Terapia sexual 9 de 12
El comienzo de una nueva vida para los tres
Pablo empezó a salir de casa por las mañanas. Yo no lo sabía porque estaba trabajando, sólo le veía salir por las tardes y me mosqueé; porque a veces no llegaba hasta la hora de la cena (que habíamos preparado entre Marcos y yo). Tanto a mi hijo como a mí nos preocupaba su comportamiento. A mí no me daba explicaciones y al principio tampoco a su hijo, más tarde le confesó que se veía con una enfermera que había conocido de sus visitas al hospital. No sé si pasó algo. Pablo jamás ha dicho nada, tan sólo que él también necesitaba salir de vez en cuando. Cuando le preguntaba si se acostaba con alguien se limitaba a sonreír sabiendo que me hacía daño.
Han sido necesarios dos meses horrendos para poder pagar mi traición. Con reproches y desprecios constantes de mi marido. Pero lo he aguantado todo. Reconozco que hubo muchas veces en las que quise rendirme y poner punto y final a mi matrimonio. Hoy soy muy feliz. Una mujer distinta gracias a Marcos. Mi hijo me mantiene en un estado de excitación permanente. Me folla donde le da la gana: en el salón (tanto en el sofá como en el suelo), en la cocina, en el pasillo que da a las habitaciones… en fin, me folla por toda la casa además de en la cama. Me ha emputecido de tal manera que solo deseo con toda mi alma que me siga follando con esa fuerza que emplea conmigo.
…/…
Un sábado por la mañana al despertar vi que a mi lado estaba mi hijo profundamente dormido, desnudo y con el pene reposando sobre su muslo derecho, estaba para comérselo, pero sólo se lo besé ligeramente, decidí dejarlo dormir. Cogí unas braguitas limpias y desnuda me dirigí al baño porque tenía el coño lleno de semen reseco de Marcos. Era lo habitual desde que dormíamos juntos, hacía ya dos meses y medio. Al pasar por la habitación donde antes dormía mi hijo vi que curiosamente mi marido había sido el primero en levantarse. Al verme se metió en el baño conmigo, me abrazó con mucha fuerza y me besó en la boca con muchísima pasión. Le respondí embargada de emoción suponiendo que si se atrevía a eso era que me había perdonado del todo.
--- ¡Eh! ¿A qué viene esto?
--- Joder me encanta el sabor de tu boca. –dijo mi marido.
--- Pues que yo sepa me tiene que saber a la polla y a lefa de tu hijo, anoche se la chupé y se corrió dos veces en mi boca. –reí.
--- Ya sé cuánto te gusta mamársela a nuestro hijo, zorrón, pero yo estoy muy caliente. –me dijo el pobre. Acerqué la mano a su paquete y comprobé que efectivamente estaba duro.
--- No me has contestado cariño, ¿a qué se debe esta pasión mañanera?
--- Necesito que me la chupes, por favor. –me pidió.
Ante la urgencia decidí actuar inmediatamente, es decir, le lamí la polla con mordisquitos incluidos y la verdad es se le puso muy dura. Cuando me la metí en la boca dejé que se moviera libremente y me la follara, ya he mencionado en capítulos anteriores que su tamaño no me iba a lastimar ni provocarme arcadas. Mi marido se movía lentamente para no fatigarse y yo le excitaba sobándole los huevos. Luego me la saqué de la boca y le animé a que me follara por el culo, sabía que era una experiencia nueva para él y le gustaría. Le quité pantalones y calzoncillos y le hice sentar en la taza del váter, dándole la espalda me agaché yo y sujetándole el pene me lo ensarté por el culo sin problemas ya que tengo el culo acostumbrado a la polla de Marcos. Me agaché y moví el culo como una zorra para que Pablo viera como su pene me perforaba el ano. No aguantó así mucho rato ya que me pidió que cambiáramos de postura.
Mi marido quería que yo me agachara sobre la taza para él poderme penetrar desde atrás. Le dije que podía fatigarse pero estaba tan excitado con la novedad que mandó a la mierda la fatiga. Me agaché sobre la taza del váter apoyando los antebrazos y coloqué mi culo en pompa. Pabló me penetró de un fuerte empujón y gemí de placer al sentirle. Se agarró a mis caderas con fuerza, clavándome sus dedos y empezó a embestirme despacio. En todo momento le aconsejaba que fuera con calma, para que no se fatigara pero le entendí perfectamente cuando noté que arremetía contra mi culo con fuerza. Él también quería sentir que podía darme placer dándome por el culo, además, como comprendía que su pene era demasiado pequeño, metió una mano entre mis piernas y me frotó el clítoris para que yo también me excitara. Tardé un cuarto de hora en correrme pero tuve un orgasmo muy bueno. Pablo siguió empujando contra mi culo un poco más y pocos minutos después se corrió dentro de mí. Sinceramente yo no lo noté pero supe que se había corrido abundantemente porque cuando me la sacó, su semen escurrió por el interior de mis muslos. Pablo se echó contra mi espalda jadeando como un toro.
Así nos sorprendió Marcos cuando entró en el baño a mear. Nos besó en la boca a su padre y a mí con un señor besazo, con eso ya me excité.
--- Anda cariño, ocúpate de tu hombre que ya termino yo el desayuno. –se ofreció mi marido.
--- No papá sigue como estás y descansa que ahora te voy a follar yo. –le dijo.
--- Ten cuidado Marcos no le vayas a hacer daño. –recomendé a mi hijo.
Mientras hablaba, Marcos se había agachado detrás de su padre y le estaba lamiendo el esfínter del culo para llenárselo de saliva. Agaché la cabeza para mirar entre nuestras piernas y vi que nuestro hijo le sobaba los genitales a su padre. Un rato después, yo noté los fuertes empujones que Marcos daba contra su padre y éste contra mí. Para no extenderme mucho diré que a Pablo se le puso dura y me la metió de nuevo por el culo. Los tres hicimos un tren que es como lo llamó Marcos. Pablo fue el primero en correrse en mi culo otra vez, me la sacó y se sentó encima de mis piernas ya que yo también estaba sentada sobre la taza del váter. Luego entre mi marido y yo le mamamos la polla a nuestro hijo hasta que el abundante producto de su inmenso placer nos regó la cara. Por fin habíamos hecho nuestro primer trío familiar.
…/…
Seis mese después, de pronto un día noté que mi hijo cambiaba en la forma de hacérmelo. Pasó de follarme a lo bestia a entretenerse más en los preliminares. Sus besos son ahora más tiernos, más cariñosos. No lo puedo evitar, me derrito entre sus brazos. También me susurra cosas al oído que me confunden. Me dice que me quiere con toda su alma, que no puedo imaginar todo lo que siente por mí… estoy muy confundida ¿a caso siente algo por mí? Pero eso no es todo. A mí también me asaltan nuevos sentimientos para con Marcos, y cada vez son más fuertes, ¿Qué debía hacer a partir de ahora? , es mi hijo y sin embargo no puedo reprimir esos sentimientos.
Hasta mi marido lo había notado y un domingo lo hablamos Pablo y yo.
--- Sara, me gustaría saber que pasa entre Marcos y tú, aunque estoy poco en casa he notado vuestro cambio a la hora de tener sexo. –me preguntó.
--- No lo sé Pablo, creo que nuestro hijo tiene sentimientos hacia mí. –le contesté.
--- ¿Estás segura? Me refiero a si lo habéis hablado tú y Marcos. –dijo mi marido.
--- No hemos hablado sobre eso, y creo que ya es hora de que lo hagamos, espera. -Fui a buscar a Marcos al salón y me lo traje a nuestra habitación.
--- ¿Qué pasa? –pregunta Marcos al vernos a su padre y a mí.
--- Nada cariño, papá y yo estábamos hablando del cambio que has dado a la hora de follar. Y ya sabes que yo sólo quiero que me folles, nada más. –le dije delante de su padre.
--- Sí, lo sé. Yo quiero hacerte el amor pero tú me dejaste muy claro que no querías más sentimientos con un hombre, así que es mejor que lo dejemos. –contestó con la cabeza baja.
--- ¿A qué viene eso hijo? –le pregunté.
--- Porque he descubierto que te amo como mujer, no sólo como madre. –me dijo mirándome a la cara. Mi marido sonrió -. Lo siento papá pero no puedo hacer nada por frenar estos sentimientos. –le dice Marcos un poco avergonzado.
--- No te preocupes hijo, me siento muy orgulloso ---le dice abrazándole--- ahora sé que cuando yo falte vosotros podréis rehacer vuestras vidas, os tendréis el uno al otro.
--- ¿Entonces no te importa papá? –le dijo mi hijo.
--- En absoluto hijo, es lo mejor que nos podía pasar, mucho mejor que con Gerardo ¿no? –dice mi marido mirándome y haciéndome sonrojar.
--- Eso ya se terminó para siempre. –dije yo.
--- Tu madre dice que no quiere tener sentimientos con ningún tío, pero viendo como os miráis, creo que lo mejor será que os deje solos para que tengáis intimidad. – A mí no me importaba que mi marido estuviese delante pero quería que fuera Marcos el que dijera la última palabra.
--- Escucha papá, no me importa que estés delante, tú quieres aún a mamá, no me importa compartirla contigo.
--- Hijo no sabes cuánto aprecio eso que me dices, pero no es necesario que compartas a nadie.
--- Me gustaría que participaras –insistió Marcos- me parece que ya te empalmas lo suficiente para poder hacerle el amor a mamá. - dijo él.
--- Y todo gracias a una pastillita. –confesó Pablo.
--- Papá sabes que no puedes tomar “viagra” te perjudica. –le dijo Marcos.
--- Hijo, a estas alturas eso me importa un bledo, mientras disfrute, que me quiten lo bailao. –contestó su padre.
--- Ha sido esa enfermera con la que te ves la que te las ha dado ¿no? –le pregunté a mi marido.
--- Sí, ha sido ella. –contestó Pablo.
--- ¿Las has probado con ella? –le pregunté.
--- Sí Sara, no te voy a mentir. Llevo follando con esa mujer más de tres meses y es maravilloso. No te pido perdón porque no me siento culpable de nada. Con esa mujer estoy pasando los momentos más maravillosos de mi vida. No solo me da sexo, también cariño y mucho amor, lo siento si te ofendo.
--- Me alegro por ti Pablo, y no, no me ofendes, en el fondo lo sospechaba. –dije desilusionada y dolida pero disimulé.
--- Mamá sé sincera y admite que te da un poco de rabia, nada más ---me dijo mi hijo---. Ninguno de los dos podéis haceros daño ya. Cada uno ha encontrado la felicidad a su manera. Lo importante es que aquí estamos, padre, madre e hijo dispuestos a amarnos y a gozar a tope del sexo. –concluyó Marcos.
Yo me sentía tan orgullosa de mi hijo que le sujeté la cara con las manos y le besé los labios. El abrió la boca y le metí la lengua. Nos besábamos apasionadamente cuando noté que mi marido me besaba los pechos, me los lamía y me mordisqueaba los pezones. Gimiendo como una puta les acaricié la polla a los dos. Cuando mi hijo se separó de mi boca y bajó a mis pechos, mi marido empezó a besarme apasionadamente. La mano de mi hijo me acariciaba el coño y la de mi marido el esfínter del culo, metiéndome dos dedos; entre los dos, me estaban poniendo muy cachonda porque alternaban sus caricias en mis partes más sensibles como si lo hubieran ensayado antes. En poco tiempo, mi vagina ya chorreaba flujo.
Mi hijo se dio cuenta y fue el primero en beberse mi caldo llevándome al clímax tan rápido que al final exploté con un fuerte orgasmo que me transportó al paraíso. No pararon de acariciarme todo el cuerpo mientras me recuperaba, tardé apenas unos minutos. Luego, mientras mi marido me chupaba el coño yo se la mamé a mi hijo. Se la chupé con mucho cariño, pero también como una verdadera puta, poniendo cara de vicio mientras le miraba a los ojos, porque sé que le excita mucho. Cuando mi hijo se puso duro le pedí que me follara ya que no me aguantaba más. Mi marido que no se había empalmado se apartó dejando que su hijo se subiera encima de mí.
--- Mamá, te amo y te voy a hacer mía para siempre. –me dijo mi hijo decidido.
Marcos pasó los brazos por debajo de mi espalda y apoyó sus manos sobre mis hombros. Me iba a poseer delante de su padre para demostrar que él era mi hombre. Es la ley de la naturaleza. El nuevo macho sustituye al anterior poseyendo a su hembra. Mi hijo me besó apasionadamente y nos fundimos en un solo ser. Al tiempo que me besaba movía la pelvis buscando la entrada de mi vagina. Yo moví las caderas buscando el acople y cuando me metió el glande se paró. Me apretó contra él con fuerza y me besó con más pasión a la vez que se metía dentro de mí. Me empaló hasta los huevos y empezó a follarme con penetraciones lentas y profundas.
--- Así mi vida, demuéstrame cuanto me amas- le dije entre jadeos.
Y vaya si me lo demostraba; ante las mismas narices de su padre. A parte de sus deliciosos besos, me susurraba al oído que me amaba, que me quería con locura. Cada vez que retrocedía sacándome su gorda polla notaba que los labios menores de mi vagina seguían pegados a su tronco, como si mi coño no quisiera dejarle escapar. Al avanzar, mis labios volvían a la normalidad y yo sentía el pene de mi hijo dentro de mi útero. Me estaba haciendo suya para siempre y yo me dejaba poseer enloquecida de amor y de placer; menudo espectáculo se estaba dando mi marido observando desde detrás de Marcos. Al poco tiempo empecé a jadear y jadear hasta que me corrí de gusto.
Mi hijo me siguió follando y de pronto empezó a gemir. Supuse que no podía aguantarse más y le animé.
--- No te aguantes cielo, lléname, dámelo todo--- le dije, pero me parecía raro que aguantara tan poco tiempo.
--- No mamá, todavía no me voy a correr es que papá me está chupando los huevos y el culo, me está dando un gusto de muerte. -me dijo el pobre mío.
--- Cariño si tu padre te chupa el culo quizá quiera estrenártelo. -le dije susurrando.
--- No me importa. -me contestó.
--- ¿De verdad no te importa? –pregunté extrañada.
--- De verdad, es un precio pequeño comparado con tenerte a ti para siempre.
--- ¿Tanto me amas mi vida?
--- Con toda mi alma mamá, estaría dispuesto a casarme contigo si pudiera. -me dijo emocionándome.
Pese a todos los intentos, mi marido no penetró a su hijo, no tenía suficiente erección el pobre y no se había tomado la “viagra”. Le dije que se acercara y se la chupaba. Pablo Se acercó, se la cogí y empecé a chupársela mirando a mi hijo. Me dio la impresión de que él deseaba participar, me lo saqué de la boca y se lo ofrecí. Mi hijo se la empezó a chupar a su padre con decisión. No me equivoqué y a mi marido se le puso dura en el acto. Mi hijo al darse cuenta dejó de follarme y se apartó de mí para que su padre ocupara su puesto. Mi marido me la metió deprisa y empezó a moverse, yo le controlaba para que no se fatigase.
--- Te quiero Pablo, por ser tan bueno y comprensivo. -le dije.
--- No Sara, en todo caso soy yo el que te está agradecido, eres maravillosa, lo supe cuando me casé contigo. Y muy mujer, más de lo que me pensaba, no sabes lo que lamento no haberme dado cuenta. -diciéndome esto empezó a jadear. Se estaba corriendo pero lamentablemente no pude sentir nada; como siempre, su corrida había sido pequeña pero muy placentera para él.
Cuando se apartó el padre me puse a cuatro patas para que su hijo me montara por detrás. Como es habitual en él, Marcos estuvo un rato frotándome su grueso glande por toda la raja, estimulándome y de paso lubricándose él con mis jugos y el poco semen que me hubiera echado su padre. Y mi hijo me lo hizo. No me hizo una monta, si no el amor por detrás. Me agarró los pechos, me los estrujó haciéndome sentir escalofríos de placer y me atrajo contra él como si quisiera atravesarme el cuerpo con su poderoso pene. Me mantuve quieta sintiendo cómo mi hijo me penetraba. Como estuvo en esa postura durante mucho tiempo, yo me llegué a correr tres veces y dos más estando debajo de él otra vez, en la postura del “misionero”. Y cuando le llegó el orgasmo a Marcos me corrí una tercera mientras él me llenaba con sus potentes lechazos, no lo puedo evitar, me derrito cuando estoy entre los brazos de mi hijo. Aunque hemos hecho un alto para recuperar fuerzas, mear y lavarnos, era consciente de que Marcos sólo se había corrido una vez, así que seguí dispuesta para cuando mi nuevo hombre me precisara.
…/…
Esa tarde estando los tres en el baño nos dejamos llevar por la lujuria, hicimos varias “guarrerias”. Mi hijo se sentó en la taza, yo encima de sus piernas con las mías abiertas y nos meamos mutuamente. Él me meó el coño y en la vagina y yo le meé todo el pene, el pubis y los huevos. Los dos gozamos como cerdos mientras mi marido nos miraba riendo pero sin querer participar. Como tenemos una ducha grande, los tres nos metimos dentro y jugamos. Nos acariciamos mientras nos enjabonábamos. Vi a mi marido chuparle la polla a su hijo de nuevo; confesó que le encantaba, que seguramente era por la sensación de cornudo que le producía, eso le dio una idea a nuestro hijo:
--- ¡Eh! Se me acaba de ocurrir una idea muy guapa. A partir de ahora mientras follemos, utilicemos el lenguaje más obsceno y soez que seamos capaces, el más beneficiado será papá, le provocaremos doble excitación. - los tres estuvimos de acuerdo aunque reconozco que el asunto era muy fuerte.
Ese domingo nos estrenamos con un vocabulario muy subido de tono, con palabras como:
--- Mira cabrón como me follo a tu esposa. -decía Marcos a su padre y me pareció muy fuerte.
--- Y como le gusta a la muy puta ¡mira la cara que pone! –al decir eso mi marido me animé.
--- Afílale la polla a tu hijo con la boca antes de que me la meta, y luego aprende el arte de follar de un verdadero macho. –le dije a mi marido.
--- Mira como se la meto, hasta los cojones. –decía mi hijo empalándome hasta los topes.
--- Folla mejor que tú mil veces, su polla me da más gusto que la tuya cornudo. –decía yo.
Encargamos comida en un chino y la comimos los tres desnudos en la cama. Luego tomamos café, Pablo se tomó la “viagra” pero se marchó con la enfermera. Marcos y yo nos quedamos solos y empezamos a charlar. Yo me fumé un cigarro mientras le confesaba que también sentía algo muy especial por él, como hombre, no estaba segura de si era amor, pero se le parecía mucho. Marcos me dijo que él se encargaría de que yo le amase. Hablamos también de la nueva situación de mi marido.
--- A mí ya no me importa –le dije a mi hijo-. No siento amor por tu padre, sólo un profundo cariño.
--- ¿Estás segura mamá?
--- Sí hijo, puedo follar con varios hombres, pero sólo puedo amar a uno. –le contesté mirándole a la cara para que viera mi sinceridad.
Me llamó puta, cariñosamente por haber dicho que era capaz de follar con más de un hombre y envueltos en esa palabrería obscena mi hijo me echó tres polvos. Dos por el coño y el tercero por el culo.
Debo decir que cada vez que descansaba de hacer el amor con mi hijo, me abrazaba a él, nos dábamos besitos cariñosos dejándome envolver por un sentimiento de amor que crecía a cada minuto que pasaba en brazos de Marcos convirtiéndose en una nueva experiencia maravillosa. Hicimos un alto para cenar unas hamburguesas pedidas también por teléfono. De la cama, como he dicho antes, mi hijo y yo sólo nos levantábamos para mear, lavarnos y si nos apetecía hacer deliciosas “guarrerias”.