Terapia conductual 2

Estaba desbordada de sensaciones... Los labios de esa chica, la polla de mi mentor y la polla que me estaban metiendo por detrás me hacía sentir que estaba a punto de perder el conocimiento.

Pff! Hoy no tenía nada de ganas de venir a ver al doctorcito este... pero aquí estaba ya... en una sala de espera muy poco cómoda que invitaba más a largarse de ahí que a resignarse a contar sus penas...

De repente sonó el whatsapp:

  • Ya estás adentro?

  • No.

  • Ni se te ocurra contarle lo de "Praga" que estos tíos son capaces de cerrar el sitio!

No contesté.

Estaba viviendo de nuevo aquella noche, de nuevo en el coche, la calle estaba muy oscura y apenas se alcanzaba a distinguir el edificio al que entramos. Pasamos por un patio central, luego bajamos por unas escaleras y recorrimos un pasillo muy angosto y frío. Llegamos a una puerta en donde nos recibió un tío que nos pidió quitarnos la ropa antes de entrar.

  • Déjate sólo el collar. Me ordenó mi mentor mientras me quitaba la ropa.

Mi corazón latía muy rápido y todo mi cuerpo estaba alerta. Entregamos la ropa y nos colocaron un brazalete con un número. El mío era color rosa y tenía el número uno.

  • ¡Bienvenidos a Praga! Dijo el mismo tío de la puerta mostrándonos un pasillo alfombrado del que salía un calor humano mezclado con ese olor que desprenden las sábanas después de haber follado toda la noche.

Mi mentor me tomó de la mano para hacerme caminar por aquel sitio donde se empezaban a escuchar gemidos y jadeos... Las habitaciones estaban a media luz pero se alcanzaba perfecto a distinguir cada cuerpo y cada movimiento. Había unas seis parejas, unos follando y los otros mirando...

  • Quiero que camines por el lugar hasta que estés lo suficientemente mojada para clavarte mi polla. Me susurró mi mentor al oído.

Empecé a caminar. Tenía la piel chinita y los pezones muy duros, no sabía a qué o a quién dirigirme hasta que me encontré con la mirada de una tía a la que se estaban follando por detrás. Su mirada era lasciva y tenía la boca abierta expresando el roce que sentía cada vez que le empujaban la polla hasta el fondo... Gemía y a cada gemido podía yo misma sentir la polla que le estaban metiendo una y otra vez. Me detuve a mirarla y de pronto sentí los dedos de mi mentor rozándome suavemente el clítoris.

  • No dejes de mirar.

Mi coñito estaba ya hinchado de deseo.

  • Acércate y bésala.

Sin dejar de mirarla y sin dudarlo, me hinqué y empecé a ir hacia ella. Cuando estaba lo suficientemente cerca la tomé por la barbilla y le metí la lengua a la boca. y ella metió su lengua a la mía. Nos besamos hasta que se corrió.

Entonces mi mentor me hizo a un lado y le metió la polla a la boca, luego me miró y con los ojos me ordenó que me volviera a acercar y empezáramos a mamarle la polla entre las dos. Le cogí la polla y se la metí en la boca a aquella chica mientras le empujaba la cabeza para que se la metiera hasta el fondo, yo mientras le lamía los huevos y me metía entre sus piernas para lamerle por todo lados. De repente, sentí cómo me ponían a cuatro patas y me empezaban a clavar una polla...

  • ¡Dios! ¡Solicito permiso para correrme señor!

  • Aun no. Apenas estamos empezando...

Estaba desbordada de sensaciones... Los labios de esa chica, la polla de mi mentor y la polla que me estaban metiendo por detrás me hacía sentir que estaba a punto de perder el conocimiento.

  • Recuéstate boca arriba al centro del salón.

Apenas pude cambiar de lugar sin correrme cuando me di cuenta de que varios cuerpos me observaban. Hombres y mujeres se habían sentido atraídos por el brazalete que llevaba pues indicaba que era mi primera vez en ese lugar y que aceptaba que me tocaran y follaran hombres y mujeres...

Me recosté al centro del salón sobre una banca con una pierna a cada costado y las manos hacia atrás. Mi cabeza colgaba y mi mentor fue el primero en venir y clavarme su polla hasta la garganta, me encantaba que hiciera eso porque al no poder respirar hacía que me mojara cada vez más... al mismo tiempo una chica empezó a comerme el coñito mientras otra pareja me comía los pezones y otros me miraban haciéndose pajas y tocándose entre ellos...

  • Te gusta? Preguntó mi mentor. Apenas pude contestar que si y me ordenó que me corriera cuando sintiera su leche correr por mi garganta. Y así lo hice, lo escuché gemir y sentí cómo su polla se ensanchaba dentro de mi garganta dejando salir todo lo suyo y entonces me corrí en la boca de aquella tía que me comía deliciosamente...

  • ¡Gracias Señor! Le dije a mi mentor como cada vez que dejaba que me corriera.

  • Aún no hemos terminado.

De pronto una puerta se abrió y mi psiquiatra salió a darme la bienvenida... Estaba empapada...