The nanny
Me reencuentro con una vieja amiga
Caminaba por la calle con un poco de prisa, no llegaba tarde al trabajo, pero quería llegar antes de lo posible para terminar unas tareas que tenía pendientes, pero antes pensé que sería buena idea desayunar algo, había salido de la casa sin comer, pasé en frente de una cafetería y me ví reflejado en el escaparate, alto, vestido de traje, con el pelo castaño peinado hacia atrás y la cara bien afeitada, era un hombre joven, de 32 años, pasado el escaparate, dentro de la tienda vi una mesa libre, miré mi reloj y tras soltar un suspiro entré en el establecimiento y me senté en la mesa, al tiempo vino una camarera a tomarme nota, era una mujer negra, sin racismos, pero negra, de cabellos morenos y rizados, ojos pardos, pechos grandes, no muy excesivos, tal vez una 90
-¿Qué desea tomar?-me preguntó, su acento no era español
-Sírvame un café y ese bollo-respondí señalando el bollo
-Enseguida señor-respondió ella, se dio la vuelta y vi su culo, no era muy grande, pero se balanceaba tan ricamente
El caso es que la mujer me resultaba familiar, ya la había visto antes, ese acento lo conocía yo de mucho tiempo atrás, no me dio tiempo a pensar mucho ya que al instante vino con mi pedido, pero quiso la mala fortuna que tropezara con el cubo de la fregona, que estaba en medio, y me tirara el café encima
-Me cago en la puta-exclamé yo levantandome enajenado, mi camisa había sido manchada de aquel líquido marrón
-Lo siento señor, discúlpeme, vamos a limpiarle-dijo ella, se levantó del suelo y me llevó a través de un pasillo que dio a un baño
-Perdóneme, en serio, no era mi intención, no llame al encargado-dijo ella preocupada, cogió una toalla y la mojó en agua pasandola por la mancha
-No pasa nada, ha sido un desliz-dije yo más calmado
-Si el encargado se entera me despedirá por mi torpeza, vivo sola con mi hija y esto es lo único que nos da sustento, por favor no diga nada-continuó ella empezando a llorar, no me dejaba hablar
-Ehh, ehh, ya basta, no pasa nada, no diré nada-dije yo
-Gracias señor-dijo ella soltando mi camisa, había quedado manchada de marrón. pero me abroché la chaqueta y apenas se notó
-¿Le puedo invitar a otro café?-preguntó ella
-No, llego tarde al trabajo, pero más tarde me pasaré a por ese café-respondí yo
-Salgo a las 21-dijo ella
"Un poco tarde para una camarera, tendrá que recoger y todo eso"pensé para mí mismo mientras recorría la calle casi corriendo con mi maletín en mano, ahora sí que iba justo de tiempo
Aquella tarde salí de mi trabajo y miré la hora, las 20:45, iba a llegar tarde a mi cita con la camarera, desanduve las calles que anduve horas antes y me paré en la cafetería, tenía las luces apagadas a excepción de la lamparita que había encima del mostrador, donde estaba ella, me metí en un portal a verme reflejado en el espejo de la puerta y me arreglé un poco, cuando salí vi que dos hombres se habían metido en el bar, no podía oírles porque estaba la puerta cerrada, pero por el cristal no se veían muy amigables ya que levantaban los brazos constantemente
-¿Qué está pasando aquí?-pregunté entrando
-¿Quién es este puta?-preguntó uno de ellos, no era español, se le veía más bien sudaca, gordo y de baja estatura
No la ví al principio, pero luego me percaté de ella, estaba en el suelo, sentada con las manos tapandose la cara
-No es nadie, un cliente-dijo ella
-Ya sabes qué hacer, que no se te olvide-respondió el gordo
Salieron de la tienda empujandome con el hombro y se largaron
-Qué bien que viniste-dijo ella aliviada
-¿Qué querían?-pregunté yo
-Siéntate, te traigo el café-dijo ella
-No, tráeme mejor una cerveza-respondí yo
Me senté en una mesa y no tardó mucho en venir, me fijé en que no vestía igual que aquella mañana, no llevaba el uniforme negro del establecimiento, sino unos tejanos y una camiseta de manga corta
-Disculpa mi atuendo, como te dije, me iba ya-respondió ella
-No, así está bien-dije yo
-Esta vez no te la he tirado encima-dijo ella bromeando
-No, no lo has hecho, vas evolucionando-respondí yo-Me suenas mucho
-A mí también-dijo ella
-Me recuerdas a algo de la infancia...coño-respondí yo
Me levanté de un salto y la miré mejor, sí...el mismo cabello negro y rizado, la piel oscura, esos pechos
-¿De tu infancia? Puede ser que nos viéramos-dijo ella
-Almudena ¿eres tú?-pregunté yo
-Sí, así me llamo ¿cómo lo supiste?-preguntó ella
-Almu, soy Manu-respondí yo
-¿Manu?-preguntó ella
-Hace muchos años, más de 20, tú estabas en mi casa, trabajando de niñera-respondí yo, era la niñera que tuve entre los 7 y los 10 años
-Manu, ahora caigo, madre mía que grande estás-respondió ella
Tras darnos unos besos nos volvimos a sentar
-Te fuiste sin decirnos nada-dije yo
-Tuve problemas, pensé que tus padres te dijeron porqué me fui-dijo ella
-Qué va, no me dijeron nada-dije yo
-Bueno, simplemente tuve que volver a Brasil de urgencia por que mi mamita se puso mala, luego no me dejaron volver a España, me casé, tuve una hija y pudimos volver a España de ilegales, pero mi marido nos abandonó y me veo obligada a malvivir con este trabajo mientras tengo que pagar a los que me trajeron acá-respondió ella
Se había echado a llorar
-Venga, no pasa nada-dije yo
-Por eso te he pedido que no dijeras nada del desliz de esta mañana, si me despiden no tendré plata para pagarles de vuelta y no sé qué nos harán a mi niña y a mí-respondió ella
-No te preocupes mujer, no pasa nada-dije yo
Recogimos todo y me fui a casa a descansar. Los días siguientes pasé por el bar y charlaba un rato con ella y tal hasta que la corrieron del trabajo, el jefe había escuchado quejas de otras empleadas y la habían echado
-Qué pena, me caía bien-dijo otra camarera que la sustituyó en el turno
Aquella tarde después de trabajar me pasé por su casa, vivía en un bloque de edificios del barrio gitano, en una mala zona, pero yo nunca dije nada, yo solía pasar por ahí para llevar a mi hijo al colegio (lo voy a aclarar, estoy divorciado y tengo un niño de 6 años), entré en el portal y subí hasta la segunda planta, allí, en una puerta de latón desgastada piqué y esperé
-Pasa-dijo ella
Yo pasé al interior y observé la estancia, no era el Ritz, ni mucho menos, ella estaba sentada en el suelo con las rodillas presionadas sobre su pecho, en el sofá, una niña pequeña se entretenía pintando en un cuaderno
-Manu ¿qué haces aquí?-preguntó ella tapandose con una manta, vestía solo un sujetador y las bragas
-Me he enterado de tu situación y he venido a ayudarte-respondí yo
-No puedes, esos tíos vendrán enseguida-respondió ella
-Sí que puedo ayudarte, te encontraré trabajo-respondí yo
-¿De qué?-preguntó ella
-De niñera ¿de qué sino?-respondí yo
-Yo solo trabajé de niñera contigo, lo hacía mientras estudiaba-dijo ella
-Bueno, pues hazlo de nuevo, como sabes tengo un niño de la edad de tu hija que necesita vigilancia, yo trabajo y no puedo ocuparme de él-respondí yo
-¿Sí?-preguntó ella dejando de llorar
-Sí, te haré un contrato decente y cobrarás un sueldo fijo al mes-respondí yo
Dicho y hecho, la convencí de que se viniera conmigo, empacó sus cuatro cosas, cogió a la pequeña y salimos del edificio, allí nos encontramos con los dos sudacas que la obligaban a pagar
-¿A donde vais, parejita?-preguntó uno de ellos
-Tienes que pagarnos, recuerda-dijo el otro
-No tengo dinero, espera un mes más que gane el sueldo-dijo Almudena
-No hará falta, este mes cobras por adelantado-respondí yo
Ella intentó rebatirme pero no la hice caso, saqué mi billetera y de ella extraje varios billetes que entregué al hombre
-Un placer hacer negocios contigo-dijeron ellos alejandose hacia su furgoneta desgastada
-¿Por qué hiciste eso?-preguntó ella
-Hay que empezar bien el trabajo-respondí
Abrí la puerta de mi coche y nos dirigimos a mi casa, vivo en las afueras del pueblo, muy cerca del monte, ahí tengo una casa escondida entre los árboles. Las invité a pasar y eché una mirada alrededor
-Papi-se escuchó una vocecilla, un niño pequeño corría hacia mí
-Ese es mi niño-dije yo poniendome en cuclillas
Lo cogí en brazos mientras girabamos en el aire
-¿Quién es ella?-preguntó de repente
-Una amiga de papi, te va a cuidar cuando yo no esté-dije yo
La convivencia empezó bien, yo sabía cocinar, pero ella decidió hacerlo por mí y así dejarme un poco de tiempo a mí para ver la tele o leer. Llevaba un mes sirviéndome cuando una noche se acercó a mi habitación, vestía un camisón largo de seda que perteneció a mi mujer, pero al dejarselo aquí se lo dejé a ella, ese camisón marcaba sus curvas y pude ver como no llevaba nada debajo, ya que se le marcaban los pezones, su melena negra le caía por la espalda y tenía sus ojos fijados en mí, tras unas gafas que no le había visto antes
-¿Qué lees?-preguntó con voz sensual
-Ingeniería en el siglo XIX-respondí yo
-¿Interesante?-preguntó ella acercandose a la cama
-No mucho la verdad-dije yo dejando el libro sobre la mesilla de noche
Ella se acercó hasta mí y apoyó su cabeza sobre mi pecho, escuchando mi corazón, sus piernas rozaban las mías
-¿Qué haces?-pregunté yo
-Agradecerte por esta acogida y esta oportunidad-dijo ella, lanzó una mano hacia mi paquete y tuve que pararla
-Yo no hago las cosas así-respondí yo
-¿No?-preguntó ella levantándose
-No, eso no hace aquí, en mi casa-respondí yo
-Qué corte, lo siento-dijo ella saliendo del cuarto
-Espera, ven-dije yo
-Dime-dijo ella en la puerta
-Puedes ponerte como estabas antes, aunque sin tocar, pero túmbate como estabas antes-le pedí
Ella se tumbó bocabajo encima de mí, sentí sus pechos en mi torso y su cabeza en mi hombro, apoyó su mejilla derecha en mi hombro y exhaló hacia mi cuello, yo, indeciso, le coloqué un mechón travieso tras la oreja y le acaricié la cabeza
-Perdona lo de antes, estaba obligada a hacerlo como síntoma de agradecimiento-respondió ella
-No pasa nada, no eres la primera que se me lanza al paquete, pero me he sentido raro-respondí yo
-¿Por? ¿Es porque soy negra?-preguntó ella
-No-respondí yo
-¿Porque soy muy mayor?-preguntó de nuevo
-No, si eres joven aún-respondí yo, tenía 44 años
-¿Entonces cuál es el problema?-preguntó ella
-Eras mi niñera, casi de la familia, se siente raro-respondí yo
-Ahhh, es eso-respondió ella comprendiendo
-Sí-dije yo
-Tu hijo se parece mucho a tí-respondió ella cambiando de tema
-Qué va, tiene más de su madre-dije yo
-Es igual de trasto que tú-dijo ella riendo
-Tal vez-dije yo
-Esta mañana se ha colado en el baño de mi habitación y me ha quitado la toalla, corría por toda la casa diciendo que era Superman-dijo ella
-¿Se ha tirado desde el balcón o alguna ventana intentando volar?-pregunté yo
-No-respondió ella
-Entonces déjale que sea Superman, eso sí, si hay alguien en apuros, en vez de volar que vaya andando-dije yo entre risas
-Qué chistoso-dijo ella arrebujándose más en mí, yo empezaba a sentirme incómodo, mi polla estaba despertando de su letargo, pero no quise decirle nada, ella se encontraba muy cómoda sobre mi pecho y no parecía haberse dado cuenta
-Sabes, me fijé de joven que pasabas mucho tiempo conmigo-dijo ella
-Claro, eras mi niñera ¿sino me cuidabas para qué estabas ahí?-pregunté yo
-No, me refiero que estabas más tiempo del necesario, incluso cuando no era necesario-respondió ella
-No sé, ya no me acuerdo, han pasado 25 años-respondí yo
-Yo sí lo recuerdo-dijo ella moviendose provocativamente. Deslizó su mano por mi pecho por encima del pijama y la bajó hasta mi pantalón
-Almudena...no-dije yo
-Sssshhh-dijo ella-lo necesitas tanto como yo
-No, déjalo-dije yo
Ella taponó mi boca con la suya, nuestras lenguas se entrelazaron mientras su mano bajaba hacia mi pene, lo encontró y lo cogió con su mano izquierda, se separó de mí y me bajó el pantalón, mi polla tenía 20 cm y era gruesa, con vello corto en la base ya que me rasuro y los huevos bien peludos, ella se agachó y me comió la polla, yo dejé de resitirme y le puse la mano en la cabeza, empujándola para que siguiera, ella movía su lengua alrededor de mi polla, daba lenguetazos a mi glande y me hacía cosquillas en el orificio de la uretra, me lo mordió levemente
-Puta-dije yo quitándola de en medio
-Déjame anda-dijo ella
-Me has hecho daño-dije yo enfadado
-Anda, no te hagas de rogar, prometo ir con más cuidado-dijo ella
Yo la dejé volver a comerme la polla y volvió a mordermela suavemente, yo la dejé, me hacía un poco de daño, pero no le dije nada, dejó de morder y volvió a chuparmela, intercalando pequeñas mordidas de vez en cuando, así hasta que me corrí en su boca, intentó moverse pero yo se lo impedí
-Muy bien, trágatelo, venga, trágatelo-dije yo
Ella se lo tragó y me limpió la polla, luego la dejé libre y se volvió a tumbar sobre mí, con mi polla entre sus piernas
-Gracias por esto-dijo ella, me besó de nuevo y se apoyó en mi hombro de nuevo
-¿Quieres continuar?-pregunté yo tocándole los hombros
-Sí, hazme tuya-pidió ella
-Como desees-dije yo besándola de nuevo
Le ordené levantarse y ponerse al lado de mi cama, cogió el vestido por las faldas y se lo sacó por la cabeza. Ante mí quedó ella desnuda, con sus pechos oscuros firmes aún con esas aureolas oscuras y los pezones duros, su coño era una pelambrera negra, separó los las piernas y vi su raja, con los labios rosados por dentro, húmeda, la pelambrera se extendía también por las axilas, donde estaba super poblada
-Sigues siendo una guarra, de joven ya tenía quejas de los pelos en tu sobaco, sigues teniéndolos-dije yo asqueado
-No le des tanta importancia-dijo ella
-Vale, pero mañana te quiero bien depiladita, sino esto no se repetirá-dije yo
Ella puso una cara de disgusto, en Brasil no le ponían pegas
-Vale-dijo ella al final
-Ven aquí anda-dije yo
La tumbé en la cama y le abrí de piernas, separé los pelos y encontré sus labios, metí la lengua dentro y sorbí el nectar que manaba de su interior, introduje más la lengua hasta alcanzar el clítoris y lo zarandeé, entonces se me ocurrió una idea y lo mordí, ella dejó escapar un grito y se cogió a mi cabello, pero yo seguí mordisqueando su clítoris con saña hasta que se corrió, entonces me lo tragué y la limpié bien
-Venganza-dije tumbandome sobre ella
Ella me besó de nuevo y yo llevé mis manos a sus pechos, los amasé, intenté pornerlos en la mano, jugué con sus pezones y tiré de ellos, ella llevó su boca a mi oreja y me la mordió suavemente
-Métemela-me susurró mientras tanto
Yo no respondí, simplemente obedecí, echándome para atrás me puse de rodillas en el colchón, ella abrió las piernas y yo me coloqué delante suya colocando mi miembro en su entrada
-Una cosa, yo follo sin condón y me corro dentro porque me gusta, si no quieres quedarte embarazada toma precauciones-avisé
-Vale-dijo ella
-No me gusta manchar las sábanas-me expliqué yo
-Sí sí, venga-dijo ella instándome a meterme en su interior
Yo así lo hice y se la metí de una, los huevos chocaron con su culo
-Ahh, ha sido muy rudo-dijo ella
-Cállate-ordené yo, no esperaba que fuera a obedecer, pero obedeció y se calló
Yo seguí penetrándola con rudeza, su interior estaba estrecho y costaba meterse en él, pero yo cogí sus piernas y continué con mis violentas metidas y sacadas, ella ya no se quejaba, simplemente se tocaba los pechos estimulándose mientras su cabellera se esparcía por la cama
-¿Estás cerca de terminar?-preguntó ella
-No-respondí yo
-Yo sí, me corro-dijo ella
Yo sentí como se corría en mi polla, sin sacársela le di la vuelta y la puse a cuatro patas, le di azotes en el trasero y vi que su ano estaba cerrado y lleno de pelos también, aquello daba asco, mantuve la compostura y seguí follándomela hasta que no pude más y acabé dentro de ella, ella sintió como su interior era llenado con mi esperma, me tumbé en su espalda
-Has dicho la verdad, te has corrido dentro de mí-dijo ella, yo pasé los brazos por debajo de sus brazos y le cogí las tetas
-Sí, siempre cumplo-dije yo estrujándole las tetas
Ella se giró y volvimos a la posición del principio, ella bocarriba y yo bocabajo, con mi polla aún dentro de ella, me puse sobre su pecho y la besé
-Siempre me gustaste, por eso me quedaba mirándote, no sentía lo mismo que ahora pero me gustabas, lo pasé muy mal cuando te fuiste-dije yo
-Lo siento cariño-dijo ella
-No te vuelvas a ir-le pedí
-No, me quedaré aquí contigo siempre-dijo ella
-Ya llevabas antes esas gafas, pero hasta ahora no te las había visto-dije yo mirando las gafas de montura fina
-Las uso para leer o estar con el ordenador-dijo ella
-No te las pongas, te afean los ojos-le dije yo
Con cuidado le quité las gafas y así mirándola nos quedamos dormidos
Nos despertamos tarde, sobre las 9 de la mañana, aquel día no tenía que trabajar, seguíamos en la misma posición, yo tumbado sobre ella, con sus manos a mi espalda y mi cabeza rozando su mejilla oscura, ella fue la que primero se despertó y me levantó de una nalgada
-¿Y los niños?-pregunté yo mirándola
-Siguen en la cama ¿podrías quitarte de encima? Me estoy cagando-respondió ella
-Vamos al baño, yo te llevo-me ofrecí
Sin sacar mi polla del interior de la mujer la llevé en volandas al baño de la habitación y la deposité en el váter, la observé mientras cagaba y luego meaba, pues una cosa llevó a la otra, luego la metí en la bañera, pese a que ella me suplicó que no lo hiciera
-Vamos a quitar toda esa roña que llevas encima-dije yo abriendo la llave del agua, el agua salió fría y poco a poco fue templándose, mientras ocurría me dediqué a mear observando a mi compañera, que se sumergía en el agua. Pasé la esponja por la piel oscura y luego la depilé, ella me pidió que la dejara con pelo y yo accedí a su petición, le dejé un triángulo un poco poblado en el pubis y en las axilas le dejé pelo también, eso sí, el culo se lo depilé por completo, a cambio de ello, ella tenía que estar dispuesta a mis peticiones, la obligué a llevar un uniforme negro y blanco, el típico de chacha, solamente que la espalda y el culo no los tapaba, simplemente tapaba las tetas y el coño, además tenía terminantemente prohibido usar ropa interior, tenía que estar a mi disposición cada vez que a mí se me antojase follármela
No sé de qué forma nos encontraron los sudacas que la perseguían, pero me reuní con ellos y se lo expliqué bien, no volvieron a molestarla y le devolvieron todo el dinero que le habían pedido, dejó de ser la niñera de mi hijo y se convirtió en mi mujer, aunque no nos casamos, pero dormía siempre conmigo y una semana después de haber follado por primera vez me comentó que estaba embarazada, que no había tomado la pastilla y que quería ternerlo, yo le dije que sí, que por mí valía y le dije en broma que tendríamos bebés hasta que uno naciera blanco, se lo tomó literal y acabamos teniendo un niño más, en total fueron 4 niños en casa (el mío, la de Almudena y los dos comunes)
Cuando los mayores llegaron a la edad donde empezarían a hacerse preguntas, los reunimos a los dos en una habitación y les explicamos sobre el sexo, así comenzó su historia, mi hijo desvirgó a su hijita delante nuestra y comenzamos a follar unos con otros, siempre manteniendo el respeto y las formas.
En una ocasión Almudena me preguntó que si no me importaba estar con alguien mayor, fue a los pocos años, cuando empezaron a salirle canas, yo le dije que no me importaba en absoluto y que seguiría follando con ella incluso cuando tuviera 80 años, el amor por ella iba más allá de lo físico y ambos lo sabíamos