Tengo una extraña sensación (III)

Tercera entrega con el cuarto capítulo de mi relato. Mi adiestramiento de nivel II comienza con una jornada depravada de veinticuatro horas de sexo total y sumisión

(Para entender y seguir este relato por entregas es altamente recomendable leer en primer lugar las dos partes publicadas antes, cuyos enlaces son los siguientes:

Primera parte (Capítulos 1 y 2) http://www.todorelatos.com/relato/114370/

Segunda parte (Capítulo 3) http://www.todorelatos.com/relato/114432/

Se admiten comentarios, sugerencias y cualquier otra cuestión que queráis en mi correo actual, que es alvarez_luis47@yahoo.es )

4. Adiestramiento nivel II

Mi Ama Lady Sonia había decidido que llegado ese momento era necesario que yo, su sumisa crossdresser Luisa, diese un paso adelante en mi adiestramiento y que empezase a perfeccionar técnicas de sumisión, que empezase a entender cuál es el papel de una Ama, de un esclavo o esclava y de un sumiso o sumisa, quería que yo fuese eligiendo si realmente podía ser una buena sumisa o si mi manera de comportarme y de ser era más propia de una esclava. También deseaba modelar más mi proceso de feminización para que, llegado el momento, pudiese devolverme por un instante mi libre albedrío y mi voluntad y yo misma eligiese si quería dar el paso definitivo de pasar por el quirófano para convertirme en una mujer total, liberarme de mi pene y de mis testículos y llegar a tener un coñito de verdadera puta como era, al parecer, mi verdadera vocación.

Un par de días después del rodaje de la película empezó ese proceso, que venía reflejado en una nueva cinta de vídeo con el número 5. La primera decisión que tenía que tomar mi Ama era averiguar cuál era el tamaño más apropiado que debían tener mis tetas. En las últimas semanas, gracias a las hormonas y a las bombas de succión, había empezado a desarrollar un cierto volumen en mis pechos. Mis pezones también habían empezado a ganar tamaño y sensibilidad, consiguiendo un notable desarrollo especialmente cuando me eran aplicadas pinzas o cadenas y succionadores que los estiraban y estimulaban. En las primeras escenas del nuevo vídeo, mi Ama me hacía ponerme varios de los juegos de tetas postizas que tenía en mi colección privada: algunos de tamaños medios y otros más voluminosos, para así hacerse una idea más real de cuál era el tamaño de tetas que mejor iba con mi nueva fisionomía.

Tras ponerme varios de esos pares de tetas postizas, vio claramente que unas tetas grandes, pero no demasiado, eran las que mejor me quedaban y más femenina me hacían. Eran realmente preciosas, firmes y describían un semicírculo casi perfecto en su parte interior, siguiendo con una delicada elipse hasta llegar suavemente a mis axilas. Eran prácticamente las tetas que toda mujer soñaría. Hizo que posase para su cirujano particular, que me hizo varias fotos y marcas con rotulador sobre mi pechito, con la orden de que estudiase qué tipo de operación plástica era necesaria para conseguir dotarme de unas tetas exactamente iguales a esas. Con un escueto movimiento de su dedo me ordenó que premiase el trabajo del médico terminando la reunión de ese día con una mamada y ofrecimiento de mi culito al galeno. Ni que decir tiene que disfruté mucho de la bonita polla del cirujano y que conseguí que se corriese dos veces dentro de mi boca y ano. Mi Ama, satisfecha, hizo que Allan la follase mientras que ella se pellizcaba sus pezones viendo cómo yo era follada.

Pero mi Ama Lady Sonia quería profundizar en mi adiestramiento como crossdresser sumisa ya de cierto nivel. Y la verdad es que lo que aparecía en el vídeo y que correspondía a los siguientes días era realmente intenso. La primera instrucción que recibí era que durante las siguientes 24 horas iba a tener que tener mi boca y mi culito siempre ocupado. Era como una prueba de resistencia sexual que toda sumisa de nivel II debía pasar para seguir con su nuevo estatus de entrenamientos avanzados. Como era de esperar, Allan se apoderó de mi culito. La verdad es que aunque no me había acostumbrado bien al tamaño descomunal de la verga del negro, cada vez me resultaba más fácil metérmelo a fondo y entrar y salir acoplada a las embestidas de la pelvis del esclavo. Mientras que Allan me enculaba, Marta, la esclava más bonita de la cuadra de mi Ama, me hacía chuparle alternativamente sus dos preciosas tetas que, por cierto, eran muy parecidas a las que mi Ama había elegido para mí. Cristina y Paula, las otras dos esclavas de la cuadra, me aplicaban mientras unas bombas de succión sobre mis pezones y, poco a poco pero sin descanso, los estiraban hasta que se pusieron casi morados. Intenté concentrarme en los deliciosos pezones de Marta, chupándoselos y mordisqueándolos a veces, para intentar olvidarme del dolor que me estaba causando el estiramiento de mis pezoncillos, pero en un momento dado, una bestial embestida de Allan, seguido de un grito de placer intenso, me hizo sentir el poderoso miembro del negro que casi desgarraba mi ano. Su corrida rebosaba mi esfínter y pronto sentí cómo una lengua me limpiaba el semen que se había salido y una nueva polla, esta vez de látex, reemplazaba el pene de Allan.

Vi que era Pablo el que me había chupado mi culito y ahora me estaba introduciendo el consolador con vibración y motor rotatorio en mi vagina anal. Pablo era el esclavo de la cuadra con el que había tenido menos contacto hasta ese momento, de hecho creo recordar que hasta ese vídeo no había conseguido ver cómo era su polla. No tenía realmente un miembro tan grande como el de Allan, pero lo que realmente caracterizaba a su buena polla era la curvatura que tenía hacia la derecha, muy pronunciada, y el tamaño de su glande, que era realmente grande. Pablo tenía además sus pezones anillados y en su prepucio también lucía un piercing en el que estaba colgada una cadenita que se unía con las anillas de sus tetillas. En su culo tenía el tatuaje en el que se veía que era propiedad de Lady Sonia. Pero lo más sorprendente es que llevaba permanentemente sus huevos aprisionados por unas cuerdas que hacían que su polla estuviese siempre empalmada.

Las tetas de Marta pronto fueron sustituidas por la polla de Juan, el sumiso, que había sido recompensado por nuestra Ama con una felación que debería realizar yo en exactamente treinta minutos; si él se corría antes de ese tiempo, recibiría tantos latigazos como minutos se adelantase, si por el contrario, su polla permanecía sin correrse después del minuto treinta y uno, yo debería permanecer desnuda en la calle central del barrio chino de mi ciudad tantas noches consecutivas como minutos se retrasase la eyaculación de Juan. Afortunadamente no era la primera vez que tenía que comerme esa polla y ya sabía bastante bien cómo conseguir mi objetivo aplicando técnicas aceleradoras o retardantes con mi lengua y mis dientes en el pene de aquel sumiso.

Conseguí que se corriese en el minuto treinta y dos, por lo que mi castigo se reduciría a sólo una noche de exhibicionismo en aquella peligrosa pero concurrida avenida, lo que realmente no me preocupaba demasiado, por lo que traslucía mi gesto cuando mi Ama me anunció el castigo.

El consolador motorizado permaneció casi cuatro horas en mi culito, aunque Allan se encargaba, cada cierto tiempo, de sacármelo y lubricarlo convenientemente para que no destrozase mi vaginita culera. En ese tiempo tuve que mamar la polla de Juan, como ya os expliqué, y varias veces los coñitos de Marta, Cristina y Paula, que se iban turnando a medida que conseguían un orgasmo con mis succiones. Las tres tenían sus coñitos perfectamente depilados y, gracias a su entrenamiento, sus clítoris incluso en reposo sobresalían de sus labios vaginales, desafiantes, como botones de placer listos para ser activados al mínimo deseo de nuestra Ama o de quien ella dispusiese.

Ya había completado las cinco primeras horas de la jornada de veinticuatro que había preparado mi Ama Lady Sonia cuando fui atada a una especie de potro de tortura, boca abajo, con mis piernas bien separadas y mis muñecas esposadas a una argollas que había en el suelo. Me habían puesto una venda en mis ojos y varios hombres con pollas enormes y sus cabezas tapadas por unas máscaras entraron en fila en aquella estancia. Por turnos exactos de tres minutos fueron pasando por mi ano y boca en una rueda sinfín que duró las siguientes catorce horas. Era impresionante, pues en poco tiempo todo mi cuerpo se fue llenando de semen ya que los tipos se corrían a menudo nada más sacar sus pollas de mi culo o boca y tenían la orden de bañarme en leche en un bukkake salvaje e interminable. Evidentemente algunos conseguían correrse dentro de mí, pero eran los menos o a veces, porque sonaba la campana de cambio de turno en medio de su corrida, tenían que sacar sus pollas de mis agujeros en mitad de la faena. Así pasé todo lo que quedaba de tarde, noche y toda la madrugada de aquel día.

En el vídeo ponía que eran las ocho de la mañana cuando terminó aquella ronda que, por lo que se veía, había dejado mi cuerpo entumecido, mi piel totalmente bañada de leche de macho, y mi ano y mi boca absolutamente descompuestos. Cuando salieron aquellos encapuchados, entraron en escena Allan y Pablo, que me retiraban las esposas y me desataban del potro para llevarme a volandas a una ducha para una limpieza rápida y para trasladarme después, totalmente desnuda y con un plugin en mi culo y un ballgag en mi boca, hasta la bañera grande del apartamento de mi Ama.

Allí me esperaban mis compañeras sumisas crossdresser de la cuadra, Manuela y Divina, que estaban estupendas con unos mini biquinis espectaculares. Ellas tenían que llenar la siguiente hora con sus pollas mis dos agujeros. Y la verdad fue como una bendición, pues sus pollas eran pequeñas, como la mía, y porque además tenían la orden de ir poniendo bien erecta mi pollita, que acababa de ser liberada de su jaula de castidad mientras que me duchaban. Pero no podía, de ninguna manera, correrme.

Fue duro conseguir no correrme, mi pollita se convulsionaba por momentos, pero Manuela y Divina sabían cómo hacer para que yo no eyaculase. Me apretaban la base de mi pene cuando parecía que estaba a punto de irme y golpeaban mis huevos para producirme el suficiente dolor como para que ese instante de clímax se desvaneciese al instante. Esa hora pasó y ya sólo quedaban cuatro para cumplir esa jornada iniciática en mi nuevo adiestramiento.

A continuación me trasladaron a la sala de máquinas, en donde me penetró el ano la polla motorizada mientras que Allan y Pablo primero y Manuela y Divina después se turnaron follándome literalmente la boca. En la pared se iban proyectando escenas de mi película para el placer y la admiración de mis compañeros y compañeras de cuadra, que descubrían mis interpretaciones con gestos de aprobación y exclamaciones obscenas. En medio de aquellas horas finales, mi Ama Lady Sonia entró a la sala y se acercó a mí susurrándome al oído: “Y ahora, mi putita, te vamos a anillar tus pezones para que al médico mañana le sea más fácil ponerte tus nuevas tetas en el quirófano…” Se veía que yo aprobaba la propuesta, pues mi pollita, que aún no había sido encerrada en su jaula de castidad, se empalmaba alcanzando unas dimensiones casi desconocidas para mí.

La ceremonia del piercing en mis tetitas fue el culmen de aquellas veinticuatro horas de sexo y sumisión. Al terminar, mi Ama en un gesto magnánimo, dejó que la follase, que le comiese sus preciosas tetas, que la besase con fervor sumiso hasta correrme al final abundantemente en su coño adorado. Al terminar caí de rodillas a sus pies, con mi cara a la altura de su pubis, y chupé aquel templo sagrado, limpiando mi propio semen que se salía de su vagina, entre sus labios, y tragándome toda aquella corrida hasta que la dejé totalmente inmaculada.

Continuará