Terraza caliente

Orgía de una mujer con cuatro amigos una tarde calurosa de verano. Relato en serie.

Primera parte

Estaba en la terraza de mi amigo tomando el sol. Desde hace unos años le gusta desnudarse completamente y tumbarse sobre su hamaca de plástico para broncearse. Él es un hombre moreno, con mucho vello. Le gusta hacer nudismo en las calas apartadas y salvajes de la costa alicantina. Tiene una cara atractiva: largas pestañas, nariz recta, labios carnosos. Aunque hace unos años tenía una buena figura ahora está algo gordo. Pero eso no me preocupa ya que sólo imaginarme que estoy magreando su oronda tripa y achuchando sus muslos me pone a cien.

Ese día yo estaba tumbada a su lado, boca abajo, sobre una toalla.

Él me había animado a desnudarme completamente. Al principio me resistía, pues soy bastante tímida pero él me dijo que allí era imposible que nos viera nadie ya que era un ático de un edificio de cinco plantas, que daba a un campo y el edificio más cercano estaba a cuarenta metros. Yo ya había hecho nudismo con él en una playa pero aquella vez esperé a que él se durmiera para quitarme el bañador. Se trataba de mi mejor amigo. Nunca habíamos tenido relaciones sexuales pero nos conocíamos profundamente desde hacía años.

Así que me desnudé, algo avergonzada, muy despacio, él parecía no mirar ya se había sentado en su hamaca y se estaba extendiendo protección solar sobre sus piernas. A mi siempre me ha gustado su cuerpo y el verle frotarse de esa manera me estaba acalorando. Terminé de quitarme la ropa y me tumbé.

En la mitad de la toalla hice un pliegue y sobre él coloqué mi rajita. El suelo estaba deliciosamente caliente y yo empezaba a estarlo también.

Mi amigo me dijo que no me había dado crema y que aunque todavía el sol no estaba muy alto tenía que darme protección pues yo estaba muy blanca le dije que ya me había dado después de ducharme pero él insistió en que debía echarme más. Yo le dije que me extendiera sobre la espalda y el accedió.

Se puso a mi izquierda, apretó el tubo y salió un enorme chorro de crema fresca que cayó en mi espalda produciéndome un pequeño escalofrío. P. Dijo:

"Tranquila, sólo es crema, puso su mano sobre mi coxis y empezó a extender la crema muy despacio hacia arriba desde mi cintura hasta mis hombros, con suavidad, luego la extendió desde mis hombros hasta mis manos, que temblaron en contacto con sus enormes manos. Cada centímetro de piel parecía estar pidiendo más. Él dijo entonces ahora las piernas y echo un par de chorritos sobre mis pantorrillas y las frotó con dulzura. Me dijo que tenía unas pantorrillas muy bonitas y que debía de mostrarlas más a menudo. Exclamé que si le parecía poco lo que le estaba mostrando y él contestó que a lo mejor no se conformaba con eso. Y añadió: "Ahora los muslos". Puso algo más de crema sobre ellos y comenzó a extender la crema también de arriba abajo desde el hueco de detrás de mis rodillas que en eso momento ardía, hasta mis nalgas, todo muy despacito, con suavidad, cuando llegaba a las nalgas, se detenía un momento y con la palma de su mano completamente abierta hacía círculos, apretando ligeramente. Cuando yo ya estaba cerca del punto de ebullición, él se detuvo y dijo: "Ya está. Cuando quieras que te eche por delante lo dices". Le miré y me dedicó una sonrisa picarona y expectante.

Yo, estaba deseando que prosiguiera pero me corté y le dije. "Vale" Él se sentó de nuevo y volvió a darse crema esta vez sobre su barriga, haciendo círculos. Yo aparté la vista del excitante espectáculo y me sumergí en los recuerdos de la reciente sensación de ser acariciada por el hombre que yo más deseaba y que por casualidad estaba allí a mi lado tocando una piel que yo deseaba acariciar. Cerré los ojos, puse mi mejilla derecha sobre la toalla. Y mi clitoris que por entonces ya estaba a cien grados se frotaba sobre el pliegue de la toalla, en círculos, imperceptibles para él.

Seguí imaginando sus manos sobre mi cuerpo: en las plantas de mis pies, acariciando mis bonitas pantorrillas, subiendo sobre mis hermosos muslos y magreando mis suaves nalgas. Tan intensa era mi imaginación que parecía real, creía tener su palma con sus dedos extendidos sobre mi nalga izquierda, giré mi cara y efectivamente su brazo estaba extendido y había dejado allí su mano. Él me susurró: "Creo que vas a necesitar más protección" Yo asentí y él dejó resbalar su pulgar hacia el hoyito de mi coxis y lo acarició luego el resto de los dedos resbalaron hacia mi raja y sus yemas tocaron mis labios, lancé un gemido de placer. "Voy a darte más crema, mi amor". Era la primera vez que me llamaba así y con esa dulzura. Yo le dije "Sí por favor". E, en lugar de coger el tubo, seguía explorando mi clítoris con sus dedos y cogió su "tubo" con la otra mano. Ya empezaba a llenárselo de "crema" y mi raja de líquido calentito. Dos de sus dedos entraban y salían de mi clitoris, haciendo giros y los demás seguían frotando mis labios. Los de mi boca querían también catar el cuerpo de mi amor. Le pregunté si tenía caliente el "tubo", me dijo "Ardiente, mi amor". Le pregunté "¿Quieres que te lo refresque?" "¿Cómo?" "Con esta boquita" El puso un gesto de asombro y gritó: "Síiiiii". Yo me situé delante de su polla, a cuatro patas, mientras él continuaba sentado. Se la cogí, y me metí su glande en la boca, mi lengua recorrió en círculos ese delicioso fresón, mientras él gemía de placer.

Entre sus gemidos y el manjar que tenía ante mí me sentía cada vez más fuera de mí. Tengo la boca pequeña pero el deseo de tener esa polla dentro de mí me animaron a meter cada vez más. La metía y la sacaba, abrí los ojos y él estaba allí mirándome embelesado, lo que me excitó aún más. Notaba su glande en mi paladar, lo saqué porque me ahogaba pero seguí chupando sus laterales hasta llegar a los huevos se los agarré, los estrujé y empecé a absoberlos con mis labios, El me dijo "Me pones a cien mil por hora", mi boca se hacía agua. Volví a mirarle y allí me di cuenta de que no estabamos solos.

B. Su mejor amigo estaba de pie, a nuestro lado. P le animó a desnudarse y a tomar el sol con nosotros, él dijo que no quería molestar y yo le dije que no molestaba y que necesitaba que me refrescara la parte de atrás. B se desnudó mientras yo seguí refrescando el "tubito" de su amigo. Volvía a tener su glande entre mis labios, lo besé lo absorbí, lo rodee con mi lengua y metí su verga hasta que el glande rozó mi paladar, noté que B. Levantaba mis caderas con sus manos y me pedía que me levantara. yo no quería separarme de esa polla tan deseada, así que la agarré sin quitármela de la boca, y apoyé mis pies sobre el suelo. Mi espalda se inclinaba hacia abajo y mi culo estaba a merced de B. De esa forma mi cuello estaba más recto por lo que pude insertar de un sólo movimiento su polla en mi garganta, mis labios llegaron hasta sus huevos, B tiró de mis caderas hacia atrás y mis nalgas chocaron con sus mulos. LA polla de P salió de mi boca, yo le dije a B que refrescara mi coño que luego ya me comería su polla. Volví a meter el glande de P en su boca y otra vez con un impulso su polla hasta la garganta.

Descubrí el truquito de dejarla allí unos segundos y lo hice unas cuantas veces más mientras B recorría con su lengua mis labios inferiores. Notaba su nariz y su lengua girando sobre ellos rapidamente. Casi me ahogaba. Me iba a poner de rodillas pero B quisó antes tumbarse por debajo de mí con su cabeza bajo mi chochete. P seguí gimiendo y su verga cada vez estaba más dura. Mis jugos habían empezado a brotar y los imaginaba cayendo sobre la cara de B. P. Gritó, " Quiero darte mi leche".

Saqué su polla y me levanté. Le dije a B que se sentara en la hamaca para refrescar su "tubo de Crema" El se incorporó admirando la envergadura del arma de su amigo. Se sentó ocupando el puesto de P. Y éste se situó detrás de mí. Yo arrodillada con las piernas abiertas, B sentado con su polla algo levantada, y con mis brazos sobre sus muslos. P se arrodilló también y dejó su polla encima de mis nalgas. Yo notaba su calor y le pedía que me la metiera hasta dentro......