Tercera vez con mi hermano (y mis padres en casa)
Una pelea con mi madre por un fallo en un examen me hizo acostarme con mi hermano en mi habitación con mis padres abajo.
Hola de nuevo, hoy, escribiré sobre lo que ocurrió una noche con mi hermano mientras mis padres se encontraban en el salón de nuestra casa viendo la televisión.
Después de una discusión con mi madre, acabando a gritos como de costumbre, por el examen de biología, el cual había suspendido, me dirigí a mi habitación enfadada con ella y como de costumbre entre en mi cuarto pegando tal portazo que hasta los ventanales que daban al jardín vibraron. Molesta me tumbé en la cama y esperé unos cinco minutos a que mi cuerpo se relajará, pero tras no conseguirlo me levanté, desnudándome para después encerrarme en el baño y llenar la bañera dispuesta a intentar relajarme en ella, pero la desgracia fue que ni la espuma, ni la música chill-out , ni las sales de baño consiguieron relajarme así que salí de la bañera me envolví en mi enorme toalla negra y salí de mi cuarto con la sorpresa de que al abrir la puerta mi hermano estaba sentado sobre mi cama curioseando el libro de literatura que tenía que leerme para clase, el cual se encontraba sobre la mesita de noche.
- ¿Estás bien?- preguntó levantándose de la cama y aproximándose a mi
- Sí, solo que ya sabes que odio que me grite por algo que sabe que me he esforzado y no lo tenga en cuenta- contesté mientras le abrazaba y mis labios buscaban los suyos.
El beso fue frenético, no paremos ni un segundo mientras cada vez mi cuerpo únicamente tapado por la toalla se juntaba con el suyo, con su pecho, haciéndome notar cada milímetro de piel de su cuerpo, haciendo que perdiera totalmente el control.
Sin embargo, me paró, el muy idiota me apartó de el cuando yo mas necesitaba notarlo cerca, hacerme olvidar lo que había ocurrido tan solo una hora antes en el piso de abajo, entonces me derrumbé le empujé y le eché de mi cuarto, pero pareció no querer irse, me agarró de las muñecas y siguió besándome sin control, estábamos a punto de acostarnos en mi cama, si si, en mi cama y con mis padres en el piso de abajo mirando esa estúpida serie americana que tanto odiaba en el televisor, sin ni siquiera saber lo que hacían sus hijos, cada vez que ellos se daban la vuelta.
El morbo de la situación me hizo perder el control del todo y apartándome de mi hermano corrí hacia la puerta y pase el pestillo deshaciéndome de su ropa y de la toalla de ducha que el ni siquiera se había dignado a quitarme en el rato que nuestros labios se fundieron en uno solo, entonces me abalancé sobre él, haciendo que cayera sobre mi cama con las sabanas revueltas de haber estado tirada sobre ella anterior mente, tiré el libro de clase al suelo de una patada y empecé a devorar a David a besos hasta que perdió el control de su mismo, cambió de posición, dispuesto a volver a metérmela como las dos últimas veces.
- Procura no hacerme gritar, recuerda que mamá y papá están en el piso de abajo – y diciendo esto me besó
Entonces empezó ese sexo salvaje que tan loca me volvía, mientras él, no hacia mas que callar mis gritos, mis gemidos con sus besos o incluso con sus manos cuando se encontraban cerca de mis pechos, marcando un ritmo a lo bestia, como si una fiera estuviera fallándome en ese mismo instante, notando como mis ojos estaban a punto de salirse de las orbitas mientras los suyos solo decían no me falles ahora, sigamos así mucho más tiempo.
Tras un rato así, terminamos juntos como las demás veces y cayéndose rendido a mi lado en la cama no atino a decirme palabra, simplemente me digne a abrazarle y a darle un beso, recogiendo el estropicio de mi cuarto, el libro del suelo, las sabanas revueltas y todo lo demás mientras el se ponía su ropa.
- Princesa, ¿crees que nos habrán oído? – preguntó antes de besarme por última vez
- No, si no ya hubieran subido hace rato – contesté mientras me ponía el pijama
- Bien pues entonces, te espero abajo
Me besó una vez mas y abriendo el pestillo salió de mi cuarto, mientras yo, agotada me había sentado en la cama intentando relajar mi cuerpo para bajar al salón con mis padres, sentarme en aquel sillón de cuero blanco que tanto me gustaba y mirar a mi hermano con mirada cómplice mientras recordaba lo sucedido en mi cuarto hacía apenas un rato. Mientras mis padres seguían viendo el televisor, ajenos a lo que había sucedido.