Teorema de Emociones

“Teorema de emociones” narra la historia de Rebeca una joven de dieciséis años única hija de un solvente pero roto matrimonio que, debido a su carácter tímido e introvertido vive aislada tranquila en su propio mundo construido entre redes sociales y pantallas que la protegen alejada de cualquier contacto humano. Y de cómo esta aparente seguridad de Rebeca se derrumba bruscamente cuando la profesora Jenny Espinoza mujer de clase media y de aspecto agradable entra en su vida como la nueva sustituta del elitista instituto de señoritas al que asiste y repara en esta delgada pero bella joven con la intención de saciar sus más bajos y egoístas deseos. Con años de experiencia a sus espaldas decide hacer uso de su gran habilidad de seducción para manipular sin ningún escrúpulo los sentimientos y emociones de Rebeca que, poco a poco es atrapada en el astuto juego de placeres y castigos de su profesora con la clara intención de iniciar a esta introvertida joven en el oscuro mundo de los juegos eróticos lésbicos con tintes de sado masoquismo. Precipitando a la joven dentro de un convulsionado mar de sentimientos que la obligaran a decidir a sucumbir a las emociones de su cuerpo y mente aceptando convertirse en la esclava sexual de su profesora o abandonar su carácter dócil e introvertido y enfrentar a esta seductora mujer. Debiendo para ello abandonar su propia personalidad débil y frágil, tomando decisiones impensables en su vida anterior que no solo la afectaran directamente a ella sino que, también a las personas que la rodean convirtiéndose en alguien que nunca e imagino llegar a ser. Desde ahora estas invitado a acompañar a Rebeca en este viaje atreves del difícil camino de los sentimientos encontrados en donde se verá obligada a experimentar el placer, dolor, amor y odio. Acepta este oscuro desafío y ayuda a resolver a la joven Rebeca este complejo “Teorema de emociones “.

Capítulo 2

En su pequeño apartamento  recién levantada de su corta siesta de cuarenta minutos vestida con ropa de casa y rehogaba un saquito de té en su tazón favorito, al tiempo que preparaba la clase para el día siguiente entre libros y apuntes, su antiguo móvil sonó. -"Diga..." inquirió la profesora

Casi con un tono imperceptible escucho la voz de una mujer joven decir tímidamente:-"Perdone señorita Espinoza que la moleste en su casa...soy yo, la alumna Moreno”.

-“Dime tienes alguna duda con los deberes”, respondió en tono cortante.

-"No, no  le llamo por eso profesora. Es que mi madre me ha pedido un numero de mi móvil  y se han dado cuenta que no lo tenía, preguntándome que había pasado con él  y para ganar tiempo le dije que se lo preste a una compañera y que se fue sin devolvérmelo y me ha ordenado que vaya ahora mismo hasta la casa de mi compañera a recuperarlo".

-"No entiendo jovencita que tiene eso que ver conmigo “, dijo la profesora mientras sonreía en silencio mirándose las uñas de su mano.

-“Por favor profesora realmente necesito que me devuelva el móvil o mi madre  se darán cuenta de que le he mentido y no quiero causarle más problemas de los que ya tiene”, dijo con voz angustiada.

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-" Ya le explique señorita Moreno que para mí, todos los actos de indisciplina tendrían un castigo, ¿lo recuerda verdad?”.

-“Si claro que lo recuerdo profesora”, dijo abatida y agrego-“Por favor no me malinterprete profesora, no evito recibir el castigo simplemente, le pido  que busque otro castigo pero, y me devuelva mi teléfono. Si quiere hago más tareas, le presento un trabajo extra, lo que usted considere correcto profesora”, dijo casi suplicando.

-“Mire señorita Moreno usted me falto el respeto con su actitud  por lo que comprenderá que esto no se soluciona con un par de ejercicios más como tarea, no ni lo sueñe jovencita.”

-“Profesora yo reconozco mi error y sepa que en ningún momento lo hice para ofenderla yo no soy así, y si usted ve necesario un castigo por mi error estoy dispuesta a recibirlo, solo quiero poder regresar a casa esta tarde con mi móvil”, dijo la joven pensando en la precaria situación conyugal de sus padres.

-“No sé qué castigo le daré aún a usted señorita Moreno pero, seguro que servirá de lección que nunca más olvidara se lo aseguro”, dijo la profesora.

-“Sea cual sea lo aceptare profesora, por favor confíe en mí, no volverá a suceder nunca más”, dijo con total convencimiento la joven alumna.

-“¿No me estará mintiendo o tratándome de engañarme señorita Moreno?”, dijo en tono serio.

-“Se lo juro, confié en mi profesora, si me devuelve el móvil aceptare el castigo que usted quiera imponerme”, afirmo la joven.

-“Si tengo su palabra de honor confiare en usted señorita Moreno, anote mi dirección y venga en una hora a buscar su móvil pero, recuerde que solo se llevara el móvil  sí acepta el castigo que le imponga, sea cuál sea, sino ni se moleste en venir.", enfatizo la profesora Espinoza.

-“Si por supuesto, lo que Ud. diga profesora y desde ya muchas  gracias profesora”, dijo en tono más relajado la joven al ver casi solucionado el problema del bendito teléfono.

Con dos cortos Rin-Rin del timbre de su piso, la joven alumna avisaba de la llegada puntual, la profesora se sonrió y tomando su tiempo pregunto:-“¿Si quién es?”.

-“Soy yo profesora, la alumna Moreno”

-“Ahora le abro para que suba”, dijo pulsando el botón que abría  la puerta de entrada de su finca.

Mientras aun cerraba las puertas del descascarado ascensor logro divisar el hilo de luz que señalaba  la puerta entreabierta del apartamento de su profesora. Se acercó hasta el umbral de la puerta y con un  tímido:- “Permiso profesora”, la señorita Moreno indico desde la puerta que ya había llegado.

-“Por favor pase y cierre", dijo la profesora desde el interior del apartamento.

Al entrar cruzo el corto pasillo que daba a al living  en donde la joven vio a su profesora de pie esperándola al costado de la mesa que estaba llena de papeles. La joven mientras se acercaba a la profesora de inmediato dijo con tono agradecido:-"Antes que nada quería agradecerle de nuevo profesora lo que hace por mí”, llevando puesto aún el distinguido uniforme del instituto que permitía ver sus largas y delgadas piernas.

-“Lo he estado pensando detenidamente y no veo más que dos posibles soluciones”, dijo la profesora y continuo:-"Por un lado está: entregar parte disciplinario a tus padres y que ellos te den el castigo que consideren oportuno”, dijo señalando hacia la derecha.

-"Y la otra opción ¿cuál es profesora?“, interrumpió  la alumna dando por descartada la primera opción en la entraba en juego su madre que ya estaba desbordada por los problemas con su padre.

-“La otra opción es que el castigo te lo dé yo misma aquí y ahora dando  por zanjado el tema“, y jugando con los dedos de su mano agregó: -“Creo que con veinte azotes serán suficiente para que aprendas la lección”, dijo la profesora dando otro sorbo a su te.

-"¿Cómo que azotes?, ¿Se refiere a pegarme literalmente?”, pregunto  sin dar crédito a lo oído. Y agrego sorprendida:-”No se ofenda profesora pero a mí no me pegan desde hace años ni mis padres no veo correcto que usted…”.

Dejando con delicadeza la taza sobre la mesa del comedor, la profesora la interrumpió y dijo:-“Si prefiere la primera opción señorita Moreno, por mi está bien y así me ahorro la molestia de ser yo quien le enseñe educación”, y poniéndose de pie, en tono muy cortes agrego: “La acompaño hasta la puerta jovencita”.

-“Espere un momento por favor profesora, entienda que no me esperaba algo así”, argumento la alumna con voz más tranquila evitando el cierre de cualquier solución al problema...

-"Le dije señorita Moreno que no viniera a mi casa si no estaba dispuesta a aceptar el castigo fuera cual fuera, ¿verdad?",  y viendo la cara de incertidumbre de la joven, emplazando a la alumna en tono más firme agrego:

-“Mire Señorita Moreno decida: veinte palmazos en sus posaderas y regresa a su casa con el móvil y la lección aprendida o, presento mañana mismo el expediente que describe como se burló de mi autoridad poniéndose  en mitad de la clase a jugar con su móvil y que sus padres lo solucionen como puedan. Usted elige, pero se decide ya.”

Imaginando lo difícil que sería para su madre en su estado hacer frente a tal situación, la alumna de respondió resignada: -“Está bien usted gana, elijo los azotes".

-“Bien, reclínate sobre él apoya brazos del sillón, y súbete la falda  así terminamos de una vez por todas con esto ya que como deberías saberlo esto el instituto no me lo paga”, dijo la profesora como si de verdad le molestara castigarla.

-"Como que me suba la falda, usted es una depravada, yo me voy ahora mismo de aquí”, dijo con voz segura la joven.

-“Mire haga lo que usted le plazca yo ya me canse de intentar ayudarla”, y sabiendo que la joven no quería involucrar a sus padres, mirando su taza de té, dijo: -” Eso sí, no olvide avisar a sus padres que mañana se presenten los dos por la dirección del instituto para que pueda exponer su situación.”

Cerrando los ojos mientras hacía crujir sus dientes, anteponiendo nuevamente  el bienestar de su madre, la joven, dijo:- " Vale usted gana”.

-“Menos mal que se ha decidido, me parece bien que al fin nos entendamos señorita Moreno. Lo que ya debería saber es que no tolero ninguna falta de respeto. Y como hace dos minutos me ha llamado pervertida en mi propia casa sepa que en lugar de ser solo veinte azotes hoy, serán veinte hoy por usar el móvil en clase y veinte azotes más mañana por llamarme pervertida”, y rápidamente agrego: -“Y tenga cuidado con lo que va a decir señorita o serán tres días en lugar de dos”, hablando en tono amenazante.

-“Te lo diré por última vez, reclínate sobre él apoya brazos del sillón, y súbete la falda y cuando termine mi te, le daré el castigo que se merece”, dijo la profesora mientras la miraba fijamente a los ojos.

La señorita Moreno, se largó de mala manera sobre él apoya brazos del sillón de dos plazas dejando su cuerpo sobre el sillón y sus piernas apoyadas en el  suelo, y luego con ambas manos se subió de un solo tirón su corta falda tableada  dejando ver su diminuta braguita negra que se perdía entre sus firmes nalgas.

Una vez puesta como le habían indicado y soplando para evitar que sus largos cabellos castaños se le metieran en la boca, miro a la profesora sentada en la mesa del living tomando él té,  exclamo:-"Perdone pero, ¿Le falta mucho?”

La profesora sin prisas se levanto fue hasta la cocina, enjuago su taza y la dejo en el escurre platos. Se secó sus cuidadas  manos, luego colgó el repasador en el picaporte de la puerta de la cocina, y recién entones regreso al living.

Tomo la silla más cercana al sillón,  la acomodo justo al lado del indefenso y expuesto trasero de su alumna, se sentó cómodamente y dijo: -" Quiero que usted lleve la cuenta de los azotes, y cuidado que si se equivoca empezamos de nuevo y ya debe saber a estas alturas jovencita que no hablo por hablar”.

-“Encima eso no te jode...” murmuro a media lengua la Srta. Moreno.

-"Ah otra cosa señorita, como este castigo  deberían dárselo tus padres y en su lugar lo tengo que hacer yo para que usted pueda conservar su móvil  quiero como muestra de su agradecimiento por mi esfuerzo, que después de cada azote que le dé me dé las gracias ", y agregó sin darle tiempo a rechistar: -"Recuerde que este castigo es  el que usted ha elegido,  así que, no me haga enfadar más, ¿estamos?”.

“Si ya lo pille, lo que usted diga pero, por favor terminemos de una vez”, dijo resoplando poniendo la cabeza en dirección al respaldo del sillón evitando ver el castigo que le estaba por caer.

Masajeando lentamente las yemas de su mano derecha, tomando el tiempo necesario demostrando así  quien tenía la sartén por el mango, la profesora apoyo su mano ya tibia en una de sus temblorosas nalgas, haciendo que el contacto de su mano la hiciera contraer su musculo.

Sin mediar ni una sola palabra, con un movimiento ascendente, al mejor estilo tenista, dio un casi imperceptible primer azote, rompiendo así la larga espera.

La joven alumna si bien se quejó con un tímido “ay“, producto de la sorpresa del azote que por dolor mismo,  ya que mentalmente reconoció para sí, que casi no lo había sentido al azote. Y sin más demoras y aliviada de ver que no era tan malo como se lo había imaginado dijo: "Uno”

La profesora pregunto:-“¿y las gracias, por educarte, dónde están señorita?”

-“Si gracias" dijo la alumna.

-“Gracias profesora”, expreso corrigiendo de inmediato y dijo: -” Este azote no cuenta, repetimos el primer azote“, y sin dar tiempo a nada azoto su otra nalga con mucha delicadeza y poca fuerza al igual que el anterior.

Esta vez la joven siguiendo le el juego dijo rápidamente:-“Uno, y gracias profesora”

-“Muy bien señorita, ve no era tan difícil ¿verdad?”, inquirió la profesora.

De inmediato coloco su mano tiernamente en la otra nalga y le dijo:-”Del lado que apoye la mano donde vendrá el azote ¿comprendido señorita?”.

-“Si,  si “, dijo la joven interpretando este comentario de su profesora como un acto de buena fe por parte de ella. Nunca pensó que en el fondo, lo que estaba aceptando era que la mano de su profesora pudiera acampar a sus anchas en sus nalgas.

Dejo su mano unos segundos más, ejerciendo de forma imperceptible con sus yemas una pequeña presión en su glúteo que ya no se asustaba con su tacto y a continuación levanto su brazo y le dio otro suave azote.

Esta vez ya más tranquila la alumna sabiendo que se trataba de suaves e inofensivos azotes, respondió con voz casi alegre y relajándose:-“Dos y gracias profesora”

A llegar al ecuador del castigo la profesora con un poco más de confianza y de manera sutil acariciaba suavemente sus levemente enrojecidas nalgas, le pregunto: -"A ver señorita, ¿quieres que hagamos una pequeña  pausa, así se endereza un poco y descansas de esa incómoda posición en la que está?”

Tragando su propia saliva con cierta dificultad a causa de la gravedad dijo:-“Si no le molesta profesora, lo prefiero”

A lo que en tono amigable dijo la profesora:- "Eso sí señorita, no pierda la cuenta o empezaremos de cero", y agregó:-“¿Le apetece beber algo?”

-“Cualquier cosa helada que tenga, me va bien”, contesto ya incorporada la joven acomodándose el pelo.

-“Vaya usted misma y sírvase lo que quiera, como si fuera su casa aunque le advierto que no hay gran cosa”, respondió la profesora mientras indicaba el camino de la cocina.

Aunque sorprendida por tanta hospitalidad, entro en la cocina y después de hacer un breve paneo del lugar,  abrió la nevera mirando atentamente en su  interior. Le llamo la atención el gran número envases de plástico con restos de antiguas comidas, típico de personas que viven solas pensó. En el estante inferior diviso latas de refrescos varios, zumos e incluso algunas botellas individuales de cerveza de marca blanca. Y armándose de valor le pregunto:     -“De verdad puedo tomar lo que yo quiera”, pregunto desde la cocina.

-“Si bonita lo que más te guste”, dijo la profesora.

Sin dudarlo dos veces cogió una lata de cola y se la bebió casi sin parar; Luego se secó sus labios con su mano, al tiempo en que expulsaba el gas de forma muy disimulada para decir desde la misma puerta de la cocina:-"Ya estoy lista profesora".

La profesora se paró de la silla la coloco de nuevo en su sitio y esta vez se  sentó al medio del sillón, ante la atenta mirada de la joven y como si de otro favor a su  joven alumna se tratara le dijo: -“Así no te dolerá tanto el cuello”, dándose unas cortas palmaditas sobre su regazo le dijo:-“Ya verás que así estarás más cómoda, bonita”.

La joven alumna sin ver las verdaderas intenciones de la mujer coincidió que estaría así más cómoda y  sin darle ninguna otra importancia a la ubicación y buscando terminar con eso, se acomodó, está vez  apoyando sus caderas en sobre el regazo de su profesora.

Y cuando la joven se disponía a levantarse con sus propias manos su faldita estilo cuadrille, su profesora le dijo:-”Tranquila bonita deja que lo haga yo, que me será más fácil a mí”.

Y como si de una ceremonia militar de doblar la bandera se tratara, cogió  ambos  extremos de la falda y lentamente fue subiendo dejando el culo de la joven al descubierto por segunda vez. Luego dedico unos instantes más esforzándose  en enderezar cada una de las tablas de su falda, al tiempo que argumentaba a la joven que así no se le arrugaría tanto.

Cuando vio que  todo era de su agrado la profesora con dulce voz  le pregunto, mientras le acariciaba lentamente los cabellos de la alumna:-“¿Estas cómoda bonita?, ¿podemos continuar?", sencillas preguntas con claro objetivo de hacerle creer a la joven alumna cuanto interés mostraba por ella su profesora.

-“Adelante, sigamos profesora”, dijo agradecida.

Los pasos se fueron repitiendo lentamente casi como si de un ritual se tratara, primero suavemente la profesora apoyaba su mano en la nalga elegida, durante unos instantes la acariciando la tiernamente con sus yemas. Después levantaba su mano manteniéndola en el aire, esperando ese movimiento inconsciente y casi imperceptible de las caderas de la joven, que empujaban hacia arriba sus perfectas nalgas como si estas buscarán, por cuenta propia, el siguiente azote tierno.

Segundos que además permitían ordenar los pensamientos que inundaban las mentes de  cada una, en sus respectivos papeles.

Por un lado esta  joven alumna que a pesar de estar recostada en bragas sobre el regazo de esa casi desconocida mujer se sentía: cómoda, a gusto, segura, desbordada ante las generosas muestras de cariño, incluso medio orgullosa de haber recuperado su móvil evitando causarle algún problema a sus padres.

Sin mencionar esas  nuevas sensaciones provocadas por la mano de su profesora al tocarla, que la bombardeaban recorriendo por primera vez su inexperto  cuerpo,  que hasta antes de esa tarde, solo le había servido para aumentar  sus propias inseguridades frente al espejo.

Mientras que la profesora desde su punto de vista contemplaba satisfecha los adelantos de su introvertida joven alumna que ahí tendida boca abajo en bragas le regalaba a sus ojos una vista de sus firmes y largas piernas, y de ese  culo capaz de quitar el aliento.

Por fin la profesora hizo que su mano con el ángulo y la velocidad correcta impactara en la palpitante nalga de la joven alumna, que casi con un deseo inexplicable,  esperaba cada azote de su profesora.

Ansia que demostraba patentemente cuando pronunciaba de forma claramente audible el número correspondiente a ese azote y con un sincero “gracias profesora”.

Cuando la joven, con cierta pena en su voz,  dijo:- “Veinte y el gracias profesora”, la señorita Espinoza; a modo de despedida en cámara lenta;  acaricio sus firmes nalgas por última vez, bajo su falda lentamente acomodando concienzudamente con sus hábiles manos cada pliegue de su tableada falda cuadrille.

Comenzó por los pliegues ubicados sobre sus caderas y fue alternando ambos extremos, como si de una cuenta regresiva hacia el centro se tratara, dejando para el final el pliegue que coincidía con la línea natural de su cuerpo encargada de separar, sus turgentes y sensibles nalgas.

Cuando al fin llegó el turno del último pliegue, y haciendo uso de su gran experiencia, con sus delgados dedos ejerció una mayor presión sobre el cuerpo de la joven al tiempo en que reducía aún más la velocidad en la trayectoria de sus manos.

Movimientos que al igual que un cuento de hadas hicieron que cintura de la joven, como por arte de magia, cobrara vida y se arqueara describiendo un pequeño movimiento ascendente soltando un disimulado “ahhh” para satisfacción de la profesora.

Habiendo alcanzo las metas que se había fijado para ese día, la profesora ahora con un estudiado gesto toco el hombro de la joven, que aún permanecía inmóvil boca abajo esforzándose por normalizar su acelerada respiración al tiempo en que movía los dedos de sus pies buscando relajar sus tensas piernas, dijo:-“Basta de castigos por hoy ”, dando un notable énfasis en por hoy.

Agrego: -“Y cómo te has portado tan bien y has sido tan obediente con lo que te he pedido, ahora mismo te traigo tu móvil “, al tiempo en que le ayudaba a incorporarse de su regazo”.

Fue a su dormitorio, y en breve regreso exhibiendo el flamante móvil en de su mano,  y justo antes de que la joven lo cogiera, espero que sus miradas se encontraran, preguntando le tiernamente: "¿Confió en que, si te lo doy ahora, mañana regresaras para terminar el castigo que pactamos?, mostrando por primera vez su cuidada dentadura, por medio de una amplia sonrisa.

La joven se limitó a responder con cierta vergüenza:-“A la misma hora que hoy profesora".

La profesora acomodándole le  algunos desordenados cabellos la alumna  camino a la puerta de calle y con tono tierno respondió: -"Si bonita, mañana a la misma hora”, usando como estocada final de su excelente día de trabajo dijo:-“Que duermas bien Rebeca."

De inmediato cerró la puerta de su apartamento, sin dar tiempo a más palabras, dando por concluida así las clases particulares de esa tarde.

Incluso al llegar a su casa la joven aún era incapaz de controlar las sensaciones  que recorrían su cuerpo después del paso de las manos de su profesora por su cuerpo,  al entrar se limitó  a pronunciar un corto:-“Mamá ya traje me pongo a hacer las tareas del insti“, su madre desde la cocina la vio subir las escaleras sin decir nada.

En su cuarto mientras buscaba alguno de sus espejos más pequeños, Rebeca  con morbosa curiosidad se esforzó por ver el reflejo de sus aún palpitantes  aunque levemente enrojecidas nalgas en el espejo.

Después de contemplarlas cerró sus ojos por uno momento y trasladándose mentalmente al sillón de su profesora, sin pensarlo dos veces, se asesto así misma un azote con su mano analizando para si esas nuevas emociones que este simple acto le mostraban y con una sonrisa en sus labios susurro: -“Veintiuno y gracias profesora “.

El resto de la tarde hizo las tareas del instituto para el día siguiente, sentada en su habitación,  pensó en lo sucedido esa tarde y lo bien que lo manejo su profesora.

Durante la cena la joven Rebeca miraba como su madre se limitó a mover los alimentos de un lado a otro del plato y casi no comió nada, como ya venía haciendo desde hace varios días, sin siquiera prestar atención a las bienintencionadas preguntas de la joven que buscaba distraerla de su depresión.

Su padre llego casi cuando ella ya estaba en la cama, subió a su cuarto le dio un beso en la frente y acariciando su cabello le dijo:-“Hola mi niña, nunca olvides cuanto te ama tu padre. Que duermas bien”, apago la luz y salió cerrando la puerta.

Luego escuchaba en la habitación contigua como discutían en voz baja entre ellos. Como cada noche su padre le recriminaba la falta de carácter de su esposa y su poca iniciativa en sus relaciones íntimas. A la vez que recordaba como siempre la dejaba elegir todo a ella. Y su madre que entre sollozos le respondía:-“Lo siento mucho Carlos, me esfuerzo pero,  es que me cuesta mucho, entiéndeme  no soy así”.

Finalmente escuchaba como de un portazo el padre dejaba la amplia habitación marital y se metía en la habitación de invitados a dormir solo, como lo venía haciendo desde hace varias semanas.

Rebeca sintiéndose culpable de no poder hacer nada para ayudarlos, noche tras noche en su cama, llegaba al punto de prefiriendo que la situación entre sus padres se rompiera del todo de una vez para siempre y no tener dormirse cada noche escuchando llorar a su madre llorando en la habitación contigua.

Pensó en cosas variadas intentando tranquilizarse y lo primero que se le vino a la mente fue el tacto de la profesora acariciando sus nalgas. Con esa cálida sensación se fue relajando hasta que finalmente se quedó dormida profundamente.

Continuara…