Tentaciones 2. Prólogo: La carta

Ya empieza la segunda parte de la historia de Abdullah y Florián, con este prólogo en el que hay algo que no va bien para nuestros protas... Pero ya en el capítulo 1 todo retrocede al ``cómo empezó´´. Así que ¡a disfrutar!

Abdullah sabía que, a pesar de conservar esa belleza que a Florián le volvía loco, se estaba consumiendo por dentro, tal vez con rapidez, o con una lentitud estremecedora. Y eso ya le estaba matando poco a poco.

Dejó en el escritorio el bolígrafo y el folio, y cerró los ojos por unos minutos. No quería volver a llorar. Ya había tenido bastantes lágrimas derramadas en los últimos meses y no deseaba hacerlo de nuevo. Recordó cómo su amado esposo se había quedado deshecho al romper con él. No quería que su enfermedad le hiciera sufrir, aunque posiblemente ya se habría enterado de lo que padecía.

Empezó a recordarlo todo. Cuando él y Floríán se declararon, la primera vez que hicieron el amor, su compromiso, el maravilloso día de su boda,  el día en que nació su hija Fátima . . . Aquel año estaba siendo el más feliz de su existencia, estaba casado con el hombre del se hallaba muy enamorado, habían formado una familia . . . hasta que sus problemas de salud le hiceron ir al médico, quien le dio el diagnóstico que lo cambió todo.

Ojalá todo hubiera sucedido de otra forma, pero ya no podía echarlo atrás.

Se recompuso y empezó a escribir.

`` Florián:

Perdóname todo el daño que te hice al dejarte. Te juro por Alá que el amor que siento por tí permanece intacto. Nunca te he sido infiel. Jamás podría traicionarte de esa forma. Si así te lo dije fue para ocultarte lo que me está pasando.

Me estoy muriendo. Esa es la única verdad.Tengo miedo de perderte a tí, a nuestra hija. Me aterra no veros más a los dos, que sois mi luz entre las tinieblas, ahora más que nunca. Cuando leas esto sabrás lo que tengo, y te pondrás histérico, queriendo hablar conmigo. No me preguntes nada. No me digas demasiado. Tan sólo dime que tú me amas.

No quería que pasara todo esto. Tienes que creerme. He sido muy feliz a tu lado, y deseo seguir siéndolo, pero sé que ya me estoy yendo. Me voy quedando sin fuerzas. Todo en mí se torna oscuro. Ya no puedo continuar luchando.

Nunca olvides que te quiero. Porque te quiero más que a nada. Eres fuerte. Por favor, cuida de Fátima y dile cuánto la quiero, háblale de mí. Sé feliz.

Te amo.

Abdullah´´.

Al terminar de escribir la carta, Abdullah volvió a llorar. No quería irse, deseaba aferrarse a la vida.

Entonces, del otro lado de la puerta, escuchó la voz de Florián:

  • ¡ Abdullah , ábreme!

  • ¡ No! Vete, Florián. Déjame solo . . . Déjame ir solo.

  • ¡ Que me abras la puerta, coño! ¡ Déjame estar a tu lado!

  • No quiero que me tengas lástima. Nuestra hija te necesita sólo a tí.

  • No digas eso . . . Por favor, deja que te bese y te abrace. Yo . . .

Abdullah se levantó de la silla, pero un intenso mareo le hizo caer al suelo, golpeándose.

  • ¡ Abdullah ! - gritó Florián aterrorizado-. ¡ No, no , no! ¡ Ábreme !

Pero el moreno no podía abrirle, aunque su amado estaba golpeando la puerta para poder llegar a él. Tan sólo pudo decir:

  • Te quiero, Florián.

Y acto seguido, se desvaneció. Y su mente viajó al momento en que el destino de los dos empezó a cambiar.