Tentaciones 2. Capítulo 6: ... cabe la multitud
Después de casi tres años, aquí estoy. Echaba de menos escribir. Por lo que sigamos esta historia por dónde se había quedado. ¿Alan y Sandro serán pareja? ¿Cuáles son las intenciones del italiano? ¿Qué pensarán todos al respecto? Seguid leyendo y lo sabréis.
Si bien Florián y Rosa ya conocían a Alan de sobra, tal vez Sandro Martirelli fuese un verdadero misterio de arriba abajo.
Tal vez era lo que ambos estaban pensando. Un italiano buenorro, bien parecido, dispuesto a hacer lo que sea (y dejarse hacer) por cualquier macho que tuviese a tiro. Con segundas intenciones.
Y temían que el recién llegado de Sidney se enamorase de él. Por supuesto que esos temas amorosos-parejiles no eran un pecado para nadie.
Alan era un tío de buen corazón, pero enamoradizo, y en el pasado ya le habían roto el corazón muchísimas veces. Incluso en el pasado alguno de sus novios había llegado a agredirle sexualmente y golpearle, lo que le dejó secuelas de las que con el tiempo se recuperó al ir a terapias especializadas.
Aunque claro, esas heridas dificilmente desaparecían del todo. A veces, Alan tenía pesadillas a cuenta de este tema, que le hacían gritar. Los dos lo sabían, y estaban más que preparados para salir en defensa de su amigo si fuese necesario.
¿Quién les aseguraba que esta vez no fuese diferente? ¿Y si Sandro podía lastimar a Alan?
- Alan, él es Sandro, el nuevo socio del Corporativo. Sandro, él es Alan, un buen amigo - Florián enfatizó el "buen amigo" adrede. Para que el italianito supiera de a todas quién era él.
Sandro mostró una irremediable sonrisa seductora (" ¿Acaso eso era necesario?", pensó Rosa), y sin más, le plantó a Alan un dulce beso en la mejilla.
Lo que contribuyó a que el bello australiano sonriera de "ese" modo. Mal asunto.
¡Se estaba empezando a enamorar del nuevo socio sin apenas conocerle mejor!
Malo, malo, malo.
- No sabía que los australianos eran tan, tan bellos - mencionó Sandro como quién no quiere la cosa.
"¿Pero esto qué es? ¿De que va este tío?", se preguntó Florián, a la misma vez que miró de reojo a Abdullah. La cara de su marido era de circunstancia. No en vano, sabía como era Sandro. Habían sido pareja hace años.
Sandro, si quieres, te acompaño a visitar estas instalaciones - dijo el árabe -. Te vendrá bien para tu trabajo.
Excelente - le respondió su amigo y ex. Después se volvió para Alan -. Espero que volvamos a coincidir en más ocasiones. Creo que tal vez seas alguien muy, muy interesante.
Alan estaba prácticamente embobado. Florián y Rosa se miraron preocupados. Si era como pensaban, su amigo podría sufrir de nuevo a nivel amoroso y sexual.
Lo que les confirmó la mirada de Sandro cuando se alejaba junto a Abdullah. Una mirada lasciva, perversa.
Florián no pudo más y se lo preguntó a Alan. Sin dudas ni rodeos.
- Alan, ¿te estás enamorando de Sandro Martirelli?
Rosa casi se infartó al oírle. Alan se volvió para observar a su amigo.
¿Cuál sería su respuesta? De todas formas, Florián y Rosa sabían lo que iban a escuchar de los labios del rubio ojiazul australiano.