Tengo una extraña sensación

Soy un amante de la lencería femenina, me gusta travestirme y empleo mucho de mi tiempo libre en exhibirme en chats de sexo por internet. Me encanta vestirme como una auténtica puta y que me vean como soy, que disfruten con lo que hago con mis juguetes y que se pajeen pensando en mí.

Tengo una extraña sensación (Dominación y Control Mental)

1. Los inicios

Soy un hombre de 47 años, soltero, sin relaciones actualmente, públicamente me comporto como un heterosexual que es profesional por cuenta propia y tiene una vida en este aspecto que parece solvente y realizada. Hace años estuve a punto de casarme con mi novia de toda la vida, Isa, pero tras diez años de convivencia, la cosa se fue a la mierda antes de la boda porque aunque en la cama íbamos muy bien, nuestra convivencia de diario era cada vez más insoportable.

Desde ese momento hasta ahora he vivido solo y he hecho una escueta y convencional vida social. Y es que soy un amante de la lencería femenina, me gusta travestirme y empleo mucho de mi tiempo libre en exhibirme en chats de sexo por internet. Me encanta vestirme como una auténtica puta y que me vean como soy, que disfruten con lo que hago con mis juguetes y que se pajeen pensando en mí. Tanto mujeres como hombres, me da igual. Tengo que confesar que me pone mucho tener juegos de bdsm suave y adoro jugar roles de sumiso, pero como ya he dicho, hasta hace unos meses estas tendencias eran sólo virtuales y no pasaban de breves escarceos por la red.

Físicamente no soy una cosa del otro mundo, aunque soy alto, tengo cierto sobrepeso y soy bastante peludo. Pero eso nunca me ha echado para atrás. Como os comentaba, en casa me he ido haciendo con una buena colección de ropitas íntimas de mujer y también me he comprado diversos juguetes sexuales; mis preferidos son mis plug-in anales, mis bolas chinas, mis pinzas de pezones y mis consoladores, entre otras cosillas. Trabajo en casa habitualmente y cada día, si no he de salir a la calle, me gusta ponerme lencería de mujer y aderezos varios que me hacen sentirme muy cachonda y muy puta. Si por el contrario tengo previsiones de salir ese día, bien porque tengo que ir a algún sitio o porque tengo que visitar a algún cliente, ya de mañana me visto convencionalmente con mi ropa de hombre.

Trabajo como diseñador gráfico, web y de publicaciones y lo hago como free-lance. Con el tiempo me he hecho con una buena cartera de clientes, por lo que a pesar de la crisis, he podido mantenerme pagando mis facturas y sin más apretones que los que todo hijo de vecino ha tenido que ir soportando: menos copas, menos cenas fuera de casa y menos caprichos que antes… vamos, lo normal.

Hace unos meses, casi un año, mi vida cambió sin que yo me diese cuenta de cómo ocurrió todo. Pero mi vida ahora es radicalmente distinta a como había sido anteriormente. Ahora, once meses después de ese cambio total, ya sé cómo empezó ese cambio y el proceso en el que ahora estoy envuelto. Y os lo voy a contar con todo detalle, porque mi Ama Sonia me lo ha ido narrando en los últimos días y me ha pedido que lo vaya escribiendo antes de tomar la decisión más trascendental de mi vida.

Entré en la oficina de la editorial como tantas otras veces. Era primera hora de la mañana de un lunes como otros tantos lunes antes. Pero ese día me iba a entrevistar con una nueva editora que acababa de incorporarse a Ediciones Alfa Internacional, una muy valiosa ejecutiva fichada a golpe de talonario. Esta editora sería desde ese día la que me encargaría los diseños de libros y publicaciones que anteriormente estaban dirigidos por Juan López, mi anterior interlocutor recientemente jubilado. Esta chica se me presentó como Sonia Echanove. En cuanto la vi calculé que tendría unos treinta y cinco años. Era la típica mujer que demostraba ser muy segura de sí misma. Además estaba muy cachonda, aunque su manera de vestir no era especialmente provocativa. Sonia Echanove escondía tras su traje de chaqueta unas hermosas curvas y unas tetazas de escándalo, pensé nada más verla.

Tras las presentaciones de rigor y el intercambio de la típica información profesional para saber qué pautas tendría que seguir desde ese momento, me encargó una serie de trabajos cuyos textos me pasó en un lápiz USB; toda una novedad, ya que Juan López no era muy amigo de las nuevas tecnologías y acostumbraba a darme órdenes de trabajo y textos para maquetar en papel, “como toda la vida”, decía siempre. Con Sonia las cosas apuntaban muy bien pues íbamos a tener que trabajar habitualmente conectados por la red. Eso me gustaba, pues me iba a ahorrar tiempo y muchos viajes a la editorial para corregir bocetos y discutir diseños. Desde el primer momento, Sonia Echanove me aseguró que nos conectaríamos casi todos los días varias veces por Skype a unas horas determinadas para revisar el estado de los trabajos en curso y después cada vez que fuese necesario, pues ella estaría “habitualmente disponible”, como enfatizó un par de veces durante nuestra primera conversación.

Esa misma tarde, en mi casa, me puse mi conjunto de lencería blanca, con el sujetador de copas abiertas y el tanga de hilo dental. Siguiendo mi liturgia habitual, me había afeitado el vello púbico dejando sólo un triangulito apuntando hacia abajo a mi polla y me había maquillado adecuadamente, como me gustaba, como una verdadera puta. Me había puesto mi peluca de rubia peligrosa estilo Moulin Rouge, y me había aplicado unas pinzas en mis pezones, para realzar mis tetas con el suje de copas abiertas. Como tantas otras tardes, me metí el plug-in mediano en mi culito, para estar a gusto mientras que trabajaba en el ordenador.

Enchufé el lápiz USB que me había dado Sonia aquella mañana para ver qué trabajos tendría que hacer. En la carpeta principal había un archivo ejecutable en el que ponía “cuestionario para trabajadores externos de Ediciones Alfa Internacional”, por lo que hice doble clic para realizarlo, pues Sonia me había indicado que era un trámite para todos los que estábamos contratados como externos de la empresa, vamos, un mero formalismo para la gente de recursos humanos.

No recuerdo nada más de aquel día, ni de los meses siguientes. Y todo lo que os voy a contar desde ahora es lo que me ha contado Sonia, aunque debería decir desde ahora Lady Sonia o Ama Sonia, y que está perfectamente documentado en varios vídeos que he visto estos días atrás y que de no ser por ellos no sería capaz de decir que eso me hubiese pasado a mí.

El archivo ejecutable tenía un programa de alta tecnología que me hizo caer en un trance hipnótico casi instantáneo y que tomó posesión de mi ordenador inmediatamente… de mi ordenador y de mi voluntad, en suma de toda mi vida. Lady Sonia se había enterado de mis escarceos exhibicionistas en la web, y de mis aficiones transgénero y lo sabía incluso antes de entrar a trabajar en la editorial. De hecho, en la anterior empresa en la que trabajaba, que era una neocom del sector de las comunicaciones sociales, se había hecho con varias fichas de personas de la ciudad en la que vivo que tenían aficiones similares a las mías, personas a las que les gustaba vestirse de mujer y exhibirse en los chats más usados del momento. Entre esas fichas personales estaba la mía y ella, que era una mujer dominante y que le gustaba tener sumisos y sumisas a sus órdenes, se había decidido a dar el siguiente paso una vez que había cambiado de lugar de trabajo y que podía hacer y deshacer a su antojo sin necesidad de dar cuentas de ello a nadie.

En el primero de los vídeos que he podido ver cronológicamente, se me veía delante de mi ordenador con un gesto inexpresivo, contando con todo detalle mis aficiones sexuales y mis gustos, lo que había sido mi vida hasta ese momento y lo que me gustaba hacer en la intimidad. A continuación iba mostrando, como un autómata, todos mis juguetes y mi lencería, que me iba poniendo y quitando como si fuese un desfile de modelos. Se veía un primer plano de mi culito en el que entraban sucesivamente los plug-in de menor a mayor, las bolas chinas, y los consoladores, incluido el “big monster” que rara vez usaba porque por su tamaño me solía dejar el culo bastante dolorido. También se veía cómo me ponía y me quitaba todos mis conjuntos de lencería, braguitas, tangas, sujetadores, bodys, corpiños, medias, ligueros, pinzas y succionadores de pezones… En fin, dos horas y media de demostración práctica de que mis aficiones eran algo más que un simple divertimento. También hacía un pase de pelucas y de diversos complementos de maquillaje, tetas postizas, pestañas,… hasta incluso también enseñaba mis técnicas para crear una vagina artificial contrayendo mi pene, que por cierto no es demasiado grande, y plegando el escroto hasta formar un coñito casi real.

En el vídeo número dos se veía cómo firmaba mi contrato de sumisión ante Ama Sonia. Se me veía vestida de colegiala, con minifalda, pero con mis medias blancas con puntillas y liguero a juego y con la blusa desabrochada dejando ver mi generoso escote con las tetas postizas de talla XXL y el sujetador semitransparente, yo estaba de rodillas ante una mesa en la que estaban los papeles de mi contrato y se observaba el momento en el que dejaba copia de las llaves de mi casa y coche, autorizaciones para el uso de mis cuentas corrientes y de mis tarjetas bancarias. A continuación, con cara de agradecimiento, le comía la polla a un negro espectacular al que le hacía una garganta profunda delante de mi Ama Lady Sonia, hasta que éste se corría abundantemente llenándome mi boca y mi cara de una espectacular lechada espesa, leche que yo viciosamente metía en mi boca hasta no dejar ni rastro. Más tarde, mi Ama se ponía un arnés y me enculaba durante casi media hora hasta que yo, de puro gusto, me corría sin tocarme mi polla ni en un instante dejando una buena mancha en el suelo. Sin solución de continuidad, un primer plano en el que limpiaba con mi lengua la lefa que había dejado caer en el suelo hasta que no quedaba ni un rastro. Mi Ama, como regalo, me daba varias pastillas que debería comerme cada día y unos conjuntos de lencería y de ropas de mujer que estaban hechos a mi medida. Además me habían hecho un tatuaje en mi culo en el que se leía “Sumisa Puta Luisa Propiedad de Lady Sonia”. También se me entregaban instrucciones concretas de lo que debía hacer y de lo que no me estaba permitido a partir de la firma de ese contrato.

2. Los cambios en mi vida

El vídeo número tres recogía diversas escenas de los días y semanas siguientes, en los que se me iba adiestrando y transformando para adaptarme a mi vida como esclavo y sumiso, o mejor dicho, como esclava y sumisa. Mi horario de trabajo en mi casa era desde ese momento de siete de la mañana a once y media, en los que de forma más que sobrada cumplía con los encargos de la editorial. A continuación debía irme a casa de mi Ama para seguir con mi adiestramiento. Para ir a su casa, debía ir siempre vestida muy provocativa y no podía llevar bragas ni tanga, aunque siempre tenía que meterme el plug-in grande y llevarlo sin que se me saliese ni un milímetro. Era obligatorio ir muy maquillada y con peluca y antes de salir tenía que tomarme la pastilla asignada para ese día. Lo que hacía en mi casa estaba grabado en todo momento pues mi Ama me había instalado un sistema de vídeo en el que ella podía controlar en todo momento mi modo de actuar y mis movimientos cuando ella no estaba delante de mí.

Una vez que llegaba al garaje de su casa, debía subir hasta su piso en el ascensor privado que tenía su lujoso apartamento y entrar de rodillas levantándome la falda para que el vigilante, su esclavo negro Allan, comprobase si llevaba puesto el plug-in y las pinzas en mis pezones y si el candado de castidad que encerraba mi pene estaba correctamente cerrado y fijado.

Después pasaba a una sala en la que sobresalía una máquina de la que salía un grueso falo retráctil, que me debía sodomizar por no menos de media hora, hasta las doce y media o así, mientras que un artilugio con unas bombas succionadoras se aplicaban sobre mis tetas y pezones. Ocasionalmente, mientras que eso sucedía y yo estaba postrada en la camilla de la máquina, Allan me metía su polla en mi boquita para que le hiciese una buena mamada hasta que se corría y yo no podía desperdiciar ni una gota de su semen, tragándomelo todo. Algunas veces también se meaba en mi boca y yo también tenía que tragar si no quería que me cayesen unas descargas eléctricas muy dolorosas en mis genitales. Todo eso aparecía reflejado con fechas y horas en el vídeo número tres.

Más tarde pasaba a un despacho donde mi Ama supervisaba el estado de mi transformación y adiestramiento, poniéndome diversas inyecciones de hormonas y productos químicos que eran el preludio de mi feminización, que se haría completa con una cirugía programada para meses más adelante. Estar delante de mi Ama Lady Sonia parecía que me ponía de buen humor, pues mi cara reflejaba una sonrisa y una tranquilidad que en otros pasajes de los vídeos no tenía.

El siguiente paso era sentarme sobre un grueso falo de látex que debía meterme a fondo y permanecer delante de un ordenador que estaba en otra dependencia conjunta. Allí, desde la una hasta las siete de la tarde debía estar exhibiéndome en un video chat de pago en el que ofrecía servicios de cibersexo por diversas sumas de dinero. Todas las sesiones quedaban debidamente registradas y grabadas, como pude comprobar más adelante. En algunas de ellas sólo me mostraba y respondía a las preguntas de los interlocutores, pero en otras jugaba con consoladores de diversos tamaños o era sodomizado por alguno de los esclavos de Lady Sonia, como Allan o Pablo. Cuando me follaba Allan, yo ponía cara de vicio y se veía que disfrutaba, pero lo que más cachonda me ponía era si la sesión incluía folladas simultáneas del negro y de Pablo por mi culito y mi boca viciosa.

A eso de las siete tenía una pequeña pausa para comer algo mientras que un aparato succionador me era aplicado en mi pollita para masturbarme. Podía comer mientras que no me corriese, pero en el momento que soltase cualquier fluido, la comida me era retirada, hubiese pasado uno o veinte minutos, y a continuación mi semen y todo el producto de mi corrida me era servido en un vaso para que me lo bebiese. Una de las sumisas de mi Ama Sonia procedía después a colocarme de nuevo el candado de mi aparato de castidad y me pegaba con una cinta especial la piel del escroto por encima de este aparato, pareciendo así que tenía una vagina cuando aplastaba mis huevos hacia detrás.

Pasaba al vestidor a continuación y mi Ama Sonia elegía cualquier conjunto de criada para ponerme y así poder estar a su servicio durante su cena o alguna de las fiestas que habitualmente daba en su apartamento. Normalmente en sus fiestas yo era asignado a algún invitado o invitada y debía estar a su total disposición toda la noche. Para lo que quisiese. Fuese lo que fuese.

La cuadra de mi Ama Sonia la formábamos en aquel momento los esclavos Allan, Pablo y Roberto, las esclavas Marta, Cristina y Paula, las sumisas Beatriz y Begoña, los sumisos Felipe y Juan, y las sumisas crossdresser Manuela, Divina y yo, ahora conocida como Luisa. Normalmente todos participábamos de una u otra forma en las fiestas privadas de nuestra Ama Lady Sonia, y ocasionalmente alguna esclava o alguna sumisa de las que eran más expertas eran cedidas a una Ama amiga de nuestra dueña, la lesbiana Lady Female.

En esas primeras semanas, hacia las doce de la noche o a veces algo más tarde, me liberaban para que me fuese a dormir a mi casa, muchas veces sola y alguna vez en compañía de algún amigo o amiga de mi Ama. Una vez a la semana debía ir a un club privado que más tarde supe que era de mi Ama, a exhibirme y hacer espectáculos con juguetes en una urna situada en medio de una de las salas. Siempre yo sola, al menos durante esos primeros días.

Al cabo de seis semanas un día la rutina cambió, pues mi Ama me advirtió que al siguiente día me iba a llevar de paseo con ella por la calle. Que debía ir muy provocativa y con ropa con muchas transparencias, para que se viese o se insinuase al menos mi conjunto de lencería. En ese tiempo yo ya tenía una figura bastante femenina y mis caderas y mis tetas ya demostraban cierto volumen. Además había aprendido a andar con tacones de aguja, de unos quince centímetros, con lo que mi aspecto ganaba muchos enteros. Mi cara ya casi no tenía rastro de barba y estaba totalmente depilada corporalmente. Mis manos siempre estuvieron muy cuidadas, por lo que pasaban perfectamente como manos femeninas ahora que lucían unas espectaculares uñas postizas con manicura brasileña.

A las once y media de la mañana de aquel día ya estaba vestida y preparada espectacularmente para mi Ama Lady Sonia. Pasó a recogerme por mi casa y tras darme su aprobación me dijo que subiese a su coche que íbamos a dar un paseo y que esa tarde tenía una sorpresa preparada para mí. Nos dirigimos a la editorial, a la que yo no había vuelto a entrar desde aquel día en que conocí a Lady Sonia, y subimos a su despacho. Me dijo que me sentase en la mesa de reuniones que estaba en un extremo de su gran oficina y ella dio unas órdenes por teléfono a su secretaria y escribió algunas cosas en su ordenador. En unos minutos, dos hombres llegaron al despacho y saludaron muy educadamente a mi Ama. Lady Sonia me presentó como “la chica de la que os hablé ayer”. Ellos se acercaron a la gran mesa y yo me puse de pie con la cabeza agachada, como me había enseñado mi Ama. Uno de ellos me tocó las tetas por encima de mi ropa y después metió una de sus manos por dentro de mi sujetador para tocarme primero y pellizcarme y estirarme después uno de mis pezones. El otro se puso detrás de mí y me tocó el culo, metiendo su mano entre mis piernas para comprobar si yo era realmente aún un hombre. Hecho esto, le dieron la conformidad a mi Ama y le dijeron que parecía material de primera clase para grabar la película que estaban preparando. Uno de ellos le preguntó acerca de mi capacidad para meterme grandes pollas por mi culo, a lo que mi Ama le respondió que yo estaba totalmente preparada para ello, y que aunque aún no me habían metido un puño en mi “coñito”, pronto iba a dar ese paso, aunque mi adiestramiento no iba encaminado a ser un “culo tragón” sino que estaba siendo hormonada con vistas a operarme en unos meses y convertirme en una verdadera puta madura de alto standing.

Dicho esto, mi Ama me hizo ponerme debajo de la mesa y chuparles a estos hombres sus pollas mientras que discutían y firmaban los contratos de la película que íbamos a grabar esa misma tarde. Aquellos hombres tenían unas pollas de escándalo y las cámaras situadas bajo la mesa del despacho de mi Ama filmaron unas excelentes escenas con mis mamadas. Cuando vi ese vídeo, mi cara de lujuria y la manera en que tragaba sus abundantes lechadas no dejaban lugar a dudas de que yo estaba disfrutando.

Cuando se fueron, mi Ama me hizo salir de debajo de la mesa y me dio un morreo de escándalo. Yo aún tenía mi boca con el sabor del semen de los dos tipos y mi Ama, al saborearlo, me pellizcó el culo en señal de aprobación. “Has hecho un buen trabajito, Luisa. Ahora vamos a comer que esta tarde tienes mucho trabajo”.