Terapia rural

Una pareja con problemas realizará una excursión que cambiara su relación para siempre

Tras 2 horas de caluroso viaje en autobús por fin habían llegado a su destino.  Iraida se apeo del  vehículo y estiro sus piernas entumecidas por el viaje. Su novio Javier hizo lo mismo mientras recogía sus bártulos del compartimiento del bus. Llevaban juntos casi dos años y atravesaban una crisis de pareja que intentaban superar con un fin de semana romántico en una casa rural de la sierra de Madrid. Javier rodeo la cintura de su chica con su brazo y se dirigieron a su alojamiento.

Tras haber desecho su mochila se tumbo en la cama a hacer el vago mientras ella aun estaba atareada.

-La verdad es que el pueblo es precioso - dijo Javi.

-Sí, y da gusto respirar el aire limpio del campo – comento la estudiante de ciencias ambientales.

Tras acabar de colgar su ropa se tumbo al lado de su novio en posición fetal quedando ambos mirándose a los ojos.  Javier examino cada rasgo de su rostro,  sus ojos claros que denotaban sinceridad, su tímida sonrisa, su pelo castaño con reflejos rojizos que contrastaban con su piel pálida, para pasar al resto de su silueta que quedaba acentuada por su forma en reloj de arena y su prominente cadera, un rasgo que a Javier le encantaba.

No lo entiendo, la mires por donde la mires es preciosa, ¿Por qué demonios tendrá tantos complejos? Se preguntaba el novio de la chica.

Iraida por su parte examino a su chico. A pesar de no ser muy alto ni muy ancho de espaldas era muy guapo, estaba muy fibroso y su tez morena acentuada por el sol del verano,  además de ser inteligente y divertido, cualidades que harían que muchas chicas se derritieran por él. No entiendo que hace con una chica tan normalita como yo se repetía una y otra vez por mucho que él le dijese que nunca pensase eso.

Sus complejos habían sido el mayor problema de su relación, ya que hacían que ella tuviera poca autoestima y a menudo discutían por cosas que no tenían la importancia que ella les daba según él decía, cosa que a ella le molestaba profundamente.

Ella fue la primera en romper el silencio para apartar de su mente los oscuros pensamientos que solían llevarlos a discutir.

-  ¿Que te apetece hacer? - dijo ella con una sonrisa.

  • De momento llenar el buche jaja – dijo él de forma despreocupada. Podemos ir a la tienda que hemos visto antes y comprar algo para hacernos unos bocadillos e ir esta tarde a dar una vuelta y bañarnos en el rio.

  • Me parece perfecto – dijo ella con una amplia y sincera sonrisa.

Tras comer en un bar recomendado por la dueña y comprar las cosas en una tienda del pueblo, se dirigieron a las afueras en dirección hacia el rio. Había una zona de baño habilitada con césped y una piscina natural. Al ser principios de julio no había mucha gente por lo que no tuvieron dificultad para encontrar un sitio en el que estuvieran a gusto.

Iraida se fijo en la gente que había en la zona; unas cuantas familias aquí y allá, un grupo de adolescentes, que no tenían muy buenas pintas y un grupo de chicas jóvenes que estaban siendo molestadas de vez en cuando por los macarrillas.

  • ¿¡Quieres dejar el móvil de una vez!? – dijo ella en tono despectivo.

  • Sorry cariño, mi madre está un poco pesada preguntándome por el viaje y tal – dijo él en tono conciliador. Tras dejar el móvil se quito la camiseta mostrando su torso marcado y le pidió a su chica que le echara crema por la espalda.

Mientras ella acariciaba la espalda de su novio con sus manos cubiertas de crema, no pudo evitar fijarse en el grupo de chicas. Eran cinco, tres de ellas bastante normalitas, sin embargo las otras dos eran auténticos bellezones, una morena y una rubia.

No me extraña que los chicos no paren de mirarlas, pensó con un cierto deje de inseguridad.  Volvió a mirarlas y se percato que el grupo de chicas miraba hacia ellos de vez en cuando, al principio con miradas furtivas y luego más descaradamente a la vez que soltaban pequeñas risitas. Todo esto hizo que se sintiera muy acomplejada; ¿Se estarán riendo de mí? ¿Se preguntaran que hace un chico así conmigo?

Casi como se le hubieran leído el pensamiento, la rubia y la morena se levantaron y se acercaron a su posición, haciendo que casi le diera un vuelco al corazón. Javi que estaba absorto en su móvil mientras le daban crema no se dio cuenta hasta que ambas llegaron a su altura.

  • Disculpa – dijo la morena con una sonrisa cargada de falsa timidez, ¿Nos podrías hacer una foto?

  • Claro –dijo el joven con amabilidad.

  • No, me refería a nosotras y a nuestras amigas- dijo la morena al ver que el chico las enfocaba con el móvil que le acababan de dar.

  • Ah! Vale jaja no hay problema.

Se levanto y fue con ellas al sitio donde ellas tenían puesto sus toallas, tras varias fotos y varios minutos de cháchara animada el joven volvió a su toalla junto a su chica, pero nada más verla supo que algo no iba bien.

-  Cariño ¿Te pasa algo?

  • No. Estoy bien – dijo ella de forma seca.

-  ¡Vamos Iraida, dijimos que íbamos a decirnos las cosas que nos pasaban o nos molestasen, me lo prometiste!

  • Pues lo que me pasa es que mi novio prefiere estar con el móvil o con unas cualquiera en vez de conmigo.

  • Eso no es justo y lo sabes. Tenía que hablar con mi madre como tú ya habrás hecho con la tuya, y ¿Que querías? ¿Qué les dijese que las fotos se las hicieran ellas?

Iraida guardo silencio y agacho la cabeza consciente de que una vez mas había sido víctima de sus complejos.

  • Solo quería que me echases crema – dijo finalmente con voz apagada.

  • Pues venga, quítate la ropa tristona – dijo él con ternura.

Tras un pequeño vacile por parte de su novia, Javier pasó a la acción y le quito el mismo la camiseta y los pantalones a su joven novia sin que esta mostrara ninguna oposición, dejándola en bikini. Tras esto unto sus manos en crema y la esparció delicadamente por la espalda de su chica.

Iraida sentía como las manos que tan bien conocían su anatomía recorrían y acariciaban cada centímetro de su piel durante varios minutos, desde sus pies hasta su cuello, haciendo que estuviera cada vez más relajada y se olvidase de sus ralladas.

  • No me digas que envidias a esas barbies de playa- le dijo con sus labios pegados a su cuello mientas ascendían poco a poco a su oreja. Les das mil vueltas en todo, le dijo antes de culminar con un ligero mordisco en el lóbulo de la oreja.

  • Ya, claro- dijo ella mostrando su disconformidad a pesar de su ligera excitación.

Tras esto se fundieron en un pasional beso y se dirigieron al lago a chapotear y retozar un rato. Tras un rato las chicas se unieron a ellos en el agua y después en el césped donde jugaron a diversos juegos de cartas.

Iraida intento ser cordial todo lo que pudo, a pesar de que para ella era evidente que Marta y Alicia, la morena y la rubia respectivamente, no paraban de comerse a su chico con los ojos y hasta flirteaban con él, a pesar de que Javi no mostraba ningún interés por ellas. Javier por su parte intento que su chica se socializara ya que no era muy buena conociendo gente nueva e intento por todos los medios que Iraida se abriese.

Al caer la noche se dirigieron todos al pueblo y la pareja se despidió del grupo, dejando caer la posibilidad de que se vieran al día siguiente en el mismo sitio. Tras entrar en la casa rural Iraida se metió directamente en la ducha evitando a su novio que le había preguntado si lo había pasado bien.

Se desnudó y se metió en la amplia ducha y dejó que el agua le cayera por todo el cuerpo como si fuera capaz de purgarla de todo lo malo cuanto habitaba en ella. Se giró al oír el sonido de la puerta y su mirada se encontró con la de Javier que la miraba con ojos llenos de seriedad y lujuria. Se despojo de la camiseta y a continuación lentamente del bañador mostrando su miembro que ya presentaba una notable erección. Sin mediar palabra, abrió la mampara de la ducha y se metió quedando a escasos centímetros de Iraida. Ella sintió como sus pezones se endurecían ante la simple presencia de su amante y el contacto del pene con su pubis. Él cogió el bote de gel y tras llenar sus manos las deslizó lentamente por los hombros, el cuello, los costados, la cintura, el culo, el vientre y finalmente los pechos de su chica en los que se deleito acariciando y pellizcando sus pezones mientras Iraida soltaba un pequeño jadeo. El se acerco aun mas aprisionándola a ella contra la pared del baño y le dijo:

  • ¿Ves esto?-  Dijo señalando su polla. Estoy así por ti, tu eres la que me pone así de cachondo, ninguna otra, ¿Te ha quedado claro?

  • Sii…. – dijo ella con un hilillo de voz mientras sentía que la habilidosa mano de su amante recorría su muslo hasta llegar a su sexo que empezó a masajear con habilidad.

Él la beso con pasión y sus labios y sus lenguas chocaron y pelearon como si no hubiera un mañana. Levanto con su mano derecha la pierna izquierda de su novia y la penetro lentamente hasta que sus pubis chocaron y soltaron un gemido al unisonó. Su cadera inicio el lento vaivén mientras sus labios y su lengua recorrían el cuello de su amante a la par que sus manos daban buena cuenta de sus senos de la talla 90. Ella lamia y mordía la lengua de su amante mientras arañaba su espalda por puro vicio. Sus acometidas se hicieron cada vez más intensas hasta que ella exploto en un sonoro orgasmo y él la tuvo que sujetar con fuerza por miedo a que se callera.

  • ¡Vamos a la cama! – dijo ella con ansia, una vez recuperada de su orgasmo.

  • Pero vamos a mojar la ca…

  • Me da igual, vamos a la cama ¡YA!

Javier se vio arrastrado a la cama por aquella mujer llena de deseo, que lo tumbó sin mediar palabra. Se coloco a horcajadas encima de él y se dejo caer hasta que volvió a sentirse llena, dejando escapar un jadeo de satisfacción. El la contemplo embelesado: si tuviera esta fuerza y seguridad el resto del tiempo… pensó el chico, tras lo cual se incorporo besándola y haciendo que sus cuerpos fueran prácticamente uno. Se aparto ligeramente de ella para acceder con su pulgar derecho al clítoris de su amante realizando movimientos circulares, mientras que con su otra mano amaso el precioso culo de su chica, para instantes después acariciar su ano con su dedo anular.

Ella acompaso las caricias recibidas con ligeros movimientos de cadera, hasta que la excitación llegó a su límite. Lo empujó con violencia para tumbarlo y tras colocar sus manos en sus duros abdominales inicio la cabalgada cual amazona rumbo a la batalla.

Tras pocos minutos sus gritos se hicieron más intensos estallando ambos en el éxtasis casi simultáneamente, quedando abrazados, sudorosos y agotados en la cama.

Volvieron a quedar en la misma postura que por la mañana aunque con menos ropa de por medio. Él acarició la mejilla de la mujer a la que amaba y ella le correspondió con una sonrisa.

  • Me encanta la fuerza y seguridad que demuestras cuando estas tan excitada, si tuvieras ese ímpetu el resto del tiempo te darías cuenta de que todos tus complejos son infundados,  eres preciosa Iraida y cualquier tío con dos dedos de frente se daría cuenta.

  • Gracias amor, pero no es tan fácil… - dijo ella medio sollozando.

-Inténtalo, por mí, ¿Vale? Cada vez que te sientas insegura recuerda este momento de pasión y toma las riendas de la situación, igual que has tomado las mías - añadió con un guiño cariñoso.

  • Esta bien, lo hare – dijo imprimiendo toda la seguridad que pudo en sus palabras.

Tras varios gestos llenos de cariño y complicidad, cenaron algo ligero y se acostaron después de volver a hacer el amor. Mientras él dormía plácidamente abrazándola desde atrás, ella le daba vueltas a sus problemas hasta que consiguió conciliar el sueño.

A la mañana siguiente se levantaron temprano para acudir al desayuno que ofrecía su alojamiento. Compartían la casa con una familia con quien  mantuvieron una conversación distendida en la que Iraida se mostro participativa, recordando los consejos de su novio. Tras el desayuno, se dirigieron a la tienda donde se pertrecharon bien para pasar el día fuera.  El plan era pasar la mañana en la piscina natural donde habían estado ayer y después de comer visitar un antiguo monasterio para después seguir el rio hasta llegar a un embalse donde se bañarían antes de volver a su nicho.

Una vez en la zona de baño se encontraron con Alicia y Marta, que les explicaron que el resto de chicas se habían ido a un pueblo cercano con unos chicos que conocían y que ellas no habían ido por falta de sitios en los coches y por cansancio. Esta vez colocaron sus toallas juntas.  Iraida fue muy cordial con ellas y se soltó a pesar de que no se fiaba ni un pelo de ellas, sobre todo de la morena, a la que veía las intenciones de lejos. Tras una animada charla y un rato de jugar a las cartas Alicia le pidió a Iraida que la acompañara al baño. Javier se quedo a solas con la escultural morena que aprovecho su tranquilidad para quedarse por fin en bikini. El chico observo sibilinamente su cuerpo, la verdad es que siendo objetivo estaba más buena que su novia, sobre todo por sus grandes pechos acentuados por su minúsculo bikini, más pequeño que el que tenía ayer.

  • ¿Te importa echarme un poco de crema en la espalda?- preguntó con una mirada de no haber roto nunca un plato.

  • Esto… ¿Por qué no esperas a que venga Alicia y que te la eche ella? – dijo él dubitativo.

  • ¿Y por qué esperar? ¿Que pasa eres de esos que no pueden ni ir al baño sin el permiso de su novia? – dijo ella sacándole la lengua consciente de que había tocado la fibra sensible del joven.

  • Venga túmbate que te la echo – dijo él apremiándola por esa falta a su orgullo.

La morena consciente de su victoria le dio la crema y se tumbo en la toalla.

  • ¿Me puedes desabrochar la parte de arriba? – pregunto coquetamente.

Él tras un momento de vacilación desabrochó el bikini y se sorprendió al ver que apenas tenía marca. Echó la crema por la espalda de la imponente morena y se dispuso a aplicarla por toda la espalda. Lo hizo metódicamente intentando darse toda la prisa posible pero intentando no hacer un mal trabajo para que la morena no se quejase y así acabar antes de que llegase su novia, sin embargo no pudo evitar sentirse un poco excitado al sentir el contacto de una piel que no era la de Iraida, y más teniendo en cuenta que ella estaba casi desnuda. No pudo evitar sentirse un poco culpable, sobre todo cuando sintió que estaba empezando a tener una erección. Por suerte o por desgracia, la situación llegó a su fin cuando Iraida y Alicia llegaron. Javier temió lo peor al ver que su novia intentaba ocultar su cara de pocos amigos. Marta interrumpió el tenso silencio incorporándose ligeramente y dirigiéndose a la novia.

  • ¿No te importa que me haya echado crema verdad? Es que no quería quemarme – dijo la morena con una sonrisa inocente.

  • ¿Por qué me iba a importar? Él ya es  mayorcito para saber lo que tiene que hacer – dijo con calma y una falsa apariencia que Javier no había visto nunca.

Iraida hizo caso a su chico y se dispuso a tomar las riendas de la situación, no iba a dejar que ninguna pelandusca sedujera a su novio. Se sentó delante de su novio aproximando bien su culo al paquete del joven y le paso la crema tras quitársela de las manos a la morena. El joven sorprendido por la actitud de su pareja se esforzó por darle un masaje relajante a la vez  que sensual para desquitarse del manoseo a la morena, como respuesta su amada empezó a hacer ligeros movimientos con el culo rozándolo con su paquete que iba ganando en tamaño poco a poco.

Marta al ver que la novia del moreno no era ninguna mosquita muerta decidió subir las apuestas, se dio la vuelta y se incorporo ligeramente dejando sus grandes senos al descubierto, se estiró hacia la pareja y cogió el bote de crema de las manos de Javier, tras lo cual empezó a untar sus voluminosos pechos. A su lado Alicia se tumbo y se deshizo de la parte de arriba al igual que su a amiga descubriendo unos pechos si bien no eran tan grandes como los de la morena, eran bastantes bonitos.

Iraida sintió como el pene de su novio llegaba a su máximo  en tamaño y dureza, consciente de que era la visión de las chicas semidesnudas lo que lo había provocado, haciéndola sentir cabreada y celosa.

  • ¿Ha… Hacéis topless?  - pregunto el joven boquiabierto.

-  Claro, ¿Que nos van a decir? – dijo la morena de forma picara.

  • ¿Tu no haces? – pregunto Alicia a la novia de Javi.

  • No… – dijo ella con un cierto toque de vergüenza, acomplejada por el tamaño de su pecho en comparación con el de ellas.

Javi consciente de los pensamientos de su novia la abrazo y la beso en el hombro con ternura pero esta se levantó y dijo que se iba a dar un chapuzón, tras lo cual se dirigió al agua. Javi se levanto rápidamente con intención de seguirla, dándose cuenta demasiado tarde de su evidente erección que el bañador no podía disimular. Marta consciente de ello se relamió segura de haber sido ella la culpable de semejante empalmada.  El obvió el gesto y se dirigió rápidamente al agua.

  • Déjame Javi – dijo Iraida cuando él llegó a su altura.

  • Cariño no pasa nada porque tengan las tetas más grandes, también hay chicos con mejor cuerpo que yo y eso no me impide quitarme la camiseta, ¿Entiendes? Lo que quiero decir es que cada uno es como es y….

  • ¿¡Crees que eso es lo que me ha molestado!? – le reprocho ella indignada.

  • ¿Qué sino? – pregunto él perplejo.

  • ¡Esto! – dijo ella agarrando el paquete aun duro de su novio. Con que con ninguna otra ¿Eh?

  • Cariño es algo natural, sabes que yo nunca….

  • Mira me da igual, me voy a nadar un rato.

Javier prefirió dejarla espacio y esperar a que se calmara por lo que decidió volver a la toalla con las chicas, con las que estuvo jugando a las cartas intentando no entrar en su juego a pesar de que Marta no parase de tirarle la caña.

Cuando Iraida volvió comieron en silencio y tras descansar un rato Javier decidió continuar con su novia el itinerario que se habían marcado para así evitar que se sintiera incomoda o celosa. Marta y Alicia se despidieron apenadas de ellos dando sendos besos de despedida en las mejillas de ambos. Cuando Marta se despido de Javi se acerco mucho a él cogiéndole de los costados y rozando sus pechos con los del chico a la vez que le daba los dos besos.

  • Bueno espero que no tardemos mucho en vernos – dijo añadiendo un guiño al moreno.

  • Ya se verá jaja – dijo él intentando escapar de la incómoda situación, de la que estaba seguro su novia se había percatado.

Volvieron al camino en dirección al monasterio que se encontraba no muy lejos de allí. Tras un breve vistazo decidieron ir campo a través hasta el rio para evitar tener que volver a hacer todo el camino hasta la piscina. Tras un rato de seguir el rio, la chica rompió el silencio.

  • ¿Seguro que vamos bien por aquí?

  • Bueno…  El rio llega directo al embalse así que no podemos perdernos ¿No?

Tras más de una hora de caminata estaban exhaustos y sin señal de acercarse al pantano, además ya habían vaciado sus botellas de agua. Fue en ese momento cuando llegaron a un pequeño claro rodeado de arboles con una pequeña charca. Cuando se dispusieron a dejar sus cosas se dieron cuenta de que no estaban solos. Había unas mochilas en el suelo además de una una toalla y desde detrás de una roca se percibían unos pies extendidos a los que se sumo una cabeza que se asomó por encima de ella. Un hombre de unos  cuarenta años atractivo y con canas les saludo con una sonrisa.

  • Hola chicos, ¿os habéis perdido?

  • Un poco creo jaja, nos dirigíamos al embalse – dijo Javi.

  • Buff pues habéis ido en la otra dirección…

  • ¿En serio? – dijo Iraida

  • Si, me temo que si habéis seguido el rio os hayáis confundido con uno de sus afluentes y lo hayáis seguido, tendríais que haber seguido el sendero que va desde la piscina natural.

Iraida lanzo a su chico una mirada cargada de reproche, aun cabreada por lo ocurrido allí.

  • Bueno, ¿Le importa que descansemos un rato aquí?  Llevamos un buen rato andando y se nos ha acabado el agua – dijo Javi intentando calmar el humor de su novia.

  • ¡Por supuesto! Espera, le diré a mi mujer que os traiga un poco de agua, ¡María!

La joven pareja se fijo en la mujer que salía tras uno de los arboles que ocultaban parte de la charca, quedándose atónitos.  Una pelirroja de unos treinta y muchos salió completamente desnuda del agua, tenía un cuerpo precioso y unos pechos que rivalizaban con los de Marta en tamaño. A pesar de su culo no era muy espectacular era un autentico bellezon para tener esa edad.  Tampoco pudieron evitar fijarse en el rasurado pubis en forma de flecha que señalaba a su sexo, así como un pequeño tatuaje en el tobillo con la forma del Ying y el Yang.

  • ¿Qué pasa Enrique? Ah, Hola - dijo tras ver a la pareja.

  • María estos son….

  • Eh… Ah, yo soy Javier, ella es Iraida.

  • Encantada de conoceros – dijo la pelirroja con una amplia sonrisa

  • Tráeles un poco de agua que están medio deshidratados.

  • Maaaarchandoo.

  • La metemos en el rio para que se mantenga fresquita – dijo el cuarentón.

La pareja asintió al mismo tiempo para después mirarse y por ultimo mirar a Enrique que aun permanecía sentado detrás de la roca. La escena protagonizada por María los había dejado paralizados, pensaron irse pero ya era demasiado tarde.

  • Aquí está el agua – dijo la pelirroja trayendo un enorme termo.

  • Bueno, sentaos hombre – dijo el maduro levantándose y señalando unas pequeñas piedras enfrente suya.

Tras intercambiar una mirada dubitativa, la joven pareja no tuvo más remedio que aceptar la invitación y sentarse en las rocas. La escultural pelirroja se acerco a ellos y les tendió el termo. Las pelirrojas siempre habían sido el mito erótico de Javier, nunca había podido enrollarse o acostarse con ninguna, y tener a una tan cerca y además desnuda y con ese cuerpazo, admirando sus enormes pezones y hasta su clítoris a menos de medio metro de distancia hacia que su sangre se dirigiera directamente a la zona de su entrepierna.

Por su parte Iraida se sentía tremendamente incomoda con la situación, aparte de tener delante a una mujer desnuda, esta tenía un gran cuerpo y el pecho más grande que ella, miro a su chico cuya mirada fija en la pelirroja no pudo descifrar. ¿Le pondría cachondo ver a esta mujer desnuda? ¿Acaso no pensaba como lo pasaría él si ella estuviera delante de un tío desnudo? Y entonces se dio cuenta de lo que iba a pasar.

Una vez les hubo dado el agua María se aparto y ante ellos quedo una imagen que volvió a dejarlos atónitos. Ante ellos se encontraba el madurito con los brazos en jarras, si bien no estaba fibroso como Javier, estaba muy bien para tener su edad pero había un elemento de su anatomía que destacaba por encima de todo. Iraida con los ojos como platos contemplo el miembro del cuarentón, a pesar de estar completamente flácido era tan largo como el de su novio y también más grueso. Nunca había visto una tan grande que no fuese en películas porno y eso a pesar de que aun no estaba empalmado, si es que eso podía ponerse rígido pensó la joven, sintiendo un pequeño hormigueo en su vientre.

Cuando Javi la vio no pudo evitarse sentirse pequeño. Siempre había estado muy contento con el tamaño de su pene, sensiblemente superior a la media, pero eso era algo con lo que simplemente no podía competir. Por primera vez en su vida sintió la misma sensación que experimentaba su chica tan a menudo, lo que le hizo mirarla confirmando que ella tenía la mirada fija en el descomunal aparato.

  • ¿No bebéis? Oye que no está envenenada jajaja – dijo el superdotado.

Tanto Iraida como Javier bebieron sumidos cada uno en sus pensamientos.

  • La verdad es que aquí se está muy bien - dijo la joven intentando romper un poco el hielo.

  • Pues sí, tiene sol, sombra y la charca, además está lo suficientemente apartado para que nadie te moleste. No lo digo por vosotros por supuesto, sois más que bienvenidos -  dijo Enrique.

  • No os cortéis, daos un chapuzón en la charca que estáis acaloraos – dijo su mujer al tiempo que se tumbaba en la toalla para tomar el sol.

Ninguno de los dos jóvenes se sentían muy a gusto bañándose delante de estos desnudos desconocidos pero la oferta era demasiado tentadora como para rechazarla. Se deshicieron de sus pantalones, camisetas y zapatos, quedándose en bañador y bikini,  y los dejaron a un lado con sus mochilas. Se internaron en la charca que les llegaba hasta el pecho por lo que se podía nadar con facilidad, además la temperatura era mucho más agradable que en el resto del rio. Iraida noto que su novio estaba retozón y ella decidió seguirle el juego. La timidez inicial había dado paso a un juego normal de pareja con aguadillas, risas y tocamientos furtivos. En uno de los momentos Iraida noto que su novio deslizaba su mano por la parte baja del bikini acariciando su pubis y accediendo fácilmente a su clítoris, mientras restregaba su paquete por el culo de su novia.

  • ¡Javi…! - se quejo ella sin muchas fuerzas.

  • Lo siento cariño, estoy muy cachondo – dijo al tiempo que mordisqueaba su cuello.

Ella disfruto de sus caricias con los ojos cerrados, pero los abrió de repente y se fijó en que la madura pareja los miraba de soslayo.

  • ¡Javi! ¡Para ya! Que nos están viendo… - dijo reuniendo toda su fuerza de voluntad y apartando a su novio a pesar de su excitación.

Tras unos minutos más de chapoteo en el que se relajó su libido, salieron del agua y se tumbaron en sus toallas a una distancia prudencial de los nudistas.

-Nada mejor que bañarse y tomar el sol ¿Verdad? – dijo el maduro.

  • Si - dijo Javier de forma cortes.

  • Bueno tu estas bastante moreno pero tu novia es un poco blanquita quizás no piense lo mismo – dijo la pelirroja.

  • Me gusta tomar el sol, aunque tengo que tener cuidado de no quemarme, además no me gusta que me queden marcas de bikini.

  • Bueno eso tiene fácil solución, como puedes ver yo no tengo ninguna jajaja.

Iraida se cortó ante la respuesta de la pelirroja, ¿Le estaba sugiriendo que se desnudase?

  • Bueno no todo el mundo tiene el mismo pudor, y más para ponerse en bolas – salió su novio en su defensa. Sin embargo, Iraida se sintió ligeramente ofendida pues pensaba que su novio la creía una cobarde.

  • Bueno siempre puede hacer topless, muchas chicas lo hacen – dijo el madurito.

  • Iraida no es… - empezó Javier antes de ser interrumpido.

  • ¡Oye! yo tengo tanto valor como cualquiera de esas – dijo sacando orgullo e intentando tomar la situación por los cuernos.

  • Pues adelante – la animo la pelirroja.

  • Bueno es que aquí…

  • Si no te atreves con tan poca gente no te vas a atrever en una playa, por ejemplo. – argumentó la madurita.

Tras unos instantes de duda, la joven se armó de valor y llevo sus manos al cierre del bikini, desabrochándolo y dejando al descubierto sus pechos. Javier estaba sorprendido por el cambio de actitud de su chica, ¿Había decidido por fin dejar de lado sus complejos o tenia la pareja de maduros algo que ver en la decisión de hacer topless de su novia?

Iraida tras unos momentos de vergüenza se sintió mucho mejor, como si se hubiera quitado un peso de encima. Por unos instantes se sintió muy segura de sí misma.

-¿Lo ves? Uno se siente tan bien al liberarse de la ropa. El cuerpo humano es precioso y no deberíamos taparlo tan a menudo, sobre todo el femenino – dijo Enrique añadiendo un pequeño guiño que hizo que Iraida se ruborizara.

Tras un rato de charla distendida al sol Javier recibió un mensaje de móvil.

  • Oye, ¿Sabéis si en el pantano ese hay setas?

  • Si, aunque si aun tenéis pensado ir allí os puede llevar un buen rato. Entre que volváis el camino y vayáis allí se os puede ir hora y media fácilmente.

-¿¡Qué!? Ni muerta me hago esa caminata con este calor. – dijo Iraida que se encontraba muy a gusto donde estaba.

  • Jo cari, le he prometido a mi Madre que le llevaría setas.

  • Ese no es mi problema, si quiere ve tu a por ellas o que venga ella no te digo – dijo ella bruscamente, ofendiendo a su pareja.

  • Escuchad – dijo la pelirroja tras un momento de silencio, vi un gran número de setas no muy lejos de aquí según veníamos antes. Si quieres puedo llevarte hasta ellas. – dijo dirigiéndose al joven.

  • Esta bien – dijo Javi tras unos segundos de duda. No quería dejar a su chica sola con un hombre desnudo, pero ella no había querido atender a razones y su actitud desde esta mañana le estaba trastocando por completo. Su resquemor hacia su pareja fue lo que le llevo a tomar esa decisión.

Una oleada de sentimientos y pensamientos golpeo a Iraida mientras veía a su novio alejarse con la madura desnuda. Estaba cabreada con su novio, por anteponer siempre los intereses de los demás a los de su propia novia, primero con las setas de su madre y después con las golfas de la piscina. Y ahora se iba él con una mujer desnuda a perderse por el campo, ¿Acaso no la conocía? ¿No sabía lo acomplejada e insegura que se sentía ahora? A ella jamás se le habría ocurrido dudar de su novio pero después lo de esa mañana con Marta y Alicia y verle ahora cachondo por culpa de la pelirroja seguramente, hacían que se sintiera insegura respecto a su fidelidad. Y la gota que colmo el vaso fue dejarla sola, siendo ella tan tímida, con un tío que acababan de conocer y que estaba completamente desnudo. Tras cruzar este último pensamiento por su cabeza volvió a fijarse en el maduro. Estaba tumbado en la tumbona con los brazos en la nuca recibiendo el sol en todo su cuerpo. Iraida no pudo evitar volver a fijarse en su miembro que descansaba sobre su muslo en estado de flacidez. En ese momento el la miró y sonrió, haciendo que Iraida se sonrojara un poco.

  • No te preocupes, volverán en un rato. Mientras tanto ¿Por qué no te sientas en esta tumbona? – dijo el levantándose y desplegando una segunda tumbona al lado de la suya. El suelo esta duro y es malo para las cervicales.

  • Tranquilo estoy bien aquí.

  • Venga mujer, que lo digo por tu bien. Anda que no muerdo jajaja- dijo volviendo a sentarse en su tumbona y haciendo un gesto para que ella se tumbase en la otra.

A pesar de su vergüenza Iraida se levanto y se tumbo en la segunda tumbona. No quería hacerle un feo después de lo amables que habían sido con ellos, además secretamente dentro de ella crecía una curiosidad. Curiosidad por ese enorme aparato que colgaba de la entrepierna de ese hombre. Debido a su postura actual llegaba casi hasta el suelo y que ahora lo podía observar más de cerca.

  • Muy bien, ¡así se hace! No hay que tener vergüenza en esta vida, eso nos limita y nos hace desgraciados. Mírame a mí, no tengo ningún tipo de vergüenza y no podía ser más feliz – le dijo el maduro con una sonrisa casi adivinando sus problemas más profundos.

  • Bueno no todo el mundo es capaz de quitarse la vergüenza, no es tan sencillo

  • Si que lo es. Si te lo propones puedes hacer lo que quieras. Solo hay que mirarte a ti – dijo el hombre observándola con seriedad.

  • ¿A… A mí? – dijo la joven sorprendida por su mirada.

  • Claro. Tú nunca habías hecho topless ¿Verdad?  - dijo el maduro mirando fijamente los pechos de la joven.

  • N… No – dijo ella intimidada.

  • Pues a eso me refería. Te has armado de valor y has dejado atrás tu vergüenza haciendo algo que jamás habías hecho. Si quisieras también podrías quedarte desnuda como mi mujer o yo.

-¿¡Qué!? No, no, no, yo no sería capaz de eso.

  • ¿Por qué no? Es prácticamente lo mismo pero quitándote una prenda mas de ropa. No pasa nada porque vean esa parte de tu anatomía, ¿O crees que a mi mujer o a mi nos importa que nos veáis desnudos?

  • Ya pero no es lo mismo.

  • ¿Por qué no?

  • Porque tú… - Iraida se paro en medio de la frase para escoger bien sus palabras. Tu mujer no tendrá problemas de enseñarlo porque tiene un cuerpo precioso, pero el mío…

  • El tuyo es tan bonito como el suyo, o más.

-  ¿¡Que dices!? – dijo ella entre sorprendida y avergonzada.

  • La verdad, todos los cuerpos tienen algo bonito y en tu caso no iba a ser menos, tienes una figura envidiable y unas caderas que ya quisieran muchas, además tus piernas son muy bonitas.

  • Muchas gracias – dijo la joven tremendamente agradecida a la vez de avergonzada. Pero aun así no creo que fuera capaz de…

  • Bueno eso ya es cosa tuya, pero sería una forma genial de demostrar que estas orgullosa de tu cuerpo y dejar atrás la vergüenza…

Iraida reflexiono sobre el asunto, por una parte no se podía creer que se estuviera planteando quedarse desnuda delante de un desconocido, pero por otra parte su razonamiento era acertado. Su novio siempre le decía que encontrase nuevas formas de superar su vergüenza y sus complejos y lo que le dijo la noche anterior… “…Cada vez que te sientas insegura recuerda este momento de pasión y toma las riendas de la situación… ”. Iraida recordó aquel momento de pasión en el que estuvo tan segura de sí misma y reuniendo todo el valor que tuvo llevo sus manos a su cadera y cogiendo la cinta del bikini empezó a deslizarlo por sus piernas, hasta que tuvo que levantar sus rodillas para poder desprenderse finalmente de la prenda. Cuando acabo la invadió una mezcla de vergüenza y excitación parecida a la que tenía cuando su novio y ella lo habían hecho en algún lugar público.

-¡Bravo! – dijo el simulando una graciosa reverencia que hizo que ella se riera, relajándola bastante.

Ambos se tumbaron en sendas tumbonas tomando el sol en silencio, sin embargo esa sensación de riesgo aun permanecía en ella, ¿Seria por que esperaba ver la reacción de su novio cuando la viera así? ¿Se lo tomaría a mal? ¿Y dónde estaba? Se preguntó, ya que ya hacía rato que se había ido con la madura.

  • Iraida – dijo el cuarentón despertándola de sus cavilaciones. ¿Te importaría echarme crema en la espalda? – dijo al tiempo que se daba la vuelta en la tumbona y le tendía la crema.

La vergüenza se apodero de ella, a pesar de que estaba desnuda su postura en la tumbona y la forma de quitarse lo que le quedaba de ropa había impedido que el madurito viese su sexo. Si se levantaba a darle la crema Enrique vería lo que solo había visto Javier, además la idea de estar tan cerca de él y tocarle hacia que se sintiera incomoda. Sin embargo, una duda aun la acechaba, ¿Sería capaz de tener una erección si la veía desnuda y le echaba crema? Iraida volvió a sentir ese hormigueo en el vientre y unido al morbo del riesgo se levanto dispuesta a hacerlo. Le hecho crema y me vuelvo rápidamente a mi tumbona, pensó,  además si mi novio se la echo a aquella golfa ¿Por qué no iba a poder hacerlo yo?

Cuando se levanto dejando a la vista su pubis casi completamente rasurado vio que el madurito fijo su mirada en su secreto mas oculto. Ella sintiéndose pletórica cogió la crema y se acerco a él. Se situó a su lado y empezó a echarle crema por toda la espalda.

-¿Por dónde te echo? – pregunto ella dubitativa.

-Hasta donde te atrevas jaja – dijo el hombre de forma despreocupada a la vez que sensual.

Iraida tenía la piel de gallina, mientras le untaba la crema por los hombros, masajeándolos, no podo evitar una vez más volver a fijarse en el rabo de aquel hombre. Su grosor era casi el mismo que el de su muñeca y estaba recubierto de venas. A pesar de que aun seguía en estado morcillón, pensó que había crecido ligeramente de tamaño, quizás gracias a ella ¿O se lo estaba imaginando?

Se esforzó al máximo en hacer un buen trabajo, dándole desde los hombros hasta el coxis. Hasta donde te atrevas le había dicho él, se sintió tentada de echarle también por el culo, que lo tenía bastante bien puesto, pero se acordó de Javi al que quería más que a nada y se dijo que aquello seria ir demasiado lejos. Volvió a subir para darle crema en el extremo más alejado de su ancha espalda, pero ante la imposibilidad de llegar tuvo que subir una rodilla en la tumbona dejando una clara visión de su sexo al madurito. Cuando la joven se dio cuenta se fijó en la mirada que él le echaba a su pubis, que se encontraba a escasos centímetros de su cara. Entonces volvió a fijarse en su pene que dio un ligero respingo. Por primera vez en mucho tiempo se sentía deseada por un hombre que no fuera su novio y cualquier atisbo de complejo desapareció de su mente. El hormigueo que sentía se había desplazado un poco más abajo provocándola esa sensación de excitación que tan bien conocía.

-  Bueno ya esta -  dijo acabando el masaje y volviendo a tumbarse en la tumbona rápidamente, esta vez boca abajo, para evitar hacer una locura.

  • Muchas gracias – dijo él con un tono que ella no supo cómo interpretar.

Tras unos minutos de silencio en los que ella intento calmarse, Enrique la informo de algo.

  • Tienes los hombros colorados, te estás quemando.

Mientras ella constataba que él decía la verdad,  volvió a dirigirse a ella.

  • ¿Cuánto hace que te echaste crema?

Antes de que ella pudiera responder, el maduro se levanto , cogiendo la crema y situándose a su lado.

  • Enrique, no creo que este bien… - dijo ella indecisa.

  • Tranquila -  dijo él en tono meloso. Solo voy a devolverte el favor que tú me has hecho, además soy fisioterapeuta así que ya que estoy te doy un masaje relajante, no te puedes negar – dijo él con seguridad.

Una vez más la reacción del hombre la dejo sin poder articular palabra. Sus manos untadas en crema ya recorrían su espalda dándole una sensación de relajación completa en pocos minutos. Estaba tan relajada que no se dio cuenta que poco a poco fue abriendo las piernas mostrando una visión perfecta de su ano y su vagina al masajista. Este recorrió la espalda dese de los hombros hasta la parte superior del culo. Cuando Iraida estaba a punto de decirle que parase, el volvió a subir esta vez para llegar a la zona de sus trapecios y su nuca, volviendo a sentirse relajada.

  • Mmm tienes un buen nudo aquí, ¿Sufres mucho estrés?

-  A veces…

  • Voy a tener que emplearme a fondo para quitártelo.

Sin mediar más palabra paso la pierna por encima de ella para poder situarse encima de ella de pie. La joven estaba disfrutando de las mágicas manos del masajista cuando noto el tacto del miembro del masajista tocándole el culo, esto hico que el hormigueo volviese a aparecer. Decidió dejarle hacer segura de que era completamente involuntario, además estaba disfrutando demasiado del masaje. Enrique al ver que la joven no se quejaba decidió ir un poco más lejos, echándose ligeramente hacia atrás y arrodillándose un poco, para que mientras sus manos siguieran afanadas con su espalda, su miembro callera directamente en la parte interna del muslo de la chica que aun tenía las piernas abiertas. Iraida se maldijo por no haber cerrado antes las piernas, ahora era demasiado tarde y no quiero montar ninguna escena, además aunque le costase reconocerlo le estaba gustando. El tacto del suave glande del maduro fue acercándose poco a poco al sexo de la joven, cuando llego a su destino el masajista se fue dejando caer para volver a subir repetidamente rozando así los labios vaginales de la excitada joven que ya había empezado a lubricar. En ese momento Iraida recobro la cordura y se dispuso a parar ese abuso cuando el masajista la interrumpió.

  • Bueno ya te he deshecho el nudo, he hecho un buen trabajo ¿No crees? – pregunto con doble intención.

  • Siii – dijo ella con un hilo de voz. Escucha Enrique…

  • Venga date la vuelta y te lo hago por delante.

-  ¿¡Que!?

  • Claro hombre, así te quito todo el estrés acumulado en tus tendones.

  • Mira Enrique, para ya que me conozco tu jueguecito.

  • ¿A qué te refieres?

  • No te hagas el tonto, estas cachondo y estas intentando calentarme, pero no funcionara, además mi novio puede llegar en cualquier momento – dijo ella intentando ganar el control de la situación a pesar de su excitación.

  • En primer lugar, no te preocupes que tu novio estará “ocupado” con mi mujer, y en segundo lugar, ¿Quien ha dicho que yo este cachondo? – dijo señalando su herramienta aun en estado de flacidez.

  • Eso es porque eso es imposible que se ponga duro, y ¿Que insinúas con lo de mi novio? – dijo ella.

  • Hace falta algo más que unos roces para calentarme, a diferencia de ti – dijo tras lo cual paso dos dedos de la mano derecha por los labios de la joven impregnándolos de los fluidos.

  • ¡Enrique…! – dijo ella entre excitada y cabreada.

  • Solo quería comprobar si tenía razón, si quieres tú también puedes hacerlo.

Antes de que ella contestara, el cogió su mano derecha y a la atrajo hasta su largo miembro, apresándolo y moviéndole la mano en un lento vaivén.

  • ¡Enrique! ¡Para ya por favor! – dijo a pesar de no poner mucha resistencia en su mano. ¿Es que te da igual que tu mujer te pille así?

  • Mi mujer y yo somos muy liberales, pero eso somos tan felices. Además tu novio es justo el tipo de chico que le gusta.

-¿Qué quieres decir? – dijo ella angustiada ante la posibilidad de que su novio le fuera infiel.

  • Que si sigues así podrás vérmela bien dura, es lo que querías ¿Verdad? No lo niegues por que se que no has parado de mirarla.

Una oleada de sentimientos volvió a sacudir a nuestra insegura joven. Estaba cabreada con su novio por haberla dejado abandonada con este pervertido estaba, asustada por la posibilidad de que le estuviera poniendo los cuernos con la pelirroja, cosa más que probable viendo lo que tardaban pero a la vez se sentía culpable por haberse excitado con Enrique cosa que le había recriminado a él esa misma mañana. Sin embargo, las sensaciones predominantes eran su gran excitación y su curiosidad por verle su enorme miembro en todo su esplendor. Sabía que lo que estaba a punto de hacer podría cambiar su relación para siempre pero era lo que tenía que hacer.

Iraida llevo su mano izquierda a la polla del maduro para meneársela a dos manos sin que nadie la obligara ya. En cuanto se la vea dura parare, se dijo a pesar de no confiar mucho en sí misma. Poco a poco la polla del maduro comenzó a ganar tamaño y dureza en sus manos, cuando noto que acariciaba su mejilla derecha suavemente. La joven le miro y vio la cara de deseo del cuarentón que con su otra mano acaricio los pezones de la chica. La mano de la mejilla se situó en el cuello de Iraida y atrajo su cabeza hasta quedar a escasos milímetros de su glande.

  • Así acabarías antes – dijo el cuarentón.

  • Ni hablar – respondió ella negándose a chupársela.

  • Vamos, ¿No te apetece probarla un poco?

La chica contemplo la oronda verga que casi estaba completamente empinada, le pareció preciosa y eso unido a su creciente excitación hizo que poco a poco sus labios fueran cerrándose alrededor del glande jugando lentamente con él y saboreándolo despacio. Se separo de él y contemplo al fin la enorme verga en erección, por fin había cumplido su objetivo.

  • ¿T e gusta lo que ves? – pregunto con aires de autosuficiencia.

  • Mucho…. – Respondió ella a media voz. ¿Cuánto te mide?

  • 22 cm y en edad de crecimiento jajaja.

Iraida se rio del comentario del atractivo maduro mientras aun contemplaba el aparato amasándolo con las manos. Ella siempre había estado muy contento con el tamaño del pene de su novio, pero este le superaba por al menos  5 cm además era bastante más gruesa. Acordarse del pene de su novio hizo que se sintiera culpable por lo que acababa de hacer.

  • Mira Enrique tienes una polla espectacular, pero quiero a mi novio y no quiero seguir con…

  • Shhhh – la callo poniéndole la polla en los labios e impidiéndola hablar. Ahora me toca a mí – dijo añadiendo un guiño.

El cuarentón se agacho y agarrando a la chica de los muslos tumbándola en la tumbona y se arrodillo antes de que ella pudiera negarse. Rápidamente acerco su cara a su entrepierna que empezó a besar sensualmente hasta que llego al coño de la joven. Su lengua recorrió los pliegues de sus labios para dar paso a movimientos circulares sobre su clítoris. Iraida intento detenerle pero se estaba deshaciéndose de placer, la excitación acumulada unida a la excelente comida de coño que le estaba proporcionando hizo que se olvidara del mundo entero. No tardo mucho en sentir que le vendría un orgasmo pero justo en ese momento el cuarentón paro y se puso de pie.

  • ¿¡Pero qué haces!? ¡Sigue que estoy a punto joder! – dijo Iraida desatando la bestia pasional que llevaba dentro.

  • Tranquila – dijo él.  Tengo otras formas de conseguir que te corras. Mientras lo decía acerco su miembro al sexo de la chica y restregó su glande sobre el clítoris de la joven que se deshizo en suspiros. Finalmente apunto su colosal aparato a la entrada de su vagina donde se detuvo.

  • ¿Qué me dices? – dijo el seguro de su victoria.

  • Que eso no me entra ni de coña – dijo ella desafiante a la vez que nerviosa.

  • ¿Quieres que lo comprobemos?

  • Si  - dijo ella tras unos instantes con su sonrisa más lujuriosa. La excitación se había apoderado de ella y ya no podía pensar en otra cosa que no fuera que la hicieran gemir como una loca.

Poco a poco el hombre fue introduciendo centímetros de carne dentro del estrecho coño de la universitaria. A pesar de que ella estaba muy lubricada no consiguió metérsela del todo al primer intento, quedándose a la mitad. Iraida sintió una mezcla de dolor y placer como solo había sentido cuando su novio la desvirgo, sin embargo esta sensación era el doble de intensa debido al tamaño del semental. Tras sacarla nuevamente volvió a empujar su cadera consiguiendo esta vez introducirse casi totalmente dentro de la joven que se deshizo en un estruendoso orgasmo múltiple mientras él la sacaba y la metía unas cuantas veces más.

  • Pues te has equivocado, ha entrado enterita – dijo el riéndose.

  • ¡Dios nunca me había sentido tan llena, me llegas hasta el útero joder!

  • ¿Quieres que siga?

  • Follame bien, semental.

  • Uff estoy sudando, voy a darme un buen chapuzón en cuanto lleguemos – le dijo Javi a la preciosa pelirroja.

  • Y yo jajaja, hemos tenido que buscar mucho pero al menos hemos conseguido bastantes setas.

  • Si y menos mal porque…. – Javier se paro en medio de la frase. Estaban a escasos metros del claro cuando oyeron unos gritos. Javier se apresuró y cuando llegó no pudo creer lo que veían sus ojos. Iraida estaba desnuda con las piernas abiertas tumbada en una tumbona inclinada gimiendo mientras Enrique la empalaba con su enorme pollon.

Su corazón se rompió en mil pedazos en ese momento, después de todo lo que había soportado y luchado por ella ¿Y así se lo pagaba? María fue consciente de los sentimientos del chico, su marido había hecho un gran trabajo seduciendo a la tímida chica, ella había intentado varios acercamientos a él durante su búsqueda de setas pero no había caído en sus redes a pesar de su evidente erección durante todo el camino. Ahora era el momento de dar el todo por el todo.

  • Tranquilo – dijo interponiéndose entre él y la visión que le horrorizaba. Vamos a devolvérsela - dijo ella tras lo cual dio un súbito y ardiente beso al joven, al que pillo de improviso. Lo empujo contra un árbol mientras seguía besándolo con lengua a la vez que sus manos se deshacían del bañador del moreno.

Javier atónito por la reacción de la pelirroja no dudo en seguirle la corriente. Le excitaba muchísimo la idea de acostarse con ella y si iba a haber cuernos él no sería el único que los tendría. La madurita se agacho besando los duros pectorales del joven, para después pasar a lamer sus abdominales y finalmente seguir la línea de sus oblicuos con la lengua lentamente mientras terminaba de deshacerse de la prenda del joven. Ante ella apareció una dura verga de tamaño considerable, que pese a no ser tan grande como la de su marido, era tremendamente apetecible.

  • Chico en ti esta todo duro por lo que veo - dijo mientras masturbaba al joven con su mano izquierda. Te voy a enseñar como la chupa una mujer de verdad.

Se metió la polla del joven en la boca y le practico la mejor mamada de su vida, acompasando las lamidas a su glande junto con los agiles movimientos de su mano, para pasar a metérsela entera en la boca una y otra vez. Javi no se lo podía creer, su novia nunca había conseguido meterse su miembro entero y esta mujer lo hacía como si nada.

Iraida llevaba un rato con los ojos cerrados disfrutando al máximo de la lenta follada que le estaba propinando el cuarentón cuando oyó unos jadeos. Abrió los ojos y se encontró a su novio  apoyado junto a un árbol mientras María le lamia los huevos a la vez que le masturbaba. La mirada de ambos jóvenes se cruzo durante unos instantes mientras recibían placer de esos extraños. Mucho podrían haberse dicho pero en ese momento pero María se levanto y tumbo al joven en la tumbona contigua. Se tumbo encima de él besándose y acariciándose con pasión. El joven se incorporo para lamerle sus enormes pechos mientras frotaba rápidamente su clítoris con sus dedos. Como hiciera su novia el día anterior Javi fue empujado contra la tumbona y con un rápido movimiento la pelirroja levanto la cadera y volvió a bajarla clavándose por entero la estaca de Javi de una sola vez. La cabalgada de la pelirroja era rápida e intensa en comparación con el lento mete saca que practicaba su marido con Iraida. María arañaba los duros abdominales del muchacho que le ponían a cien mientras el pellizcaba con maestría sus pezones. Tras unos minutos la salvaje jinete se corrió en un mar de jadeos y gritos.

Enrique se había había cansado de la postura por lo que volvió o poner la tumbona en posición normal y volteo a la joven haciendo que se pusiera con el culo en pompa.

  • Tienes un culo precioso Iraida – dijo propinándole un pequeño cachete en la nalga, que Iraida respondió con un sensual quejido. Voy a disfrutar viéndolo mientras te follo a conciencia. El cuarentón volvió a penetrarla iniciando el lento pero constante vaivén mientras se agarraba a la cintura de la joven, que no paraba de gemir. Por su parte María se había tumbado boca arriba y estaba disfrutando de las incesantes acometidas de la polla de Javi que le entraba hasta los huevos. Levanto su mirada y a escasos centímetros vio los bamboleantes pechos de Iraida. Los agarro con sus manos acariciándolos y pellizcándolos a partes iguales. La joven que nunca había recibido semejantes caricias por parte de alguien de su mismo sexo, agradeció las caricias y se acerco a ella. La pelirroja se irguió compartiendo el primer beso lésbico de Iraida. Tras el tórrido morreo se situaron una encima de otra lamiendo cada una los pechos de la otra mientras recibían placer por parte de los sementales que tras escasos minutos hicieron que se corrieran al unisonó.

  • Bueno, creo que es hora de que estas chicas reciban su baño ¿Verdad chaval? – dijo Enrique a Javi al tiempo que daba la vuelta a su novia, dejándola en la misma posición que a María y acercando su polla a la cabeza de ambas que estaban una al lado de otras mientras se masturbaba. Javier se salió del interior de María e imito al cuarentón. María deseosa de recibir el fruto de su orgasmo abrió la boca y saco la lengua mientras masturbaba rápidamente al joven. A Iraida por su parte no le hacía mucha gracia que otro que no fuese su novio se corriese en  su cara o su boca, pero después del placer que le había proporcionado Enrique no se vio en posición de negarle nada.

Enrique fue el primero en correrse echando un abundante chorro que cayó entre la nariz y la boca de Iraida cayendo también parte de su contenido dentro, el siguiente chorro casi tan abundante como en anterior fue a parar a la frente y el pelo de su mujer, tras esto soltó unas cuantas gotas que saltaron por doquier en las cabezas de las chicas. Unos segundos después Javi empezó a eyacular con violencia. Sus dos primeros chorros cayeron en la mejilla y boca y boca de María, los demás los apunto contra la cara de su novia a la que lleno la cara con su leche como símbolo de humillación. María trago agradecida el regalo recibido y exprimió con las manos y la boca hasta la última gota que le dio Javi.

  • Ahhh, juventud, divino tesoro – dijo añadiendo un último beso a la punta del cipote.

Iraida por su parte prefirió escupir lo que había en su boca por miedo a enfermedades, evitando chupársela a Enrique y dirigiéndose a la charca para lavarse la cara, siendo imitada por María instantes después. Enrique se espatarro en la tumbona, exhausto y orgulloso de un trabajo bien realizado. Javier cogió su ropa en silencio y se la puso para después recoger el  resto de sus bártulos. Iraida viendo la intención de su novio de marcharse se vistió rápidamente y cogió también su mochila siguiendo apresuradamente al muchacho que se marchaba.

  • ¡Adiós a vosotros también! – grito María a la joven pareja que se marchaba. Tras lo cual se tumbo encima de su marido en la tumbona propinándole un cariñoso beso.

La pareja realizo el camino de regreso al pueblo en silencio mientras oscurecía. En el pueblo se encontraron con el grupo de chicas que les saludaron, pero ni Javi ni Iraida les devolvieron el saludo. Cenaron los bocadillos que no se habían tomado en la excusión en silencio e Iraida se fue a duchar.

  • ¿Vienes?

  • No, dúchate tu, después me duchare yo.

Iraida se ducho mientras lloraba desconsoladamente bajo el agua, convencida de que había perdido a su novio.

Tras salir de la ducha se fue directamente a la cama pero no podía dormirse, habían pasado demasiadas cosas y necesitaba hablarlas con Javi o se volvería loca. Cuando él salió de la ducha se metió en la cama junto a ella.

  • Javi… - empezó ella.

  • No quiero hablar ahora – le corto él.

  • Lo entiendo - dijo ella entristecida con los ojos llorosos. Cuando te apetezca hablar de ello aquí estaré – dijo casi llorando.

A Javi le partía el corazón verla tan triste y arrepentida, la amaba con todas sus fuerzas y no podía soportar esa situación. Se dio la vuelta y la abrazo desde atrás pegándose a ella lo máximo posible con la intención de reconfortarla. Iraida sintió un alivio increíble cuando él la abrazó. Le encantaba sentirse sus fuertes brazos agarrándola, su duro pecho contra su espalda y su… paquete contra su culo. La joven empezó a mover su cadera haciendo que el miembro de su novio se pusiera más y más duro por el roce. Se dio la vuelta y se encontró con los suaves labios del moreno que la beso con pasión mientras compartían mil caricias. Iraida lo aparto llorando para mirarle a los ojos.

  • Lo siento muchísimo Javi, yo no tenía intención de hacerte eso pero estaba muy confusa y excitada, además de cabreada y… y solo puedo rogar que me perdones y prometerte que a partir de ahora voy a hacer las cosas mejor y voy a ser mas decidida y no voy a tener complejos y….

  • Shhh, shhh, shhh, cálmate por favor – dijo el interrumpiendo la atropellada disculpa de la joven. Yo tampoco he sido un novio perfecto, no me he tomado en serio cosas que eran importantes para ti, cosas que he vivido hoy en mis propias carnes. Además, tú no eres la única que se ha acostado con otro hoy…

  • Por favor Javi, no quiero perderte, te amo más que a nada y no sortaria que lo que ha pasado me aleje definitivamente de ti – dijo ella llorando a moco tendido.

-¡Eh, eh, eh! ¡Escúchame! – dijo el sujetando la cabeza de la joven obligándola a mirarle a los ojos, unos ojos que le dejaban sin aliento. Nada me va a alejar de ti – dijo fundiéndose con ella en un enorme beso.

A los pocos segundos los gritos y jadeos llenaban la habitación de aquella casa rural situada en un pueblo en ninguna parte. Para bien o para mal, su relación había cambiado para siempre.