The last laughter 3

El día a día de Kyle en el sótano de Charles le está volviendo loco, y cuando una posibilidad de huida se le presenta, se da cuenta de que su vida es más frágil de lo que parece. No se lo pierdan. Con sexo.

Ahora llegamos al tercer relato de esta serie. El próximo será el último, así que no os encariñéis demasiado con estos personajes. Después de esta serie no tengo muy claro lo que voy a hacer, pero creo que mezclaré algunas ideas que tengo en la cabeza. Ya os informaré xD

Si queréis, podéis comentar a través de email a la dirección de correo: latumbadelenterrador@gmail. com

o en twitter: @enterradorelato

The last laughter

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Un relato del Enterrador

Al final de ese aciago día Julie Street acabaría encadenada a una pared mientras los insectos devoraban su cuerpo sin vida. Julie era soltera, no tenía interés en casarse y formar una familia. Lo que ella realmente quería era ser la mejor en su carrera, ser la mejor escritora del país. A pesar de la insistencia de su madre, no asistía a ninguna cita y no le interesaba conocer a nadie. Su única compañía cuando regresaba a su hogar era un puñado de gatos que solían recibirla con indiferencia.

Los gatos son animales divinos, y por tanto su arrogancia no conoce llímites, ¿por qué un Dios debía prestar atención a un simple mortal? Tan solo se percataban de la presencia de Julie cuando necesitaban algo de comer o cuando querían un cuerpo caliente junto al que acurrucarse. A pesar de eso, ella creía realmente que sus gatos la amaban. Semejante necia no sabía que aquella mañana sería la última vez que vería a sus gatos.

“Adiós, Héctor, adiós, Gilbert-despidió a los dos únicos animales que fueron a mirar cómo se iba”. Ese día Julie iba a emprender un viaje hasta Nueva York, donde pensaba inspirarse para escribir su primer libro mientras disfrutaba del turismo local. Se subió al coche y tras hacer todos los preparativos pertinentes, arrancó el mismo.

Mientras se alejaba observó su barrio. Era un barrio residencial, cada casa tenía su propio garaje y un pequeño jardín. El suyo hacía las delicias para sus gatos, pero ella no lo regentaba mucho. Saludó con la mano a la señora Taf, la vecina de al lado, que se iba a encargar de cuidar a sus pequeños y después miró distraídamente el parque que había cerca de su casa. En dicho parque había una pareja de jóvenes dándose el lote, cosa que normalmente suele ser muy desagradable, porque nunca se cortan un pelo y se restriegan como conejos sedientos de sexo. Sin embargo, estos dos no parecían ansiosos de sexo.

El chico acariciaba suavemente la mejilla de la chica mientras la miraba a los ojos, ella los mantenía cerrados, probablemente por la vergüenza. Ambos tenían las manos entrelazadas como señal de su unión. Estaban colocados de perfil uno frente al otro sentados en el banco. La muchacha tenía sus piernas encima del banco, pero él tenía los pies en el suelo. Julie no podía apartar la vista de la mirada del chico, era tan dulce, tan sincera, tan pura. En esa mirada había amor, algo que ella repudiaba y que no quería.

De repente un coche tras ella pitó y la despertó de su ensoñación, entonces pisó el acelerador y siguió su camino. Como su localidad no tenía aeropuerto, debía desplazarse a la capital de su provincia, la cual estaba a 2 horas de allí. Tenía un viaje largo por delante y para colmo, en mitad de éste, se puso a llover. Julie suspiró y pensó para sí: “¡Será posible! El hombre del tiempo no había dicho nada. Espero que mis gatos estén bien”.

Mientras avanzaba por la carretera observó una figura junto a ésta, entre las vastas llanuras que componían el paisaje realzado por la lluvia. Se fijó mejor y parecía la figura de un joven, pero no pudo vislumbrarlo bien. Paró el vehículo y le hizo señales a la extraña sombra para que se subiera. El chico así lo hizo y cuando entró lo pudo ver gracias a la luz del coche. Era un muchacho totalmente empapado, cuyo pelo largo, debido a lo mojado, tapaba la mitad superior de su cara. Julie se preguntaba si podía ver, pero prefirió no preguntarlo por si eso le ofendiera.

La indumentario que llevaba el joven le sorprendió, su camisa blanca corta y sus pantalones vaqueros no parecían el tipo de ropa que uno se pondría para salir un día de lluvia. “¿Estás bien-preguntó Julie”. “¿Eres mi madre?-respondió él”. “¡¿T-tu m-madre?!-se quedó sorprendida-¡P-pues claro que no!”. El chico parecía decepcionado, pero no dijo nada más, simplemente dirigió su vista al frente a través del parabrisas y sacó algo del bolsillo. Era un panfleto turístico de la capital, a donde se dirigía Julie. Ella sonrió y asintió.

Bajo el sonido incesante de la lluvia la mente de Julie se imaginó miles de maneras posibles en las que ese joven la tomaba y le hacía sentir mujer. Aquella mujer que nunca había deseado a un hombre ahora resoplaba porque aquel desconocido le hiciera gemir de placer. De vez en cuando dirigía alguna mirada hacia él, pero el joven ni se inmutaba. Ella pensó que se podía haber dormido, ya que no le veía los ojos.

Al llegar a la ciudad por fin pudo sacar un tema de conversación. “Bueno, chico-comenzó a decir-¿A dónde te llevo?”. “Mi casa es ésa-señaló un enorme edificio a la entrada de la ciudad”. La casa debía tener al menos 4 plantas, y una extensión que no tenía nada que envidiar a la de la Casa Blanca. Julie pensó que el muchacho podía ser multimillonario y sería posible que sus madres aflojaran un poco sus carteras y le dieran un poco de pasta a ella por ayudarlo.

La mujer paró justo delante de la casa del chico y mostró una radiante sonrisa. “En fin. Ya hemos llegado.” El joven abrió la puerta del coche y salió, después, justo antes de cerrarla, espetó: “Gracias”. Julie se quedó profundamente decepcionada. “¡¿Ni me invita a entrar?!-pensó”. Iba a arrancar cuando el chico le hizo una señal para que bajara el cristal del cohe. Ésta así lo hizo y miró al niño con expresión interrogante. “Mis padres no están, ¿puedes hacerme compañía hasta que vuelvan?”. Su mente se imaginó mil perversiones distintas y asintió con júbilo. Aparcó y entró en la casa tras el joven.

“Vaya casoplón tienes, ¿eh?-se impresionó al entrar”. Acto seguido notó un golpe en la nuca y perdió el conocimiento. El sueño en el que se sumergió consistía en que todos sus gatos la encontraban muerta a los 82 años de edad y se acercaban con curiosidad a olfatear su cadáver. Uno de ellos, conocido como Héctor, el líder, se envalentonó y dio un primer bocado a la carne de ese cadáver al que solían tratar. El resto de gatos, como si se hubiese habierto la veda, hizo lo mismo. La violencia de la escena iba ascendiendo, los gatos comenzaron a arañar su piel mientras la devoraban y la sangre brotó a montones. Algunos felinos sin escrúpulos le sacaron los ojos y comenzaron a jugar con sus globos oculares, para despúes comérselos. Cuando consiguieron abrir un agujero en su abdomen metieron la cabeza dentro y le devoraron las tripas y los intestinos. Una vez la hubieron devorado, se durmieron cada uno en su rincón habitual, con todo el cuerpo ensangrentado y con el hocico manchado con algún que otro trozo de la carne de su ama.

Abrió los ojos gritando por la terrible pesadilla que había tenido que soportar. Sin embargo, cuando se tranquilizó se dio cuenta de que a pesar de haber abierto los ojos no veía nada, se encontraba en completa oscuridad. Notaba su cuerpo extraño, como si tuviera peso de más. No entendía por qué, pero le dieron un montón de escalofríos. Así estuvo a lo que ella le parecieron horas, pero que nadie puede asegurar que fuera así.

Finalmente la luz fulminó el ambiente con un intenso resplandor y los ojos de Julie se cerraron de golpe. Sintió algo raro, como si miles de pequeños animalillos se desplazaran por su cuerpo, y así era. Al abrir los ojos se encontró con la peor y más perturbadora imagen con la que se pudo encontrar, cientos de cucarachas recorrían su cuerpo para salir de allí, para huir de la luz. Lo peor no era eso, lo peor era que las cucarahas estaban sobre su cuerpo desnudo. Podía sentir a la perfección todas y cada una de las pequeñas patitas peludas de los insectos precipitándose hacia abajo para salir de allí lo antes posible. Quiso gritar, pero no lo hizo por miedo a que las cucarachas le entraran en la boca.

“Vaya… aquí también hay amigas-se oyó una voz”. Julie miró en todas direcciones y vio al joven que había llevado a su casa, quien ya se había secado el pelo y la ropa, mirándola. Ahora podía ver sus ojos, eran unos ojos fríos y distantes que la miraban con indiferencia, como si estuviera más concentrado en los insectos que huían que en ella. “Qué raro… Al matar a los dueños de la casa no han aparecido para meterse por sus orejas-pensó en voz alta el chico”. “¿Q-qué vas a ha-hacerme?-balbuceó Julie con las lágrimas saltadas”.

El chico no respondió, y apartó la mirada de ella para observar cómo las cucarachas se metían por una rendija de la pared. Andó con tranquilidad hacia ellas y suspiró. “A mí también me gustaría huir de la luz. Sin embargo, yo no quepo por esa rendija”. Julie intentó moverse, pero vio que estaba encadenada a la pared, así que era un esfuerzo inútil.

“No te hagas ilusiones, vieja-le miró de nuevo el chico-No pienso violarte. Solo quiero jugar un rato”. Julie lloraba a moco tendido y le gritaba que parara, que quería salir de ahí, que le daría lo que quisiera, pero el chico permanecía impasible mientras se acercaba a ella. Sus sollozos eran cada vez más altos y el chico cada vez estaba más cerca. Ella le gritó de nuevo que se detuviera, y el chico cambió su expresión a una de asco extremo.

-¿De qué te ríes?

Ella se quedó ojiplática y entonces el chico corrió junto a ella y la cogió del cuello. “¿Te estás burlando de mí?-sonrió de una forma psicótica”. “N-no… Suéltame, por Dios… por favor…”. El chaval, sin la menor compasión, sacó una navaja y le cortó la boca de forma que pareciera que la raja era una expresión eterna de tristeza. “Así no te reirás más de mí...”. Julie gritó de dolor y comenzó a removerse, así que el chico se fue a buscar algo. A la vuelta ella seguía gritando y la sangre brotaba sin parar de su boca, así que para animarla le puso delante un paquete envuelto como mimo. La mujer le miró con miedo y él asintió, como si esa mirada hubiera significado “Ábrelo tú”. Al abrir aquel paquete tan bonito y delicado, una horrible y horrenda realidad apareció ante ella. Era una cola, la cola de un gato.

“G-gilbert…-susurró la mujer cuyo surfimiento estaba a flor de piel”. Le puso la cola ensagrentada en una de sus manos encadenada y sonrió. “Ahora siempre estará contigo, nunca te abandonará”. Ella apretó la cola con melancolía y él se acercó a su oído para susurrarle: “Ahora que te he hecho el favor de hacer que tu pequeño jamás se marche de tu lado, quiero que tú te quedes conmigo para siempre también”. “Si. Eso. Por favor, déjame morir-soltó la mujer sin apenas fuerzas, para dejar de sufrir”.

-¿Eh? Yo no haría algo tan horrible-susurró el joven-Solo quiero uno de tus brazos. El resto te lo puedes quedar.

La mujer emitió un grito que en plena calle se hubiera escuchado por toda la ciudad, pero allí no había tenido público, tan solo ella, él y las cucarachas. Entonces cogió la motosierra que tenía preparada a su lado y la enchufó a la pared. “No sé qué es lo que era el anterior dueño de esta casa, pero me va a venir bien. Tranquilo, solo te dolerá un momento”. Con todas sus fuerzas el joven le cortó el brazo a la mujer de un solo tirón usando la motosierra. La mujer iba a gritar, pero antes de hacerlo quedó totalmente inconsciente por el shock doloroso. El joven cogió la mano y sonrió.

-Muchas gracias. Ahora no estaré solo. Porque ahora… tú siempre estarás conmigo.

El muchacho salió del sótano y apagó la luz mientras tatareaba una dulce cancioncilla. Entonces las cucarachas salieron de su escondrijo y penetraron en el cuerpo de Julie a través de su herida.

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3ª Risa: Su más preciada posesión

Kyle abrió los ojos esperando estar en su cama como cada mañana, maldiciendo al despertador por despertarle de su dulce letargo y farfullando algo mientras Max venía para darle una patada en el culo y bajarla de la cama, pero no fue así. Estaba encadenado a la pared con una lamparita delante que le permitía ver un poco a su alrededor. Enfrente de él había un interruptor que ponía: “Púlsame~”, con un corazón dibujado debajo. “¿Cómo demonios se supone que voy a pulsarlo si estoy atado de pies y manos, puto psicópata?-pensó Kyle para sí”. Alzó la pierna y con el pie pulsó el interruptor, con la esperanza de que el sótana explotara y se llevara tanto su vida como su sufrimiento.

No obstante, lo que ocurrió fue que todo el sótano se iluminó. Ante él estaba Charles mirándolo fijamente con la mirada perdida, Kyle emitió un grito de susto y las cucarachas huyeron horrorizadas a su habitual escondite anti-luz.

-¡M-me has a-asustado!-gritó Kyle.

Charles sonrió ampliamente con una sonrisa indescifrable, a la que Kyle no sabía si identificar como “voy a matarte” o “I love you, baby”. El joven con tendencias psicópatas cogió un periódico que había traído consigo y comenzó a leerlo en voz alta.

-”Un joven de una pequeña localidad cercana posee el récord de más violaciones soportadas por una misma persona”-comenzó a leer-”El joven Mark…”

-Espera, ¿qué?-le interrumpió Kyle perplejo.

-¿No te interesa? Bueno, pues la siguiente-comentó antes de continuar leyendo-”Max Cool viene a la ciudad. Según dicen su música se ha vuelto más respetuosa y ahora hace más labores por la comunidad. Se rumorea que es porque su novia le dejó hace poco”.

-Sucio sádico... ¡¿piensas matarme de aburrimiento con las noticias?!-alzó la voz Kyle.

Charles le miró por un momento con la mirada fija y Kyle se puso nervioso. El sentirse allí encerrado le había vuelto más irritable de lo normal y no medía las palabras que le soltaba a el tío que podía cortarle todos los miembros sólo por mirarle mal.

-E-esto… l-lo siento.

-No pasa nada. Es que aún tienes que acostumbrarte. Así son las familias, mientras el hombre de la casa lee el periódico la madre cocina-sentenció en tono amable.

-(En situaciones normales por llamarme madre le habría hincado la punta del zapato en el cerebro…)-pensó Kyle-Si me desatas podré cocinar.

-Jajajajaja-se rió Charles.

-Jajajajaja-le siguió la corriente Kyle.

-No.

-Había que intentarlo…

-Pues eso, que sigo…-añadió Charles-”El famoso detective británico Roger Flyer está inmerso en un caso en el que, según él, siente como si los días fuesen meses…”

Después de leerle todos los artículos del periódico miró de nuevo a Kyle para preguntarle por su opinión, pero vio que estaba profundamente dormido, así que le dio un beso en la frente y se levantó para irse. “Que descanses, Kyle. Te quiero”. Andó hacia el interruptor de la luz y cuando echó un último vistazo vio que las cucarachas asomaban la cabeza por la grieta, como si se olieran que las sombras iban a volver a reinar en la habitación. Esto le hizo sonreír. Apagó la luz y se fue, tatareando alegremente una bonita canción.

Cuando oyó la puerta cerrarse Kyle abrió los ojos. La verdad es que prefería estar solo en esa oscuridad rodeado de cucarachas que con ese loco leyéndole gilipolleces, así que había optado por fingir que se había quedado dormido. Ahora debía idea un plan para escapar de ahí. Lo malo era que como no podía ver nada, apenas podía imaginarse cómo escapar. Intentaba crearse un mapa mental del sótano con lo que había visto cuando encendía la luz, pero su memoria era confusa, sólo podía recordar a ese loco sonriendo.

“Tengo que pensar en algo rápido o este pirado me matará y me dará de comer a las cucarachas-pensó para sí”. Sin embargo, pensaba que aunque lograra desencadenarse aún tendría que sortear a los insectos y probablemente éstos se abalanzarían sobre él en cuanto abandonara la luz. Estaba atrapado. “¡Espera! ¡Si me llevo la lámpara las ahuyentaré! ¡Ay, qué listo soy! ¡A ver si voy a ser superdotado, jajajaja!-se dijo a sí mismo orgulloso”.

“Muy bien, señor superdotado-se respondió a sí mismo-¿Cómo vas a romper las cadenas? ¿A bocados?”. Mientras se enzarzaba en una discusión mental consigo mismo se le ocurrió una idea. ¿Y si hacía que los bichos rolleran las cadenas? “Definitivamente he perdido la cabeza, ¡es absurdo! ¡Las cucarachas… odian el acero, todo el mundo sabe que son más de bronce!”

Era obvio que aquella vida estaba empezando a pasarle factura a Kyle, se estaba volviendo loco, lo cual era normal, porque siempre había tenido miedo a la oscuridad y sus delirios le salvaban de tener que mirar la insondable negrura que se abría ante él, era un mecanismo de defensa para no sucumbir ante el miedo. Al cabo de un rato, comenzó a llorar hasta que se quedó dormido.

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Un zarandeo incesante despertó a Kyle de manera abrupta. Al abrir los ojos se encontró a un señor uniformado con bigote y una placa en el pecho que indicaba que era policía. La habitación estaba totalmente iluminada y no había cucarachas a la vista. Una sonrisa apareció inmediatamente en la boca de Kyle.

-¡¿Se encuentra bien, señor?!-gritó el policía nervioso.

-¿Se encuentran bien los chinos sin saber quién es el emperador pero apoyándole igualmente?-farfulló Kyle aturdido.

-¿Eh? ¡Escúcheme! ¡Soy el agente Jesús, y voy a llevarle a su casa! ¡Pero antes debe decirme quién le hizo esto!

-Pues… era guapo, atento, amable… un Dios, vamos. El perfecto ideal. La perfección. Quizás era Dios, sí, Dios me hizo esto.

-¡Vamos, despierte! ¡¿Es que le ha drogado?!

-Usted es su hijo, ¿no, Jesús? ¡Usted sabrá!

-¡Qué nervioso me estás poniendo!-gritó el policía.

-Tengo… miedo…

-¿Eh?

-Él me ha hecho esto, pero tengo miedo de volver. Él es todo lo que tengo, es todo lo que soy. No puedo irme.

-No se preocupe, usted es más que él, usted es un alma pura, y si se aleja de él podrá ser feliz.

-Vale… ¡Su nombre es Charles y me ha encerrado en el sótano. Sáqueme rápido de aquí o nos encontrará!

El policía sacó un extraño aparato, parecido a unos alicates pero más grandes, de su bolsillo. Acto seguido, le arrancó las cadenas a Kyle y le cogió del brazo. “Vayámonos de aquí-le dijo el agente Jesús”. Salieron del sótano y llegaron a un amplio salón, donde había una estatua resplandeciente del dios Poseidón, que parecía tan ocupado que no podía ni dirigirles la mirada, pues la estatuta miraba al suelo como avergonzada. Tras recorrer varias habitaciones variopintas, llegaron al salón donde Kyle recordaba que Charles le había drogado. Cuando estaban a punto de alcanzar la puerta y por ende, la libertad, un cuchillo salió volando desde el otro extremo del salón y alcanzó la mano de Jesús, anclándolo a la pared.

-¡Aaaaaaaaagh!-gritó.

-Vaya, vaya-una figura comenzó a andar despacio hacia ellos-Uno nuca sabe lo que puede econtrar en su propia casa, ¡jajajajaja!

La figura se dejó ver. No era otro que Charles, quien con su mano derecha estaba jugando con un cuchillo idéntico al que había lanzado al policía.

-C-charles…-soltó con miedo el pobre Kyle.

-¡Huya! ¡Salga de aquí!-le instó el policía.

-No puedes huir, Kyle. Sabes que soy parte de ti, y que no puedes vivir sin mí. Allá donde vayas yo te encontraré, así que es inútil que te escondas. Te queiro, Kyle, y tú me quieres a mí.

-¡No le escuche, usted puede salir de esto!

-Has sido un niño malo, Kyle-lamió Charles el cuchillo con una sonrisa-Voy a tener que castigarte, y si intentas algo ahora, el castigo será mucho peor.

-T-tengo miedo… tengo miedo de ti, y tengo miedo de lo que hay fuera.

-Fuera no hay nada, Kyle. Está vacío. Sólo existimos tú y yo, solo existe esta casa. Si abres la puerta lo único que hallarás será una oscuridad infinita.

-Eso es lo que hay en ese sótano, no en la calle.

-En el sótano hay luz, lo que pasa es que no eres capaz de verla. Acéptame y podrás ver la luz.

-No… no quiero.

-H-huya…-decía el policía cada vez con menos fuerzas.

-Te quiero, Kyle. Te necesito, y tú me necesitas a mí.

-Eso… no es cierto. Te odio, te temo, me das asco.

-Soy parte de ti.

-No… no… no… ¡No!

Charles comenzó a andar hacia Kyle mientras éste gritaba “¡no!” una y otra vez. Se colocó junto al policía, que le miraba pidiendo clemencia, aunque ya sabía que estaba muerto, y le hincó un puñal en la otra mano.

-¡Para!-gritó Kyle.

Después sacó otro puñal del bolsillo y le apuñaló el pie. La sangre que emanaba de su cuerpo estaba dejando la silueta de lo que fue un agente de la ley en la pared.

-¡Por favor! ¡Él sólo quería salvarme!

Haciendo caso omiso, le hincó el último puñal en el otro pie. “Tenía un nombre muy buen puesto-sonrió”. Charles observó su obra de arte, un policía pegado a la pared con su cuerpo en forma de cruz. Sus ojos entrecerrados miraban a Kyle, que tenía la mirada sobre él, con lágrimas en los ojos.

-Lo siento, chico. Lo he intentado-cerró los ojos definitivamente el policía.

-¿A-agente? ¿Agente? ¡Agenteeeeeeeee!

De repente, unos brazos rodearon a Kyle desde atrás y un cuchillo acabó en el cuello del muchacho, a escasos milímetros de realizarle un corte.

-Shhhh… Ya está muerto. No sufras más por él. Céntrate en mí-susurró Charles.

-¿Por qué no me matas de una vez?-balbuceó Kyle llorando, mientras todo su cuerpo temblaba.

-Porque si tú murieras, yo también lo haría. Te quiero, Kyle. No puedo vivir sin ti.

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Charles llevó al pobre Kyle de nuevo hasta el sótano. Para evitar la idea de que quisiera escpar de nuevo el cuchillo no se separó del cuello de Kyle en todo el trayecto. A Charles no le parecía muy elegante tener que hacer eso, pero tenía que castigar a su amante por su intento de fuga. Una vez abrieron la puerta del sótano Kyle notó algo moverse justo delante del marco de la puerta, las cucarachas. Miró hacia Charles con pavor y éste sonrió, colocó la mano en su espalda y se dispuso a empujarle. El muchacho cerró los ojos con fuerza como si así pudiera evadirse de la horrible realidad que le esperaba y Charles se echó a reír.

Sin más preámbulos, el joven con tendencias psicóticas encendió la luz del sótano y las cucarachas abandonaron la estancia como ya era habitual. La verdad es que los insectos se acordaban de los muertos de Charles cada vez que les encendía la luz, porque a lo mejor les cortaba la cópula o la cena, y eso es desagradable para todo el mundo. Tras la huida repentina de los bichos, Charles condujo a Kyle hasta el sitio donde estaba encadenado. Miró el desperfecto que había hecho el policía y chistó. Después, sonrió a Kyle y sacó unos grilletes de su bolsillo. “Hay que estar preparado para todo-susurró”.

Kyle lo observó con horror mientras volvía a encadenarle, sabía que su castigo no tardaría en hacer acto de presencia y la idea no le agradaba precisamente. Cuando estaba bien encadenado, el joven adonis se sentó sobre él y pegó su cuchillo al cuello del chico. Kyle comenzó a llorar inevitablemente y éste lamió sus lágrimas con regocijo.

-Esto lo he causado yo. Eso me hace muy feliz, Kyle-susurró entre lametones.

-Sniff… Tengo miedo…

-Sí… Témeme. Ámame. Saboréame. Soy solo para ti, así que disfruta todo lo que te puedo ofrecer.

-C-charles…

-Si alguien te toca, si alguien te mira, si alguien te huele, lo mataré. Lo mataré sin contemplaciones. Todo lo que te trastorne o te aparte de mí… lo destruiré.

Los ojos llorosos de Kyle miraban la sonrisa del otro chico que estaba ante él. Parecía que todo iba bien, que todo saldría bien. Era perfecto, tanto sus facciones, una cara estilizada y pálida; como su cuerpo. El joven dominado sabía que no tenía escapatoria, que durante el resto de su vida tendría que ser de Charles. No había forma de huir, no había solución, sólo le quedaba aceptarlo y disfrutar del maravilloso cuerpo que le quemaba, que le hundía en el abismo.

Charles le besó, era un beso dulce, ansioso, deseoso de más. Mientras que con una mano le alzaba el cuello con la otra le apuntaba con la navaja. Sin embargo, era curioso, la mano que le alzaba el cuello, la mano cómplice de lo que podía ser un asesinato, le estaba acariciando la barbilla. Era como si quisiera demostrarle dulzura entre toda aquella dureza. Su cuerpo temblaba de miedo, pero a la vez de excitación. Anhelaba que aquel ser cruel y malvado lo tomara, porque esa bestia era parte de él, era su maldición.

Sus lenguas se restregaron a un ritmo pasmoso mientras su saliva se mezclaba y sus respiraciones entrecortadas se sincronizaban al milímetro. Cuando se despegaron sus labios Charles miró a Kyle con unos ojos llenos de ternura y le susurró: “Voy a hacerte el amor”, a lo que Kyle solo pudo responder con un escueto “sí”. Charles no estaba como para esperar pacientemente, así que cortó la camisa de Kyle con la navaja y dejó al descubierto su lampiño pecho. El joven ya no solo temblaba de miedo y de excitación, ahora también temblaba de frío. El otro chico, que notó esto, sonrió y cubrió con sus brazos a éste para calentarlo. Pero no por ello se detuvo en su labor desnudadora, pues con el cuchillo y desde atrás, cortó sin piedad los pantalones y calzoncillos del joven.

Kyle respiraba entrecortadamente aferrándose al cuerpo de Charles, y él, ahora que había terminado con su cometido, empezó a besar el cuerpo de Kyle por todos los rincones. “T-tus labios… e-están fríos…-susurró Kyle entrecortadamente”. “Entonces no usaré los labios-le respondió Charles”, y así lo hizo, pues comenzó a lamer con mimo la delicada piel del chico, que se estremecía de placer ante tales cuidados.  Lentamente bajó hasta el epicentro sexual del cuerpo de Kyle y agarró su polla con suavidad, como si de un jarrón valiosísimo se tratase. La lamió de arriba a abajo con suavidad y una corriente eléctrica recorrió el cuerpo entero del otro joven.

La vista para Kyle era magnífica. Una de las caras más hermosas que había visto en su vida estaba a sus pies chupándole el miembro y mirándole con lujuria, deleitándose con el sabor de su cuerpo. Lo notaba, cada vez se estaba hundiendo más en las sombras, dejándose arrastrar por la más profunda oscuridad, pero aquel era su destino, así que simplemente se dejó envenenar. “Kyle, te quiero-dijo Charles”, y después se metió en la boca de una vez su miembro entero. Éste no puedo evitar gritar de placer, y Charles continuó succionando esa barra de carne metiéndola y sacándola una y otra vez de su boca. El frote con sus labios hacía que el cuerpo de Kyle vibrara entero, estaba totalmente a merced de Charles.

Él no aceptaría jamás su situación, es decir, estar encerrado en un sótano secuestrado por un loco, pero como no le quedaba otro remedio, al menos se iba a permitir disfrutar del cuerpo de Dios que se le había otorgado como compensación. Cuando se quiso dar cuenta, Charles ya la tenía fuera. Su enorme polla venosa estaba pidiendo a gritos entrar por el apretado agujero del chaval, así que Kyle no se hizo de rogar y con lágrimas en los ojos, porque sabía que estaba vendiendo su alma al diablo, dijo: “Hazme tuyo”. Sin previo aviso, introdujo la cabeza entera de su pollón por el agujero del chaval, lo cual hizo que éste gritara con todas sus fuerzas. “Shhh… No hagas ruido...-susurró apuntándole con la navaja en el cuello otra vez”. Así, Kyle tuvo que intentar reprimir sus gemidos mientras el sádico de Charles metía cada vez más y más centímetros de carne.

Cuando la hubo metido toda, a Kyle se le escapó un gritito, a lo que el otro muchacho respondió cortándole varios pelos del flequillo con la navaja. Kyle captó la indirecta. Entonces el chaval psicópata embisitó a Kyle sin piedad, cada vez a más velocidad y con mayor intesidad, todo ello sin retirarle la navaja del cuello. Ambos sabían que si se le iba un poco la mano Kyle acababa sin garganta, pero eso a Charles le ponía más. Sin embargo, Kyle prefería no pensar en eso para poder disfrutar del coito en sí.

-Te gusta, ¿verdad?-balbuceó Charles embistiendo al otro chaval.

No obtuvo respuesta, por lo que empezó a darle más duro a Kyle, casi con rabia porque no le había respondido.

-¡Aaaaaagh! ¡M-m-me encanta!

-Te quiero, Kyle. Tú también me quieres, ¿verdad?-susurró con una sonrisa y con expresión de ido.

-T-te quiero…

Era mentira. No podía querer a alguien que le hacía aquello. Solo le atraía físicamente, y eso es lo único en lo que pensaba para evitar la locura. Si hubiera tenido un secuestrador gordo y feo, seguramente ya estaría loco. Como interrumpiendo sus pensamientos, Charles se corrió en el interior de Kyle. “¡Excelente!-gritó Charles-¡Y ahora el último elemento del castigo!”. Salió del interior del muchacho y corrió a la puerta del sótano, Kyle, por otro lado, se quedó confundido. “Oye… Estarás pirado y tal, pero podrías ser más cortés. ¡Que yo no me he corrido! ¡Y tengo las manos atadas!”. Kyle desearía durante el resto de su vida no haber pensado eso.

Charles entró corriendo con un extraño objeto en las manos que iba soltando un líquido por todo el camino. Al llegar junto a Kyle, éste pudo ver que se trataba de la cabeza del policía que le había salvado. Charles la agitó y cubrió al otro joven de la sangre del agente. Kyle volvió a llorar descontroladamente y miró a Charles con pánico. Sin embargo, él posó la cabeza en el pecho de Kyle y le ordenó: “Córrete”.

El miembro de Kyle se había puesto flácido sólo de ver a Charles corriendo como un poseso con una cabeza entre las manos y no parecía querer levantarse. Además, tampoco tenía las manos libres. “Anda, es verdad-señaló los grilletes-Pues lo haré yo mismo”. Charles agarró la polla de Kyle y empezó a masturbarle. Se resisitió todo lo que pudo, pero fue inútil. Al cabo de un rato de deliciosas sacudidas, cubierto de sangre como estaba y con una cabeza en el pecho, Kyle se corrió.

El joven siguió llorando y llorando durante horas, mucho después del suceso y estuvo varios días manchado por la sangre de aquel hombre que lo quería ayudar y su semen sobre ella. Sin embargo, Charles se rió. Se rió una y otra vez a gran volumen. Su risa daba miedo, era irregular, exagerada y escandalosa. Era la tercera risa.

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Es raro leer esto, porque lo escribí con un súper catarro encima xD Éstos son mis delirios febriles, así que no os los toméis muy en serio xD En fin, comentad y valorad, que me hacéis mejorar como escritor. ¡Hasta la próxima!

OS SALUDA

EL ENTERRADOR