¿tendríais una esposa así?

Así es mi matrimonio.

Me llamo Irene, tengo 32 años y desde hace diez mantengo una relación con Tony. Tony es el hombre de mi vida; inteligente, cariñoso, atento, divertido y un amante compentente -no es el mejor que he conocido, ni mucho menos, pero digamos que anda por la media-. En los primeros años de relación le era infiel con cierta frecuencia. La verdad, siempre fui una mujer atrevida, ardiente y, por qué no decirlo, promiscua. Le puse los cuernos con algún que otro amigo suyo -hasta con un primo de él-, y cada vez que salía con mis amigas me desataba -algún día os hablaré de Verónica y de nuestra particular competición-. Siempre me sentía una poco mal después de ponerle los cuernos, pero sentía que no podía cambiar como soy y aunque alguna que otra vez me juré que no volvería a hacerlo, siempre lo hacía. Debo confesar que había un punto de morbo en “ser mala”... El caso es que un día, hace cinco años, Tony descubrió que le era infiel.

En aquel momento me veía con cierta frecuencia con un amigo mío. Creo que perdí la chispa con él -me pasa a menudo; no me gusta tener un mismo amante por mucho tiempo- y le dije que lo dejáramos. Ese amigo -se llamaba Joan- no se lo tomó demasiado bien, consiguió el móvil de Tony y le envió uno de los vídeos sexuales que habíamos grabado juntos. Así fue como mi marido supo que yo le era infiel. Tuvimos una discusión, claro está, pero enseguida noté que Tony parecía más preocupado que enfurecido. Aunque le había dolido lo que había visto, lo que a él le afectaba más era la idea de que yo le hubiese dejado de querer y tuviese intención de romper con él. Le dije que le quería como el primer día, lo que era cierto, y así fue como conseguí que se calmara un poco. Entonces me hizo la pregunta clave:

-¿Seguirás viéndole?

En aquel momento pensé que ya no quería más mentiras en nuestra relación y le respondí:

-Cariño, te quiero, y eso nada ni nadie lo puede cambiar jamás. Pero soy como soy y sé que esto volverá a pasar. Nada desearía más que estar contigo el resto de mi vida, y nada me entristecería más que romper contigo, pero me conozco y sé que volverá a pasar, y ya no quiero más mentiras.

Las siguientes semanas fueron duras. Nuestra relación pasó por la peor crisis desde que empezó. Pero, finalmente, él aceptó. Creo que a partir de ese momento amé todavía más a mi esposo.

Actualmente no hay secretos entre los dos. Cuando follo con alguno de mis amigos -o con algún desconocido cuando salgo de fiesta- se lo cuento a Tony. Al principio, él me puso como única condición que no trajera a nadie a casa, pero con el tiempo he ido saliéndome con la mía. Un día, él llegaba a casa de trabajar y me vio en el sofá del salón cabalgando con uno de mis amigos. Yo movía mi cintura como si no tuviera huesos y él tenía mis manos apretando mis nalgas con fuerza. Yo me empujaba contra él sin importar que mi esposo estuviera ahí. De hecho, ni siquiera lo saludé; estaba demasiado concentrada en mi amante. En otra ocasión me pilló en la ducha con otro de mis amigos. Le dije que esperase paciéntemente a que acabásemos. El pobre tuvo que esperar media hora a que ese tío terminase de follar a su esposa.

Debo decir que me excita poner celoso a Tony. A veces, después de tener sexo con él le suelto comentarios del tipo:

-Carlos la tiene más grande que tú.

-No ha estado mal, pero nada que ver con el polvazo que echó Raúl.

-A Marcos le encanta follarme el culo.

-Nadie me hace correr como Dani.

Una vez le pedí permiso para pasar un fin de semana con un amigo en Madrid. Después de una felación en la que ese amigo se corrió en mi boca, me hice un selfie y se lo pasé a mi esposo con el mensaje: “probando la comida madrileña”. Quizá me pasé un poco ahí... pero fue divertido. Una vez le convencí para que me llevara a casa de uno de mis amigos y me recogiera al cabo de un par de horas. Bueno, supongo que somos un matrimonio atípico, pero nos va muy bien... ¿Tendríais una esposa así?