortar la cuerda, empujar a Francesca, tomar a Lisa y correr.

En el primer piso, ambas muchachas desnudas chocaron con el miembro de Bart, quien acababa de dar la alarma en el vecindario. Se oían balazos en todas las direcciones.

—¡Bart!

—¡Chicas, vámonos de aquí!

—¿Cómo? ¿Dónde está Bob? ¿Qué pasa?

—¡No importa! —Bart las guió al garage, tomaron unas bicicletas y, sin perder tiempo en vestirse, pedalearon.

Bob encontró a Cecil, se estaba masturbando en el baño con la ropa interior de Laura, frotándola alrededor de su larga y delgada polla. Le dio demasiado asco preguntar la razón, y tenía en la mente solo asesinar a los Simpson.        También encontró a Francesca y Gino, follando en la alfombra. La boca de Bob quedó tan grande como sus pies, al ver a su esposa montantando el pequeño pene de su hijo, acto que ambos parecían disfrutar bastante.

—¡Bob, soy asquerosa!

—Papá, préstame a mami más seguido.

Debía ser una pesadilla. Bart se le escapó por enésima vez, Francesca le era infiel con su propio hijo, y el Gordo Tony, el resto de la mafia italiana, y Snake con su banda le disparaban a Bob a través de la ventana.

—¡¡¡No debiste hacerle fraude a mi familia allá en Silicia, Bob!!! —gritó Tony.

—Y le tiraste una piedra al jefe para deshacerte de la deuda, ¿Cierto? —preguntó Louie, mientras Piernas disparaba. Francesca y Gino ni se inmutaron, pero Bob corrió como pudo con una larga espada en mano. Él jamás había estafado a la familia de Tony. Nunca habría sido tan idiota para estafar al jefe de la mafia.

—Bob, te mostraré qué tan niña soy, y dejarás de inventar rumores en prisión como una fobia a las culebras —Snake sacó un largo cuchillo y entró a la casa a perseguir al hombre de pies grandes. Otra cosa extraña, apreciaba a Snake y jamás habría dicho... ¡Claro! ¡El muchacho! Como lo odiaba...

Bart hizo que las chicas pedalearan lo más rápido posible. Bob los perseguía, detrás estaba la Mafia, y más atrás los cientos de reos que escaparon. A las chicas, sin embargo, les era muy vergonzoso andar en bici desnudas, a la luz de la luna, pero a la vez era placentero. El sillín tenía contacto directo con sus entrepiernas, y ya las tenían empapadas.

—¡Bart! —exclamó Lisa.

—Oye, Bartie... necesito parar, estoy empapada en sudor... y otras cosas.

—Y yo tengo mis bolas enormes, llenas de leche y no me quejo. Aunque... —Bart vio un lugar idóneo para “descansar”, la ubicación perfecta: la Prisión Estala de Springfiel. El problema es que, en un auto estereotípicamente italiano, habían llegado ya Francesca, Gino y Cecil, y estaban estacionados en las puertas de la cárcel.

—¿Ustedes?

—¡Llamaremos a la policía!

—Les descuartizaré los cuellos si lo desean —amenazó Laura.

—Tranquilos, chicos —dijo Cecil.

—¿Acaso no recuerdan a qué vinimos? —preguntó Francesca. Tenía semen en los labios.

—Dijeron que venían a cenar —recordó Lisa.

—Sí. No podemos cenar con todo este ruido. Saben, no quiero que me deporten a Italia presa, en cambio a Bob le hace falta un tiempo lejos de su familia. Tanto tiempo lejos de Italia solo por ayudarlo en una estúpida venganza no es lo mío.

—Jijijiji —rió Cecil —Yo solo opto por lo mejor para mí. Y que lo odio.

—Así que —la italiana sacó una banana de la falda. Eran de la comida que dan a los reos. Lo abrió y se lo puso entre las tetas para lamerlo sensualmente —¿Qué quieren de comer?

En el interior de la Prisión, vacía como pensaban (hasta los guardias de Springfield son inútiles), Lisa, Laura y Francesca se recostaron en las camas dentro de una celda grande. De espaldas, ahora Bart, Gino y Cecil debían elegir qué iban a comer. O más bien, “cual”.

Bart, hambriento, se lanzó sobre la entrepierna de su hermana. Estaba empapada de sudor y jugos vaginales, y los comió con glotonería, como sabía que a ella le gustaba. Y era así, con dos lametones ya estaba gimiendo de placer.

Gino se recostó sobre Laura y empezó a comerse su clítoris. La muchacha, muy experimentada, se sintió con la obligación de guiar al muchacho.

—Ahí, pequeño, eso, come ahí... ohhhhhhhhhh... muy bien, chico, más, más, ahhhhh.

—Qué rico sabe esta cosa —dijo Gino, masturbándose mientras.

—Maldito, ¿hace cuánto querías follar con tu cuñada? —preguntó Francesca, viendo como Cecil se devoraba su clítoris y la hacía gemir.

—Hace mucho. Se siente tan bien comerse un coño jugoso y molestar al hermano mayor perfecto, jejeje.

La italiana sacó más comida de la prisión, debía ser una cena especial. Huevos. Le pasó uno a cada una de sus compañeras, y todas los rompieron a la vez, para embadurnárselo en el cuerpo. La esposa de Bob puso especial atención en sus enormes tetas que Cecil mordió con vigor, mientras Bart se ocupaba de su entrepierna.

Lisa se fue con Laura, y ambas se frotaron sus piernas y senos para el disfrute del joven Gino, quien usaba la misma fuerza en asesinar que en follar. Estaban totalmente sucias, y eso les encantaba, incluso pusieron a Lisa a mamársela otra vez al chico, mientras masturbaba a su niñera.

—Dios, Lisa, qué cachonda.

—Esto es increíble, estoy tan sucia que me voy a correr con solo comer algo.

—A mí me encanta esto de llenarme de comida. Mírame, somos unas perras, zorras, furcias putas que están sucias.

—Lo sé, jiji —Lisa se besó con Laura, y Gino se preparó para penetrar a la rubia —Hazlo, muchacho.

—¿Sabes que es lo mejor? Aquí hay chocolate —Laura se puso crema de chocolate en la etrepierna y se sentó sobre Lisa, para que lo degustara —Vamos, hazlo, no tiene nada de carne.

Lisa disfrutaba de una genial follada, a pesar de ser tan joven, Gino era como un animal. La adolescente niñera se embadurnó las tetas de chocolate, increíblemente excitante para Bart y Cecil, quienes tomaron a Francesca y entre los dos la montaron.

—Qué culo más fácil de penetrar...

—Me lo han hecho muchas veces, cuñado, está acostumbrado.

—Y supongo que Bob no está incluido, jaja —rió Bart, aunque luego suspiró de placer cuando Francesca ocupó el agujero que le quedaba. Se metió la banana a la boca para chuparla.

—Me encanta sentirme tan llena.

Ahora cambiaron. Totalmente manchada, Laura se puso en cuatro, Bart le abrió las nalgas y le dio por culo sin piedad.

—Más, más Bart, más, mi amor...

—Toma perra, toma, ¡Toma! ¿Te gusta? Dímelo.

—Me gusta, me encanta que des por culo.

—¿Cuánto?

—Infinito, sigue dándome más por mi sucio trasero —Laura se echó más chocolate, esta vez en la espalda, para que Bar le lamiera allí.

Lisa se abrazó a Francesca, juntaron sus tetas.

—¿Sabías por qué Bob siempre dice que aunque le arruinas los planes solo quiere matar a Bart? —le preguntó la italiana, rozando sus pezones con los de Lisa.

—No, ¿Por qué?

—Porque siempre tiene sueños eróticos contigo, quiere follarte antes de matarte. Yo también, por cierto.

—Inténtalo —Lisa sacó la lengua y Francesca se la chupó como si fuera un caramelo.

Por detrás, se ubicaron Cecil y Gino. El primero penetró a Lisa por la entrada delantera, agarrando fuertemente sus tetas, y jalandola de la cadena que aún tenía en el cuello.

—¡No tan fuerte! —se quejó un poco Lisa.

—Sabes que te encanta.

Y Gino le dio por culo a su propia madre. La mujer se rasgó todo lo que quedaba de ropa para que su hijo lo manoseara por donde quisiese.

—Vamos, tócame, hazlo como si quisieras matarme después. Cómeme, que es hora de cenar —la mujer estaba fuera de sí.

—Toma, toma, toma, toma, ¡TOMA!

Al final, Laura se montó sobre Cecil y le exprimió hasta la última gota de semen que podía, sentados en el baño de la celda. Estaba sucio, pero la chica deseaba hacer en un vertedero si podía, estaba totalmente descontrolada. La leche caliente se hizo un camino hasta el fondo de sus entrañas, lo cual la hizo llegar al orgasmo también. Luego la muchacha se acercó a la sensual italiana y le metió los dedos de la mano derecha en la entrepierna y los de la izquierda en el cuelo hasta que se corrió de gusto.

Gino y Bart terminaron sobre la cara de Lisa, quien se degustó con distintos sabores, y terminó de cenar bien. El propio Gino tuvo su ración de jugos vaginales.

Las noticias informaron que Bob Terwilliger fue atrapado en medio de un bosque, sumamente herido. Se precisó que ni Snake, ni la mafia lo alcanzaron, pero sí tuvo un choque con un rastrillo mientras huía, lo que hizo que callera por un acantilado.

Su esposa Francesca, su hermano Cecil y su hijo Gino fueron encontrados desnudos en la Prisión Estatal de Springfield, atados con distinas cadenas. Como no había cámaras, se intyó que jamás escaparon de la cárcel mientras ardía el caos. Les agradecieron el gesto, aunque ellos juraban que tres muchachos les habían puesto una trampa en medio de una sesión sexual. El Jefe de policía no les creyó mucho cuando comió su última dona.

Un letrero de “MILLÓN DE DÓLARES GRATIS” en el camino a la prisión hizo que todos los reos fueran re atrapados. Solo se encontró un lápiz y la firma de un tal “El Barto”.