Tengo una extraña sensación (II)

Segunda entrega, que corresponde al capítulo 3 del relato. Como escena de cierre de la película, me montaba un trío con los dos en el que de pronto llegaban una pareja gay y dos shemales más y nos fundíamos todos en una orgía sin freno.

3. Una tarde de película

El restaurante era uno de esos de los que mi Ama Sonia solía frecuentar. El dueño era asiduo a las fiestas de mi Ama. Cuando llegamos, nos hicieron pasar a un reservado en donde había una mesa pequeña con servicio sólo para una persona. Yo ya sabía lo que eso quería decir. Nada más entrar me puse a cuatro patas mientras que mi Ama se sentaba. Ella comería un excelente menú y yo comería coño, el jugoso coño de Lady Sonia. El reservado, por supuesto, también tenía sus cámaras y nada, ningún plano, se podía escapar. Nada más sentarse mi Ama se abrió de piernas y deslizó su tanguita hacia un lado. Yo, obediente y sumisa, empecé a pasar mi lengua por esa adorada rajita, de abajo hacia arriba, con suavidad y lentamente. Poco a poco fui besando sus ingles y apliqué mi lengua en la pequeña matita de vello que tenía en su pubis. Formaba un pequeño triángulo señalando hacia su clítoris. A los diez minutos empecé a separar sus labios vaginales con mi lengua y fui humedeciendo el centro de su vagina y su botoncito de placer, que empezaba a aparecer entre aquellos gloriosos labios, en todo lo alto.

Mi Ama, justo en ese momento, metió dos de sus dedos en mi sujetador y me pellizcó un pezón. Se me puso duro como una piedra. El tratamiento al que yo había sido sometida a lo largo de aquellas semanas había conseguido un verdadero milagro en mis tetitas, y mis pezones habían alcanzado un nivel de sensibilidad exagerado, como quedaba claramente reflejado en aquellos vídeos que ahora yo revisaba. Al cabo de unos minutos más, mi Ama destilaba una gran cantidad de flujo por su vagina, lo que era mi único alimento. Por la cara que ponía yo mientras que chupaba ese néctar, se veía que estaba feliz y gratamente recompensada.

Acto seguido en el vídeo aparecía un camarero que se sacaba una polla enorme y que la colocaba en la entrada de mi vaginita anal, ya desprovista del tanga. Tras encularme un buen rato, me hacía darme la vuelta para que se la comiese a fondo y para que se la dejase bien limpia… su polla entraba hasta mi garganta en algunos momentos y en otros la sacaba de mi boca para golpearme las mejillas, había también instantes en que yo le mordisqueaba su glande suavemente, pero el tío se veía que no se corría ni con mi espléndido trabajo bucal. Un buen rato después, sacaba aquel tremendo falo de mi boca y se pajeaba convulsionándose y derramando toda su leche en el suelo. Evidentemente, una mirada de mi Ama hizo que entendiese sus deseos: me tocaba limpiar el suelo y ofrecerle ese jugo en mi lengua a mi adorada Lady Sonia. Ella, mientras que yo me aplicaba en recoger todo aquel semen, terminaba el plato principal de su comida y esperaba que yo le diese el postre.

Me acerqué a mi Ama y elevando mi cabeza le mostré mi lengua y mi boca, llena de aquella lechada. En ese preciso instante, aparecieron dos camareras con sus pechos al aire y empezaron a ordeñarse sus tetas con sendos succionadores para llenar un vaso de leche materna en un momentito. Mi Ama me agarró de mis pezones y me hizo acercarle mi boca a la suya, en donde fui depositando todo el semen que había recogido del suelo. Cuando mi boca estaba ya casi limpia, cogió el vaso y me hizo enjuagarme los restos de la lechada con la leche de aquellas matronas para, acto seguido, tirar de mi cabeza hacia ella y besarme en un momento que por lo que se veía en el vídeo estaba llevándome a un verdadero éxtasis. Las chicas trajeron un arnés y se lo colocaron a mi Ama, que terminó aquella escena del restaurante enculándome con una buena polla plástica durante un buen rato.

Tras terminar de follarme, mi Ama me llevó hacia el baño del reservado, en donde me limpió con mucho cuidado y me maquilló para dejarme tan guapa como estaba a primera hora de la mañana. “Ahora ya estás preparada para lo que te toca esta tarde”, me dijo. Eran cerca de las cuatro cuando se veía que dejábamos el restaurante.

En unos quince minutos llegábamos a una nave en las afueras en donde estaba el set de grabación de la película. Entré detrás de mi Ama, en actitud sumisa, y subimos a las oficinas de la planta superior, en donde estaban las maquilladoras y los guionistas impartían las últimas instrucciones. En la sala de maquillaje había una larga cristalera desde donde se veía la planta inferior, en donde estaban grabando ya algunas escenas. La película se llamaba “Transexual a domicilio” e iba acerca de un maltratador que recibía el castigo adecuado de parte de su mujer en forma de una shemale que acudía a la casa de la pareja atendiendo la llamada desesperada de la esposa. Aprovechando un descuido, ésta había conseguido inmovilizar a su marido mientras que dormía la siesta (era la escena que grababan en ese momento) y con unas esposas el hombre estaba tendido desnudo en la cama del matrimonio. En la siguiente escena yo tendría que llegar a la casa, y tras un breve diálogo con la mujer, empezaba a aplicarle una buena dosis de bdsm al cabronazo del esposo. A lo largo de la película le tendría que aplicar varias raciones de sexo fuerte y al final, el tío descubría que ese lado gay/bisexual le encantaba y se entregaba como un corderito sumiso a su esposa.

Toda esa tarde estuve follando la boca del maromo (que por cierto estaba muy cachondo y tenía un pollón de esos que sólo se ven en las pelis porno), lo sodomicé y le metí enormes consoladores por su culito, lo follé de todas las formas posibles, lo vestí con lencería sexy de mujer, con la ayuda de su esposa lo maquillé y le rasuré todo su vello corporal, y como escena de cierre de la película, me montaba un trío con los dos en el que de pronto llegaban una pareja gay y dos shemales más (a las que en el guión yo llamaba por teléfono) y nos fundíamos todos en una orgía sin freno en el que pollas, coños, culitos, bocas y tetas en primerísimos planos eran los verdaderos protagonistas.

En una de las escenas intermedias se veía que yo disfrutaba especialmente. En ella, el hombre, que a esas alturas empezaba a entregarse a la sumisión, me enculaba con su enorme taladro. En mitad de la follada, aparecía mi pollita totalmente empalmada y la mujer, sin poder evitarlo, me hacía una mamada de escándalo, que se culminaba con una tremenda paja cubana entre sus preciosas tetas. Como colofón, tanto el marido como yo nos corríamos abundantísimamente (cosas de los efectos especiales) sobre las tetas y la boca de la mujer, que como premio se comía mis tetas al alimón con su marido, una teta para cada uno y mis pezones totalmente erectos en primeros planos de lenguas, bocas y saliva.

En los planos de la orgía, hacíamos un “trenecito” en el que el marido follaba a su mujer mientras que yo lo enculaba, a la vez yo era penetrada por detrás por uno de los chicos gays, y detrás seguían una de las shemales, el otro chico homosexual y terminaba la otra transexual, que a su vez era enculada por un enorme dildo que manejaba la mujer del maltratador.

Salimos del rodaje a las tantas de la madrugada, pero mientras que volvíamos para casa, mi Ama Lady Sonia, en agradecimiento a mi buen trabajo de esa tarde, paró el coche en un lugar discreto y me regaló una mamada de escándalo que, por lo que pude ver en el vídeo correspondiente, yo grabé con su teléfono móvil. Esa noche tuve el honor de dormir en el suelo a los pies de la cama de mi Ama. Y a la mañana siguiente se lo agradecí con una preciosa comida de coño. En el vídeo etiquetado como “cinta nº4” se veía el maravilloso dormitorio de Lady Sonia, el sueño de todo sumiso. Había cadenas y argollas por todos lados, aparatos de castigo que jamás me hubiese imaginado y todo tipo de juguetes y ropas de lo más sugestivas. De hecho, esa noche yo dormí atada con cadenas a los pies de la cama de mi Ama, con una correa en mi cuello, y un consolador en el que su parte exterior tenía una imitación de cola de caballo metido en mi culito. Mi cara mostraba una felicidad indisimulada.

Al parecer, la película que habíamos rodado ese día fue un auténtico bombazo en determinados círculos de distribución del cine XXX y mi Ama sacó muy buenos réditos económicos de mi debut en el mundo de las películas para adultos. A partir de ese día, mi estatus como aprendiz de sumisa crossdresser había subido un grado y ya me iban a ser aplicados otros entrenamientos más elevados, iba a tener que satisfacer otro tipo de necesidades de mi Ama y de sus amistades y clientes, y mi feminización iba a avanzar aún más.