Teorema de Emociones 01

“Teorema de emociones” narra la historia de Rebeca una joven de dieciséis años única hija de un solvente pero roto matrimonio que, debido a su carácter tímido e introvertido vive aislada tranquila en su propio mundo construido entre redes sociales y pantallas que la protegen alejada de cualquier contacto humano. Y de cómo esta aparente seguridad de Rebeca se derrumba bruscamente cuando la profesora Jenny Espinoza mujer de clase media y de aspecto agradable entra en su vida como la nueva sustituta del elitista instituto de señoritas al que asiste y repara en esta delgada pero bella joven con la intención de saciar sus más bajos y egoístas deseos. Con años de experiencia a sus espaldas decide hacer uso de su gran habilidad de seducción para manipular sin ningún escrúpulo los sentimientos y emociones de Rebeca que, poco a poco es atrapada en el astuto juego de placeres y castigos de su profesora con la clara intención de iniciar a esta introvertida joven en el oscuro mundo de los juegos eróticos lésbicos con tintes de sado masoquismo. Precipitando a la joven dentro de un convulsionado mar de sentimientos que la obligaran a decidir a sucumbir a las emociones de su cuerpo y mente aceptando convertirse en la esclava sexual de su profesora o abandonar su carácter dócil e introvertido y enfrentar a esta seductora mujer. Debiendo para ello abandonar su propia personalidad débil y frágil, tomando decisiones impensables en su vida anterior que no solo la afectaran directamente a ella sino que, también a las personas que la rodean convirtiéndose en alguien que nunca e imagino llegar a ser. Desde ahora estas invitado a acompañar a Rebeca en este viaje atreves del difícil camino de los sentimientos encontrados en donde se verá obligada a experimentar el placer, dolor, amor y odio. Acepta este oscuro desafío y ayuda a resolver a la joven Rebeca este complejo “Teorema de emociones “.

Capítulo 1

La foto perfectamente enmarcada sobre su mesita de luz era lo que primero miraba cada día al despertar la joven Rebeca. En ella se veía feliz abrazada por sus padres disfrutando del viaje que hicieron a un parque de atracciones hace ya casi cuatro años. La foto conmemoraba el que para ella fue sin duda el mejor momento que podía recordar pero, a la vez le recordaba tristemente, el que último día en que sintió el amor de sus padres al mismo tiempo.

Los años que siguieron a aquella foto los intentos de sus padres por hacer que su matrimonio funcionara fueron disminuyendo hasta el presente en donde solo se limitaban a compartir el mismo techo a fin de guardar las apariencias de la alta sociedad en la que vivían.

Desde aquella fecha en adelante la joven se había ido  encerrando cada vez en su mundo, alejándose del mundo real, conformándose a llevar una vida como marginada social y aceptando ser considerada una especie de bicho raro por las demás jóvenes de su edad culpándose por el continuo distanciamiento de sus padres.

Con su ducha rápida, se vistió con su impecable uniforme y bajo a desayunar.  Su madre a estas alturas de su matrimonio por lo general estaba ausente de su vida, dedicándose a auto medicarse y sin muchas ganas de luchar ni por ella, ni por nadie más. Rebeca le dio un largo y sonoro beso pensando que así su cariño podría llegar a donde ella estuviera.

Cogió sus cosas y en su pequeña moto salió camino para el instituto Nuestra Señora del Carmen, cotizado y elitista Instituto ubicado en una de las zonas más prestigiosas de la cosmopolita cuidad de Barcelona que, puntualmente cada día con el sonoro timbre avisaba que la jornada de clase había comenzado,  rompiendo el silencio de los amplios e iluminados pasillos  y aulas del centro educativo.

Las alumnas entre risas y algún que otro abrazo de sus más allegadas amigas, caminaban hacia el interior del instituto de forma lenta intentando ganar algo más de tiempo para terminar sus conversaciones.

En la esquina superior izquierda de las escaleras, casi como si fuera una estatua se encontraba la inflexible Señorita Martínez, vice directora del instituto, quien examinaba de forma sistemática que todas llevaran sus elegantes uniformes y estuvieran debidamente presentados.

-"Buenos días señoritas" - exclamo la vice directora con voz seca y de pocos amigos desde el umbral del aula.

Más como una obligación que por respeto las veintiséis  alumnas del tercero B respondieron, de forma unísona y sin emoción.  -“¡Buenos días señorita Martínez!”

Los ojos inquisitivos de la ya entrada en años la señorita Martínez recorría las caras buscando a alguna que la desafiara negando devolver su cotidiano saludo, haciendo así honor a su larga reputación.

Con un seco  "Alumnas pueden sentarse" daba por superado el casi militar saludo de cada mañana, dando paso al siguiente tema del día.

-“Como sabrán la profesora la Sra. Castro se tomara los dos últimos trimestres que queda de año de baja, por lo que la dirección del colegio se ha visto en la necesidad de contratar a una nueva profesora”, y sin más señalo a la puerta de acceso y dijo, “clase le presento a la señorita Espinoza”.

Casi como si de un flash mob se tratara, las veintiséis miradas de forma sincronizada  buscaron la silueta esbelta que yacía erguida al costado de la puerta desde hace unos minutos sin que nadie hubiera reparado en ella.

Al tiempo que esta mujer de aspecto atlético atravesaba el marco de la puerta, las jóvenes se pusieron de pie y  exclamaron a coro “Buenos días Señorita Espinoza”, buscando ganar puntos ante la vice directora. Mientras con una lentitud casi intimidante cada alumna la examinaba de arriba debajo buscando defectos físicos o en su forma de vestir, cualquier cosa que les sirviera para minar su autoestima o su papel como autoridad.

Con sonrisas falsas cuidadosamente trabajadas en las más altas esferas donde residían la mayoría de ellas, esperaron a que esta hasta ahora desconocida mujer de cuarenta y tantos años,  y de un extracto social inferior al de ellas llegara hasta el centro del aula donde la esperaba la vice directora.

La nueva sustituta casi podía oír los comentarios acerca de su conjunto de falda y chaqueta o de cómo sus zapatos no iban totalmente a juego, lejos de caer en el juego de ellas, se mantuvo serena y de forma respetuosa agradeció a la vice directora Martínez por la confianza depositada en ella, mientras la acompañaba hacia la salida del aula.

Se quedó brevemente mirando como esta se alejaba camino de la dirección, cerró  la puerta quedando al fin a solas con su nueva clase. Caminó hacía el que sería su nuevo lugar de trabajo, se paró al lado de su escritorio, miro a su adolescente auditorio y dijo:

-“Sé que este instituto tiene fama de ponerles las cosas difíciles a las nuevas profesoras y si otras se lo han aguantado bien por ellas. En cuanto a mi quiero que sepan desde ya que no tolerare ningún acto de falta de respeto como, hablar sin permiso, comer o beber y sobre todo el uso de los móviles en horario de clase”.

Y agregó:-“La alumna  que crea que me dejare amedrentar por el cargo, dinero o contactos de sus padres evitando expulsarlas de clase o redactar el parte correspondiente, está muy equivocada”.

Como era de esperar ninguna de las veintiséis se dio por aludida por las amenazas de esta simple sustituta, demostrando le así que estos meses serían largos y difíciles para ella.

Sin más, dando por zanjado el tema, la profesora abrió su carpeta sacó el listado de alumnas impreso elegantemente en una hoja con el membrete del instituto y comenzó a tomar lista. Después de cada nombre que leía,  se tomaba unos segundos, como si quisiera  asociar cada cara con el apellido.

Dos horas más tarde en medio en clase de matemáticas las alumnas resolvían en sus asientos individualmente unos ejercicios que la profesora  Espinoza les había dado ganando tiempo para organizarse en su nuevo escritorio.

Oportunidad que dio lugar a que en pocos minutos las jóvenes más osadas, sacaran de entre sus pertenecías sus teléfonos móviles para ver lo que sucedía en las diferentes redes sociales e incluso burlarse de la nueva maestra.

Los imperceptibles sonidos de un principio fueron en aumento dentro del aula capitaneada por una profesora  que hacía caso omiso a los ruidos y  risas, dando la impresión de ser incapaz de cumplir sus amenazas de hace menos de ciento veinte minutos antes había lanzado al entrar al aula.

Bajo esa aparente libertad de acción, las jóvenes se fueran animando dejaron ver de qué madera estaban hechas. Con años de experiencia a sus espaldas  la profesora desde su escritorio empezó a estudiar  a cada una de las veintiséis  jóvenes confeccionando  mentalmente una lista que comenzaba por aquellas jóvenes más vulnerables e inseguras,  aquellas con la  autoestima más bajas y solitarias dentro del grupo de alumnas perfectas para sus intenciones.

En poco tiempo el mal ejemplo hizo que Incluso hasta las más tímidas y retraídas de las alumnas se fueron animando al ver como las líderes de cada grupo actuaban con total impunidad  ante la despreocupación que mostraba la profesora que  no hacia ni decía nada.

Hasta la más marginada e introvertida de todas la señorita Rebeca Moreno se terminó animando  y con una mano temblorosa saco del bolsillo de su elegante uniforme, su móvil de última generación, colocándolo lentamente entre los pliegues de su falda.

La señorita Espinoza reparo en lo asustada y frágil que  parecía la joven Moreno como también en la belleza natural de su rostro que,  aunque un poco pálido debido y carente de maquillaje, y semi cubierto por ambos lados por sus largos cabellos de color castaño claro.

Cuando faltaba poco para el timbre para el único y largo recreo del día, convencida de que esa joven daba el perfecto perfil para sus extra escolares intenciones, dejo su aparente estado de letargo y total permisividad y con gran habilidad y movimientos felinos se levantó  y se dirigió al asiento de la joven Rebeca Moreno.

Fingió no ver a las otras alumnas que estaban sentadas delante de ella, y que también estaban distraídas absortas navegando por sus lujosos  móviles. Se acercó a la señorita Moreno quien confiada casi al final de la segunda fila repasaba las últimas actualizaciones de las redes sociales, único lugar en donde se animaba a interactuar sin miedo a expresarse, debido a su falta de auto estima y gran timidez.

Cuando la señorita Morales levanto la vista de su móvil hábilmente escondido entre los pliegues de la falda  y noto la presencia de la profesora a su lado ya fue  tarde. Sin mediar palabra la profesora estiro su mano y cogió el móvil  de última generación de las petrificadas manos de la alumna que, tirito al sentir el roce de las manos de la mujer, y sin decir nada regresó a su escritorio con total tranquilidad.

Durante el largo recreo de media hora la joven Rebeca se puso en su apartado lugar del patio pero, esta vez sin su móvil lo que la hacía sentirse aún más excluida que nunca de la sociedad, limitándose a mirar en silencio a los diferentes grupos que ocupaban los mejores lugares del patio impidiendo que alguien pasara por su espacio.

Las clases continuaron al finalizar el recreo, en el aula la profesora que ya había poner en marcha su personal plan, comenzó a ejercer de profesora dictando clases y exigiendo total silencio y máxima atención.

Justo antes del timbre que anunciaba el fin del día de colegio y luego de poner una cantidad considerable de tareas, la señorita Espinoza anoto su email y número de móvil en la pizarra, usando como pretexto, el que alguna de las alumnas necesitara consultar algo que no entendiera de los deberes para el día siguiente. Facilitando de esta manera sutil su información personal, clave para el desenvolvimiento de su elaborado plan.

Al mismo tiempo en que sonaba el timbre, la profesora se despidió con un simple:-“Hasta mañana clase”, retardando su salida del aula acomodando sus cosas de forma muy prolija y pausada. En pocos segundos  una a una  las estudiantes abandonaron el recinto,  todas menos la señorita Rebeca Moreno.

Quien se acercó lentamente al escritorio de la profesora apretando sus puños  mientras buscaba encontrar en cada paso el valor y las palabras oportunas que no tenía prueba inequívoca de su introvertida y débil  personalidad cultivada durante los primeros años de su adolescencia.

Cuando al fin se encontró de pie al lado del escritorio, trago saliva y abría su boca dispuesta a hablar, la profesora anticipándose a sus palabras, con una intimidante mirada y voz firme exclamo: -"Si lo quiere es recuperar su móvil  deberán venir primero sus padres a hablar conmigo”.

Más titubeante he insegura que nunca,  la alumna casi tartamudeando contesto:-“Señorita Espinoza le garantizo que no se volvería a repetir, por favor profesora devuélvamelo”, al tiempo que abría su mano en un tímido intento de recupéralo.

-"De eso nada señorita Moreno ", dijo la profesora y agrego:-“Avise que todas las faltas de respeto tendrían un castigo, y usted no será la excepción señorita”.

La alumna consiente de pobre tensa relación que tenían entre si sus padres decidió, como último recurso para mantener el secreto familiar a buen resguardo, confesarle a la profesora que  dada su personalidad introvertida, el móvil era su única conexión con el distante y difícil mundo. Se armó de valor y con la última fuerza que le quedaba dijo con un imperceptible hilo de voz:-”Se lo  suplico no le diga nada a mis padres por favor profesora".

El rostro de la profesora que había permanecido inexpresivo y  frio cual estatua durante los ruegos de la alumna al escuchar la frase: “no le diga nada a mis padres” en boca de la joven, esbozo un pequeña sonrisa en sus delgados labios le dijo a la joven: -"No parce de las alumnas problemáticas señorita Moreno y es por eso que intentare ayudarla evitando dejar a sus padres al margen del tema”, y en tono serio agrego:-“Esto es lo que haremos y no habrá ninguna otra opción. Tramitare el expediente disciplinario correspondiente y usted lo firmara. Y hasta que decida lo que hare en su caso, lo guardare junto con su móvil”.

A pesar de no ser la respuesta que esperaba, la joven razono que prefería pasar el resto del día sin el móvil y no ser la causante de una nueva discusión entre sus ya casi separados padres,  por lo que con más tranquila dijo:- " Se lo agradezco mucho profesora Espinoza”, mientras suspiraba aliviada.

Después que la alumna firmo el parte, la profesora  tomo sus cosas, se despidió de la alumna hasta el día siguiente y sin prisas salió del instituto. Al cerrar la puerta de su coche de varios años, estacionado en el parquin del instituto para las profesoras, cuando recién la verdadera personalidad de la profesora Espinoza salió a superficie. Puso en marcha el vehículo y mientras que acomodaba el retrovisor del auto, mirando su reflejo tranquilamente la profesora Espinoza dijo:-”Ya veremos bonita,  si después de unos días me sigues dando las gracias”.

Continuara…