Tercera en discordia 2
Mi madre me declaró la guerra, a ver quién se ligaba a mi hermanito.
Siento la tardanza y gracias por leer mis relatos.
Me levanté cansada. Se habían escuchado los gemidos de mi madre durante toda la noche y no me dejaron dormir.
-Luis, ¿en serio vas a seguir con esto?- pregunté.
-Con eso y con mucho más, hermanita- sonrió pícaramente- Ni te imaginas todo lo que sabe hacer.
Noemí me dijo que vendría a casa hoy también. Me figuraba sus intenciones. Tan guarra como de costumbre. Pero ese día no me importaba, con tal de dar celos a mi madre sería capaz de utilizar a mi mejor amiga.
Llegó a las cinco. Me susurró que no llevaba bikini... ni trikini. Luis estaba bañándose en la piscina cuando entró Noemí. Se quitó la camiseta dejando ver sus increíbles pechos. Vi como la mirada de Luis iba directo a Noemí, se la comía con los ojos y ella lo sabía. No me extrañaba que Luis buscase carne joven que, aunque mi madre no fuera vieja, no es comparable con una casi veinteañera.
Luego se quitó los pantalones, su coño estaba totalmente depilado, lo tenía todo pensado. Se tiró a la piscina e insinuó a Luis. El muy tonto cayó en sus redes. Se la llevó de la mano al piso de arriba y Noemí me hizo una señal de que todo iba como la seda.
Subí yo también sin que me vieran y me asomé por la puerta, sí, era muy cotilla. Noemí estaba haciéndole una mamada, de esas que van despacio pero con ritmo, y por lo que se le veía a Luis lo estaba disfrutando, era un obseso del sexo. Se corrió en la cara de Noemí con un gran gemido que hizo salir a mi madre de su habitación. Era el momento perfecto.
Me escondí esperando a que viera la escena de la ginete Noemí. Mi madre se asomó por la puerta, y al mirar suspiró aliviada y se volvió a su cuarto. Ella se pensaba que mi hermano me estaba cogiendo a mí, pero al ver que se tiraba a una morena se tranquilizó. Me enfadé, mi madre me estaba declarando la guerra, y la iba a tener.
Noemí se fue de mi casa a las ocho. Luis bajó por las escaleras y yo estaba esperándole.
-¿Qué tal con Noemí?- le pregunté.
-Ha sido... increíble- dijo con los ojos como platos.
-Pues yo- me levanté de la silla- Puedo estar mucho mejor.
Me fui a por él besándole con todas mis fuerzas. Me cogió y me tiró a sofá. Se quitó la ropa y me la quité yo. Le acaricié su pene erecto mientras le seguía besando.
-¿Otra vez sin condón?- me preguntó.
-Ajá- asentí.
Aumenté el ritmo con el que le acariciaba el pene pero paré cuando estaba a punto de eyacular. Me metí su pene por el culo haciendo un anal perfecto, y de una embestida, se corrió dentro mía.
Mi siguiente paso fue tirarle al suelo bocarriba y me puse a cabalgar con más ganas que Noemí, esto hizo hacerme y hacerle gemir. Mi madre estaba con la oreja en la pared por lo que conseguí ver. Gemí más fuerte mi hermano me daba un placer incondicional, el saber que era precisamente mi hermano quién me follaba, el morbo que me daba pensar eso me hacía correrme varias veces y de una manera extraordinaria.
Acabé agotada pues los dos habíamos tenido varios orgasmos seguidos. Eran las diez y me fui a la cama por que la noche anterior no dormí bien.
Esa noche se volvieron a escuchar los gemidos de mi madre. He de admitir que me dio un poco de rabia, pero satisfacción a la vez. Seguramente si no me hubiera tirado a mi hermano de nuevo no se lo hubiera tirado ella esa noche.
Un tiempo después con un toma y daca constante, mi madre vino al salón cuando Luis y yo veíamos la tele.
-Chicos, tengo que deciros algo- dijo.
Los dos nos giramos.
-Ha pasado un tiempo desde esto y... es increíble que haya pasado de nuevo... ¡estoy embarazada!- gritó ilusionada.
Yo la miré asqueada. Luis pareció estar sorprendido a gran escala.
-¿De qué te sorprendes?- le pregunté.
-Creía que tomabas la píldora- dijo- Como ella- me señaló.
-¿Yo? Qué va- rió mi madre- Vais a tener un hermanito... o como quiera que se llame eso.
Me empecé a reír. Era eso o llorar.
-Te has quedado embarazada de tu hijo- dije- Es la hostia.
Mi hermano tardó en asimilarlo. Tendría que cuidar de su hermano-hijo, por ser imbécil y aceptar la oferta de mi madre. Yo desde luego, hubiera sido mucha mejor opción que ella.
Un día mi madre vino con un señor.
-Tengo una buena noticia que daros- dijo, Luis y yo nos asustamos pensando que nos iba a decir que era mellizos- Decid hola a vuestro nuevo padre.
El hombre era poco mayor que mi madre, moreno, de pelo corto, bigote... en fin, un hombre.
-¿Cómo?- preguntamos Luis y yo al unísono.
-Luis, tengo que pedirte perdón, él es el padre de vuestro nuevo hermanito.
Al parecer, mi madre le había sido infiel a mi hermano y el bebé era suyo no de él.
-Estupendo, pues, ¿sabes qué? Esto se ha acabado- le dijo Luis.
-Pero cariño...- dijo mi madre.
-¿Te acuestas con tu hijo?- preguntó el hombre- Menuda loca, yo me voy.
El hombre salió por la puerta y se fue.
-Mamá, creo que está claro quién ha ganado la batalla- dije.
Mi madre se puso a llorar.
-Me subo arriba a copular con mi hombre- la vacilé.
Subí al piso de arriba con Luis. Digamos que le consolé con un polvo, al fin y al cabo yo no le iba a dar un hijo, pero sí buenos coitos, y por muchos años.