Terapia Sexual Intensiva (05).

Crece la tensión en la relación entre Julieta y su hermana Gabriela.

Capítulo 5.

Bueno Charly, creo que llegó el momento de contarte lo que te prometí. Sin embargo no te lo voy a contar de forma directa, ya que al tema lo charlé ayer con mi psicólogo; te voy a contar más o menos como fue esa charla. De más está decir que él me incentivó a que te escribiera. Si bien el día en que todo pasó me sentía muy mal, dejé de darle demasiada importancia al asunto y comencé a sentirme un poco mejor. Me sentí realmente bien contándole lo ocurrido a Germán. Fue una experiencia muy rara, no sé por qué al hablar con él puedo llegar a ver las cosas desde una perspectiva totalmente diferente; imagino que se debe a que él es buen terapeuta. Ahora sí, sin más vueltas, te cuento a vos; sé que también me va a hacer sentir mejor.

―¿Cómo te sentís hoy? ―me preguntó Germán cuando entré al consultorio.

―Para la mierda.

Está bien, admito que cuando llegué todavía estaba bastante cabreada.

―¿Por qué, qué pasó?

Noté genuina preocupación en él. Nos sentamos cada uno en su respectivo sillón.

―Tuve un problema.

―¿Fue algo serio?

―Sí… bueno, en realidad no. Fue algo que me molestó mucho.

―Entonces, ¿fue algo grave o no?

―No. Pero si me hizo enojar.

―Está bien, noto que no tenés muchas ganas de hablar del tema. No quiero presionarte pero tal vez lo mejor sea que me cuentes, así que tomate tú tiempo. Vamos de a poquito, ¿te parece? ―asentí con la cabeza―. Este problema ¿tiene que ver con tu trabajo?

―No, tiene que ver con un pelotudo de mierda.

―Aja, pero este “pelotudo de mierda” no es de tu trabajo ―negué con la cabeza―. ¿Es amigo o familiar tuyo?

―Mi ex novio. Se llama Claudio.

―¿Él hizo algo que te hizo enojar mucho?

―Sí. Pero no fue sólo él…

―Creo que ya estoy comprendiendo por dónde viene la cosa. Te sugiero una cosa. Respirá hondo, cerrá los ojos y relajate ―hice lo que me pedía―. Intentá dejar ir esa bronca por un ratito, no digo que te olvides de ella sólo dejala a un lado, al menos hasta que me cuentes qué pasó. Por el momento te pido que pienses en esa situación como si le hubiera ocurrido a otra persona.

De a poco, mientras escuchaba sus palabras, fui relajándome. Las imágenes de lo ocurrido fueron llenando mi mente, pero poco a poco comencé a verlas como si fuera una película. Algo que no me había ocurrido a mí, sino a la protagonista de dicho filme.

―¿Qué podés contarme ahora?

―Invité a Claudio a tomar mates a mi casa. Pero esa no era mi verdadera intención.

―¿Cuál era tu intención entonces?

Suspiré y guardé silencio por unos segundos. Recordé las últimas anécdotas sexuales que le había contado a Germán y lo bien que me sentí al hacerlo. ¿Podría logar eso en esta ocasión? Valía la pena intentarlo. Mantuve los ojos cerrados y dije las cosas de la forma más clara y directa posible.

―Mi intención era chuparle la verga. Perdón por ser tan directa, pero es la verdad. Hace mucho tiempo vengo pensando en sexo oral, necesitaba hacerlo, con urgencia, y la única persona que se me ocurrió llamar fue mi ex novio.

―Está bien, es un buen recurso, imagino que con él ya habrás tenido sexo y eso hacía las cosas más simples.

―Exacto ―abrí los ojos, ya estaba mucho más relajada―. Mi intención era ahorrarme inconvenientes, no generármelos. Pero las cosas no salieron como yo las tenía planeadas.

―¿Y cómo salieron?

―Al principio todo iba bien, estábamos tomando mates, charlando de nuestras vidas. Creía que los primeros minutos que pasáramos juntos iban a ser los más incómodos, sin embargo lo noté muy tranquilo y eso me tranquilizó a mí. Mientras conversábamos no hice ninguna alusión al sexo, primero quería tantear un poco el terreno, averiguar si él salía con otra chica o algo así. Me dijo que estaba más soltero que nunca, lo cual me alegró bastante. Estuvimos casi dos horas hablando sin que nadie nos interrumpa, hasta que apareció mi hermana. Ella llevaba puesto un escote enorme, parecía que las tetas le iban a explotar en cualquier momento y casi se le veían los pezones. Además llevaba un pantalón blanco de jean muy ajustado. Me jodió un poco que saludara a Claudio de forma tan efusiva. Cuando se acercó para darle un beso en la mejilla vi que le apoyó una teta en el pecho. Estaba por mandarla a mierda cuando ella solita dijo que nos dejaba tomar mates tranquilos y se fue.

―¿Claudio mostró algún tipo de interés en ella? ¿Eso fue lo que te molestó?

―No, Claudio no dijo nada sobre Gaby, simplemente seguimos charlando. Fue un momento incómodo para mí, pero no duró mucho y me dije a mí misma que eso no me iba a arruinar los planes; yo ya estaba bastante excitada. Pensaba en alguna forma de decirle a Claudio que fuéramos a mi pieza. Pasado un buen rato él me dijo que iba al baño. No tuve que decirle dónde encontrarlo porque él ya conocía mi casa. Aproveché el tiempo para limpiar el mate y a hacerme ilusiones sobre lo que haríamos. Estaba segura de que él no me rechazaría ¿qué hombre rechaza que una chica le chupe la verga? Especialmente teniendo en cuenta que él en algún momento estuvo muy interesado en mí. Cuestión que Claudio empieza a demorar mucho. No me iba a poner a golpearle la puerta del baño mientras hacía sus necesidades, así que me senté a boludear con mi celular. Cuando me di cuenta llevaba esperando un poco más de 20 minutos. Ahí fue cuando me di cuenta de que algo no iba bien. Me levanté y fui hasta el baño. Sorpresa para mí, la puerta estaba abierta y no había nadie adentro. Fui a mi pieza, la cual también estaba completamente vacía. Volví al pasillo y escuché una voz que venía del cuarto de mi hermana, no era la voz de Gaby. Me atraganté con mi propio corazón, se me heló la sangre.

―¿Qué hiciste después? ―preguntó Germán luego de unos segundos de silencio.

―Abrí la puerta. Me encontré con lo que tanto temía encontrar. Mi hermana estaba arrodillada en piso, delante de Claudio. Ella tenía las tetas fuera del escote y se había sacado el pantalón, tenía solamente una tanga negra. Como te imaginarás, ella le estaba chupando la verga a Claudio. Él se quedó congelado cuando yo entré, pero la muy puta de mi hermana no dejó de chupársela. Lo peor de todo es que en ese momento Claudio acabó y le llenó la cara de leche. ¿Sabés qué hizo después la hija de puta? ―Germán negó con la cabeza―. Me miró con una sonrisa, como si estuviera orgullosa de tener la cara llena de semen, y me dijo: «Esta vez me tocaba a mí tomar la lechita».

―¿Por qué dijo eso?

―Porque es una puta.

―Me refiero a por qué dijo “esta vez me tocaba a mí”.

―Seguramente se refería a la vez que me sorprendió chupándosela a Claudio. Esa vez ella me vio con semen en la cara y me dijo: «Parece que tenemos algo en común». Ahora sé a qué se refiere, a ella también le gusta el semen. Te aseguro que me lo dejó bien en claro, porque se relamía los labios; la muy hija de puta me estaba provocando.

―¿Cómo reaccionaste vos?

―Mal, pero no de la manera en que debí haberlo hecho.

―¿Y qué manera sería esa?

―La tendría que haber cagado a trompadas, por meterse con mi ex. En cambio me puse a llorar y me fui corriendo a la pieza. Apenas un par de minutos después ella vino a decirme que Claudio se había ido, cuando la miré me entró más bronca. Ella seguía con las tetas al aire y con la cara llena de leche. Le tiré con una almohada y le grité que me dejara sola.

―¿Por qué creés que hizo todo eso?

―Es obvio, porque ella me odia. Ella es una mina súper egocéntrica y narcisista, le encanta sentirse la más linda, la más deseada y siempre piensa que todos los hombres están muertos por ella. Claramente con esto me quiso decir: «Tu ex novio me prefiere a mí, porque soy más linda que vos».

―¿Vos realmente creés que ella es más linda que vos?

―La belleza es relativa ―guardé silencio durante unos pocos segundos―. Pero no puedo ignorar que ella tiene un cuerpo mucho más llamativo que el mío, y ella constantemente intenta recordármelo ―unas pocas lágrimas se escaparon de mis ojos―. Lo único que yo quiero es que me deje en paz, ya sé que ella es más linda, me lo dejó claro un millón de veces. No entiendo por qué me tiene que torturar de esta forma, yo no le hago nada malo.

Germán siempre deja una cajita de pañuelos descartables en la mesita que nos separa, por primera vez desde que comencé a hacer terapia, tuve que darles uso.

―El muy hijo de puta de Claudio se fue a la pieza de mi hermana sin dudarlo. Es obvio que siempre estuvo caliente por ella. Ahora sé que él estaba caliente con Gaby desde que le vio el culo aquella noche. Había mil formas de demostrar eso, no era necesario que ella le chupara la verga. Hizo eso porque es una puta y le encanta provocar.

―¿Con “aquella noche” te referís a la vez que ella te sorprendió practicando sexo oral con tu novio?

―Sí, porque la muy puta cayó con una tanga diminuta y se agachó delante de él. Le mostró todo el orto y la concha, él se calentó tanto que acabó… en mi boca. Antes creía que él había acabado porque yo se la estaba chupando, pero pensar eso fue sólo un engaño. Él acabó porque se calentó viendo a mi hermana. No lo culpo, ella tiene un culo inmenso y cualquier hombre se volvería loco al verle la concha de esa manera; pero lo que realmente me jode es que ella hizo eso a propósito. Ella sabía que yo estaba con Claudio. ¿Qué mierda le costaba ponerse un pantalón? ¿Era realmente necesario usar justamente ESA tanga, que no le tapa nada?

―Por lo que veo ella tiene medios poco discretos para provocar.

―Sí, siempre los tuvo.

―¿Recordás que haya hecho algo semejante en otra ocasión?

―Sí. Hubo otra vez en la que pasó algo muy parecido. Por eso puedo estar segura que lo hace a propósito, para joderme la vida.

―¿Podés contarme qué pasó aquella vez?

―Un amigo de mi papá, que se llama Rubén, nos invitó a su casa quinta a pasar el día. Era verano y había pileta. Mi hermana se comportó todo el tiempo como una actriz salida de una película porno barata. Lo peor de todo es que mis padres parecían no darse cuenta de ello, como si de pronto fueran ciegos y la única que aún conservaba la visión fuera yo.

―¿Cómo fue la actitud de Gaby? ¿Qué fue lo que hizo exactamente?

―Primero se puso el bikini, el cual era súper chiquito, obviamente. Se le veían casi todas las tetas, por arriba y por debajo. La parte de abajo le quedaba re apretada, se le marcaba toda la concha, especialmente cuando se agachaba o abría las piernas… cosa que hacía con bastante frecuencia. Además, tal y como pasó con la tanga que usó frente a Claudio, si ella no hubiera estado totalmente depilada, le hubiéramos visto los pelitos de la concha. Para que te hagas una idea de lo poco que le tapaba. Hubo varias cosas que me molestaron mucho.

―¿Cómo cuáles?

―La primera fue darme cuenta que ella lo hacía para provocar a Rubén ―miré a fijamente a Germán e intenté leer sus pensamientos―. Mejor te cuento antes de que empieces a hacerme preguntas. Rubén, a pesar de tener la edad de mi papá, no es un tipo feo. Es de esos solterones a los que le gusta la joda. Se mantiene muy bien conservado, es morocho, con pelo entrecano y voz grave. No te lo voy a negar, a mi el tipo me gustaba. Además hubo un par de ocasiones en las que visitó a mi papá en nuestra casa y yo me puse a charlar con él. El tipo me tiró varias indirectas, diciéndome que un día lo tenía que visitar en su quinta. A mí eso me hizo sentir bien, no suelo fijarme en tipos tan grandes, pero me sentí halagada. Por eso me jodió tanto que mi hermana empezara a provocarlo de forma tan evidente.

―Dijiste que hubo varias cosas que te molestaron…

―Sí, otra cosa que me jodió mucho fue darme cuenta que el bikini que tenía puesto Gaby era mío. A mí ni de casualidad me quedaba tan bien. En ella parecía un bikini en miniatura, pero cuando me lo pongo yo es un bikini común y corriente. Con eso ella me quiso decir: «Vos no tenés tanta carne como yo para rellenarlo». También me irritó mucho que Rubén cayera de lleno en sus encantos. El tipo no dejó de hacerle chistes y comentarios medio picantes. Mis padres se reían como si fuera algo inocente, ¿acaso no se daban cuenta de que el tipo no iba en joda? Gaby, que es poco creativa, usó un truquito de peli porno. Le pidió a Rubén que le pusiera bronceador. Yo quedé como una boluda al pedírselo a mi mamá, obviamente me hubiera encantado sentir las manos de Rubén en la espalda… y en la cola; pero no me animé. Gaby no tiene pudor, por lo que se dejó manosear toda por el tipo mientras éste le hacía comentarios como: «Con tanto culo vamos a necesitar como tres pomos de bronceador», y la muy puta le contestaba: «Eso que todavía no llegaste a mis tetas». Obviamente llegó a sus tetas, se las manoseó de una forma muy grotesca, siempre metiendo chistes boludos. Ahí, por primera vez en mi vida, fui consciente de que yo soy una mina normal, medio feucha… no puedo competir contra una actriz porno en potencia.

―Vos misma dijiste que la belleza es relativa.

―Sí, Germán, ya lo sé. Pero vos tendrías que haberla visto en ese bikini, te aseguro que te hubieras calentado tanto como Rubén. Es que ella no sólo tiene ese cuerpo increíble, sino que además está su actitud. Aunque no me guste admitirlo, ella es muy carismática, sabe ganarse la simpatía de todo el mundo.

―Menos la tuya.

―Claro, porque ella no quiere mi simpatía, ella sólo quiere demostrarme que es mejor que yo; y ya lo logró. Estoy segura de que antes de ese día Rubén estaba interesado en mí, lo podía detectar por la forma en que me miraba y los comentarios que me hacía; pero esa mirada que me dedicaba a mí se potenció por diez al verla a Gaby medio desnuda. Pero la cosa no termina ahí…

―¿Si? ―preguntó Germán debido a que yo me quedé completamente muda― ¿Qué más pasó?

―Esto nunca lo hablé con nadie. Muchas veces me enojé con Gaby y estuve a punto de contárselo a mis padres, pero siempre me lo aguanté y no dije nada. Vas a ser la primera persona a la que se lo cuente.

―Me halaga eso ―sonrió―. Podés contarme con toda confianza.

―La cosa fue así. Habíamos estado nadando y, como pasó todo el día, a Rubén se le salían los ojos de tanto mirarle las tetas y el culo a mi hermana. A mí no me miró ni cuando le pedí que me alcanzara una toalla. Habíamos dejado las toallas al lado de la pileta y por distraído él tiró dos al agua… aunque pensándolo mejor tal vez lo haya hecho a propósito. En fin, tanto ella como mi hermana se quedaron sin toalla para secarse, ella se quejó por eso; pero Rubén se apresuró a decirle que adentro de la casa tenía más, y le pidió que lo acompañara asegurando que no importaba si se mojaba un poco el piso. Mi intención no era seguirlos, yo sólo quería ir al baño, así que poco después de que ellos se metieron a la casa, yo también lo hice. Estaba buscando el baño cuando los vi justo cuando yo iba a doblar en un pasillo. Al principio sólo noté la gran espalda de Rubén, pero ni bien me asomé un poco más vi que mi hermana estaba con la cara y las tetas apoyadas en una pared. Casi me meo encima cuando le vi la verga, ancha y venosa. Gaby tenía el culo bien parado y se la estaba metiendo toda en la concha ―la cara que puso mi terapeuta me hizo dudar, no sabía si le había desagradado que yo fuera tan explícita o si le gustaba. Algún extraño deseo oculto en mi interior me impulsó a ponerlo a prueba―. Sé que lo más sensato hubiera sido dar media vuelta e irme, pero como ellos no se habían percatado de mi presencia, decidí quedarme. Ellos parecían estar pasándola de maravilla. En un momento Rubén hizo que mi hermana se pusiera de rodillas en el suelo, quedando su culo apuntando hacia mí. Entonces él se le puso encima y la penetró otra vez. ¿Está mal si te digo que ver eso me excitó?

―No lo sé. Eso depende… ¿qué fue lo que te excitó exactamente?

―Ver cómo el tipo le cabalgaba la concha a mi hermana. Parecía un jinete montando a caballo… bueno, mejor dicho, montando una yegua. Estaba prendido a esta yegua con un grueso pedazo de carne. El tipo parecía ser muy habilidoso en el sexo, subía y bajaba sin esfuerzo alguno, a pesar de la edad. Mi hermana no paraba de gemir y de pedir que se la metiera más fuerte. Todo el tiempo me imaginé a mí misma siendo penetrada de esa forma. Como si estuviera viendo una película porno donde la protagonista era yo, aunque mi concha no se pareciera en nada a la de mi hermana.

―¿Vos ―Germán carraspeó para aclararse la voz―, vos hiciste algo más aparte de mirar?

Él cruzó las piernas. ¿Acaso pretendía ocultar una erección… o era producto de mi morbosa imaginación? Le di el beneficio de la duda, sin embargo seguí hablando de forma directa.

―¿Te estás preguntando si me hice la paja mientras los miraba?

―Eh, no… ―por primera vez, desde que empecé la terapia con Germán, lo noté incómodo.

―O sea, por ahí querés saberlo. Si querés te cuento… ―estaba excitada, mi voz sonaba desafiante.

―Me refería a cuál fue tu reacción, en general ―él intentaba disimular sus nervios―. Porque me contaste todo lo que hizo ese tipo con tu hermana, pero no me dijiste qué hiciste vos.

―¿Por qué siempre das tantas vueltas con todo? Vos me querés preguntar si me hice una paja o no.

―¿Te parece que esa es la pregunta que quiero hacerte?

―Me parece que sí, porque desde que empecé a contarte de mis experiencias sexuales empecé a notar más interés de tu parte. Yo creo que vos querés saber si me hice una paja mirando cómo se cogían a mi hermana.

―Me parece que estás confundiendo las cosas Julieta ―lo miré fijamente, con el ceño fruncido―. Pero también creo que discutir con vos en este momento no va a llevar a nada. Tenés una posición tomada y no la vas a cambiar. Así que por ahora te voy a seguir la corriente. Vos querías la pregunta; acá está: ¿Te masturbaste mientras los veías?

―No.

―Después el que da vueltas soy yo… ¿no era más sencillo decir que no desde el principio?

―Es que a la paja no me la hice mientras los miraba. Me la hice a la noche, en mi casa… y al otro día también. Creo que me debo haber tocado cuatro o cinco veces pensando en eso. Todavía tengo bien grabada en la memoria la forma en la que esa verga se metía dentro de la concha de Gaby y de cómo a ella se le mojaba toda; pero el momento más lindo fue cuando el tipo acabó, porque la leche empezó a chorrear hacia afuera mientras mi hermana gemía pidiendo más. Yo también hubiera pedido más ―miraba directamente a los ojos de Germán mientras hablaba, lo notaba pálido.

―Veo que para vos fue una experiencia muy erótica.

―Sí, pero no pienses cualquier cosa. Me calenté porque yo ya estaba caliente con el tipo desde antes. Verle la pija me calentó mucho. Pero cuando se me pasó la calentura, unos días después, me enojé mucho; porque me sentí traicionada por mi hermana. Ahora estoy incluso más enojada con ella, porque me traicionó dos veces.

―Imagino que vos tenés todo el derecho del mundo a estar enojada con ella. Ni siquiera voy a preguntarte si hablaste con ella acerca de Rubén…

―Es cierto, no le dije nada.

―Estoy notando un patrón en tu comportamiento. Vos decís que ella te traiciona, pero al mismo tiempo la evitás. En lugar de hablar con ella, preferís absorber vos sola todo el problema.

―¿Qué hay de malo en eso?

―Que esos problemas después terminan afectándote de otra forma. Puede que tu inseguridad se deba a las diferencias que tenés con tu hermana. La vez a ella tan capaz y tan atractiva, que pensás que vos no podés hacer nada para remediarlo.

―¿Y qué puedo hacer? Yo sé que nunca voy a tener el cuerpo que tiene ella.

―Sos una mujer grande, Julieta. A esta altura de la vida ya debés saber que no todo reside en la apariencia física.

―Tampoco tengo actitud. Soy una persona aburrida. A nadie le importo.

―Lo de la actitud lo podés cambiar. Lo otro no creo que sea cierto.

―¿Y cómo cambio la actitud?

―El primer paso sería conversando con tu hermana. Intentá hacer las paces con ella.

―Sé que si le hablo estando enojada vamos a terminar a las piñas; y ya estamos grandes para esas cosas ―Germán asintió con la cabeza.

―Entonces hiciste bien en no hablarle por el momento; pero creo que ya viene siendo hora de que le hables. Por las cosas que me has contado tu hermana es una chica muy particular que tiene mucha relevancia en tu vida diaria. No necesito ser muy agudo para darme cuenta de que muchos de tus conflictos parten de ella.

―Ella me complica la vida.

―Lo sé. Si vos querés empezar a solucionar tu vida el primer paso es que arregles las cosas con tu hermana. Tenés que encararla y hablar del tema. Eso sí, hacelo cuando no estés enojada. No quiero que vengas la próxima sesión con un ojo morado.

―Ella no podría dejarme un ojo morado. Antes la desarmo ―sonreí con malicia.

―No dudo de tus capacidades de combate ―dijo con tono irónico―; pero preferiría que solucionaras el problema sin recurrir a la violencia.

―Está bien. Te prometo que así lo voy a resolver.

Eso fue todo Charly, al menos todo lo importante. Tengo que admitir que esto de contar las cosas dos veces me ayuda mucho a sobrellevarlas. Además son dos formas diferentes de contarlo, una hablada y la otra por escrito. Te aseguro que lo mejor es escribir, porque tengo que elegir bien las palabras y me hace ver las cosas desde otra perspectiva. Me ayudás mucho, Charly, gracias.

Mañana trabajo solamente medio turno, así que te prometo que si me siento mejor, hablo con mi hermana. Espero poder solucionar este problema de una vez por todas.

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Hola… ¿Charly? Es bastante raro esto de llamar por un nombre a un libro.

También es raro hablarle como si fuera una persona.

Julieta es rara.

Pero bueno, no tengo nada más entretenido que hacer, así que le voy a seguir la corriente.

Seguramente vos ya me conocés bastante, yo soy Gaby, la hermana de Julieta.

Hace unos días encontré este cuaderno, tampoco es que ella lo haya escondido muy bien, lo había dejado dentro del cajón de la cómoda. Yo estaba buscando alguna colita para atarme el pelo y me encontré con esto. Empecé a leerlo y cuando me di cuenta de que era un diario íntimo estuve a punto de dejarlo de vuelta en su lugar… ¡pero no podía parar de leer! No sabía que mi hermana tuviera tantos mambos en la cabeza.

¡Con razón hacés terapia, Juli!

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Charly. Soy Julieta.

Ya vengo.

Tengo que asesinar a mi hermana.

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Señor Diario Íntimo de Julieta, soy Gabriela otra vez.

Hace una semana mi hermana se enojó mucho conmigo. No sé si fue por haber leído su diario o por haberlo escrito; de todas formas me dejó un ojo negro. Pega fuerte la petiza.

Yo creía que no te iba a encontrar otra vez, pero Juli es pésima escondiendo cosas. Te había guardado arriba del ropero. Obviamente miré ahí porque cuando éramos chicas ella ponía arriba del ropero mis muñecas, para castigarme cada vez que me portaba mal; y yo siempre me porto mal.

Aclaro una cosa, que yo me porte mal no quiere decir que sea mala persona; es simplemente la forma en la que me gusta ser… o como decía al principio de este diario… “es sólo una manera de actuar”. Juli no lo sabe, pero cuando empecé a leer su diario me dieron ganas de escuchar a Charly García. Ella siempre intentó convencerme de que lo escuche y, por primera vez, lo consiguió.

Estoy hablando de cualquier cosa ya. Lo que pasa es que me da un poco de vergüenza decir lo que quiero decir; pero bueno, allá va:

¡PERDONAME JULI!

Por favor no me ignores más. Podés putearme si querés, pero no me ignores.

Te juro que no lo hice con mala intención. Si seguí leyendo tu diario fue porque me pareció súper entretenido. Sos la persona que vive al lado de mi pieza y no sabía que te pasaban todas esas cosas.

También te quería pedir perdón por lo de Rubén y lo de Claudio… y lo de tu amigo Juan Pablo; que no lo mencionaste en el diario, pero también me lo cogí.

Nunca lo hice con la intención de lastimarte. Sé que es medio tarde para estar justificándome; pero te voy a contar cómo vi yo las cosas.

Primero: de Rubén no tenía ni puta idea de que a vos te gustaba. Era un viejo verde y se volvía loco por cualquier pendeja que se le cruzaba. A mí me venía calentando desde hacía varias semanas, no me imaginé que con vos había hecho lo mismo. A veces vos sos un poquito quedada para estas cosas, yo arranco enseguida. Por eso no me ofende si me decís “puta”, capaz que me lo tengo merecido. Si hubiera sabido que vos le tenías ganas a Rubén, te juro que me hubiera portado como una monja.

Segundo: Juan Pablo. Acá no tengo muchas excusas. Sé que es tu amigo; pero no sé si vos cogés con él o no. Hace mucho que no viene a casa así que ni siquiera sé si sigue siendo tu amigo. La cosa es que a mí me parecía lindo, y bueno, un día vino a visitarte y vos no estabas. Lo hice pasar y a la media hora ya me tenía dándole besitos a la pija. La tiene bastante grande, por si no lo sabías. Si nunca te lo cogiste, te recomiendo que lo hagas… coge muy bien.

Por último: con Claudio la cosa fue muy diferente. Obviamente sabía que era tu ex. Admito que yo me la re mandé al andar en tanga delante de él; pero estaba caliente. Esa noche salí de mi pieza y te vi chupándole la pija… me re calenté. No sabía qué hacer, lo único que se me ocurrió fue sacarme el short y mostrarle el culo. Sí, lo hice a propósito y por eso te podés enojar todo lo que quieras. Me la mandé. Lo admito. En cambio te pido que no te enojes tanto por el pete que le hice yo. Ese no fue con mala intención, aunque te cueste creerlo. Hay algo que nunca te conté. Al otro día de haberle mostrado el culo a Claudio, él me empezó a mandar mensajitos. Estaba enloquecido, decía que me quería coger… que me quería dar por el culo. Yo le decía que no jodiera, porque era el novio de mi hermana. Él dijo que eso no le importaba. Me hizo enojar y lo mandé a la mierda.

Después me enteré que vos cortaste con él. Claudio volvió a insistir para que nos veamos. Te juro que siempre le dije que no. SIEMPRE. Pero el muy pajero me seguía mandando mensajes y me contaba de las minas que se cogía; yo ni le respondía o le respondía de forma cortante. La cosa es que me di cuenta de que era un pelotudo y que vos estabas mejor sin él.

La vez que lo vi otra vez en casa, hablando con vos, me enojé muchísimo. Vos tenías una cara de pelotuda tremenda, estabas embobada con él. Ahora sé que solamente estabas pensando en su verga; pero yo creía que vos querías arreglar las cosas… pensé que lo querías otra vez como novio. No podía dejar que él te cagara; porque fijo que te iba a cagar tarde o temprano. Por eso cuando lo vi salir del baño le dije de forma bastante directa que si venía conmigo a la pieza le chupaba la pija. ¿Vos te creés que él lo dudó por un segundo? O sea, yo sé que estoy re buena; pero si vos lo habías invitado para hablar con él, no puede ser tan sorete.

En realidad no le chupé taaaaaanto la pija. Le mostré un poco el culo, lo dejé tocarme las tetas y después le di una chupadita. Acabó enseguida, justo cuando vos entraste. Yo quería que vos lo vieras para que supieras que él era una mierda de persona. No quería verte sufrir por él. Sé que el método fue un poco exagerado; pero funcionó. Prefería mil veces que estuvieras enojada conmigo antes de que él te rompiera el corazón.

Vos sos mi hermana mayor y yo te adoro. La única que tiene derecho a hacerte sufrir, soy yo. Ese es mi trabajo como hermana menor. El día que yo no te haga la vida un poquito difícil, voy a estar fallando como hermana menor.

Con respecto a tu diario: sé que te vas a enojar otra vez conmigo; pero como me ignorás completamente, ésta era la única forma de decirte todo esto.

No sabía que eras tan pajera. De verdad hermana. Cada dos páginas del diario te hacés una paja. A vos te hace falta una buena pija; pero no llames a Claudio… mejor llamalo a Juan Pablo, o a Rubén. Él debe seguir re caliente con vos. Nunca se lo dije a nadie, pero una vez él me invitó a pasar el fin de semana en su quinta. Obviamente yo fui. Estuvimos cogiendo durante tres días, casi sin parar. Te juro que me quedó la concha paspada de tanto mete y saca. Yo tengo su número de teléfono, si querés le digo que tenés ganas de ir a visitarlo. Eso sí, llevá mucho lubricante, yo sé por qué te lo digo.

¿Ves? Yo también puedo confesarte cosas. Quiero que estemos a mano. Vos contaste muchas cosas íntimas y, como prueba de que quiero arreglar las cosas, yo también te cuento mis intimidades. Bueno, algunas… no todas.

¡Está bien! Ya me estás haciendo sentir culpable, porque imagino la cara de culo que debés tener mientras leés esto. Te cuento por qué lo del lubricante.

Rubén me hizo la cola.

¡Sí! Lo que leíste. Me la metió por el culo. Lo tengo grabado en video, si querés algún día te lo muestro. A mí no me da vergüenza que lo veas.

¿Alguna vez te hicieron la cola, Juli? Me imagino que no, de lo contrario lo hubieras escrito en tu diario. Es algo hermoso. Te lo puedo asegurar. Algún día tenés que probarlo. Si ese fin de semana me quedó la concha paspada, mejor ni te cuento cómo me quedó el culo. Él fue el primero, pero después hubo otros que pasaron por mi colita.

La puta madre, estoy mojada.

Esto me pasa cada vez que hablo de sexo. Si vos sos pajera, yo soy pajera al cubo.

Ahora mismo me gustaría estar sentada arriba de una pija bien gorda y venosa. Con “sentada” me refiero a que la quiero adentro del culo.

Te confieso otra cosa: cuando leí tu diario me hice como cuatro pajas al hilo. ¡Te lo juro! Me re calenté. Me calentó mucho la forma en que contabas las pajas que te hacías; me calentó que las dos usáramos el mismo cepillo para darnos por la concha; me calentó la forma en la que describiste mi cuerpo todas las veces que lo hiciste. Nunca nadie había dicho cosas tan lindas sobre mi concha, mis tetas o mi culo. Me sorprendió que fueras vos. ¿De verdad te parezco tan linda? Vos sabés que yo soy re narcisista, eso no es secreto y me hago cargo. Ojalá pudieras entender lo mucho que me calienta mi propio cuerpo o que alguien hable bien sobre él. Si me hice pajas delante de vos no fue por desubicada, sino porque me calienta que me vean. ¿A vos no te calienta ni un poquito ver como otra persona se hace una paja? Te aseguro que yo me calentaría si te viera pajeándote. O sea, sé que sos mi hermana, pero también sos una chica linda. A mí me gustan los hombres, pero admito que las mujeres tienen su encanto… de lo contrario no me excitaría tanto con mi propio cuerpo.

Bueno, dejo de escracharte el diario. Me voy porque me quiero hacer una paja.

Te adoro, Juli. ¡Si vos supieras cuánto te quiero no me odiarías tanto! Sé que a veces puedo parecer un poquito hija de puta, pero si hay alguna persona en el mundo que se merezca mi cariño y admiración, esa sos vos.

Te vuelvo a pedir perdón y si vos pensás que con lo que te conté todavía no estamos a mano, entonces preguntame lo que quieras y yo te cuento. Tengo más anécdotas sexuales que vos, te lo aseguro. No lo digo para mandarme la parte, es sólo que yo soy más puta; vos siempre lo decís ja-ja-ja.

PD: Tu psicólogo está re caliente con vos. Ese es otro que te podés coger.

Te quiero.

Continuará...