THE LIST OF FUCKS (4) (Núm. 21, Paula la trans)
Paula es una muy buena amiga transexual sin operar. Además, tengo que decir que tiene un trabuco bastante considerable, yo doy fe de ello, y si quedara más dudas que se lo pregunten a mi amigo Eloy que fue novio suyo. Este relato se centra en cuando Paula era todavía un muchacho.
THE LIST OF FUCKS (4)
(Núm. 21, Paula la Trans)
Paula es una muy buena amiga transexual sin operar. Además, tengo que decir que tiene un trabuco bastante considerable, yo doy fe de ello, y si quedara más dudas que se lo pregunten a mi amigo Eloy que fue novio suyo. Si, es que Eloy es un personaje de mucho cuidado, no le hace asco a nada, se tira a tíos, se deja joder por transexuales, y en orgías también se folla a mujeres, vamos, un puto vicioso, y por eso lo quiero tanto y lo adoro, es más que mi hermano.
Paula sabía de nuestra empresa ficticia y de nuestros engaños con los tíos, de hecho alguna que otra vez había participado con nosotros sin ningún interes, solo el placer de pasárselo bien, de ponerse hasta el culo de todo drogándose a tope, y de camino follárse algún tío bueno. Ella tiene 22 años y es un bellezón como mujer, tiene unas tetas perfectas que le costaron una pasta, unas las caderas de tía 10, la cara guapísima que no tiene nada que envidiarle a cualquier mujer modelo que ves en las revistas, y jamás podrías pensar en la vida que lleva regalito entre las piernas... Pués si, lo lleva, y menudo pollón tiene la mamona, y todavía no me explico como lo esconde para que no se le note nada.
Su vida no ha sido nada fácil, sus padres la echaron de casa a los 18 años cuando empezó a hormonarse y cambiar de aspecto, no aceptaban que su hijo se paseara por el pueblo con peluca, maquillado, y vestido de mujer, y de que estuviera todo el día en boca de la gente. Lo más fuerte era, según ella, que muchos tíos que la criticaban y hablaban de Paula eran los mismos que se la follaban por el culo corriéndose agusto y a escondidas de sus mujeres. Así que después de que su familia la repudiara se vino a la ciudad y estuvo prostituyéndose, haciendo la calle durante bastante tiempo para pagarse la transformación a mujer y para poder vivir. Un día, hace dos años, la conocimos en un bar de ambiente donde trabajo Tino un amigo nuestro de la infancia, y vamos mucho para captar nuestras victimas, y desde ese día nos hicimo grandes amigos.
Eloy y ella conectaron enseguida, ya que son igual de viciosos los dos, y empezaron a salir más en serio, como novios. Tengo que decir que el tiempo que estuvieron juntos, no me sentí desplazado en ningún momento, todo lo contrario, cuando nos apetecía fóllabamos los tres como animales, sin prejuicios, sin pedir permiso, y sin dar explicaciones, es más, a veces parecíamos una pareja de tres. Estuvieron tres años enrrollados, viviendo juntos en el apartamento de mi colega, hasta que el amor se acabó, bueno más bien por que Eloy es un cabrón y es muy promiscuo, y se follaba todo lo que veía con polla, y además, estaban nuestras folladas en el local con los tíos.
Paula seguía haciendo la calle durante todo el tiempo que estuvo con Eloy, había total libertad en lo que respectaba al sexo, no existía la palabra cuernos, ni la palabra tabú, y mucho menos escrúpulos de ninguna clase, e incluso había clientes que ella nos traía para que folláramos con ellos... Hombres, claro está.
Primero y antes de contaros una de las folladas con Paula, os quiero relatar un polvazo que ella nos contó un día al poco de conocernos. Por aquél entonces ella hablaba muy poco de las folladas que había tenido siendo todavía tío, (digo entoces, por que ahora las cuenta todas sin reparo y con pelos y señale), pero una noche que estabamos super agusto, charlando los tres en casa de Eloy, muy colocados hasta las trancas y con una calentura alucinante, se soltó la lengua y empezó a contarno aquél relato... ¡Uffff, y que relato cabrones!
La Victima.
Daniel El profesor de Educación Física.
Os quiero contar una super follada, de esas de alucine Brother, que me pegó mi profesor de gimnasia Daniel en su despacho, antes, cuando era Pablo y no Paula, y antes de mi transformación. La verdad es que siempre he sido un poco afeminado, no con mucha pluma y muy amariconado, pero si que se me notaba un poco rarito. Tan joven como era ya había follado con más de un tío, y entre ellos algún que otro compañero de clase, que quereís que os diga colegas, ya me conoceís, soy muy putón y muy promiscuo, y cuando me entra la calentura hay que apagarla como sea, y si es con un macho pollón, muchísimo mejor... ¿No creeís?
Había un compañero, Carlitos Gomez, que me había calado desde hacía tiempo y sabía perfectamente que a mi me gustaban los chicos, sobre todo él por las miradas que le echaba al paquete, que siempre me pillaba, y por su puesto intuía que yo estaba loco por verle y comerle la polla que colgaba entre sus piernas. La cuestión es que le chupé la polla a Carlitos un día en los vestuarios del colegio después de la clase de educación física, y fue una delicia tener su miembro en mi boca, y no paré de mamársela hasta que le ordeñé los huevos a conciencia y me llenó toda la boca con su semen. Por supuesto tengo que decir que a mi compañero de clase le encantó, gozó de lo lindo, y salió bastante satisfecho por que después de esa primera vez lo repetimos muchas veces más, y con penetración incluida en mi culo.
Bueno, en fin, lo que Carlitos y yo no sabíamos era que esa vez, mientras yo chupaba arrodillado como una perra y le daba placer a mi compañero en el cipote, Daniel, el profesor de educación física, estuvo espiando durante todo el tiempo la mamada que le pegué a mi compañero en los vestuarios, y como me tragué su esperma como un guarrillo vicioso. No pasaron ni dos días, cuando el profe me llamó a su despacho para reprenderme y darme la charla, aúnque yo sabía perfectamente lo que él quería en realidad.
Siempre me ha encantado enrollarme con hombres mayores que yo, que sean grandes, fuertes, varoniles, que tengan un torso musculado y unos buenos brazos para poder lanzarme a ellos como los de Daniel, que me cojan en volandas y que me hagan entender que a partir de ahí soy su juguete preferido. El profesor tenía todo eso y más, a sus 25 años estaba como un tren de bueno, era el típico tío con andares de macho que cuando anda tiene que separar por cojones las piernas, por que lo que lleva entre ellas no le cabe y le molesta su enorme grosor. A mi eso me excita mucho y me pone muy cachondo, por que me pongo a imaginar como será lo que esconde bajo el pantalón de deporte tan pegadito, y que dimensiones alcazará ese manubrio estando dentro de mi boquita.
No tengo ni que deciros, que Daniel era uno de esos tíos que deseaba como loco tenerlo entre mis brazos, que me petara el culito a base de bien, y poder tener su pollón a mi entera disposición, y más después de saber que corría como la polvora entre los compañeros del colegio, allí en el pueblo, que al tipo le gustaba los chavales jovencitos como yo y que se ponía todo burro observándonos en los vestuarios, mientras nos paseábamos en bolas. La verdad es que era cierto, él siempre estaba allí con nosotros hablándonos después de la clase, corrigiendo los ejercicios que no nos habían salido bien, dándonos indicaciones de como hacerlos mejor, y mientras tanto el pervertido se ponía las botas mirando cuerpos jóvenes, pollas en reposo, y culos muy apetecibles.
Ese día que os voy a contar no fue diferente en los vestuarios, mientras nos duchábamos el profe soltaba su verborrea de lo que estaba mal y no había que hacer, y cuando terminó de soltar el tedioso discurso se acercó a mi y me dijo muy bajito que quería verme en su despacho cuando terminara de asearme y vestirme. Ya no quedaba nadie, se habían ido todos cuando me dirigí hacía su despacho, pegué en la puerta y Daniel con su voz ruda y potente me dijo que pasara. Cuando entré, me indicó muy educadamente pero con actitud de mando que me sentara en la silla que había frente a su mesa, y él colocó su trasero encima de ella, reposando el culazo en el frontal, de cara a mi con las piernas abiertas, y el exuberante paquetón bien pronunciado y perceptible a mi vista. Él comenzó a decirme sin muchos rodeos que me había visto sin querer, ..."Siiii, sin querer, venga ya", en plena faena con Carlitos mientras le chupaba la polla en los vestuarios, y que eso no estaba bien y no se podía hacer esas marranadas en el colegio.
Daniel: ¿Tú me entiendes Pablo?... Yo no me meto en que si te gusta tú compañero Carlos Gomez y quereís tener una relación, ahí no entro, ni soy quién para juzgaros, solo me limito a decirte que no era el lugar apropiado para hacer lo que estabaís haciendo...
Pablo: Una mamada.
Daniel: ¿Eh?
Pablo: Que era una mamada, profe.
Daniel: Si, ya, ejem, una mamada... En fin lo que quiero que entiendas Pablo, es que lo mismo que yo os vi, os podría haber visto algún compañero, o el conserge, o peor aún, la directora... ¿Y que huviéra pasado, eh?... Macho, es que estuvisteís más de 20 minutos dale que te pego, y no parasteís hasta que tu compañero eyaculó dentro de tu boca, que lo vi yo joder.
Mientras el profesor me hablaba de la mamada, su paquete cada vez engordaba más y más por segundos, y ya podía observar con mis propios ojos como se le marcaba perfectamente en el pantalón corto de deporte la silueta de su polla. Las señales se presentan y te avisan en cada momento, y esa era una clara señal que me daba a entender sin lugar a dudas que Daniel estaba realmente cachondo y excitado, y que tan solo provocándolo un poco, como yo se hacerlo, fóllabamos por cojones... Y así fue.
Pablo: Si tan mal estaba lo que estábamos haciendo Carlitos y yo, ¿Por que no vino usted a pararnos, y a decirnos algo?... O, ¿Es que le gustaba lo que estaba viendo, y le huviese encantado participar?
El profesor me miró a los ojos y se abrió más de pierna, alzando sutilmente la pelvis hacía arriba al mismo tiempo que me ofrecía el tesoro que guardaba su bragueta, y todo sin mediar palabra. A mi se me fue la mano al paquetón por instinto, y la planté justo en la zona donde la base del cipote y los huevos coincidían. Estaba todo tan embutido, que un simple movimiento de mi mano dejaba entrever la piel de los cojones, que asomaba y se le salía por la pernera. Le toqué la polla maciza por encima de la tela sin dejar de mirarle el paquete, notando el calor que despedía su miembro, y como iba creciendo cada vez más en la palma de mi mano. Acercó mi cara a la suya cogiéndome de la barbilla con la mano, pegó sus labios a los mios y comenzó a besarme. Ya de pie los dos, me comió la boca a tope, metiéndome la lengua hasta la garganta, mientras restregaba su hinchado paquete contra el mio, e intentaba encontrar hueco por arriba de mi pantalón por donde meter mano a mi culito a su antojo.
Sus dedos recorrian la raja de mi trasero de arriba abajo, hasta que se detenía en la golosina que él tanto deseaba, mi tierno y apretadito ojete, donde sutilmente los hundía hasta la segunda falange y muy suavemente me lo masajeaba con ellos. De comerme la boca pasó a besarme el cullo con delicadesa, haciéndome sentir un escalofrío de placer y gozo que recorrió todo mi cuerpo. Durante unos segundos, que para mi fueron eternos, notaba su aliento caliente, su jadeosa respiración, sus labios sedosos, y las suaves lamidas de su lengua sobre mi fina piel. Subía y bajaba con su lengua por todo mi cuello, dejándomelo bien mojado de saliva, Daniel siguió subiendo y cuando llegó a mi oreja pegó sus labios y me dijo muy bajito...
Daniel: ¿Sabes que, Pablo?... Me huviéra encantado unirme a vosotros dos en los vestuarios, y follarte este culito al mismo tiempo que le chupaba todo el cipote a tú compañero Carlos... ¡Mmmm!... Que gustazo me huviése dado.
No veas como me excitó aquello, y por un momento me imaginé la escena... Carlos envergándome con su cipotón la boca, y el profe destrozándome el ojete a pollazos, mientras los dos se comían la boca... ¡Uffff! Y pensé para mi, esta idea tengo que llevarla a cabo y pegarme una buena follado con los dos.
El tio estaba super caliente, me hizo retroceder hasta la mesa apoyando mi trasero sobre ella, ante la insistencia de Daniel de comerme la boca a saco, y meterme la lengua hasta el fondo buscando la mia. Joder colegas, si era capaz de hacer eso con un solo beso, qué no sería capaz de hacer con un beso negro en el ojete de mi culo, y por lo que había escuchado por ahí, era una de las cosas que más le gustaba al cabronazo. Sin darne apenas cuenta mi macho ya me había desnudado, había poco que quitarme, una camiseta de tirantas y el pantalón de deporte, calzoncillos no, por que no llevaba, pero aún así, ni me enteré. El profe me levantó el culito un poco con la mano y empezó a acariciarme mi delicioso agujero con el dedo. Por supuesto me dejé hacer y mi respuesta fue rápida, saqué la lengua y entorné los ojos de gozo, convirtiéndome en un puto cerdo y en un puto vicioso, que deseaba más que nada que el profesor me clavara la polla hasta las entrañas... Y me dije; Si culo quería, culo tendría el cabrón.
Daniel me dio la vuelta y me tumbó sobre la mesa, apoyando mi pecho sobre ella y dejándome el culo totalmente en pompa. Me separó las piernas por los muslos y después subió sus manos más arriba, a mis nalgas, para separármelas de par en par y poder mirar bien su nuevo manjar, mi ano, mientras el cabronazo se relamía los labios de gusto.
Daniel: ¡Mmmmm!... Que ricura de culito chaval. -
Puso su cara entre mis dos cachetes y esnifó con la nariz el aroma que despedía mi ojete a limpio, a recién duchado, y acto seguido sacó la lengua y comenzó a lamérmelo con codicia. El primer lengüetazo y el primer raspado de barba me hicieron gemir como a una vulgar putita, pidiéndole más de ese placer. No me había equivocado con él, el cabrón tenía una boca hambrienta y una lengua con habilidades divinas, y tengo que decir que nunca ningún hombre me había comido tan bien el culo. El placer era increíble, el cabrón solo separaba los labios de mi ojete para escupirme como a una ramera, y volver de nuevo a devorar el agujero sin descanso y con ansia. Había escuchado mil historias de hombres capaces de meterte una follada con la lengua, y yo en ese momento con el profe, lo estaba experimentando de primera mano. El tío era un maestro súper experimentado en el sexo, y sabía muy bien lo que estaba haciendo, y como darte puro placer.
Pablo: ¡Ohhhh!... Que rico, profe... Se nota que no es el primer culito que te comes, ¿Eh?... ¿Te gusta mi culito profe?
Daniel: Me encanta tú culito Pablo... ¡Mmmmm, que delicia!... Y no, no es el primero chaval, comer culos me da un gusto increíble, chuparlos, lamerlos bien, follarlos con mi lengua, y dilatarlos al máximo mientras los pongo a punto para meterles hasta el fondo toda mi polla.
Pablo: Dame más Dani, dame más... ¡Ohhh!... Todavía no me has metido la polla y ya me siento follado, cabrón... ¡Ufff!
Daniel: ¡Mmmm!... Me encanta que me digas guarradas chaval.
No sé cuanto tiempo estuvo sumergiendo los morros y merendándose mi ano, ni cuanto tiempo estuvo ordeñándome el cipote con la mano mientras la agarraba por debajo de mis piernas, pero a mí me parecieron horas de placer y gozo sin fin. Cuando Daniel se levantó y se puso de pie frente a mí, ya tenía el cipote por fuera de los calzones de deporte. Era de un tamaño impresionante y desmesurado, era lógico que aquél puto pollón escapara de su encierro, y no hubiera tela suficiente para encarcelarlo. Un buen cipote, gordo, inmenso, durísimo, y apuntando al techo totalmente tieso.
Pablo: ¡Joder, profesor!
Solo pude exclamar aquello con toda la boca hecha agua, pensando en como ese pollón entraría después por mi culo y me follaría a diestro y siniestro. No podía apartar los ojos de aquél rabo, "Que bonito era", allí embobado, con las rodillas hincadas en el suelo y con la cara a tan solo un palmo de aquella hermosura. Le bajé los pantalones hasta los tobillos, liberando su cipote y sus grandes huevazos. Cerré la mano en torno a ese durísimo tronco y me la metí dentro de la boca, tragándomela hasta el fondo, mientras el puto profe me cogía fuerte por la nuca y me gritaba sin parar.
Daniel: ¡Traga, traga mamoncete... Niñato come pollas, trágatela entera!... Así, chupa, como se la chupáste a tu amiguito Carlos... ¡Mmmmm!
Se la engullí devorándola entera, degustándola y saboreándola a tope. ¡Que saborcito más bueno joder! Tenía sabor a hombre viril, a macho follador tapa boquetes, a ese gustillo agradable y delicioso que se te queda pegado en el paladar y no quieres que desaparezca nunca. Sin parar de babear pre-cum por el capullo regordete, se fue abriendo paso a lo largo de mi boca, descapullando el glande ayudado por el cremoso y resvaladizo líquido que impregnaba todo mi hocico. Yo chupaba como una puta cerda, ya estaba la mar de cómodo con ese cipotón rellenándome la boca, hize un poder metiéndomelo entero y hasta el fondo por el gaznate, hasta que solté una arcada con todo aquello dentro de la boca, y ya aproveché para tragármelo hasta los huevos.
Daniel: ¡Que boca chaval!... ¡Cómo la chupas de bien!... Menudo chupa pollas estás hecho mamóncete... ¡Ohhhh!
Empezó a darme puntazos y a follarme la boca sin parar, como un puto animal salvaje, sin piedad, sin misericordia, sin importarle si me echaba los dientes abajo por las embestidas que me estaba metiendo el hijo de la gran puta. Pero, cómo me gustaba joder, que un tío así como un tren de bueno me estuviéra dando esas profundas y bestiales envergadas en el boquino. Me apretaba todo lo que podía su polla dentro de la boca, empujando mi nuca con su mano hasta el punto de dejarme sin respiración en varias ocasiones, y provocándome numerosas e incontables arcadas. Después me la sacaba de la boca y me hacía lamerle los huevazos a conciencia, para luego obligarme a metérmelos por el hocico de uno en uno, y luego los dos a la vez, mientras me escupía desde arriba y me insultaba pidiéndome más. Por lo visto al pervertido del profe le encantaba que le tirara fuerte de los cojones con la boca, y que se los estirara a tope haciéndole un poco de daño, mientras se agarraba fuerte la polla por el capullo y se lo apretaba bruscamente.
Daniel: Más fuerte, más fuerte... ¡Asiiiii!... Tira sin miedo chaval... ¡Ohhh!... Eso, así, aprieta fuerte mamón, así me gusta... ¡Uffff!
Cuando estuvo satisfecho de mi comida de huevos, me sentó encima de la mesa con las piernas bien abiertas y dispuesto a probar el sabor de mi duro y mojado cipote. Comenzó a pasarme suavemente los labios por todo el tronco, mientras me lo llenaba de abundante saliva mexclada con el líquido viscoso y pegajoso que se me escapaba generosamente por la rajita del capullo. Su lengua era una puta gozada, el cabrón la arrastraba como una serpiente por toda la superficie de mi rabazo, mientras lo relamía, lo chupaba, lo limpiaba, y se tragaba con egoismo el cremoso y espeso alimento que yo le regalaba. ¡Bestial colegas! ¡Que mamada! El cabrón de Daniel la cataba saboreándola a tope, meneando la cabeza mientras me hacía una pajilla de tornillo, y me llevaba al paraiso del placer. Y seguía, y seguía, el tio no para de tragar, insertándose todo el tronco de mi polla hasta llegar al tope, y juntar sus labios con la base de la bolsa de mis huevos.
Pablo: ¡Joder, que gusto!... Vaya comilón está hecho profe... ¡Mmmm!... Se nota que te gustan los rabos... ¡Ohhhh!... A cuantos compañeros le has chupado la polla, ¿Eh cabrón?... Dime, dimeeee. -
Daniel: A muchos chaval, a más de los que tú te crees, y todos quieren mi polla... ¿Y sabes lo mejor niñatillo? Que más tarde o más temprano, todos me ponen el culo y me piden que se los folle con mi cipote... ¿Tú quieres que te folle el culito también, mariconcete?
Pablo: Si, si, si... Fóllame Dani.
Daniel: Dani, no chaval. Mientras te folle este culito soy tú profesor, y me obedeces como la putita que eres, cuando me folles tú a mi el culo, que me lo follarás, me llamas como te salga de los putos cojones... ¿Entendido?
Pablo: Si, profesor.
Daniel: Súbete a cuatro patas encima del sofá, venga, vamos putita.
Me arrodillé encima del sofá que tenía en el despacho y me abrí bien de piernas. Con las manos me separé los cachetes del culo, sin dejar de mirarlo con la cabeza hacía atrás para ver la cara que ponía, mientras lo provocaba con movimientos sensuales y le enseñaba el boquete bien abierto. El cabronazo se relamía los labios dejando escapar la saliva de su boca, al mismo tiempo que miraba mi culo obscenamente, con lujuria, deseando petarlo entero, y meterme de un momento a otro la polla hasta el fondo del ojete. Me lanzó un par de escupitajos en centro del ojete, y deslizando con los dedos la saliva me la fue untando por fuera y por dentro del boquete. Tres dedacos noté dentro del ojete urgando y escabando como una pala, preparando el terreno afanosamente para lo que se avecinaba a continuación. El cabrón no me hizo esperar mucho, y en un abrir y cerrar de ojos me clavó todo el pollón en el ano de una sola estocada. Sentía mi culo petado por completo, todo lleno, colmado, y saturado por su polla. Comenzó a follarme el ojete a lo bestia desde el primer momento, como un toro salvaje se movía arremetiendo con su verga contra mi pobre culito, el cual con mucho gusto y placer saciaba a tope su hambre de pollón macho.
Daniel: Asi, toma, traga cabrón... ¡Ohhh!... ¡Que putito estás hecho chaval!… Todos sois iguales, lo único que os gusta es que vuestro profesor os de bien por el culo... ¡Ufff!... Que ganas tenía ya de metértela por culo niñato de mierda. Te vas a cagar del gusto que te voy a dar, pedazo de maricón calienta pollas... ¡Siiii!... ¡Que culo cabrón, que gusto!... ¡Que bueno estás niñato! -
Cuando el hijoputa me dijo el gustazo que le daba mi culito, me puso muy cachondo, como una perra caliente y super excitada. Que placer más grande me hacía sentir el Daniel, indudablemente el profe sabía lo que hacía con la polla y como darle gusto a una putita como yo. Me estaba reventando a placer, sin necesidad de colocar una sola mano sobre su enorme polla para sacarla y meterla por el agujero, las dos las tenía sujetándome por las caderas, mientras las atraía hacía él y a empujones me empotraba fuerte. El cabronazo jadeaba super excitado, y no paraba de decirme guarradas todo cachondo, al mismo tiempo que miraba cómo su polla entraba y salía como una barrena bien engrasadita por mi dilatado ano.
Daniel: ¡Uffff, cabrón!... Y parecía virgen la putita... ¡Ohhhh!... Se nota chaval, por cómo tragas, que este boquete lo han corpartido centenares de pollas de gran calibre como la mia... ¡Mmmm!... Y me pongo burro solo de pensarlo... Te han follado muchos, ¿A que si? -
Pablo: Si, siiiii, muchos. -
Daniel: ¿Y todos te han follado también cómo yo?... ¿Con tanto placer y gozo?
Pablo: Algunos si, pero tú eres el mejor profesor con mucha diferencia... ¡Ohhhh!... Sigue, dáme fuerte.
Daniel: Fóllame tú ahora, quiero que me envergues la polla en mi culo chaval.
Sacó su polla de mi culo, me tiró sentándome en el sofá bien espàtarrado y acudió como un inocente gatito a masturbarme la polla con los labios. Se colocó para mamar de lado, de forma que tenía su culazo al alcance de mi mano, y así poder explorarle el estrecho boquete y magrearle las nalgas a mi antojo. Me tenía la polla hecha un mar de babas el mamón, había tanta saliva pululando por ella que cogí un poco con la mano para depositársela en el ojete y trabajárselo con los dedos, mientras mi profe se dedicaba a joderme la polla a mamadas. Era indiscutible y evidente, que el puto mamón le había cogido el gusto a mi delicioso cipote y ya no lo podía soltar el muy cerdo. Yo miraba muy atento esos labios gruesos, esa barbita, esos ojitos que me miraban suplicantes de deseo y lujuria desde abajo mientras me chupaba la polla sin parar.
Pablo: Puto guaperas cabrón, chupa, así chupa, come pollas... ¡Cómo te gusta mamón!... Solo puedo pensar, en que te voy a romper el culo con mi cipote... ¡Mmmm!... Eso es lo que te mereces, ¿Verdad?
Daniel: Si, si, si... Me encanta que me follen el culo niñatos como tú, jóvenes, adolescentes con buenas pollas, y que esten muy buenos... ¡Uffff!... Ahora soy tuyo, soy tú puta, y dime y llámame lo que quieras.
Pablo: Claro que si puto maricón, claro que si, lo que te gustaría de verdad es que te estuviéran follando noche y día sin parar, por todos los boquetes que tienes... ¡Ohhhh!... Jodiéndote a saco machos como tú, super dotados, con enormes pollas, capaces de perforarte el ojete y destrozártelo sin piedad... ¡Sigue, chupa!... Eso es lo que te mereces cabrón.
Cuando me tuvo el pollón bien lubricado, se subió encima de mi y lo agarró con la mano colocándolo a las puertas de su agujero, y presionó hacía abajo hasta el fondo, hasta que se atiborró el ano por completo con mi herramienta. Para ser un tío gustoso de que le dieran por el culo, la verdad es que no lo tenía muy abierto, todo lo contrarío, tenía el ano bastante cerrado, e incluso mientras me lo follaba sentía mi polla super ajustada y ceñida en su interior. La verdad es que lo prefiero así y me gusta muchísimo más. Porque seamos sinceros, a qué tío no le gusta penetrar un ojete super apretadito, viciarse mirando cómo su polla se cuela por un espacio casi imposible y desaparece centímetro a centímetro destrozando todo a su paso... A mi si.
Daniel: ¡Que rico cabrón!... ¡Ohhhh!... ¡Que pollón tienes Pablo!
El solito cabalgaba a lomos de mi verga, marcando un ritmo frenético, salvaje, embistiéndome a lo bruto con su culo, al mismo tiempo que podía ver con ojos de vicio como mi polla aparecía y desaparecía una y otra vez dentro de su ojete. Daniel no paraba y su mano tampoco, aprovechando la ocación para calzarse una buena paja en la polla, y mientras, me hacía a mi una en la mia, pero con el culo. La corrida le pilló por sorpresa, estaba en el paraiso gozando del placer de mi polla tan gruesa perforándole el ano, que soltó la lechada sin previo aviso y sin poder contenerla. La lefa empezó a salir como lava por el cipote, mientras el cabrón chillaba y gritaba a viva voz de puro gusto. Me estrángulaba la polla cada vez que soltaba un chicate de semen, cada vez que contraía el esfinter apretando con fuerza el boquete del culo y lo cerraba comprimiéndome el tronco. Yo tampoco pude aguantar más, y cuando el profe se dió cuenta que me venía la corrida por mis gemidos, se volvió a agachar entre mis pienas y me agarró el cipote con su mano. Con la boca del mamón succionándome el capullo, buscando llenarse la boquita, y con la mano propinándome un pajote de escandalo, no tuve más remedio colegas y me corrí como un bellaco.
¡Que boca del mamón! ¡Cómo me ordeñó la polla! Haciendo ventosa con los labios cerrados y aderidos a mi capullo, absorviendo fuerte para adentro, y con sus dos dedos, el indice y el pulgar haciendo un anillo en la parte baja del glande... ¡Cómo cojones no me iba a correr! Estiré el cuerpo hacía atrás y le agarré la cabeza con las manos, y no se la solté haste que vacié la carga de leche que tenía almacenada en los huevos. La puta tragona del profe no dejó nada, se lo zampó todo, no dejó ni los restos. La boca del cabrón era cómo autolavado.
Daniel: Ahí la tienes chaval, reluciente, super limpia, sin un grumo de leche, y el capullo brillante... ¡Uffff!... ¿Te ha gustado Pablo?
Pablo: ¡Uffff!... Ha sido alucinante "Don Daniel".