“TEMPORADA DE PUTEAR” 1era. PARTE

Era Una Guacha-Tenía muchas ganas de hacerme coger. Pero una droga para yeguas me convirtió en una PUTA Regalada La divina, delicada y tierna porteña de 18 añitos recién cumplidos, se embarca en unas vacaciones de sexo loco que terminaran siendo un camino sin retorno.

Hola Amigos y Amigas siguiendo los consejos que me han dado, voy a comenzar por presentarme.

Me llamo Fiorella, pero casi todos me dicen Fiona.

He sentido las miradas de hombres de todas las edades, al igual que sus piropos y comentarios. Lucía un

hermoso par de tetas, buenas piernas, y una boca carnosa, a eso se sumaba el ser tremenda calentona .

Pero calentona a tal punto que después de cumplir años, para mi coger ya no era el broche final de los sábados cuando salía a bailar, más bien era un vicio hacerme garchar.

Otras guachas se conformaban chupando alguna pija para que las invitaran con droga y después se hacían una paja solitas en su casa. Yo nunca me metí drogas, mi droga era la "tripa de macho" .

No chupaba verga por droga, las mamaba como una profesional, según la opinión de todos los machos que me levantaban.

Me gustaban poco los guachos de mi edad, pero por fortuna era hábil para lograr que me cargaran tipos mayores y si estaban fuertes al rato estaba encamada.

A veces pienso que quizás, la razón media morbosa que me llevaba a trillar en busca de veteranos que me garcharan, podía deberse a que había sido desvirgada muy jovencita por un cincuentón con el que mi madre guampeaba a mi viejo.

Así que cuando cumplí los 18 años ya venía con un training respetable, tenía dos novios, uno de mi

edad y un tipo mayor, así que por lo menos garchaba un par veces entre semana y los sábados algún levante extra, por lo menos un macho más.

Lo que no había probado todavía era una fiestita con varios, pero me lamia de ganas.


Antes de continuar cumplo con otro consejo y es el de Advertirles a Todos que este Relato puede resultar Demasiado Crudo.

Aquí va:

“TEMPORADA DE PUTEAR”

Era Una Guacha-Tenía muchas ganas de hacerme coger.

Pero una droga para yeguas me convirtió en una PUTA Regalada

Me daban una droga que se usa para que las yeguas entren en celo y acepten al padrillo. Yo ya venía con ganas pero con esa trampa, termine haciéndome coger a lo puta, durante 8 noches enteras, hasta 7 u 8 horas cada noche. En la novena noche me enteré de la trampa y mi venganza fue brutal.

Ahora ya saben cómo viene la mano, así que arranco sin más vueltas.

Mis padres habían alquilado un apartamento en Punta del Este por todo el mes de Enero.

La noche antes del viaje, no dormí ni un minuto, después de hacer el equipaje, me tiré en la cama a tomar una cerveza y mi cabeza empezó a trabajar.

Mis planes eran bastante simples, mucha playa y mucha pija, esto último en especial No pensaba pasar ni un solo día, sin hacerme coger. Para más excitación me puse a mirar videos porno. Ya les dije que tenía muchas ganas de una fiestita con varios machos. Justo encontré un vídeo con bruta joda, cuatro o cinco negros a cuál más vergudo le daban guasca de todas maneras a una guacha más o menos de mí edad.

Un dato que omití en la introducción fue que a pesar de mi emputecimiento total en los últimos tres años, sólo en cuatro o cinco oportunidades me habían cogido por el culo

La primera vez fue el macho de mí madre cuando me desvirgó Después pasaron dos años sin repetirlo, hasta que seis o siete meses atrás estaba encamada con un loco que me había levantado en la calle en plena tarde.

El tipo estaba muy fuerte y tenía una verga hermosa, larga y gruesa de las que pocas veces me había comido.

Para mejor el loco me invitó con unas rayas de coca, así que en determinado momento recaliente y paleada, me puse en cuatro patas, levanté bien el culo, lo miré y le dije…

Damela por el ojete por favor.

El tipo sin demoras se escupió la mano y me entró a trabajar el orto.

Me iba mojando a la vez que metía un dedo. Yo estaba como loca y le apretaba y aflojaba el culo para que viera cuánto quería pija.

De un dedo paso a dos, a tres y después a cuatro hasta que terminó sacándome un par de polvos divinos. Nunca había acabado por el culo y fue hermoso.

Esa tarde no usé más la concha me hice dar como dos horas por el ojete y me sacó varios polvos más. Aquella garcha era una de las más grandes que me había comido hasta ese momento y me dejó el culo desarmado, pero satisfecho.

Yo no era de repetir machos, salvo mis dos novios, pero por este loco me hice culear un lote de veces más.

Ahora viendo a la guacha con aquellas vergas enormes dándole bomba sin lastima por todos lados, me agarré tal calentura que manoteando un par de consoladores que tengo en mi mesa de luz entre a pajearme, y me acabé dos o tres veces.

El tres de enero de mis flamantes 18 años, llegamos con mis padres a Punta, y en esta oportunidad veníamos por todo el mes.

Para que mentirles, desde que habíamos salido de Buenos Aires solo pensaba en cómo quería disfrutar las vacaciones, y se me hacía agua la boca, a la vez que se me mojaba toda la concha. Pero sinceramente, nunca imaginé cuánto cogería en esas vacaciones.

Llegamos al apartamento y entre subir las valijas y alguna otra cosa se hicieron las 11 y algo de la noche, pero a los viejos les pareció lógico que yo quisiera ir a dar una vuelta por Gorlero. Ellos venían muy cansados y seguramente no demorarían nada en dormirse.

Y yo a pesar de mi promesa de volver temprano sabía que no habría control y por lo tanto estaba libre.

Salí vestida totalmente informal, pero en un descuido de mis viejos, llevé conmigo una pequeña mochila.

Bajé al garaje del edificio y en el auto de mis padres comencé a cambiarme la vestimenta, me puse una cortísima minifalda y como estaba muy caluroso, arriba sólo me coloqué la parte superior de la malla de baño, o sea un minúsculo sostén que apenas tapaba mis exuberantes pechos. Y como frutilla de la torta me calcé unas sandalias altísimas.

Aquella escandalosa vestimenta era ideal para mis libidinosos planes.

Por último saqué de mi carterita, el regalo que me hizo mi novio (el veterano) la última noche que nos encamamos.

Era un pequeño huevito de caucho que dentro tenía un fuerte vibrador a control remoto.

Yo pensaba llevarlo metido bien adentro y con el control irlo prendiendo de vez en cuando. Aparté la tanguita y comencé a meterlo en mi cachucha, no quería que se fuera a caer, así que con dos dedos me lo fui enterrando bien.

En esa tarea estaba, cuando noté que tenía totalmente mojada la pepa, y que ella solita apretaba y soltaba mis dedos, ya bastante caliente apenas los saqué, tomé el control para probar si funcionaba bien.

Cuando aquello empezó a vibrar en el fondo de la concha, me entraron a correr chuchos por el cuerpo y ya no pude más.

Unos diez minutos después de casi romperme la columna mientras me cimbraba de goce.

Entre mis dedos y el control había largado un par de polvos.

Antes de salir del auto, tuve que secar un poco el asiento pues lo había dejado muy mojado.

En ese momento noté que alguien me estaba observando, al voltear la mirada vi al sereno del garaje.

Estaba acompañado por otro tipo al que nunca antes había visto.

El sereno era conocido de mis viejos, tenía unos cincuenta años, petizo y bastante pelado; el otro

era más o menos de la misma edad pero muy alto y muy grande.

El desconocido se mantuvo en silencio, pero me miraba descaradamente con una cara de baboso que al principio me molestó, aunque muy pronto noté como corría por mi cuerpo una sensación muy excitante.

Mientras el sereno se despachaba con todo desparpajo con un verso sobre cómo se sentirían mis viejos al enterarse de la vestimenta ... "prácticamente de puta" con la que estaba por salir y que por si fuera poco me había hecho una paja en el auto.

Yo a esa altura ya alzada, lo escuchaba mirando sin disimulo alguno el tremendo bulto que lucía en su entrepierna el otro tipo.

Diciéndome, ...porque razón no puede ser esta la oportunidad para sacarme el gusto y que me garchen un par de veteranos ordinarios (y no "finolis" * ( ) y de guita como los que me cogían seguido en Bs. As.).

El sereno aun no terminaba con su discurso, cuando yo cadenciosamente y balanceando mis

caderas sobre mis putisimas sandalias me había acercado al desconocido y mientras él, me desnudaba con su lasciva mirada, sin dejar de mirarle aquel enorme pijón que ya era evidente al estar parado y recontraduro.

El sereno fue callando su fingido sermón, y yo sin darles tiempo a nada ni quitar mis ojos del grandote pregunté “tienen algún lugar tranquilo donde podamos tomar algo y charlar un rato”... Demoraron poco en responder, el sereno comenzó a decir..

... mi oficina hasta que, en un arranque de sinceridad concluyó diciendo, en mi pieza.

Allí no nos molestaran pregunté yo, más que nada en busca de hacer más obvias aun mis intenciones.

No señorita es bien tranquila respondió... dirigiéndose presuroso hacia ella.

El otro tipo con un ademán me dijo, "después de usted" y consciente de su intención no lo defraudé, regalándole un buen espectáculo bamboleando mi cola apenas cubierta por la minifalda.

Entramos a la pieza y el sereno ya había apartado la única silla decente y me la ofreció.

Me senté y crucé mis piernas muy

exageradamente, ya que con aquella minifalda era muy poco lo que quedaba oculto a las descaradas miradas de aquellos dos viejos verdes.

En ese momento el sereno se aproximó excusándose por tener solamente una botella de vino.

Y fue justo ahí que por primera vez pude mirarle la entrepierna al petizo sereno.

Al ver el pedazo que lucía el hijo de puta... ... no me frené y dije “¡¡¡upa leyenda confirmada!!!”

No era necesario decir más nada, era muy claro de lo que estaba hablando, máxime cuando mis ojos no se apartaban de aquel desproporcionado bulto que lucía el sereno.

Yo me había lanzado a esta situación, incentivada por el notorio pedazo que evidenciaba el bulto del desconocido y resulta que el petiso ocultaba una herramienta que era claramente mucho más grande.

Luego lo confirme, era muy, pero, muy gruesa y nada corta, hasta se la medi, despues les cuento.

En silencio bebimos unos tragos de aquel vino ordinario, mientras yo sentía las babosas miradas de aquellos veteranos verdes, pero claramente vergudos.

Crucé una y otra vez mis piernas ofreciendo un espectáculo que no se esperaban, puesto que yo no me había puesto ni siquiera una tanguita. Al verlos tan impactados, yo ansiosa por que arrancara la joda, decidí continuar llevando la delantera y mirando al petizo de cuyo pedazo no podía sacar los ojos, dije…

”Ufa... qué calor, y a la vez que me paraba me saqué la pollera, me desprendí el sostén dejándolo caer, y me quedé totalmente en bolas encima de aquellas exageradamente altas sandalias.

Sin esperar alguna reacción de ellos, ya estaba yo hincada en el piso frente al petiso, procurando sacar afuera aquel tripón, mientras que con una mirada al desconocido le pedía un poco de paciencia.

La verdad que me sorprendí un poco cuando al empezar a meter mano para sacar aquél pedazo, sentí un desagradable olor a calzoncillos sucios,

mezcla de meados viejos y semen reseco de alguna paja de quién sabe cuándo.

Algún gesto de desagrado se me notó, pues el petiso comenzó a balbucear una disculpa, pero, pero…

Justo en aquel momento logré desenvainar aquélla bruta verga.

Era más gruesa que mi muñeca, con mi mano no lograba rodearla, eso para mí ya era un buen dato…

" tenía más de 8 ctms de grosor, y en el tronco más aún, y su desmesurada cabeza me hizo pensar en el puño de alguien de grandes manos.

Nunca me había garchado una verga de ese tamaño.

Cuando embelesada admiraba el pedazo que me iba a comer, olvidada ya de su hedor escuché los balbuceos de disculpas del petiso Prendida a dos manos de su esplendorosa verga, lo miré y le dije…

"cállate la boca petizo hijo de puta, a esta guasca divina me la chupo esté como esté"

Y prendida de aquel cipote abrí bien grande la boca y arranqué la mamada.


El paseo por Gorlero quedaría para otro día. Eran casi las cinco de la mañana cuando me fui de la pieza del Sereno.

Los dos me garcharon como nunca hubiera imaginado, no sé de dónde sacaban fuerzas aquellos veteranos.

Pero cada vez que me echaban un polvo, yo, pensando que se me terminaba la fiesta, por si acaso se las empezaba a chupar nuevamente y…

quien iba a decir…

Otra vez tenía aquellas brutas guascas bien paradas y bien duras.

Me garcharon de todas las formas que se les ocurrió y por todos lados, incluso en más de una oportunidad me llenaron el culo y la concha a la vez.

Lo que para mí era la primera vez, y fue imponente la forma en que les dí leche.

Al final, los tres con unos cuantos vasos de vino, viéndome totalmente emputecida y recaliente, pidiendo más y más.

Casi con miedo, el petiso me preguntó si no me animaba a comerme las dos a la vez.

Lo habían visto en una película porno y se les antojó probarlo conmigo.

Yo les conteste la pura verdad, eso sólo lo había hecho una vez y porque mi novio me descubrió garchando con su mejor amigo y para que me perdonara, me hice coger así. Y que además mi novio y su amigo las tenían bastante chicas, no como sus brutos pedazos

En sus caras se mezcló el morbo que sintieron al decirles que tenía novio, y por lo tanto lo estaba re-cagando a guampa, y además que cogía con sus amigos, y por otra parte en sus ojos pude ver la desilusión al recibir mi negativa.

Aquellos veteranos me habían garchado tanto rato y tan lindo con sus enormes vergones, y yo estaba

aún tan caliente de tan cogida, que en uno de mis arranques de guacha brisca les dije…

"bueno vamos a hacer un trato yo me dejo garchar por las dos vergas juntas, y ustedes me prometen que, (como yo me quedo todo el mes), por lo menos un par de veces más, me van a garchar igual que hoy.

Pero claro Mamita, respondieron a coro.

Yo ya me había vestido,

pero, ante aquel trato volví a desnudarme, tiré unos almohadones en el piso y acomodandolos bajo mi cuerpo les ofrecí una pose bastante buena para que me ensartaran la concha con sus dos pijones a la vez.

Pero sus vergas eran tan gruesas, que a pesar de tener el orto desjaretado de tanta guasca y de que yo me lo abría bien con mis manos, no lográbamos hacerlas entrar.

Varios intentos y nada, a esa altura…

ellos me habían dicho más de una vez que sería mejor dejar porque me podían lastimar.

Pero yo rabiaba de caliente y era la que más insistía, en eso se me prendió la lamparita miré al petizo y le pregunté si no tenía aceite o manteca, el petiso me respondió que no, que solamente grasa.

De la calentura que tenía le grité…

... y que estas esperando para traerla.

Sin moverme de mí pose, les pedí que pasaran bastante grasa por sus pijas y que me pusieran bastante a mí también, pidiéndoles que con sus dedos me metieran grasa bien adentro.

Gracias a la bendita grasa logré estar como media hora con la concha bien ensartada por aquellas dos brutas vergas, y los viejos se dieron maña para sacarme dos polvos más.

Antes de irme se las medí, el petiso tenía 26 centímetros de largo y 18 de

circunferencia

, y el grandote 22 y 14.

Demás está decir que la noche siguiente me hice coger nuevamente por aquellos vergudos veteranos que había encontrado.

El grandote me garchó un par de noches más y después se fue a otro trabajo.

Voy a pasar raya. Había llegado el Martes, esa misma noche me había hecho garchar por los dos veteranos pijudos.

El Miércoles y el Jueves también pasé toda la noche cogiendo con ellos.

El viernes, como el grandote se había ido, me cogió el petiso solo.

El sábado de tarde, en la playa había dos cuarentones meta mirarme.

Estaban bastante buenos y a mí me había gustado pila que me cogieran de a dos, así que les dí entrada y media hora después estaba en los pinares de Solanas, en el auto de los locos, que me dieron verga como dos horas.

Pero nada que ver con las cogidas con los viejos vergudos. Los dos tenían pijas medianas y además eran muy fifi, a mi me había gustado sentirme reputa garchando con viejos sucios en el piso de una pieza de porquería.

El sábado de noche le dije al petiso que yo quería que me siguieran garchando de a dos, y que sino no iba a ir más a la pieza y el no me cogería más.

El domingo de tarde, pasé por el garaje y golpeé en la pieza, cuando me atendió el petiso, le pregunté de frente y mano si había conseguido algún macho para la noche, porque si no pensaba salir a bailar…

... él y yo sabíamos que eso de bailar era puro disimulo…

Yo quería más verga.

Pero no fue necesario salir a bailar…

El petiso empezó a traer al sereno de una verdulería que había frente al edificio…

Y ahí vino otra primera vez…

CHAUUUU