¿Terribleros en huelga?
Se dice, se comenta y se rumorea por ahí que los terribleros están en huelga de celo. ¡Qué horror!
¿Son imaginaciones mías o los pandilleros del terrible están en horas bajas?
Si tal como sospecho, es así, estamos ante un hecho sin precedentes, de consecuencias muy graves catastróficas.
En la selva, y TR es de las peligrosas, impera la ley del más fuerte, el pez grande se come al chico; y al incauto que aterriza por estos pagos, con cuatro folios debajo del brazo, emocionadísimo ante la idea de verlos publicados, le llueven hostias hasta en el cielo de la boca como debe ser. Bueno, no debería ser así, no entre gente bien educada; pero ya digo que esto es la selva y en ningún sitio está escrito que la fauna selvática se distinga por sus finos modales.
Imaginemos por un momento que desaparecen los gusanos, los buitres y las hienas, animalitos todos ellos con muy mala prensa, pero que cumplen una función imprescindible en la conservación del medio ambiente. Y esto no es así porque lo diga yo, ¡qué va! Lo dicen en todos los documentales de bichos de la BBC, y también lo dicen esos chicos tan simpáticos que votan verde y agasajan a los miembros del F.M.I o el G-20 -bandas rivales- con cócteles Molotov y quema de mobiliario urbano.
Esos bichos -no estos bichos, sino los otros bichos- desarrollan la crucial tarea de hacer desaparecer cadáveres, caquitas y morralla diversa, que de otro modo se acumularía dejando la selva hecha unos zorros.
Me da en la nariz que no me entiende ni Dios lo que quiero decir; más que nada porque no habrá muchos que hayan pisado la selva, ¿verdad?
Entendido, probaré con otro ejemplo. ¿Sabéis lo que ocurre cuando los barrenderos se ponen en huelga? Venga, los listos que hayan levantado el dedo porque han pensado: "¡Joder, pues que no cobran!", ya lo pueden ir bajando. Me refiero a que la basura es el único organismo que se reproduce por generación espontánea y crece en progresión exponencial. Como no te andes vivo, a la mínima que te descuides, estás de mierda hasta el cuello. También es verdad que esto mismo se puede aplicar a los gilipollas, pero está aún por demostrar que lleguen a la categoría de organismo.
Así que ojito con los barrenderos. Desde mi punto de vista, un colectivo del que depende tanto nuestra salud como la limpieza de nuestras ciudades evitando que las ratas nos coman cuando salimos de paseo-, debería tener categoría de Cuerpo de Seguridad del Estado, estatus funcionarial, ingreso por oposición y subidas de sueldo trimestrales. Y me quedo corto.
Pues bien, en TR, dicho cometido lo realizan los terribleros, término despectivo con el que algunos aluden a tan augusto, y nunca lo suficientemente bien ponderado, grupo de prohombres que desinteresadamente se sacrifican por todos nosotros.
¿Qué sería de esta página si estos guardianes dejaran de velar por ella?, me pregunto.
¡El caos! La anarquía más absoluta, me respondo.
¿Acaso nunca te has preguntado, paciente lector, la razón por la que el 80% de los autores debutantes no repite la experiencia de publicar en TR? Exacto, por los terribleros. Sobre sus hombros recae la penosa tarea de animar al autor primerizo a no volver. Ingrato y penosísimo deber que cumplen de forma altruista y abnegada, debiendo aún así aguantar los insultos e improperios que les lanzan esos mal llamados autores, incapaces de digerir las veladas críticas que se esconden tras comentarios tan ponderados como pueden ser:
- No mames, pendejo. Piérdete y no vuelvas -. ¿Acaso no está bien clara la alusión al escaso contenido erótico del relato? ¿Cómo se atreve el insensato autor a escribir seis páginas para contar un solo polvo? De cuatro en adelante, chaval.
- Poco creíble la historia. No me corrí -. Y es que, claro, algunos no se enteran de que aquí todas las pollas miden más de dos palmos y las nenas siempre van sin bragas.
- No leí ni la mitad. Dedícate a pasear al perro -. No hay que ser una lumbrera para adivinar el cabreo del terriblero asiduo a la sección de zoofilia, ante un relato en el que la protagonista expresa dudas morales por apropiación indebida- antes de follarse al perro del vecino.
- Realto hinconpersibel, mal -. No es que el terriblero sea analfabeto, como podría llegar a sospechar algún malpensado ¡Hasta ahí podíamos llegar! Lo que ocurre es que está estresado con el aluvión de relatos que le quedan por leer, y muy ofendido, porque en éste, un tonto del culo le hace ascos a su hermanita cuando se lo pone a huevo. Vale, al final se la tira, pero esas cosas no pasan en este planeta, donde todas las hermanitas son unos putones verbeneros.
Si el autor encaja el castigo sin pestañear, demostrando con ello que es un buen fajador, a buen seguro que tomará nota de tan sabias recomendaciones y procurará esmerarse un poco más en el siguiente relato. Si no lo es, como ocurre en el ya citado 80% de los casos, tampoco se pierde mucho. A esto se le llama selección natural a lo bestia.
Eso en cuanto a los autores noveles. ¿Y qué pasa con los otros, los veteranos? Pues que hay que seguir dándoles caña, no se vayan a dormir en los laureles y se echen a perder con las injustificadas alabanzas que les caen por doquier. Porque, no nos engañemos, en esta selva abunda un parásito muy dañino: el lameculos.
Si no fuera por la permanente dedicación de los terribleros, más de un autor consagrado caería en la tentación de pulir su estilo, o peor aún, calentarse la cabeza imaginando guiones originales. ¡Menuda gilipollez! Atentos a esto, terribleros. No permitáis tal cosa, porque se empieza por ahí y se termina escribiendo poemas o alguna tontería sin sexo explícito y salvaje.
Otra de las funciones primordiales de los terribleros, es que haya cierto orden en el top 100. Si por los lameculos fuese, menudo lío se montaría, con cincuenta o sesenta autores disputándose los primeros puestos de la clasificación y separados por unas pocas centésimas. Antes de que salgan a relucir las navajas, el terriblero, consciente de que debe actuar con prudencia y tacto, reparte equitativamente justicia: un "terri" para ti, tú te salvas, tú no, tú tampoco evitando así que estos chicos tan suspicaces los autores- se saquen los hígados unos a otros.
Por último, quiero romper una lanza en favor del reconocimiento social del terriblero, así como contribuir a elevar su autoestima, últimamente de capa caída.
Una vez demostrada su contribución al mantenimiento del medio ambiente de TR, ya va siendo hora empezar a desmontar la teoría difundida por autores resentidos, no me cabe duda- de que son individuos cobardes por tirar la piedra y esconder la mano- y con pocas luces si se toman sus comentarios de modo literal-.
Venga, chicos, que no os acojonen estos soplagaitas con ínfulas intelectualoides. No les deis la razón ejerciendo vuestro "terrible deber" en silencio -¡Joder, esto me suena al anuncio de la pomada contra las hemorroides! Y dad la cara, así, con un par de huevos y sin complejos.
Porque, ¿no sería bonito que todo terriblero pudiera acompañar su acción con un comentario -aunque éste sea difícilmente comprensible- sin miedo a las represalias?
Es natural que la mayoría no se atreva, no por cobardía ni falta de recursos de expresión escrita, sino por puro instinto de conservación y porque no les gusta que les menten a su mamá.
En cuanto a que tus comentarios, querido terriblero, no son entendibles, las pocas veces que te atreves a hacerlos, es porque estos autorzuelos no dominan el lenguaje de los mensajes cifrados. Cuando tú escribes: "relato mierdoso", el autorzuelo lee: "relato de mierda", cuando lo que realmente estás diciendo es:
El relato en cuestión adolece de una lastimosa falta de recursos de expresión Véase, por ejemplo, la parte en la que bla, bla, bla (exposición pormenorizada de meteduras de pata)-, así como un escaso dominio del "tempo" narrativo Véase, por ejemplo, los párrafos en los que bla, bla, bla (descripción pormenorizada de acelerones y frenazos narrativos). El guión es inexistente, con una sucesión de secuencias inconexas que me llevan a pensar que has parido el relato en una noche de insomnio y bajo el influjo de sustancias que no se venden el supermercado, ¿verdad? Por no hablar de la soez descripción, manidos tópicos y enfoque machista del acto sexual descrito. Motivos por los que, con gran dolor de corazón, te tengo que clavar un terrible como una catedral, cacho cabrón.
Y luego dicen que no te sabes expresar con claridad ¡Qué sabrán estos!
Por todas estas razones, y alguna más que el pudor me impide expresar, tengo que hacer un llamamiento muy serio al colectivo terriblero, apelando a su alto sentido del deber y responsabilidad social. La huelga de celo porque las estadísticas cantan y esto ya no puede considerarse una circunstancia fortuita, fruto del desánimo que aqueja a sus miembros. Ahora hablamos de un conflicto social que amenaza la estabilidad de la página.
¡Ánimo, terribleros!
Los lectores están con vosotros. La Administración debería estarlo. Y a los autores, ni puto caso, que se lo tienen muy creído y hay que bajarles los humos a hostia limpia, además de evitar que se maten unos a otros por un quítame allá ese plagio y sigan produciendo algo decente con lo que amenizar nuestros ratos de ocio forma fina de llamar a los pajotes-.