Terapia sexual 5 de 12

Después de terminar mi aventura con Gerardo, mi marido se entera de mi infidelidad por un error mío. El disgusto es tremendo y me tengo que ir de casa para pensar qué hacemos con nuestro matrimonio

Tres horas más tarde entré en mi casa con la compra, las bragas llenas de lefa de Gerardo y una gran satisfacción. No me explicaba cómo podía haberme comportado como una cualquiera con Gerardo, pero lo había hecho. Tal vez porque ya no le iba a ver más o por el gusto que sentía follando con él, seguramente era más por lo segundo.

El que no me miró con buena cara fue mi hijo, no esperaba encontrármelo en casa a esas horas, pensé que ya se habría ido, me puse muy nerviosa enseguida pensando si notaría que venía de follar con Gerardo. Mi marido estaba viendo la tele sentado en el sofá y vino a la cocina conmigo. Le expliqué que había comprado lo más básico de su lista porque no me apetecía ir al súper yo sola, que mañana haría el resto de la compra, lo entendió y no dijo nada, pero de pronto me besó en la boca con una pasión que no era normal.

--- ¡Eh! ¿A qué viene esto?

--- Joder me encanta el sabor de tu boca. –dijo mi marido.

--- Pues sólo me he tomado un café. –contesté descaradamente cuando sabía que era más que probable que tuviera restos del semen de Gerardo, pero su beso me había pillado por sorpresa, sin darme tiempo a lavarme, si intentaba meterme mano en el coño iba a tener muchos problemas.

--- No me has contestado cariño, ¿a qué se debe tu pasión?

--- Me tienes muy abandonado mi vida, y estoy muy caliente. –me dijo el pobre. Acerqué la mano a su paquete y comprobé que efectivamente esta duro.

--- Necesito que me la chupes, por favor. Hace mucho que no siento tu boca. –me rogó.

--- Vale cariño, vamos a la habitación.-le dije un poco aturdida por su urgencia.

--- ¡No! Tiene que sea aquí y ahora. –insistió.

--- Pero es que puede vernos nuestro hijo. –le dije desabrochándole el pantalón y bajándole la bragueta con desgana pues no me encontraba muy dispuesta.

--- Cariño Marcos ya es adulto no creo que se vaya a asustar si nos ve. –No, yo tampoco lo creía.

Vale, no me preocupé. A pesar de que me dolía la mandíbula de tanto chupársela a Gerardo, decidí darle a mi marido el mismo tratamiento que le hacía a mi hijo y a Gerardo, es decir lamerle la pollita primero sobre el calzoncillo, con mordisquitos incluidos. Y la verdad es se le puso muy dura. Cuando me la metí en la boca dejé que se moviera libremente y me la follara, su tamaño no me iba ni a lastimar ni a provocarme arcadas, (como sí me pasaba con nuestro hijo o con Gerardo) . Mi marido se movía lentamente para no fatigarse y yo le excitaba sobándole los huevitos. ( Empleo diminutivos con mi marido no para desprestigiarle, sino que no podía evitar las comparaciones: primero con la talla súper de Gerardo y después con la XXXL de mi hijo ). Pocos minutos después me soltó cuatro chorritos de lefa que me tragué directamente sin saborearlos. Para él tuvo que ser suficiente con esa corridita por como jadeaba. Le ayudé a subirse los pantalones y nos sentamos en el sofá, casi enseguida el pobre mío se había quedado dormido.

--- Oye mamá –dijo mi hijo entonces y viendo a su padre dormido bajó la voz- ¿puedes venir un momento a mi habitación? Necesito que veas una cosa. –me pidió.

--- Ahora mismo voy cariño. –murmuré. joder no sabía que Marcos aún estaba en casa y me había asustado.

Tenía la intención de ir antes al baño para lavarme, pero mi hijo se quedó esperándome en el salón y no pude, tampoco se me ocurrió ponerle una escusa, como que me estaba meando por ejemplo. Le acompañé y él me agarró por la cintura. Cuando entramos en su habitación, nada más cerrar la puerta se abalanzó sobre mí besándome con pasión, yo le respondí de igual forma, mi hijo estaba muy fogoso y me dio la impresión de que quería follarme, si pretendía eso ya podía inventarme algo para lavarme antes, si no, iba a tener muchos problemas.

--- Te sabe la boca a semen. –me dijo poniéndose serio inmediatamente.

--- Es que se la acabo de chupar a tu padre en la cocina, te lo prometo.- le dije la verdad.

--- Has estado con él ¿verdad? Dime la verdad mamá. –Marcos se refería a Gerardo.

--- Sí hijo, pero no por lo que piensas. Ha sido para decirle que lo nuestro se acabó para siempre, no hemos hecho nada, solo tomar café y hablar. –le contesté sin titubear.

--- ¿O sea, que no habéis follado? –insistió muy serio.

--- No, ya te lo he dicho, hemos hablado y nada más. –contesté mirándole a los ojos.

--- ¿Por qué me mientes mamá? os he visto –dijo muy cabreado.

--- Déjame que te lo explique hijo ---me entró pánico ¿Cómo podía habernos visto desde un piso más abajo? Era imposible. Me intimidaba su gesto tan serio--- le he dicho que lo nuestro se acabó para siempre y he sido sincera con él confesándole que eres tú con el que me quedo, hasta le he dicho que no podía competir contigo ni en calidad, ni en cantidad, te juro que es verdad ---le dije eso a ver si se le ablandaba el gesto--- Gerardo lo ha comprendido perfectamente y no ha dicho nada, pero cuando me ha pedido hacerlo una última vez no he podido negarme Marcos, se lo debía. –dije avergonzada y sincera.

--- ¿Y has dejado que te folle porque crees que se lo debes?

--- Sí.

--- ¿Cuántas veces lo habéis hecho?

--- Marcos por favor no me pidas que te cuente los detalles. –dije avergonzada.

--- No te lo pido, te lo exijo mamá ¿qué habéis hecho? –insistió agarrándome por los brazos y sacudiéndome con fuerza.

--- Está bien –dije avergonzada-, me ha echado tres polvos. Me ha follado por el culo y por el coño un montón de veces durante mucho rato. También me lo ha comido todo y yo a él, hemos pasado mucho tiempo dándonos sexo oral ---dije agachando la cabeza--- te juro que eso es todo hijo, estoy siendo completamente sincera contigo. –le dije llena de desesperación.

--- No tienes remedio mamá. Tú no le debías nada a ese tipo. Eres una zorra asquerosa, una viciosa, una puta, la salud de tu marido te importa una mierda.-me insultó con desprecio y le solté dos bofetadas.

--- No te consiento que me hables así. Estoy harta de tus despreciables insultos ¿Quién te crees que eres? Tampoco voy a consentirte que me espíes.-le grité.

La cara de Marcos enrojeció de ira más que por las dos bofetadas, me miró de una manera que no me gustó nada, sus ojos despedían fuego. Rápidamente estiró el brazo y me atrapó por la garganta haciéndome daño; traté de quitarme el brazo de encima pero por mucho que forcejeé no pude, me estaba asfixiando y me entró miedo a pesar de que no creía a mi hijo capaz de hacer una locura. Marcos me empujó con fuerza, arrastrándome hasta la ventana, abrió un poco las cortinas, me giró y pegó mi cara contra la ventana dándome un cabezazo contra el cristal.

--- Mira y observa, gilipollas. –susurró en mi oído al tiempo que me dirigía la cara hacia donde debía mirar.

De pronto vi perfectamente la habitación de Gerardo y me quedé muda por la sorpresa ¡no podía ser! Él vivía un piso por encima del nuestro pero en cuanto miré al suelo lo comprendí todo enseguida. De golpe recordé que esa parte de la calle tiene un desnivel equivalente a un piso o un poco más, esa parte del edificio estaba más abajo que nuestra vivienda, hasta yo misma había comentado más de una vez que mi casa era un tercer piso si mirabas por una calle y un cuarto si mirabas por la ventana de mi hijo. Así se enteraba mi hijo cuando estaba con Gerardo y lo peor es que además había visto cómo me comportaba con él. Marcos me obligó a mirar hacia la habitación de Gerardo y le vi. En compañía de una mujer morena más o menos de mi edad y de muy buen ver ( diría que más guapa que yo incluso ). Los dos se estaban desnudando mientras se morreaban apasionadamente, en ese momento sentí asco de mí misma a darme cuenta de que muchas escenas parecidas a esa las había protagonizado yo con Gerardo. No quise seguir mirando, me di la vuelta y me encontré cara a cara con mi hijo.

--- Esa mujer que está con él viene todos los viernes, sábados y domingos y los pasan juntos. Como ya te habrás dado cuenta ella es su pareja y tú simplemente el entretenimiento. Eso has sido siempre para ese hombre, idiota: una puta con la que entretenerse a costa de ponerle los cuernos a tu marido. ¡Me das asco mamá!

--- Marcos te juro que yo nunca quise hacerle daño a papá, perdóname por favor ---le supliqué llorando--- yo no sabía nada de esto –le agarré con fuerza del brazo para que me atendiera-. Escúchame por favor. Me pilló en un momento de debilidad. Supo seducirme muy bien y yo estaba tan necesitada de sexo que me dejé arrastrar por el deseo sin pensar en las consecuencias. Te juro que es la verdad hijo nunca fui a buscarlo, pasó por casualidad ---me abracé a él llorando contra su pecho--- perdóname por favor. Nunca he querido hacer daño a nadie.

--- ¡Suéltame joder! , yo no puedo perdonarte, eso le corresponde a papá en todo caso, no a mí. ¡Vete de mi habitación! ---me dijo en voz alta.

--- No me eches así hijo, te lo suplico, déjame que te explique. –le rogué.

--- ¡Que te vayas coño! A mí no me tienes que explicar nada, se acabó el juego que te traes conmigo, so guarra. Y te advierto una cosa: O se lo cuentas a papá todo esta noche o lo haré yo, y por tu bien, más te vale que no se disguste cuando lo sepa. –me amenazó.

Volví a decirle que me dejara explicarle, quería intentar contarle cómo había llegado a esa situación, pero no me sirvió de nada. Marcos no quería escucharme, estaba dolido y muy cabreado conmigo. Me agarró de un brazo con tanta fuerza que me hacía daño y me sacó arrastras de su habitación llevándome hasta la mía, allí me empujó violentamente sobre la cama donde caí de mala manera, reboté y caí al suelo, él volvió a su cuarto y salió de nuevo diez minutos después y se fue a la calle. Me levanté como pude sentándome en un lado de la cama y me froté el hombro y la muñeca derecha, me había hecho daño en la caída. Entonces me derrumbé y no paré de llorar desconsoladamente recordando las palabras de mi hijo. “Juego” había dicho, Marcos pensaba que yo había estado jugando con él sin pararse a pensar en mis sentimientos ¿cómo podía pensar eso de mí? ¿Y ahora qué?

Pablo se levantó de su siesta y quizá me oyó, entró en nuestra habitación y me sorprendió llorando. Se preocupó inmediatamente al verme así, preguntándome qué había pasado, si había discutido con el chico; haciendo un sobreesfuerzo le dije que no pasaba nada que eran cosas mías del trabajo, pero no se conformó con mi respuesta e insistió, le dije que lo dejara estar, que por la noche cuando estuviéramos los tres juntos, tenía que hablarle de una cosa, pero que hasta la noche nada. Pablo no insistió más pero le noté tenso y muy preocupado, sólo faltaba que se pusiera malo por mi culpa, apelé al altísimo para que me ayudara pero Dios no me escuchó. Me fui al baño y al verme en el espejo vi que parecía un muerto de lo pálida que estaba. Lo primero que hice fue asearme. Me lavé el coño y el ano, me cambié de braguitas y me puse una camiseta muy corta sin sostén debajo. Me lavé la cara, me peiné componiéndome un poco y salí para pasar la tarde de la mejor manera posible con mi marido.

Pablo al verme me dijo que ahora estaba más guapa, pero yo sabía que me lo decía por amabilidad y educación. Me senté a su lado en el sofá y le di un beso en la boca preguntándole que tal estaba él. Mientras él hablaba yo metí la mano por dentro de su camisa y no paré de acariciarle el pecho hasta que lograra excitarle. Me sentía como una auténtica mierda y quería complacer a mi marido para lavar mi culpa. Me dijo extrañado que estaba muy cariñosa esa tarde, yo insistí besándole el cuello lentamente, el respondió besándome a su vez en la boca y tocándome las tetas, cuando acerqué mi mano a su paquete noté que se le estaba poniendo tiesa. Le desabroché el pantalón, le bajé la cremallera y le dije que se pusiera de pie.

--- Te voy a comer la polla como nunca lo he hecho. –le dije susurrándole.

--- Joder Sara te comportas como una puta. –dijo gimiendo cuando le bajaba los pantalones hasta los tobillos.

--- Hoy quiero ser tu puta cariño, llámame lo que quieras, dime lo que te apetezca si eso te pone. Por primera vez voy a hacer cosas que no he hecho nunca en mi vida. –le dije.

Sin esperar más comencé a darle mordisquitos en el pene, desde la punta hasta la base, luego en el escroto y más tarde lo hice solo con la lengua, humedeciéndole la tela del calzoncillo, igual que se lo hacía a su hijo, igual que se lo he hecho a Gerardo, ¡dios mío! , gemí avergonzada al pensarlo. Pero dejé mis pensamientos a un lado, le bajé los calzoncillos y seguí excitando a mi marido, prodigándole toda clase de caricias con la boca, estuve mucho rato lamiéndole los huevos y la polla, dejándosela muy dura. Le quité la ropa y cuando lo tuve desnudo y de pie me agaché entre sus piernas y le dediqué una monumental chupada de culo sorprendiéndole. ( Volví a avergonzarme al recordar la cantidad de veces que le había hecho eso mismo a Gerardo, joder no podía quitármelo de la cabeza, hiciera lo que hiciera a mi marido la culpa y el remordimiento me perseguían. Entonces decidí hacer algo que no había hecho hasta ahora, algo nuevo de lo que no tuviera que avergonzarme ).

--- Dime cariño, ¿me follas o te corres en mi boca?, haré lo que tú quieras, si quieres follarme me abriré de patas para que puedas perforarme el chocho como se te antoje.

--- Joder Sara vida mía, me estás volviendo loco, no sé lo que debo hacer, ahora mismo me apetece todo. –me dijo el pobrecito. Se sentía como un adolescente desbordado por mi comportamiento.

--- Entonces ven –dije tirando de él- trajíname el coño amor mío y si te apetece me lo llenas o me la sacas y me llenas la boca, lo que tú desees más.

--- Cariño te voy a echar un polvazo. –me dijo.

--- ¡Así se habla! , apártame las bragas y húndemela hasta el fondo. –dije para excitarle.

--- Joder nunca me imaginé verte así, tan dispuesta.

--- Dispuesta no amor mío, cachonda, dame polla cariño, hártame y mátame de gusto. –Pablo me penetró hasta el tope y yo gemí de gusto, no tuve que disimular, me había puesto cachonda y disfrutaba haciéndolo con mi marido.

--- Toma polla so guarra. –decía follándome con penetraciones cortas.

--- Así no cariño, más despacio, eso es, dame tu polla hasta el fondo pero despacito, para que pueda saborearla con mi coño. –le indiqué.

--- ¿Así te gusta? –dijo moviéndose como yo quería.

--- Así me vuelves loca, ahora dame polla con fuerza para que la pueda sentir muy hondo. ( Inmediatamente me arrepentí de haberlo dicho, porque mi mente empezó a comparar la larga polla de Gerardo con la de mi marido, que no es que sea pequeña, es normal, pero al lado de Gerardo me parecía una pollita tratando de colarse muy adentro y sin llegar a logarlo nunca) . Pero bueno, el caso es que estaba sintiendo placer, no tan intenso pero lo sentía y como Pablo se controlaba e iba despacio me corrí de gusto. Él lo supo y aceleró el ritmo buscando correrse también, ¿cómo le iba a decir que siguiera un poco más para que yo me pudiera correr otra vez? no podía, se fatigaría y se acabaría todo, tenía que disfrutar lo que pudiera, aunque fuera muy poco para mí.

--- Me voy a correr Sara, lo noto, por primera vez puedo hacerlo. –dijo emocionado.

--- Claro que sí cariño, estás muy duro, no te aguantes, lléname el chocho mi amor. –le dije al oído calentándole del todo.

Supe que Pablo se corría más por sus jadeos que por otra cosa, lo único que sentí fue un leve espasmo de su pene, nada más. En general había estado bien el polvo, admití mientras acariciaba la espalda de Pablo que respiraba con fuerza apoyado en mi pecho. Sentí espasmos en mi vulva reclamando más guerra y me di cuenta de que mi marido se había precipitado y ni siquiera me había comido las tetas, no me había estimulado lo suficiente por eso mi coño reclamaba más. ¡Dios! ¿A quien quería engañar? Había tratado de lavar mi culpabilidad dando placer a mi marido y sin embargo mi mente me traicionaba comparando el polvo con las folladas, largas, salvajes e intensas de Gerardo o la grandiosa follada que me había dado mi hijo. ¿Qué clase de mujer era? Pensé. Me abracé a Pablo con fuerza y lloré silenciosamente, para que él no se diera cuenta. Así permanecimos mucho tiempo, yo quería que el tiempo se detuviese para que no llegara la noche.

…/…/…/…

Pero el tiempo pasó inexorablemente. Me fui poniendo nerviosa a medida que se acercaba la hora de cenar. Pablo me ayudó a poner la mesa, yo me fui a darme una ducha, y mientras me caía el agua caliente por encima pensé y pensé, ( ¡Joder Sara! Piensa algo me dije desesperada, si no, tu matrimonio, tu vida ¡todo! Se irá a la mierda) , pero por más que lo intentaba no se me ocurría nada, tenía la mente completamente en blanco y un fuerte dolor de cabeza. Cuando salí de la ducha me pareció que mi hijo ya había venido, me asomé con precaución, para que no me vieran y los vi a los dos sentados juntos, hablando como dos amigos íntimos. Mi marido jugaba con la flácida polla de su hijo y muy emocionado le estaba contando con pelos y señales el polvo y todo lo que habíamos hecho esa tarde, parecía un adolescente era ¡increíble!

Bueno, a estas alturas Marcos ya no se iba a sorprender. En ese momento me planteé una duda ¿sabría mi marido que también le había puesto los cuernos con nuestro hijo?

Nos sentamos a cenar los tres. Yo miraba a mi hijo y él me devolvía la mirada con frialdad y determinación. Me estaba dando tiempo para que yo empezara mi confesión. Me decidí a hablar tras haber terminado de cenar, mientras tomábamos el café Marcos y yo, y mi marido se hubo tomado sus pastillas con su manzanilla y menta poleo. Me encendí un cigarrillo, lo necesitaba para darme valor, expulsé el humo y dije:

--- Cariño, te tengo que explicar por qué estaba llorando esta tarde.

Pablo se puso serio y Marcos se tensó pendiente de su padre. Sin omitir nada, le conté mi aventura con Gerardo, de la manera más suave que pude, pero por mucho que quisiera, confesar a mi marido que le he puesto los cuernos con otro es horrible. No hay forma de dulcificar eso. Su cara se fue transformando poco a poco, del pálido pasó casi al azul pero al menos estaba tranquilo al menos. Luego, le conté que también tenía un rollo con nuestro hijo, porque creí que Marcos pretendía hacerme el chantaje al saber lo mío con Gerardo. Que empecé a chupársela creyéndome obligada a hacerlo, pe me di cuenta de que a cada día que pasaba me gustaba más y más chuparle la polla a mi hijo. Expliqué también hasta donde había llegado mi atrevimiento al dejar que me follara y por qué:

--- Desde que le vi el pene en el baño quise hacerlo con él sin importarme que sea mi hijo. He follado con él porque me excita muchísimo. También ---expliqué avergonzada---, para quitarme esta culpa que siento y que cada día me mata un poco más. Hoy he terminado con Gerardo. Ha sido esta tarde, al volver de la compra. Eso ya se ha terminado, pero he follado con él toda la tarde ---Lo que no le dije es que lo había hecho como despedida y, bueno, porque me gustaba hacerlo con él---. No debía darle todos los detalles porque eso le haría sufrir más. Terminé mi confesión y esperé ansiosa sus preguntas vigilando sus gestos para saber cómo se lo tomaba.

--- Lo tuyo con nuestro hijo ya lo sabía. Me lo contó todo con pelos y señales el mismo día que pasó y también cada vez que ha pasado algo entre vosotros. Lo que no me dijo era que sabía lo tuyo con el vecino –dirigió una mirada cargada de reproche a su hijo- quizá es mejor así, a fin de cuentas tenías que ser tú la que me lo dijeras y no él. Contándome todos los detalles de vuestros encuentros logró que me excitara un montón y tratándose de nuestro hijo yo también deseé chupar esa fabulosa polla. Cuando se la vi también quedé prendado de ella. Se lo dije a Marcos y no le importó que se la chupara. Dejó que me hartara y la verdad es que me di un verdadero atracón. Cuando se corrió en mi boca, con toda esa cantidad que echa me excité un montón. Para mí era la primera vez que hacia algo así con un hombre, tú lo sabes. Pero con nuestro hijo es distinto. Lo mejor de todo fue cuando él me la chupó a mí. En mi vida me he corrido tanto como con Marcos, ni siquiera contigo. Nunca he sentido remordimientos por hacerlo con él porque es nuestro hijo. Así es como yo he tenido sexo Sara, ya que tú llevas casi tres meses jodiendo con ese tal Gerardo sin preocuparte por mí. Ni siquiera me preguntabas ya por mi salud cuando nos acostábamos, antes, siempre lo hacías y luego me mimabas abrazándome ¿te acuerdas? Tú quizá no lo notas, pero cada vez estas más distante y fría conmigo; Tú dices que era por sentirte culpable y en vez de arreglar la situación que tú misma has creado, lo que has hecho ha sido dejarme al margen de tu vida. Me has echado de tu lado sin darme una explicación ---me reprochó y tras una breve pausa continuó--- tengo una curiosidad ¿te acostaste con Gerardo porque yo te sugerí aquella noche que a lo mejor sería bueno que te buscaras un ligue? –era la pregunta que más me temía y la opresión que sentía en el pecho me ahogó un poco más, tuve que respirar hondo antes de contestar.

--- Cuando me hablaste de eso esa noche yo ya me había acostado con él tres veces. –le dije comenzando a llorar.

--- Joder Sara ---exclamó echándose a llorar--- ¿cómo has podido, cómo, cómo, cómo? –cada pregunta era un puñal que se me clavaba en el pecho.

--- No lo sé cariño, no puedo explicarlo, simplemente pasó ---le dije mintiendo para no herirle más--- lo que importa es que ya he terminado con él para siempre, te lo juro. Sólo te pido que me perdones, que me des otra oportunidad si de verdad me amas. –contesté llorando.

--- ¿Si de verdad te amo? Como puedes decirme eso Sara, ¿cómo puedes ser tan cínica joder? donde está tú amor, tu comprensión y el respeto que nos prometimos cuando nos casamos ¿eh? Yo te lo diré Sara: has pisoteado esos principios, te has burlado de ellos y has roto nuestro matrimonio.

--- Por dios Pablo, no me digas eso, no podría soportarlo. –le supliqué.

--- Joder Sara ¿No hubiera sido mejor hablarlo? Podíamos haber buscado una solución entre los tres, como nos aconsejó aquella doctora. Nuestro hijo ya es adulto. –dijo Pablo en un murmullo, seguía pálido como la nieve y desesperado.

--- Si no lo hice fue porque pensarías que era una egoísta hablándote de mis necesidades, cuando tú también las tenías. El caso es que ya se acabó. A partir de ahora sólo lo haré con nuestro hijo, te lo juro.

--- ¡Me importa una mierda con quien lo hagas ya, tus intimidades eran sólo para mí, no tenias derecho a dárselas a cualquiera joder! ---exclamó en voz alta. Tras una pausa prosiguió más calmado---Sara sabes que te amo más que a mi vida, pero esto es demasiado para mí, si tienes algo más que decirme dilo ahora, sino cállate. –dijo mi marido llorando en silencio, completamente desbordado por los acontecimientos.

Dudé cobre la conveniencia de confesarle algo más. Si lo hacía le causaría mucho daño, pero tenía que decírselo, el peso de mi conciencia me ahogaría si no lo hiciera, así que debía suavizar los detalles. Tomé aire por la boca y me decidí.

--- Hay algo que quiero que sepas. –dije en voz baja.

--- ¿Aún hay más? –preguntó mi marido temiendo la respuesta.

--- Sí. Es sobre lo que hemos hecho esta tarde. Tienes que saber que… el modo de comportarme y todo eso que te he hecho. No era nuevo para mí como te dije, te mentí, antes lo había hecho con Gerardo. Fue él quien me enseñó a hacer esas cosas para que aprendiera a darle placer. Eso es todo. Ya no hay más. –dije ocultando los detalles que podían dañar irremediablemente a mi marido.

--- ¿Querías aprender y has dejado que un extraño te enseñe todo eso?

--- Sí. –contesté sin poder mirarle a la cara.

--- Yo podría habértelo enseñado también –dijo sorprendiéndome--- ¿y sabes por qué no lo he hecho? Porque te amo Sara, porque te respeto tanto que no me gusta usar a mi mujer como a una vulgar chupaculos. –escuchar eso me heló la sangre.

Acto seguido mi marido comenzó a tener fuertes arcadas y salió corriendo en dirección al baño, mi hijo pegó un salto y se fue con él, yo me quedé clavada en el salón, quería ir con ellos pero mi cuerpo no me respondía. Cada vez que oía vomitar a mi pobre marido en el baño, yo lo sentía como un mazazo en el pecho, cuando terminó por fin me acerqué arrastrando los pies y me asomé por la puerta. Marcos estaba con su padre sujetándole la cabeza por la frente, diciéndole palabras de consuelo, cosa que yo no tuve fuerzas para hacer, cómo iba a consolar a nadie si yo misma me odiaba a muerte por lo que le estaba haciendo. Mi hijo se acercó hasta mí diciéndome que me fuera al salón, mi marido no quería tenerme cerca. Escuchar eso me hundió más aún en mi propio infierno. Tendría que estar yo con él y sin embargo Pablo no quería ni verme y con razón. Me fui al salón, me dejé caer en una silla, escondí la cara entre las manos y lloré como nunca en mi vida lo había hecho, y lo peor de todo era que no me sentía mejor, llorar no me desahogaba en absoluto. No sé el tiempo que pasé así, pero dejé de llorar simplemente porque los ojos se me secaron y me escocían muchísimo. Entonces saqué fuerzas de flaqueza y fui hasta el baño a ver.

Ellos ya habían salido, al ver luz en mi habitación me acerqué y miré a través de la rendija de la puerta casi cerrada sin atreverme a asomar la cara. Mi marido estaba desnudo, tumbado de lado en la cama hecho un ovillo, con la cabeza sobre el muslo de su hijo preguntándole ¿por qué? Marcos trataba de consolarlo, acariciándole la cabeza con una ternura que me sobrecogió ¿alguna vez había sido yo capaz de amar a sí a alguien? Llegué a decirme . Mi hijo intentaba consolar a su padre acariciándole el pene pero mi marido parecía inconsolable, entonces Marcos se sacó la polla y con mucha ternura se la dio a chupar a su padre como si fuera una medicina. Pablo se lanzó sobre ella y empezó a chuparla con fuerza, dejando que toda la rabia saliera con cada lamida, Marcos le acariciaba la cabeza pidiéndole calma, le dijo que se quedaría con él toda la noche así podía gozar todo lo que quisiera. El pene de mi marido se empezó poner duro en la mano de mi hijo y para calmar a su padre se puso encima de él y empezó a chuparle la polla. Viendo esa escena del 69 entre padre e hijo me excité pero al mismo tiempo me sentí excluida. Me di la vuelta y como un zombi volví al salón y me encendí un cigarro. ¿Cuánto tiempo pasó? , ni lo sabía, ni me importaba la verdad. Solo sé que cuando Marcos apareció en el salón casi me había fumado todo el paquete y me entró el pánico pensando que me había quedado sin tabaco, así que me puse a buscar más como una loca, hasta que recordé que en mi bolso que dejo siempre en la entrada acostumbraba a tener otra cajetilla.

--- ¿Qué haces mamá, te quieres suicidar? –me dijo mi hijo al ver el cenicero.

--- Me da igual –dije encogiéndome de hombros- ¿Cómo está papá?

--- Imagínate, mal. –contestó.

--- ¿Ha necesitado la pastilla? –pregunté preocupada.

--- No, de momento no y no creo que la necesite, pero tú ya lo sabes, te he visto cuando mirabas a través de la rendija de la puerta. Ahora mismo duerme tranquilo.

--- Sí, lo he visto y créeme si te digo que he sentido envidia al ver el cariño que le dabas a tu padre.

--- Tú podrías haber tenido ese cariño y mucho más de mí, pero te equivocaste al elegir. –no comprendía muy bien lo que quería decirme mi hijo.

--- Un momento Marcos. Tú y yo seguimos juntos ¿no?

--- ¿Juntos, es que solo piensas con el coño? No mamá, lo nuestro se acabó. Tu confesión me ha dolido muchísimo ¿sabes? –Dijo señalándose el corazón – Yo te habría enseñado muchas cosas, te hubiera dado amor, ternura, cariño… bueno, ya no tiene remedio ---dijo dando un suspiro largo--- Me voy a preparar un café ¿quieres que te prepare algo mamá, una manzanilla, tila? –se ofreció.

--- No, sólo café, esta noche no pienso dormir, por si acaso. –dije refiriéndome naturalmente a mi marido.

Lo que me había dicho mi hijo me había dejado con la boca abierta. Si me lo hubiera dicho el primer día no le habría creído, pero ahora que me había acostado con él sabía de lo que era capaz. Tenía razón al decir que había elegido mal ¿porqué no habría hecho caso a Susana, la doctora? yo estaría más que satisfecha sexualmente hablando, mi marido contento y le habría ahorrado muchos sufrimientos a mi familia. Me maldije por haber sido una promiscua.

Marcos trajo dos cafés. Los bebimos en silencio, yo en la silla y él sentado en el sofá. Cuando terminó puso una silla frente a mí y se sentó muy cerca, en cuanto sentí su brazo en mi hombro acariciándome la espalda rompí a llorar de nuevo, no supe en qué momento había fabricado más lágrimas, pero me salieron a mares. Marcos tiró de mí y me refugié en su pecho preguntándole qué iba a ser de mí ahora que me despreciaban los dos, su padre y él. Mi hijo no me contestó, solo me besaba el pelo y me acariciaba la espalda tratando de consolarme. Una hora o dos más tarde quizá, no lo sé, dejé de llorar.

De repente tuve una idea genial: le dije que al día siguiente no iría a trabajar. Me quedaría todo el día en casa para cuidar de mi marido, Marcos me recordó que el día siguiente era sábado y yo no trabajaba, también me dijo que debía hacer la compra, me vendría bien salir, él se quedaría con su padre. Me dio igual, no pensaba ni ir a comprar, ni a ningún sitio, pero mi hijo insistió en que debía salir a comprar así me despejaría, ante su insistencia yo también me puse terca y entonces me explicó que mi marido le había encargado que me dijera que no quería verme al día siguiente.

¡Dios! Todo se había acabado ya.

--- Quiere el divorcio ¿no? –pregunté a mi hijo angustiada por su respuesta.

--- De eso no ha dicho nada, sólo me ha pedido que te dijera eso, si tú no te vas de casa se irá él. Por eso lo mejor es que te vayas a comprar, a lo mejor se encuentra más animado a la hora de la comida y podéis hablar, los dos tenéis que hacerlo.

--- ¿No crees que ya es tarde para eso? –le dije.

--- No lo sé, tenías que haber previsto una cosa así antes de lanzarte. Joder mamá, te juro que cuando te vi revolcándote con ése tío tuve deseos de pegarte. Te lo advertí aquel día en el baño. No sé… todo esto me supera –contestó sin terminar la primera frase- Lo que único que se me ocurre es que si quieres salvar tu matrimonio y tu familia no te queda más cojones que luchar por ello. –me echó en cara.

--- ¡Luchar! , qué fácil es decirlo, sobre todo cuando ya no tienes ganas de seguir viviendo.- le contesté compadeciéndome.

--- ¡Escúchame mamá! , tienes que reaccionar, no puedes rendirte ahora joder. –insistió mi hijo.

--- ¿Y cómo se reacciona a esto, eh?

--- Con coraje, con ganas, no lo sé… pero si todavía amas a papá tendrás que hacer un esfuerzo.

--- Ya no me quedan fuerzas Marcos, hasta respirar me parece un esfuerzo inútil. –contesté abatida.

--- Eres una cobarde mamá, deberías luchar con uñas y dientes por aquello que amas, y si no tienes fuerzas ¡sácalas!, igual que las sacaste para follar con el vecino. –me reprochó con dureza.

--- ¡Vete a la mierda! –le chillé, pero tenía toda la razón, igual que junté valor para acostarme con Gerardo tenía que juntarlo ahora para luchar por mi familia me dije, lo malo es que estaba tan derrotada que no sabía cómo hacerlo.

Marcos se dio la vuelta y se fue a su habitación dejándome sola.