Tercera en discordia

Me empecé a dar cuenta de lo bueno que estaba mi hermano... y una no se puede resistir, hasta que nuestra madre nos pilla.

Me llamo Elena. Soy una chica rubia, de ojos claros, alta y de buen ver. No solía salir mucho por ahí porque odiaba hacer locuras gracias a mi madre, aunque yo no era virgen. Me había metido tantas cosas en la cabeza sobre lo que puede pasar una noche que estés borracha, que ni quería acercarme a una discoteca/fiesta. Ella se había quedado embarazada a los 17 y tuvo a mi hermano, mi padre la abandonó y cayó en una depresión. Mi hermano Luis y yo nos encargamos de mantener la casa, mi hermano traía el dinero y yo hacía las compras y la limpieza. No quedaba mucho para que eso cambiase. Yo había cumplido al fin mis 18 y podía ir a buscar trabajo, pero no en esos tiempos.

Era verano al fin, y yo llamé a unas amigas a que vinieran a bañarse en mi piscina. En la parte trasera de la casa, había una piscina bastante grande, rodeada de un maravilloso césped. Cuando me mudase, quería una casa igual.

Yo subí a mi cuarto a ponerme el bikini. En esto me llamó Luis.

-Oye, ¿van a venir a casa ahora? Es que me voy a dar un baño en la piscina yo- dijo.

Mi hermano era bastante vergonzoso. En mí solo se parecía en el físico, rubio de ojos claros, pero en personalidad y en edad -era dos años mayor- era distinto.

-No te preocupes, tardarán un poco en venir, tú vete bañando- le contesté.

Me puse el bikini. Era negro con adornos rosas, realmente bonito, pero bastante atrevido. Solo me lo ponía para bañarme en mi piscina, pero no en ninguna otra.

Sonó el timbre y bajé las escaleras a toda prisa. Eran mis amigas Noemí y Sara.

-Hola, hola- dijo Sara.

Las invité a entrar y las llevé a la parte trasera de la casa.

Se quitaron la camiseta y los pantalones quedándose en bikini, excepto Noemí, que llevaba un trikini.

-No nos habías dicho que tu hermano estaba aquí- me dijo Noemí al oído señalando a Luis, que se dirigía a mí.

-Menos mal que iban a tardar- dijo.

Estaba todo empapado, acababa de salir de la piscina.

-Creí que habías oído el timbre- dije.

Gruñó y se fue a por su toalla. Mientras, nosotras nos metíamos en la piscina.

-Tu hermano está buenísimo- dijo Sara.

-¿Cómo?- pregunté como si hubiera oído mal. Jamás había visto a mi hermano como algo que no fuera mi hermano, y le veía con ojos de eso, de hermana.

-Sí, ¿te importa si me lo tiro?- me preguntó Noemí como si nada.

-¿Qué? ¡No!- les grité.

Dirigí una mirada de reojo a mi hermano, seguía secándose con la toalla. No sé por qué pero le empecé a mirar de arriba a abajo. Tenía buenos abdominales aunque no muy marcados, y un buen paquete. Me odié a mí misma por mirarle así.

La tarde surgió normal, y mis amigas ya se habían ido. Yo permanecía con los pies metidos en la piscina, pensando.

-¿Te pasa algo?- me preguntó Luis por detrás.

Me giré, me miraba alegre y me tembló el cuerpo de repente.

-Es-es... estoy bien- lo único que pude articular.

Tenía la sensación de estar caliente de repente.

-¿Seguro?- preguntó y me puso la mano en el hombro.

Al sentir un roce suyo todavía fue peor, ¡mi hermano me ponía! Entonces una locura se me pasó por la mente: Tirarme a mi hermano. En mi cabeza sonaba mucho mejor de lo que en realidad era. Pero no hice nada para sacarme esa idea de mi mente.

-Luis, ¿tú eres virgen?- le pregunté sin venir a cuento y mirando al cielo.

-¿A qué viene eso?- dijo riendo.

Se sentó a mi lado con los pies metidos en la piscina.

-Pues eso, si eres virgen- dije.

-No, no lo soy- dijo con toda naturalidad.

Yo asentí. Y empecé a preguntarle cosas como: ¿Tienes novia?, ¿Lo haces a menudo? y ¿Cuál es tu estilo? Si no llego a ser su hermana seguramente se hubiera pensado mal, aunque debería haberlo hecho.

-¿Tienes ganas?- le dije al oído mientras mi dedo recorría su pecho.

Se notaba que estaba nervioso, ¡yo le había puesto nervioso! Sonreí hacia mis adentros.

-Esto no está bien- dijo mientras se le aceleraba la respiración.

-¿Por qué? El sexo es lo más normal del mundo, sea o no entre hermanos- dije- Además nadie se va a enterar, mamá se ha ido a pasear, y ya sabes lo que duran sus paseos- susurré y toqué su miembro que ya estaba erecto. Me preguntaba a mí misma si no iba demasiado rápido, y también me preguntaba por qué no ofrecía la resistencia que yo me esperaba, lo mismo era porque él también quería hacerlo.

-Sigo creyendo que no es lo correcto- dijo muy, muy nervioso.

-Lo que tú digas- susurré y metí mi mano bajo su bañador.

Él gimió y se tumbó en el suelo con los pies aún en la piscina. Empecé a pajearle lento mientras que, con mi otra mano, le quitaba por completo el bañador. Proseguí por meter su miembro en mi boca, él cada vez gemía más alto. Mi lengua lamía su glande mientras subía y bajaba. Se acabó corriendo en mi boca.

-Me encantas Luis, quiero decir, hermanito- cambié Luis por hermanito para darle más morbo al asunto.

Luis se incorporó y me tumbó a mí en el suelo.

-Un error lo comete cualquiera- me susurró al oído y me desabrochó la parte de arriba del bikini. Jugueteó con mis pezones. Sentí su miembro tocar con mi sexo y gemí. Tenía muchas ganas de sentir a mi hermano dentro de mí.

Comenzó a bajarme la parte de abajo del bikini. Yo como de costumbre en verano me lo había depilado completamente. Sentí que bajaba hasta tener mi coño en su cara. Yo cerré los ojos. Su lengua estimuló mi clítoris y yo creí estallar de placer, el solo pensar que quien me comía el coño era mi hermano me hacía enloquecer. Me corrí varias veces, pero la última fue especialmente placentera.

Yo seguía con los ojos cerrados. Noté como me separaba las piernas y noté su capullo entrar dentro poco a poco. Yo gemía y él cada vez me embestía con más fuerza y más y más hasta que los dos nos corrimos a la vez.

-Ojalá que este error se repita- dije.

Él sonrió y yo me puse el bikini de nuevo. Volvimos a entrar en casa. Nuestra madre ya había llegado.

-¿Se puede saber qué es lo que acabo de ver?- dijo nuestra madre medio llorando.

Mi hermano y yo nos miramos.

-Mis dos únicos hijos estaban... follando- dijo- ¿Acaso no hay más hombres...- me miró- ... o mujeres en este mundo?- miró a Luis.

No supimos qué responder.

-Y... y yo llevo 20 años sin coger- dijo ya llorando.

-Mamá no te lo tomes a mal- dije.

-No lo haré...- dijo- Pero necesito un padre en esta casa- miró a Luis.

-¡Mamá!- grité- ¿Cómo puedes ser tan...?-

-¿Cerda?- me cortó mi madre- ¿Y tú qué eres tirándote a tu hermano?

Sentí celos en su mirada, al parecer ella quería que Luis fuera su amante. Mi madre todavía no había llegado a los 40, tenía 37 y dos hijos de 20 y 18 años. No era fea, de hecho era preciosa y tenía buen cuerpo, así que lo mismo Luis se atrevería a aceptar.

-Lo dicho- prosiguió- Si Luis acepta el papel de padre no habrá problemas.

-¿Cuáles?- pregunté.

Luis no mencionaba palabra, estaba completamente anonado.

-Los dos fuera de casa- dijo- Sois mayores de edad y yo tengo derecho a hecharos.

-Está bien- aceptó Luis.

-¿Cómo puedes...?- pregunté. No cabía en mí de asombro.

-Pues igual que he podido contigo- dijo.

-Elena, vas a tener que aceptarlo- dijo mi madre.

Esta escena me parecía completamente irreal, una madre pidiendo sexo a su hijo mayor... no cabía en mí. ¿Qué estaba a punto de pasar?

¿Cóntinuará?