Tentaciones 2. Capítulo 5: Donde caben dos...

Florián tendrá que lidiar con los secretos y misterios que Abdullah aún no le ha contado. Pero ese día aún no ha terminado. ¿Qué le tendrá preparado el destino?

Aquella inesperada revelación de Abdullah fueron como un cuchillo de doble filo para Florián.

  • ¿Cómo te atreves a decírmelo así, Abdullah?- le reclamó, dolido y ofendido-. ¿Hasta cuando pensabas callarlo? Tu ex emperifollado es nuestro nuevo socio y accionista. Y encima el tío se me presenta como si nada...

  • Amor, yo... - empezó a decir el moreno, que no sabía como arreglar la situación.

  • ¿Quieres darme una escusa estúpida? Adelante, hazlo. Que todos sepan que mi marido me oculta cosas. Abdullah, eres increíble.

Entonces fue cuando Abdullah arrinconó a Florián en la pared. Juntando sus caras. Con sus bocas a pocos milímetros de un beso perfecto.

  • ¿Te crees que todo esto es fácil para mí? ¡ Por Alá ! Sabes que mi corazón es tuyo. Que yo soy tuyo. Lo sientes - le puso una mano en el pecho, a la altura del corazón-. Sé que sientes este amor tan profundo que hay entre nosotros.

  • Pero...

  • No hay peros que valgan. El hombre de mi vida, con el que estoy casado, eres tú. Me has dado y me das tanto... Aunque me muera - alejó la vista al decir eso- , aunque volviera a nacer, a reencarnarme en otro tío, siempre te conocería y me enamoraría de tí. Siempre.

Florián se quedó callado. ¿Qué le iba a decir ahora, después de esas palabras tan sentidas? Empezó a sentirse mal. Esos malos pensamientos...

Como no podría ser de otra forma, Rosa les interrumpió.

  • Perdonad que me aparezca en... este momento - los dos sonrieron -. Los señores Minamoto, Arriaga y Takeshi se hallan metidos en un atasco. Acaban de avisar hace cinco minutos, diciendo que se presentarán en cuanto el tráfico se despeje.

  • Menudo inconveniente - musitó Abdullah, que  volvió a mirar a Florián de ese modo. Como si estuvieran los dos solos en el universo.

  • Ah, Florián- ahora Rosa sonrió-. Tienes visita. Más bien nosotros dos.

  • ¿ De quién se trata?

  • Pues está subiendo ahora mismo en el ascensor.

Pareciera que las palabras de Rosa fueran en cierto modo premonitorias, puesto que las puertas del ascensor se abrieron y de él salió un tío buenorro, rubio, de ojos azules, con una sonrisa sincera, modesta y conquistadora. Vestía una camiseta blanca, una cazadora, unos vaqueros y unos tenis.

  • ¡ Oh, my God! ¡ Florián! - se le dirigió y le dio un buen abrazo-. ¡ Cuánto time sin verte!

  • ¡ Alan! ¿ Pero que coño haces tú aquí?- Florián se hallaba feliz de verle.

  • He venido para quedarme una larga temporada. Ya sabes cuánto me encanta este país. Y como me va el rollo ese aventurero...

  • ¿Cómo están las cosas en Sidney?

  • Van de lujo, friend.

  • Déjame que te presente a mi marido. Abdullah, éste es Alan, un amigo mío y de Rosa, de Australia. También es gay. Hace por lo menos cinco años que no nos veíamos.

Abdullah y Alan se estrecharon la mano.

  • Encantado de conocerte, Alan- le dijo el moreno.

  • Lo mismo digo. Me alegro por tí - le dijo Alan-. Tienes un marido que es muy valioso, como amigo y como compañero.

  • Lo sé - Abdullah sonrió mirando a Florián de cuenta nueva.

  • Hey, Florián. Tenemos que ponernos al día. Rosie me dijo que ya eres padre de una preciosa niña.

  • Por supuesto, Alan. Aunque ahora...

En ese momento, Sandro apareció. A Florián y a Rosa se les torció el rostro.

Por el contrario, los ojos de Alan se iluminaron al ver a ese maromo.

  • ¿Por qué no nos presentais?- dijo el australiano.

Sandro le sonrió. Y Florián tragó saliva.