Ternura
Solamente ellas supieron lo que cada una necesitaba.
Me di cuenta que por mas que trataba de encontrarle a la vida ciertos aspectos novedosos,fatalmente terminaba dándome admitiendo que la mía
estaba hecha de rutinas mas o menos agradables, pero rutinas al fin.
Esta forma de apreciación se ve refrendada por el hecho de formar parte de un grupo familiar tradicional dentro del cual ciertos esquemas se mantienen rígidamente, porque según mis padres, dan consistencia al grupo.
Yo, como mujer independiente económicamente, pero soltera, vi con esperanzas el matrimonio de mi hermano menor, porque de algún modo, pensé, que la incorporación de su esposa, traería aire fresco a nuestro ambiente.
Mi hermano es un hombre atractivo , siempre ha tenido lo que se dice, mucho éxito con las mujeres y he de reconocer que cierta dosis de celos me invadió cuando ellos se casaron, pero luego me di cuenta que Elsa , mi cuñada, era una mujer encantadora, tenía mi edad y un temperamento alegre y contagioso.
Por otra parte, se había abierto para mi una faceta que nunca había imaginado. Elsa era hija única y por lo tanto no tenía ninguna persona joven a la cual confiarse, de modo que paulatinamente me fui haciendo su confidente en cuanto a las experiencia de su matrimonio, que ella encontraba tan fascinantes.
Eso fue para mi una fuente muy interesante de comunicación por cuanto, si bien yo soy una mujer moderna y actualizada ,tampoco había tenido experiencia en recibir este tipo de confidencias, puesto que mis amigas casadas nunca me hicieron participe de ellas.
Es así , como fui participando de esa forma curiosa y cautivante con la cual una mujer se adentra en el terreno del matrimonio y de la vida en pareja con el hombre que ama y como se va abriendo su sensibilidad hacia campos ignorados, en los cuales ella misma puede ir desarrollando aspectos ocultos de su vida y creando otros, constituyéndose esto , a mi juicio, en la aventura mas hermosa que puede vivir una mujer.
Con el pasar de los días, yo me fui subyugando a tal punto con las confidencias de Elsa, que esperaba con ansias los momentos en que juntábamos a compartir un café o ir de compras y mientras tanto me narraba lo que estaba experimentando.
Ni las mas ardientes novelas que yo había leído, podían compararse con el efecto que producía en mi lo que Elsa me contaba, de manera que me fui cautivando con ese ambiente de intimidad que ella me creaba y participando de las etapas que ella iba recorriendo en sus noches y sus días entregados casi enteramente a los placeres de su alcoba.
La figura de mi hermano comenzó a tomar en mi mente los ribetes de un ser excitante y deseable , porque así lo describía ella y mis evocaciones nocturnas comenzaron a poblarse de imágenes, que en un comienzo rechacé ,pero que al final terminé por aceptar gustosa y en las cuales yo reemplazaba a la figura de Elsa reconstruyendo lo que ella me había contado y dando rienda suelta a mí propia imaginación.
Me fui haciendo adicta a las confidencias de Elsa, de modo que yo misma multiplicaba las ocasiones para encontrarme con ella y de alguna forma creaba el ambiente para que me contara las ultimas novedades y así tener nuevos puntos de referencia para mis juegos nocturnos, durante los cuales el deseo me invadía y bajo la evocación de la figura deseada de mi hermano encontraba numerosas formas de autosatisfacción que terminaban por darme la tranquilidad del deseo satisfecho.
Es por lo que he contado hasta aquí, que la inquietud me invadió esa tarde cuando Elsa me contó lo que sucedía.
Yo la había notado particularmente silenciosa y cuando salimos del cine la invité a un café con la esperanza de animarla, sacarla de su mutismo y lograr que me actualizara en cuanto a su intimidad. Sin embargo su hermoso rostro permaneció en silencio hasta el momento en que, como tomando al vuelo una palabra que fuera pasando por su mente, dijo, como para ella misma, pero con gran seguridad
.
Ternura.
Yo me sorprendí y como para volverla a la realidad le pregunté.
¿Qué me dijiste?
Su rostro había recobrado la placidez de siempre y una sonrisa lo iluminaba ahora cuando repitió pausadamente.
Ternura.
Acto seguido, dejo fluir, casi sin interrupción, cientos de palabras que parecía no poder sujetar por mas tiempo.
Me dijo que jamás penso ser tan feliz como había llegado a serlo en su matrimonio. Que no imaginó que la relación con un hombre pudiera proporcionar tanto placer como el que ella experimentaba, que se había entregado a mi hermano de todas las formas que el le había pedido , que su cuerpo no tenía rincones ignorados por su marido ,que habían logrado inventar juegos excitantes como no pensó que existieram, ni los había
visto descritos, y me dio algunos ejemplos que, primero me hicieron enrojecer para luego sentirme invadida de una excitación casi molesta de puro placentera, allí en medio del concurrido café.
Elsa ponía en su relato mas énfasis y entusiasmo que de costumbre de modo que paulatinamente fue creándose entre las dos una atmósfera pasional en la cual yo estaba comparando sus evocaciones y las mías comprometiendo cada uno de nuestros sentidos de tal modo que ignorábamos absolutamente que estábamos rodeadas de gente.
De pronto, en su rostro encendido por la pasión del recuerdo, pude ver como sus ojos se nublaban al momento de decirme, casi con lágrimas que ella se había dado cuenta que todo cuanto estaba viviendo sucedía en una atmósfera de posesión por parte de mi hermano, en que ella todo le daba en forma gustosa ,pero que carecía de todo rasgo de ternura, transformándose únicamente en una satisfacción unilateral de los deseos de su marido, y que lo que a ella la hacia feliz era darle felicidad a el con su mente y con su cuerpo, pero que necesitaba ardientemente complementar eso con una dosis de ternura que le diera a entender que ella era muy importante también para el . En ese momento , tomando mi mano entre las suyas me dijo, que ella deseaba una relación igualitaria, en que ambos se sintieran mutuamente entregados y recibidos y que al no tener eso su relación comenzaba a quebrarse.
La sola idea que una situación de esa naturaleza destruyera la relación de Elsa con mi hermano, me llenó de comprensión y me invadió un deseo infinito de poder ayudarla.
Esa fue mi preocupación dominante desde ese momento.
Esa noche pensé intensamente en ello y mis pensamientos fueron una mezcla del deseo nocturno mezclado con unas ansias desmesuradas de poder lograr que Elsa fuera feliz.
Al día siguiente me pidió que la acompañara
a comprar un vestido que necesitaba para acompañar a su marido a la fiesta de fin de año de la empresa. No fue tarea difícil por cuanto Elsa es una mujer que luce muy bien de modo que resultaba agradable ayudarla en la tarea . Yo deseaba con ansias verla recuperar su estado de felicidad de modo que la animaba a probarse uno y otro vestido y en cada uno de los intentos iba deslumbrándome de su figura y entendiendo porque mi hermano estaba tan subyugado con su mujer.
Su estatura perfecta , su rostro de un atractivo manifiesto, y los contornos de su cuerpo, que ahora frente a mi luciendo tan solo con bragas y sujetador se exponían provocadores superando con mucho a lo que yo había imaginado en mis noches evocando sus intimidades. Caminaba casi desnuda antes de vestir el diseño que yo le había sugerido con una desenvoltura tal que mi propio cuerpo se agito acusando el impacto de su movimiento ondulante. Sus nalgas perfectas en cuyo centro se habían incrustado los bordes de sus bragas blancas y sus muslos que incitaban a ser acariciados. Sin embargo lo que mas me perturbaba en ese momento, era el aroma que inundaba el pequeño probador de la tienda, un aroma intenso y sugerente. Al bajar los ojos me di cuenta que en el vértice de sus muslos estaba el centro desde el cual emanaba su perfume
y supe que ese era el único elemento que le había faltado a los recuerdos que noche a noche yo tenía de ese cuerpo enteramente deseable.
Esa noche el sueño tardo muchas horas en envolverme. Quizás yo tampoco quería que me invadiera . Mis pensamientos se habían trastocado desde esa tarde de una forma inquietante y mis imágenes se habían confundido de tal modo que no lograba encontrar una armonía que me llevara a mi tranquilidad habitual. Sabia que ellos dos formaban parte de mis pensamientos íntimos, pero ahora tenía la sensación de haber abandonado mi calidad de observador pasivo y deseaba ardientemente asumir un rol activo. Paulatinamente fue tomando forma en mi mente la idea de ayudar realmente a Elsa, aún no sabia bien como, quizás hablándole francamente , quizás hablando con mi hermano, quizás hablando con ambos, lo único que tenía claro era que al día siguiente haría algo aunque, no sabía bien que.
Aún no le tenía bien claro mientras caminaba ya a pocos metros de la casa de Elsa donde ella había quedado de esperarme.
Frente a ella , de pronto me invadió una tranquilidad absoluta.
La mujer estaba allí en todo su esplendor, me hablaba apresuradamente como si quisiera deshacerse de algo molestoso y me confeso que por primera vez esa noche se había negado a ser acariciada por su marido y esa confesión me aterrorizó. Entonces la abracé.
El impacto de sentir por primera vez la cercanía de su cuerpo me trastornó por completo. Me di cuenta en ese momento que estaba haciendo lo que habría querido hacer el día anterior en la tienda cuando percibí su perfume . Pero esto era mucho mas real. Yo estaba juntando mis mejillas a las suyas y sentía en su rostro la tibieza que ella me entregaba con una simplicidad encantadora. Sentí junto a mi cuerpo la presión de sus pechos junto a los míos y nuestros muslos tocándose a través de la ropa.
Acaricie su cabello mientras ella me daba pequeños besos en la mejilla y nuestros labios se fueron deslizando hasta tocarse
y en ese momento yo separe los míos para que ella introdujera su lengua que encontró la mía dispuesta y anhelante . Nos besábamos
en silencio mientras yo notaba como su cuerpo se relajaba apretado al mío.
Lo que siguió fue una sinfonía de silencios en medio de la cual nuestras manos fueron haciendo la diabólica tarea de desnudarnos mutuamente. Yo sentía como la pasión me invadía y como el deseo hacia presa de nuestros cuerpos celebrando cada encuentro con nuevos besos. Nuestros pechos desnudos supieron encontrarse, como si se conocieran desde siempre, sometiéndonos a electrizantes descargas cada vez que nuestros pezones se tocaban.
Nuestros vientres, levemente curvados, buscaron los ángulos perfectos para encontrar las mejores posibilidades de contacto y mis muslos resbalaban entre la suavidad cautivadora de los suyos.
Nada teníamos que hablar, solamente algunos leves murmullos para afirmarnos mutuamente que era eso lo que deseábamos.
Así abrazadas, caminamos los pocos pasos que nos separaban de su lecho y allí nos deslizamos con la suavidad propia de dos cuerpos de mujer. Porque ahí comprendí que era eso lo que estábamos tratando de decirnos desde días , quizás sin atrevernos a admitirlo y que ahora nos unía caídos ya todos los velos y todos los prejuicios.
Me fui separando suavemente del abrazo para deslizar mi rostro hasta su vientre deslizar hasta que mi mejilla encontró su vellos rubios y hundí rostro entre sus muslos. Su bendito perfume me hipnotizó y mi lengua buscó con ansias los labios abiertos y mojados de su sexo ansioso de caricias suaves, de roces tenues, de penetraciones premeditadamente lentas y fui derramando en su intimidad todos mis deseos contenidos y encontrando allí concretamente todo lo que mis fantasías nocturnas no habían sabido comprender y que ahora tenían sentido.
Elsa se había abierto para mi como quizás no se había abierto para su hombre porque yo le estaba entregando en la fuente misma del origen de su pasión lo único que solamente otra mujer, como ella , podría brindarle. Toda la ternura que ella necesitaba y por la cual seria capaz de brindarme un mundo que estaría negado para cualquier hombre.