Tercera experiencia con un maduro de madrugada

Unos meses después de la experiencia anterior con Manuel, donde me folló, se corrió en mi cara e hicimos un delicioso beso blanco con mi semen, volví a poder quedar con él. Fue la última vez que nos vimos.

Tercera experiencia con un maduro de madrugada

Unos meses después de la experiencia anterior con Manuel, donde me folló, se corrió en mi cara e hicimos un delicioso beso blanco con mi semen, volví a poder quedar con él. Fue la última vez que nos vimos.

Esto ya era octubre o noviembre, por trabajo tampoco había podido buscar mucho sexo furtivo con él antes, y casi con ningún otro desde la vuelta del verano, así que, además de hacerme pajas a diario pensando en pollas y semen, mis ganas de sexo con otro hombre estaban por las nubes.

Volví a tener la ocasión de quedar con él un día que mi mujer tenía que hacer un viaje a Barcelona de ida y vuelta, con lo que llegaría muy tarde por la noche. Ocasión idónea para quedar con alguien.

Mi primer pensamiento fue darle un toque a Manuel, tenía ganas de volver a hacerlo con él otra vez y ser yo esta vez el que se la metiese por detrás.

Le di un toque unos días antes:

·

Hola, le envié un mensaje.

·

Hola guapo, me respondió casi al instante.

·

¿cómo estás?, ¿puedes chatear ahora?

·

Sí claro, echo de menos tu polla.

·

Jeje, yo también la tuya. En unos días mi mujer estará fuera todo el día, podríamos quedar por la tarde si te apetece.

·

Claro que sí, todas las tardes, a partir de las cuatro estoy disponible.

·

Guay

·

¿Cuánto tiempo tendrás?, mi mujer no vuelve hasta pasadas las 9 de la noche en la que acaba el turno. Luego tarda casi una hora en llegar, así que si tienes tiempo podemos quedar con calma.

·

Molaría, puedo intentar escaparme del trabajo antes y nos lo montamos con calma. Mi mujer no llegará hasta las 10 de la noche por lo menos.

·

Qué bien, ya se me pone dura solo de pensar en ello!

·

Ok, te aviso el día antes y confirmamos.

Yo también me había calentado solo de pensar en su polla entrando en mi culo de nuevo, y su corrida en mi cara, y los morreos… joder qué morbazo me daba todo esto.

Me obligué a no hacerme pajas los días anteriores, quería tener los huevos bien llenos para descargarlos en Manuel. Me costó porque estaba excitadísimo esos días de la anticipación de lo que vendría después, pero lo logré. Tampoco tuve sexo con mi mujer, ella estaba muy liada con el trabajo, así que no surgió.

El día anterior le dije a Manuel que pasaría por su casa a las cuatro de la tarde, me dijo que ok, que había comprado condones y lubricante de sobra. Mi polla se puso dura al momento.

El mismo día estaba muy nervioso y excitado. Creo que tuve la polla a medio empalmar todo el día. Trabajé como otros días, pero mi mente estaba en otro sitio, deseando que llegasen las 2 de la tarde para irme. Me había inventado una comida con un cliente y reuniones por la tarde para que nadie me molestase.

A las 2 de la tarde se me complicó el trabajo, un tema de última hora, que me retrasó un rato.

Quería ir a casa y ducharme, tendría que correr. Pillé un poco de atasco y llegué sobre las 15,30, justo cuando recibí un mensaje de Manuel:

·

Manuel: Hola

·

Yo: hola, estoy solo, puedo hablar.

·

Manuel: bien, solo decirte que ya estoy en casa, me ducho y estoy preparado.

·

Yo: ok, yo me acabo de llegar a mi casa, me voy a duchar también y voy.

·

Manuel: ¿Por qué no te vienes ya y nos duchamos juntos?

·

Yo: genial, me apetece mucho.

Qué gran idea, esto mejoraba. Casi sin parar en casa me di la vuelta y me volví al coche.

Llegué a su casa nervioso, notaba los latidos de mi corazón fuertes en mi pecho. Es increíble las sensaciones que produce este sexo furtivo. Le di un toque desde la puerta, me abrió y entré a su urbanización.

No vi a nadie, y llegué a su puerta. Me abrió sin tener que llamar, entré.

·

Manuel: Hola Víctor, me alegro de verte.

·

Yo: yo también me alegro.

Y nos besamos, empezamos lentos, lenguas tímidas pero rápidamente nos empezamos a comer la boca el uno al otro. Todos los días de anticipación se desbordaron y noté la lujuria en mi boca. Su mano me agarró el paquete por encima del pantalón, frotándomelo. Yo me pegué más a él y le cogí el culo con mis manos, se lo apreté, hoy sería mío.

Nos separamos sonriendo. Ninguno apartó sus manos.

·

Manuel: ¿nos vamos a la ducha y seguimos allí?

·

Yo: claro, ¿dejo la ropa donde el otro día?

·

Manuel: sí, quítatela aquí, no te hará falta el resto del día, dijo de forma pícara.

Yo me despeloté rápidamente, delante de él, que no paraba de mirarme todo el cuerpo. Me quedé desnudo delante de él. Tenía la polla a medio subir. Él no le quitaba ojo. Se notaba que quería comérmela.

·

Yo: ¿tú no te desnudas?

·

Manuel: sí, ahora lo hago en la habitación. Ven.

Le seguí por el pasillo hasta la habitación en la que estuvimos el primer día. Al llegar tiró la ropa al suelo, quedándose desnudo también. Me pegué a él y nos volvimos a morrear, mucha lengua. Noté su polla dura contra mi cuerpo, bajé mi mano y le cogí los huevos, suavemente. Suspiró mientras mi lengua entraba de nuevo en su boca. Sus manos apretaban mi culo.

·

Manuel: Ven, vamos a la ducha o te la voy a chupar ya.

·

Yo: jeje, no me importaría comértela a ti también.

Nos metimos en el baño, él se acercó a la bañera y encendió la ducha para que fuese calentándose el agua.

·

Manuel: aquí tienes una toalla limpia, me señaló una toalla doblada encima del váter.

·

Yo: ¿me vas a enjabonar?, le pregunté con malicia.

·

Manuel: todo tu cuerpo y tus orificios.

·

Yo: bien, yo pienso hacer lo mismo.

Y, de nuevo, nos besamos. Cada vez que lo hacíamos era más apasionado, más frenético. Estábamos excitadísimos los dos, y las experiencias previas evitaban las indecisiones que normalmente surgen en las citas esporádicas.

Cuando empezó a notarse el cambio de temperatura, Manuel se metió en la bañera, yo le seguí. Cogió el mando de la ducha y se mojó de arriba abajo. Me acerqué a él y repitió la operación conmigo mientras me pasaba la mano por el cuerpo extendiendo el agua. Me di la vuelta, y siguió extendiendo el agua, hasta llegar a mi culo. Ahí se entretuvo, metió la mano entre mis dos nalgas y frotó mi ojete suavemente. Yo reaccioné sacando el culo un poco, él se pegó a mi y noté su polla muy dura ya en mi culo, rozando mis huevos también por detrás. Ya la quería dentro de mi.

Me di la vuelta, cogió el bote de gel y me echó un buen chorro en el pecho, y rápidamente empezó a expandirlo por mi cuerpo con las dos manos. Mi pecho, mis hombros, mi polla. Despacio, con mimo, sin prisas.

Su mano se metió entre mis piernas y me limpió la zona perineal y los huevos, subió hasta mi polla, que ya estaba durísima y la descapulló lentamente y esparció el gel por mi capullo, jugando con él. Yo le apreté los pezones, le encantaba.

Cogí el gel e hice lo mismo con él. Solo que él no dejaba de sobarme la polla y los huevos. Los dos estábamos cubiertos de jabón, pegamos nuestros cuerpos y nos comimos la boca de nuevo mientras nos frotábamos. Entonces ambos tuvimos la misma idea y nos sobamos el culo y nuestros dedos buscaron el agujero del otro. Mi primer dedo entró sin problemas, muy fácil. El suyo también y, al mismo tiempo, ambos iniciamos una follada de culo, con el dedo. Estuvimos un minuto así, morreándonos y follándonos el uno al otro.

Nos separamos, me quitó el agua con la ducha y se bajó de rodillas, me la iba a chupar ya.

·

Manuel: quiero tu polla

Y se la metió en la boca, hasta el fondo, despacio. Noté su lengua recorriendo mi tronco mientras tenía mi polla entera en la boca, salió despacio chupando cada centímetro de mi rabo, chupó mi capullo como un helado, lo lamió con suavidad y volvió a introducírsela entera. Era un experto mamador.

Sus manos no paraban de recorrer mi cuerpo, piernas, culo, huevos, suavemente, sin prisas, mientras no paraba de chupármela. Sobre todo me encantaba cuando me cogía los huevos con una mano mientras me metía un dedo de la otra por el culo. Menudo placer.

Estamos así un buen rato, él se llena de rabo y mi culo se va relajando, en algún momento me la tiene que meter.

Se levanta y no deja que me baje a chupársela:

·

Manuel: vamos a la habitación y seguimos allí.

·

Yo: vale, quiero comértela.

Nos secamos rápidamente y nos vamos a la habitación. Abre la cama entera y se tumba. Yo me voy directo a por su polla, que está empalmadísima. Se la chupo todo lo que quiero, suelta precum, lo compartimos con algún morreo y me vuelvo a por sus huevos.

·

Manuel: déjame moverme y te subes encima y nos la chupamos los dos.

·

Yo: vale.

Se movió al centro de la cama, tumbado, con la polla bien tiesa. Me puse encima de él, mis piernas a la altura de su cabeza, dejándole la polla a la altura de su cara. No tardó en engullirla entera, hasta los huevos. Yo completé el 69 cogiendo su polla con la mano y reanudando la mamada. Qué placer comerse una polla. Y más si te la están comiendo a ti.

A partir de aquí todo fueron caricias por huevos y culo, chupadas de polla, huevos, perineo, gemidos. Yo notaba mi polla enorme, mojada de su saliva y mi precum que Manuel se tragaba encantado, y yo lo mismo, me tragaba todo lo que salía de su miembro.

·

Manuel: siéntate en mi cara, quiero comerte el culo.

·

Yo: uhmmm, solo si me lo follas después.

·

Manuel: claro, pero antes me lo tienes que follar tú a mi.

·

Yo: vale, hoy salimos los dos enculados de aquí.

Me erguí un poco, moví hacia adelante plantándole el culo en la cara y enseguida noté su lengua en mi culo, sin miramientos ni lamidas suaves, devorándome directamente, lamiendo los pliegos de mi ano, perforándolo hasta donde alcanzaba.

Yo me estremecía de placer mientras le hacía una paja despacio. Joder, quería sentir esa polla taladrándome el culo. Pero antes le tocaba a él hoy.

·

Yo: me toca a mi, te voy a preparar el culo para follártelo.

·

Manuel: vale tío, lo estoy deseando.

·

Yo: ponte a 4 patas, y abre bien el culo.

Se puso a 4 en la cama, yo me puse detrás de rodillas, le cogí la polla y me fui a por su culo. Una paja mientras te comen el culo, seguro que le iba a gustar.

Se lo devoré, estaba tan salido que me lancé a por su agujero con mi boca, chupándoselo varias veces antes de empezar a lamer y presionar con mi lengua. Manuel gemía de placer. Yo no porque tenía la boca ocupada, pero también sentía un gran placer. Comer un culo es maravilloso, me pone burrísimo y hace que mi polla crezca como nunca, alcanza otro tamaño que solo llego así, de esta manera. Se me alarga y, sobre todo, se me pone muy muy gorda. No sé por qué, pero me pasa. Y Manuel lo iba a comprobar.

Llegué a meter mi lengua un buen trozo en su trasero, lo tenía muy abierto ya de los trabajos anteriores y sus ganas de ser penetrado.

Cogí un bote de lubricante que tenía en la mesilla y un condón. Le acerqué la polla a la cara para que me la chupase mientras abría el condón.

Manuel abrió los ojos cuando me vio la polla enorme.

·

Manuel: joder! Te ha crecido la polla?

·

Yo: sí tío, siempre me pasa cuando como un culo, se me pone gordísima.

·

Manuel: ven aquí que la quiero probar.

Y se la metió en la boca entera, hasta el fondo. Se veía que tenía la boca totalmente llena, le costó encajarla entera, pero lo hizo y empezó a chupar encantado. Yo mientras abría el condón con calma, quería que me la chupase bien. La tenía como una piedra de dura, veía mis venas gordas recorrer mi polla, y la piel húmeda de la saliva de Manuel. Se la iba a clavar y a follármelo a gusto.

·

Yo: déjame ponerme el condón que te quiero follar.

·

Manuel: hazlo con calma, ese rabazo me va a costar tenerlo dentro.

·

Yo: no te preocupes, vamos despacio.

Me puse el condón, con nervios, estaba tan emocionado por la situación que me costó calmarme.

Me puse detrás de él, y eché lubricante por mi polla, la embadurné bien, y el resto lo pasé por su culo, metí dos dedos y le lubriqué bien los primeros centímetros. Gemía de placer.

Acerqué mi rabo a su culo y presioné un poco con mi capullo. Entró bien, fácil y despacio. Me paré esperando su reacción. Más gemidos. Lo saqué un poco y volví a presionar, entró unos centímetros más, y me volví a parar.

·

Yo: ¿qué tal Manuel?, ¿por ahora bien?

·

Manuel: joder, que polla tienes, métela más adentro.

·

Yo: ok, sigo despacio, avísame si te duele.

·

Manuel: dame rabo tío.

Parece que le gustaba y que no tenía problemas de tamaño. Seguí con el mismo método, cada vez metía más rabo, ritmo lento, sacaba un poco … y él gemía como una perra. Hasta que se la metí entera, mis huevos chocaron con su cuerpo. Empecé un vaivén lento mientras me agarraba a su culo, hice esfuerzos por no empotrarlo contra el colchón, que es lo que me pedía el cuerpo.

Después de unos minutos Manuel pidió caña:

·

Manuel: qué pollón tío, dame más fuerte.

·

Yo: estás hecho un mariconazo, este culo está muy entrenado

·

Manuel: sí tío, llevo días metiéndome de todo por el culo para poder disfrutar esto. Fóllame!!

Y aumenté el ritmo, empecé a follármelo más rápido, mi polla entraba y salía de su culo fácilmente, oía sus gemidos de placer que me estaban poniendo más cachondo todavía y aumentaba el ritmo. De los empujones que le di terminó contra el cabecero de la cama y yo de pié, agarrado a su culo, metiéndosela todo lo que podía, hasta el fondo, oyendo los golpes de mi cadera contra su culo, quería dejárselo bien abierto.

·

Manuel: joder tío, como follas cabrón.

·

Yo: con el culo que tienes cualquier folla bien aquí.

Estuvimos un rato dándole hasta que me separé.

·

Yo: túmbate boca arriba en el borde, quiero comerte la boca mientras te la meto.

·

Manuel: joder sí.

Se movió rápidamente, su polla se había puesto flácida y pequeña, lo contrario que a mi, que cuando me la meten no se me baja.

Le cojí las piernas, las puse a los lados, le metí la polla hasta el fondo y me fui a por su boca.

Menudo morreo. Ya no hubo ni besos ni labios… todo lengua, mucha saliva que yo soltaba por su boca, mi polla entraba y salía de su culo muy fácilmente, los dos lo estábamos disfrutando.

Nuestras lenguas luchaban hasta que se me empezó a caer saliva en su boca, él la cogió con su  su lengua y se la tragó relamiéndose, como si fuese mi corrida

·

Manuel: dame tu leche mientras me follas cabrón.

Le había gustado el rollo, a mi también, muy guarro. No paraba de gemir, yo también, menuda follada le estaba metiendo y aún quedaba mucha polla por meter.

Él sacaba la lengua y yo dejaba caer mi saliva en su boca, toda la que podía y nos morreábamos después, le lamí la cara, él a mi el cuello… y yo no dejaba de metérsela una y otra vez, follándomelo a gusto. Gemimos los dos un buen rato. Joder, me encantaba darle por el culo, pero de verle así yo también quería que me taladrasen así.

Me salí, también tenía que descansar un rato, llevábamos bastante tiempo follando, no sé cuanto, y necesitaba tomar aire.

·

Yo: tío, necesito beber algo.

·

Manuel: joder, y yo, me estoy quedando seco también. Ven a la cocina a ver qué quieres.

Le seguí por la casa, los dos desnudos, mi polla moviéndose al aire toda tiesa, menudo morbo me daba esto.

Abrió la nevera y cogió una cerveza:

·

Manuel: ¿quieres una?

·

Yo: mejor una coca cola o agua

·

Manuel: ok, tengo coca cola.

Cogió 2 y las puso en la encimera. Llevaba todo el rato dándome la espalda y yo no podía parar de mirar su culo… quería follármelo allí de pie, en la cocina.

Me pequé a él por detrás, empujé mi polla entre sus nalgas y entró en su culo sin problemas.

·

Yo: te voy a follar aquí como a un perro.

·

Manuel: joder sí, dame caña.

Y se echó para adelante en la encimera, sacando el culo ya medio ensartado en mi polla, le agarré por la caderas y me puse a bombear, a medio ritmo. Entraba fácil, salía fácil, nuestras respiraciones se volvieron a acelerar.

En un alarde de habilidad, cogí la coca cola con una mano, la abrí con la otra y, mientras seguía metiéndosela me tomé un par de sorbos. ¡Nunca he probado un refresco más rico!

Se movió, irguiéndose, echándose hacia mí, buscaba mi boca. Le abracé desde atrás con mi polla bien metida hasta el fondo y juntamos nuestras lenguas como pudimos. Eso sí, no podía moverme, tenía la polla encajada en su culo.

Salí de su cueva, dejándole respirar. Cogió su Coca cola, sonriente, y se bebió un trago. Me acerqué a él y le metí un morreo largo y húmedo. Hacía mucho tiempo que no estaba tan excitado.

·

Manuel: joder tío, follas de maravilla. Tienes una polla riquísima y sabes usarla.

·

Yo: gracias, tu culo es una delicia.

·

Manuel: ahora me toca a mi comerte el culo otra vez, y si me dejas te follo.

·

Yo: ¿te la chupo para que se te ponga dura de nuevo?, le dije mientras le agarraba la polla flácida.

·

Manuel: déjame comerte el culo, seguro que me excito lo suficiente.

Me puse donde él había estado antes, junté las piernas y saqué el culo, todo lo que pude. Quería ofrecérselo todo. Me lo agarró fuerte con una mano, me dio un cachete fuerte con la otra.

·

Yo: ah! Sí, dame caña.

·

Manuel: ¿vas a ser mi putita?

·

Yo: sí, hazme tu putita

·

Manuel: te voy a dejar el culo nuevo

Y se agachó detrás de mi, apartó mis nalgas y lamió mi ojete con delicadeza. Qué placer! Siguió lamiéndolo con calma, deleitándose en ello, mientras yo notaba oleadas de placer en mi culo con su tratamiento. Siguió un rato hasta que empezó a aumentar el ritmo, me chupó el agujero un par de veces hasta que intentó, con éxito, meterme la lengua un poco. La notaba dentro, húmeda y juguetona. Notaba mi culo chorreante de su saliva. Una mano suya se deslizó desde mi pierna hasta mi huevos y los envolvió, apretándolos suavemente, pero con firmeza, haciéndome notar quién era la putita aquí. Y yo encantado.

Se apartó.

·

Manuel: cómeme la polla

No dije nada, yo estaba encendido, cuando me di la vuelta si que la tenía dura de nuevo, me arrodillé sin decir nada, feliz de ver aquel rabo a mi disposición y me abalancé sobre ella engulléndola hasta el fondo. Me agarró la cabeza.

·

Manuel: déjame a mi Víctor.

Y empezó a follarme la boca con ritmo. Le dejé que lo hiciese, encantado del papel dominante que había cogido, me encanta que me dominen así. Me follo la boca un rato, se apartó:

·

Manuel: abre la boca.

·

Yo: ¿qué me vas a dar?

·

Manuel: un adelanto de mi leche.

Lo hice sin problemas, abrí la boca, saqué mi lengua y, como había hecho yo antes, dejó caer su saliva en mi boca, se fue moviendo para que cayese también en mis mejillas, como si se estuviese corriendo en mi cara… si me toco la polla en ese momento me corro. Seguro.

Cuando terminó se agachó, lamió mi cara recogiendo su saliva y con su lengua me la fue metiendo en mi boca mientras nos morreábamos. Fue un momento de morbo máximo.

·

Yo: joder Manuel, cómo me pones tío.

·

Manuel: ahora que tengo a un tiarrón como tú para mi, quiero hacerte de todo.

·

Yo: ¿hacerme tú putita?

·

Manuel: sí, eres mi putita. Vamos a la habitación que te voy a follar ese culazo que tienes.

Me fui a levantar, pero me paró.

·

Manuel: vete a gatas hasta la habitación, como una perrita. Y menea el culo para mi.

·

Yo: lo que tú quieras machote, le dije con voz inocente, excitadísimo.

Empecé a gatear fuera de la cocina, él detrás de mi… y noté un dedo en mi culo, metiéndose hasta el fondo. Seguí gateando, despacio, moviendo mi culo mientras lo hacía. El continuaba introduciéndome el dedo, sacándolo un poco y volviéndolo a meter.

Sacó su dedo y se adelantó a la habitación, yo seguí avanzando, algo más rápido, asimilando la situación la verdad, esto se estaba poniendo cada vez más caliente, quería que me hiciese de todo. Cuando estaba llegando a la puerta de la habitación apareció con un condón en la mano, el bote de lubricante y su polla supertiesa.

·

Manuel: te voy a follar aquí mismo, no te muevas. Pero antes, tengo la polla chorreando, ¿me la limpias?

·

Yo: ¡claro que sí!

Me puse de rodillas y acerqué mi lengua a su capullo, que goteaba líquido preseminal y lo lamí, ¡chupé su capullo y saboreé su hombría… qué rico por Dios! Le di un par de chupadas y me apartó.

Se puso el condón, embadurnó su polla con mucho lubricante y se fue detrás de mí, noté sus dedos lubricando mi culo y me la metió directamente, despacio, hasta el fondo de mi culo. Sin pausa al ver lo bien que entraba. Yo tenía el culo ansioso de recibirle y con todos los preliminares estaba más que preparado. La encajó bien a fondo, se quedó quieto un momento a ver cómo reaccionaba.

·

Yo: dame polla

·

Manuel: eres una verdadera putita, te voy a follar el culo como te mereces.

Se agachó un poco y me cogió el culo con las manos, apretándolo, y empezó a moverse dentro de mi. Qué placer. Sentir la polla dura de otro hombre en mi interior, en el medio de un pasillo de su casa, hizo que me sintiese como una zorra. Y me dejé llevar por el momento. Empecé a gemir, con lo ojos cerrados, y dejé volar mi imaginación:

·

Yo: fóllame Manuel, hazme tu putita.

·

Manuel: joder tío, eres muy guarra, toma polla.

Manuel me agarraba el culo con fuerza, notaba sus manos apretándomelo, sus huevos chocando contra mi cuerpo cada vez que me la metía hasta el fondo, por ahora a ritmo lento, pero notaba cómo lo iba aumentando. La postura debía ser incómoda para él, se paró un momento, con la polla bien metida en mi culo, y se puso de rodillas detrás de mi. Se agarró bien a mi cadera.

·

Manuel: te voy a follar como te mereces putita.

·

Yo: sí, dame polla y fóllame bien, como a una puta.

Y empezó a follarme más duro y rápido, metía su polla hasta el fondo, salía lentamente y me la volvía a meter, toda, rápidamente, una y otra vez.

·

Manuel: gime puta, toma rabo, sé que te gusta que te enculen… y otras lindezas me decía, mientras le oía gemir.

Yo solo gemía y disfrutaba, totalmente abandonado al placer que me estaba proporcionando aquel macho desenfrenado, solo me faltaba un buen rabo en mi boca para mejorarlo.

Empezó a follarme más fuerte, mucho más, yo me agaché, dejando mi culo a su total disposición y recibí sus embestidas con mucho placer, sintiéndome poseído y utilizado. No solo me daba placer con su follada salvaje, el morbo de sentirme utilizado como un agujero en el que meter su polla y follarlo como le diese la gana me ponía a niveles que no había conocido hasta el momento. Esta faceta de dominado la estaba empezando a disfrutar de verdad.

·

Manuel: tío, no voy a aguantar mucho más, me voy a correr en nada.

·

Yo: vale, ya sabes donde lo quiero ¿no?

·

Manuel: sí, te voy a llenar la cara de leche como siempre.

Salió de mi trasero y se levantó, yo fui gateando hasta la cama de su habitación, sintiendo el culo totalmente abierto… echando en falta aquel pedazo de carne que había estado dentro. Me levanté cuando llegué me di la vuelta y nos morreamos con frenesí. Fueron unos largos segundos o un minuto, no lo sé, pero me gustaron mucho. Nos lamimos la cara, me comió la barbilla, nos retorcimos los pezones el uno al otro, me tiró de los huevos suavemente mientras yo gemía y le pedía que me diese su simiente.

Le agarré los huevos, se los masajeé despacio, me acerqué a su oreja y, poniendo voz de putita sumisa le dije:

·

Yo: me voy a tumbar en la cama, quiero que me pongas tus huevos en la cara, te los voy a chupar mientras te haces una paja y, cuando te vayas a correr, me moveré y me llenarás la cara, pelo, boca… todo, de tu semen. Quiero que te corras como nunca lo has hecho, que le des leche a esta putita.

·

Manuel: te voy a dar todo lo que tenga en mis huevos, no lo dudes.

·

Yo: y después, mientras saboreo tu semen, vas a hacer que me corra en tu boca y nos lo vamos a repartir como el último día, ¿te parece?

·

Manuel: sí tío, me encanta la idea.

Me tumbé en la cama, en horizontal, dejando mi cabeza al borde de donde estaba él. Se subió un poco, no tuvo que hacerlo del todo, solo apoyando sus rodillas en la cama dejaba sus huevos en mi cara. Vi su polla de cerca, con todas las venas superduras, con su capullo babeando líquidos, que lamí despacio y los bebí todos, le atraje un poco más hasta que sus huevos estuvieron en mi boca y empecé a lamerlos despacio.

Manuel se cogió el rabo y empezó a pajearse despacio, notaba sus movimientos en el vaivén que producían en sus pelotas, que golpeaban mi boca y mi nariz. Ese olor a macho en medio del acto sexual me inundó de repente, mezcla de sudor, sexo y vicio. Me encanta ese olor, seguro que yo también olía así.

No tardó mucho, su respiración se aceleró todavía más, su mano volaba sobre su polla, sus huevos se empequeñecieron de repente, venía su corrida.

·

Manuel: me voy a correr, me voy a correr.

Me moví un poco hacia abajo, su polla quedó a la altura de mi frente, cerré los ojos.

·

Manuel: abre la boca zorra.

La abrí, saqué la lengua al mismo tiempo que noté cómo convulsionaba al empezar a soltarlo todo, oí salir el primer chorro que noté en mi pecho y en mi barbilla, luego empecé a notar leche cayendo en mi lengua y cara, en un ojo, en mi frente, mucha leche en mi frente. Se estuvo corriendo varios segundos, yo permanecí quieto intentando sentir todo lo que estaba soltando, no quería perderme nada. Manuel gemía, con voz aguda, mientras no paraba de soltar una corrida copiosa y caliente.

Cuando terminó yo notaba mi frente pegajosa y caliente, no sabía cuanta corrida se habría quedado allí, pero me notaba como en un bukkake, con la cara llena de leche de macho, lo que incrementó mi sensación de dominación y humillación.

·

Manuel: joder Víctor, menuda corrida, ha sido tremenda. No te muevas ni abras los ojos, los tienes llenos de leche. Tampoco cierres la boca todavía, tienes leche mía en la lengua y no quiero que te la tragues todavía. Te voy a ordeñar la tuya. No te muevas. Pero antes, no vamos a dejar que se pierda esta leche que se te está escurriendo.

Con sus dedos, suavemente, cogió algo del semen que se estaba escurriendo desde uno de mis ojos hacia el lateral de la cara, noté cómo lo cogía, separaba su mano del ojo llevándose un hilillo de líquido que cayó sobre mi cara cuando acercó su mano a mi boca y dejó caer el grumo en mi lengua y labios. Repitió la operación un par de veces hasta que quedó satisfecho.

·

Manuel: no te lo tragues todavía, espera.

Oí cómo se movía al otro lado de la cama, se subía a ella y se metía mi polla en la boca. Yo la seguía teniendo dura como una piedra, durísima. Quería correrme en su boca y sabía que no me iba a llevar mucho. Me dejé ir. Mientras me la chupaba y me hacía una paja con una mano para acelerar el proceso, yo seguía notando toda su leche en mi cuerpo, cómo se escurría por mi cara hacia los lados, por mi barbilla, toda pegajosa y deliciosa. Olía perfectamente ese aroma del semen, inconfundible, olor agrio fuerte y también notaba su sabor en mi lengua, quería tragármela, pero iba a esperar.

·

Manuel: vamos Víctor, dame tu leche cabronazo. Dijo y siguió pajeando.

No tardé mucho más, me agarré a las sábanas cuando empecé a soltar mi corrida. Me estuvo corriendo durante años creo… bueno no, pero fue una corrida más larga de lo habitual que él recogió en su boca sin inmutarse.

Cuando vio que no seguiría corriéndome se acercó a mi, tumbándose encima y noté cómo caía líquido, mi semen, en mi boca, me llenaba, no paraba de caer. Noté que se acercaba a mi me besaba, su lengua con la mía y nos fundimos en un morreo intenso, con nuestros fluidos en nuestras bocas, pasando de una a otra. Me la abrió con las manos, suavemente, y escupió en ella, saliva y semen… de alguno de los dos, no importa de quién, delicioso manjar de dos hombres en celo.

Nos estuvimos morreando un buen rato, restregando nuestros cuerpos mientras compartíamos saliva y semen, tragamos los dos, nos cogimos las pollas de nuevo, la suya flácida, la mía bastante dura todavía, hasta que se tumbó a mi lado.

Yo no había abierto los ojos, tenía miedo de irritarlos, los notaba pegajosos.

·

Manuel: joder, ha sido la hostia.

·

Yo: sí, tremendo polvo tío, y que corrida.

·

Manuel: muy rica tío, me encanta el sabor de tu semen.

·

Yo: lo mismo digo, muy rico.

·

Yo: me tienes que ayudar a limpiarme los ojos, si me guías al baño mejor.

·

Manuel: vale, vamos.

Nos levantamos y me llevó hasta el lavabo, abrió el grifo y, con cuidado, fui limpiándome los ojos con agua hasta que estuve seguro que podría abrirlos. Lo hice y no tuve demasiados problemas con ellos, un poco de molestia tal vez, pero sobrellevable. Más tarde vería que tuve suerte y no se me irritaron.

·

Manuel: no sé cuanto ha pasado, pero seguro que puedes quedarte un rato más ¿no?

·

Yo: sí, tengo bastante tiempo, podemos tomarnos algo con calma.

·

Manuel: ok, lávate si quieres un poco y nos vamos al salón a terminar las coca colas.

·

Yo: es verdad, ni me acordaba ya, fue ponerte el culo y olvidarnos del todo.

Nos reímos y nos fuimos al salón, los dos desnudos. Cuando llegamos Manuel puso una toalla en el sofá para que no manchásemos y me pidió que me sentara. Se fue a la cocina y volvió con las latas de antes.

·

Manuel: ya te lo dije antes, pero menudo polvo. Ha sido increíble.

·

Yo: sí, ha estado muy bien, me encanta follar contigo.

·

Manuel: lo mismo digo, estás muy bueno además de ser muy guapo.

No era la primera vez que me lo decía, y me seguía chocando.

·

Yo: vaya, gracias.

·

Manuel: sí, de verdad, tienes un cuerpazo, estás fuerte, un culo musculado, una polla tremenda, grande y gorda, y besas muy bien.

·

Yo: gracias, tú también besas muy bien, y tienes un culo muy penetrable. Y la chupas de escándalo

·

Manuel: como no la voy a chupar bien, esa polla se la comería cualquiera.

Y así estuvimos un rato, diciéndonos guarradas mientras bebíamos el refresco.

·

Manuel: necesito un momento para recuperarme, pero me gustaría echar otro polvo antes de que te vayas.

·

Yo: me parece bien, yo tengo ganas de más.

·

Manuel: tú eres más joven que yo, necesito un rato.

·

Yo: no hay problema, no tengo prisa.

·

Manuel: ¿te parece que ponga una porno para irnos poniendo en situación?

·

Yo: si claro, lo que quieras.

·

Manuel: ¿qué tipo de porno quieres?

·

Yo: me es igual, lo que te apetezca, me gusta todo.

Se levantó, cogió un portátil y lo puso en la mesa. Abrió una página web porno y buscó un rato hasta que puso una película de Belami, esas que tiene chicos guapos, depilados y con cuerpazos.

No debimos ni tardar cinco minutos en empezar a tocarnos de nuevo. Manuel empezó a acariciarme la pierna, con claro camino a mis huevos. Llegó a ellos cuando uno de los guapos chicos de la película se comía las pelotas de otro. Mi polla estaba morcillona, no había terminado de bajarse gracias a la película y al calentón que seguía teniendo. Yo le cogí la polla directamente. A él si que se le había bajado, así que me dediqué a acariciarle el capullo lentamente, aprovechando que lo tenía mojado de restos de su semen supongo.

En la pantalla ya estaban 3 chicos comiéndose las pollas, y, joder, qué culos tenían. Me los comería encantado. Manuel ya se fue a por mi polla, que estaba dura sin que me la hubiese tocado en absoluto. Se tumbó sobre mi pierna derecha y se la tragó entera. Le puse una mano sobre la cabeza, ya que no tenía acceso a su polla en esta postura, acompañando el movimiento.

Qué bien la chupaba Manuel, todo un experto:

·

Yo: joder Manuel, cómo la chupas.

En la pantalla uno de los chavales, con un culo perfecto, redondo y totalmente abierto a 4 patas, estaba en primer plano, mientras uno de sus compañeros le metía la lengua en el ojete. Joder qué delicia. El que te chupen la polla mientras ves un culo perfecto era más de lo que podía esperar ese día.

·

Yo: ¿quieres que te folle?, la tengo durísima.

·

Manuel: no, déjame descansar un poco, tu polla está recuperada, alucino, pero yo no. Necesito un rato. Pero te la sigo chupando.

·

Yo: vale, pero méteme unos dedos mientras, quiero sentirlos.

·

Manuel: joder claro, menudo maricón estás hecho.

Siguió chupando mientras me metía un par de dedos en el culo, que tenía bien abierto y relajado, y todavía lubricado.

Nos pasamos toda la escena así, él comiendo polla, dándome amor por el culo y los 3 jovencitos follándose unos a otros hasta que se corrieron, cada uno pajeándose su propia polla y lefándose sus perfectos abdominales.

·

Yo: te has perdido la escena, ya se han corrido todos.

·

Manuel: no importa, la puedo ver después, nada como tu polla.

·

Yo: tío, necesito que me folles.

·

Manuel: no se me va a levantar creo, me has dejado exhausto.

·

Yo: déjame probar, ponte otra escena y yo te la chupo.

·

Manuel: vale, probamos.

Manuel se sentó, puso otra escena del mismo tipo, aunque ya no le hice caso, le abrí las piernas, me puse de rodillas delante de él y comencé a lamerle los huevos. Oí los suspiros enseguida. Le comí los huevos mientras movía su polla encogida lentamente, jugando un poco con su capullo, a ver si notaba reacción. Nada. Me la metí en la boca, suavemente le lamí y chupé mientras mis dedos exploraban sus huevos y su ojete. Estuve así un buen rato, gemía, pero no se le ponía dura. A mi también se me estaba bajando. Mierda, no estaba funcionando.

·

Manuel: tío, me voy a correr como sigas chupando así.

·

Yo: ¿cómo? Si no se te ha puesto dura.

·

Manuel: no importa, las segundas pajas me corro así, no se me pone dura pero me corro igualmente.

·

Yo: vaya.

·

Manuel: puedo ir a por algo para metértelo por el culo, no será mi polla pero te puedo dar caña.

·

Yo: quiero que me des leche antes, ¿me la das?

·

Manuel: tú sigue chupando que me vacías.

Eso me puso más cachondo todavía, ya imaginaba su leche saliendo y llenándome la boca y la cara. Seguí chupando sus huevos, su capullo, se le notaba super excitado pero su polla no subía, sí soltaba líquidos, muy sabrosos, y se veía cerca del orgasmo, por muy rara que fuese la situación… y explotó, soltó un trallazo en mi boca, me aparté y el siguiente lo recibí en la cara, me giré un poco y el resto calló todo en mi mejilla, calentita, más líquida que antes, pero igual de morbosa.

Se bajó del sofá, se puso de rodillas a mi lado y me lamió la cara, cogiendo toda la leche, y tragándosela. Otro tan guarro como yo.

Nos morreamos, nuestras bocas sabían a semen y a vicio.

Yo tenía la polla durísima otra vez, estaba deseando que me ordeñase, que me metiese algo por el culo, lo que fuera, necesitaba más sexo con otro hombre.

·

Manuel: joder tío, como me pones. Menuda corrida.

·

Yo: me encanta tu leche.

·

Manuel: y a mi me encanta llenarte la boca y la cara con ella.

·

Yo: ahora me toca a mi, quiero que me la saques toda.

·

Manuel: sí, ponte de rodillas en el sofá y abre bien las piernas.

Me apoyé en el respaldo del sofá, me puse a cuatro patas, abrí las piernas y le ofrecí mi culo. Quería que me lo follase, necesitaba ser poseído de nuevo.

Noté sus dedos entrar en mi culo mientras me lo mordía. La otra mano me masajeaba los huevos y la base de la polla. Joder, me iba a correr en nada, qué morbo. Sus dedos entraban y salían de mi fácilmente, lo tenía muy bien dilatado. Cerré los ojos y me abandoné al placer, dejé que mis gemidos saliesen libremente, ¡cómo me gusta que me follen el culo!

Pasado un rato noté la lengua de Manuel en mi cuello y su mano recorriendo mi polla suavemente, despacio, y sus dedos seguían entrando y saliendo de mi orificio trasero. Glorioso.

·

Manuel: estás buenísimo, estaría todo el día comiéndote la polla. Qué pena que no se me levante otra vez, me encantaría meterla otra vez en este culo tragón.

Yo no contesté ya, solo quería disfrutar del momento y los escalofríos de placer que venían desde mi culo hasta la punta de mi polla, lo sentía todo conectado, no podía parar de mover mis caderas y gemir. Estaba a punto de explotar de placer.

·

Yo: Manuel, me voy a correr otra vez.

·

Manuel: espera, que me pongo debajo y lo haces en mi boca.

·

Yo: vale, pero no pares de follarme.

Manuel maniobró, sin sacar sus dedos de mi culo, hasta que logró ponerse debajo de mi, apoyar su cabeza en el cojín y meterse la punta de mi polla en la boca. Noté su lengua en mi capullo, sus dedos volvían a moverse en mi trasero y su mano, con parsimonia, me seguía haciendo una paja. No podía más, tenía que eyacular…y lo hice. Noté que me llegaba el orgasmo y me agarré al cojín que tenía a mano, dejé escapar un gemido largo y me vacié en su boca, mucho, de nuevo una corrida larga, muy larga. Él seguía chupando y moviendo sus dos manos, le dejé hacer unos segundos más después de haber terminado, quería que me ordeñase del todo, que me sacase toda la leche del cuerpo. Hasta que no pude más y me aparté.

Manuel se levantó con la boca cerrada, se veía que estaba aguantando mi semen dentro, me miró interrogante y me acerqué a él, abrimos las bocas y nos morreamos. Mi leche pasó de su boca a la mía mientras nuestras lenguas se acariciaban, noté semen en mi barbilla cayendo, saboreé mi masculinidad de su boca y la disfruté.

Nos estuvimos besando un buen rato, los dos nos tragamos parte de la corrida, otra parte calló en nuestros pechos que luego lamimos los dos con delicadeza.

Una vez terminamos nos sentamos en el sofá un par de minutos, sin hablar. Había sido una sesión de sexo tremenda, de lo mejor que había hecho nunca.

·

Yo: ha estado increíble Manuel

·

Manuel: sí, me encanta el sexo contigo Víctor.

·

Yo: me tengo que ir, ¿puedo ducharme?

·

Manuel: claro, vente.

Nos fuimos los dos al baño, me dio otra toalla y me di una ducha. Estuvimos de charla mientras me secaba y luego me vestía. En la puerta nos dimos un morreo suave y nos despedimos hasta otra ocasión.

No volvimos a quedar, no encontré tiempo en los siguientes meses y finalmente dejé de intentar quedar con él. No hay una razón concreta por la que dejé de buscarle, simplemente seguí buscando sexo con otros hombres