The handyman (01: El jardín)

Las rosas tienen espina y se pueden clavar, aunque lo que se me clavo al final fue otra cosa...

EL HANDYMAN

Parte 1. El jardín

Lo observaba a través de la cortina de la gran ventana que daba hacia el jardín. Era Pablo, el nuevo empleado que habíamos contratado para que se encargara del mantenimiento de mi bella casa. Era un día muy caluroso y cortaba el césped, solo vestía unos shorts de jean cortados quizás muy alto y una delgada franelilla que con el sudor se le adhería a sus fuertes músculos dejando ver un hermoso y ancho pecho al que le había dedicado largas horas en un gimnasio. Calzaba botas de trabajo pesado y un par de guantes gruesos que resaltaban su imagen ruda y varonil. No tendría los 30 años de edad, aunque lucía mayor por el eterno bronceado de tanto trabajar a la intemperie.

No era la primera vez que me encontraba observándolo, Pablo me atraía físicamente, me había conseguido imaginándome el contacto de sus rudas manos en mi piel. Sentir sus mejillas sin rasurar arañarme la espalda cuando me abrace y apriete mis nalgas contra su verga. Cada vez me excitaba más y la humedad se hacía una constante cada vez que el estaba presente. Ahora se dobla para recoger algo del piso y puedo ver su gran verga que le sobresale por un costado del corto short. Fue el detalle que hizo que se desencadenarán una serie de sucesos a partir de ese momento.

Solamente tenía puesta una ancha pero corta remera que a veces uso para dormir y con la excusa de darle unas explicaciones sobre unas rosas me puse una bata la cual dejé desabotonada y baje descalza. Cuando salí al Jardín me abro la bata para que Pablo se deleite con la vista de mi cuerpo. Me acerco a él, quién esta agachado entre unos arbustos y no me siente llegar. Al darse cuenta de mi presencia tan cerca sube la vista y por debajo de la remera puede verme el coñito totalmente afeitado, la vista es tan hermosa que descaradamente me mira, mientras yo abro las piernas ligeramente para que se deleite con mis labios rojos e hinchados de excitación. Finalmente reacciona y se pone de pie mostrándome un enorme bulto que ha duras pena contiene el pantaloncito. Me pide disculpas por no haberse dado cuenta de mi presencia.

Me gusta la sensación de ser vista y deseada. Pablo no puede contenerse y me mira como un sediento viese un vaso de agua en un desierto. No se atreve a decir nada y mucho menos de tocar a la señora de la casa pero sus miradas son descaradas y eso me excita más. Me hago más atrevida y le digo que continué, me agacho frente a él, separando las rodillas de manera que pueda ver completamente mis labios vaginales hinchados y húmedos. El brillo de mis labios mojados debe de ser ostentoso. Casi siento mis jugos correr por mis muslos. Observo que los movimientos de Pablo son torpes y casi se lastima con el azadón. Decido dejarlo solo he irme a bañar, cuando piso un tallo de un rosal y me clavo una espina. Aúllo de dolor e inmediatamente Pablo me toma en sus brazos y me lleva hacia una de las sillas de extensión de la piscina. Siento su olor masculino, sin ser repugnante es fuerte y varonil, paso mis brazos por su cuello y siento la dureza de sus músculos tensos por la carga. Descaradamente me abrazo a él y me dejo llevar. Lentamente me deposita en la silla y se agacha a revisarme el pie. Suavemente retira el tallo y me dice que espere. Se lava las manos y de su mochila saca un pequeño estuche de donde a su vez saca una pequeña pinza para retirar la espina.

A todas estas mis piernas están expuestas totalmente, mi coño aunque cubierto con la franela es visible a través de la fina tela y mi deseo sexual esta a millón. Pablo gentilmente con una suavidad inimaginable con sus grandes manos saca un ungüento y me lo pone en la pequeña herida. Me dice que a él siempre le sucede y que espere unos minutos y el malestar pasa.

Pero mi excitación estaba al máximo y le digo a Pablo: - Ahora tienes que calmar otro malestar – y me abro de piernas dejando al descubierto bajo la luz del sol, mi hermoso coño totalmente depilado, con los labios húmedos, rojos e hinchados. Pablo me mira a los ojos y yo le devuelvo una mirada lasciva y de deseo. Inmediatamente se saca su hermosa polla y se coloca entre mis piernas, apuntándola directamente a mi canal vaginal. Me agarra por las caderas y me la mete con firmeza y entra con mucha facilidad por toda la lubricación y la hinchazón de mi coño. Me abrazo a él y le ofrezco mis labios, quien no pierde tiempo y me inserta su lengua dentro de mi boca hurgando cualquier rincón en ella. Pablo me agarra por las nalgas y me levanta y yo rodeo su cintura con mis piernas, siento su verga como me penetra hasta los testículos y su fuerza me mantiene en el aire mientras comienza a mover su cintura para que su verga entre y salga. Siento su aroma masculino y pruebo su sudor, le cubro la cara a besos y mis gemidos de placer empiezan a llenar sus oídos.

Me coloca en la silla de vuelta y me voltea. Me levanta las caderas y entiendo su intención, me coloco en cuatro para que pueda poseerme por detrás. Se toma su tiempo y siento como se deleita admirando mi coño y culito expuesto ante él en plena luz del día. Se acerca a mí y moja un dedo con mis jugos y comienza a jugar con la entrada de mi culito, mientras comienza a metérmelo poco a poco. Me encanta la sensación de entrega y sometimiento. El juego de su dedo en mi ano y la penetración que me va a llenando aceleran la llegada del orgasmo que desde temprano estaba por explotar. Comienzo a moverme con más fuerza porque quiero sentir sus bolas golpear mis nalgas y sentirme cogida con gusto. No aguanto y mis contracciones vaginales marcan el inicio de un orgasmo maravilloso. Mis rodillas me fallan pero me sujeta fuerte con sus manos. No resisto y me derrumbo en la silla.

Me volteo y me encuentro su hermosa polla mirándome con su único ojo directamente y se la agarro. Me la meto con gusto y siento la mezcla de mis jugos con el salobre de su sudor. Huele a hombre, sabe a hombre es todo un hombre. Me acaricio la cara con el glande, mientras le masajeo los testículos y le meneo el tallo. Le chupo duro la cabeza y mis labios recorren la forma de su glande y la caricia comienza a surtir efecto. Las primeras gotas de semen se asoman tímidamente, pero su verga comienza a latir y la eyaculación se aproxima. Me la meto toda hasta la garganta y siento como su cabeza me toca el fondo y comienza a eyacular. La retiro solo un poquito para poder unir mis labios alrededor de su cabeza para prolongar su placer. El gemido de placer demuestra que bien lo estoy haciendo. Me tomo toda su leche y se la sigo mamando hasta la ultima gota y hasta que comienza a perder su tamaño. Le recuerdo a Pablo que tiene que terminar su trabajo en el jardín y me voy a bañar, totalmente satisfecha pero con el cosquilleo en el coño de querer más