The last laughter 4

¿Quién es en realidad Charles? ¿Cómo acabará la historia de estos dos amantes? ¿Kyle podrá aguantar su cautiverio? Todas estas preguntas y más, respondidas en este capítulo final. No se lo pierdan, tiene sexo.

Debo decir con gran pesar en mi corazón que ésta es la última ocasión que oiréis hablar de Kyle y Charles, pues es el último capítulo de “The last laughter”. La semana que viene empezaré una serie nueva, pero no puedo adelantar mucho de ella aún.

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The last laughter

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Un relato del Enterrador

El agente Gabriel Brain fue a trabajar como cada mañana, ignorando que ese día sería asesinado por alguien que ya había muerto. Al entrar en comisaría todos sus compañeros le recibieron con una sonrisa, y no era para menos, Gabriel era el mejor agente de policía de la ciudad. Había recibido el premio al poli del año cuatro años seguidos, había realizado más de 10.000 detenciones en sus 20 años de servicio y siempre trataba a todo el mundo con una sonrisa en los labios.

Mientras avanzaba por el pasillo iba saludando amigablemente a todos los agentes, Gregor el tímido, Kurt, al que conocían como K; el doctor, etc. Llegó al despacho del jefe, el comisario Arthur, y entró para porque tenía una reunión con él a primera hora. El comisario, que le tenía un gran cariño, le recibió dándole la mano y le sonrió. Después se sentaron y le informó sobre su misión. Al parecer, un hombre había llamado a la policía porque había oído gritos en la casa de su vecino una noche y desde entonces, no le había visto salir. Había pasado una semana desde el grito, así que estaba preocupado.

Parecía un caso fácil, y más si se trataba de Gabriel, así que aceptó sin problema. Cogió a un par de agentes y preparó el coche. Por el camino estuvieron charlando animadamente sobre sus familias. K les dijo que su hijo ya sabía andar y que se le caía la baba con él y Gregor comentó que se había hecho su primera paja a sus 45 años.

“¡¿A los 45?!-se sorprendió K-Pues yo me hice la primera a los 8 años”. “Porque tú eres un pervertido-se rió Gabriel-. Yo me hice la primera a los 13”. La conversación se había torcido a la típica conversación adolescente sobre quién se hacía pajas y quién no, algo bastante absurdo teniendo en cuenta sus edades. Después de reírse un rato de Gregor por no atreverse a dar el paso incluso después de haberse casado, llegaron a su destino. Era un enorme casoplón que estaba en el centro de la ciudad. Parecía la casa de una familia adinerada importante, así que decidieron llamar al timbre primero.

-Si son negros disparo sin preguntar, ¿no?-preguntó Gregor asustado.

-¡Pero qué barbaridades dices!-gritó K-Si son negros no se pregunta.

Gabriel suspiró, esa regla no escrita de la policía sobre que había que matar a los negros indiscriminadamente jamás le había gustado, y sabía que tarde o temprano alguien se rebelaría. Mientras estaba absorto en sus pensamientos los otros le llamaron la atención,  porque nadie respondía al timbre.

-Pues no queda otra, ¡vamos a tener que entrar a la fuerza!-ordenó Gabriel.

Gracias a la fuerza de sus pies le dieron una patada tremenda a la puerta y ésta cayó rendida a sus pies. Justo al hacerlo, como si de un agujero negro se tratase, el interior de la casa aspiró el aire del exterior con gran ferocidad. Los tres agentes fueron arrastrados dentro sin poder evitarlo. Arrastrados por la corriente de aire chocaron contra una pared y acto seguido, la puerta se volvió a colocar en su sitio.

Gabriel, aturdido, dijo para sí: “Vaya sistemas de seguridad que tienen los ricos…”. Intentó llamar la atención de sus compañeros, pero éstos estaban dormidos. Corrió hasta la puerta para abrirla, pero ya no había forma, parecía bien sujeta. Intentó patearla de nuevo, pero no se movió ni un ápice. En ese momento una voz de ardilla le habló por megafonía: “Welcome, my dear guest. This is a game, so…”. Antes de que la ardilla pudiera terminar, Gabriel suspiró y dijo: “Lo siento, no tengo ni idea de inglés…”

-Tsk. Con lo melodramático que queda el inglés. En fin, lo haremos a tu manera-masculló la ardilla molesta-Bienvenido, mi querido invitado. Esto es un juego, así que tienes que ganar.

-¿Un juego?

-¡Ding, dong! ¡Así es! La victoria te dará derecho a la vida y la derrota derecho a la muerte, jiji.

-¡Oiga! ¡Soy agente de policía, no haga tonterías y salga!-gritó cabreado el agente.

-Me temo que no, me temo que no. Esta casa es la casa del horror, la dimensión de la que no se puede salir, el eterno nido de la oscuridad, así que o juega o será ejecutado-explicó la ardilla.

-Está usted chiflado…

-¿Yo? Qué gracioso. Yo no puedo estar chiflado, agente. Porque yo no existo.

-¿Q-qué?

-Disfrute de su pesadilla-cortó la comunicación.

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4ª Risa: Las dos caras de una misma moneda

Había pasado un mes desde el incidente con el agente Jesús y Kyle cada vez estaba más ido. Cada día Charles lo tomaba en el sótano y todos los días le decía que lo amaba. ¿Podía ser eso cierto? ¿Podía alguien que ama a otro torturarlo de esa manera? ¿Es eso el amor? Kyle cada vez entendía menos lo que era el amor y cada vez tenía menos ganas de salir de allí, lo único que quería era morir.

Lo curioso es que para entretenerse en sus longevas horas de cautiverio tuvo la ocurrencia de empezar a hablar con las cucarachas, así por los menos no se sentía solo.

-¿Sabe, doña Enriqueta? Si algún día salgo de aquí terminaré mi carrera de ingeniero y podré tener un empleo que me dé mucho dinero, ¿a que mola?

-Bah, mi marido sí que era un hombre. Él trabajaba yendo todos los días a las cloacas a traernos excrementos para comer-dijo Kyle cambiando el tono de voz para hacer de Enriquetta.

-¡Puaj! ¡Qué asco!

-Qué exquisitos sois los humanos, con lo asquerosos que sois.

-¿Asquerosos?

-Soy maś feos que una nevera por detrás. A nosotras, las cucas, como nosotras nos llamamos, nos dais mucho asco-alegó Enriquetta.

-Pues bien que os subís en humanos o devoráis cuerpos muertos.

-Eso es porque tenemos la necesidad de hacerlo. Pero en cuanto podemos, nos lavamos, ¡qué asco!

-¡Enriqueta, ¿qué haces hablando con el humano!-gritó Kyle haciendo de Joshua, un amigo de Enriqueta.

-Pues, hombre, es que se aburre el muchacho, así que le doy conversación-respondió Enriqueta.

-Dice Gacha, la cucaracha, que dejes de hablar con él, que te encariñarás y luego si el amo se deja la luz apagada no podrás comértelo.

-¿P-pensáis co-comerme?

-No es nada personal, mozo, tenemos hambre, tú tienes piel, ya sabes-respondió Joshua.

-¡Charles me ama! ¡Nunca dejará que me comáis!-gritó Kyle nervioso.

-Lo siento, Kyle. Pero bueno, yo te daré conversación hasta tu inevitable muerte. ¿Sabías que Decto el insecto se ha acostado con Tricho el bicho a espaldas de su mujer, Paquita la de las antenitas?-le contó Enriqueta.

-(Veo que todos tienen motes…)

Y así, tras una conversación demencial, que desembocó en la tertulia sobre la emergente homosexualidad del pobre Decto el insecto, la puerta del sótano se abrió. Enriqueta se calló y cuando la luz se encendió huyó junto al resto de los suyos a la grieta del sótano. Kyle se estremeció, otra vez vio la horrible imagen de esos maniquíes con caras de horror. Debido a las veces que los había mirado durante el sexo con Charles para intentar pensar en otra cosa, les había puesto hasta nombre.

Jim el tristón miraba con expresión triste y con los ojos llorosos, Maca la cachonda se reía con una sonrisa exagerada, que le recorría prácticamente toda la cara mientras mantenía los ojos achinados; Kevin el quejica tenía expresión de pánico, parecía la típica expresión del grito, con las manos en las mejillas y la boca muy abierta; y en último lugar Selena la serena, que miraba con expresión seria hacia Kyle. Siempre le había parecido que Selena era la única a la que no le importaba su situación. El resto con sus miradas expresaban tristeza, horror o risa ante la situación de Kyle, pero ella no, ellos lo miraba fijamente sin decir nada. No sabía por qué, pero ella era la que más le agradaba.

Los sacos del techo se balanceaban a un ritmo hipnótico y de vez en cuando dejaban caer alguna gota de un líquido que Kyle no sabía identificar, pero que podía imaginarse lo que era fácilmente. Las estanterías estaban llenas de calaveras, muñecas con expresión sonriente y algún que otro peluche de oso que también permanecía impasible ante el sufrimiento del Kyle. Charles andó hacia él, como ya era habitual, y le sostuvo la barbilla.

-Parece que ya conoces muy bien este sótano. Me alegro de que hayas interiorizado que éste es tu hogar-sonrió.

-Es curioso llamar hogar a algo que sólo me trae sufrimiento y dolor-le respondió Kyle con otra sonrisa.

-Por cierto-su cara se puso seria-. ¿Con quién hablabas?

-Con Enriqueta. Hemos estado hablando de que Decto le pone los cuernos a su mujer-respondió indiferente.

Charles lo miró con una mirada retorcida, pero Kyle apartó la suya enfadado. Estaba ya bastante harto de que ese maltratador le tratara como un juguete. Igual sólo tenía que aceptar la propuesta que le hizo el primer día cuando le dijo que no le importaba quedarse sólo con un trozo de su cuerpo. Alzó la mirada y observó sus rasgos perfectos, su dulce y brillante cara, sus ojos fríos y su pelo rebelde. No podía. Rechazar a un Dios era un pecado inimaginable, y la vida le había ofrecido un demonio con envoltorio de Dios, así que no podía rechazarlo.

Charles parecía haberle leído la mente porque sonrió y acercó sus finos y delicados labios al oído de Kyle de forma pausada, para luego decir: “Si quieres que te mate, sólo tienes que pedirlo”. Los ojos de Kyle se abrieron hasta un límite que ni él mismo creía que podía superar. No le quería. Era mentira. ¿Acaso alguien que te ama puede decir que va a matarte como si nada? No podía ser. Si Charles no le quería, tampoco tenía nada por lo que vivir, y por tanto, no le importaba cometer un pecado horrible, así que sonrió y miró a aquel guardián de la muerte. Con voz susurrante y unas lágrimas que comenzaron a bañar sus mejillas suplicó:

-Por favor, si es cierto que no me amas, mátame.

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-Esto tiene que ser una broma de mal gusto…-suspiró el agente Gabriel.

Sin embargo, aquella sería una broma muy macabra, y nadie querría acabar en la cárcel por una broma, así que parecía que el tipo iba muy en serio. Se giró hacia sus amigos y ya no estaban. Extrañado, comenzó a llamarlos por si se habían despertado, pero no hubo respuesta. Corrió a buscarlos inmediatamente, empezando por la habitación que tenía más cerca. Al entrar vio que se trataba de un dormitorio, aunque cualquiera lo diría…

Sólo había una cama, llena de sangre y con una cabeza de oso de peluche en el centro a la que le faltaba un ojo. La habitación estaba pintada de rojo, por lo que no pudo ver su sentencia de muerte. De repente, la luz se apagó y lo vio claro, un mensaje con sangre en la pared.

Alguien había echado luminol sobre la sangre, un producto químico que hace que la sangre se ilumine al darle luz. Después de haberse apagado la luz una pequeña lucecita guiaba la vista del agente Gabriel por el texto, así que pudo leer que decía: “Si encuentras a la mitad, encontrarás al entero. Así ganarás el juego”. En ese momento oyó algo moverse a su espalda, en el salón. Al girarse vio una sombra que estaba parada delante de él.

Intentó correr hacia ella, pero la sombra se desvaneció cuando estaba a punto de tocarla. Debía ser algún truco que había colocado ahí el sádico que había montado toda esa parafernalia, así que no podía fiarse ya ni de su sombra. En el salón seguía sin haber ni rastro de sus compañeros, sólo veía una habitación vacía en la que reinaba el silencio. Es curioso, pero cuando el miedo se apoderó del agente Gabriel todo lo que había en la habitación se impregnó de oscuridad, todo le daba miedo, todo podía ser malo, todo se había contaminado por la maldad del lugar.

Una risita lejana alertó al agente, así que dejó su miedo a un lado y corrió a enfrentarse a la amenaza que había llamado su atención. Cuando más se alejaba del salón más rápido corría y más se oía la voz. Su corazón iba a mil por hora y el pasillo parecía eterno, ya que al fondo de éste lo único que se veía era una nube de oscuridad que parecía tragarse las paredes. Finalmente se paró ante una puerta, de la que parecía proceder el ruido, en ésta, escrito con sangre, ponía: “Dare you? I think you shouldn’t”.

El policía, como no tenía conocimiento alguno de inglés, entró sin saber qué se iba a encontrar. Al abrir la puerta se encontró con la oscuridad más absoluta, la puerta se cerró tras de sí y un grito ensordecedor bloqueó su mente durante un minuto. Parecía como si alguien tuviera tal desesperación que todo su dolor hubiera salido a través de su garganta en forma de lamento. Era desesperado, ansioso y muy alto. Cuando el grito cesó, la luz se encendió de golpe y una radio apareció ante sus ojos.

Pero claro, la radio era en lo último en lo que podía pensar, porque al igual que en la otra habitación, no había otra cosa que una cama ensangrentada, pero a diferencia de la anterior ésta no tenía una cabeza de peluche, sino el cuerpo sin vida desmembrado en cabeza, tronco, piernas y brazos, de Gregor, su compañero.

Ahora el que tenía ganas de gritar era él, pero no podía detenerse, la puerta que había dejado tras de sí se abrió de nuevo y al otro lado apareció un hombre, o al menos eso le pareció a Gabriel. Tenía la cara cubierta por una especie de máscara que lloraba amargamente. Iba vestido de gala, con traje, pajarita y guantes, además, sus ojos totalmente negros, tenían pintadas unas dulces pestañas, que le daban un aspecto infantil a su macabro ser.

Gabriel sacó la pistola y le apuntó, pero el hombre ni se inmutó, permanecía ahí de pie observando al policía. Como si de un autómata se tratase, alzó su brazo de forma pausada y con dificultad para darle una tarjeta a Gabriel. Al hacerlo, éste notó que un hilo era lo que lo movía, así que disparó a su cabeza y sus sospechas se cumplieron, la cabeza le explotó, porque era una simple marioneta de tamaño humano.

Cogió la tarjeta del suelo y la leyó detenidamente: “Sigue la melodía y hallarás al músico”. Justo al dejar de leer, un piano comenzó a sonar. Esta vez sí que había que haber alguien tocando el piano, ¡tenía que ir a comprobarlo! Echó a correr de nuevo por ese pasillo eterno y finalmente llegó hasta una puerta al final del mismo. En la puerta estaba escrito con caligrafía esmeradamente cuidada: “Ábreme” y el policía así lo hizo.

En el interior de la puerta se encontró con un enorme comedor, en el que había una amplísima mesa y un montón de sillas. Otra marioneta apreció ante Gabriel desde el techo, dándole un susto de muerte. Su cuerpo tembló y casi grita, pero se controló por si el asesino andaba cerca. La marioneta esta vez tenía una expresión de júbilo absoluto, una sonrisa que le ocupaba toda la cara y unos ojos negros achinados que parecían contagiar su felicidad.

Con un poco de dificultad y movidos por cuerdas, hizo una reverencia y le hizo un gesto invitándole a que se sentara, pero el agente, desconfiado, se quedó quieto. La marioneta vio que no le hacía caso y señaló al otro extremo de la habitación. Allí estaba K, su otro amigo, metido en una especie de cilindro de cristal, sin conocimiento.

-Bastardo… ¡¿Qué le habéis hecho?!-le gritó a la marioneta furioso.

La marioneta se colocó el dedo en la cara en señal de siseo y le volvió a señalar la silla. Como no le quedaba otra opción el agente tuvo que sentarse, nervioso porque su amigo estaba en peligro. La marioneta aplaudió y una parte de la pared se abrió dejando a la vista un piano que se tocaba solo. “Ya me han vuelto a estafar-pensó Gabriel”.

Entonces el macabro muñeco se sentó delante del piano para fingir que lo tocaba y desde el techo bajó otra nefasta manifestación del mal, un muñeco con la cara del grito, de horror absoluto. Éste miró a K mientras pulsaba un botón de la pared. En ese momento el cristal se alzó por una plataforma y bajo él se encendió un fuego, como si de una sartén colocada al fuego se tratase. Gabriel, asustado, se levantó, pero la marioneta con cara de horror le agarró del cuello y negó con la cabeza.

Miró al frente y observó cómo el muñeco pianista le miraba fijamente, su cabeza había dado una vuelta de 180º para observarlo y reírse de él. Su espalda y su mirada estaban alineadas, lo cual le produjo escalofríos a Gabriel. Como pudo sacó su pistola y disparó a ambas marionetas en la cabeza. Pero ya era tarde, al girarse hacia K vio que el fuego había aumentado mucho de intensidad y que ya estaba carbonizado. Estaba colocado mirando a Gabriel, implorante, con cara de dolor y sin ojos, como si hubiera gritado todo lo que hubiera podido, pero nadie lo hubiera escuchado.

-¡Aaaaaaaaaagh!-gritó Gabriel-¡Me las pagarás! ¡Seas quien seas! ¡Te lo juro, me las pagarás!

Se giró y vio otra puerta, así que la pateó y de nuevo se encontró con más oscuridad, intentó palpar la pared por si había interruptor de la luz, pero se encontró con algo viscoso, así que usó la linterna de su móvil y vio cómo las cucarachas habían tomado la pared. Emitió un grito de repulsión, hasta que las espantó con la luz y pudo dar con el interruptor. Al encender la luz dio con una habitación vacía en la que sólo resaltaban dos cosas: una grieta en la pared y un joven encadenado a la pared en un avanzado estado de descomposición.

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Kyle no podía dejar de llorar mientras Charles lo observaba en silencio. No podía descrifrar su expresión, así que no sabía cuál iba a ser su reacción. Charles se agachó despacio y quedó a la altura de Kyle. Éste, asustado, apartó la cara para no mirarle, pero Charles colocó las manos en sus mejillas y dirigió su cara hacia él. Estaba sonriendo, pero no era una sonrisa psicótica ni de arrogancia, era una sonrisa dulce, como las que le hacía antes del secuestro. Echaba tanto de menos que le mirara así, con una mirada sin malas pretensiones, tierna y dulce… Sin poder evitarlo, sonrió como un tonto y siguió llorando más.

-Eres la cosa más bonita que he visto en mi vida-susurró Charles.

Kyle se sonrojó de repente y apartó la mirada por vergüenza.

-N-no me hables c-como si fuera una chi-chica…

-Te amo, Kyle-amplió su sonrisa-Eres lo mejor de mi vida.

-¿Entonces… por qué estás dispuesto a matarme?

-Porque quiero que seas feliz. Si no eres feliz aquí y deseas la muerte, cumpliré tu deseo.

-Entonces libérame. Devuélveme a la vida de ahí fuera.

-Kyle-le acarició suavemente la mejilla-. Como ya te he dicho, ahí fuera no hay nada, sólo existe lo que hay aquí dentro, eso es lo único real.

Kyle intentó estirar sus brazos, pero no podía porque estaba encadenado a la pared.

-¿Qué haces?

-Quiero abrazarte…

-Lo haré yo por ti-susurró rodeando a Kyle entre sus brazos.

-¿Tú… quieres que muera?

-No. Si tú mueres, yo me mataré después. Pero si es tu deseo, lo cumpliré sin dudarlo.

Kyle sonrió de nuevo y le dio un beso a Charles en la cabeza, que había quedado bajo la suya en el abrazo. “Idiota…-susurró en tono dulce”. Charles le miró y sonrió también. Kyle se acercó al oído del otro muchacho y susurró con la voz más sexy que supo poner: “En ese caso, házmelo por última vez”.

Charles le miró sorprendido, y Kyle emitió una risita mientras las lágrimas seguían brotando de sus ojos. Entonces el chico psicópata se levantó y asintió, mientras las lágrimas aparecían también en sus ojos.

-Mi precioso Kyle…-dijo acariciándole la mejilla-Te voy a echar mucho de menos.

-Y yo a ti, mi preciado verdugo-añadió el joven-. Pero no pensemos en eso. Quiero sentirte por última vez.

Charles fue a desabrocharse el pantalón, pero se detuvo debido a que Kyle se estiró para quitárselo él mismo con la boca. Mordió el cinturón y tiró de él para desabrocharlo, y acto seguido lo arrojó al suelo. Después, desabotonó el pantalón y le bajó la cremallera, dejando que los pantalones cayeran al suelo. Charles soltó una risita que a Kyle le irritó un poco porque creía que se burlaba de él.

Mientras Kyle le quitaba los calzoncillos él se quitó la camisa y, sin más dilación, echó el cuerpo de Kyle para atrás colocándose encima. Ambos jóvenes tenían lágrimas en los ojos porque aquél iba a ser su último encuentro. Sin embargo, una felicidad difícil de explicar invadía sus cuerpos, como si aquel último placer fuera más delicioso por el hecho de ser el último.

-¿Sabes? Estás muy guapo con los ojos llorosos-le miró Kyle.

El otro joven no respondió, sino que desvistió al otro chico a velocidad pasmosa, necesitaba tomarlo, anhelaba poder deleitarse con el cuerpo de su preciado amante por última vez, eso era lo único en lo que pensaba. Agarró el miembro de su amigo y se lo metió en la boca sin más. Kyle soltó un sonoro grito de placer, cosa que complació a Charles e hizo que aumentara el ritmo de la mamada que le estaba propinando a su querido secuestrado. Le daba pequeños mordisquitos en el tronco para excitarlo y le lamía el glande para llevarlo al éxtasis más absoluto.

Una corriente de placer tras otra recorrían el cuerpo de Kyle. Su cuerpo temblaba por el gusto y jadeaba pidiéndole a aquél que tanto sufrimiento le había provocado que no parara, que siguiera así. Luego deslizó sus manos por sus piernas hasta acariciar las bolas de Kyle mientras se la chupaba. Por ser la última vez parecía que pretendía hacerlo con mucho mimo. El joven a merced del otro veía curioso que las lágrimas de Charles se deslizaran por la mejilla y se mezclaran con su saliva, causando que ésta tuviera cierto tono salado.

Kyle le miró suplicante, sus ojos lo decían todo, decían “quiero que entres dentro de mí y lo quiero ya”. Otra sonrisa se dibujó en los labios de Charles y decidió complacer a su compañero. Se tumbó en el suelo e hizo un gesto a Kyle invitándole a que montara su polla. Éste reaccionó rápidamente y se colocó encima suya. Entró sin mucha dificultad, porque Kyle estaba ya acostumbrado a hacerlo con Charles a diario. El placer llegó instantáneamente a ambos cuerpos. Disfrutando el uno del otro gimieron y gimieron como dos animales en celo.

“Ojalá este momento durara para siempre-dijo Charles con lágrimas en los ojos-. Así no te irías nunca”. El otro joven le miró como embelesado y susurró: “En momentos como éste me encantaría tener control sobre mí mismo para poder besarte”. Charles se alzó y ambos se fundieron en un tierno beso de amantes enamorados mientras Kyle era embestido. Su respiración, ya de por sí entrecortada por la excitación, apenas podía salir porque el otro joven lo envolvía con sus labios. Charles aceleró sus embestidas y Kyle reclamaba aire, pero el otro muchacho lo agarraba con fuerza. Le agarró de la nariz para impedirle respirar y le miró a los ojos. Kyle los abrió con sorpresa, y en ese momento se corrió. Charles hizo lo mismo dentro del cuerpo de éste, y el pobre chaval comenzó a entrecerrar los ojos, asfixiado por el taponamiento de su nariz y el dulce beso de la muerte.

Las lágrimas de Charles no paraban de caer y las de Kyle tampoco. Una vez hubo cerrado los ojos por completo, Charles lo soltó y cayó al suelo. Entonces el joven psicópata se acercó a su oído y le susurró: “No lo olvides, Kyle. Yo te amaré siempre”.

Después de eso Charles comenzó a gritar y a llorar desesperadamente. Gritaba el nombre de Kyle una y otra vez y abrazaba su cadáver, pero poco a poco ese llanto se fue convirtiendo en risa, la más deforme y cruel que había oído hasta ahora, aquella era la última risa. Lo espantoso de su voz, aumentado por el eco del sótano, rebotó en las paredes durante días. Riéndose y sin poder parar, Charles chillaba el nombre de Kyle una y otra vez. “¡Jajajajajajajajaja! ¡Te amo, Kyle! ¡Aunque estés muerto! ¡Ni siquiera la muerte podrá separarnos! ¡Soy parte de ti, y estaré contigo aunque te mueras! ¡Jajajajaja!”: Eso fue lo último que escuchó el joven Kyle Monroe antes de morir.

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El olor le produjo al agente Gabriel una gran repulsión. El cadáver estaba medio devorado por las cucarachas, así que era imposible saber cómo había sido asesinado. Se acercó hasta el cadáver, que ya ni siquiera estaba encadenado a la pared, pues sus brazos habían disminuido de volumen debido a los banquetes de los insectos, e intentó examinarlo detenidamente. Justo cuando iba a tocarlo (con guantes, claro está) se oyó una campana.

-¡Ding, dong, dang, dong! ¡Vaya, vaya! ¡Has encontrado la mitad! ¡Enhorabuena, enhorabuena!-gritó la voz de ardilla desde megafonía.

-¿Entonces… he ganado? ¿Voy a salir vivo de aquí?

-Eso lo decide el amo, no yo. ¡Amo, amo! ¡Decida usted!-canturreó la ardilla.

-¡Eh! ¡Eso no es lo que prometiste!

-¿Por qué haces caso de las promesas de algo que no existe?

-¿C-cómo dices?

-Usted sí existe. Justo cuando entró por la puerta de la mansión comenzó a existir, antes usted no existía.

-¡Pero… ¡¿se puede saber qué quieres decir?!

-El amo no responde.

La comunicación se cortó en ese momento, así que el agente Gabriel se puso en guardia por lo que pudiera pasar. Sin embargo, ponerse en guardia iba a ser inútil. Miró al cadáver como si éste pudiera ser el único que comprendiera la situación y suspiró apenado. Entonces la luz se apagó.

Millones de cucarachas aparecieron en la sala y se posaron sobre el cuerpo del agente Gabriel. Las cucarachas devoraron su carne sin piedad. Entre todas fueron abriéndose paso en su interior y lo devoraron tanto por dentro como por fuera. La voz volvía a hablar de nuevo, así que la últimas palabras que oyó el agente Gabriel fueron:

-¡Ding, dong! El amo está muerto, Franz está muerto. Por tanto, usted también debe morir. ¡No ha ganado! ¡No ha ganado! Repito: ¡NO ha ganado! ¡NO ha ganado!

Y así, el cadáver del agente fue devorado por las cucarachas junto al de aquel joven. No obstante, según palabras del comisario Arthur, quien luego dirigió la investigación, no pudo entender cómo pudo haber muerto Gabriel, si en aquella mansión no había nadie vivo cuando él llegó. Si no fue asesinado por un vivo, tuvo que ser asesinado por un muerto.

FIN

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INFORME DEL CASO FK-327: LOS ASESINATOS DE FRANZ OXFORD

El día 27 de enero de 2014 el agente de policía Gabriel Brain fue enviado junto con Gregor McGregor y el agente Kurt Kuzco a investigar una desaparición en una casa a las afueras de la ciudad. Yo, Arthur Pol, comisario del departamento de policía de la ciudad, les encargué la misión. Sin embargo, jamás regresaron.

Tras varios intentos de localizarles me personé allí y decidí llevar la investigación. Me llevé a medio departamento, puesto que si tres de mis mejores hombres habían caído, era probable que fuera peligroso. Al no contestar nadie al timbre destrozamos la puerta con dinamita, y al hacerlo una especie de voz de ardilla dijo: “Imposible jugar. Sistema desactivado”. Recorrimos la casa y encontramos el cadáver de Gregor desmembrado en una cama, el de Kurt calcinado en un cristal y el de Gabriel en el sótano medio devorado por las cucarachas. Junto a éste último había una extraña marioneta que le miraba seriamente. Puso los pelos de punta a varios de mis hombres, pero nos la llevamos como prueba.

También encontramos otro cadáver en el sótano, el cual nos llevó a iniciar la investigación. La casa pertenecía a dos personas que desaparecieron hace años, Salvador Notsogood y Kate Less. No obstante, el cadáver del sótano pertenecía a Franz Oxford, un antiguo interino de un centro psiquiátrico que había escapado hace años. Al parecer, ese chico mató a sus padres con apenas 12 años de edad y en el juicio fue declarado como mentalmente inestable.

El joven escapó del manicomio tras asesinar al doctor Friedrich Wagner y tras vagar por la carretera debió de ser recogido por algún conductor y llevado a la ciudad, donde asesinó a los dueños de la casa y se hizo con el control de ella. Todo esto lo sabemos debido a testigos que dijeron hace años que vieron a un joven de largos cabellos vagando por la carretera, pero que no se había encontrado hasta ahora.

Entre la ropa de Oxford encontramos un documento de identidad que ponía: “Kyle Monroe”, una identidad falsa. Según analistas de la policía, era posible que Oxford tuviera trastorno de la personalidad y creyera ser Kyle unas veces y otras ser él mismo. En la casa donde aparecieron los cadáveres apareció un diario con letra de Oxford en el que se autodemoniaba Charles, la que parece que era su personalidad más poderosa.

Gracias a dicho diario hemos podido saber mucho de la vida del asesino Franz Oxford. En una de sus páginas escribió:

“Hoy he convencido a Kyle de que salga del armario. Me siento orgulloso de mí, aunque me siento culpable, porque le han rechazado. Tanto su hermana como su amigo y su amiga lo han repudiado. ¡Pero así es mucho mejor! Ese tal Max… acercándose a mi Kyle… ¡Lo mataré!”

En dicho texto se refería a un joven llamado Max Postman, que vivía con dos jóvenes, Ottilie Sigma y Dora Diamante. Los tres habían desaparecido la fecha del 12 de diciembre de 2013, así que Oxford los había matado. Según las declaraciones de los vecinos, los tres estudiaban ingeniería y eran compañeros de “Kyle Monroe”. Éste, incluso se había ido a vivir con ellos, pero debido a que (esto lo declaró la casera de los jóvenes) apareció un día con una camiseta ensangrentada y una sonrisa psicótica, lo echaron.

“Fíjese si se llevaban bien que consideraba a Ottilie su hermana, ¡hasta bromeaban sobre eso!”, declaró una vecina. En el diario hay un montón de entradas así, e incluso hay una del día en que las dos personalidades se toparon:

“Hoy iba por el parque con mis auriculares y he conocido a un chico muy mono. ¡Me gusta! ¡Me gusta mucho! Hemos estado en la cafetería de la esquina del parque y después en su casa lo hemos hecho. ¡Me encantan sus reacciones, creo que me he enamorado!”

Muy amablemente, el dueño de la cafetería mencionada en el cuaderno nos recibió y al ver la foto del joven, nos contó que estaba solo el día que lo vio y que había pensado echarlo del establecimiento porque hablaba solo y asustaba al resto de clientes.

También había otra entrada sobre una cita:

“Hoy en el parque le he besado. Nadie nos miraba, así que no había de qué preocuparse. Un par de críos jugando, una pareja besándose y un anciano dándole de comer a las palomas, ¿a quién le importa?”

Fuimos al parque y pudimos hablar con el anciano quien, por cierto, pasa por allí habitualmente y dijo que lo había visto en varias ocasiones. “¡Ese joven! ¡Qué raro era! Sonreía como un bobo él solo, así que todos lo ignorábamos. A veces se agarraba las manos o daba besos al aire, ¡en mis tiempos los jóvenes hacían eso en casa!”. No entendimos muy bien a lo que se refería, pero dimos por válida su declaración.

Tras un segundo registro más detallado a la mansión encontramos sacos en el techo del sótano. Dentro había un montón de cadáveres que no hemos podido identificar porque las cucarachas los habían devorado casi por completo. Aunque presumiblemente eran Max Postman y el resto de sus víctimas.

Según diversos analistas psiquiátricos el propio Oxford anhelaba su salvación, así que un día se inventó en su cabeza un rescate realizado por un policía que nunca existió, con el nombre del mayor salvador de la historia, Jesucristo. Aquí está el fragmento que define su visita:

“Hoy ha venido a verme el rey de los judíos, un auténtico héroe que parecía dispuesto a salvarme. Lástima que yo sea insalvable, porque yo ya estoy podrido”.

Los psiquiatras de la policía han llegado a la conclusión, tras la lectura del diario, de que Franz Oxford se encerró en su mansión después de que sus amigos lo echaran. Empezó a autocompadecerse porque nadie le quería y empezó a matar cada vez más. Como experto en ingeniería preparó un sistema de seguridad en su casa que asesinaba a todo aquél al que entraba. Esto no era nuevo, ya que de niño había hecho algo parecido, aunque de niño era él el que hablaba a través del megáfono como una ardilla, pero en el nuevo sistema de seguridad la ardilla era una IA. Todos los detalles técnicos sobre el sistema de seguridad están en el dossier adjunto a este documento.

Oxford comenzó a atarse al sótano y a practicar masturbaciones con tendencias sadomasoquistas creyendo que Charles le poseía, pero ambos personajes eran en realidad él mismo. Finalmente, no pudo aguantar su existencia y se quitó la vida. Era un genio corrompido por su mente que acabó creando varias personalidades para no sentirse solo.

Las interpretaciones que se le ha dado al suceso por nuestros expertos es que Oxford se sentía sucio, se sentía un insecto, porque era un psicópata y encima era homosexual. Ese lado oscuro suyo, ese lado insecto, estaba representado por Charles, y su lado dulce e inocente, del niño que siempre fue, era Kyle.

Finalmente su oscuridad pudo con su lado inocente, aunque intentó llevar una vida normal como Kyle. El pobre Oxford era un desgraciado que murió y vivió solo. A pesar de su interés por las cucarachas, que usaba para torturar a sus víctimas, Oxford les profesaba un profundo pudor y asco, por eso siempre tenía a “Kyle” con una lamparita, para que las cucarachas no pudieran tocarle.

Para que entiendan la mentalidad del asesino hemos seleccionados los poemas que escribía en su diario que mejor explican su psique. Hay algunos que parece que escribió como Charles, pero otros como Kyle.

“A veces siento un dolor maldito,

incesante amargura,

que me aparta del mundo

y me deja a oscuras.

¿Acaso soy el único

que se siente insecto

en lugar de persona?

Soy una vulgar cucaracha,

un asqueroso ciempiés,

y a la vez una mantis maldita

y un escarabajo también.

Nadie comprende

lo difícil que es ser

y sólo exigen

lo que no se puede obtener.

Asco, repulsión y terror

recorren mi cuerpo cada mañana

con cada transformación.

Un día repto,

otro día vuelo

y al siguiente salto.

Pero cada día que pasa,

estoy más lejos de mi ser

y en un mar de insectos

la razón voy a perder.

Huyen de mí,

y no les puedo culpar,

porque la repulsión más absoluta

les debo provocar.

Ante las cataratas del alma

caídas por el temblor del mar,

ellos permanecen impasibles,

no lo pueden evitar.

Cucaracha que te mueves en la sombra,

insecto repudiado por los demás,

¿cómo haces si nadie te quiere,

para poder continuar?

Un sueño intranquilo, tuve yo ayer.

En él yo era humano

y solía la boca torcer.

Esas blanquecinas perlas

de tanto brillar

han sucumbido

y han acabado en la oscuridad.

¿Qué más da, pregunto

si mañana no amaneciera,

si no hubiera transformación?

Yo desaparecería,

pero el mundo no.

- INSECTO -”

“El día menos pensado me pego un tiro,

y si no lo hago,

pues seguiré otro día vivo

- PISTOLA DE INDIFERENCIA -”

“Cuando despierte una mañana

después de otra pesadilla,

miraré al techo

y sonreiré

extendiendo mis antenas

- MONSTRUO -”

“Escarabajo, cucaracha,

¿qué más da?

Tú eres tú y nadie más

- NO TE ODIES -”

“Si alguien me mata,

si alguien me hiere,

es porque de verdad le importo

y en verdad me quiere

- MÁTAME -”

“Paraíso, paz, amor.

Al final he huido de

ese oscuro lado del espejo

y danzo al otro lado

con mis amigos los insectos

- ABISMO -”

“¿A qué esperas,

dulce verdugo?

Ya tienes tu daga en mi cuello

y eres dueño de mi orgullo.

Mátame, clávame ese puñal,

envíame al infierno

y seré tuyo por siempre jamás.

- LOVE IS IN THE AIR -”

“Perfecto ideal,

caballo alado,

ojalá fueras mío

como yo soy tuyo.

Te anhelo tanto

que cuando cierro los ojos

te imagino muerto

y enseguida lloro.

Lloro porque sé que

sólo al morir los dos

podremos estar juntos de verdad.

- SI TAN SOLO FUERA NORMAL -”

“En un sótano oscuro

mi cuerpo se encontraba,

me asfixiaba por el miedo

y lloraba y lloraba.

Mas cuando la puerta del sótano

con celeridad se abrió

extendí mis manos con grilletes

para recibir a mi salvador

- ANGUSTIA -”

“Abre unas tras otra

las cabezas de tus víctimas,

examina su interior

y sonríe mostrando sus colmillos.

“Todas huecas”-se gira y me dice

- NECIO -”

Suponemos que en la cabeza de Oxford se creó una bonita historia de amor, pero la realidad es que trajo mucho dolor y sufrimiento a sus víctimas. Por ello, a pesar de estar muerto, lo condenamos a ser quemado. Su cadáver fue pasto de las llamas como castigo por lo que hizo. Él no sabía que en sus idas y venidas poniéndose y quitándose esos grilletes, destruía tanto como él decía que le destruían a él. El departamento de policía de la ciudad no lamenta para nada la muerte de Franz Oxford, sólo la de nuestros agentes, que serán recordados por toda la eternidad como unos valientes que fueron atacados vilmente por un repulsivo insecto.

Arthur Pol

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Y aquí acaba la terrible historia de Franz Oxford. A modo de explicación de la obra, como me habíais pedido, he incluido ese informe del caso. Las poesías de Franz se las debo a mis ratos de intentar sacar creatividad para los relatos. Las poesías me ayudan a inspirarme y a entender la psique de mis personajes. Lo hago con casi todos los relatos, pero hasta hoy no me había animado a publicarlas, lo siento si son patéticas xD

ATENCIÓN: ANUNCIO IMPORTANTE

A partir de la semana que viene voy a empezar una nueva etapa. He decidido crearme un wattpad para poder compartir mis historias con más gente. ¿Quiere esto decir que voy a dejar todorelatos? Por supuesto que no, ya os he cogido demasiado cariño a todos como para abandonaros xD Sin embargo, para mí wattpad tendrá prioridad. Escribiré relatos gays como hasta ahora y los subiré tanto en wattpad como aquí, pero también empezaré a escribir algún relato sin connotaciones eróticas, que publicaré sólo en wattpad.

No os preocupéis, porque mis historias gays seguirán por aquí, pero si preferís seguirme en wattpad o si queréis leer mis historias sin contenido homosexual, seguidme:

http://www.wattpad.com/user/El_enterrador

Hasta ahora sólo he subido la primera temporada de “El nuevo juguete del señorito” mejorada (que por cierto me he dado cuenta de que escribía fatal xD), así que si queréis leerla mejorada, echadle un vistazo. Además, añadiré algunos extras especiales para wattpad.

En fin, eso es todo. Espero que me sigáis apoyando en esta nueva etapa y que consiga que mis historias lleguen a cada vez más gente. Muchas gracias por leer.

OS SALUDA

EL ENTERRADOR