The last laughter 2
Kyle está viviendo un sueño. Ha encontrado el amor y es feliz, pero... ¿es posible tanta felicidad? Parece que es el momento de salir del armario. Relato con sexo al final.
He decidido actualizar mi twitter de escritor más seguido, porque la verdad es que lo tenía abandonado. Pondré curiosidades de mis relatos y avisaré cuando los suba, así que seguidme en twitter si os interesa xD Bueno, sin más dilación, ya está aquí la segunda entrega del relato más retorcido que os podáis imaginar. En el primer capítulo estaba retomando un poco mis hábitos y fui suave, pero hoy no pienso cortarme, así que espero que disfrutéis (u os asqueéis) con mis ocurrencias.
Si queréis, podéis comentar a través de email a la dirección de correo: latumbadelenterrador@gmail. com (todo junto)
o en twitter: @enterradorelato
The last laughter
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Un relato del Enterrador
El día en que lo iban a matar el doctor Friedrich Wagner tenía cita con su asesino a las 17:30. Se levantó con un fuerte bostezo y miró la hora aún con legañas en los ojos, las 6:00 de la mañana. Suspiró y se dispuso a levantarse. La verdad es que el doctor odiaba madrugar desde que era un niño. Se dice que las personas inteligentes son las que más adoran dormir, así que… ¿por qué no podía él disfrutar de esas horas de sueño extra que le reclamaba su inteligencia?
Miró al otro lado de la cama con expresión de disgusto, si tan solo su esposa no se hubiera marchado con otro, podría consolarse, con su vista, de los pesares que tenía que sufrir, pero no, como era un cornudo y un perdedor, tenía que amanecer solo. Era su castigo, su castigo por aquellas tardes de prostitutas en las que se mostraba ocioso y despreocupado.
Su casa, antaño una metrópolis del calor familiar y la compañía, ahora solo era un edificio grande y vacío en el que no se oía nada. Karen se llevó a los niños, así que no había gritos ni travesuras, sólo silencio, estaba totalmente solo esperando, esperando en la sala de espera de la muerte.
Se metió en su traje y corbata, cogió su maletín y se fue al psiquiátrico. Friedrich había tenido siempre una gran reputación, hasta que se conoció que era un putero, a partir de lo cual las enfermeras le evitaban constantemente. Mientras avanzaba por los pasillos sólo veía miradas de reproche y evitamientos a su persona. Friedrich agachaba la cabeza y pensaba en otra cosa, no le apetecía autocompadecerse una vez más.
Se sentó en su silla y comenzó a psicoanalizar, uno tras otro, a todos sus pacientes del día.
-Dígame, ¿usted con qué sueña?
-¡Con pollaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaas!-gritó Lambert Cockis, uno de los locos.
El pobre infeliz dijo esto con los ojos tremendamente abiertos y una sonrisa en la boca y acto seguido se torció de tal manera que dejó su miembro al aire y se realizó una autofelación. El doctor llamó a los guardias y éstos trajeron al siguiente paciente.
-Así que dice usted que vienen a buscarle, ¿no? ¿Quiénes, exactamente?
-Los unicornios rosas, las plantas malvadas soñadas-pronunció haciendo incapié en la s Sony Saliny.
-¿Perdone? No le entiendo.
-Por parecer peor, perecer-añadió.
-Al parecer solo se comunica usando siempre la misma letra al final de todas las palabras. Aunque esta vez también ha cogido la primera.
-Poco loco como coco-sonrió Sony.
-Ya veo, siempre se aplica una norma diferente.
-Ayer poder comer ser perder.
-Traigan al siguiente, que este no dice más que gilipolleces.
Sony enloqueció en ese momento, se desnudó y comenzó a bailar desnudo, moviendo las caderas con las manos en las mismas mientras su pene se contoneaba de un lado a otro. Los guardias lo redujeron y trajeron a otro paciente.
-Bien, ¿me cuenta cuál es su problema?
-Verá usted, yo solo le envié una carta a mi prometida alegando las razones por las que no debía casarse conmigo, no me parece raro.
-Sin duda usted no está loco, usted es subnormal.
Y así paciente tras paciente, llegó un joven de unos 14 años con pelo largo y ojos saltones. Parecía bastante calmado al entrar. Se tumbó en el diván y el doctor comenzó a hablar.
-¿Por qué está usted aquí?
-Porque no estoy en otro lugar-respondió encogiéndose de hombros.
-No, esa no era mi pregunta (a veces es agotador tratar con locos…). Dígame usted por qué está en este centro, ¿qué ha hecho?
-Doctor, cometí el mayor pecado que puede cometer el ser humano, existir.
-Vamos, no diga eso, lo que dice es muy pesimista. La vida no está tan mal.
-Verá doctor, le voy a explicar cómo funciona el mundo. Hay tres elementos en este mundo: cucarachas, pies y humanos. Solo los humanos y los pies pueden amar o al menos soportar la vida. El humano es el que mejor vive, sólo tiene que decirle al pie que aplaste a las cucarachas, ya que ni siquiera se molesta en destruirlas él mismo, sino que manda que le hagan el trabajo sucio. Ellos no hacen gran cosa, por ello, aman la vida. Luego está el pie, que se queja porque tiene que hacer el esfuerzo de matar a las cucarachas, pero tampoco tiene ganas de volverse contra el humano, así que obedece. En último lugar están las deleznables cucarachas como yo, que estamos malditas y por ello no controlamos nuestra voluntad, solo vamos hacia la nauseabunda porquería, pero somos asquerosas para el humano, así que nos hacen desaparecer. No podemos apreciar el mundo, ni siquiera soportarlo, pero, ¿sabe qué? Cuando los humanos desaparezcan junto a los pies, nosotras seremos las únicas que problarán la tierra.
-Disculpe, dice usted… ¿que es una cucaracha?
-Así es. Y una muy perversa además, ¿no ves mis antenas y patitas?
-Diagnóstico: jodido pirado.
-Doctor…-susurró el paciente-déjeme morir.
-¡Pero si usted no se está muriendo!
-Sí que me estoy muriendo, y usted no puede hacer nada, así que déjeme morir.
-¡No diga tonterías!
El paciente se levantó y caminó despacio hacia el médico.
-Señor Oxford, ¡vuelva a su asiento o llamo a seguridad!
-Shhh… Mire a sus pies.
El doctor miró hacia abajo y vio como una horda de insectos caminaban hacia él a toda velocidad. El paciente estaba descalzo y sus pies rozaban con las cucarachas, Friedrich miró horrorizado al joven y éste le miró sonriente.
-Qué asco…
-¡Seguri…!
Cuando quiso terminar, el joven le había metido una cucaracha en la boca. Los ojos de Friedrich se abrieron ampliamente y miró con horror cómo el insecto intentaba huir de su boca, movía sus patas peludas con desesperación, direccionaba sus antenas a donde podía desde el interior de la boca e intentaba abrir sus alas, que estaban aprisionadas por los labios del doctor. Rápidamente escupió al insecto horrorizado y comenzó a toser.
El bicho había dejado una sustancia pegajosa en la boca del médico, lo cual provocó que el pobre hombre vomitara en el suelo y rápidamente las cucarchas acudieran al vómito de éste. Finalmente, los bichos, con sus patas llenas de vómito, llegaron hasta el doctor e intentaron ascender por él, mientras éste no podía hablar porque seguía tosiendo.
A Fiedrich se le saltaron las lágrimas, le invadió la impotencia y la repulsión ante la escena con los insectos, que por otro lado danzaban como les parecía subidos en el cuerpo de éste. El joven cogió la carpeta del médico y a través de sus brazos, las cucarachas corretearon por ella.
-Mmmm… veamos… Franz Oxford, asesinato múltiple. Interesante…
Pasó junto al doctor que extendió su brazo mientras tosía como señal de que pedía piedad y ayuda, pero sin dejar de mirar la carpeta y con extrema indiferencia, sacó una navaja del bolsillo, se inclinó y cercenando al doctor justo en la parte del abdomen donde debía, sacó un reguero de tripas acompañado de un charco de sangre que las cucarachas celebraron bañándose en él.
Algunos de los insectos escalaron el reguero de tripas con gran felicidad, instalándose en el interior de Friedrich.
-La verdad, doctor-miró a Friedrich, quien ya estaba en sus últimos suspiros-Ahora mismo no se me ocurre una muerte más horrible para usted.
Friedrich cerró los ojos mientras expulsaba el último tosido acompañado de sangre y un par de cucarachas y se desplomó. En ese momento Franz se sentó en el diván leyendo su informe detenidamente.
-Parad, jaja, me hacéis cosquillas. Jaja, jajaja, ¡jajajaja!
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2ª Risa: Monstruoso insecto
Kyle estaba que no se lo creía, había tenido sexo con alguien, ¡por fin! Su virginidad y su inocencia al fin habían desaparecido. Ahora se entregaría por fin al dulce placer del amor, de estar con otra persona y deleitarse en ello. Comenzó a ver a Charles a diario, quedaban tras la univerdidad. Iban juntos a pasear, al cine, a tomar algo…
Mientras iba pasando el tiempo Kyle se dio cuenta de que Charles era perfecto, era su perfecto ideal, no tenía ni un solo defecto. Era un príncipe, un caballero, un chico sofisticado y dulce que siempre le trataba con el máximo mimo. Por ello, no tardó en enamorarse perdidamente de él. Cuando llevaban ya más o menos un mes saliendo, fueron a pasear al parque en el que se conocieron.
-Oye, Kyle. ¿Cuándo vamos a continuar aquella deliciosa escena que empezamos en tu apartamento?-sonrió Charles.
-¿Eh? E-es que… mis amigos ya no están de vacaciones. Estarán en casa…
-¿Te avergüenzas de mí?-agachó la cabeza un poco decepcionado.
-¡No! ¡Por supuesto que no! Es solo que… yo no he salido del armario.
-¿No? ¡En ese caso yo te ayudaré! Te apoyaré en lo que haga falta.
Charles colocó su mano en el hombro de Kyle y asintió, a lo que éste respondió suspirando nervioso. “Tengo mucho miedo de ser rechazado. ¿Y si me quedo en la calle?-pensó Kyle-No puedo decirlo. Sencillamente no puedo”. Agarró la mano de Charles con la suya, la apartó despacio y, aún sosteniéndola, le dijo que sencillamente no podía. Le dijo que tenía mucha inseguridades y que tenía miedo al rechazo del resto de la gente.
Agachó la cabeza avergonzado para no mirar a los ojos de Charles al recibir su respuesta. Sin embargo, el silencio le hizo levantarla de nuevo y en ese momento el otro chico, que le había estado esperando agazapado, le besó con dulzura en la mejilla. Kyle se puso completamente rojo y le apartó bruscamente.
-¡¿Se puede saber qué haces, idiota!? ¡El parque está lleno de gente!
Kyle miró a su alrededor nervioso, pero todo el mundo iba a lo suyo. Una pareja de jóvenes charlaban animadamente en un banco, un anciano daba de comer a las palomas en otro y tres niños jugaban al fútbol junto a la fuente, todos ignorando la escena. Entonces Charles acercó su cara a la de Kyle y le susurró.
-¿Ves? A nadie le importa.
-¡N-no vuelvas a hacer eso nunca más si no quieres que te mate!
-Eso me gustaría-le olió el pelo-No hay mejor manera de expresar el amor que la muerte.
-¡No juegues conmigo!
-No juego. Quiero hacerlo contigo, no puedo reprimirme porque se trata de ti, por eso estoy tan ansioso.
Kyle se ponía más nervioso por momentos. En su paranoica mente, todo el mundo estaría escuchando la conversación y pensando en atacarle, pero la verdad es que no suscitaban la más mínima atención.
-Pues en mis tiempos, palomitas, los nietos no regalaban a sus abuelos el cacharro ese, la “Kii” esa. ¡Los nietos regalábamos vino a nuestros abuelos, como tiene que ser!-farfulló el anciano a las palomas.
-Cuando lleguemos a casa te voy a poner fina a pollazos, Margarita-preguntó un enamorado.
-Oh, Jazmín, te la voy a chupar de tal manera que te voy a dejar seco-le respondió su amante.
-Cuando sea mayor, me subiré a este balón mientras vosotros váis a pie, así yo llegaré antes a mi destino y podré llevarme más cosas que vosotros de él-presumió uno de los niños.
-Eso puede ser cierto, pero tú no tendrás paciencia y tendrás que volverte rápido, y mientras que tú ya estarías de vuelta, nosotros podremos seguir allí y disfrutarlo, aunque en menor cantidad, porque tú te habrías llevado la mayor parte, más años.
-Hombres... siempre jugando al fútbol…-suspiró la niña.
“¿No hay nadie normal en este parque?-pensó para sí Kyle”. Miró a Charles, que estaba sonriendo y finalmente accedió. Lo iba a llevar a su casa para presentarlo formalmente ante sus amigos como su novio. Charles entonces le ofreció su mano. Kyle puso mala cara y le echó una mirada asesina, pero el otro chico seguía mostrando sus resplandecientes dientes, por lo que no pudo negarse. Con la cara más roja que que un tomate le dio la mano y se fueron a casa cogidos de la mano bajo la luz del atardecer.
-Ahí va… una pareja gay. Qué monos… Igual estos dos que se ven tan amigos aquí jugando al fútbol en un futuro acaben así…-especuló la niña para sí mirando a sus amigos jugar.
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En aquel apartamento Kyle vivía con tres personas, Max, Dora y
Ottilie. Max era su amigo de la infancia, pero ni él sabía lo de su homosexualidad. Era un joven algo despreocupado y siempre iba a lo suyo, pero se conocían desde niños y siempre habían congeniado. Dora y Ottilie eran una amiga de la universidad y la hermana de Kyle, respectivamente. Ambas eran dos chicas muy dulces y casi siempre ayudaban a Kyle.
Justo antes de entrar, Kyle le dijo a Charles que esperara fuera. Éste parecía disgustado, pero decidió respetar la decisión de Kyle, así que aceptó y así lo hizo. Kyle abrió la puerta y observó que todos estaban en casa.
-Hola, me alegro de que todos estéis aquí.
-¡Hey, hermanito!-saludó Ottilie-vertiendo leche en un vaso.
-Tengo… algo que deciros-tragó saliva nervioso.
-¿Tiene que ser ahora? Estoy viendo “La abeja Maya”-se quejó Max.
-¿”La abeja Maya”? Creo que mi abuela veía esa serie-se burló Dora.
-¡¿Qué insinúas, foca apestosa?!
-¡¿Foca yo!? ¡Foca tu madre, que para parir a una morsa como tú ya hay que ser ancha!-le respondió ella.
Esos dos siempre se estaban peleando, pero Kyle tenía la sospecha de que en realidad era porque estaban enamorados. Ottilie suspiró y se puso a beberse su leche indiferente.
-¿Podéis escucharme?-suspiró acercándose al sofá al lado de Max.
Max le tiró del brazo y lo sentó a su lado. Colocando el brazo por encima del hombro de su amigo señaló con la otra mano a Dora y le dijo:
-¡Ha empezado ella! ¡¿A qué tú estás de mi parte, Kyle?!
-¡No! ¡Está de la mía!-replicó ella-¡¿Verdad, Kyle?!
-¡¿Queréis cerrar la puta boca?! ¡Tengo algo muy importante que decir!
Ambos se sorprendieron y echaron a reír. No se esperaban tal reacción. Max despeinó un poco a Kyle y se disculpó sonriendo.
-Tienes razón, amigo. Lo siento. Dinos.
-Esperad. Mejor desde la puerta.
-Dudo que eso cambie el mensaje…-farfulló Dora.
Max apagó la tele refunfuñando y se giró en el sofá hacia Kyle, mientras que las otras chicas también dirigieron la vista hacia él. El chico estaba temblando, sudaba a horrores, su boca permanecía torcida y sus ojos no podían mantenerse en los de sus compañeros de piso.
Empezaron a preocuparse al ver a Kyle así, por lo que le preguntaron que si había pasado algo malo. Le ofrecieron su apoyo incondicional y sonrieron, dijeron que ellos estaban ahí para cualquier cosa. Kyle respiró aliviado, ellos le apoyaban, no tenía nada que temer. De este modo alzó la cabeza y dijo con orgullo:
-¡Soy gay! ¡Y me he echado novio!
Sus compañeros no cambiaron para nada su expresión, pero tampoco tuvieron mucho tiempo porque Kyle abrió la puerta rápidamente haciendo que Charles, que estaba al otro lado, hiciera una entrada triunfal. Estaba apoyado contra la pared con una mueca de aburrimiento, pero al abrirse la puerta miró directamente a los amigos de Kyle con una sonrisa.
En ese instante sus caras se tornaron en expresiones de horror. Como si una gigantesca y nauseabunda bestia, tal vez un monstruoso insecto, fuera el que estaba detrás de la puerta, se levantaron y retrocedieron con pavor.
-¿Eh?-se extrañó Kyle.
-¡Lárgate! ¡Fuera! ¡Vete, vete, vete, vete!-gritó Ottilie, su propia hermana.
-¡Haz la maleta y no vuelvas!-gritó Dora, que se había colocado tras Max.
-¿Qu-qué? E-es una broma, ¿v-verdad?
Kyle dio un paso hacia ellos y Max cogió a Ottilie del brazo y la colocó rápidamente tras él junto a Dora, entonces extendió los brazos en forma de cruz para protegerlas, como si Kyle fuera un monstruo.
-Max… amigo.
-Tú ya no eres mi amigo. Tú ya no eres Kyle.
-¡Si, soy yo! ¡Sigo siendo yo!
-No. Por favor, vete.
Kyle rompió a llorar y miró hacia Charles, quien, encogiéndose de hombros, sonrió y le dijo: “No te preocupes, puedes venir a vivir conmigo. Yo jamás te abandonaré, así que no llores”. Después de eso, los compañeros de piso se escondieron en la habitación de Dora hasta que Kyle hubo recogido sus cosas, tocó en la puerta del cuarto para despedirse, pero nadie respondió, así que se fue. Se fue porque fue repudiado, y jamás volvió.
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Ambos salieron del edificio portando maletas, ya que no querían que Kyle volviera y por tanto él se había llevado todo lo que era suyo. Kyle no podía parar de llorar, y Charles permanecía en silencio. Cogieron un taxi y no hablaron durante todo el trayecto. Pronto llegaron a la calle en la que vivía Charles, éste pagó al taxista y salieron del vehículo en dirección a la casa del muchacho.
Kyle nunca había estado ahí, pero el otro chico le había dicho que vivía solo y que era una casa muy espaciosa que podía permitirse gracias a la ayuda económica de unos tíos suyos o algo así. Cuando llegaron al lugar Charles sacó la llave y abrió la puerta sin mirar siquiera a Kyle. Éste entró y observó la estancia. Ciertamente era gigantesca.
Un amplio salón con un suelo de baldosas blancas y negras se extendía ante él. Un sofá y una enorme tele se podían vislumbrar en mitad de la sala, además de una mesita donde había una revista de ciencia. Vio unas puertas al fondo que supuso que eran las habitaciones, así que fue a andar a hacia ellos. Sin embargo, Charles lo cogió del cuello y lo estampó contra la pared, haciendo que se le cayeran las maletas al suelo.
Kyle quiso hablar, pero no pudo, la voz no le salía. Miró al joven con horror, y vio que éste estaba mortalmente serio. Le imploró piedad con la mirada y Charles ladeó ligeramente la cabeza como si no comprendiera lo que quería decir.
-Oye, Kyle-habló pausadamente-¿Se puede saber por qué has dejado que ese cerdo hijo de puta te tocara?
-¡¿...!?
-Tú eres mío. ¡Solamente mío! Si alguien te toca, me voy a enfadar mucho-sonrió-Porque yo te quiero. Te quiero. ¡Te quiero!
Kyle comenzó a temblar de miedo, no entendía qué le pasaba a Charles, nunca le había visto comportarse de esa forma.
-¿No me respondes? ¿Acaso te sorprende? Pues no debería. Solo tenía que mirar por la mirilla para darme cuenta de lo que hacíais. Te ha revuelto el pelo.
Las lágrimas volvieron a caer sin control de los ojos del joven. Entonces Charles suavizó su agarre para que pudiera hablar y lamió sus lágrimas restregando la lengua por su mejilla, deleitándose con el salado sabor que poseían.
-Él era mi amigo. No somos novios ni nada.
-No me importa-sonrió-Si alguien te toca…
Charles sacó un cuchillo del bolsillo y se lo puso a Kyle en el cuello.
-¡Nadie volverá a tocarme! ¡Por favor, suéltame!
-Shhh… no te alteres. Como he visto que aún no has entendido que eres mío y solo mío, tendré que marcarte.
Del otro bolsillo sacó una jeringuilla y se la inyectó a Kyle antes de que se diera cuenta de lo que pasaba. Dejó al chico en el suelo y se sentó en el sofá, sacó unas tijeras de debajo de la mesa y se las colocó de forma que estaban a punto de cortar su lengua.
-Mmmm… veamos… ¿Cómo le demuestro mi amor?
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Cuando Kyle abrió los ojos se encontraba en una estancia oscura y sucia, no veía más allá de lo que tenía justo delante porque la única iluminación con la que contaba era una lámpara colocada a sus pies. Sin saber cómo ni por qué había llegado hasta ahí, intentó moverse, pero rápidamente se dio cuenta de que tenía los brazos encadenados a la pared.
En ese momento le volvieron los recuerdos. Charles le había inyectado algo raro y había perdido el conocimiento. Ahora era consciente de que tenía razón al principio, es muy peligroso enamorarse. Se había encontrado con un psicópata, y ahora estaba atrapado. Temblaba solo con imaginarse qué asquerosas perversiones iba a hacerle ese monstruo.
Al menos se alegró de ver que estaba vestido, aunque su pelo estaba revuelto y le dolían las manos. “Yo sólo quería amor. ¡¿Es tan difícil?! ¡¿Acaso el ser humano es incapaz de amar?! ¡¿Acaso es imposible encontrar a alguien que no te haga daño?!-pensó Kyle”. El ruido de una puerta abriéndose retumbó en los oídos del chico y su corazón empezó a ir a mil.
Oyó una serie de pasos que hacían eco en todas la estancia. Después, oyó como un interruptor era pulsado y la habitación se iluminó. El más absoluto pavor recorrió la espalda de Kyle en forma de escalofrío. Miles, quizá cientos de miles de cucarachas estaban a su alrededor. La única parte no cubierta de estos repulsivos insectos era la parte en la que él estaba. De repente los bichos huyeron despavoridos y se metieron por un agujero de la pared.
-Temen a la luz-se oyó una voz-Por eso te he colocado la lámpara.
Kyle buscó en todas direcciones al dueño de esa voz, pero solo veía un montón de maniquíes tétricos en los que las cucarachas estaban subidos antes. Cada uno tenía una expresión, todas exageradas. La risa, llanto o expresión de sorpresa en ellas daban terror. Vio una estantería con tres calaveras manchadas de sangre y en el techo pudo observar varios sacos moviéndose cual péndulo y soltando gotas de un líquido que Kyle no sabía identificar. Al fin lo encontró, justo detrás de uno de los maniquíes permanecía con una sonrisa, Charles.
-Esos bichos me dan mucho asco. No los soporto-comentó.
Kyle extendió sus brazos restringidos por las cadenas hasta Charles, como si él fuera su salvador y no su verdugo, como si fuera su héroe y no su asesino. El otro chico sonrió y se acercó despacio hacia él. Llevaba tres cajas de pizzas en las manos. Cuando estaba al lado del chico dejó las cajas en el suelo y le agarró de la barbilla con una expresión de locura.
-Te quiero, Kyle.
Las lágrimas inundaron los ojos de Kyle, tenía miedo, mucho miedo, pero intentó sonreír y le miró con los ojos bañados en lágrimas.
-Yo también, Charles.
-Yo jamás te abandonaré. Aunque todos te hayan abandonado yo siempre estaré para ti.
-E-en ese c-caso podrías desatarme…
-No. No quiero que te vayas, como todos se fueron. Si no puedes huir estarás conmigo para siempre.
-¡P-pero…!
-Vas a estar conmigo para siempre, aunque eso signifique que tenga que cortarte y quedarme solo con una parte, o que tenga que comerte.
Kyle se lamentaría por el resto de su vida de intentar salir con alguien. Aquello sóolo le había traído dolor y sufrimiento. Sus amigos le odiaban, estaba atrapado y probablemente iba a ser asesinado.
-Eres mío.
Charles lamió la mejilla de Kyle y éste no pudo hacer nada, pues sus manos estaban hacia arriba. Comenzó a tocarlo de forma lasciva y el chico tembló, sin embargo, se le ocurrió algo para huir de aquello aunque fuera por un instante.
-E-espera. ¿No me has traído la c-comida?-señaló como pudo las cajas de pizza.
-Oh. No, hombre-se rió-Pero casi se me olvida enseñártelo.
Abrió la primera caja y dentro, como si fuera lo más normal del mundo y no una barbaridad de lo más tétrica, había una mano con el puño cerrado y el pulgar extendido. La caja estaba cubierta de sangre y la mano tenía un aspecto sucio. Kyle miró a Charles con los ojos como platos. Sin mediar palabra Charles abrió la segunda caja, en la que había una mano con el dedo meñique, anular y corazón extendidos y el índice en forma de círculo; y luego la tercera, en la que aparecía otra mano haciendo el símbolo de la paz, el dedo pulgar junto al anular y al meñique y el dedo índice y el corazón extendidos.
-¿Q-qué es… esto?
-Tus amigos-amplió su sonrisa.
Kyle miró horrorizado a Charles, que solo mantenía su dulce sonrisa, mostrando sus dientes; y sin poder evitarlo, comenzó a vomitar debido a la impresión y el asco que había tenido que soportar.
-No, hombre-perdió Charles su sonrisa-Si haces eso…
Antes de que pudiera terminar la frase las cucarachas acudieron en manada al charco y comenzaron a bañarse en él como si de un spa se tratase. Esto provocó aún más repugnancia en el pobre muchacho y volvió a vomitar. Lo que atrajo más insectos.
-¡Fuera!-les apuntó Charles con la linterna.
Suspiró y fue a por una fregona, limpió los restos y le trajo un vaso de agua a Kyle para que hiciera gárgaras.
-Menos mal que te he enseñado los trofeos más suaves…-añadió Charles-Ahora no te voy a poder besar, es una lástima…
-¿L-los trofeos m-más suaves?
-Da igual. Ahora lo único que quiero es hacerte el amor.
Kyle no estaba para mucho sexo, era en lo último en lo que pensaba en aquella situación, lo único en lo que podía pensar, era en la forma más rápida e indolora de suicidarse para escapar de allí. Pero Charles no le iba a dejar escapar. Sin previo aviso Charles introdujo su mano dentro del pantalón de Kyle.
-N-no… por favor…
Lo único que se oía en la habitación eran los sollozos de Kyle. Charles, en permanente silencio, sacó el miembro de Kyle de su pantalón, que estaba completamente fácido por el miedo, y se lo metió en la boca de una vez. Por más que Kyle suplicaba que parara el otro muchacho le ignoraba completamente. Chupaba su polla con maestría, deleitándose en lamer con mimo el tronco de ésta mientras debe en cuando miraba furtivamente a Kyle, que estaba totalmente rojo y con lágrimas en los ojos. Aquella vista le excitaba aún más, saber que estaba totalmente a su merced, que lo controlaba totalmente, le encantaba.
-P-para, por favor… por favor…
Chupó sus testículos con suavidad, mientras el otro chica gemía y gemía, a pesar de que no quería disfrutar bajo ningún concepto ese polvo. Su polla, sin que pudiera evitarlo, se puso dura, y Charles ronroneó por su victoria, cosa que hizo que Kyle llorara aún más desesperadamente.
-¿Por qué lloras, Kyle?-se levantó-¿Es por él? ¿Por qué? Él ya no está aquí y yo sí estoy.
-Sniff…-le miró Kyle con miedo.
De nuevo le agarró de la barbilla y acercó su boca a la suya, pero no le besó, sino que lamió su nariz con una mirada lujuriosa. Acto seguido, se sacó la polla del pantalón y sonrió. Sus sonrisas ya no eran como antes, no eran amables y sinceras, eran psicóticas y perturbadoras. Abría sus ojos mucho y miró fijamente a Kyle.
Desvistió a Kyle de cintura para abajo e hizo lo mismo consigo mismo. “Como siempre estaremos juntos, no hace falta condón-sentenció”. Alzó las piernas del pobre secuestrado y las colocó por encima de sus hombros. Colocó su polla en la entrada del culo del chico y éste cerró los ojos con fuerza, se temía lo peor. “El dolor nos unirá para siempre, Kyle. Nosotros… siempre estaremos juntos. Te amo y te amaré por siempre”.
La enorme vara de Charles se abrió paso entre las entrañas de Kyle. Un grito salió de lo más pronfundo de su ser, sin embargo, daba igual lo mucho que gritara, nadie lo iba a escuchar.
Kyle sentía un dolor muy agudo y fuerte que nacía en el interior de su cuerpo, era incesante, y eso era lo peor del mismo, porque si el dolor fuera de esa intensidad pero solo fuera de un segundo no sería tan terrible. En los gritos de Kyle no se podía entender placer, solo era dolor, dolor puro y duro. El dolor de una bestia que le perforaba con rudeza.
Cuando Charles la hubo metido entera comenzó a moverse, y esto, aunque Kyle creía que no iba a ser así, era aún más doloroso que lo anterior. Pedía clemencia, suplicaba perdón, pero nada hacía que su verdugo parara en su actividad. A Kyle solo le quedaba rezar para que el otro joven no tuviera mucho aguante y se corriera con la mayor brevedad posible. Pero no fue así, al menos durante 20 minutos, le estuvo penetrando sin compasión. No obstante, ya llegó un moento en el que Kyle no sentía nada, ni dolor, ni placer, ni nada.
Sus lágrimas se secaron sencillamente porque ya había llorado demasiado, aquello era demasiado. Charles se corrió en su interior en un sonoro gemido y él no dijo nada, solo miraba esos ojos de asesino que estaban puestos en él, esos ojos de los que había estado enamorado. Charles sacó su polla del interior de Kyle y le abrazó.
-Ha sido increíble, ¿verdad?
El joven no respondió. Tenía la mirada perdida y no estaba en condiciones de hablar. Charles los vistió a ambos y se volvió a abrazar a él.
-Siempre estaremos juntos, Kyle. Siempre, siempre… siempre.
-Eso parece-contestó secamente.
-Te quiero, Kyle. Y siempre lo haré-le dio un beso en la mejilla.
Kyle cerró los ojos. Solo quería que aquello fuera una pesadilla, que al abrir los ojos de nuevo todo hubiera sido una pesadilla y que estuviera en su cama mientras Max le hacía el desayuno. Pero no fue así. La realidad era peor que cualquier pesadilla horrible. Charles comenzó a reírse y su voz hizo eco en todo el sótano. De nuevo era una risa psicótica, horrible, perturbadora, la risa de un ángel de la muerte enviado para torturar al pobre Kyle. Ya había oído la segunda risa.
CONTINUARÁ…
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Podéis pensar que he perdido la cabeza y que esta historia no tiene ningún sentido xD Pues bueno, solo os diré que en este relato he vuelto a mi simbolismo de “El nuevo juguete del señorito”, así que es muy posible que no lo pilléis, pero es que si cuento lo que quiere decir no tiene gracia xD Interpretadlo como queráis, que así es la literatura.
OS SALUDA
EL ENTERRADOR