The principles of lust

No todas las despedidas tienen por qué ser tristes.

Todavía recuerdo la cara que pusiste cuando, reunido con los amigos, os anuncié que me había salido una oferta de trabajo bastante jugosa en el extranjero y que en pocas semanas me marcharía, sin tener muy claro cuando volvería.

Tú y yo siempre habíamos tenido una relación muy especial. Nuestros padres eran amigos, por ello nos conocíamos desde que éramos pequeños. Eras de hecho la mejor amiga de mi hermana, ya que ambas teníais la misma edad. Quizá este hecho, que fueses su mejor amiga, hizo que nunca me plantease durante la pubertad si ese deseo que sentía a veces al verte era correspondido, como a veces me parecía, o no era más que malas jugadas de la mente calenturienta fruto de nuestra edad.

Después de muchos intentos durante años, por fin habíamos concretado una fecha para tomar un té, los dos solos. Supongo que el hecho de que te enterases que volvía a abandonar la ciudad, y esta vez para un periodo más largo de tiempo, hizo que considerases el quedar como una especie de regalo de despedida.

Había transcurrido mucho tiempo desde la última vez que habíamos estado cara a cara, tú y yo solos. En anteriores ocasiones todo había ocurrido en la tetería, acompañados de los mismos amigos y de las mismas conversaciones triviales. Últimamente me había aficionado a los tés, y aquel día iba a poder demostrarte lo aprendido hasta el momento. Esta vez todo iba a ser distinto, y no solo por los tes.

A ti te preparé un té negro aromatizado con cereza, jengibre, almendras y flores de malva. Para mi preparé un té roiboos de canela. Para terminar de dar el toque adecuado al ambiente, puse en el reproductor uno de los discos que tenía de Kenny G. Parece que la mezcla de aromas que proporcionaban nuestros tes combinado con la suavidad de las notas del saxo consiguieron darnos pie para que hablásemos.

Un poco para romper el hielo, hicimos las típicas preguntas... que sí cómo vas con la carrera, que cómo es que me marcho de nuestra ciudad, que si fíjate en el último vídeo musical de los años 80 que había encontrado en Youtube, época que ambos adorábamos de la música. Ya que empezamos a hablar de música, tú quisiste comprobar lo que yo te contaba sobre la cantidad de música que tenía en mi biblioteca y que me conocía toda ella. Para ello ideaste un pequeño juego. Tú me pondrías los primeros segundos de canciones elegidas por ti, y yo tendría que adivinar el título y el artista de las mismas. Tan confiada estabas en que yo perdería que aceptastes que el premio por ganar fuese estar durante unos minutos a mi merced.

Monedas. Una máquina registradora. Un papel rasgándose. Era imposible que no te dijese que sonaba Money de Pink Floyd. Pasamos a la siguiente canción. "Can you feel a little love?", preguntaba la voz de David Gahan. Dream on, de Depeche Mode. Un contador geiger. Una transmisión morse. Radioactivity de Kraftwerk. En la siguiente me lo pusiste fácil... Voces en un bar y un violín acelerando, palmas sonando. El comienzo de Correcaminos, de los Celtas Cortos. Después de otras cinco o seis canciones, no tuviste más opción que desistir y dar tu propio reto como superado.

Creo que no te esperaste nada de lo que vino a continuación. Busqué un pañuelo con el que taparte los ojos. Cuando me aseguré bien que no veías nada a tu alrededor, te cogí una mano y te guié hasta la cama, donde te pedí que te tumbases. Tampoco esperabas que en vez de pasar a la acción me acercase al ordenador, seleccionase la edición limitada del disco MCMXC A.D. de Enigma, diese al play y te pidiese que escuchases...

Sade dit moi qu'est ce que tu vas chercher ?

Sade, dime, ¿qué estás buscando?

Le bien par le mal ?

El bien del mal

La vertu par le vice ?

La virtud del vicio

Sade dit moi pourquoi l'evangile du mal ?

Sade, dime, ¿por qué el evangelio del mal?

Quelle est ta religion ousont tes fideles ?

¿Cual es la religión de tus fieles?

Si tu es contre Dieu, tu es contre l'homme.

Si estás contra Dios, estás contra el hombre

Sade es-tu diabolique ou divin ?

Sade, ¿eres diabólico o divino?

Sadeness (Principles of lust) fue una buena introducción... ahora venía lo interesante con Find Love (Principles of lust II):

The principles of lust are easy to understand

Do what you feel, feel until the end

The principles of lust are burned in your mind

Do what you want, do it until you find love

Los principios de la lujuria son fáciles de entender

haz lo que sientes, siente hasta el final

Los principios de la lujuria arden en tu mente

haz lo que quieres, hazlo hasta encontrar amor...

I am to come...

Pude notar como en parte de la canción tu respiración se asemejaba a los jadeos de la cantante. Tu pecho subía y bajaba siguiendo ese mismo ritmo, y pude notar como aún estando tumbada, tus piernas se encontraban intranquilas... Tu propio cuerpo te estaba delatando, me daba pie para dar mi siguiente paso.

Con la punta de mi dedo índice, suavemente, me propuse recorrer todo tu cuerpo por encima de tu ropa. Comencé desde tus pies, subiendo por tus piernas casi sin tocarte, haciendo que lo más que sintieras fuese una leve caricia. Conforme me iba acercando a tu vientre fui internando un poco los dedos para al instante siguiente volver a su camino original. Ese pequeño "desvío" hizo que tu cuerpo se estremeciese. La punta de mi dedo continuó subiendo por tu barriga en dirección a tus pechos, pasando primero entre ellos y luego describiendo un círculo alrededor de uno de ellos. Nuevamente pude observar la reacción de tu cuerpo viendo como tus pezones se endurecían y se marcaban a través de la camiseta que llevabas puesta. Para terminar este viaje, recorrí tu cuello y tus labios.

Una vez finalizada esta primera fase, me propuse hacer el recorrido inverso con mis labios. Primero se juntaron con los tuyos, fundiéndose en un jugoso beso donde nuestras lenguas jugaron a encontrarse. Aunque te hubiese gustado que durase más, dejé de besarte para ahora poder centrarme en tu cuello, en los lóbulos de tus orejas.

Cuando bajé a la altura de tus pechos te ayudé a retirarte la camiseta y luego tu sujetador, quedándote desnuda de cintura para arriba. Esta vez primero jugué con mi lengua, acariciando con ella tus pezones, humedeciéndolos, para luego abrazarlos con mis labios y morderlos con mi boca.

Continué con mi recorrido besando tu cintura y luego tu vientre. Te ayudé a retirar tus pantalones dejando tus braguitas todavía puestas. Me gustó poder observar como ya había marcas de humedad en las mismas. Te besé por la parte interior de tus muslos y por petición tuya dejé de bajar...

Acomodándome de rodillas frente a ti, retiré tus braguitas encontrándome con un sexo depilado, precioso, húmedo, pidiendo a gritos que mi lengua lo saborease. Humedecí uno de mis dedos y con él aparté los labios de tu coño. Quería poder ver su interior y ver como tu clítoris empezaba a salir de su escondite.

Besé la parte interna de tu muslo, la lamí, estuvo jugando cerca de tu coño pero sin llegar a tocarlo. Luego pasé al pliegue que formaba la pierna con tu coño, acariciando, besando, lamiendo de nuevo. Tú movimiento de caderas indicaba que pedías a gritos que dejase el muslo, así que eso hice. Coloqué mis labios en la superficie de tu coño, lo besé con fuerza y separé con mi lengua sus labios. Los recorrí arriba y abajo, sin olvidarme de ninguna parte en el recorrido. Con suavidad te abrí un poco más las piernas, para facilitar la introducción de mi lengua en tu coñito cada vez más húmedo. Adentro y afuera, adentro y afuera... Era una maravilla poder saborear tus jugos, y eso que solo estábamos empezando.

Pude comprobar que tu clítoris estaba lo suficientemente duro, así que centré mi atención sobre él. Con la punta de mi lengua saludé a esa pequeña perla para luego chuparla, recorrerla una y otra vez provocando que tus piernas se estremeciesen. Notaba como tu respiración se estaba acelerando, así que chupé con más fuerza tu clítoris, y me acompañé de primero un dedo y luego otro dentro de tu coño. Moví mis dos dedos con suavidad mientras no dejaba de chupar, consiguiendo que tus gemidos fuesen en aumentos. Te gustaba que te estuviese follando con los dedos sin dejar de comerme tu clítoris. Llegó el momento en que reventases, llegando el primer orgasmo de la tarde. Saboreé la pequeña cantidad de fluidos que había salido en el momento del orgasmo, y volví a besarte, compartiendo contigo el sabor de tu propio sexo.

Lo que no me esperaba es que después de ese beso te incorporases, te quitases la venda de los ojos, me la pusieses a mi y me susurrases "Mi turno". Me tumbaste y con tus manos recorriste mi cuerpo hasta llegar a mi entrepierna. Tu mano palpó mi polla, dura desde el momento en que me susurraste.

Con tu mano agarrando y magreando mi polla, subiste y me besaste. Notaste que eso me puso más duro. Ahora fuiste tú quien me quitó mi ropa, bajando mis pantalones y mis boxers, dejando la polla al descubierto. Humedeciste tus labios y me miraste, poniéndome a 100. Tu lengua comenzó a recorrer el tronco desde abajo en dirección a la cabeza de la polla. Después de un buen rato humedeciendo de esta manera mi polla tus labios se acercaron y rodearon la cabeza, con tu mano apretando mi tronco. La chupaste, y empezaste a engullirla, bajando despacio, muy despacio. El calor de tu boca, la maestría de tu lengua, la fuerza con la que tus labios rodeaban mi polla hicieron que se me escapase un gemido.

Subiste de nuevo y esta vez la bajada fue más rápida. Tomaste un ritmo endiablado, haciendo que me volviese completamente loco por el placer que estaba sintiendo. Dios, ninguna mujer me había hecho una mamada así... Todo el placer que me dabas venía acrecentado por el hecho de no ver, solo sentir, gracias a la venda de los ojos.

Yo no quería correrme todavía, así que te pedí que parases. Me incorporé y te pedí que te tumbases boca arriba. Con mis manos sujeté tus piernas, colocándolas sobre mis hombros. Acerqué la punta de mi polla a la entrada de tu coño, tremendamente húmedo a estas alturas. Estuve jugando un rato en la entrada. Quería que tú me pidieses que te follase. No tardaste mucho en hacerlo, momento en el cual introduje de una sola vez todo mi miembro. Volví a sacarlo despacio y esta vez lo metí de nuevo mucho más despacio, para que pudieses sentir con más detenimiento como me iba abriendo paso en tu interior.

Retiré tus piernas de mis hombros tumbándome encima tuyo. Rodeé con mis brazos tu cuerpo sujetándote por los hombros. A la vez que te besaba, mis embestidas iban y venían, cada vez con más fuerza y más velocidad. Me abrazaste y bajaste tus manos a mi trasero, para ayudarme en las embestidas. Me apretabas, me arañabas, y de nuevo eso me ponía a mil. Aproveché para poder besarte por el cuello, susurrarte al oído lo mucho que te deseaba y notar como te nuevo te venías. Cuando empecé a notar como los músculos de tu coño se contraían de forma rítmica paré sin llegar a sacarla, para que pudieses disfrutar de tu momento. Segundo de la noche y todavía no habíamos terminado.

Me incorporé y te coloqué a cuatro patas. Aprovechando la humedad de tu coño comencé a preparar con mi lengua la entrada de tu culo. De buenas a primeras, cuando notaste mi lengua jugar en la entrada te tensaste, pero te pedí que te tranquilizases, que confiases en mi. La mezcla de mi saliva con tus fluidos hizo que pronto mi lengua se deslizase sin problemas e incluso llegase a entrar un poco. Cambié mi lengua por un dedo, ayudado de nuevo por tus fluidos. Después de unas caricias no le costó entrar, así que lo introduje un poco más adentro. Una vez visto que estabas lo suficientemente relajada y se iba dilatando bien, metí un segundo dedo, suavemente al principio, para que la dilatación fuese lo más progresiva e indolora posible. Satisfecho por la dilatación, saqué mis dedos, me unté un poco de saliva en el glande y lo coloqué a la entrada de tu culo.

Muy despacio comencé a introducirlo. Diste un pequeño gemido mezcla de placer y un poco de dolor, hasta que ya conseguí meterlo del todo. Lentamente introduje el resto de mi polla, estando parado un rato ya que era tu primera vez y quería que no te doliese. Volví a sacarla sin llegar a salir la punta, y volví a meterla, comprobando que ya había menos resistencia. Esto me dio la suficiente confianza para iniciar el bombeo, dentro, fuera, dentro, fuera, haciendo que tu dolor se transformase en un placer que no habías conocido hasta ahora. Para hacerlo todo más intenso, rodeé tu cintura con una mano y la bajé a tu coño, para estimular ese clítoris que todavía seguía duro. Con esta doble estimulación tus jadeos fueron en aumento, y la presión con la que mi polla se encontraba en tu culo hizo que me quedase poco para correrme. Aceleré las embestidas y conseguimos que tú te vinieses una tercera vez y yo me corriese dentro de ti.

Con aquella sesión maratoniana ni nos habíamos dado cuenta que la música seguía sonando, en concreto un disco de Barry White que hacía que todo aquello quedase como el típico tópico de película de Hollywood. Nos reímos y quedamos abrazados los dos en la cama, cayendo al poco tiempo dormidos, relajados, sintiéndonos en paz.

A la mañana siguiente cuando me desperté no te encontré a mi lado. En cambio, encontré una nota encima de la mesa de mi habitación que decía "Volverás a menudo?". Creo que ya sabías la respuesta.