Terapia sexual 12 de 12 - Final
Mi boda - Final de esta historia, espero que os hayais entretenido y excitado.
Carmen cuando supo al día siguiente que mi hijo y yo nos habíamos reconciliado se alegró muchísimo y dijo que teníamos que celebrarlo. Al salir del trabajo, nos fuimos a una cafetería y allí le puse al corriente sobre Gerardo y yo y Silvia y Marcos (sin decirle lo de la orgia que nos habíamos montado), ella se alegró muchísimo, yo no quise adelantar acontecimientos cobre su hijo Sergio, debía ser mi hijo quien lo hablara con él y me callé la boca. Al preguntarle cómo iba lo de intentar tener sexo con su hijo guardó silencio. Por el gesto de sufrimiento de su cara me di cuenta de que aún no había pasado nada. Ella se abrió a mí confesándome que desea sexualmente a su hijo, con toda su alma, pero que no se atreve a dar el paso, ni siquiera sabe como proponérselo. Le dije que yo pensaría una solución y se la contaría después. Así nos despedimos.
Más tarde, estando en mi casa se lo conté a Gerardo y decidimos ayudarles a dar ese maravilloso salto, pero antes teníamos que hablar con Marcos y Silvia para que nos ayudaran y si todo salía bien ¿Quién sabe? Lo mismo acabábamos en una monumental orgía. Le dije a Gerardo que solo de imaginarlo mojaba las braguitas y él se rió llamándome golfa cariñosamente. Esa misma tarde, llamé por teléfono a Carmen, le dije que contaba con el apoyo de Gerardo y mío y también de Marcos y Silvia para ayudarla a conseguir a su hijo. Ella se asustó un poco al oírlo, pensaba que era demasiada gente, yo le dije que confiara en mí, que contra más personas mejor; quedamos para el día siguiente, sábado en su casa.
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El sábado a las cinco y media de la tarde, nos abría Carmen la puerta de su casa. Pasamos todos hasta el salón e hicimos las presentaciones pertinentes. Marcos, Silvia y el hijo de Carmen se conocen, se fueron a la habitación de Sergio para hablar. Mientras, Gerardo y yo tranquilizamos a Carmen que estaba muy nerviosa. Me ofrecí a prepararla un tila con manzanilla que me dijo que tenía. Gerardo se quedó hablando con ella. Cuando regresé con la manzanilla vi que Carmen dejaba que Gerardo le desabrochara tres botones de la blusa con lo que se le veía un poco el sostén como por casualidad. Luego le recogió el vestido un poco más arriba para que se la vieran bien las piernas y los muslos sin llegar al descaro.
Le di la tila con manzanilla y se la bebió de un solo trago, yo me encendí un cigarro mirando divertida como Gerardo le daba lecciones rápidas a Carmen sobre seducción. Ella parecía embobada con Gerardo, asentía a todo lo que él le decía y ni siquiera le importaba que le acariciara las piernas mientras le daba explicaciones. A mí me parecía que se estaba poniendo muy cachonda con él; minutos después pude confirmarlo cuando desesperadamente le tocó a Gerardo el bulto de la entrepierna. Le agarró la polla por encima de los pantalones y empezó a acariciarla, tenía las mejillas coloradas.
--- ¡Madre mía que polla! Decía la pobre en voz baja, hacia tanto tiempo que no sentía una… y encima tan grande, me parece que me voy a correr. –dijo la pobre.
Gerardo me miró y yo asentí con la cabeza vigilando por si salían los chicos de la habitación. Entonces Gerardo se echó un poco encima de Carmen y empezaron a besarse, ella como una desesperada. Al ver que la mano de Gerardo se perdía por dentro del vestido de Carmen me excité. Supe que Gerardo la estaba tocando el coño por los gemidos que daba Carmen. Él la guió la mano hasta su entrepierna y con la ayuda de él le bajó la bragueta y metió la mano dentro. Estuvo un poco jugando con la polla de Gerardo, cuando se la sacó dejó de besarle para vérsela. Se quedó maravillada anta tanta cantidad de carne dura, se agachó y se puso a chupársela mientras él la masturbaba. La experiencia de Gerardo se hizo patente pues al cabo de unos minutos Carmen se corrió intensamente quedándose más tranquila, de momento. Gerardo se guardó de nuevo la polla y recompuso su ropa.
Minutos después, los chicos volvieron al salón. Sergio se acercó a su madre y le preguntó directamente si es verdad lo que le había contado Marcos (que ella le deseaba como hombre) ella le miró a la cara y acabó confesándole avergonzada que lleva mucho tiempo deseándole. Entonces ocurrió lo que tenía que ocurrir: Sergio besó a su madre en la boca. El beso era muy apasionado y nosotros cuatro que estamos enfrente mirando como pasmarotes empezamos a tener calor repentinamente. Con el beso vinieron las caricias, se calentaron y sin importarles que nosotros estuviéramos presentes. Se meten mano. Al poco tiempo, Carmen logra liberar la polla de su hijo dejándonos asombrados, salvo a Marcos que sonreía.
Sergio está tan bien dotado como mi hijo, la única diferencia entre los dos es que Sergio está circuncidado. Observándoles nosotros nos excitamos también y de común acuerdo decidimos darnos el lote.
Más tarde, cuando empezamos a desnudarnos todos, descubrí que Carmen tiene un cuerpo muy apetecible y en braguitas está de lo más sexy. Mientras ella está agachada quitándole a su hijo los vaqueros, Gerardo y mi hijo se atreven a darle un azote en el culo sin que Sergio, Silvia o yo, nos ofendamos. Carmen y su hijo componen un excitante 69 encima del sofá. Gerardo y yo nos empezamos a dar el lote, a nuestro lado, Silvia y Marcos también. Poco a poco la atmosfera se llena de gemidos y jadeos, el olor a sexo es cada vez más patente. Silvia y yo nos ponemos a cuatro patas sobre el asiento del sofá y nuestras parejas detrás de nosotras nos empalan por el coño. Los seis acabamos follando como locos en el salón, y más tarde en el dormitorio de Carmen, la orgía se desata. A mí me lo hizo Sergio, Gerardo a Carmen y Marcos a Silvia. Un rato después cambiamos de pareja. Yo con Gerardo, Marcos con Carmen y Silvia con Sergio. En la habitación solo se oyen gemidos, jadeos y exclamaciones de gozo cuando una de nosotras, o dos o las tres, empezamos a corrernos. Esa misma tarde, mientras ellos estaban sentados en la cabecera de la cama, Silvia, Carmen y yo les regalamos un trío lésbico digno de recordar toda la vida. Los más excitante para nosotras vino más tarde, cuando vimos que ellos se empezaron a tocar el pene unos a otros y luego a chuparse. Eso sí, cada uno con su pareja, juntos pero no revueltos. Aquel sábado fue memorable.
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El domingo comimos nosotros cuatro. Por la tarde, Silvia tenía que empezar a trabajar. Después de tomar el café, Marcos se fue a llevar a Silvia. Gerardo y yo nos quedamos solos, tumbados en el sofá abrazados dormitando plácidamente. Hora y cuarto después, entró Marcos por la puerta y nos despertó. Al vernos así, dijo que se subía a su casa, donde vive con Silvia.
--- ¿Qué planes tienes? –le preguntó Gerardo.
--- Ninguno en especial, quizá estudie un poco, y luego me tumbe en el sofá viendo la tele; seguro que acabo dormido hasta el día siguiente, lo que más me molesta es que no veré a Silvia, cuando ella llegue, yo ya me habré ido a la Universidad.
--- ¿Y no vas a cenar? –le pregunté yo.
--- Mamá que ya no soy un crio. –protestó Marcos de broma.
--- Hazle caso a tu madre Marcos, si no esto –dijo agarrándole el paquete- se te empezará a encoger y todos lloraremos la pérdida.
--- Eres un cachondo Gerardo. –rió mi hijo que seguía quieto dejándose tocar.
--- Escucha Marcos, te propongo un nuevo plan –dijo Gerardo sin dejar de sobarle- quédate con nosotros y así me ayudas con tu madre, que como sabes es una puta de cuidado. –me excité al escucharle.
--- Encantado, seguro que entre los dos domamos a esta puta. –dijo mi hijo mirándome.
Marcos se movió acercándose por mi derecha y Gerardo por mi izquierda. Di un salto riendo y dando grititos traté de escapar por el único sitio que me dejaban, el centro, lo intenté, pero mi hijo logró agarrarme por la cintura. Gerardo se nos unió y ya no tuve escapatoria. Entre los dos me pusieron con la cabeza en el asiento del sofá con lo que la falda se bajó. Me apartaron las bragas y simulando que eran dos no sé qué, empezaron a pasarme alternativamente las lenguas por mi rajita húmeda. ¡Qué manera de gozar señor! Jugando de esa forma, me chuparon el sexo y el culo todo lo que quisieron, mirando asombrados los espasmos de mi vagina y ano al correrme, por lo menos me hicieron correr cuatro veces los muy cabrones. Entre los dos me colocaron bien y empezaron a desnudarme, me cogió Gerardo de los brazos y Marcos de los pies y me llevaron así hasta la cama, donde según ellos me iban a devorar. Qué excitante sonaba eso.
Me devoraron y les devoré yo a ellos. Luego se me ocurrió que se sentaran uno frente al otro pero con la entrepierna muy junta, así, con las dos enormes pollas tiesas estaban para darse un banquete, pero lo que hice fue subirme y con la ayuda de ellos, les agarre los dos penes y muy despacio empecé a metérmelos por el coño. Ellos miraban asombrados como se dilataba mi vagina. Lo logré solo unos centímetros, pero desistí porque era demasiado doloroso para mí y tampoco era cuestión de hacerme daño, pero no me di por vencida y como según ellos soy tan puta, me puse en cuclillas, con la polla de mi hijo contra mi vagina y la de Gerardo contra mi ano y fui descendiendo. La cosa fue muchísimo mejor. La sensación de sentirme llena con su pollas hizo que al llegar al tope, me corriera y me meara de gusto; a mi pobre hijo le alcanzaron varios de mis chorros provocándonos unas tremendas carcajadas. Como si se tratara de un “tio vivo” estuve bajando y subiendo más de media hora, hasta que me fallaron las piernas y me derrumbé de lado. Inmediatamente Gerardo vino hasta mí y me la enchufó por el coño manteniéndome de lado, Marcos se me arrimó por detrás y me la enchufó por el culo. Los dos acoplaron los movimientos y me estuvieron follando mucho rato hasta dejarme agotada ya que me había corrido seis veces con ellos dentro. Ellos se salieron de mis agujeros, Gerardo me mantuvo separadas las piernas mientras mi hijo me daba duro hasta correrse. Fue impresionante sentir los doce lechazos dentro de mi coñito, pero no tenía ni fuerzas para correrme, se salió y él pasó a sujetarme las piernas mientras Gerardo era el que me daba duro ahora, duró más tiempo que mi hijo y cuando se corrió me soltó once lechazos de campeonato, cuando se levantaron, me dejaron tumbada, sin poder moverme y con mi coño chorreando semen.
Ésta práctica y juegos los realizamos con Silvia el mismo martes que la tocaba librar. Yo ayudé a Gerardo y a Marcos a devorarla, era la segunda vez que me comía su coño y cada vez me gustaba más hacerlo, así se lo dije y ella me lo agradeció dándome un besazo en la boca con lengua incluida.
Cuando llegó el verano, resultó que todos (incluido) Carmen y su hijo coincidíamos en las vacaciones, antes de decirles nada a ellos, lo hablamos nosotros cuatro. Resulta que Gerardo tiene tres pisos grandes en la localidad de Oropesa del Mar, en Castellón, como había sitio de sobra, decidimos por mayoría invitarles de vacaciones con nosotros. Un viernes por la tarde les invitamos a mi casa. Silvia y Marcos no estaban, habían salido a hacer unos recados. Cuando les hablamos del plan de vacaciones que teníamos planeado para ellos, Sergio no supo qué decir de lo impresionado que estaba y mi amiga y compañera Carmen se echó a llorar la pobre agradecida.
Más tarde volvieron mi hijo y Silvia. Y después de tomar café y charlar un rato, tanto Marcos como Sergio enseñaron las notas del curso a Gerardo. Éste comprobó que habían aprobado el curso con un nueve y les dijo que como se sentía orgulloso de ellos, nos invitó a todos a cenar al restaurante romántico que íbamos habitualmente. Luego volvimos a mi casa y montamos una descomunal orgia hasta las cinco de la mañana.
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Todavía es un misterio para mí cómo va Gerardo a ayudar a Sergio y a Marcos con el trabajo. No me ha contado nada al respecto, pero el otro día me sorprendió al invitarme a cenar y vi que en el garaje me hizo subir a un Mercedes nuevo que le habían dado esa misma mañana. Luego en el restaurante y viendo mi cara de curiosidad, me entregó una tarjeta en la que constaba su nombre y apellidos y debajo la palabra: Consultoría. Me dijo que tenía cuatro más repartidas por Paris, Londres, Alemania e Italia. Era el dueño de todo y necesitaba dos socios jóvenes en los cuales confiar para ir despojándose de trabajo y así pasar más tiempo conmigo. Le comenté que siendo dueño de todo eso me chocaba que viviera en un piso céntrico y no en un chalet de lujo a las afueras de la ciudad y su respuesta me desconcertó.
--- No me gustan los lujos innecesarios cariño, así vivo más tranquilo, además, si viviera en un sitio de esos no te hubiera conocido. -tenía toda la razón. Una cosa más que me gustaba de Gerardo y que añadí a otras muchas: su humildad.
El dos de julio partimos en tres coches rumbo a nuestras vacaciones. Al día siguiente era el cumpleaños de mi hijo, 23 años ya y ya teníamos pensado como lo íbamos a celebrar. Silvia había propuesto una fiesta nudista en la casa y todos estuvimos de acuerdo. Resultó que los tres pisos de Gerardo, era en realidad dos más un ático dúplex dentro de un centro privado con spa y no sé cuantas cosas más. Los pisos estaban uno encima del otro, se comunicaban por el interior a través de escaleras y un ascensor. Gerardo y yo nos instalamos en el ático, que dispone de una grandísima terraza con jardín, ideal para celebrar la fiesta que había propuesto Silvia. Marcos y Silvia se quedaron en la segunda planta y Carmen y su hijo en la primera.
Celebramos el cumpleaños de Marcos en el jardín del ático donde previamente lo habíamos decorado ambientándolo a la era de las cavernas. Hicimos carne a la barbacoa, ensaladas y fruta. Después de recoger todo empezamos a jugar a una especie de escondite, chicos por un lado y chicas por otro. En principio avanzamos nosotras tres desnudas muy juntas, pero en un recodo de arbustos tuvimos que pasar de una en una debido a que era estrecho para las tres a la vez. Yo pasé la primera empujada por las otras dos, detrás de mí venía Carmen y de tras de ésta Silvia, sólo dimos tres o cuatro pasos cuando de repente Silvia dio un grito y desapareció de nuestra espalda. No obstante, Carmen y yo seguimos avanzando hasta llegar a una especie de cruce del que partían cuatro pasillos de arbustos, aquello era un puto laberinto. Ni Carmen ni yo sabíamos a ciencia cierta por donde tirar y se nos ocurrió lo peor que se puede hacer en estos casos, dividirnos. Yo tiré por el de la derecha y ella por el de la izquierda. Al poco de caminar oí los grititos nerviosos de Carmen; otra que han atrapado me dije. Caminé agachada hasta llegar casi al centro, donde había un parterre iluminado por antorchas con unas cuantas pieles colgadas y seis hamacas dispuestas en torno a un magnifico fuego, la verdad es que nos había quedado muy mono. Era la cabaña de la tribu de los chicos y aunque escuchaba ruidos dentro no podía ver nada desde allí, tenía que acercarme más y trazar un plan para salvar a mis chicas antes de que fueran violadas y más tarde devoradas.
Me acerqué un poco más caminando a gatas despacio para no hacer ruido ni ser vista y me paré para mirar. La pobre Silvia estaba a gatas sobre unas pieles esparcidas por el suelo, tenía los pies y manos atados y no podía moverse, lo peor no era eso, lo malo es que Sergio estaba situado detrás de ella y la estaba violando con dureza, agarrándola por el pelo mientras la penetraba con fuerza ¡Cómo gemía la muy puta! Debía estar encantada con su captor. A mi derecha vi que Gerardo arrastraba a Carmen simulando llevarla por los pelos. Llegaron al centro de la cabaña, la arrojó al suelo y procedió a inmovilizarla atándola los pies y las manos juntas. Se la quedó mirando un momento, era impresionante ver cómo se le ponía la polla dura mirando a su presa. Sin más, se agachó sobre ella, la arrastró poniéndola a gatas frente a Silvia y desde atrás la empaló con fuerza haciéndola gritar de placer. Como cada salvaje era dueño de lo que cazaba ellos estaban disfrutando ya de sus presas, sólo quedábamos mi hijo y yo.
En vista de que desde mi posición poco podía hacer por salvar a mis chicas, empecé a recular despacio y con cuidado aunque creo que ellos no me hubieran prestado atención de haber sido vista. Reculé como digo unos metros y de pronto me topé con algo, al volverme vi que era las piernas de mi hijo. Grité asustada por la sorpresa, Marcos me puso en pie y agarrándome por el cuello y los pelos me llevó al interior de la cabaña. Allí fui tratada de la misma manera, me inmovilizó atándome los pies y las manos y me arrastró hasta ponerme con la cabeza junto a la Silvia y Carmen cuyas caras reflejaban ya el paso de varios orgasmos. Iba a decir algo y en ese momento noté que mi hijo me agarraba con fuerza por las caderas y me empalaba el coño de un solo empujón. Solté un grito de placer y seguidamente empecé a gemir de gusto mientras era follada sin piedad por el cavernícola de mi hijo. Cada quince minutos cambiaban de víctima: Sergio me la metió a mí, Marcos a Carmen y Gerardo a su hermana Silvia. Yo me corrí la primera con mucha intensidad y casi sin disfrutarlo Gerardo me la clavó de golpe y empezó a follarme. Para terminar el juego, diré que una hora más tarde nos tumbaron a las tres en el suelo con las caras muy juntas y los tres salvajes se masturbaron y se corrieron encima de nosotras. Terminamos con las cara, pelo y pecho empapados de semen y encima los muy cerdos nos obligaron a lamernos entre nosotras las corridas de ellos, aún así nos tuvieron que soltar para que pudiéramos ducharnos y limpiarnos en condiciones.
El juego siguió cuando regresamos, pero ya más romántico, cada pareja se echó en una hamaca y entre caricias y besos acabamos haciendo el amor, llenando de jadeos la cabaña. Otro día probamos el spa que a las mujeres nos encantó igual que la sesión de masaje y exfoliación. Gerardo nos sorprendió un día llevándonos al puerto deportivo donde nos aguardaba un barco de recreo, concretamente un yate grande, perfecto para nosotros seis, lo cargamos de provisiones para diez días y nos trasladó a Menorca. Recorrimos varias calas accesibles solo por mar y por primera vez en mi vida participé en un orgia al aire libre y a la luz de la luna, fue maravilloso. Marcos y Sergio asediaban con preguntas a Gerardo, querían saber cuánto valía alquilar un barco como éste, cuanto costaba el mantenimiento. Gerardo les contestaba especulando con los precios, diciendo no estar muy seguro de ello, cosa que a los dos jóvenes les extrañó ya que si lo había alquilado tendría que saber forzosamente lo que le había costado.
Oyéndoles nosotras nos reíamos, aunque la que más era Silvia, las miradas que se echaban los hermanos me hizo sospechar que el barco era de Gerardo y no alquilado pero no dije nada, ya lo diría él si quería. Pronto se cansaron de preguntar y vinieron a sentarse con nosotras; Marcos con Silvia y Sergio entre su madre y yo, Gerardo continuó gobernando la nave, no sé adónde nos pensaba llevar. Enseguida vi que mi hijo y Silvia empezaban a enrollarse, y a mi derecha, Sergio y su madre hacían lo mismo me quedé atrapada. Les vi besarse y acariciarse y empecé a jugar con el pollón de Sergio. Me agaché después y empecé a chupárselo, mirando con cara de puta viciosa a Gerardo, segundos después vi que se empalmaba mirándonos, entonces me levanté me arrodillé ante él y empecé a chupársela hasta ponérsela dura y un rato después conseguí que se desahogara corriéndose en mi boca. Me puse de pie, le pasé una mano por la cintura y él me besó en la boca.
Los diez días que pasamos navegando con el barco fueron maravillosos. Al volver las chicas tuvimos otra sesión de spa, masajes, sauna y belleza puesto que al día siguiente Gerardo y yo celebrábamos nuestra boda en la intimidad de los nuestros.
Al día siguiente por la noche, siendo ya la mujer de Gerardo, me tomé un café y me fumé un cigarrillo con la vista puesta en el mar alumbrado por la luna llena. Sentí la presencia de Gerardo a mi lado y me acurruqué contra su pecho cuando me abrazó.
--- ¿Te preocupa algo mi reina? –me preguntó cariñosamente.
--- Sí, que de pronto me despierte y todo esto se acabe. –le dije soltando un suspiro.
--- Pues siento defraudarte, esto es real y muy real ¿añoras el pasado? –me preguntó.
--- No. Solo lo recuerdo con felicidad, porque en eso es en lo que nos convertimos cariño, en recuerdos –le dije- el problema que me plantea esta realidad es que podría acostumbrarme a ella sin dificultad.
--- Pues acostúmbrate a ella y disfrútala, para mi reina todo es poco.
--- Hay algo que me tiene un poco desconcertada Gerardo, todo esto es tuyo ¿no?
--- Sí.
--- Ya. Y el barco también ¿a que sí?
--- Eres adivina cariño. -dijo abrazándome desde detrás de mí- ¿quieres saber algo más?
--- Sí, tengo curiosidad por saber si me he casado con un millonario. –le dije.
--- ¿Y qué más da mi reina? ¿Es que no eres feliz así?
--- Demasiado. –le contesté.
--- Entonces te daré un consejo: No preguntes y disfruta. –me dijo.
--- Pero ¿eres o no millonario? –insistí.
--- ¿Y qué si lo fuera? ¿Acaso cambia algo?
--- Por supuesto que no. –respondí.
--- Entonces ya te has respondido tú sola. –me dijo esquivando una respuesta.
--- ¿Todavía me guardas más sorpresas? –le pregunté cambiando de táctica.
--- Sí, puede que algunas más. –contestó esquivándome de nuevo.
Entonces estiré el cuello y le besé en la boca. El beso cobró pasión y encendió nuestro deseo a cada segundo que pasaba, nuestras manos recorrieron el cuerpo del otro y minutos después estábamos sobre una hamaca haciendo el amor como lo hacen un marido y su amorosa mujer.
FIN