Temporada 2 mis días en prisión 13
Luli sale con un compañero...
TEMPORADA 2
MIS DIAS EN PRISION 13
DIA CIENTO CUARENTA Y TRES
Sucedió que mis días libres se fueron ampliando. Esta vez me daban dos días. Salía a la mañana temprano y volvería al anochecer del otro día.
Estaba muy entusiasmado. Además de ello, salía con un compañero de celda. Banana había empezado con los permisos transitorios y me dieron la responsabilidad de custodiarlo a mi.
Tenía tan buenos antecedentes que me dejaban esa responsabilidad.
Banana no cabía de la emoción y la gratitud, porque yo podía haberme negado pero por supuesto no lo hice.
__¡Luli no veo la hora de salir de aquí!
_-¡Tómalo con calma, Banana!
__¡Te agradezco tanto lo que haces por mi!
__¡Cualquiera lo haría!
__¡Tu sabes que no!
__¡Entonces espero que me respondas bien!!
__¡Sí señora!!!
Tomamos el tren. Íbamos a una granja, ese era nuestro destino. Nos habían recomendado para que ayudemos en la cosecha de frutas. Trabajo que nunca habíamos hecho, pero que no nos vendría mal. Eso nos daba margen para estar tranquilos en el campo.
Además de todo eso nada nos importaba ya que estaríamos libres y eso es mucho decir. Nos dijeron que allí en ese lugar vivían Andrés con Bastian , el hijo.
Llegamos después de unas dos horas de tren. Nos estaba esperando Andrés, uh hombre aún joven, de rasgos agradables y simpáticos.
__¡Ustedes son?__ preguntó
__¡Luli y Banana!!__ dije yo señalando a cada uno. Miro al negro grandote con cierta simpatía. Al menos a mi me pareció ver aquella mirada, pícara y fuerte a la vez, que te dan señales de que algo se ha conmovido.
Partimos en el auto pequeño y viejo de Andrés. Anduvimos un corto trecho y avistamos la casa de Andrés. Bajamos nuestro pequeño equipaje. Allí se nos acercó el joven hijo de Andrés que seguía mirando y observando a Banana.
__¡Soy Bastian, aunque pueden llamarme Bas!!__ dijo el chico
__¡Luli y Banana!!__ dije sonriendo.
Luego de mostrarnos el cuarto, Andrés nos llevó a recorrer la finca. Nos mostró lo que deberíamos hacer. No era un trabajo pesado, ni nada. El calor se hacía sentir un poco, pero nada insoportable.
Nos dividimos en parejas. Andrés y Banana por un lado y Bas y yo por otro. Recogíamos frutas que estaban a punto. Luego debíamos echarles un líquido que las protegía no se que plaga.
El mediodía llegó pronto. El sol empezaba a apretar cada vez más. En la cocina doña Irma había preparado una rica comida que nos dejó servida apenas nos sentamos a la mesa.
__¡Esa mujer es adorable!!__ comentó Andrés
__¡Sí desde que mamá no esta!¡Es como una abuela!!__ afirmó Bas
__¡Es necesario tener ayuda siempre!
__¡Así es, claro!
__¡Como nosotros en prisión!__ comentó Banana
__¿Y como llevan eso?__ preguntó Andrés
__¡Lo mejor que se puede, no metiéndose en problemas, por ejemplo!!__ contesté yo sonriendo y no dándole importancia a mis palabras.
__¡Esto está muy rico!!__ comentó glotón Banana. Comimos sin prisa, charlando de cualquier cosa animadamente. Al terminar, Andrés y yo salimos al patio rodeado de árboles fresco y el encendió un cigarrillo.
__¡Estamos muy solos!
__¡Si veo que es lejos de todo!!
__¡Me preocupa Bas!
__¿Porqué lo dices?
__¡Hablando con el, me hizo algunas confesiones!!...
__¡No te avergüences conmigo!!___ dije cómplice
__¡Bueno me dijo algo de querer conocer algún chico y…!!
__¡Quiere un chico!!¡Pero…!!
__¡Si, quiere estar con un chico antes que con una mujer!!!
__¡Oh, entiendo!¿Y tú tienes miedo de algo?
__¡Yo, claro que no, solo que no quería ser yo!!¿Entiendes?
__¡Oh sí, claro, claro! ¿Quieres dejarlo en mis manos?
__¿Tu harías eso por mi?
__¡Por supuesto!
Así que llevamos a Bas al cuarto de Andrés, el quería estar presente. Mientras Banana se había ido a dormir una siesta al otro lado de la casa. Me había bañado y perfumado. Estaba tirado en la cama. Andrés observaba quieto en un rincón. Su hijo, Bas, entró al cuarto envuelto en una toalla.
Estaba emocionado y caliente.
__¡Eres muy lindo Luli!__ me susurró al oído. Corrió las sábanas que me cubrían, ansioso, apareció mi cola bella y alzada, muy dura, la acarició, vi que Andrés se movió nervioso al ver mi culo. La pija de Bas estaba levantada y dura. Con unas gotitas asomando por la punta. La rocé con los dedos. El se conmovió y suspiro caliente.
Busqué su boca y mi lengua la atravesó por completo. El no se resistió. Ahí tomé firme su mango y lo empecé a masajear.
__¡Tranquilo, aguanta!!__ le dije al oído. El chico quería desfallecer. Volví a besarlo, relojeando a Andrés que estaba ya con una calentura descomunal. Lleve una mano de Bas a mi centro. El agujero de mi ojete estaba abriéndose en flor para aquel joven calentón y para su padre, aunque tal vez el aun no lo sabía. Metió los dedos, aprendía rápido. Solté mis gemidos al aire.
Luego fui con mi boca al palo del chico. Mostrando mi culo a Andrés que se relamía y ya había sacado su pistola y la amasaba en sus manos. Sentía sus jadeos calientes mirando morbosamente mi ojete. Tragué la pistola de Bas haciendo que se retorciera de placer un buen rato. Cuando noté que se iba a acabar, lo miré y le dije.
__¡Ven ponlo en mi culito, anda!!__ Bas se acercó torpe y con cierto temor, a pesar de la calentura que traía encima. Se apoyó con su glande en mi anillo mojado y resbaladizo, hice un poco de movimiento hacia atrás, y la poronga del chico se fue metiendo. Yo gemía porque me gustaba tenerlo dentro de mí.
Andrés, el padre, estaba desnudo por completo y se masajeaba la tranca.
__¡Luli, no sabes cuánto soñaba con meter mi pija en un agujerito como el tuyo!!
__¿Lo estas gozando?
__¡Sí, sí, claro, ahhh, me encanta tu culito!!!__ Bas se movía dentro mío de manera exaltada y un poco desordenada, hasta que fue encontrando el ritmo.
Hice una seña a Andrés, para que saliera de las sombras y metiera su biberón en mi hambrienta boca.
Chupé goloso. Desenfrenado, mientras el padre de Bas, aullaba de placer. Metía y sacaba su vara profundo, llegando a hacer que me ahogara. La saliva lo bañaba por completo, en tanto Bas me cogía, serruchando y empujando su chorizo. Andrés tomaba mis cabellos y los tironeaba, aferrándose a algo para no perder el equilibrio, al ser tragado por mis fauces insaciables.
__¡Ohhh Luli, Luli, tu boca es tan caliente!!__ el sable entraba y yo comía. Bas apuraba sus embestidas. Su hierro se inflamaba dentro de mi túnel. Clavó sus uñas en mis caderas. Fue lanzando tremendas cargas de leche que inundaron rápidamente mi canal.
__¡¡Ohh, ahhh, me voy, me voy, ahh, Siiii!!__ gritaba el muchacho encendido. Su nabo gordo se vació por completo. El gusano salió chorreando jugos.
Andrés se movió rápido. Su poronga se hundió en mi. Apretó mis pechos con sus manos, como un experto. Clavó su sanguijuela en mi abierto ojete. Se mezcló con la leche de su hijo. Me bombeaba sin descanso. Sus bolas chocaban con los cachetes de mis nalgas. Sacudía mi humanidad. Mordía mi cuello. Pellizcaba mis tetillas duritas.
__¡Ahhh Luli eres un encanto, perrita dulce!!
__¡Padre que vocabulario!¡No lo conocía!
__¡Ahh tu eres un puerco!!
__¡Tengo a quien salir!!
__¡Me encanta está perra!!¡Acércate Bésame!!__ dijo Andrés muy caliente. Bas se acercó al padre y se besaron ardientemente. Mi verga explotó en las sabanas. Lanzando chorros de espuma blanquecina. Bas se prendió luego a las tetillas de Andrés, que tenía un pecho ancho, joven aún, y totalmente excitado.
Andrés fue escupiendo en mi interior. Caí sobre el colchón agitado y derrumbado, cansado, de aquellas porongas que me atravesaron. Me acariciaban aquellos machos encendidos y revueltos. Besaban mi espalda hasta que giré y así como estaba se abalanzaron, ambos, sobre mi boca y mi cuello y mi pecho. Llenándome de saliva. Pasando las lenguas por mi piel abrazadora. En llamas totalmente. Nos quedamos un rato dándonos caricias en todas nuestras partes, intercambiando de lugares las lenguas.
Al anochecer, luego de haberme cambiado de ropas y de haber dormido un poco, me encontré con Banana.
__¡Escuché los gemidos pillo!!
__¿Qué gemidos?__ dije haciéndome el tonto
__¡Vamos!¡Estuviste con ellos!
__¿Tu qué quieres?
__¡Estar con ellos!!
__¡Pícaro pervertido!!
__¡Ven!__ me siguió. En la habitación de Andrés, no se oía nada. Estaba a oscuras. Moví la puerta. Entré. Banana me seguía por detrás.
__¿Qué pasa?__ preguntó Andrés
__¡Banana, quiere conocerlos!!
__¡Oh tu amigo se ve tan bello!!
__¡Y no sabes la verga que tiene!!__ dije entre susurros y dándole un suave beso en la boca.
__¡Acércate!__ le dijo Bas al enorme compañero de celda. Este se arrimo a la cama.
__¡Quítate la ropa!!__ pidió Andrés que ya se salía de la vaina. Ellos seguían desnudos, alguien encendió la luz de la habitación y todo fue más claro.
La enorme tranca de Banana se posiciono en medio de los dos varones. Padre e hijo se prendieron de aquella hermosa poronga. La llenaron de besos y chupones. La lengua en las bolas. Los gemidos empezaron a oírse a kilómetros. Eran tres cuerpos gozando a más no poder. Banana acariciaba las cabezas de Bas y Andrés que furiosos comían mamando aquella barra preciosa y dura. La masajeaban, la carnosa verga chorreaba saliva, volcaba jugos. Las bocas lo atacaban y Banana muy caliente me miraba sonriendo y agradeciéndome por aquel lugar de gozo y placer.
Así en un rato, el negro gigante se tumbó en la cama. Bas se sentó en su cara y el negro se apoderó de su culo. Chupando y escarbando, mientras el chico gimoteaba, su padre, seguía encargado de la tremenda vara. Yo observaba con mi ariete alzado y duro. Caliente. Pero no participaba. dejaba que todo el goce fuera para Banana.
Bas se montó en la tranca. Abrió sus nalgas. Su culito fue tragando la poronga entre sollozos y grititos espeluznantes. Andrés comía la boca del hijo. Chupaba la lengua de este que era comido sin descanso por el negro Banana.
Después de un rato Andrés pidió el lugar del hijo y montó al brioso corcel. La serpiente del amante se enterró por completo en el padre. Bas fue a comerle los huevos a Banana que se sacudía sin control. Además de gozar, el semblante del negro, brillaba y parecía que estaba en el cielo.
Los culos de padre e hijo eran atravesados por el semental, que serruchaba y mamaba a gusto la pija de Bas. La lamía con esa lengua gorda y grande. Hay que decir que Banana tenía todo grande.
Bas largo su leche en la bocaza del negro, en tanto Andrés rego el estómago y el pecho de aquel compañero magnifico. Mi verga solo recibió algunas caricias para regar el piso de la habitación en donde nos encontrábamos. Gemidos. Olores. Todo era de un completo goce salvaje.
Banana empezó a convulsionar, sacó del estuche la poronga gigante. La puso en medio de las bocas y comenzó a soltar su líquido para todos lados. Las bocas de Andrés y Bas se empalagaron con el jugo que les brindó. Limpiaron el enorme bocado hasta dejarlo lindo y brillante.
Banana me agradeció enormemente aquel acto de haberlo dejado gozar con aquellos fierecillos de granja, apetitosos de sexo.
Cuando volvíamos en el tren de regreso a prisión, me contó que cuando estaban despidiéndose, mientras Andrés le mamaba el garrote y Bas le chupaba el culo, le ofrecieron el lugar para cuando saliera. El hombre negro estaba muy contento porque según él no tenía a nadie en este mundo.-