Tentaciones 2. Capítulo 8: Corazones enamorados
Alan empieza a recibir mensajes de Sandro en su móvil, y lo recién siente por el aún desconocido italiano irá creciendo... ¿Será igual al revés o no? Abdullah decide con dolor ir rechazando a Florián para que no sufra por su enfermedad. Un corazón enamorado no miente... aunque se quiera.
Al leer ese WhatsApp en su teléfono móvil mientras se hallaba sentado en esa terraza, luego de que le ayudaran a llevar su equipaje hasta la casa familiar de los Pacheco (donde iba a vivir, y Oriol le dio una bienvenida en su rollo - estilo feliz), Alan no podía creerselo.
"Hola! Soy Sandro"
¿Cómo había conseguido semejante maromo su número? ¿Quién se lo había dado? El rubio australiano no lo comprendía, pero tenía que reconocer que se estaba enamorando de Sandro Martirelli. Casi no lo conocía, pero se veía tan perfecto... su cuerpo debía de resultar tan perfecto...
Empezó a sentir una creciente erección por dentro de sus pantalones, y se asustó. Tenía que controlarse, o Florián y Rosa verían un bulto sospechoso desde su entrepierna. Le estaba excitando hasta ese punto, ¿de tal forma que terminaría acostándose con él? Aún era demasiado pronto para saberlo. Pero su corazón lo estaba esperando. Y temiendo también.
"¿Quién te dió mi número?", le respondió.
"Un mago nunca revela sus secretos", le escribió el italiano.
Alan: "No sé, me siento tan crazy ahora..."
Sandro: "No te pongas nervioso, conmigo no tienes que contenerte"
Alan: "Casi no nos conocemos"
Sandro: "Quisiera reflejarme en tus lindos ojos, si tú quieres"
Sandro: "No me tengas miedo, quiero que nos conozcamos mejor"
A Alan le entró cierta punzada en el corazón al leer esos mensajes. ¿Acaso el italiano estaba empezando a sentir lo mismo que él? Se emocionó internamente. Pero eso no impidió que sus dos amigos se dieran cuenta de lo que le pasaba, después de un chiste del australiano que les había hecho reirse a carcajadas.
¿Con quién te estás escribiendo, pibe? - le preguntó Rosa con todo su sarcasmo. En cambio, Florián tenía cierta expresión preocupante en su mirada.
Es un friend, no más - la sonrisa de Alan al pronunciar esas palabras le delataba. Tal vez fuese un libro abierto. Tal vez era evidente que su propio corazón estaba volviendo a latir de felicidad, ésa que tanto anhelaba.
Alan, tío, ten cuidado - le dijo Florián -. Recién regresaste aquí a España. No quisiera que te pasara algo...
Alan lo miró con ese tono conciliador que en ocasiones le caracterizaba.
No me pasará nada, don El Hakim. Te lo prometo.
¿Aún no echaste currículums, tío? - quiso saber Rosa.
Tengo qué hacerlo - precisó Alan-. Mi familia deseaba que me integrara en nuestra empresa en Sidney... Pero ya les dije que me encanta el estilo de vida spanish, y ya sabeis que no cambio de opinión tan fácilmente.
"Sandro está entrando en tu corazón, brother", pensó Florián. "No dejaré que te haga daño".
Pues don Alí estba buscando recientemente un nuevo asesor y colaborador - recordó Rosa -. Le hablaré de tí, y ya te confirmo por si puede realizarte una entrevista.
Merci beaucoup - dijo Alan feliz.
Tu idioma materno es el inglés - dijo Florián. Los tres volvieron a reirse.
Por la noche. Apartamento de Sandro Martirelli.
El bello italiano se hallaba acostado en su cama. Completamente desnudo. Le gustaba esa libertad que proporcionaba la falta de ropa, aparte de descansar de esa forma la mayoría de las noches (sumado a que era un macho ardiente y un amante lujurioso). Pensando en los siguientes pasos que iba a dar en su plan de recuperar a Abdullah El Hakim.
Iba a apoyarle en su enfermedad, y poco a poco conseguiría alejarle de Florián para así "ocupar" el lugar que siempre le "correspondió".
Para ello, el medio perfecto sería Alan. Era bello, rubio y ojiazul. Un triple perfil que le atraía... le atraía demasiado.
Tanto que no evitó que su erección creciente se pusiera aún más dura, y más dura. Una de sus manos fue directa al abordaje, haciendo mover su polla de arriba abajo. No tardó en liberar su semilla con un fuerte gemido, tan fuerte que tuvo que hundir su rostro en la almohada por el enorme placer que atravesó su fibrado cuerpo.
Cogió su móvil. Su contacto de confianza le había enviado a su correo electrónico, en breve tiempo, un completo dossier con la vida y obra de Alan Smith, tal cual se lo había solicitado. El rubiales de Sidney tenía dinero, una posición tan acomodada como la suya, e hizo sus estudios con diversas matrículas de honor. También diversas fotografías; al verlas, sonrió de ese modo.
Sacudió su cabeza. "No puedo enamorarme de Alan. Mi objetivo es Abdullah".
Pero su corazón sintió esa punzada, y volvió a estremecerse. Estaba sintiendo algo por el rubio australiano, y debía silenciarlo.
Florián terminó de acostar a Fátima, pues su pequeña hija necesitaba descansar, y acto seguido se dirigió a su cama. Abdullah estaba empezando a dormirse, pero su marido y asistente lo despertó al acariciarle "así".
- ¿Te apetece jugar? - le propuso su amado.
Pero la reacción del bello heredero árabe fue de todo menos amorosa y cercana.
- ¿No sabes que estoy cansado? ¡Déjame descansar de una puta vez, Florián! No deseo follarte esta noche, ¿entiendes?
Florián se quedó estático, de piedra.
- No te dije nada ofensivo, moreno. ¡No me hables así! ¿Qué te está pasando? - le dijo.
Molesto y dolido, Florián El Hakim se levantó del lecho -. Es mejor que no duerma aquí esta noche - precisó para a continuación irse del cuarto.
A solas, los ojos de Abdullah se llenaron de lágrimas.
"Perdóname, mi vida. No quiero que me tengas lástima. No deseo que sepas que yo, tal vez, me esté muriendo".
En soledad, el sobrino de Alí El Hakim empezó a llorar mientras se acostaba de lado en su cama, de espaldas a la puerta. Para que Florián no llegase siquiera a sospechar la situación que se estaba avecinando.