Terapia Sexual Intensiva (17).
Capítulo 17.
Capítulo 17.
Bueno, tal y como te prometí, Charly, hoy te voy a terminar de contar lo que pasó en la obra en construcción, con los amigos de mi mi hermana. Pero también tengo que contarte la charla que tuve con Gabriela sobre este tema.
La última vez que escribí en tus páginas tuve que interrumpir mi narración porque Gaby golpeó la puerta de mi cuarto.
La dejé entrar y me alegró ver que estaba prácticamente desnuda, sus grandes tetas apuntaban firmes hacia adelante, y abajo solamente tenía puesta una colaless blanca, muy sencilla; pero que en ella quedaba muy impactante. Como yo había estado masturbándome, no tenía nada puesto. Cuando Gaby me vio tendida en la cama, con las piernas abiertas, me dijo:
―Al parecer te estuviste rascando mucho la argolla.
―¿Tanto se me nota? ―Pregunté.
―La tenés toda mojada, nena. Pensé que ibas a estar un poquito más triste, por… ya sabés…
―¿Lo que pasó con Germán? Bueno, eso todavía me tiene mal; pero pasó algo increíble… y creo que vos tenés algo que ver con todo eso.
―¿Yo? ¿Qué tengo que ver yo? Si no me moví de casa.
―Ya sé; pero... ¿por casualidad no le dijiste a tres de tus amigos que me esperen de camino a casa?
―¿Y qué te hace pensar eso? ―Preguntó mientras se sentaba a mi lado en la cama. Puse una mano sobre sus nalgas y comencé a acariciarla.
―Me parece mucha casualidad haberlos cruzado justo después de que te llamé para contarte lo que pasó con Germán. Es como si ellos supieran que yo iba a pasar por ahí, a esa hora… y que iba a estar vestida como estaba.
―Mirá, nena… si vos salis vestida de puta a la calle, puede que alguien se te acerque para insinuarte algo. Sos una chica muy linda, y…
―Es que no fueron insinuaciones. Estos pibes me hicieron una propuesta muy directa.
―¿Y qué pasó? ¿Aceptaste?
Noté verdadera curiosidad en sus ojos.
No voy a repetir todo, simplemente basta con decir que le conté a Gabriela lo mismo que te conté a vos, Charly. Usan prácticamente las mismas palabras, y sin omitir detalles. Lo más lindo fue que, mientras yo hablaba, Gabriela estaba acostada prácticamente encima de mí, acariciándome la concha. Ocasionalmente me interrumpía para hacer alguna pregunta, o para darme un beso en la boca. ¡Uf! ¡Cómo me pone esta pendeja! Cada día estoy más tortillera. Me caliento mucho… ¡con mi hermana! Y eso me lleva a tener fantasías con mujeres. ¿Te conté que a veces me pajeo imaginando que estoy cogiendo con una mina con buenas tetas? ¿Y que fantaseo con ver a una chica con una linda y diminuta tanga, solo para hacerla a un lado y comerle la concha? Me excito muchísimo con esas ensoñaciones… y antes no pensaba en este tipo de cosas a la hora de masturbarme. Culpo por esto a Gabriela y su hermoso cuerpo. Ella es capaz de despertar fantasías lésbicas en la más heterosexual de las mujeres.
Cuando llegué a la parte en la que Dante me quiso meter la pija, mi hermana me dijo:
―Eso te pasa por andar haciéndote la putita ―me metió los dedos en la concha y me hizo suspirar de placer.
―Lo sé, lo admito. Pero yo no estaba dispuesta a dejarme coger por los tres, me pareció demasiado.
―Conozco a esos pibes y no creo que te la hayan dejado tan fácil.
―Insistieron un poco, si a eso te referís. Aunque… tengo que reconocer que yo tenía ganitas de hacer algo más. Por eso me ofrecí a chuparle la pija a los tres.
―¡Ah, pero qué petera resultaste ser, hermanita! ¿Ya debutaste con las tres pijas en la boca? Eso es ser bien puta.
―Mirá quién habla. Ni me quiero imaginar la cantidad de veces que vos te habrás comido tres pijas a la vez.
―Tres… y cuatro. Me encanta tener muchas de donde elegir.
―¿Viste? Sos más puta que yo.
―Lo sé, soy re puta… y me encanta. Pero eso no quita que vos también lo seas… y últimamente estás cada vez más puta. Ya te puedo imaginar, atragantada con las tres pijas.
Era imposible para mí no seguirle el juego, ella me estaba haciendo una paja espectacular… y ya sabés como soy, Charly: cuando me caliento mucho, termino confesando todo.
―La verdad es que me emocioné mucho cuando empecé a chuparlas. Fue una locura, ahora entiendo qué sienten las actrices porno cuando les ponen un montón de pijas en la cara. Jamás pensé que yo misma podría estar en una situación como esa… sí, lo fantaseé mil veces, me clavé un montón de pajas imaginando que me comía dos o tres pijas a la vez; pero era algo que veía como una mera fantasía. Como algo imposible de cumplir.
―Y ahora sabes que las fantasías sí se pueden cumplir.
―Sí… y quizás eso es lo que me da más miedo.
―Siempre con tus miedos…
―Ya sé, siempre vuelvo a lo mismo… no lo puedo evitar.
―¿Y de qué tenés tanto miedo? Papá y mamá ya saben que somos bastante putitas, y lo aceptan. A ellos no les molesta que yo suba videos porno a internet… y ya viste que incluso ellos se prestan a participar en algunos. Tu familia no te va a juzgar, Julieta. ¿Qué problema hay si te comiste tres pijas?
―Tenés toda la razón, Gaby. Ahora sí puedo decir que mis miedos son injustificados.
―¿O no será que te da miedo que se enteren de esto en tu trabajo?
Medité la pregunta durante unos segundos y finalmente dije:
―No. Me importa una mierda lo que piensen mis compañeros de trabajo. Nunca me llevé bien con ellos. Si algún día se corre el rumor de que yo soy bien puta y ando chupando de a tres pijas a la vez, quizás sea el día en que los mande a la mierda y renuncie de una buena vez.
―Siempre dije que vos tenés que dejar ese trabajo, es muy tóxico. La pasás mal. Papá y mamá no te echarían de casa si estás sin trabajo. Ellos esperarían el tiempo que sea necesario.
―Sí, ahora lo veo de esa manera, es un gran alivio. Ya no me siento tan atada y esclavizada por mi trabajo, porque sé que en cualquier momento lo puedo dejar.
―Me alegra que lo veas así, hermanita… pero más me alegra saber que estuviste arrodillada, como buena putita, comiendo tres vergas a la vez… y me imagino que ahí no terminó la cosa.
―A los pibes les dije que solamente se las iba a chupar.
―Sí, pero eso no significa que hayas respetado esa norma. ¿O me equivoco? ―Me miró fijamente a los ojos mientras sus hábiles dedos estimulaban mi concha. ¿Cómo mentirle a esta bomba sexual?
―Bueno… em… después de estar un buen rato pasando de una verga a la otra, Dante me agarró de la cintura y me obligó a quedarme con el culo en pompa, otra vez. Yo tenía en la boca la pija de Mateo y estaba pajeando a Nico. Entonces Dante apuntó su pija hacia mi concha y empezó a ensartarme.
―¿Y le dijiste algo?
―Le dije que no… le pedí que no lo hiciera. No quería ser la puta de los tres. Pero… debo admitir que no soné muy convincente. Tampoco insistí mucho. Cuando la pija entró en mi concha… ¡Uf! Perdí un poquito la compostura. ―Suspiré porque mi hermana volvió a clavar sus dedos hasta lo más hondo de mi vagina―. Se sintió de maravilla. Me dio un morbo tremendo que Dante me clavara la verga mientras yo le chupaba la pija a sus amigos. Así que yo solita me obligué a cerrar la boca: me comí la verga de Nico y me resigné. Entendí que ya nada podía hacer para evitar que Dante me cogiera. Él me iba a usar la concha todo lo que quisiera… y yo…
―Y vos se lo ibas a permitir. Porque sos muy puta. Porque te encanta la verga. Estoy segura que desde que te ofrecieron una fiestita entre los tres, vos te morías de ganas de hacerlo; pero… tus putos miedos… siempre tus miedos.
―Es que… no me molesta ser un poco puta, Gaby… sin embargo, creo que nunca voy a llegar a ser como vos.
―Yo la paso muy bien, y garcho con quien me de la gana, sin hacerme muchos problemas. ¿Qué es lo que te da tanto miedo?
―No lo sé…
―Sí lo sabés… y seguramente ese miedo lo sentiste mientras Dante te clavaba la pija… y también cuando te clavó el segundo. ¿Cierto? Porque fuiste tan puta como para dejar que te metieran otra verga. ¿Quién fue el segundo? ―Me preguntó, masturbándome frenéticamente.
―Nico… él debió ser el primero, porque fue el que yo elegí. Pero no le importó metérmela en segundo lugar. Incluso agradeció que mi concha ya estuviera bien dilatada, porque me clavó con mucha fuerza. Es un bruto.
―Y a vos te gustó que te clavara tan fuerte…
―Siiii… me encantó ―dije, gimiendo―. Me gustó mucho. Yo misma le pedí “Dame más fuerte… llename la concha de pija”.
―Mirala vos a la trolita… te andabas haciendo la puritana que no se dejaba garchar por tres, y terminaste pidiendo que te metieran la pija bien fuerte.
―Esos chicos sacaron a la puta que llevo adentro. La hicieron emerger y cuando salió empezó el descontrol. Empecé a chuparles las vergas como una posesa, nunca en mi vida produje tanta saliva. También les dije que si alguno tenía ganas de acabar, que por favor me dieran de tomar la lechita… que me llenaran la boca de semen, que yo me lo iba a tragar todo, como buena puta obediente.
―¿Y te dieron de tomar la lechita?
―En ese momento, no. Al parecer esos pibes tienen mucho aguante…
―Los tengo bien entrenados.
―Puta.
―Y la mejor. Entonces ¿qué pasó después?
―Le tocó el turno a Mateo, él también me quería clavar… pero esta vez quería ser yo la que pasara a la acción. Así que le pedí que se acostara boca arriba en el piso, con la pija apuntando al techo. Me puse arriba de él y empecé a montarlo. Por suerte estábamos en una obra en construcción vacía, porque sino alguien me hubiera escuchado gritar… aunque no grité mucho, porque enseguida Dante y Nico me dieron pija. Me tragué una… no recuerdo cuál, a esa altura solamente chupaba la pija que me ponían cerca de la cara, sin mirar de quién era. Me costó encontrar el ritmo de dar saltos sobre la pija de Mateo al mismo tiempo que chupaba otra, y masturbaba la tercera.
―Lleva práctica, pero no es imposible de hacer.
―Ellos me dijeron que pronto voy a ser tan puta como mi hermana. Eso me molestó.
―¿Por qué? Yo lo vería como un halago. Ah, ya sé… es por el miedo que te da… dale, confesá, Julieta… ¿por qué te da tanto miedo ser tan puta?
Gabriela llegó a otro nivel su método de coerción, bajó la cabeza hasta meterla entre mis piernas y empezó a darme una de las mejores chupadas de concha de mi vida. Todo mi cuerpo se arqueó, empecé a mover la cadera, para frotar mi vagina contra sus labios. Esto aumentó la calentura. Gemí sin medirme, si mis padres escuchaban no habría ningún problema, ellos sabían muy bien de mis prácticas incestuosas con Gabriela… y las aprobaban.
―Me da miedo que la gente me compare con vos.
―¿No querés que anden diciendo “Uy, ahí va Julieta, es tan puta como la hermana”?
―No… eso no me molestaría ―dije, jadeando―. Pero si soy tan puta como vos, la siguiente comparación va a ser cuál de las dos es más linda… y ahí yo llevo todas las de perder.
Gabriela se detuvo en seco, sin retirar sus dedos de mi concha.
―¿De verdad pensás que soy más linda que vos?
―Pero, Gaby… de eso no hay dudas. No tengo unas tetas tan grandes como la tuya, y mi culo no puede competir con el tuyo…
―Juli, vos tenés una carita preciosa, super dulce. ¿Vos pensás que eso no le da morbo a hombres y mujeres? Parecés una ninfa, sos delicada, simpática, hermosa… y tan blanquita que parecés de porcelana. Todo lo que te ponés te queda bien, y para ser linda solo te basta con sonreír. Si yo quiero llamar la atención, me tengo que vestir como puta.
Me quedé mirando fijamente a los ojos a mi hermana, con un nudo en la garganta. Estaba tan conmovida que no pude decir nada. Puse mi mano en su nuca, la atraje hacia mí y la besé apasionadamente. Ella reanudó la masturbación.
No fue la primera vez que nos besamos, pero se sintió como si lo fuera. Es que este beso tuvo otro significado. No solo sentí el morbo de estar comiéndole la boca a mi propia hermana, sino que además lo sentí como el beso más lésbico de mi vida, porque el poder femenino de Gabriela atravesó todo mi ser. Y como si eso fuera poco, además lo sentí como si estuviera besando a mi novia. Todo eso junto… me volvió loca.
Esto es grave, Charly. Me cuesta mucho reconocerlo, pero de verdad creo que estoy enamorada de mi hermana… a veces me quedo pensando en que me gustaría pedirle que fuera mi novia. Es una estupidez, lo sé… pero me pasa, incluso cuando no estoy pensando en sexo. A veces estoy tranquila, con la mente en otro lugar, y de pronto me dan unas ganas terribles de tener a Gaby al lado, y solo… tenerla ahí, hablar con ella, mirarla, acariciarla. Sentir que está conmigo.
Te juro que estuve a punto de decírselo a mi hermana, casi le digo algo tan insensato como “te amo”; pero cuando dejó de besarme, ella habló primero.
―Contame qué más pasó con los chicos ―me dijo, mientras me acariciaba suavemente el clítoris―. Después de Nico ¿quién te clavó? Y no me vengas con que no pasó nada. Conozco a esos pibes, si te garchó uno, te garcharon los tres.
―Después fue el turno de Mateo ―le dije―, y yo ya estaba totalmente entregada. Cuando se acomodó detrás de mí, yo misma le agarré la pija y la guié a mi concha. Ya sabía que me iban a garchar entre los tres y me dije a mí misma: “Ya fue, Julieta, hoy te declarás formalmente puta, al menos disfrutalo”.
―Bien, me encanta esa actitud, hermanita. Vos te merecés disfrutar del sexo a pleno.
―Te juro que sentí una gran liberación mientras me sacudían de lo lindo y me clavaban toda la pija. Me lancé a chupársela a los otros dos y si este fue mi “bautismo de puta”, el momento cumbre llegó cuando Nico me agarró de los pelos y me dio de tomar la lechita. Acabó un montón, y lo recibí con la boca abierta. No me importó nada. Ellos me recordaron que a la puta de mi hermana también le dieron de tomar la leche varias veces.
―Y la puta de tu hermana puede confirmar que eso es cierto. Hasta tengo un video en el que me acaban los tres en la cara. Después te lo paso, para que te hagas unas lindas pajas.
Sí, Charly, ya pude ver ese dichoso video. Es fantástico, tendrías que ver cómo la muy puta chupa las tres pijas… y cómo le chorrea el semen en la cara. Es linda de por sí; pero con la cara llena de leche es todavía más hermosa… y mucho más morbosa. Mientras veía esas imágenes me masturbé pensando que quizás yo pudiera hacer eso mismo con sus amigos, chuparle la pija a los tres juntos, hasta que me dejen bien llena de leche. Por cierto, convencí a mi hermana de subir ese video a su cuenta de Twitter y la muy puta aceptó. No sé cuántos miles de “likes” consiguió, solo sé que el posteo fue todo un éxito… y a mí me dio morbo saber que miles de personas estaban viendo a la puta de mi hermana tragar semen de tres pijas a la vez.
¡Quisiera sentirme tan libre como ella!
Me encantaría poder subir a internet algún video mío chupando una pija… pero una vez más, me da miedo. Aunque… te confieso que me animé a subir unas fotos en ropa interior a Twitter, y una es bastante sarpadita, se me ve la cola de costado y se nota cómo la tanga me aprieta la concha. No sé cuánto tiempo voy a dejar esas fotos ahí, posiblemente las termine borrando, por miedo. Le pedí a Gaby que, por favor, ni se le ocurra compartir mis fotos en su cuenta de Twitter, no quiero tener tantos “espectadores” ahora mismo. Ella me dijo que iba a respetar mis tiempos y se puso muy contenta al ver que al menos me animé a subir esa clase de material.
Pero te juro que tengo mucho miedo. ¿Y si lo ve alguien de mi trabajo?
Bueno, no quiero pensar en eso ahora mismo. Mejor te sigo contando lo que pasó con Gaby en la cama.
―Entonces… ¿te garcharon los tres? ―Preguntó Gaby.
―Siii… ―dije en un gemido, sus dedos estaban llevándome al cielo y mi concha pedía más y más―. Cuando le llegó el turno a Dante de cogerme me dijo: “¿Viste, pendeja? Te hiciste la difícil y resulta que sos igual de puta que tu hermana. A ella también le gusta que la garchen entre varios”.
―Muy cierto… me encanta.
―Y más o menos ahí fue cuando llegó el momento que yo tanto esperaba. Que me dieran de tomar la leche… otra vez… y otra vez. Porque eso sí que me hizo sentir re puta. Fue la primera vez que me dejé acabar en la cara y en la boca por tres tipos a la vez.
―Es una sensación hermosa, por eso me gusta organizar cosas con esos chicos, cogen bien y siempre están dispuestos a darme la lechita. Me encanta saber que ya sos oficialmente puta.
―¿Oficialmente puta? ―Pregunté, riéndome―. ¿Y eso qué quiere decir, exactamente?
―Quiere decir que de ahora en adelante vas a probar muchas cosas… pijas, conchas… de todo. Y que lo vas a hacer sintiéndote libre. Pero, decime una cosa… ¿te dieron por el orto? Porque yo sé, por experiencia, que esos pendejos tienen una obsesión con el sexo anal. La primera vez que me agarraron entre los tres me dieron tanto por el orto que no me pude sentar en dos días. Fue hermoso.
―Qué lindo habría sido ver cómo te metían tres pijas en el orto, que se vayan turnando para coger esa colita hermosa. Lamento decirte que yo no me animé a entregar la cola. Es que… eran tres… y mi cola no está lista para tanto castigo. Vos venís practicando el sexo anal desde hace mucho, pero yo…
―No puedo creer que no aprovecharas ese momento para que te rompan bien el orto ―dijo, acariciando el agujero de mi culo. Empezó a meterme un dedo y la calentura de mi cuerpo se elevó aún más.
―Pero… eran tres…
―¿Y eso que tiene? A mí me hicieron el orto entre tres, cuando tenía el culo recién estrenado.
―Gaby, a vos te encanta meterte cosas en el orto. Estoy segura de que antes de tener tu primera experiencia con sexo anal, ya te habías metido algo bien grande por el culo.
―Bueno… puede ser ―dijo, con una sonrisa picarona―. Pero esto no se puede quedar así. Ya vengo.
Salió de la habitación, dejándome sola. No se me hizo raro, simplemente dediqué el tiempo a masturbarme y en pensar cómo me había dejado coger por tres pibes a la vez. En ese momento ni siquiera se me pasó por la cabeza lo ocurrido con mi psicólogo.
Creí que mi hermana volvería con el consolador de mi mamá y que nos pondríamos a “jugar”. Si me lo quería meter por el culo, se lo permitiría. Sin embargo volvió acompañada de alguien más.
―¡Papá! ―Exclamé, cuando lo vi entrar de la mano de Gaby.
Por un segundo quise cubrir mi desnudez, fue un acto reflejo; pero después caí en la cuenta de que eso ya no era necesario. Oscar podía verme masturbándome y eso… em… sí, Charly, lo reconozco: me calentó que mi papá me vea haciéndome la paja. Hasta abrí más las piernas, para que él pudiera ver cómo me metía los dedos en la concha. Vale aclarar que él estaba desnudo y que su verga ya se estaba despertando, no solo por estar mirándome a mí, sino porque Gaby ya había empezado a manosearla.
―¿Por qué lo trajiste? ―Pregunté, aunque la respuesta era obvia… y me daba miedo.
―Si molesto, me voy ―dijo mi papá, asustado. Me sentí una idiota.
―No, papá. No molestás para nada ―me apresuré a decir―. Solo que… ―no supe qué agregar.
―Julieta necesita ayuda con algo, papi ―dijo Gaby, con una vocecita de putita que juega a hacerse la inocente que seguramente debe derretir a Oscar―. Hace poco ella tuvo una gran oportunidad, y la desperdició… por miedosa, como hace siempre. Si no la ayudamos con esto, quizás nunca se anime a dar ese paso. ―Debo reconocer que ella tenía razón en ese punto.
―¿Con qué la tenemos que ayudar? ―Preguntó Oscar, estaba muy confundido y no dejaba de mirar nervioso hacia mi concha, o hacia las tetas de Gaby.
―Vení, parate acá ―mi hermana lo dirigió hasta la zona de los pies de la cama.
Ella se agachó y, quizás sin saberlo, cumplió una de mis fantasías. Se metió la pija de Oscar en la boca y empezó a chuparla. Lo hizo sin ningún tipo de miramientos. No estaba jugando con la idea de que lo hacía para que él se “acostumbrara” a hablar de sexo o a andar desnudo. Esta era una hija haciéndole un pete a su padre… ¡y qué pete! Había visto a Gaby chupando la verga de mi papá en videos; pero verla en persona, mientras yo me hacía una paja frente a ellos, fue morboso… fue espectacular. Me excité tanto que estuve a punto de acercarme y chupar la pija de mi papá junto a mi hermana.
Pero no te preocupes, Charly, si realmente sos morboso (como yo creo que lo sos), entonces te puedo asegurar que de eso hubo, y mucho.
Gaby estuvo peteando a mi papá hasta que a él la pija se le puso muy dura. El pobre tipo parecía estar incómodo, más que nada porque yo estaba viendo lo que ocurría; pero mi forma de demostrarle que estaba todo bien fue levantar las piernas, abrirme la concha y meterme dos dedos. Además le dije: “Tenés una pija hermosa, papá”. Él no respondió, pero su sonrisa tímida me demostró que le alegró mi cumplido.
Cuando mi hermana giró la cabeza y me vio toda abierta, se subió a la cama, metió la cabeza entre mis piernas y comenzó a chuparme la concha. Esto no me lo vi venir; pero ahora entiendo que lo hizo para romper el hielo. Fue como decir: “Mirá, Juli, yo le chupo la pija a papá, y a él le encanta. Mirá, papá, yo le chupo la concha a Juli… y a ella le encanta”.
La lengua de Gaby se puso a jugar con mi clítoris y solté un fuerte gemido. Mi papá miraba toda la escena mientras se masturbaba lentamente, sin saber muy bien qué hacer. Decidí que era el momento de tomar la iniciativa.
―Papi… Gaby me dijo que anda con muchas ganas de que se la metan por el culo. ¿Por qué no se la metés, como se la metiste en el telo?
Estas declaraciones tomaron por sorpresa a Oscar. Se quedó petrificado unos segundos, no sé qué habrá pasado por su cabeza en esos momentos. ¿Qué le habrá sorprendido más? ¿Que yo supiera lo que pasó en el telo o que yo le estuviera pidiendo que le diera por el orto a Gaby?
Me quedaré con la duda.
Lo que sí puedo afirmar es que él no quería desperdiciar la oportunidad que se le dio. Cuando reaccionó, apuntó su verga erecta al culo de Gaby y comenzó a penetrarla. No pude ver lo que ocurría, las nalgas de Gaby apuntaban para el otro lado, pero los gemidos de mi hermana me demostraron que ella lo estaba disfrutando. Y la muy puta siguió con el proceso de dilatarme el orto con sus dedos… ¡y con su lengua! Uf, tenerla ahí, chupándome el culo, fue espectacular, y se puso mejor cuando mi papá fue agarrando buen ritmo. El tipo era un privilegiado, tenía acceso al hermoso culo de la más puta de sus hijas… y pronto podría acceder al culo de su otra hija. Porque empecé a fantasear cada vez más con esa loca idea, y tener a mi hermana chupando concha y a mi papá rompiéndole el culo me ayudó a derribar las últimas barreras morales. ¿Y si dejo que mi papá me de por el culo?, pensé. Y esa absurda y loca idea se fue haciendo cada vez más tangible, hasta que entendí que dependía enteramente de mí. Si yo lo pedía, sería una realidad. Mi papá me metería su pija por el culo… y me daría para que tenga, como lo estaba haciendo con Gaby.
Ya sé que es incesto, Charly, no hace falta que me lo repitas; pero… después de haber tenido sexo con mi hermana y con mi mamá… hacerlo con mi papá ya no me parecía tan descabellado, al contrario, lo veía como algo sumamente morboso. La concha se me mojó toda de solo pensarlo. Bueno, las lamidas de Gaby seguramente tuvieron algo que ver con eso.
De pronto mi hermana dejó de chuparme la concha, me miró con una sonrisa libidinosa y dijo:
―Papi, ¿sabés que Juli tuvo una chance inmejorable para que le dieran por el orto… y ella no se animó?
―¿No? ―Mi papá parecía desorientado―. Pensé que ya se había animado a hacer esas cosas…
―No, a la muy boluda le da miedo.
―¿Tiene miedo que le duela? ―Preguntó Oscar.
―No, eso no me da miedo ―aseguré.
―Lo que le da miedo ―respondió mi hermana―, es que la traten de puta por andar entregando el culo.
Eso fue un poquito injusto, mi miedo fue que me dieran por el culo entre tres a la vez; pero Gaby también tenía algo de razón. Viéndolo en retrospectiva, creo que rechacé la propuesta del sexo anal porque me aferré a la excusa de que eran tres. Sin embargo la verdadera razón podría ser que no me animé porque entregar el orto sería llegar al límite en mi vara de medir la “putez”... bueno, eso y coger con mi familia.
―Yo le dije a Juli ―continuó Gaby―, que coger por el culo es hermoso. Se siente de maravilla tener una pija enterrada en la cola… especialmente una como la de papá ―me guiñó un ojo―. ¿Sabés que papá aprendió mucho de sexo anal conmigo? Ahora le da por el orto a mamá… y ya viste lo feliz que anda Zulema.
En eso tenía mucha razón, mi madre estaba más alegre que nunca, y me lo demostró durante nuestra aventura con Roberto.
Gabriela me estaba dando pie para dar un gran salto, ¿iba a desperdiciar esta oportunidad? Bueno, el sentido común me decía que lo más sensato era salir del cuarto en ese preciso instante porque todo esto era una locura; pero la calentura… uff, la calentura me pedía a gritos que siguiera adelante. Al final ganaron esos gritos.
―Vos me podrías ayudar con eso, papi ―dije, empleando el mismo tono de putita que juega a hacerse la inocente que minutos antes había empleado Gaby―. Me da mucha curiosidad saber qué se siente tener una verga en el culo, pero… me cuesta animarme.
―Papá, mostrale a Juli cómo me metés la pija por el orto, y va a ver que no hay nada de qué preocuparse.
Mi padre no respondió, aún estaba algo aturdido por la actitud de puta de sus hijas. Quizás estuviera acostumbrado a ver a Gaby con esa actitud, pero no a mí. Yo lo desconcertaba.
Me acerqué al culo de mi hermana, ella se abrió las nalgas y me mostró como esa gruesa y venosa verga se perdía dentro de su agujero. Quedé maravillada, verlo en video es morboso; pero en persona ya es una locura. Me calenté tanto que me mandé a lamer el culo de Gaby, alrededor de la pija de mi papá… y cuando mi lengua se encontró con ese pene, sentí como el corazón me daba un vuelco. Gaby se movió y la pija de mi papá salió, y ahí perdí el último vestigio que me quedaba de cordura. Agarré la verga de mi papá y me la metí en la boca. Empecé a chupar y miré hacia arriba, él estaba más aturdido que nunca. Le sonreí para indicarle que yo estaba totalmente de acuerdo con esto. Me entretuve unos segundos chupando su verga y ahí caí en la cuenta de que si ya había llegado a este punto, le podría chupar la pija a mi papá cuando quisiera… tal y como lo hacía Gaby. Incluso se la podríamos comer entre las dos. Ya habrá tiempo para eso.
No me juzgues, Charly. Solamente disfrutá de lo que te estoy contando.
Me di vuelta y me puse en cuatro en el mismo lugar que había ocupado mi hermana. Ella ya me esperaba acostada boca arriba, con las piernas abiertas. Me mandé de cabeza a chupar su concha, esa fue la señal que Gaby estaba esperando.
―Juli ya está lista, papá. Rompele el orto ―no pasó nada―. Dale, sin miedo, que esta putita se muere de ganas de tener una buena poronga en el culo.
Para demostrar que Gaby tenía razón, me abrí las nalgas con ambas manos. No quería decirlo, por vergüenza; esa fue mi forma de comunicarle a mi papá que estaba decidida. Quería pija por el orto… quería que fuera la de él. Al final fue un acierto no entregarle el culo a los amigos de Gaby, porque ahora tenía la oportunidad de disfrutarlo de una forma aún más morbosa. Sería con una sola pija… pero esa pija era la de mi papá. El tipo que me da un cálido beso en la mejilla cuando me voy a trabajar y que siempre me desea un buen día. Ese mismo tipo ahora estaba con la pija dura presionando contra el agujero de mi culo.
Mi entusiasmo fue tan grande que yo misma comencé a retroceder, para que la verga comenzara a entrar. Como Gaby había dilatado un poco mi culo con sus dedos, el glande no tardó en entrar. ¡Ay, dios… qué delicia, Charly! Ahora entiendo por qué a Gaby le gusta tanto que le den por el orto.
Fue doloroso, sí; pero solo al principio. De a poco mi papá fue dilatando mi orto con el poder de su verga. Me dejó bien abierta mientras yo me embriagaba con los flujos vaginales de mi hermana. Cuando Oscar consiguió meter una buena parte de su verga, empezó lo mejor.
―Dale para que tenga ―dijo Gabriela―. A esta puta le encanta la pija, solo se hace la santita cuando le conviene… pero me enteré que se la garcharon entre tres.
―¿Entre tres? ―Preguntó mi papá, confundido.
―Sí, papi ―le dije―. Me dieron entre tres. ¿Te molesta?
―No, mi amor, para nada. ¿Cómo me va a molestar, si Gaby también hace lo mismo y me lo cuenta? Sería muy hipócrita de mi parte permitírselo a una de mis hijas y a la otra no. Lo único que yo quiero es verla felices.
―Y yo soy feliz si me metés toda la pija en el orto ―le dije.
Él me agarró de la cintura y empezó a darme con fuerza. Entre tanto movimiento, consiguió enterrarme toda su verga. Ese, Charly, fue el momento en el que se definió algo: Esta familia había caído en el incesto, y ya no había vuelta atrás.
Sí, así como te lo digo. Jamás pensé que esto pudiera pasar en mi propia familia; pero pasó. Nos convertimos en una familia incestuosa… todo gracias a mi hermana, porque ella es la ninfómana egocéntrica que nos convenció de que hacer esto está bien.
No sé si estará bien… pero sí que se siente de maravilla. El morbo que sentí mientras mi papá me taladraba el orto no lo sentí nunca… bueno, casi que lo sentí cuando hice el trío con Roberto y mi mamá; pero ahora tenía a mi papá y a Gaby.
¿Y dónde estaba mi mamá en todo este asunto?
Esa es una buena pregunta, Charly.
Cuando giré la cabeza me encontré con Zulema, completamente desnuda, mirándonos desde la puerta. Ella sonrió y dijo:
―Espero que no me dejen afuera de esto.
―No, mami, claro que no ―le dije―. Justo te iba a llamar… para que te sumes.
―Vení, mamá ―le dijo Gaby―, me muero de ganas de comerte la concha.
Zulema se acercó a nosotros y mi hermana demostró su gran talento para el sexo, se acomdó justo debajo de mí y empezó a frotar su concha contra la mía, luego mi mamá se sentó en su cara. La lengua de Gaby se fue directo al agujero de esa concha, y yo fui por el clítoris. El medidor de morbo en mi interior ya había explotado, Charly. Todo se había ido al carajo. Ahora sí que no había vuelta atrás. Estábamos en plena orgía familia.
¿Se puede decir que esto es una orgía si solo somos cuatro?
Bueno, ni idea. Pero sí puedo asegurar que fue mega morboso.
Mi papá tenía el privilegio de tener los culos de sus dos hijas a su merced. La sacó de mi culo y metió la pija en el orto de Gaby. No me sentí celosa, para nada, quería que nos diera a las dos, quería ver la carita de mi hermana al disfrutar del sexo anal. Nuestras lenguas se entrelazaron y juntas saboreamos la concha de nuestra madre. Zulema se masturbó para nosotras.
Ahora, viendo las cosas en retrospectiva, sé que Gaby no fue totalmente honesta conmigo. Ella me contó de episodios esporádicos de sexo incestuoso. Pero por la actitud desenfadada de mis padres puedo deducir que ellos ya están acostumbrados a tener sexo con su hija. Me calienta pensar en la cantidad de veces que cogieron los tres juntos… y hablo de cogidas bien completas. Con Gaby recibiendo la pija de mi papá en todos sus agujeros, con mi mama comiéndole la concha, las tetas y el orto… con las dos compartiendo el semen de Oscar. Eso pasó… sé que pasó un montón de veces, probablemente ocurrió mientras yo estaba trabajando. Me los puedo imaginar teniendo largas sesiones de sexo, casi a diario, con la puta de Gaby siempre en el medio. Puedo imaginar que cada día, cuando yo salgo a trabajar, Gaby se arrodilla frente al sillón de mi mamá, y le come la concha… y que luego va y le hace un pete a mi papá, hasta tragarse toda la leche. Puedo imaginar a Oscar penetrando a Gaby sin siquiera pedir permiso, y Gaby parando la colita, para invitarlo a pasar.
Estuvimos dándole al garche durante largo rato, mi papá se turnó para rompernos el orto a las dos y mi mamá disfrutó tanto que tuvo un fuerte y jugoso orgasmo. La frutillita del postre fue cuando mi papá acabó, lo hizo afuera, llenando de semen mi concha y la de Gaby. Zulema entendió que era su turno de pasar a la acción. Mientras Gaby y yo nos besábamos apasionadamente, como si fuéramos novias, mi mamá se metió entre nuestras piernas y empezó a limpiar el semen de nuestras conchas, usando su lengua. Fue maravilloso y espero que ella lo haya sentido así. Imagino que sí, porque le estaba comiendo la concha a sus dos hijas a la vez, por primera vez. Eso tiene que ser algo para el recuerdo.
Amo a mi hermana, Charly. No lo quiero esconder más. Estoy enamorada de Gaby y quiero que sea mi novia. Me calentaría mucho ser la novia de Gabriela, porque es mujer, y eso significa aceptar que tengo un lado lésbico muy fuerte… y porque es mi hermana. Eso significa que debo aceptar que el incesto me encanta.
Estoy dispuesta a aceptar todo eso.
Si me animo a decírselo a Gaby, te lo voy a contar.
Aunque… ¿qué tal si se lo decís vos? ¿Sería una forma bonita de comunicárselo? ¿O sería la forma cobarde? Bueno, ella ya sabe lo miedosa que soy, y me quiere igual.
Lo voy a hacer acá… voy a permitir que ella lea mi diario, completo.
Y Gaby, si llegaste hasta acá, quiero que sepas que te amo mucho. Sos la persona que le da alegría a mi vida, y sé que es una locura, pero… me gustaría que, además de hermana y amigas, seamos novias. ¿Cómo funcionaría eso? No lo sé… imagino que siempre tendríamos que esconderlo. Al menos sabemos que mamá y papá lo aceptarían. Con eso me conformo.
Si tenés algo para decir, escribilo en la próxima hoja, porque además de darte permiso para leer, te doy permiso para que escribas lo que quieras.
Te amo, hermosa.