The last laughter 1

Kyle es un chico que no se atreve a salir del armario por miedo, y conoce a Charles, un joven que pasea por el parque. Ambos empezarán una relación que les conducirá a una situación muy peculiar...

Damas y caballeros, ladies and gentlemen, les ofrezco mi última invención relatística. Llevaba tiempo ideando una serie con la que volver a mis orígenes, y se trata de ésta, una serie gore y oscura. Será una serie de tan solo 3 o 4 capítulos como mucho. Sinceramente espero que os guste, pero va a ser difícil.

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o en twitter: @enterradorelato

The last laughter

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Un relato del Enterrador

(

ADVERTENCIA

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Esta parte del relato es gore, si son sensibles a este tipo de escenas, es mejor que pasen a la siguiente línea divisoria. No se preocupen, ya que realmente no afecta mucho a la tramma del relato)

Cuando Mike Oxford despertó una mañana tras un dulcísimo sueño, jamás pensó que aquel día sería asesinado por su propio hijo. Aquella mañana el sol era especialmente brillante, lo cual era normal, ya que había estado todo el fin de semana lloviendo muy fuerte. El señor Oxford se levantó y se dirigió al baño para hacer lo primero que hacía cada mañana, lavarse la cara. Regresó al dormitorio y tras un echar un rápido vistazo a la angelical figura de su hermosísima mujer, Priscila, se vistió con traje y corbata.

Salió del cuarto y se dirigió al de su hijo para ver si todo estaba bien. No era necesario que se preocupara, su hijo ya tenía 12 años, sabía cuidarse solo, pero las viejas costumbres no se pierden fácilmente. Allí estaba su pequeño Franz, totalmente perdido en sus ensoñaciones. El padre sonrió y bajó a la planta baja a desayunar.

La criada, Violet, le preparó su desayuno habitual, un café solo y unas tostadas. Charlaron sobre cosas sin importancia, la criada le habló de que su hijo mayor iría pronto a la universidad y él le habló de que estaba preocupado por su hijo porque no tenía amigos y se pasaba el día encerrado en su habitación.

Mike salió de casa y revisó sus bolsillos. “Ahhh…-pensó-¿Cómo puede ser que a mis 40 años tenga tantos despistes? Se supone que tengo experiencia en la vida como para no tenerlos, pero no soy tan viejo como para achacarlos a la edad”. Abrió la puerta y la criada le recibió con una sonrisa y con las llaves en la mano.

-Qué haría sin usted, Violet-se rió.

-Acuérdese de eso cuando me tenga que dar la paga-bromeó ella.

Mike se marchó alegremente y estuvo todo el día trabajando. Era un cirujano reconocido en todo el municipio, había salvado cientos de vidas. Él se sentía orgulloso de ello, y su mujer también, así que siempre estaban presumiendo de ello.

Tras varias horas de aperturas por aquí y varias cosidas por allá, volvió a casa feliz como cualquier otro día. Estaba feliz porque había salvado un montón de vidas, pero lo que no sabía es que no podría salvar la suya.

La felicidad no le duró mucho porque ya al abrir la puerta encontró un charco de sangre en la pared. Todo el vello de su cuerpo se le puso de punta, su pulso se aceleró y su tono de piel se puso blanco como un glaciar. Cualquier persona habría huido de allí al instante, pero su mujer y su hijo podían estar dentro y en peligro, y el señor Mike Oxford era un hombre decidido y valiente, así que corrió escaleras arriba.

Mientras subía encontró un extraño dibujo en la pared de las escaleras hecho con sangre. Era un gatito sonriente que sujetaba su propia cabeza mientras de su cuello emanaba un chorro de sangre. Tenía una sonrisa afable, pero cuanto más miraba el doctor los ojos de aquel animal dibujado con sangre, más se horrizaba. Era como si el gato le estuviera pidiendo ayuda, como si suplicara que le liberara del dolor.

Sin embargo, siguió subiendo las escaleras sin hacer caso a sus propios delirios y entró en la habitación de su hijo. La habitación estaba totalmente destrozada, las paredes estaban cubiertas de sangre, las cortinas estaban rasgadas, el cuadro en el que aparecía el joven con sus padres estaba pintorreado con sangre. Solo quedaba en buen estado la sonrisa del niño en dicho cuadro. Sobre la cama, que estaba deshecha, había un montón de cucarachas.

El hombre no podía entenderlo, en su casa jamás había habido cucarachas, eran unos seres asquerosos que no merecían estar allí, las miró con repugnancia y vio que entre ellas había algo. La determinación de Mike fue admirable porque cogió la lámpara de la mesita de noche, que por cierto estaba cubierto de un líquido pegajoso, y apartó a las cucarachas para coger lo que había.

Los insectos huyeron como si un monstruo gigante les atacara con alguna especie de arma y se refugiaron en la parte baja de la cama. Cogió el objeto, era una libreta de pintar, la libreta de pintar de su hijo Franz. Abrió la libreta y vio dibujos escalofriantes. En el primero aparecía un chico con un montón de cucarachas sobre su cuerpo y debajo ponía escrito con sangre: “Solo somos unos simples insectos”.

Al pasar la página había una cucaracha gigante con los ojos dibujados al estilo de dibujos animados, para dar la impresión de que era una pobre criatura. Debajo estaba escrito: “¿Por qué TÚ tienes más derecho a vivir que ella?”. Página tras página los dibujos dejaban de tratar de cucarachas y se centraban en asesinatos. En uno de ellos aparecía Violet con la boca llena de huesos y ponía: “¿y si le hago comerse los huesos del ridículo hijo del que siempre está presumiendo?”

Pasó la página y apareció un dibujo de la mujer de Mike, atada al cabecero de la cama con la mirada perdida y con sangre brotándole de los ojos. No había nada escrito. Justo cuando iba a pasar la página se oyó una risa. Era una risa psicótica, aquello no expresaba júbilo o diversión, sino espanto y horror. Mike dejó el libro y pasó a la habitación de su mujer, allí encontró el primer cadáver, Violet, la criada.

La habitación, a diferencia de la anterior, estaba radiante, alguien había colocado un papel de pared de rosas y había colocado velas por toda la estancia para darle un toque lúgubre. El suelo había sido encerado y el cuadro en el que salían Mike y su mujer recién casados había sido sustituido por una foto del hijo de Violet sonriendo, sobre la que estaba escrito con sangre la palabra: “RIP”.

Mike se acercó al cadáver y lo examinó, le abrió la boca y se encontró el horror más maquiavélico que podía haber encontrado, una cara de horror estaba mirándole desde el interior de la boca de la mujer. Alguien había cosido la piel de otra persona, los ojos, nariz y boca dentro de la boca de Violet. Mike llegó a la conclusión de que no sólo le habían introducido los huesos de su hijo, sino que le habían cosido su cara al interior de su boca.

-¡Ding, dong, ding, dong, ding, dong! ¡Cadáver encontrado!-se oyó una voz como si hablara por megafonía-¡Enigma! ¡Si se resuelve el enigma, el premio es vivir! ¡Si se falla, el castigo es la muerte! ¡Ding, dong, ding, dong, ding, dong! ¡Pregunta! ¡¿Por qué?! ¡Pista! ¡Cocina!

Lo más siniestro es que el distorsionador que había escogido el asesino no era para agravar la voz, sino para agudizarla. Y una voz de ardillita parecía ser el fatal árbitro de ese macabro juego.

El hombre bajó raudo a la cocina y sus mayores temores se confirmaron, Priscila yacía en el suelo muerta. Una enorme lanza atravesaba su pecho, sus ojos, ahora cuencas vacías, porque el asesino se los había arrancado, rezumaban sangre, y su boca estaba cortada para que pareciera que sonreía.

-¡Ding, dong, dang! ¡Segundo cadáver encontrado! ¡Qué tópico lo de la sonrisa, ¿no?! ¡Podías haber hecho algo más imaginativo, asesino!

-¿Por qué? ¿Por qué?-comenzó a llorar Mike.

-¡Ding, dong! ¡Esa es la pregunta! ¡Responde, ding, dong! ¡Responde, ding, dong! ¡Responde o muere!

-¡Franz! ¡¿Por qué?!

La única respuesta que recibía el hombre era la voz de ardilla que le respondía con “¡responde, ding, dong!” todo el rato. El hombre secó sus lágrimas y miró a su mujer cansado. Ya no quería vivir, la vida había perdido todo sentido, así que no tenía nada que perder jugando a ese estúpido juego.

-Porque… no he sido un buen padre-susurró.

De repente, un cuchillo atravesó su espalda. Mirando hacia abajo pudo ver cómo el cuchillo le salía por el pecho y cómo su boca empezaba a expulsar sangre. Cayó al suelo y temblando miró a su asesino unos segundos antes de morir.

-¡Ding, dong, ding!-sonrió Franz mirando a su padre desde arriba-¡Respuesta incorrecta! No hay motivo alguno.

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1ª Risa: Falsa sensación de paraíso

Es conocida por toda persona homosexual la dificultad de encontrar pareja en su condición. Normalmente uno debe preguntarse cuando va a declararse: “¿le gustaré?”, pero si se es homosexual esa persona primero tiene que ser homosexual y después debe gustarle la otra. Esto no era algo desconocido para Kyle Monroe, un joven de 19 años que sabía que era gay desde los 13, pero que no se había atrevido jamás a declararse a otro chico.

Era estudiante universitario, estaba en primero de ingeniería, una carrera para la que era necesaria mucha inteligencia. No tenía problemas para hacer amigos, sin embargo, estaba inseguro con su sexualidad, nunca había salido del armario y nunca se había declarado. La verdad es que pocos chicos habían llamado su atención completamente, pero él tenía claro lo que era.

Aquel fatídico día de invierno Kyle oiría la primera risa y se sumergiría en un mundo de oscuridad. Al caminar por la calle observaba las decenas de caras con las que se cruzaba. “Ésta parece una amargada, seguro que el marido no le da lo que tiene que darle-pensaba-Y ése parece muy feliz, seguro que se ha fumado un canuto y por eso está así. Oh, ese chico es muy guapo, ojalá tuviera el coraje para decirle algo”.

Todos los días era igual, encontraba varios “objetivos”, pero nunca se atrevía. Sin embargo, ese día mientras caminaba junto al parque de la ciudad, que en aquel momento formaba una estampa preciosa porque estaba nevado, vio a un joven de pelo largo con auriculares que sonreía mientras silbaba una canción.

Se quedó embobado con su cara, parecía una cara angelical, enviada desde el cielo para que todos los humanos se deleitaran con ella, era la cara de un Dios. Debió de ser muy descarado porque el chico miró hacia Kyle con una expresión de indiferencia, a la que siguió una sonrisa.

Kyle se puso nervioso. Nunca le había sonreído un desconocido, no sabía muy bien cómo actuar, se puso tenso y miró en todas direcciones por si aquel chico estaba mirando a otro, pero no, definitivamente era a él. Se sonrojó y le siguió mirando, entonces el chico sacó su móvil del bolsillo y le dio a la pausa de la canción que estaba escuchando. Se acercó a Kyle y se le quedó mirando.

-Hola, ¿se puede saber por qué me miras tanto?-dijo el chico con expresión aparentemente afable.

Kyle se puso nervioso, ese chico podía ser peligroso, e incluso violento. Según había visto en las noticias, había muchos chicos homosexuales que habían sido agredidos por insinuarse a otros hombres, y el miedo le invadió e intentó salir del paso.

-Esto… lo siento, c-creo que te he confundido con o-otra persona-respondió nervioso.

-¿En serio?-el chico acercó su cara a la de Kyle.

-S-si. L-lo siento.

-Pues qué decepción… porque me has parecido muy mono y creía que te estabas insinuando-suspiró.

“¿Será una trampa”. El desconfiado de Kyle no podía ceder ante su miedo, su cabeza dura como una piedra no iba a cambiar de idea, ese tío podía ser un asesino y no estaba dispuesto a morir por un romance.

-Si. Una lástima. Adiós.

-¡Espera!-le llamó la atención el chico-Puede que no te hayas insinuado, pero... ¿quieres venir a tomarte algo conmigo? Yo te invito.

-¿Eh?

En aquel momento pasaron mil cosas por la cabeza de Kyle, que ese chico podía hacerle daño, que podía violarle, que podía matarle, secuestrarle, robarle, de todo... pero una chispa apareció en su cerebro: “Si vivo preocupándome siempre por eso, ¡no voy a vivir! Me la tengo que jugar”. Volvió a mirar al chico y con la mejor de sus sonrisas le respondió:

-Por supuesto. Me encantaría.

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Ambos jóvenes fueron a una cafetería que había cerca del parque. Kyle parecía un chico tímido, pero en cuanto cogía confianza hablaba con naturalidad sobre cualquier tema. Mientras hablaban de la música que le gustaba a cada uno apareció el camarero vestido elegantemente con pajarita.

-Buenos días, ¿en qué puedo servirles?

Era un señor mayor, cuando lo normal es encontrarse a jóvenes en el trabajo de camareros. Su sonrisa afable tenía el poder de tranquilizar a cualquiera y su nariz ancha, que desembocaba en un tullido bigote parecía darle un toque sofisticado.

-Yo quiero un café solo-pidió el chico.

-Pues yo un chocolate caliente-añadió Kyle.

El hombre sonrió y fue a por lo que habían pedido y al girarse a mirar de nuevo al desconocido que estaba enfrente suya, Kyle advirtió que se estaba riendo.

-¿Un chocolate? ¿Qué tienes? ¿8 años? Jajaja.

-No me gusta el café, ¿algún problema?-respondió molesto Kyle.

-Vaya. Has perdido toda la dulzura de hace un momento.

-Oh. L-lo siento.

-Así que eres una persona irritable en realidad. Me pareces interesante.

Kyle pensó que él no era un mono de feria como para tener que parecerle interesante a nadie, y cuando el camarero les trajo sus pedidos se dio cuenta de que no le había preguntado su nombre al chico.

-Esto... disculpa, ¿cómo te llamas? Con lo rápido que ha ido todo se me ha olvidado preguntarte.

-Me llamo Charles, mucho gusto, chico que aún no me ha dicho su nombre-sonrió.

-Yo soy Kyle.

La conversación a partir de ahí giraba en torno a lo que se dedicaría cada uno, Kyle alardeó de sus estudios de ingeniería y Charles le dijo que estaba estudiando medicina para ser cirujano. Después de una hora de conversación parecía el momento perfecto para invitar a ese chico a su casa para “lo que surgiera”, pero Kyle no parecía atreverse.

Charles le miró extrañado, como si intentara leer su mente, y decidió jugar un poco con el otro chico.

-En fin, ha sido divertido conocerte, Kyle. Ahora volverás a ser un desconocido.

-¿Eh?

Charles llamó con un gesto al camarero y pagó la cuenta con una sonrisa. Entonces se levantó y le dijo a Kyle:

-A ver si el destino hace que volvamos a vernos.

Kyle estaba paralizado, aquel chico le había caído muy bien, era perfecto. Era guapo, inteligente, gracioso, amable y atento, ¡era como un príncipe perfecto! ¡No podía dejarlo escapar! Kyle se levantó rápidamente de la silla y aun colorado como estaba, sacó todo el valor que pudo y le dijo a Charles:

-¿Qui-qui-qui-qui…?

-Pareces un gallo.

-¿Qui-quieres salir c-conmigo?-soltó al fin.

-Por supuesto.

Charles acercó su cara a la del otro chico y Kyle se puso aún más rojo de lo que ya estaba. Le pegó un lametón por encima del labio y se apartó.

-Tenías un poco de chocolate.

Kyle miró a su alrededor por si alguien había visto algo, pero nadie se había fijado siquiera. Charles se rió y puso su hombro por encima del del otro joven.

-Me gustas, Kyle. Las personas tímidas me encantan, sois tan adorables… Además, esas dos caras tuyas, esa irascibilidad y esa timidez, me recuerdan también a mis dos caras.

-¿Dos… caras?

-Ya me irás conociendo. Bueno, ¿vamos a tu casa?

Kyle pensó para sí: “Este tío no pierde el tiempo…”, pero aún así asintió con la cabeza. Y así ambos se dirigieron a casa de Kyle, un apartamento en el centro donde vivía con varios amigos, sin embargo, ese día estaban todos fuera. Era su oportunidad.

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Kyle abrió la puerta con la llave e invitó a Charles a entrar. Éste examinó la estancia y miró de nuevo a Kyle.

-¿Cuántos vivís aquí?

-4. Somos Dora, Max, Ottilie y yo-sentenció Kyle.

-¿Y dices que no vuelven hasta por la noche?

-A-así es.

Charles se acercó a Kyle y le abrazó por la cintura, pegando su cuerpo contra el suyo y haciendo que sus caras quedaran la una contra la otra. La dulce sonrisa de Charles hizo que Kyle olvidara todos sus miedos e inseguridades y cerró los ojos para dejarse llevar. Charles tomó la iniciativa y juntó sus labios con los de él. Ambos se fundieron en un beso pasional.

La mano de Charles recorrió la cintura de Kyle delicadamente y se deslizó hasta su mejilla, la cual sostuvo mientras le besaba. Kyle entreabrió los ojos y pudo comprobar la dulce mirada de Charles, que le miraba como si fuera algo preciado, algo único, lo más valioso que había en el mundo.

-¿Cuál es tu habitación?-susurró Charles.

Kyle estaba demasiado cautivado como para que le salieran las palabras, así que señaló la puerta que había a su derecha y Charles le condujo dentro cogiéndole de la mano. Le arrojó suavemente sobre la cama y se colocó sobre él. Kyle se sentía como en un sueño, tenía sobre él a un chico tan guapo, tan resplandeciente… tan dulce. Se había dejado embelesar completamente.

-Kyle, eres muy guapo, ¿sabes?-susurró Charles con un brazo a cada lado de Kyle.

-Eso no es cierto. Tú eres mucho más guapo que yo.

-Me gustas.

Kyle no podía creer que hubiera dicho eso, solo lo conocía desde hacía un par de horas, aunque también se le pasó por la cabeza que era más normal que dijera eso a un “te quiero”.

-¿En qué piensas?-susurró Charles en tono dulce.

Kyle no le respondió, sino que se abrazó a su espalda para acercar a Charles hacia él y de nuevo se fundieron en un tierno beso. Charles sonrió de nuevo y comenzó a darle besos en el cuello a Kyle, que emitía pequeños gemidos. La mano de Charles se deslizó por el pecho del joven aspirante a ingeniero hasta colarse por su pantalón y palpar su polla.

-A-aah… Yo nunca… he hecho esto-admitió Kyle.

-No te preocupes, seré gentil.

Suavemente, se dispuso a masturbar el pene de Kyle mientras seguía colmando a su cuello de atenciones. Kyle se aferró aún más a la espalda del otro joven, mientras gemía sin parar.

-Apenas te estoy tocando y ya estás así. Eres muy sensible.

Kyle no tardó en notar contra su cuerpo la erección que tenía Charles, así que intentó controlarse un poco para poder hablar.

-Y-yo también quiero tocar l-la tuya…

Charles sonrió y se sentó encima del joven para que tuviera acceso al interior de su pantalón.

-Eres adorable-susurró.

Con la mano temblorosa, Kyle agarró el miembro de Charles y empezó a masturbarle. Éste chico comenzó a gemir debido a la excitación y Kyle, aunque ya no estaba siendo masturbado, también lo hacía. Sus respiraciones se sincronizaron y ambos jadeaban a la vez. Charles bajó la mirada y las miradas de los dos jóvenes se cruzaron.

Charles mantuvo la mirada mientras jadeaba, pero a Kyle le pudo la vergüenza y acabó agachando la cabeza. Rápidamente Charles retiró la mano de Kyle de su palpitante trozo de carne y se agachó mientras sacaba el del joven del pantalón. Kyle se sorprendió, pero cuando quiso darse cuenta, ya se la estaba chupando.

Su virginal cuerpo no iba a aguantar mucho, las subidas y bajadas ensalivando el miembro de Kyle estaban haciendo que el joven sintiera la necesidad de correrse, pero no quería hacerlo en la cara de Charles, sin embargo, hubo un momento en que no pudo evitarlo y se corrió.

-¡Aaaaaaaaah! ¡L-lo siento! ¡Lo siento mucho!

Charles le miró sin entender a qué venía tanto revuelo y se tragó el semen que había en su boca como si nada.

-¿Eeeh?

-Eres muy inocente para tener 19 años, Kyle.

-Y-yo…

-Bueno, yo ya te he satisfecho a ti. Ahora te toca a ti, ¿no?

Charles se tumbó junto al joven y Kyle se colocó de rodillas en el suelo para chuparle la polla. La cara del chico estaba roja y la respiración del otro joven estaba totalmente agitada. Finalmente, su cuerpo estalló en la boca de Kyle, quien parecía muy sorprendido.

-Trágatelo, ya verás como no es para tanto.

Kyle había oído tantas historias sobre sida que aquello le daba pánico, pero seguiría con la filosofía de ese día y se la jugaría, “de todas formas seguramente ya con chuparle la polla me lo habría pegado” pensó. Hizo de tripas corazón y se lo tragó. Era un sabor muy peculiar, como una mezcla de salado y amargo, pero al chico pareció gustarle.

-¿Qué te ha parecido?

-¡Genial!-dijo Kyle.

-Bien. Entonces… ¿a partir de ahora vas a ser mío?

A Kyle la idea de ser “de alguien” no le parecía muy apropiada, él era de sí mismo y de nadie más, pero claro, tampoco quería romper el buen rollo diciéndole eso, así que asintió con la cabeza y ambos se abrazaron.

-Perfecto-susurró Charles-Me alegro. Me alegro mucho de que ahora seas mío. Mío. Solo mío. De nadie más.

-(Este tío parece un poco obsesionado).

-A partir de ahora, Kyle, me perteneces a mí y sólo a mí.

Dicho esto, Charles se echó a reír. Su risa no era normal, no parecía expresar júbilo o felicidad por haber encontrado a alguien a quien amar, era una risa psicótica, totalmente irregular y horrible que hizo que a Kyle se le pusieran los pelos de punta. Sin embargo, no le dio importancia. Fue un error, porque Kyle… acababa de oír la primera risa.

CONTINUARÁ…

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Y así termina el primer capítulo, señoras y señores. Hay más cosas que contar, pero he preferido cortar aquí para empezar el siguiente con un salto en el tiempo. En fin, espero que me digáis qué os ha parecido, aunque vuestra opinión sea que ha sido horrible xD Como veo que alguien me ha preguntado, lo diré por si hay lugar a dudas, cada vez que pongo una línea en mitad del relato es porque he dejado de escribir y lo he retomado en otro momento. Normalmente me gusta dejarme las cosas un poco apoteósicas a mí mismo, por eso a veces se queda la escena en su momento álgido xD En fin, espero que sigáis leyéndome.

OS SALUDA

EL ENTERRADOR