Terapia sexual 7 de 12

Había vuelto a casa pero no había sido perdonada. Aún quedaba una charla pendiente con mi marido, después, comprendí de verdad que ya nada sería igual en nuestra familia; al menos seguiríamos juntos que para mí era lo más importante, dándonos tiempo para curarnos las heridas.

Había vuelto a casa pero no había sido perdonada. Aún quedaba una charla pendiente con mi marido,  después, comprendí de verdad que ya nada sería igual en nuestra familia; al menos seguiríamos juntos que para mí era lo más importante, dándonos tiempo para curarnos las heridas. Yo estaba dispuesta a intentarlo con todas mis fuerzas, por eso aceptaría todo lo que decidiéramos a partir de ese momento por el bien de mi familia.

--- ¿Te encuentras bien? –me preguntó Pablo y asentí con la cabeza pero no, no me encontraba bien.

Marcos me tendió el café caliente de nuevo y me encendí un cigarrillo con dedos temblorosos.

--- Aunque no me creas Pablo, te sigo amando más que a nada en el mundo y te quiero muchísimo. Sólo deseo con toda mi alma que me des otra oportunidad para demostrártelo, sé que no debería pedírtela y no te la pido: te la suplico. –le dije mirándole a la cara.

--- Antes de que digas nada Sara quiero decirte una cosa. –dijo mi marido asustándome.

--- Yo también Pablo. Antes de que hables quiero que sepas que para mí solo fue sexo, nada más. Nunca hubo amor ni ningún otro sentimiento, si no, no estaría aquí suplicando que me perdones. Quiero que eso te quede claro y ahora si quieres hablamos, puedes preguntarme todo lo que quieras, mis respuestas serán sinceras aunque sé que te harán daño conocerlas. –le dije intuyendo de qué iba a ir la conversación. Marcos se fue a su habitación discretamente, eso ya me mosqueó del todo. Pablo dudaba de cómo debía empezar lo que me tuviera que decir y eso aumentó mi nerviosismo.

--- No sé por dónde empezar. Mira, tuvimos una tarde idílica, al menos para mí sí lo fue, luego, bueno ya sabes, esa misma noche el mundo se me vino abajo. Si te interesa saber cómo me siento, te diré que ahora mismo no puedo soportar que me toques o que me beses, siento un asco inmenso. Cada vez que lo intentas siempre acuden a mi mente imágenes en las que te veo revolcándote con ese hombre, haciendo de todo con él y me pongo enfermo. No puedo remediarlo ---me dolía escucharle, pero le comprendía perfectamente ya me lo había advertido mi compañera Carmen--- Sara… Todo el amor, el cariño que sentía por ti, el orgullo de tener a una mujer como tú, siempre a mi lado cuando más te necesitaba, se murió la noche de tu confesión. Has traicionado nuestro amor. De todas formas quiero decirte algo y a lo mejor pensarás que soy un blando pero me da igual. A pesar de lo que he dicho antes te daré otra oportunidad, pero tendrás que ganarme de nuevo y demostrarme todo lo que dices que sientes por mí. No te va a ser fácil, te lo advierto de antemano, porque entre nosotros se alza una barrera de celos, imágenes y mucha rabia. También quiero decirte que no sé…, creo que aún te sigo queriendo, por eso no quiero divorciarme de ti. Pero tienes que saber que por mi parte nuestro matrimonio está muerto. Me gustaría empezar a olvidar pero te mentiría si te digo que lo estoy logrando, lucho por conseguirlo desde el primer día que te marchaste pero me faltan las fuerzas. Lo siento Sara, por los dos, pero así están las cosas. ¡Marcos ven por favor! –gritó llamando a nuestro hijo.

--- ¿Qué pasa ahora? -dijo él entrando en el salón.

--- Nada, que ya hemos aclarado un poco las cosas tu madre y yo. –dijo mi marido.

--- Pablo de todo lo que me has dicho no entiendo una cosa: si yo puedo vivir aquí pero no puedo estar contigo ¿qué haré entonces? No le encuentro sentido. Tengo la impresión de que me convertiré en una extraña entre mi propia familia. –dije.

--- Eso depende de lo que quieras hacer a partir de ahora --dijo Pablo muy serio--. Te lo diré más claro para que lo entiendas mejor. Tienes dos opciones: Una es vivir con nosotros y tener paciencia para que curen las heridas, mientras tanto, cuando te apetezca tener sexo búscate el amante que te dé la gana, siempre con discreción, es lo único que te pido. Que decides follar con nuestro hijo y tomarlo como amante, vale, por mí no hay problema. Que decides seguir follando con ese tal Gerardo, adelante, no me opondré. Vivirás con nosotros y te acostarás con él. Eres libre de hacer lo que quieras Sara.

--- ¿Y la otra opción? Antes has dicho que tengo dos. –pregunté.

--- La otra opción es que en vez de vivir con nosotros, a lo mejor quieres irte a vivir con Gerardo, en cuyo caso iniciaremos los trámites de divorcio inmediatamente. –me contestó mi marido.

--- Pablo amor mío, pero cómo puedes pensar que quiera irme a vivir con otro hombre. –le pregunté muy dolida.

--- Tú sabrás lo que sientes por él. –dijo fríamente.

--- Te he dicho antes que no siento nada por él, sólo fue sexo, nada más. –expliqué de nuevo al borde del llanto.

--- Ya aclararemos en su momento qué clase de sexo tuviste, ahora decídete. –insistió muy borde.

--- ¡Está bien, viviré con vosotros! en cuanto a lo de follar ya veré lo que hago cuando llegue ese momento. –dije llena de rabia por su intransigencia. Sé que estaba hablando como una descarada, no como una esposa arrepentida, pero no me pude contener.

--- ¡Me importa una mierda con quien te acuestes a partir de ahora Sara, te advertí que no lo ibas a tener fácil! –chilló Pablo lleno de rabia.

--- ¡Muy bien pues a lo mejor decido follarme a todo el edificio ¿qué te parece?! –le chillé yo también.

--- Por favor no discutáis. –nos pidió nuestro hijo alzando la voz.

--- Está bien. Lo siento hijo ---dijo mi marido suavizando la voz e hizo una pausa…--- Si sirve de algo yo sería más feliz sabiendo que es mi hijo quien me sustituye en la cama en vez de un extraño. –dijo Pablo.

--- De acuerdo, pero si decido que no quiero follar más con nuestro hijo, ¿no pasará nada, no tomarás represalias? –pregunté con ganas de joderle.

--- ¡Sara, deja ya de joderme! No sabía que follar fuese tan vital para ti, al menos antes no lo era, pero si eso te preocupa tanto no entiendo por qué coño no te vas a vivir con el Gerardo ese. –dijo Pablo chillando otra vez.

--- ¡Si tú cumplieras como un hombre no habríamos llegado a esto, a lo mejor es buena idea irme a vivir con Gerardo, el sí que sabe cumplir como un verdadero hombre! ---le chillé llena de rabia sin pensar en lo que decía.

--- Eres una desgraciada ---dijo Pablo con lágrimas en los ojos pero con mucha calma--- que te den por culo Sara, mañana hablaré con el abogado para decirle que prepare los papeles del divorcio, cuando quieras puedes empaquetar tus cosas y largarte a casa de Gerardo. –añadió mi marido con tanta frialdad que me entró pánico. Me había pasado mucho. Yo sólo quería cabrearle por haber sido tan borde, pero ahora él hablaba muy en serio. A continuación se levantó del sofá dispuesto a irse del salón.

--- ¡Un momento por favor! ---dijo Marcos y Pablo se detuvo--- tirándoos los trastos a la cabeza no ganareis nada ¿Para eso hemos ido a buscarte mamá? ---dijo dirigiéndose a su padre--- hay una cosa que desconoces papá y creo que ha llegado el momento de que lo sepas ---Marcos sacó las dos cajas de tranquilizantes que yo tenía preparadas y me las enseñó--- ¿Qué es esto mamá? –me preguntó.

--- Esas pastillas me las recetó el médico para poder dormir. –contesté.

--- ¿Me estás diciendo la verdad mamá? –insistió Marcos.

--- Sí. –contesté bajando la cabeza avergonzada.

--- ¡Mírame a la cara mamá! –Dijo alzando mi cabeza—júrame que no pensabas suicidarte con estas pastillas. –me preguntó. En lugar de contestarle rompí a llorar.

--- ¿Entiendes ahora por qué hemos ido a buscarla? –le dijo a su padre.

--- ¡Dios mío Sara! ¿Pensabas quitarte la vida? –me preguntó mi marido.

--- Estaba tan desesperada, me sentía tan miserable que no vi otra solución. –contesté entre sollozos.

--- Eso es una locura cariño. –dijo mi marido.

Pablo vino hasta mí y me abrazó con fuerza, me besaba la cabeza tratando de tranquilizarme.

--- Escúchame Sara, me da igual con quien quieras follar a partir de ahora, pero prométeme que nunca harás una locura semejante.

--- Yo sólo quiero que me perdones y me des otra oportunidad, para que todo vuelva a ser como antes. –dije sollozando.

--- Tranquila cariño, te perdono y tendrás otra oportunidad, pero entiende que ya nada será como antes. Mira siéntate y tranquilízate, Marcos prepárala una tila con manzanilla, haré la cena y mientras cenamos hablaremos como dos personas civilizadas. –dijo mi marido.

--- ¿No sería mejor hablar como dos personas que aún se quieren? –pregunté. Pablo no me contestó, se fue a la cocina.

…/…

Empezamos a cenar en silencio. Un silencio muy incómodo y fue Marcos el que se encargó de romperlo hablando de cosas triviales, pero poco a poco volvimos a hablar del tema principal: la convivencia entre mi marido y yo. Intenté cogerle la mano pero él la retiró como si le hubiese picado una serpiente venenosa.

--- Sara te lo ruego, no hagas eso, al menos hasta que hayamos hablado de todo. De tu comportamiento y de lo que pasó entre tú y Gerardo. –dijo.

--- Escucha Pablo hablar de eso no tiene sentido, te hará mucho daño y en vez de unirnos nos separaremos aún más. –le dije suplicando porque no insistiera.

--- No lo entiendes Sara, necesito conocer todos los detalles para tratar de comprender por qué pasó, sólo así podré acercarme a ti ¿No te das cuenta? –insistió.

--- No, cariño no me doy cuenta. Los detalles no tienen importancia, solo los hechos. –nada más decir eso me callé dándome cuenta de que yo misma le estaba dando la razón.

--- Mira, te pondré un ejemplo. Imagínate que yo te confieso que te he sido infiel con otra mujer, que llevo tres meses acostándome con ella mientras que a ti te cuento mentiras para que no sospeches nada ¿me perdonarías? –me preguntó tratando de ser paciente conmigo.

--- Primero hablaría contigo para tratar de saber que ibas a hacer en adelante y si compruebo que me sigues queriendo, sí te perdonaría. –contesté.

--- Ya, pero imagino que los celos estarían royéndote por dentro ¿no?

--- Sí, pero me los tragaría porque te quiero. –le dije.

--- Sí, claro que te los tragarías cariño ¿sabes por qué? Porque no sabes lo mucho que he gozado con esa mujer. Sin que lo sepas me he arriesgado y he tomado “viagra” No imaginas el gusto que he sentido jodiendo con ella, comiéndome su sabroso coño, chupándole las preciosas tetas y ella chupándome la polla, que por cierto, lo hace mucho mejor que tú. No te imaginas lo satisfecho que me quedaba después de follar con ella. Pero horas después de mi confesión empiezas a pensar y te preguntas por qué no he sido capaz de controlarme y terminar la aventura antes que tú te enterases. En mi confesión yo te he dicho que ella no significaba nada para mí, solo había sido sexo, nada más, entonces tú te preguntas si solo era sexo ¿porqué ha estado tres meses follando con ella? ¿Porque le gusta follar o porque hay algo más que no me ha dicho? Y entonces caes en la cuenta de que mi confesión no ha sido espontanea, sino provocada por mi hijo que me ha dado un ultimátum: o se lo dices a mamá o se lo digo yo, pero ¿y si no se hubiera enterado mi hijo? Te preguntas, y tú solita te contestas: seguro que el muy cerdo seguiría follando con ella mientras a mí me tiene olvidada. Cada día que pasa me distancio más de ti y temes que sea cuestión de tiempo el que me pierdas para siempre. Y ahora dime Sara, sabiendo todo esto ¿me perdonarías, me darías otra oportunidad? –me preguntó de nuevo.

--- No ---contesté rotundamente--- no te perdonaría, me divorciaría de ti lo antes posible. –contesté comprendiendo sus temores perfectamente. Entonces me dije: qué lista eres Sara. Si no eres capaz de perdonar como tienes el cinismo de pedirle que te perdone.

--- ¿Por qué cariño? Si yo te juraría que te amo, que lo eres todo para mí.

--- Porque sabiendo todo lo que sé ahora, mi cabeza no haría otra cosa que imaginarte haciendo toda clase de cosas con ella. –solo de imaginar que eso pudiera ser verdad me entró un ataque de celos y la rabia se apoderó de mí.

--- ¿Y no me darías un beso?

--- ¡No, no te besaría, no dejaría que me tocases ni sería capaz de dormir contigo en la misma cama, primero tendrías que explicarme por qué y qué cosas has hecho con esa furcia! –grité jadeando de ira. Sentía una rabia atroz que me comía por dentro. Sólo al ver la cara que tenían mi hijo y mi marido comprendí que había caído en una trampa.

--- ¿Me entiendes ahora Sara? –me preguntó mi marido.

--- Sí. –dije agachando la cabeza, no sé si avergonzada o por sentirme una miserable.

--- Bien, ahora acuéstate y descansa, ya hablaremos de todo eso otro día ¿vale?

--- Cariño ¿vas a dormir conmigo? –pregunté imaginándome la respuesta.

--- No Sara, de momento dormiré en la cama de Marcos o en el sofá, me da igual. –dijo y se fue a la cocina para dejar los platos que había recogido de la mesa.

--- Pablo Yo dormiré en el sofá, duerme tú en la cama para que puedas descansar. –le dije cuando apareció de nuevo con el café para Marcos y para mí y su manzanilla, esta vez le había añadido una bolsita con tila.

--- No Sara, lo prefiero así, si no quieres dormir con Marcos tendrás tus motivos. –me dijo yendo de nuevo a la cocina a por azúcar.

--- Mamá me darías un palo muy gordo si me rechazas. –Me dijo mi hijo que hasta ese momento había permanecido callado--- pero no te preocupes, lo superaré ---añadió poniendo voz dramática. Marcos quería hacer una broma pero su cara de decepción lo decía todo, nunca pensé que yo fuera tan importante para mi hijo.

--- Si os sirve de algo ---dijo mi marido--- yo preferiría que nuestras cosas se quedaran dentro de casa y entre nosotros. Todo depende de tu madre. –mi marido y mi hijo me miraron a mí.

--- Yo digo lo que papá, prefiero que todo quede en la familia. –dije y a mi hijo le cambió la cara al oírme.

--- Escucha mamá, en serio, me gustaría que te lo pensaras bien antes de decidir a la ligera, si nos enrollamos tú y yo me tienes que prometer que nunca volverás a lo de antes, así que te pido sinceridad antes de comprometerte a nada. Hagas lo que hagas eres mi madre y lo respetaré. -dijo muy serio y con la voz ronca, pero ya tenía pensado que lo mejor para mí era enrollarme cuanto antes con mi hijo.

--- Escucha Marcos lo tengo decidido, si papá está de acuerdo follaré contigo, te perteneceré entera, te lo prometo ¿te parece bien así? –dije.

--- Por mí no hay problema. –dijo mi marido.

--- Entonces a partir de ese momento ya no habrá represión sexual en esta familia, mamá y yo follaremos cuando nos dé la gana y donde nos apetezca y contigo haré lo mismo papá ¿de acuerdo? -Mi marido y yo dijimos que sí.

Después de eso comprendí de verdad que ya nada sería igual en nuestra familia, pero al menos seguiríamos juntos que para mí era lo más importante. Dándonos tiempo para curarnos las heridas. Yo estaba dispuesta a intentarlo con todas mis fuerzas, por eso aceptaría todo lo que decidiéramos a partir de ese momento por el bien de mi familia.

…/…

Después de cenar me fumé un cigarrillo sentada en un lado del sofá, Marcos en medio y su padre en el otro lado. Cuando acabé de fumar mi hijo me pasó un brazo por los hombros y yo apoyé mi cabeza debajo de su cuello. Empecé a acariciarle el pecho, se lo besé bajando hasta sus tetillas. Le lamí los pezones, cuando alcé la cara me encontré con su boca y nos besamos con pasión, momentos después bajé mi mano le saqué la polla y empecé a jugar con ella para ponérsela dura. Pablo dijo que se iba a dormir, a su hijo le dio un beso, a mí un frio “hasta mañana Sara” sonriendo. Me sentí como una puta ante mi marido. Esperé a que cerrara la puerta del salón para romper a llorar.

--- Tranquila mamá, dale tiempo para que se le pase, tienes que entender que está muy dolido. -Marcos me consoló abrazándome y besándome con ternura en la cara, como lo hace un hijo cariñoso con su madre.

--- Dame polla hijo. –le pedí llena de rabia.

--- ¿Estás segura mamá?

--- Sí hijo. Quiero que me llenes todo lo que quieras. –dije ofreciéndome a mi hijo.

Marcos y yo nos dirigimos a mi dormitorio besándonos por el camino. Ni que decir tiene que esa noche follé con mi hijo en la habitación donde antes dormíamos su padre y yo. Mi hijo volvió a besarme, a chuparme las tetas, a lamerme y mamarme los pezones, todo eso sin dejar de tocarme el coño hasta que consiguió encenderme. Me abrí de piernas para que me montara, me penetró pero no se movió. Pasó sus brazos por debajo de mi cuerpo hasta llegar a mis hombros y me atrajo contra él con fuerza. Marcos estaba dispuesto, pero yo no quería que me follara de esa manera.

--- No Marcos, así no. –le dije.

--- ¿Por qué mamá?

--- Así no quiero hacerlo, sé lo que pretendes y no quiero.

--- No entiendo porqué no quieres que te lo haga así mamá. –me dijo.

--- Porque así se le hace el amor a una mujer a la que amas y yo no quiero que me ames.

--- Es que yo quiero amarte mamá, no puedes impedírmelo. –se quejó Marcos.

--- Sí que puedo, para eso soy tu madre. No quiero volver a tener más sentimientos con ningún hombre. –dije llena de rabia.

--- Escucha mamá, entiendo que estés mosqueada con papá, pero no la pagues conmigo.

--- Y no la pago contigo hijo. Dices que tienes muchas amigas ¿no? Pues házmelo como si fuera una de ellas, no me mires como a tu madre, si no como a una de esas maduras con las que te acuestas. –le dije llena de rabia.

--- De acuerdo mamá, si ese es tu deseo no te preocupes. No te haré el amor, sólo me limitaré a follarte, nada más.

--- Eso es lo que quiero. Conviérteme en tu puta Marcos para que goces de mi cuerpo cuando te dé la gana.

Marcos empezó a follarme. En cuanto empecé a gemir me dio muy duro. Así estuvo un rato, pero luego cambió y me lo hizo con mucha ternura. Mi hijo me transmitía tanto cariño que me sentí emocionada y giré la cabeza a un lado y aprovechando que no me miraba lloré sintiendo lástima de mí misma. Cuando mi hijo notaba que me iba a correr volvía a darme duro y me insultaba: “Así puta”, “Goza zorra”, “Córrete como una perra” me decía. Ahora mientras me follaba con rabia me miraba a la cara y veía que yo lloraba a pesar de que también jadeaba de gusto, cuando me corrí seguí llorando, pero él me siguió follando como si yo no fuera su madre, si no un ligue cualquiera. Fue fiel a su palabra. Me folló durante tres horas echándome dos polvos tremendos, pero totalmente carentes de cariño y ternura. Cuando todo acabó, volvió a tratarme como a su madre, me dio un beso en la frente, me deseó buenas noches y se puso de lado dándome la espalda para dormirse, evitando cualquier contacto conmigo.

Me dio mucha pena que Marcos se comportara así conmigo. Yo deseaba el contacto de su cuerpo, quería desesperadamente que mi hijo me abrazara para sentirme protegida; había sido una estúpida al decir que no quería sentimientos con ningún hombre dejándome llevar por la rabia del desprecio de mi marido. Yo creo que ya los tenía desde la primera vez que lo hice con mi hijo y por orgullo y vanidad los rechazaba. Haciendo un esfuerzo supremo me controlé. No busqué su contacto, ni siquiera lo intenté. Me giré dándole la espalda también, pero no dormí, estuve llorando mucho tiempo antes de dormirme, tenía el corazón roto en mil pedazos.