Tempranos inicios lésbicos (03)
Con suma delicadeza comencé a bajarle las bragas hasta que estás quedaron a la mitad de sus muslos, pasé una mano para adelante y poder acariciar su suave mata de vello, ella gimió al sentir mi mano directamente sobre sus labios vaginales.
Tempranos inicios lésbicos III
Durante las noches mi habitación cambió de sitio y pasaron dos meses así, aprendí de las dos criadas gran cantidad de secretos. Bernarda y yo nos encontrábamos a veces por las tardes para amarnos, ya sea en su cuarto o en el mío, afortunadamente mis padres se encontraban fuera de casa la mayor parte del tiempo y había muchas ocasiones para disfrutarnos.
Un a de esas tardes recibí la inesperada visita de mi amiga Lisa a la que solamente había podido ver en el colegio y no habíamos tenido oportunidad de volver a acariciarnos cómo el día de la pijamada, solo que ahora yo tenía muchas cosas que enseñarle y estaba ansiosa por hacerlo.
Nos quedamos solas en la habitación y desde el primer instante me di cuenta de que ella se encontraba sumamente nerviosa.
¿Te acuerdas de lo que pasó la otra vez? pregunte con malicia.
¿Cuándo? preguntó ella haciéndose la tonta.
¡No te acuerdas!... ¡Cuando te toqué aquí! dije poniendo mi mano en su monte de Venus.
¡Este, s si! contestó más nerviosa.
¡Te voy a enseñar cosas mejores! le dije con seguridad en la voz.
Mi mano seguía sobando su entrepierna y su cara se estaba poniendo completamente roja, puse mis labios sobre los de mi amiga y con delicadeza le pase la lengua por estos, recorrí todo el contorno de su boca y luego me pegué a ella para introducirme y buscar su propia lengua. Lisa se dejaba hacer completamente excitada, su respiración estaba muy agitada. Pronto su lengua se comenzó a mover lentamente junto con la mía y nuestras salivas eran mutuamente intercambiadas. Mis manos acariciaron los cabellos rubios y luego pasé a su espalda bajando lentamente hasta llega a sus nalgas, ella traía puesta una minifalda así que no me costó trabajo meter mis manos debajo y acariciar sus nalgas sobre las bragas. Ella tomando un poco de confianza me abrazó y nuestro beso se volvió más ardiente y húmedo.
Con suma delicadeza comencé a bajarle las bragas hasta que estás quedaron a la mitad de sus muslos, pasé una mano para adelante y poder acariciar su suave mata de vello, ella gimió al sentir mi mano directamente sobre sus labios vaginales. Sus manos buscaron mis pechos y sobre la playera que traía los comenzó a acariciar tiernamente y yo para esos instantes ya estaba desabrochando el botón de su minifalda que pronto cayó al suelo. Por primera vez interrumpí nuestro ardiente beso y poniéndome de rodillas delante de ella le terminé de bajar las bragas, luego le quité los zapatos y las calcetas y volví a ponerme de pie para comenzar a sacarle la playera. Lisa quedó únicamente en sostén y yo me volví a pegar a ella en otro prolongado beso.
Luego me volví a separar de mi bella amiga y dando un paso atrás me comencé a desnudar lentamente ante su atenta mirada, cuando me saqué la playera y mis senos quedaron completamente desnudos ella estiró sus manitas para acariciarlos y con algo de inexperiencia ella los amasó con ternura y deleite, hasta aquí no le había dicho nada y continúe desnudándome, me quité los zapatos y las calcetas para luego seguir con el pantalón de mezclilla y mis bragas color rosa quedaron únicamente sobre mi cuerpo. Puse mis manos en los cachetes de Lisa y dulcemente le dije que me besar los pechos, ella con torpeza comenzó a dar tiernos besos en uno de mis senos y la dejé continuar por unos minutos luego la volví a besar en los labios mientras nuestros pechos se restregaban, ambas teníamos los pezones completamente erguidos y yo con delicadeza hice que estos se restregaran una y otra vez apenas y tocándose. Lisa sorprendida me veía sin poder creer lo que estaba comenzando a sentir. Luego de esto me agaché y tomando con mi boca esos hermosos meloncitos los comencé a mimar con mis labios y lengua, pude sentir como su cuerpo vibró cuando usé mi lengua para juguetear con los pezones una y otra vez. Lisa respiraba cada vez con más intensidad a cada una de mis lamidas y sin más sentí como sus piernas flaqueaban a la vez que ella gemía dulcemente.
¡Ah, así!... ¡Oh, que delicia mi amor así, así!
Sí, Lisa había alcanzado un orgasmo con solo mamarle las tetas y ahora ambas estábamos sentadas sobre el mullido alfombrado de mi habitación y ella con una mirada de completo agradecimiento hacía mí.
¿Te gustó?
¡Mucho!... ¡Fue delicioso!
Pues espera.
Me incliné hasta atrapar de nuevo sus labios y lentamente la fui tendiendo sobre la alfombra, luego sin dejar de besarla recorrí desde su boca hasta su cuello y continué así hasta llegar a sus senos y solo deteniéndome el tiempo suficiente para cada una de las tetas bajé por su plano estómago hasta llegar al monte de Venus. Su olor era en verdad desquiciante y completamente caliente me dediqué a lamer sus labios vaginales pero solo superficialmente, paseé mi lengua desde el nacimiento de sus rajadita hasta su ano, ella me ayudó levantando un poco sus caderas; regresé por el mismo camino y con el mismo tratamiento una y otra vez. Luego atacando sin previo aviso dejé que mi lengua se deslizara entre sus pliegues sepultándosela profundamente en la vagina.
¡Ohhhh!
Fue la única expresión que ella pudo dejar escapar con una voz muy sensual, yo entonces comencé a meter y sacar mi lengua lentamente y disfrutando de los jugos que ya inundaban esa rajada; las manos de mi amiga comenzaron a juguetear con sus propias tetas y de vez en cuando bajaban acariciándome la cabellera. Mi lengua seguía una ruta de entrada salida pero pronto cambie de rumbo y busque en la parte alta el clítoris de mi amiga y no llevaba ni siquiera un minuto martirizándola cuando llegó a su segundo orgasmo. Sus caderas se movieron arriba y abajo y yo la sujeté por las nalgas pegándome más y más a su vulva para sorber todos los jugos que me pudiera ofrecer.
Lisa quedó profundamente cansada y las dos permanecimos allí tendidas sobre la alfombra cerca de veinte minutos, luego nuevamente nos comenzamos a besar con la misma y ardiente pasión que cuando iniciamos, nuestras manos recorrías sin pausa nuestros delgados cuerpos y aunque yo todavía traía puestas las bragas mi amiga no dejaba espacio sin reconocer. La humedad se dejaba ver pues al frente de mis bragas una mancha más oscura delataba mi excitación. Me levanté y dirigiéndome a la cama me tendí boca arriba esperando a mi compañera que no tardó en seguir mi ejemplo. Lisa se puso de pie delante de mí y con su mirada fija en mi cuerpo se agachó pasando sus manos desde mi cara hasta mis caderas, ahí sujetó la braga pos los costados y la hizo descender lentamente por mis muslos y hasta sacarla por mis pies. La prenda voló hasta caer sobre mi escritorio de trabajo. Le abrí los brazos a mi amiga y sin hacerme esperar se montó sobre mi cuerpo, nos besamos acariciamos y restregamos nuevamente, esta vez uniendo nuestras vulvas y acariciarnos vehementemente con estas la una a la otra. Leves chasquidos húmedos se escuchaban por la habitación acompañados de algunos gemidos ahogados que salían de nuestras bocas.
¡Déjame chuparte! dijo jadeante mi hermosa Lisa.
¡Es lo que más deseo amor! dije con mis labios en su boca.
¡Dime como!
Le puse mis manos en los hombros y la fui haciendo descender lentamente por mi cuerpo dándole instrucciones para que se fuera deteniendo en tal o cual parte, mi amiga lo estaba haciendo suficientemente bien y lograba que toda mi piel se erizara. Por fin Lisa llegó a mi vagina y entonces le pedí que con su mano abriera los labios y buscara mi clítoris, ella lo hizo y después comenzó a chuparlo y lamerlo, así en pocos segundos logré llegar a mi orgasmo, tan intenso que casi me hizo gritar. Lisa no paró de chuparme la vagina y también bebió mi néctar diciéndome lo rico que le sabía.
Su boca me hizo llegar a otro orgasmo más y fue en este último que le pedí que me dejara descansar un poco, ambas nos recostamos abrazadas y esperamos varios minutos eso sí, sin dejar de besarnos y acariciarnos. Luego me levanté y la recosté boca arriba completamente tendida en la cama, me monté sobre su pecho y me agaché hasta acomodarme sobre su panocha, así lo había hecho alguna vez con Bernarda, un rico sesenta y nueve; Lisa de inmediato comprendió de lo que se trataba y sentí como sus manos pasaban pode debajo de mis piernas y me sujetaban las nalgas con ambas palmas, su lengua no tardó en comenzar a recorrer mi vagina lo mismo que la mía y sin más preámbulos nos comenzamos a dar nuevamente placer.
El sesenta y nueve se prolongo largo rato pues nos chupábamos, lamíamos y mamábamos muy despacio y reconociendo cada uno de nuestros puntos más sensibles, y por fin cerca de media hora después nos comenzamos a lamer con más y más intensidad, la lengua de mi amiga se volvió rápidamente experta y entonces el orgasmo nos envolvió al mismo tiempo, fue lento, pausado, lo disfrutamos intensamente y bebimos sin pausa hasta dejar nuestras vaginas totalmente satisfechas. Permanecimos recostadas mucho tiempo solo mirándonos, sin hablar y después poniéndonos de pie nos comenzamos a vestir, la una a la otra sin separar nuestras miradas.
Bajamos a la sala y allí platicamos de muchas cosas, cosas que no conocimos la una de la otra hasta que llegaron por Lisa, nos despedimos con un beso tierno en los labios y no dejé de mirar la camioneta en donde iba Lisa hasta que se perdió calle abajo al dar una vuelta. Entré directo a mi habitación, me desnudé y me metí a las cobijas, me masturbé pensando en lo ocurrido esa tarde hasta que me quedé profundamente dormida.
CONTINUA