Tensión sexual no resuelta
Primer trío con mi pareja tras años de tensión sexual no resuelta. Totalmente real.
Era mediado de Agosto. Calor sofocante sólo aliviado por un refresco servido en un vaso de tubo con mucho hielo y una piscina de pequeño tamaño, pero que servía para mitigar el bochorno cuando, empapados en sudor, nos zambullíamos en ella para poder continuar con nuestra sesión de merecido descanso vacacional.
En ese duermevela que te embriaga cuando por fin consigues desconectar del ajetreo diario y comienzas a descansar el timbre del teléfono me sobresaltó. “¿Quién cojones será ahora? Como sean de la oficina se van a enterar tanto dar por culo… ”
- ¡Hola “guapu”! - Una voz alegre y de característico acento catalán me saludaba efusivamente - ¿Ya estáis por aquí?
Se trataba de Eric, un chico al que habíamos conocido en una playa nudista de la misma localidad de la Costa Dorada donde pasábamos al menos una semana de nuestras vacaciones los últimos 4 años.
Hace ya dos años que nos conocimos por casualidad. Estábamos un grupo de amigos juntos en la playa cuando quisimos hacernos una foto para inmortalizar el momento, y conservar el recuerdo gráfico de unas divertidas vacaciones todos juntos. Así que le pedimos al chico que se encontraba más cercano a nosotros que nos la tomara él. Y el chico en cuestión resultó ser Eric. Un chico muy atractivo, de nariz prominente, ojos oscuros, pero brillantes, sonrisa encantadora, piernas y glúteos poderosos y rabo de considerable tamaño pese a estar en reposo.
Tras tomarnos la foto le invitamos a que se uniera a nuestro grupo, al encontrarse solo. Nos comentó que él veraneaba en ese pequeño pueblo desde hacía muchos años, ya que su familia tenía allí un pequeño apartamento desde que él tenía memoria. Y que de vez en cuando se escapaba de la compañía familiar para tomar el sol en pelotas en la playa nudista donde nos encontrábamos en ese instante.
Pese al “tercer grado” al que le sometieron nuestros amigos, Eric estuvo encantador y muy divertido, por lo que le sugerimos se pasara por nuestro chalet esa misma noche a cenar y tomar unas copas.
Horas más tarde, tras cenar y mientras disfrutábamos de unas copas, baños en pelotas en la piscina y muchas risas pude notar cómo la tensión sexual entre mi chico y Eric era más que evidente. Se seguían el uno al otro, se tocaban y sus miradas echaban chispas. De hecho alguno de mis amigos también lo advirtió y así me lo hizo saber “cuidado con el nuevo que va a saco a por Luis”.
- ¡Hombre guapo! ¡Qué alegría escucharte! Sí, sí que estamos por aquí, llegamos hace un par de días…
“¿Quién es? ”, me preguntaba en voz baja mi chico, “ es Eric ”, le contesté susurrando mientras tapaba el micrófono del móvil con mi mano.
Tras una breve conversación acordamos que después de comer pasaría a recogernos con su coche y nos acercaríamos a la playa nudista a pasar allí el resto del día.
Mientras esperábamos a que Eric viniera a recogernos lo vi claro. Era la ocasión ideal. Desde que nos conocimos dos años atrás entre Eric y Luis siempre existió una tensión sexual no resuelta. Era evidente en la forma de comportarse mi novio cuando Eric estaba delante. Porque además ellos habían intercambiado el número de teléfono y continuaban en contacto regular, y soy consciente que alguna foto subida de tono habían compartido por whatsapp. Así que era el momento que esa tensión sexual despareciese, y yo lo iba a hacer posible.
Eric llegó puntual y cuando salimos allí estaba, de pie junto a su coche nuevo, con su camiseta de tirantes holgada, de esas que con cualquier movimiento te deja el pectoral totalmente desnudo, muy moreno, se notaba que llevaba ya un par de semanas de vacaciones, unos pantalones bien cortos y apretados a su redondo culo y unas zapatillas.
Fui yo el primero a llegar hasta él y le abracé bien fuerte, para que notara mi rabo morcillón restregarse al suyo. Él lo notó rápidamente y me agarró del culo con las dos manos y tras darme un pico me dijo:
- Bueno, pero que buen recibimiento… ojalá siempre fueran todos así.
Al separarse le tocó el turno a Luis, quién se cortó más en su efusividad, probablemente para que yo no me diera cuenta de esa tensión que era tan evidente que entre ellos dos existía.
Nos subimos al coche y entre charlas intrascendentes llegamos a la playa nudista. Aún había mucha gente, pero nos buscamos un hueco en el que no tuviéramos mucha gente alrededor.
Luis y Eric se despelotaron en seguida y se dieron crema el uno al otro, usando más tiempo del preciso en extenderla en según qué partes. Yo sin embargo mantuve puesto mi bañador, ya que me da mucho morbo la marca y el culo blanco en contraste con el moreno del resto del cuerpo.
Allí tumbados estuvimos más de una hora, hablando de un poco de todo, poniéndonos al día de nuestras vidas, trabajos, asuntos familiares, etc., cuando decidimos darnos un buen baño y refrescarnos tras la intensa sesión de bronceado. Esa era mi oportunidad de allanar el terreno.
Allí nos entramos los tres, ellos con sus pollas brillantes por el sudor balanceándose y yo con mi bañador híper apretado marcando mi culo trabajado tras muchas sentadillas en el gimnasio adentrándonos en las azules aguas del Mediterráneo.
Eric hizo la postura del muerto, dejándose balancear por las olas. Yo hice lo mismo, juntando mis pies a los suyos y con un ligero movimiento entrelazando nuestras piernas, estirando con mis piernas de las suyas y estrechando cada vez más la distancia entre los dos, por lo que en un momento uno de mis pies estaba cercano a su ingle y el otro lo juntaba a su glúteo, justo la misma postura que él tenía en ese momento.
Mientras seguíamos en esa postura, y continuábamos con nuestra conversación banal, yo aprovechaba para acariciar su ingle con mi pie y acercarlo cada vez más a sus redondas y pesadas pelotas. Él era consciente de mi táctica, por lo que en un movimiento rápido y disimulado cogió mi pie y lo plantó justo encima de su rabo, el cual ya estaba endureciéndose. Esa era la señal que quería. Bajé mis piernas y me acerqué a él hasta estar completamente pegados, con su mano derecha rodeándome la cintura y con su duro rabo apoyado en mi cadera.
Él, alargó su otra mano y acercó a Luis a nuestro lado, quien con la escena anterior, de la que por supuesto no había perdido detalle, estaba ya empalmado.
En ese momento Eric ya estaba a punto de caramelo, con su rabo de 17 cms, extremadamente gordo, de cabeza roja y grande, duro y golpeando mi cadera. Yo lo cogí, lo apreté bien y le hice saber a Luis:
- Nene, nos ha tocado el gordo. - A lo que ambos rieron mientras que Luis alargaba su mano para comprobar cuán grande era la polla de Eric en directo, y mientras este metía la mano derecha por mi bañador y me acariciaba el ojete con su dedo corazón.
Ya era tarde, pero aún había gente en la playa, por lo que sugerí que fuéramos al chalet a pegarnos una ducha, quitarnos la sal e ir a cenar por ahí. La cara de los dos fue un poema, ya que el calentón que llevaban encima era incuestionable. Pero yo tenía otros planes.
Pasados unos minutos, y una vez las tres pollas habían bajado de su estado de excitación, salimos a la orilla, nos secamos, recogimos los bártulos playeros y con solo los bañadores puestos nos fuimos hacia el coche. La situación era excitante pero tensa, ya que les había descolocado al dejarlos a medias tras calentarlos en el mar. Yo mientras tanto hacía como si nada, pero mi plan estaba resultando tal y como esperaba.
Al llegar mi novio preguntó en voz alta:
- ¿Quién se ducha primero?
A lo que respondí:
- Mejor nos metemos en la piscina y nos quitamos la sal, esta noche ya nos duchamos.
Ambos aceptaron. Me coloqué conscientemente delante de los dos y me quité el bañador lentamente y mostrándoles mi culo blanco y ojete rosado que apareció oculto de bajo el bañador.
Una vez los tres dentro, y tras un par de largos para entrar en calor, Luis dijo que él se salía, que le había entrado el frío. Esta era la mía. Lo abracé por atrás y pedí a Eric que hiciera lo mismo por delante, que entre los dos teníamos que hacerle entrar en calor. Dicho y hecho. Eric lo abrazó por delante. Se quedaron mirando fijamente y pasó lo que llevaba buscado: se dieron un beso con lengua de los que no se olvidan. Yo desde atrás lamía el cuello a Luis pero no perdía de vista las lenguas de Luis y Eric intercambiando saliva y gimiendo tras dar por fin rienda suelta a la tensión sexual durante dos años acumulada.
Eric apartó su boca de la de Luis y la acercó a la mía. También quería probar mis carnosos labios tras esta tarde de morbo playero. Pero Luis, tras tanto tiempo esperando este momento no quiso perder un segundo y metió su lengua para fundirnos los tres en un caliente y húmedo beso a tres bandas. Mientras tanto, yo los empujaba sutilmente, acercándolos a la zona menos profunda de la piscina, hasta el punto en que ambos rabos asomaban prácticamente en su totalidad del agua. El de Eric poderoso, con grandes venas rodeando su ancho tronco que hacían llegar ingentes cantidades de sangre a ese prepucio rosado y brillante. El de Luis menos espectacular debido a ser más fino, quizás también por ser obviamente tan conocido por mí, pero igual de apetitoso con sus casi 18 cms de largo.
Me arrodillé y comencé saboreando el rabo de mi novio. No quería hacerle ese feo, aunque pensándolo bien estaba demasiado ocupado mordiendo los negros pezones de Eric como para haberse dado cuenta de qué polla me llevaba antes a la boca. Mientras hundía todo el cipote de mi novio por mi garganta usaba mi mano derecha para masturbar lentamente a Eric. Tenía muchas ganas de llevarme su polla a la boca, pero era tan gorda que mejor si calentaba bien antes con la de Luis. Tras un par de minutos por fin cambié de rabo. La poderosa herramienta de Eric se presentaba palpitante, brillante y apetitosa frente a mí. Comencé lamiendo suavemente su frenillo, pasando mi lengua por todo su tronco y estirando suavemente de sus pelotas con mi mano. Sus gemidos comenzaron a aumentar considerablemente. Mi novio, al darse cuenta dejó de trabajarle los pezones a Eric para deleitarse con la felación que acababa de empezar.
No creí que iba a costarme tanto, pero la anchura de su rabo era tal que tenía que hacer verdaderos esfuerzos para acomodarla toda en mi boca. Comencé un ligero vaivén por todo su tronco, pero el estado de excitación que tenía Eric era tal que no tenía tiempo para juegos. Apoyó sus manos sobre mi cabeza y comenzó a follarme la boca sin miramientos. La saliva se me escapaba por las comisuras de los labios. Pequeñas arcadas aparecían involuntariamente. No podía retener las lágrimas que escapaban de mis ojos. Sus pelotas rebotaban salvajemente en mi barbilla y un delicioso sabor de precum ya empezaba a asomar. En ese momento frenó en seco, sabía que había esperado mucho tiempo para acabar así de rápidamente. Por lo que apartó mi boca de su rabo, muy a mi pesar, y mirándome a los ojos me dijo:
- Anda cabrones, vamos a la cama que estaremos más cómodos.
Así hicimos, tras secarnos ligeramente nos trasladamos hasta el dormitorio, con su cama extra grande lista para disfrutar de una sesión de sexo entre tres.
Nada más llegar Luis se arrodilló, pues no podía esperar más en catar ese tremendo trozo de carne que tenía Eric entre sus piernas. Mientras tanto yo le comía la boca a Eric y le trabajaba bien los pezones con mis manos, y él follaba, literalmente, la boca de Luis, no dejándole escapar con su mano izquierda sujetándole por la nuca y abriéndome el ojete con dos dedos de su mano derecha.
Pese al placer que me estaban dando esos dedos rudos, liberé mi ojete y me arrodillé junto a mi novio a realizar una mamada a dos bocas que Eric tardaría en olvidar. Nuestras bocas se intercambiaban tronco, pelotas y glande en una especie de danza improvisada que dejó el rabo de Eric reluciente y babeante.
Eric estaba a punto de explotar, así que decidió tomar las riendas, nos empujó a los dos a la cama y de rodillas comenzó a comernos con ansias el rabo a Luis y a mí. Era un experto mamador, que se engullía la delgada pero larga polla de mi novio, o mi no tan larga pero gruesa tranca sin problema y sin arcada alguna, pese a llegar a meterse mis gordas bolas a la vez.
Tras unos minutos, cambiamos de posición. Mientras Luis le comía el rabo a Eric, este me lo comía a mí y yo le trabajaba el ojete a mi novio, el cual estaba palpitante debido al grado de excitación. No recordaba otra ocasión en el que el ojete de mi novio engullera tres de mis dedos de golpe sin necesidad de lubricante alguno como estaba pasando ahora mismo. Obviamente estaba listo para ser ensartado por Eric.
Así se lo hice saber a nuestro invitado, quién sin dudarlo tumbó bocarriba a mi novio, apoyó las piernas sobres sus hombros, y de una estocada le clavó su tremendo rabo gordo hasta las bolas. El gemido, mezcla de dolor y placer que Luis emitió debieron oírlo todos los vecinos de la urbanización, pero el placer era tal que agarró del culo a Eric y le espetó:
- Llevo dos años esperando este momento, fóllame bien duro.
Y vaya si lo hizo. Eric comenzó una cabalgada brutal con golpes rápidos y secos metiéndole su rabazo hasta el fondo y haciendo a mi novio gemir como una gata en celo. Yo estaba extasiado con la imagen. Viendo como esa gran tranca salía por completo del culo de mi novio, dejándolo bien abierto, y lo volvía a rellenar en cuestión de milésimas de segundo.
En ese momento Eric me comentó que necesitaba una polla en la boca, y vaya si le dí polla. Me puse de pie sobre mi novio, dejándole el rabo a Eric al alcance de su boca. Le cogí con ambas manos y comencé a realizar una follada de boca de la intensidad con la que él estaba destrozándole el culo a mi novio.
No recuerdo el tiempo que pasó, pero un largo gemido de Eric anunció que estaba descargado sus gordos huevos en el interior de mi novio. La lefada debió ser abundante, pues durante más de diez segundos Eric no paraba de gritar y tener espasmos con su rabo totalmente ensartado en el culo de Luis. En ese momento Luis no aguantó más, y sin tan siquiera tocarse el rabo lanzó una de sus abundantes corridas que le alcanzaron la frente, pómulo y mentón. Esa imagen era demasiado para mí, por lo que les anuncié que yo también estaba listo para descargar. Pero en ese momento Eric retiró su, ahora morcillona, polla del ojete de mi novio y pidió, tumbándose bocarriba que me corriera en su boca, lo cual hice con placer.
Tras descargar abundantemente en la cara y boca de Eric los tres nos fundimos en un intenso beso blanco, intercambiando mi lefa y la de mi chico hasta que toda desapareció.
Exhaustos nos quedamos dormidos, pero obviamente esta no fue la última vez que follamos los tres.
Espero que os haya gustado y quedo atento a vuestros comentarios.