Terapia sexual con el psicólogo

Una viuda con un pasado trágico, visita a su psicólogo para curar su depresión, pero esta le aconseja una terapia infalible. Sexo a full extremo

TERAPIA SEXUAL CON EL PSICOLOGO

Aunque es algo difícil y sobre todo muy íntimo lo que voy a contar ( esto debido a mi formación que tuve desde niña en medio de gritos, golpes, órdenes, es decir toda una existencia de familia patriarcal que hasta ahora ha hecho eco en mi vida ) sin embargo, me atrevo a contarla, como una manera de liberación y, sobre todo, de expresar lo que siento muy dentro de mí y claro con la autorización de mi actual pareja, quien un tiempo atrás fue mi terapeuta, hoy mi futuro esposo.

Me llamo Carmen y soy originaria de la sierra de mi país. Físicamente no me considero ni bonita ni tan fea, ya que por ser natural de la zona que ya mencione, en mí se notaban los grandes rasgos andinos ( 1.65, piel cobriza clara, cabello largo, algo rellenita, pechos muy medianos, pero con pezones grandes, unas piernas no tan contorneadas, y mi trasero que era muy pequeño, pero paradito ) En mi rostro como dije se notaban a grandes rasgos las facciones andinas y tuve la suerte de no tener el dejo lingüístico, que mayormente caracteriza a las personas de la sierra. En fin, ahora les contaré mi historia y para ello pido algo de paciencia para que puedan entenderla.

Como dije crecí en medio de un hogar con bastante dominio por parte de mi padre Teodoro. Él era un hombre muy rígido, de esos de que su palabra era ley y que nadie debía cuestionar, mucho menos las mujeres. Por ello mi madre Cristina siempre debía acatar lo que decía, para evitar ser golpeada o gritada ya sea en la casa o en público (como muchas veces ocurría) A esto éramos tres hermanos: Pedro el mayor, Luz la segunda y yo Carmen la última. Por supuesto no hace falta decir que de los tres el consentido de mi padre era Pedro, ya que, al ser el hijo mayor y el único hombre, mi padre le dio mucha autoridad y dominio sobre nosotras (incluso mi madre debía obedecer todo lo que él decía) ya que, según la filosofía estúpida de mi progenitor, era que los hombres han nacido para dominar y las mujeres para obedecer.

Viví en el seno familiar, soportando muchas veces los gritos de los dos hombres de la casa, y también a mi hermana y ni que decir de mi madre, quien no podía salir ni a la esquina como se dice, sin que papá o mi hermano lo autoricen (pero claro esos dos si podían hacer lo que quisieran, sin que nadie diga nada) Dentro de las anécdotas que recuerdo, sucedió cuando estudiaba en la escuela, había un chico del barrio, que se llamaba Víctor y quienes íbamos en el mismo grado. Claro a él lo conocía desde niño y sus padres eran muy conocidos con mi mamá, pero no con mi padre. Entonces un día al salir de la escuela los dos nos venimos juntos, Víctor me dejó en la puerta de mi casa y él siguió para la suya, pero en eso mi padre salió enfurecido, me tomó del cabello y me arrastró hasta la casa y luego se fue encima del otro chico y le golpeó, gritándole palabras muy fuertes (estaba hecho un histérico) Luego de humillar a mi amigo, entró y con su cinturón me dio varios azotes, tildándome de puta, de regalada y de muchas otras cosas. Mi madre no soporto esto y se lanzó a defenderme, por ello también salió muy lastimada. Mi padre también le gritaba que era una alcahueta, que no sabía criar hijos y encima la acuso de que le era infiel con el padre de mi amigo (aparte de machista, un maldito celoso)

A la hora de ocurrido los hechos, llegaron dos policías a la puerta de la casa y detuvieron a mi padre. Este se opuso a la autoridad e incluso golpeó a uno de ellos, y el otro usando su vara de policía, le propinó un golpe tan certero que lo desmayó. Luego fue llevado a la comisaría, donde el comisario le dijo que tenía una denuncia por maltrato físico a un adolescente. Mi padre en su defensa dijo que lo había golpeado, porque lo descubrió supuestamente, besándome a la fuerza y que me estaba levantando la falda, con el fin de violarme (jamás en mi vida, había visto un ser tan mentiroso como él) y con ello justificaba su acción contra el muchacho.

Por supuesto que el comisario me citó a mí y mi mamá para aclarar los hechos, pero antes de entrar, Pedro nos amenazó que, si no decíamos lo mismo que papá, él nos daría una paliza peor que anteriormente habíamos recibido. Estando en eso le reclamé si era capaz de golpear a mi propia madre, y mi hermano me respondió que la mujer esta para obedecer y no reclamar y que ya sabía lo que yo tenía que hacer. Esto no lo soporté más y terminé confesando al comisario lo sucedido e incluso la amenaza de mi hermano. La autoridad tomando mi confesión y los golpes que me vio junto a mi progenitora, e incluso el examen forense que dio positivo a maltrato físico extremo, determinó encerrar a mi padre por golpear a un menor y a mi hermano por amenaza a menores de edad y mujeres.

Luego de algunos días, y como una especie de bendición o justicia divina, el juez que vio la denuncia, sentenció a mi papá a una condena de 10 años de prisión y mi hermano 6. A este veredicto, también se sumó que mamá se quedaba con la custodia de mi hermana y yo y también el divorcio correspondiente. Luego de ello, vi que a mi padre lo llevaron a la cárcel y esa fue la última vez que lo vi (murió a los cinco años de su condena, víctima de una pulmonía y mi hermano, escuché que se había convertido al evangelio en la cárcel, luego de su sentencia, nunca más volví a verlo)

Con mi madre separada y nosotras juntas, ella comenzó a trabajar en mil oficios (lavaba, cocinaba, modista, hasta incluso vendía en el mercado alguna cosa) todo para sacarnos adelante y yo por supuesto lograr terminar mi secundaria. Mi hermana Luz ya para ese entonces se había comprometido con uno de sus amigos del instituto donde estudiaba y se fue a vivir con él y luego de algunos meses, tuvo su primer bebé. En cuanto a mí, seguía en mis estudios, y terminé de estudiar Contabilidad en el mismo instituto donde estudio mi hermana, con la diferencia que yo si no le di espacio al amor. También me enteré que mamá estaba saliendo con un ex amigo del colegio (quien había enviudado) se tomaron cariño entre los dos y al final mamá me confesó que quería vivir con él como pareja. Yo al principio no quería, pero mamá me confesó que, si bien le enseñaron a ser mujer de un solo hombre, pero ahora que mi padre estaba muerto, no había nada que lo até a él. Comprendiendo esto, acepté que ella sea feliz y para entonces, ya que yo había cumplido los 18 años, decidí venirme a vivir a la capital y empezar mi nueva vida.

Aquí viene la parte central del relato. Después de dejar mi ciudad me instalé en Lima y con ayuda de algunos familiares residentes aquí, comencé a buscar trabajo en mi profesión. Al principio no fue fácil, pero después de 5 meses de llegar, encontré trabajo de contadora en una discoteca – restaurante. Debo confesar que, al llegar a Lima, tuve que cambiar muchas cosas entre ellas mi manera de vestir. Dejé de lado las polleras, faldas largas, chompas gruesas, por faldas más cortas, snikers, polos acortados, e incluso ponerme algunas veces ropa deportiva en época de calor. Y si a esto sumo que fue cuando una vez unos amigos de trabajo me invitaron a la playa, donde conocí el mar y en donde usé biquini por primera vez en mi vida y la verdad se sentía súper cómodo llevarlo.

En mi trabajo conocí a un chico de mantenimiento llamado Marcelo, quien era un año mayor que yo. Él era alto, de cuerpo no muy esbelto, pero si delgado, pelo ondulado negro, tez clara, ojos negros y sobre todo tenía una mirada muy infantil (a su lado parecía yo su hermana mayor) Desde que lo conocí me cayó súper bien y nos hicimos inseparables, a tal punto que me pidió ser su novia a la cual acepté porque estaba enamorada de él. Sin embargo, sus demás amigos no aprobaban su relación, no porque no me conocían, sino por la maldita discriminación, diciéndole que como se podía fijar en una “SERRANA” como yo, pero Marcelo no hizo caso e incluso terminó su amistad con su mejor amigo, solo por darme la prioridad a mí.

Después de un año de relación, tuvimos nuestra primera experiencia sexual como pareja y fue algo muy lindo. Me besaba con mucha pasión, con sus manos me descubría, acariciaba, besaba cada rincón, con unos besos bien intensos, que a mí me hacía lubricar rápidamente, también llevó mis manos a recorrer su cuerpo desnudo, me di con la sorpresa que ya estaba muy mojada, él seguía besándome el cuello, los labios, los pezones que ya estaban muy endurecidos y sobre todo la espalda, que me arrancó unos gemidos muy extensos. Después de esas caricias prolongadas, me hizo un sexo oral, que, pese a mi negativa, lo hizo de una manera tan magistral que a mí me llegaba al cielo con los ojos blanqueados. Luego Marcelo me ofreció su pene (que no era muy grande que digamos, pero se defendía) a la cual por primera vez en mi vida hice un oral, que primero le hice doler, pero al final terminé por saborear ese dulce mástil.

Una vez lubricados los dos, Marcelo se acostó encima de mí y me penetró muy suavemente en la pose del misionero. Al principio me causó dolor, pero poco a poco el dolor se mezcló con el placer y sentí un gran éxtasis al recibir dichas penetraciones. Estuvimos haciendo el amor por casi 2 horas, hasta que ambos eyaculamos y nos quedamos dormidos toda la noche abrazados. Para el ser el primer hombre en mi vida, lo había disfrutado mucho.

Nuestra relación seguía ahora con vida sexual incluida. Después de algunos meses, me di con la sorpresa que estaba embarazada y Marcelo me pidió matrimonio. Nos casamos, tuvimos a nuestra bebé y nos fuimos a vivir juntos. 4 años después tuve a mi segundo hijito y con ello decidimos cerrar la fábrica mi esposo y yo (es decir no tener más hijos)

Ahora con nuestros dos hijos a quienes pusimos nuestros mismos nombres, comencé a vivir mi etapa bonita, pesé a la formación chocante que tuve de niña, pero el amor y compañía de mi esposo hicieron que poco a poco cambiase mi forma de ser y pensar. Pero cuando estuve a punto de cumplir 20 años de casada, llegó una noticia a nuestras vidas, la cual nos cambiaría para siempre. A mi esposo un tiempo empezó a dolerle muy fuerte el estómago, luego los dolores crecían hasta ser muy fuertes e incontrolables. Desesperados nos fuimos al hospital y allí me enteré de una terrible noticia. A mi esposo le detectaron cáncer avanzado del colón y sus esperanzas de vida eran escazas. Comprendiendo que mi marido estaba condenado a morir, me entró una depresión extrema, pero debía ser fuerte para que Marcelo no sintiera lástima y mucho menos pena por su pronta partida. Así los últimos meses que le quedaron, paseábamos, sonreíamos, aunque eso nos limitó a ya no tener más vida sexual, también mis hijos le dieron muchos ánimos de vivir, pero siete meses después Marcelo el único hombre que en la vida me comprendió, fue mi compañero inseparable, había muerto y con su partida se llevó gran parte no solo de mi existencia, también la de mis hijos.

Ahora el quedarme viuda casi entrando a los 40 y con dos hijos a cuestas, decidí ser fuerte y sacarlos adelante. Antes de morir mi esposo me había confiado una cuenta bancaria que tenía no mucho, pero algo de dinero, que, si en algún momento una desgracia ocurriese, tomaría de esa plata para enfrentar la situación. Aun así, no usé los ahorros y los guardé para mis hijos, el día que yo ya no estuviese a su lado y puedan defenderse.

Pasaron cerca de tres años y la depresión estaba apoderándose de mí. No había ni un día que no me acordase de mi difunto marido, en especial recordaba tres cosas: Su compañía, su comprensión y muy anhelado, las faenas de sexo que teníamos que, si bien no eran tan brutales, pero sí muy románticas que me satisfacían cada noche o los momentos que estábamos libres. Y encima el estar sola, nuevamente el ímpetu me dominaba por lo que en las noches recurría a la masturbación, para así poder calmar mi hambre placentera.

Como repito la depresión era más fuerte y entonces un día mi hija me sugirió que visitase a un psicólogo, para poder curar mi depresión. Yo al principio me negué rotundamente, pero mi hija me insistía y junto a mi otro hijo también, diciéndome que mi estado emocional los estaba poniendo triste cada día más. Ante sus pedidos acepté y mi hija me recomendó con el psicólogo que trabaja en el instituto donde ella estudiaba, que ya le había adelantado mi caso, por lo cual me concedió una cita para un jueves por la tarde.

Llegó ese día y mi hija me acompañó a su consultorio que quedaba en un edificio de la zona céntrica, y centrado en el quinto piso. Cuando llegamos, salió al frente un hombre no mal parecido, algo de 40 a 45 años, trigueño igual que yo, con barba algo crecida, unos brazos bien fuertes, más alto que yo y sobre todo una mirada de esas de galán de telenovelas. Cuando mi hija lo vio, se saludaron muy amigablemente:

_ Hola Carmen que novedades.

_ Aquí José, trayendo a mi mamá para que le ayudes en su terapia.

_ Ah sí me contaste y esta bella dama es tu mamá supongo.

_ Si, a propósito. Mamá él es José el psicólogo del instituto, José ella es Carmen mi mamá.

_ Un gusto conocerla Carmen, su hija me ha hablado mucho de ti y veo que son iguales de hermosas, Ehhhh

_ Buenas noches doctor.

_ Nada de doctor, solo dime Jorge, está bien.

_ Bueno

_ En fin basta de diálogos, entremos por favor.

El consultorio de Jorge era un lugar muy agradable, con luces no muy intensas, su diván para acostarse parecía una cama, las sillas de cuero de esas girables y, sobre todo, en ese ambiente había mucho orden. Una vez instalados comenzamos con la primera sesión.

Lo primero que le conté a Jorge fue un poco de mi vida como hija, le narré como era el trato de mi padre y mi hermano para conmigo y mi madre, lo que pasó con mi compañero Víctor y sobre todo el final de ambos, quienes se suponen que debían ser mis primeros amores y defenderme de todo, pero que en la práctica eran mis verdugos. Mi hija lloró mucho al escuchar este parte de mi vida, mientras Jorge miraba muy atento a mi cuerpo y me escuchaba a la vez. Como yo había ido con una blusa blanca de esas de abotonarse, se veían mis pezones, y eso parecía agradarle a él, solo que lo disimuló. Terminamos la hora de terapia y tras darme algunos consejos, me citó para el siguiente jueves.

La siguiente sesión llegó y esta vez fui vestida con una blusa con volantes en todo el brazo y parte del pecho de color blanco (siempre ha sido mi color favorito) y un pantalón lee que marcaba mis piernas. En esta segunda cita, fui acompañada de mis dos hijos y le conté al psicólogo, como llegue a conocer a mi difunto marido y lo que significo en mi vida, hasta su partida. En esta ocasión Jorge vi que se había desabotonado un poco su chaqueta de psicólogo y pude ver algo de su pecho velludo. La cita terminó y me citó el siguiente jueves.

En la tercera cita fui con una camisa blanca con jean azul, solo que en esta ocasión fui sola, porque mi hija me comentó que no podía porque ese día se le cruzaba sus cursos finales y mi hijo tenía su examen final de la preparatoria, por lo que fui sola a la cita. Al llegar Jorge me saludo con un beso en la mejilla, muy intenso y me pidió echarme en el diván. Una vez allí, me comentó que me haría preguntas referentes a lo que fue mi vida íntima con Marcelo, ya que según él quería saber si mi depresión también tenía que ver con la ausencia de intimidad. Aunque no quería hacerlo, pero sus palabras me convencieron y terminé por aceptar. El pliego de preguntas, hasta donde recuerdo, era así

Jorge: Dime Carmen, ¿Marcelo fue el primer hombre en tu vida?

Yo Sí lo fue

Jorge: ¿Y cómo disfrutaste tu primera vez?

Yo: Fue algo placentero, romántico, sus caricias, sus besos, todo fue algo indescriptible.

Jorge: Entonces Marcelo ¿supo satisfacerte como mujer?

Yo: Sí no lo puedo negar.

Jorge: Y en estos años de abstinencia ¿Extrañas las noches de pasión que tenías a su lado?

Yo: Sí y mucho.

Jorge: Dime, después de la muerte de tu marido, has recurrido a la masturbación o autosatisfacción.

Yo: Si lo aceptó, más eso no ha sido suficiente.

Jorge: Y no has pensado en tener un nuevo novio o pareja, que pueda llenar ese vacío sexual que tienes ahora.

Yo: Pero ¿Qué estas hablando? Me estás insinuando que estoy arrecha.

Jorge: Suficiente por hoy. No más preguntas. Siéntate que te voy a decir que tienes.

Una vez sentados frente a frente, Yo estaba con toda la cólera encima, por las preguntas que me había formulado, pero luego Jorge me tomó de las manos y me confesó que mi depresión no era por el tiempo de luto, sino a tres cosas:

_ Primero en tu mente aún está la figura de ese hombre dominante a la que debes obedecer, esa fue la secuela que te dejó tu padre, lo segundo extrañas a tu marido ya que él supo comprenderte en todos los sentidos de la palabra, ya que fue lo contrario a tu padre y hermano, pero aun así no pudo desterrar ese pasado de tu vida y por eso piensas en tu antigua vida mucho a esto sumado su ausencia física y mental de tu difunto, y lo último …

_ ¿Qué Jorge qué es?

_ Lo último es que debido a la constante vida sexual que había entre ustedes, tu depresión también tiene que ver mucho con la falta de sexo. Por eso la abstinencia te conlleva a masturbarte o tu misma autosatisfacerte.  Es decir, y perdóname que te lo diga y si después de esto ya no quieres venir a las citas, lo entenderé, pero te aconsejo que te busques un novio o amigo cariñoso. Mírate eres bonita, hermosa, con mucha juventud por vivir. No sería justo que acabes la mitad de tu vida, a guardar fidelidad hacia alguien que se fue. Los tiempos han cambiado Carmen y en ti se ve a una mujer que necesita que le den mucho cariño. Ese es el problema que tú tienes.

En ese momento luego de escucharlo, cogí mi bolsa y quise salir corriendo, mandarlo al diablo por atrevido, pero justo al salir, me tomó del brazo y me dijo:

_ Piensa lo que te dije. Yo puedo ayudarte a curar tu falta de sexo.

Si no le tiré una cachetada fue porque en ese momento había dos jóvenes pasando cerca del consultorio. Una vez en la calle, tomé un taxi y me vine a la casa. Por suerte mis hijos aún no habían llegado y me encerré en mi cuarto a pensar.

Pasaba la noche y en mi mente estaban las palabras de Jorge y su insinuación a que tuviéramos sexo, cada vez que lo recordaba, maldecía, gritaba, pero en el fondo, él tenía razón. Estaba muy arrecha, excitada y quería urgente un macho que me haga feliz. Pero, aun así, no iba a caer tan fácilmente.

La semana pasó sin pena ni gloria, cuando el mismo jueves, desde muy temprano Jorge comenzó a mandar mensajes a mi WhatsApp personal. A cada momento los mensajes seguían, pero no los contestaba, cuando en eso, veo un mensaje muy autoritario que dice:

_ ¡¡VAS A VENIR SI O NO. DECÍDETE DE UNA MALDITA VEZ!!

Al ver este mensaje, nuevamente mis recuerdos de niña en que debía obedecer las órdenes de mi padre y mi hermano regresaron, estaba sumisa, nerviosa, pero lo disimulaba ante mis hijos. Si bien quería un macho para que me apague ese ímpetu que tenía, también me daba miedo la forma en que me lo pedía. Finalmente tomé una decisión y le respondo.

_ IRÉ.

La respuesta no se hizo de esperar.

_ Nos vemos a las 7, pero no subas a mi consultorio. Espérame en la entrada del edificio.

_ Está bien

_ Espera, quiero que esta noche te pongas muy sexy para mí, no te quiero ver con jean, ponte un vestido elegante. ¿te quedó claro?

_Está bien. A las 7 nos vemos

¿Qué estaba haciendo? Acababa de obedecer las órdenes de mi psicólogo, como si yo fuera su sirvienta. No lo podía creer, pero debía obedecerle, después de todo, las mujeres debían obedecer lo que dicen los hombres.

Por la tarde le pregunté a mis hijos que iban a hacer y me respondieron que ella iría al cine con sus amigas y mi hijo, estudiaría en casa de un compañero que le enseñaría Matemáticas. Conociendo el contexto por las 6 de la tarde, me di una ducha muy profunda, me puse un vestido enterizo color negro muy elegante, que dejaba ver mis hombros completamente (ese vestido lo usaba para las fiestas de mi trabajo), me perfumé muy fragante mente y solté mi cabello. Al salir a la calle, algunos vecinos me miraban y me silbaban, pero yo pasé de frente.

Llegada la hora, estuve frente al edificio y le avisé a Jorge que ya estaba afuera. A los cinco minutos, un auto se paró frente a mí y una voz autoritaria me llama:

_ ¡VEN SUBE!

Sin duda era Jorge, así que entré al auto y ni bien me puse el cinturón de seguridad, él me da un beso muy intenso y me toca uno de mis pezones.

_ Vámonos, me dice.

_ ¿A dónde?

_ Tú no preguntes y solo acompáñame.

El auto siguió su recorrido, como cerca de 20 minutos, mientras él no dejaba de mirarme y pasar sus manos en mis piernas, durante todo el camino, cuando llegamos a un edificio muy elegante, estacionó su auto y luego me invitó a bajar. Llegamos al ascensor y subimos hasta el sexto piso, mientras nos dirigíamos allí, el me tocó por el culo y me dijo:

_ Esta noche vas a recuperar tres años de abstinencia.

Nuevamente me volvió a besar y tras detenerse el ascensor, ingresé a su departamento. Una vez dentro, él me abrazó por la espalda y comenzó a besarme por el cuello.

_ ¡Que rico hueles nena! Esta noche te voy a poner a gozar.

Dicho estas palabras, comenzó a desvestirme, primero bajando un poco el tirante de mi vestido, para dejarme con los pechos descubiertos a medias. Luego comenzó a lamerlos como un niño recién nacido, mientras yo me caía de tantas mordidas y placer que me estaba dando.

_ Desde que te vi esa primera vez con tu blusa blanca, siempre quise comérmelas, Carmen

_ Tú solo sigue y haz lo tuyo, le decía en medio de mis jadeos.

Me invitó wiskhy para que me relaje y luego procedió a seguir lamiendo mis pezones. Para hacer más excitante el momento, me vendo los ojos con un pañuelo, y de un golpe me desnudó, sólo me dejó los zapatos puestos, (ese día llevaba puestos los más altos que tenía) y mi brasier blanco con mi calzón crema. Aun estando de pie, me quito todo el brasier y comenzó a comerme la espalda muy desesperado. Me llevo contra la pared así de pie abrió mis piernas, me quitó el calzón y sentí su lengua acariciando mi clítoris, lamió y chupo toda mi concha. Lo hacía tan bien, yo gemía y gemía, como una perra, que se entregaba a un conjunto de perros, y que solo uno debía ser el elegido. Puse mis manos en su cabeza, pero me las sacó, dejó de chuparme y me agarró las manos, me las ató con algo en mi espalda, me dijo mientras me amarraba:

_ Hoy tu vas a ser mi esclava. Vas a obedecer todo lo que te digo. Oíste

_ Si Jorge, haré lo que me pidas.

Luego volví a sentir su boca comiéndome rico todo mi clítoris y esta vez estaba atada de manos. Cuando empecé a sentir un cosquilleo más intenso frenó, me llevó en sus brazos hasta la cama, me lanzó en ella, me hizo apoyarme contra el espaldar, se echó encima mío y seguía besándome sin parar. En eso, se sacó la camisa, donde pude ver todo su pecho velludo como un oso, luego se sacó el cinturón, lo puso a un costado de la cama y por último se sacó el pantalón quedándose solo en bóxer. Luego se lanzó en mi encima (el salto del tigre) y seguía comiéndome la boca como un demonio poseído. En eso de tantos besos, se sienta un poco a la altura de mi boca y con mis dientes me obliga a bajarle la ropa interior, liberando una señora pinga (más grande que la de mi difunto Marcelo), mientras que con sus manos, se termina de sacar toda la prenda. Luego acercadomela del todo a la boca me dice:

_ Vamos que esperas, CHÚPALA

_ Nunca lo he hecho.

_ CHÚPALA es una orden.

Se sentó sobre mis pechos y luego sentí su pene tratando de entrar en mi boca, la abrí y me la metió, estaba muy caliente, y me di cuenta que era grande y gorda (para ello ya me había quitado el pañuelo de los ojos), me llenaba la boca, y me ordenó que lo mirara fijo, mientras puso sus manos en mi nuca y comenzó a meter y sacar su pinga ahogándome. Después de algunos segundos de estar chupándosela, me la saca de la boca, y me estampa un beso, que a mi mí me hace caer como una mansa paloma.

Él se acerca aún más, con sus brazos me abraza más fuerte y acerca su nariz a mi cuello.

– Mmm hueles muy bien. Eres mi hembra soñada.

_ Y tú todo un macho en celo, le contesto en medio de mis gemidos.

No retira su cara de mi cuello, y empieza a darme más besos, yo me estremezco, pero no me arrepiento, me gusta esa sensación.

– Eres tan hermosa, tan delicada, tan apetitosa…

Él muerde mi oreja y seguidamente pone su boca en mis cachetes. Lo miro a los ojos y después miro sus labios a milímetros de los míos.

– ¿Quieres que te vuelva a besar eh mi putita aguantada?

Jorge me agarra mi cara suavemente y me besa, después que comenzó con ese carácter dominante, ahora adopta el carácter de mi difunto marido. Primero muy lentamente y después más pasional. Nos separamos, me desamarra las manos, lo miro por unos instantes y ahora son yo la que se abalanza sobre él y lo beso, metiendo mi lengua entre sus labios para encontrarme con sus labios. Luego le respondo

– Llevaba tiempo imaginando esto, que un hombre venga y me haga suya, que me haga sentir mujer de nuevo.

Luego se abalanza sobre mí y ahora me siento sobre sus muslos, mientras, rodeo mi cuello con sus manos y lo vuelvo a besar

– ¿De verdad quieres que te haga el amor?

– Si por favir, hazme tuya ahora.

Él me mira con cara de sorpresa y al mismo tiempo de deseo.

– Ven aquí cariño. - agarra mi mano y me empieza a besarme el cuello nuevamente mientras acaricia mi muslo; yo acaricio su pelo y me dejo hacer de todo. De repente siento como su mano toca el exterior de mi vagina, él sonríe y dice:

– Estas muy arrecha Carmen.

– Puedo llegar a estarlo mucho más, le digo con una sonrisa pícara.

Él vuelve a besarme y mete su mano por dentro de mi vagina, con sus dedos busca mi clítoris y lo acaricia con el pulgar mientras yo me erizo de placer.

– Te voy a dar lo que quieres nena, te dije que te iba a hacer recuperar tres años perdidos.

El ahora penetra mi sexo con dos dedos mientras con otros dos aprieta y acaricia mi clítoris. Yo siento como mi temperatura va subiendo y empiezo a gemir con el mete - saca de sus dedos. Saca su mano de mi descubierta conchita totalmente mojada, luego lo observa muy detenidamente, se acerca a besarla y me dice:

– Deliciosa. -dice mientras pone mis piernas sobre sus hombros y empieza a lamer mi concha con mucha suavidad. Yo empiezo a gemir y él comienza a penetrarme con su lengua. Después de un rato de sexo oral, se levanta, acerca su pinga nuevamente. Empiezo nuevamente a mamar ese gran mástil y el sonido de el roce de la punta con mi garganta me hace aumentar la intensidad, mi psicólogo me está mirando cómo me como su pene, mientras produce unos gemiditos.

– Oh si nena, que rico, sigue.

Yo como buena mujer obediente, sigo chupando su miembro, al mismo tiempo que masajeo sus testículos. Parece que él tiene otros planes y me aparta la cabeza, pero yo quiero seguir chupando y me la vuelvo a meter en la boca.

– ¿Te gusta mamarla preciosa? ¿Quieres seguir comiéndotela eh putita viciosa?

Yo no digo nada y sigo chupando, pero él ahora me agarra del pelo y me hace incorporarme hasta ponerme de pie.

– Quiero penetrarte de una vez nena, quiero que tu conchita se coma esta pinga y cuidadita con compararla con la otra del difunto, me oíste.

_ Vamos métemela, la tuya no se compara con la del muerto. AHHHHHHH

Abre mis piernas y me da un par de palmaditas en mi vulva, después acerca su pinga y me la mete lentamente. Por suerte mi vagina se había dilatado muy rápido, pese a los años sin tener sexo.

– Tienes la conchita muy caliente Carmencita.

– ¿Te gusta? – pregunto con ganas de que empiecé a penetrarme ya …

– Me encanta. De hecho, ahora va a saber lo que se siente tener una pinga de verdad.

Después de eso empieza un mete saca lento y suave, él me pellizca un pezón, eso me hace dar un grito de placer y Jorge pone cara de satisfacción.

– ¿Quieres más eh putita?

– Hazme tuya muy duro. ¿Qué esperas méteme más fuerte?

Ahora soy yo la que da las ordenes y empieza a aumentar la intensidad, con cada envestida yo grito. No me esperaba para nada tener esto con mi psicólogo.

– Más duro, dame más.- le digo totalmente sedienta de un sexo salvaje.

Él me agarra la cara y me dice:

-¿Quieres más eh putita?

– Si, quiero mucho más. Dijiste que me harías recuperar el tiempo perdido.

Luego me levanta sin sacar su pinga de mi concha y me pega a la pared con mis piernas totalmente sujetadas a cada lado por sus brazos, empieza de nuevo el mete – saca, pero esta vez mucho más duro, me encanta esa fuerza me hace gritar mucho más. De hecho ni yo misma me conocía por lo que estaba diciendo y pidiendo a la vez.

– ¿Te gusta así eh nena?

Yo no respondo, estoy viendo las estrellas con esta tremenda cachada, y él comienza a clavarme su pinga hasta el fondo con dureza, yo grito aún más fuerte que de costumbre.

– Si, grita puta, grita.

_ AHHHHHHHHHHHHHHH – AHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH, sigue cabrón, sigue

Después de un rato me baja.

  • ¡Ponte a cuatro patas ahora mismo!

Yo obedezco y me coloco en pose de perrito, Jorge me abre las piernas y se pone de rodillas para ahora morderme el clítoris, se levanta y me da una nalgada.

– Ahora tú penétrale a mi pinga, preciosa.

Empiezo a menear mi culo sobre ese duro falo, meneo mis caderas hacia delante y hacia atrás y siento como entra y sale, de hecho, a pesar que me estaba doliendo arto, sentir esa pinga dura en mi estrecho culo, la arrechura termino por vencerme.

– Que rico nena. Vamos sigue así

Yo sigo moviéndome cada vez con más rapidez, con cada movimiento ambos gemimos, comienzo a notar como su respiración se acelera. Para rematar me retengo un momento y hago el famoso TWERKING, a lo cual a Jorge lo desespera más, hasta que empieza a convulsionar.

– Nena no puedo más, me voy a correr.

– Córrete, dame hasta la última gota.

– Eres una viciosa. - me dice, mientras yo subo la intensidad para que eyacule, de repente noto un chorro caliente dentro de mi ano y los latidos de su pinga dentro de mí.

Después de siento que ha descargado una gran cantidad de leche caliente, se esta un momento de pie, cuando de pronto, siento un tremendo vacío, cuando me la saca de golpe, entonces me dice:

  • Y nena, ¿te gusta esa terapia sexual?

– Demasiado rico Jorge. Creo que ya la depresión se me pasó un poco

  • Espera, es solo el comienzo.

_ ¿Qué me quieres decir?

_ Desde ahora y todos los jueves, ya no tendrás las citas en mi consultorio, sino aquí en mi departamento. Me oíste bien, mientras me da una nalgada muy fuerte.

_ Está bien. Tú eres el médico y yo la paciente.

Luego de eso nos volvimos a besar y nos cambiamos, ya era cerca de las 11 de la noche y debía volver. De hecho, llegué cerca de la media noche, pero mis hijos no sintieron mi llegada (o tal vez no habían venido aun) sea lo que sea, entre en mi cuarto y sentí como aún se discurría la leche caliente en mi culito.

Esa noche dormí full contenta, por un momento la imagen de mi difunto Marcelo se fue y pude volver a sentir ser mujer. A la mañana siguiente mis hijos no se dieron cuenta de la faena sexual que tuve y continué mi vida cotidiana.

Así cada jueves por espacio de tres meses, Jorge me hacía el amor en su departamento, bajo la misma modalidad. Primero dominante y luego cariñosa y poco a poco, sin querer le fui agarrando cariño y él también a mí. Hubo ocasiones en que me quedaba a dormir con él y a mis hijos parecía no importarle, después de todo siempre me animaron a que yo debía buscar un compañero para mí.

Luego de cuatro meses, Jorge me pidió ser su novia oficial y así pude presentarlos a mis hijos. Estos no pusieron peros y así empecé mi nueva vida de pareja, con el hombre que supo descubrir y curar mi depresión sexual.