THE LIST OF FUCKS (2) (Núm. 30, Nacho Torres)
Ahí estaba otra vez Nacho, en el cuarto oscuro de aquel antro, de cara a la pared, con los brazos sujetándose contra ella, los pantalones y los calzoncillos bajados hasta los tobillos, la espalda inclinada hacía adelante, con el culo bien abierto y empompa, y recibiendo una buena embestida en el ano, regalo del pollón de ese tío macizorro que tenía detrás.
THE LIST OF FUCKS (2)
(Núm. 30, Nacho Torres)
Ahí estaba otra vez Nacho, en el cuarto oscuro de aquel antro, de cara a la pared, con los brazos sujetándose contra ella, los pantalones y los calzoncillos bajados hasta los tobillos, la espalda inclinada hacía adelante, con el culo bien abierto y empompa, y recibiendo una buena embestida en el ano, regalo del pollón de ese tío macizorro que tenía detrás.
La Victima:
Nacho Torres tenía 28 años, estaba casado y tenía un niño pequeño, pero por lo visto le gustaba más una polla que a un tonto un lapiz, y sobre todo que se la metieran por detrás a base de bien. Él, Eloy y yo habíamos estudiado en el mismo instituto, aunque Nacho iba un curso por delante nuestra y no coincidiámos con él en clase, solo lo haciámos en los vestuarios ya que estabamos los tres en el equipo de fútbol del inti. Ahí, en las duchas, es donde mi colega y yo nos poniámos las botas mirándole el culo bajo el agua mientras se lavaba, y como no había ninguna sospecha de mariconeo por parte nuestra, Nacho se paseaba de lado a lado del vestuario con la polla al aire y balanceándola a cada paso que daba el cabrón, mientras nos hablaba como si tal cosa de las jugadas del partido... La de fantasías, y la de pajas que nos hicimos acosta de él... No os lo podeís ni imaginar colegas.
Pasaron unos cuantos años y un día me lo encontré en un garito gay, Nacho no me vió, pero yo si a él, y como lo ví de bien chupando polla. No me lo podía creer tíos, el machito del insti, el rompe coños según decian y que se había tirado a la mayoría de las tías de su clase, y ahora estaba en el cuarto oscuro arrodillado en el sulo, y comiéndose con la boca un navazo enorme de dimensiones extraordinarias... ¡Y como mamaba el cabrón!... A partir de ahí solo hubo una obsesión para Eloy y para mi... Follárnoslo a toda costa.
A Nacho el paso del tiempo lo había tratado bastate bien, seguía siendo el tío guapo, buenorro, y hermoso que conociámos cuando eramos chavales... Eso si, más maduro. Tenía el cabrón una boca super morbosa, de las que te apetece follar sin parar por los siglos de los siglos, y una cara de malote guapísima que seguía conservando. Alto, grandote, con un cuerpazo super fibroso y robusto que se notaba que se lo había currado bastante en el gimnasio. Un culazo prieto y respingón que era la delicia para cualquier ojo que lo mirase como se marcaba y apretaba la tela de sus pantalones. La polla no la tenía muy larga, unos 18cm más o menos, pero gorda y venosa como ella sola, y un glande bastante regordete con la rajita muy pronunciada.
Yo si había cambiado mucho desde los tiempos del instituto, de ser el chico canijo y escualido, el centro de sus burlas y las de sus amiguitos, me había preocupado de poner mi cuerpo en forma, de echar musculos y se apetitoso para el gremio gay. Tenía el pelo diferente, la cara la tenía más varonil, y me había dejado perilla. Os digo esto por que yo si reconocí a Nacho, pero él a mi no, y parece que desde el primer momento que me vió le gusté muchísimo.
LLevábamos semanas siguiéndolo Eloy y yo, y siempre era el mismo ritual... Llegaba al bar y se pedía un cubata. Mientras tanto ojeaba y le daba un buen repaso a los tíos que había en la sala. Cuando le gustaba alguno de ellos, se quedaba fijamente mirándolo, sobándose los pectorales y magrándose el paquete, y en ese momento echaba a andar hacía el cuarto oscuro no sin antes hacerle una señal con la cabeza para que lo siguiera. Evidentemente el tío lo seguía, ese culo que tenía el cabrón no se podía despreciar, y una vez dentro del cuarto se lo follaba a saco por detrás.
Volviendo al principio del relato, esperé sentado en la barra a que Nacho terminara y saliera del cuarto oscuro, mientras charlaba con mi amigo Jose el camarero, y me bebía una cerveza fresquita. Cuando salió se dirigió directamente a la barra y se sentó en el taburete que había a mi lado. Le pidió al camarero una copa de muy mala forma y se le notaba en la cara que no estaba muy satisfecho.
Marcell: Parece que no te ha ido muy bien ahí adentro por lo que veo.
Nacho: Perdona... ¿Te conozco?
Marcell: Creo que no.
Nacho: Ah, si, te he visto varias veces por aqui, pero parece ser que no te gusto, por que creo recordar, que te invitado varias veces a entrar conmigo en el cuarto para follar, pero no me has hecho ni puto caso. Entonces me pregunto yo... ¿Que quieres ahora?
Marcell: ¿Por que piensas que no quiero follar contigo?... A lo mejor es que no quiero follar contigo en ese cuarto asqueroso, mugriento, y lleno de viejos pervertidos. Mira tío, te invito a una copa, y si todavía quieres que follemos, tengo un sitio mejor y más bonito que ese mal oliente cuartucho.
Me aceptó la copa y estuvimos hablando un buen rato. Me contó que el tío con el que se fue al cuarto oscuro no sabía ni meterla por el culo en condiciones, que se le bajaba le erección a cada dos por tres, y que solo estaba pendiente de un niñato que estaba junto a ellos pajeándose mientras los miraba. Así que se enfadó, se subió la ropa, salió de allí, y los dejó a los dos para que follaran ellos. Le pedí un segundo cubata mientras él iba a echar una meada al baño, y ahí, en un descuído del camarero le vertí dentro de la bebida el cóctel de drogas que llevaba en el bolsillo. Cuando regresó se tragó medio cubata de un buche, y al cabo de un minuto le propuse irnos a follar los dos, él automáticamente me dijo que si y se bebió el resto del cubata de un solo trago.
De camino al local que ya conoceís y grabamos las folladas, me estuvo contando medio colocado ya, que a él también le gustaban las tías y follarse un buen coño, que de hecho estaba casado y le encantaba follarse a su mujer, y como más disfrutaba era cuando se la tiraba por el culo y la escuchaba chillar de placer.
Nacho: ¿Pero sabes como disfruto y gozo de verdad colega?... Con un buen pollón grande, gordo, y duro, rompiéndome el ojete del culo... Eso es lo que me vuelve loco de verdad colega... ¡Joder!... Que colocón más guapo llevo encima tío... No se lo que me pasa... Te estoy contando cosas que jamás se las he dicho a nadie... ¡Ufffff!... Que bueno estás cabrón... Que ganas tenía ya de follar contigo.
Marcell: ¿Y alguna vez te han follado dos tíos y te han metido por el culo dos pollas a la vez?
Nacho: No... Dos pollas a la vez nunca.
Marcell: ¿Y te gustaría probar?
Nacho: Pues como estoy ahora de agusto, de ciego, y de colocado, si te digo la verdad no me importaría probar... ¡Mmmm!... Tengo todo el cuerpo ardiendo en deseos tío... ¡Uffff!... Déjame que te chupe la polla mientras conduces, por fa.
Marcell: Vale tío, sirvete tu mismo, pero con tranquilidad que hay mucho tiempo y la noche es larga. Además, cabrón te tengo reservado un regalito que te enseñaré cuando lleguemos a mi local, y te juro que te va a encantar.
Todo el tiempo que tardamos en llegar al local, el mamón no paró de chupárme la polla ni un momento, ni respiraba el putón, y un par de veces lo tuve que parar yo quitándole mi verga de la boca, por que paracía que me la iba a arrancar de cuajo en una de sus succiones. Cuando entramos dentro, lo primero que vió sus lujuriosos ojos fue a Eloy sentado en el sofá totalmente espatarrado, con el cuerpo desnudo, tan solo llevaba puesto un tanga blanco tapándole lo que tenía entre las piernas, y una mascara de lucha mexicana que le cubría toda la cabeza y la cara. Eloy estaba esperando como un toro mostrando el cuerno super duro y grande tras la fina tela. Mi amigo estaba peor que Nacho, desde que le dije por teléfono que ibamos para allá se había puesto ciego de todo hasta las trancas, y el colocón que llevaba encima era indescriptible y aterrador.
Marcell: Este es tu regalo Nacho... Él y yo.
Nacho: ¿Y tu quién eres tío?...
Eloy: Yo soy tu peor pesadilla maricón... Y a la misma vez, soy tu mejor y más glorioso placer... Así que ya puedes arrodillarte como una puta perra y empezar a chuparme la polla como si no hubiéra un mañana.
Marcell: Dime Nacho... ¿A que quieres chuparle la polla a mi amigo?... Estás deseándolo... ¿Verdad mamón?
El tío ni me contestó, se fue hasta mi colega, se arrodilló y hundió su cara en la entre pierna de Eloy. Eso no era hombre, era un puto salvaje relamiendo, chupando, rozando con su lengua de arriba abajo todo el pollón aún cubierto por el tanga, el cual ya estaba más babeado y mojado que un pez en el mar. Eloy le cogió de los pelos con una mano y le levantó la cabeza tirándosela hacía atrás, y con la otra mano le dio de beber de un frasquito un buen chute de cristal líquido. Cuando se lo bebió entero tiró el frasco al suelo, se sacó el pedazo de cipote del tanga y se lo metió de una sola clavada en toda la puta boca al antiguo compañero del insti.
Yo no quise perderme la escena, quería ver en primera fila como el chulito machote del equipo de fútbol se tragaba la polla de Eloy, así que me coloqué agachado al lado de Nacho mirándolo como devoraba, como engullía, y como y de que manera tan bestial se zampaba aquél cipotón. Todo lo puto gordo que era se lo metió dentro del boquino e hizo un esfuerzo en vano por tragar. Según nos dijo Nacho después, ningún otro tío le había hecho nunca abrir la boca tanto con su polla como Eloy. Es que el pollón de mi colega Eloy era gigantesco, descomunal, monstruoso cuando se empalmaba, y mi polla también era grande, pero la de él me ganaba por goleada. Nacho le hincó el diente y la digirió a fondo hasta donde pudo, dejándola llena de babas mientras sus labios no paraban de chupar rabo y saborear esa verga saladita. Tenía tanta hambre el mamonazo que se la tragó hasta el fondo haciendo un super esfuerzo, toda su puta boca rellena por aquella polla, toda enterita se la tragó y tragó hasta que le entraron arcadas.
De vez en cuando para no vomitar, se sacaba el cipote de la boca para besarme a mi en los labios y comerme la boca metiéndome toda su lengua hasta la garganta, y dejándome paladear el sabor tan rico que tenía aquella mexcla de precum de Eloy y saliva de él. Cuando me cansé de esa escena me puse detrás de Nacho, el cual todavía estaba vestido de cintura para abajo, así que sin más preambulos le bajé con mis manos los vaqueros y los slip a la vez de un tirón, dejando al descubierto y ante mis ojos un delicioso trasero con los cachetes super redonditos y un ojete muy apetitoso. Mientras él se entretenía mamándole el rabazo a mi amigo, yo me distraía separándole las nalgas con mis manos, dejando al descubierto aquél boquetón tan rico, el cual no iba a tardar mucho en catar y saborear con mi lengua. Se estremeció de gusto el muy cabrón cuando notó mi lengua hurgando y escabando dentro de su ojete, movía el culo empujándolo hacía a mi boca para que se lo follara a lenguetazos, y le metiéra la lengua hasta el tope en lo más profundo de su ano.
Nacho: Follame el culo tío... Follame por favor... Follame.
Marcell: Tengo una idea mejor... Tú, enmascarado, ven y follatelo, y partele el culo en condiciones a este puto maricón.
Dicho y hecho, no tuve que pedirselo dos veces a mi colega Eloy. Nacho se puso a cuatro patas en el sulo con el culo empompa, mirando hacía mi colega al mismo tiempo que se separaba las nalgas con las manos, y le regalaba a su enmascarado el boquete del culo bien abierto. Sin previo aviso, y de una sola estocada el muy cabrón de Eloy le metió el pollón reventándole todo el ojete. Desde luego se la tenía guardada desde hacía mucho tiempo y el hijoputa se estaba vengando de lo lindo. Nacho al sentir aquella polla de caballo, atravesándole todo el culo, una y otra vez, entera dentro y fuera, sin parar, sin piedad, con brutalidad, gritaba como un cerdo degollado, el tío estaba llorando de dolor, y suplicaba e imploraba clemencia sin parar al macho de la mascara que lo violaba por detrás. Metí la cabeza por debajo para mirar bien la follada que le estaba dando mi colega, quería ver como entraba ese manubrio abriéndose camino, destrozando las paredes de su ano, y ensanchando ese boquete a tope. Cuando la sacó entera una de las veces, vi como le había dejado el boquete del culo al tío... Eso no era un boquete, era un bostezo... Su ojete estaba bostezando colegas... Asi que imaginaros que pollón tiene Eloy.
Atrapé con mi boca el cipote de Nacho, el cual tenía muchas ganas de saborear por cierto y desde hacía muchísimo tiempo. Quería sentir su grosor dentro de mi hocico, notar el calor de su gran manubrio, palpar con mi lengua cada una de las venas que recorrían su tronco, degustar tranquilamente y a conciencia cada gota de precum que se le resbalaba por la prominente raja de su capullazo. Cuando sofoqué mi hambruna con su polla, me deslicé hasta colocarme de rodillas con mi cipote frente a su cara y se la empotré dentro de la boca, y comencé a follársela para que el mamón se callara de una puta vez.
Nuestro compañero del insti chupaba y tragaba sin mas remedio, aguantándo los pollazos que yo le daba en la puta boca, tolerando los escupitajos de saliva que le lanzaba en el rostro, y soportando los puntazos a lo bestia tanto por delante como por detrás, cortesía de mi amigo Eloy... Y sin poder hacer nada para remediarlo.
Marcell: Éste tío si que sabe follar... ¿A que si?... Con éste cabrón no vas a tener ningún problema en abrirte bien culo, no como el tío mierda del cuarto oscuro que no se le levantaba y no podía ni metérte por el culo.
Eloy: ¡Joder cabrón... Que culo tienes!... ¡Ahhhh!... ¡Que gustazo colega!... Mírame el cipote M, lo tengo todo pringado de sangre, todo sucio y manchado de rojo... ¡Uffff!
Marcell: Le has partido el virgo cabrón, jajaja, el poco virgo que le quedaba a este mierda se lo has quitado, y te lo has llevado con tu polla... ¡Uffff!... Sigue dándole fuerte en el ojete colega, que contra más duro y violento le das, más enégicas y placenteras son las chupada que me da en la polla... ¡Ohhhh!
Así estuvimos bastante tiempo, hasta que Eloy lo rodeó con sus brazos por el torso y lo inclinó hacía atrás pegando su espalda contra su pecho, sentándolo encima de él, y todo esto sin sacarle el cipote de su culo y sin parar de cabálgarselo. Yo sabía exactamente lo que me estaba insinuando mi colega, y no era otra cosa que le metiéra mi cipote junto con el de él y nos lo follaramos los dos a lo bestia. Después de hacerme un hueco en su agujero, y de insertarle a tope mi rabazo de un buen empujón, se escuchó un grito por parte de Nacho que se escuchó a dos kilómetros. Mientras nos lo follábamos como animales salvajes, me encantó verle como se le transformaba el rostro, la cara que ponía de sufrimiento, de angustia, de dolor, y como soltaba dos gordos lagrimones de sus ojazos azules.
Marcell: Traga cabrón... Tragaaaa... Tú deseo hecho realidad. Dos pollones gordos, super grandes, y bien duros, destrozándote el ano, violándote a tope todo tu puto culo, quebrándote las entraañas por dentro, y sobre todo, con dos tíazos tan buenos como nosotros.
Fué decirle y escuchar aquello, y el hijo de puta se corrió sin poder contenerse y sin poder detener los borbotones de lefa que soltaba por su polla. El cabrón se retorcía de placer pegando saltitos y brincando con los dos rabos dentro del culo, al mismo tiempo que se vaciaba por completo de leche caliente e irviendo que tenía almacenada en sus huevos. El segundo fuí yo en correrme y el tercero Eloy, los dos le inundamos el recto con nuestra semilla, a borbotones se nos escapaba el espeso esperma llenándole por completo el boquetón del culo, y digo boquetón, por aquello quedó tan abierto y amplio como un parking de supermercado.
Después, y como siempre, Eloy se empleó en limpiale bien el ojete. Era lo que más a cien le ponía al cabronazo, beberse la lefa recien ordeñada que rebosaba dentro de los culos bien follados, y super abiertos. Por mi parte, a mi lo que más me excita es limpiar a lametazos un pollón corrido y manchado de lefa como lo tenía Nacho, paladear su saborcito aspero y salado, y que su líquido diluido en mi boca me corra garganta abajo.
Marcell: ¡Uffff!... Tío... ¿A que te ha gustado?
Nacho: He flipado cabrones... Ha sido alucinante... ¡Uffff!... Y muy doloroso, me ha dolido un huevo colegas.
Eloy: Pero ha que ha valido la pena... ¿O no tío?
Nacho: Total... Y lo repetería una y mil veces colegas.
Eloy: No te procupes por eso tío, que esto aún no ha acabado... Más bien diría yo, que no acaba más que de empezar... Jejeje.
Continuará...